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jueves, 5 de diciembre de 2013

EN ESTO PENSAD -- diciembre 2013

¿Dónde se encuentra el contentamiento?


Vamos a ver si sabes la respuesta. Te daré unas pistas y a ver qué haces con ellas. ¿Listo? Bien. 

La primera pista es: no se encuentra en la incredulidad. Pero hay quienes dicen que no creen porque quieren vivir felices. Voltaire fue un filósofo ateo de los más duros y renegados. Al final él escribió: “Deseo nunca haber nacido”. ¡Menudo contentamiento!
La segunda pista es: no se encuentra en los placeres. El “playboy” (juergista) inglés, Lord Byron, vivió una vida de desenfreno, de muchos placeres, más que otras personas. ¿Qué es lo que consiguió con todo ello? Él escribió: “Sólo me pertenecen el gusano, el cáncer y la tristeza.” ¿Qué te parece?
La tercera pista: no se encuentra en el dinero. Jay Gould, el millonario norteamericano, lo tenía en abundancia. Pero muriendo, dijo: “Supongo que soy el hombre más miserable de toda la tierra”. ¿Captas la idea? Muchos en estas fechas NO la captan, aparentemente, porque juegan la lotería y esperan ganarla y ser felices. Otros dan su vida a la acumulación del dinero y los bienes materiales, pero al final todo lo dejarán.
La cuarta pista: no se encuentra en grandes puestos y fama. Lord Beaconsfield disfrutó de grandes cantidades de ambas cosas, pero luego  escribió: “La juventud es un error; el hecho de ser hombre es una lucha; la vejez un remordimiento”. Su fama fue efímera; vanidad, no le sustuvo al final.
La quinta: no se encuentra en la gloria militar. Alejandro Magno el ilustre general y conquistador macedonio, conquistó todo el mundo conocido en aquel entonces. Habiendo acabado lo dicho, lloró en su tienda y dijo: “No hay más mundos para conquistar”. Cuando moría insistió en que le enterrasen con las manos abiertas para que todos viesen y supiesen que el hombre más grande del mundo se fue con las manos vacías.
¿Dónde, pues, se encuentra el contentamiento? La respuesta es muy sencilla: solamente en Jesucristo. Él dijo: “Os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo” (S. Juan 16:22). El ser humano está hecho para conocer a Dios, glorificarle y disfrutar la comunión con Él. Con un diseño tan noble, tan sublime, ¿cómo le va a satisfacer algo de este mundo? ¡Imposible! ¡Deja de buscar el contentamiento en las cosas de esta vida, y acércate al Señor y Salvador Jesucristo! En Él hay vida abundante.
Adaptado de La Estrella de Esperanza, Vol. 25, Nº12

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La Navidad Y La Religión Del Mundo



Es muy corriente en el mundo cristiano celebrar las Navidades, mandar regalos y usar saludos de “Felices Pascuas” o de “Feliz Navidad”, tomándolo alegremente como normas o modales cristianas muy correctas. Estas tradiciones tan favoritas y extendidas en el mundo nos hacen pensar, inquirir e investigar su origen.

¿Qué clase de información encontramos en la Enciclopedia o en las historias imparciales? ¿Qué nos dice las Sagradas Escrituras en relación a estas tradiciones religiosas? La Palabra de Dios no justifica su celebración anual, antes al contrario, la condena. “Guardáis los días, y los meses, y los tiempos, y los años. Temo de vosotros, que haya trabajado en vano en vosotros” (Gá. 4:10-11).
Nuestro bendito Salvador Jesús no vino al mundo para hacerse popular entre los hombres; mucho menos para grabar Su fecha de nacimiento en nuestros corazones o almanaque. “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores” (1 Ti. 1:15). “Porque Cristo, cuando aún eramos débiles, a su tiempo murió por los impíos” (Ro. 5:6).

