¿QUÉ HERENCIA DEJARÁS?
William MacDonald
“El bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos” (Proverbios 13:22).
Cuando leemos este versículo, no debemos llegar a la conclusión de que se trata de una herencia financiera o material, pues ¡solo serían buenos los ricos! Es mucho más probable que el Espíritu de Dios se refiera a una herencia espiritual. Una persona pudo haber sido educada por padres que eran pobres pero piadosos; esta persona estará eternamente agradecida por la memoria de un padre y una madre que diariamente leían la Biblia, oraban juntos en familia y le criaron en el temor y amonestación del Señor, aunque no le hayan dejado dinero o bienes raíces al morir. La herencia espiritual es la mejor.
Realmente un hijo o hija podría arruinarse espiritualmente si heredaran una gran cantidad de dinero. La riqueza que llega de repente es intoxicante y pocos son capaces de administrarla con sabiduría. Son pocos los que heredan fortunas y siguen bien para el Señor.
Otra consideración es que las familias a menudo se rompen por celos y contiendas cuando se reparte una herencia. Es verdad lo que dice el refrán: “donde hay testamento, hay muchos parientes”. Los miembros de familias que han vivido en paz durante muchos años repentinamente se vuelven enemigos por una casa o unas cuantas joyas, porcelana o muebles.
Con mucha frecuencia los padres cristianos dejan su riqueza a hijos inconversos, a parientes que están en religiones falsas o a hijos ingratos, cuando ese dinero podría haberse usado mejor para la difusión del evangelio.
Algunas veces esta cuestión de dejar dinero a los hijos es una forma velada de egoísmo. Los padres en realidad desean retenerlo para ellos mismos mientras puedan. Saben que la muerte un día lo arrancará de su mano, de modo que siguen la tradición de darlo en herencia a sus hijos.
Nadie ha legado todavía un testamento que no pueda romperse o disminuirse a causa de impuestos, cuotas y honorarios. Un padre no puede estar seguro de que sus deseos se cumplirán después que haya partido de este mundo.
Por eso el mejor proceder es dar generosamente a la obra del Señor mientras estamos todavía vivos. Como reza el dicho: “Ofrenda mientras vivas porque así sabrás a dónde fue”.
Y la mejor manera de hacer un testamento es decir: “Estando en mis facultades mentales pongo mi dinero a trabajar ya para Dios en esta vida. Dejo a mis hijos la herencia de un trasfondo cristiano, un hogar donde Cristo fue honrado y la Palabra de Dios fue reverenciada. Les encomiendo a Dios y a la Palabra de Su gracia, que es capaz de edificarles y darles una herencia entre los santificados”.
del libro DE DÍA EN DÍA, Editorial CLIE
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Vanidad y Amargura
"¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande". Eclesiastés 2:21
"Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador quedará en ella preso".
Eclesiastés 7:26
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SIEMPRE PUNTUAL
William Yuille
Desde el primer siglo, generaciones de cristianos han vivido con la expectación de la pronta venida del Señor. Pero aquí estamos en el siglo 21 y todavía no ha venido. ¿Por qué? Pedro comenta esto en el capítulo 3 de su segunda epístola.
Dios no calcula el tiempo como nosotros. “No ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (v. 8). Algunos cristianos, desde el siglo después de los apóstoles, han interpretado esto como una fórmula y lo aplican a la historia de la humanidad – diciendo que es un periodo de una semana, o siete mil años.