Nadie sabe con seguridad, el día en que Cristo nació.
Clemente, en el Siglo II, llama estas especulaciones en cuanto a la fecha de nacimiento: “falaces supersticiones”.
Orígenes, en el año 245, ridiculizó la idea de la fecha y dijo que era pecaminosa. La Iglesia de Roma, en el Siglo V inscribió: “no existe tal conocimiento”.
La Nueva Enciclopedia Internacional dice: “Es desconocida, cuándo tal idea se originó–casi por seguro que el 24 o 25 de diciembre no sea la fecha”.
“La Navidad fue celebrada por primera vez en la Iglesia de Jerusalén en el año 440. Más tarde en el siglo cinco, la Iglesia Occidental (en Roma) ordenó su celebración” (Enciclopedia Americana).

El origen de la Navidad
“La celebración de diciembre 25 era completamente pagana; origen solar. La Saturnalia romana lo precedía” (Enciclopedia de Nelson).
“La celebración era una fiesta romana dedicada al Sol (nacimiento del Dios-Sol)” (Enciclopedia Americana).
“La Saturnalia (una fiesta desenfrenada), y así eligieron las Navidades para tal fecha” (Notas del historiador M. de Beugonot, vol. 2, pág .  265 ).
“El cristianismo ... de vuelta al paganismo ... deseando más días de fiesta, añadió nombres cristianos a fiestas paganas. Así eligió el 25 de diciembre que era la peor de las fiestas paganas .... Allí fue donde el cristianismo aprovechó para indicar la fecha del nacimiento de Cristo. La Iglesia reemplazando las fiestas paganas con nombres cristianos... contaminando el cristianismo para mantener a la muchedumbre contenta” (J.N.Darby, Col. W Vol. 29).
Agustín dice que tan determinada estaba la gente en celebrar sus fiestas, que el clérigo se hizo el ciego, o como se suele decir, dio manga ancha al pueblo.

La tradición de los Ancianos (Mt. 15:2)
Disco solar y árbol sagrado:  objetos de culto pagano en Babilonia.
Así vemos que la tradición vino del “dios de este mundo” (2 Co. 4:4), procedió del paganismo, y fue injertado en el cristianismo por nuestros antepasados infieles, la Iglesia de Roma: “Babilonia la Grande, la madre de ... las abominaciones” (Ap. 17:5). Y así como niños pequeños el cristianismo ha sido engañado... “los ciegos, guías de ciegos” (Mt. 15:14).
Todos estos detalles debían avergonzar y entristecer nuestros corazones y hacernos gemir y protestar tales abominaciones. Las prácticas de Laodicea deshonran el nombre de nuestro Salvador y Señor Jesucristo (Sal. 119:158; Jer. 15:15-17; Ez. 9:4; Fil. 3:18-19). ¿Cómo podemos tener parte en semejante farsa? ¿Cómo aparecerá ésta ante el tribunal de Cristo?
¡Esto es predicar: “otro Jesús”, un “Jesús” popular (2 Co. 11:4) adaptado al mundo! Ese espíritu "pascual" no es del Espíritu Santo, sino: “otro espíritu”. El espíritu del mundo (1 Co. 2:12) “no proviene del Padre, sino del mundo” (1 Jn. 2:16).

Un mundo cruel
Cuando Cristo nació: “Dios manifestado en carne”, este mundo no le dio lugar (Lc. 2:7). “Despreciado y desechado entre los hombres” (Isa. 53:3). En el Calvario gritaron: “¡Fuera, fuera, crucificale!” (Jn. 19:15) y después le crucificaron (v. 18).
Este mundo es culpable de la muerte del Hijo de Dios, Jesucristo. El pueblo dijo: “Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos” (Mt. 27:25).
Se deshicieron de El, y ahora ellos se gozan y se alegran, mientras se envían regalos los unos a los otros (Ap. 11: 10). Este es el mismo principio, de como “adornáis los monumentos de los justos”, que sus semejantes han matado (Mt. 23:29-31). ¡Como si Caín, después de asesinar a su hermano, hubiera declarado el nacimiento de Abel un día de fiesta! Asimismo, el mundo que rechazó a Cristo ahora celebra el día de Su nacimiento; usan y profanan Su Santo Nombre para gratificar sus placeres carnales. “No tomarás el nombre de tu Dios en vano” (Éx. 20:7).
Así son las vanidades de este mundo. “No os engañéis, Dios no puede ser burlado” (Gá. 6:7). Porque Él tomará venganza por la sangre de Su Hijo muy pronto.

La única celebración en el calendario cristiano
El Señor Jesús nunca nos pidió celebrar Su nacimiento o Su resurrección cada año; pero sí, expresó Su deseo de que lo recordáramos en Su muerte. El primer día de la semana, el día de Su resurrección, el día de una creación nueva; ciertamente debemos estar cada semana reunidos en tal oportunidad a Su Nombre (Mt. 18:20), como criaturas nuevas en Cristo. “Salgamos, pues, a él, fuera del campamento” (He. 13:13), esto es, fuera del sistema religioso adaptado al gusto de los hombres, y anunciemos la muerte del Señor hasta que Él venga (1 Co. 11:24-26).

BTP #5590,  VERDADES BÍBLICAS, 59 Industrial Road, P. 0. Box 649, Addison, IL 60101 EE.UU.
revisado e impreso por: Asamblea Bíblica “Betel”, Sevilla, España

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“URGENTE”

     El sábado 6 de diciembre de 1941, interceptaron un mensaje japonés que indicaba el ataque inminente contra la marina estadounidense en Hawai. Así que, advertidos escasamente a tiempo, enviaron el aviso marcado “URGENTE”, a la base norteamericana en el puerto de Pearl Harbor, Hawai. Llegó el mismo día 6. Pero el oficial de guardia en la central de comunicaciones no observó la clasificación “URGENTE”, y por eso colocó el mensaje en el buzón normal para ser leído el lunes siguiente. Sin embargo, el domingo cayó el ataque japonés y grande fue la pérdida, porque sorprendió a gran parte de la flota estadounidense en el puerto y destruyó muchos buques. Podían haberse defendido, porque el aviso llegó a tiempo, pero por error humano lo dejaron en el buzón de correo normal, para después, y no sirvió. 
Esto ilustra la condición espiritual en la que muchos se encuentran. Hay un mensaje de Dios – muy importante, serio y “URGENTE”. Es un aviso, y se trata de vida y muerte, con consecuencias eternas. Pero muchos no toman la molestia de leerlo, pese a su etiqueta “URGENTE”. Lo desprecian, o como muchos lo descuidan, colocándolo en el buzón de “mañana”. No hacen caso del aviso de las consecuencias del pecado: la ira venidera, la proximidad de la muerte y el juicio de Dios. Es un descuido fatal. Dios hizo llegar a tiempo el mensaje del evangelio. Pero, tú, amigo, ¿qué haces con el evangelio? Eres un pecador culpable y no debes ir así a comparecer ante Dios, porque Él es santo y justo, y así serías condenado a la perdición eterna. “El alma que pecare, esa morirá” avisa Dios, y tú eres esa alma. Debes reconocerlo y arrepentirte ahora. Sólo el Señor Jesucristo puede perdonarte y limpiarte, pues Él sufrió sustituyéndote en el Calvario. ¿Qué harás hoy? No digas “mañana”, porque será tarde para actuar. Amigo, hoy es día de salvación. El camino de mañana conduce a la ciudad de nunca. ¿Quieres ser salvo o vas a esperar que el desastre te alcance? El aviso es “URGENTE” y hoy estás a tiempo. Arrepientete ahora y confía en el Señor Jesucristo. “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo”.     
Carlos

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CRISTO Y LAS NAVIDADES
por Dave Hunt (1926-2013)