Según los cálculos de Ussher, Adán fue creado cerca de 4.000 a.C., así que hubo cuatro días antes de la venida de Cristo; con otros dos días llegamos al año 2.000 d.C., y a ese tiempo debe llegar el séptimo día, la edad del milenio. Pero ya estamos en el 2012 (fecha de este artículo), y esa teoría no parece muy factible. En todo caso, si Pedro hubiera escuchado esa interpretación del versículo, seguramente se habría asombrado. No es una fórmula, sino simplemente una declaración de que Dios no calcula el tiempo como nosotros. Él está totalmente fuera del tiempo – es eterno – y lo que a nosotros nos parece largo tiempo no le parece así a Él. Dios es paciente. “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 P. 3:9). En su primera epístola, Pedro utilizó esta palabra “paciencia” en conexión con el diluvio: “cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca” (1 P. 3:20). Esperó largo tiempo, 120 años, porque Dios es paciente. El salmista dice: “Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y grande en misericordia” (Sal. 103:8)
Dios actúa según Su propio horario. “Pero el día del Señor vendrá...” (2 P. 3:10). No es indiferente respecto al tiempo. Al contrario, siempre sigue Su plan, calendario y horario. Considera, por ejemplo, cómo eso se ve en el Señor Jesucristo:
· Nació al tiempo preciso: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo...” (Gá. 4:4).
· Comenzó Su ministerio en el momento preciso. Durante 30 años estuvo ocultado, desapercibido en Su vida y trabajo en Nazaret, de los cuales no sabemos casi nada. Pero “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: el tiempo se ha cumplido...” (Mr. 1:14-15).
· Subió a la fiesta en el momento correcto. Sus hermanos le instaron a subir a la fiesta de los tabernáculos, pero Él respondió: “Mi tiempo aún no ha llegado...” (Jn. 7:6). Luego Él subió a Jerusalén aproximadamente a mediados de la fiesta.
· Murió en el tiempo indicado: Repetidas veces decía que Su hora no había llegado. Pero finalmente se fue a Jerusalén y declaró: “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado” (Jn. 12:23). Juan añade: “sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre” (Jn. 13:1). Pablo escribe que Cristo “a su tiempo murió por los impíos” (Ro. 5:6).
· Volverá cuando sea tiempo. El escritor de Hebreos aplica las palabras de Habacuc al retorno del Señor Jesucristo: “Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará” (He. 10:37).
· Juzgará al mundo cuando llegue el tiempo: “por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó” (Hch. 17:31).
A veces nos preguntamos por qué el Señor tarda tanto en venir, pero lo cierto es que vendrá. Desconocemos el momento exacto de Su intervención de nuevo en este mundo, pero no cabe dude de que el programa de Dios se ejecutará puntualmente. Luego añade Pedro: “¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir...!” (2 P. 3:11).
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La Biblia tiene poder para:
1. Convencer de pecado Hch. 2:37
2. Regenerar el corazón Sal. 19:7; 1 P. 1:23
3. Estimular la fe Ro. 10:17
4. Limpiar la vida Sal. 119:9; Jn. 15:3
5. Aconsejar y edificar al creyente Sal. 119:24; Hch. 20:32
6. Renovar el entendimiento Sal. 119:130; Ro. 12:2
7. Discernir el corazón He. 4:12
8. Dar sabiduría Sal. 119:98-100
9. Equipar para servir 2 Ti. 3:17
10. Alegrar el corazón Sal. 19:8
La necesitamos todos los días, todas las horas y en toda situación.
1. Convencer de pecado Hch. 2:37
2. Regenerar el corazón Sal. 19:7; 1 P. 1:23
3. Estimular la fe Ro. 10:17
4. Limpiar la vida Sal. 119:9; Jn. 15:3
5. Aconsejar y edificar al creyente Sal. 119:24; Hch. 20:32
6. Renovar el entendimiento Sal. 119:130; Ro. 12:2
7. Discernir el corazón He. 4:12
8. Dar sabiduría Sal. 119:98-100
9. Equipar para servir 2 Ti. 3:17
10. Alegrar el corazón Sal. 19:8
La necesitamos todos los días, todas las horas y en toda situación.
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Sistemas de Seguridad
Hoy se invierte mucho dinero en toda clase de sistemas de seguridad para vigilar y proteger nuestras empresas, casas, vehículos y sobre todo nuestras personas. Pero pocos conocen el peculiar sistema de seguridad que tenía el General Comandante japonés del siglo 17. El castillo de Nijo en Kioto, Japón, es una obra maestra que demuestra el esplendor oriental de aquel tiempo. Los visitantes que caminan por los pisos de ese edificio pueden constatar que han sido costruidos para chirriar como pájaros aun con las pisadas más suaves. Esto servía como medida de seguridad para el General, pues nadie podía acercarse siligosamente para asesinarlo.