La Navidad, en la forma en que es celebrada en la actualidad es una de las ideas que se originaron con el catolicismo romano y que sobrevivió la época de la Reforma. El historiador Will Durant, nos recuerda que el catolicismo romano se formó de la unión entre paganismo y el cristianismo que ocurrió durante la época del emperador Constantino a principios de los años 300 después de Cristo. Comentando acerca de la "cristianización" del imperio romano, Durant escribió:

"El Paganismo sobrevivió...en la forma de ritos antiguos y costumbres que fueron aprobadas por una iglesia bastante indulgente...Las estatuas de Isis y Horus fueron nombradas María y Jesús..la Saturnalia (el festival de Saturno durante el invierno) fue reemplazado con la celebración de Navidades...Incienso, luces, flores, procesiones, vestiduras..que había agradado a la gente en antiguos (paganos) cultos fueron domesticados y limpiados con los rituales de la iglesia..."

Pese a sus orígenes paganos y católico romanos, y una comercialización grosera y ofensiva, nosotros podemos regocijarnos que la época de Navidad anualmente trae un recuerdo del nacimiento de nuestro Salvador. Desafortunadamente, las festividades navideñas por lo general perpetúan la confusión concerniente sobre quién es realmente Jesucristo y por qué vino al mundo y qué realmente logró. Esto no es sorprendente, considerando los malos entendidos entre Sus propios discípulos en el primer advenimiento, y la aún mayor confusión en donde la Biblia nos dice que va a ocurrir antes de Su segunda venida. Indudablemente, todo el mundo, incluyendo los millones de "cristianos", seguirán y adorarán al Anticristo, convencidos que él es el verdadero Cristo.
Las celebraciones navideñas nos recuerdan que los mismos mal entendidos que impidieron a muchos el reconocer a Cristo cuando vino a la tierra también impedirán a muchos en su Segunda Venida. Las causas de confusión de hace 2.000 años, todavía permanecen con nosotros: ¿Cuál es la verdadera misión del Mesías y en qué consiste Su reino? ¿Cuándo, cómo y para quién será el reino establecido? ¿Y cuál es la relación de este reino con Israel y con la iglesia? Muchos "cristianos" hoy en día están ciegos de la misma manera que los primeros "discípulos" quienes rechazaron a Cristo, porque Él no cumplía con sus erróneas expectativas mesiánicas.
Hasta Juan el Bautista se desilusionó hasta el punto de preguntar a Cristo: "¿Eres tú aquel que había de venir o esperaremos a otro?" (Mateo 11:3). Tales dudas parecen imposible en la persona a quien Dios había mandado para "preparar el camino para el Señor". Ya teniendo el Espíritu Santo a los seis meses de embarazo, Juan saltó dentro del vientre de su madre Elisabet cuando escuchó la voz de la virgen María, quien acababa de enterarse que iba a dar a luz al hijo de Dios. Llamado e inspirado por Dios para ser el "precursor del Mesías", Juan testificó: "...el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre Él, ése es El que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios" (Juan 1:33-34). Confiado en esa revelación sobrenatural, Juan declaró: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). Pero aún así, vino el día en que, en desasosiego, tuvo que enviar a dos discípulos para preguntarle a Cristo si Él realmente era el Mesías.
Aunque le había sido dada la revelación sobrenatural acerca de la identidad de nuestro Señor, Juan completamente malentendió la misión de Cristo. ¿Acaso los profetas no habían dicho que el Mesías tendría Su reino en Jerusalén? Entonces, ¿cómo era posible que él, el que había anunciado al Mesías se encontraba ahora en una prisión? Juan no entendió que Cristo había venido a morir por nuestros pecados para que así el judío y el gentil, unidos en una iglesia, podrían ir al cielo. Tampoco el entendió que debería haber una Segunda Venida.