Esa característica ingeniosa resalta dos cosas que preocupaban al gobernante: el temor a lo desconocido y su seguridad personal. Estas preocupaciones no se limitan a los jefes de estado; son innatas en el corazón de toda persona. Por eso, aun hoy se emplea la más sofisticada tecnología para diseñar sistemas de seguridad.
Lo más extraño es que la mayoría de las personas no toman ninguna precaución para proteger su posesión más valiosa, e ignoran que a su disposición está una seguridad absoluta. Si protegemos y aseguramos lo que no podemos guardar para siempre, ¿no deberíamos cuidar mucho más lo que es eterno? Si tememos lo desconocido que puede afectar solamente nuestro bienestar físico o financiero, ¿no deberíamos temer aun más las consecuencias eternas que afectan el cuerpo y el alma? Cristo pregunto: “¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36).
La Biblia claramente enseña que lo que los hombres llaman “desconocido” puede conocerse plenamente. Dios ha revelado en Su Palabra que hay una eternidad después de esta vida. Hay vida eterna y cielo para todos los que confían en Su Hijo Jesucristo como Señor y Salvador. Pero hay castigo eterno y separación de Dios para todos los que escogen su propio camino y rehusan creer en Jesucristo. El destino de cada uno puede conocerse en este lado del sepulcro, ahora, evitando el espectro de lo “desconocido”.
Además, Dios dice en Su Palabra cómo podemos estar seguros de cuál será nuestro destino eterno. La Biblia declara que hemos pecado y somos dignos de muerte (Romanos 1:29-32), pero que “Cristo... murió por los impíos” (Romanos 5:6) y “el que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36).
El General japonés usó el mejor método del siglo 17 para garantizar su seguridad físico. Pero de todos modos murió al final, como todo ser humano. Usted también, amigo, morirá un día. ¡Qué trágico es depender de religión o filosofía y no del único medio fiable de seguridad espiritual! Dios no le pide que dependa de experiencias o sentimientos, sino de la certeza de la obra de Su Hijo Jesucristo que murió tomando en su lugar el castigo eterno que merece. El apóstol Pedro escribió: “Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18). En base al sacrificio de Cristo, si confías en Él, estarás seguro ahora y por toda la eternidad. El apóstol Juan declaró: “Estas cosas os he escrito...para que sepáis que tenéis vida eterna” (1 Juan 5:13). Cristo declaró acerca de los que confían en Él: “Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás” (Juan 10:28). ¡Esta es máxima seguridad!
Adaptado de un tratado por el Dr. A. J. Higgins
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El Término Confuso: “Enfermedad Mental”
Es hora de preguntar: ¿Qué significa esta expresión: “enfermedad mental”? Sostenemos que “enfermedad mental” es un nombre poco apropiado que no solo confunde sino también engaña. Es cierto que las personas tienen enfermedades y trastornos físicos que afectan la mente. Pero esos no deben ser llamados “enfermedades mentales”, porque la mente en sí, aunque puede estar gravemente afectada, no puede enfermarse. Los cristianos deben recordar que el cerebro es tremendamente complejo en sí, y todavía más en su relación con el resto del cuerpo. Alguien puede sufrir horrendamente debido a una condición del cerebro que no halla su causa en el cuerpo. Es demasiado simplista pensar que la miseria emocional de alguien no tiene relación con problemas físicos solo porque un reconocimiento médico no revela nada. Los que sufren mentalmente debido a condiciones biológicas necesitan amor, cuidado y compasión además de cuidado médico. Nadie debe quitar importancia a esas serias condiciones debilitadoras que causan mucho sufrimiento.
Sin embargo, el término “enfermedad mental” acaba siendo de multifunción para incluir toda clase de problemas que tienen poco o nada que ver con una enfermedad. La mente es inmaterial y no puede enfermarse. Además, el concepto de “enfermedad mental” abre la puerta a la psicoterapia en el mundo, y al caballo de Troya que llamamos “psicoherejía” en la iglesia. Esta confusión entre el cerebro y la mente ha causado muchos errores en las iglesias, y los psicoterapeutas han convencido a pastores que ni ellos ni otros cristianos pueden ayudar a personas con serios problemas. Esos terapeutas – profesionales – raramente confiesan que lo único que ofrece la psicoterapia es conversación cargada con secularidad. En los Estados Unidos el gobierno, al licenciar a cristianos como consejeros psicológicos, limita el ámbito y alcance de sus trabajos. Por eso, lo más que pueden hacer es educar y motivar al hombre natural, en lugar de enseñar la Palabra de Dios, edificar la fe y nutrir la vida espiritual. Afrontémoslo: la mayoría de la terapia se ocupa de repasar ofensas del pasado, quejarse de otras personas que a menudo no están presentes, y ocuparse de otras formas de maledicencia que proveen para la carne e impiden crecimiento espiritual.
Este caballo de Troya parece benigno y útil, pero está lleno del mundo, la carne y aun el diablo que tentó a Eva a cuestionar la Palabra de Dios. Y es por eso que los cristianos se van a la consejería psicológica. Están cuestionando la Palabra de Dios, su suficiencia y lo que dice de sí misma y de ellos. Por ejemplo, la Palabra dice claramente: “Toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Ti. 3:16-17).
Piensa en la diferencia entre la “inspiración de Dios” y las opiniones y teorías de los hombres. La psicoterapia y sus subyacentes psicologías se basan en ideas humanas organizadas en teorías sobre la condición humana. Considera la diferencia entre la Palabra de Dios (verdad) y las doctrinas de hombres (opiniones) respecto a cómo debemos vivir y cómo efectuar cambios. ¿Cuál es el sistema psicológico que trae a las personas a la madurez espiritual en esta vida y a la perfección en la siguiente? ¿Qué sistema psicológico puede equipar a alguien para las buenas obras que solo Cristo realiza en el creyente? Sin embargo, pese a esos grandes contrastes, numerosos pastores y misioneros envían a las personas a su cuidado a gente que le da terapia psicológica, y numerosos cristianos siguen el camino psicológico.
Sostenemos que la psicoterapia, incluso todo consejero psicológico profesionalmente licenciado, están en el camino del mundo y no en el camino del Señor. Jesucristo es “el camino, y la verdad, y la vida” (Jn. 14:6). Recuerda que la terapia psicológica es conversación y sentimientos, no ciencia ni medicina. La terapia psicológica habla del alma, pero es incapaz de transformarla ni puede dar vida nueva al espíritu. De hecho, las investigaciones acerca de la psicoterapia no apoyan la fe que la gente tiene en ella. Como mucho ofrece una ayuda muy limitada, y en el peor caso es dañina. En todo caso es espiritualmente perjudicial.
La psicoterapia no es ciencia médica, aunque una rama de medicina, la psiquiatría, erróneamente emplea la psicoterapia debido a la influencia de hombres como Sigmund Freud. Durante muchos años la psiquiatría seguía la idea de Freud de “la conversación curativa”, en lugar de investigar y tratar posibles causas físicas de inquietantes síntomas mentales. Por eso, durante muchos años los psiquiatras meramente hablaban con sus pacientes. Principalmente en su búsqueda de las causas de los síntomas, hablaban de la vida freudiana temprana del paciente, las etapas del desarrollo psicosexual. Algunos de los primeros psiquiatras intentaron curar el cerebro a través de horribles lobotomías frontales, extracción de dientes, baños fríos y otros medios, había mucho daño y poco éxito. Las únicas personas aparentemente curadas eran las que eventualmente recuperaron naturalmente, a pesar de los tratamientos y no debido a ellos.
Egas Monitz, inventor de la lobotomía. |
Traducido de: PsychoHeresy Awareness Letter, (“Periódico del Conocimiento de la Psicoherejía”; September-October 2017, Vol. 25, No. 5). Ilustraciones añadidas.
Para más artículos e información:
http://www.psychoheresy-aware.org/mainpage.html
"...se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios...
Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada"
Romanos 1:21-22, 28
Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada"
Romanos 1:21-22, 28
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