Fue lo mismo con los discípulos en el huerto de Getsemaní. Sumamente sorprendidos ellos observaron a aquel, quien ellos pensaban tenía todo el poder, actuar de una manera aparentemente sin poder alguno. Él fue arrestado, amarrado y llevado capturado. Obviamente, ¡Jesús de Nazaret no podría ser el Mesías después de todo! Los sueños y expectaciones que los discípulos tenían se evaporaron y ellos se dieron a la fuga para salvar sus vidas. De la misma manera las dos personas que iban en el camino a Emaús dijeron: "...nosotros esperábamos que Él era el que había de redimir a Israel... (pero ellos) le crucificaron" (Lucas 24: 19-24). Su muerte, que ahora reconocemos es la parte central del evangelio y si eso no hubiera sucedido no tendríamos nosotros vida, convenció a sus contemporarios que este Jesús no podría ser el Mesías, el Salvador del mundo.
"Si es el Rey de Israel, que descienda ahora de la cruz, y creeremos en Él" (Mateo 27:40-44) fue la burla de la muchedumbre y también de los líderes religiosos al pie de la cruz. "Si tú eres el Cristo, sálvate tú mismo y también a nosotros" fue el eco de los ladrones que estaban crucificados junto a Él. ¿A quién vino el Mesías para salvar, y en qué forma; salvarlos de qué, y para qué?
Indudablemente nada de esto fue entendido en ese entonces por nadie, ni siquiera por Sus discípulos más fieles.
Cuando Cristo trató de explicar que Él tenía que morir por los pecados del mundo, Pedro le reprochó por ser tan "negativo". Y aún así, Pedro, momentos antes había declarado por revelación directa de Dios Padre que Jesús era el Cristo (Mateo 16:16-17).
Obviamente él tampoco entendía la misión del Mesías, aunque sabía quién era el Mesías. "¡Quítate de delante de mí, Satanás!" (Mateo 16:22-23), le había dicho Cristo a Pedro, demostrando la importancia de corregir tal gran mal entendimiento de Su misión. Así que fue con aquellos en Jerusalén (Juan 2:23-25) quienes "muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía".
Ellos creían que Él era el Mesías, pero tenían un concepto falso de lo que eso significaba. Jesús no confiaba en ellos porque sabía muy bien lo que albergaba en sus corazones y que no creerían la verdad. Vemos el mismo error en el capítulo 6 del evangelio de Juan, quienes porque Cristo los había sanado y los había alimentado querían "apoderarse de Él y hacerlo rey" (Juan 6:15). Hay muchos que se llamaban Sus "discípulos" (hoy se llamarían "cristianos") quienes tenían un concepto falso del Mesías, y cuando Él trataba de explicarles la verdad ellos no querían escucharle sino que "muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con Él" (Juan 6:66).
También sabemos que Cristo supo cómo tratar a las multitudes que lo querían seguirle por razones erróneas. Nosotros debemos hacer hoy en día lo que Él hizo en ese entonces. Muchos tomaron un paso "adelante" para decirle a Jesús que creían en Él y que lo seguirían fielmente. A diferencia de los métodos de hoy en día, Cristo no les dijo a sus discípulos que aceptaran a esta gente como "miembros de Su iglesia", antes que esta gente cambiaran de opinión, y tal vez ponerlos en algún ministerio o en algún comité para mantenerlos activos en la iglesia. No, no fue así, sino lo que Jesús les dijo a aquellos que aparentemente querían seguirlo: "Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza" (Mateo 8:20). La pregunta a esos individuos realmente era: "¿Están ustedes seguros que me quieren seguir?" Si uno analizaría lo que Jesús dijo podría decir que Él estaba siendo un poco "negativo". "¿Así que ustedes quieren seguirme?" fue probablemente la pregunta que Jesús les hizo a aquellos que decían que creían en Él. "Entonces déjenme decirles a qué lugar voy yo a ir. Yo voy a una colina a las afueras de Jerusalén, llamado el Monte Calvario donde me van a clavar en una cruz. Es decir, que si ustedes van a ser files hasta el final, es mejor que ahora mismo se decidan: ¡lleven ustedes su propia cruz y síganme a donde voy, porque es a ese sitio que les he dicho que me dirijo!"
Hoy en día somos demasiados sofisticados para presentar el evangelio en términos tan "negativos". Nosotros hemos estudiado lo que se necesita para tener un éxito en este mundo, nosotros hemos estudiado psicología, sabemos "cómo ganar amigos e influenciar a la gente" y estamos convencidos de que si utilizamos esos métodos podemos "ganar almas para Cristo". Por lo tanto, llenamos las iglesias con multitudes de personas que se imaginan que la misión de Cristo es el hacerlos sentir bien acerca de sí mismos, edificando su autoestima, contestando sus oraciones egoístas y cumpliendo con sus agendas para bienestar propio.
Hay un movimiento que existe ahora y que promulga la Reconstrucción y el Dominio del Reino y estas son las personas que piensan de esta manera y que están más confundidas que Juan el Bautista, aunque el error es similar. Estas personas rehúsan caminar en el camino que Cristo aconsejó, o el aceptar el rechazo de Cristo, ya que eso significaría para ellos una "derrota". Estas personas creen que ya estamos en la era del Milenio y que deberíamos comportarnos como "niños del Rey". Ellos piensan que la misión de ellos es establecer ese "Reino de Cristo" a través de tomar "dominio" de los fuentes de difusión, de las instituciones educacionales y del liderazgo político. Los promotores de este movimiento de "señales y prodigios" se imaginan que ya están en el proceso de tomar control de toda enfermedad y hasta el tomar control de la misma muerte sin necesidad de la resurrección y sin la Segunda Venida de Cristo.
Todo eso es muy positivo y muy ecuménico. Estos llamados "cristianos" están dispuestos a aliarse y a trabajar en conjunto con los mormones y los moonis y todos aquellos que están a favor de reinstalar los valores sociales tradicionales. Y durante esta temporada de Navidades, una vez más, el hecho de desplegar públicamente una cruz viene a ser un motivo de unificación. Para justificar todo esto, los líderes "cristianos" defienden la rectitud de trabajar y de aliarse con todos aquellos que llaman a Jesús nuestro "Señor". "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad" (Mateo 7:21-23). Existen multitudes, como los mormones, católicos (así como también muchos bautistas, luteranos, metodistas, etc.) quienes llaman a Jesús "Señor" pero no están salvos.
El 17 de octubre de 1989, Paul y Jan Crouch les dieron la bienvenida a tres católicos en su programa de televisión llamado "Praise the Lord" ("Alabado sea el Señor"). Dos sacerdotes católicos y una mujer que era líder secular. Paul mostró su típica ingenuidad e increíble ignorancia de teología en su afán de minimizar las diferencias entre los protestantes y los católicos como si fueran simplemente algo insignificante y relacionándolo solamente como si fuera una cuestión de "semántica". En su afán de aceptar la teoría de la "transubstanciación", que es una herejía tan enorme que miles murieron en la hoguera en vez de aceptarla, Paul declaró: "Bueno, nosotros los protestantes creemos en la misma cosa. Por lo tanto, algo que nos ha dividido por todos estos años (transubstanciación) no debería ser un obstáculo entre estos dos grupos ya que nosotros (los protestantes) creemos en la misma creencia aunque la decimos en forma diferente... es más, voy a erradicar la palabra "protestante" de mi vocabulario... ya no voy a protestar nada... es tiempo que los católicos y los no-católicos se unan en el Espíritu y en el Señor". Pasando por alto por un momento esta terrible ignorancia, nosotros sabemos que los católicos tienen un evangelio diferente de salvación que consiste en obras y rituales a través de la mediación de la iglesia católica romana.
Las fiestas navideñas con su énfasis en el "niño Jesús" tienen la tendencia a perpetuar otra herejía católica: el mito pernicioso de servidumbre de parte de Jesús o de nivel inferior a Su madre, que el catolicismo romano ha promulgado deliberamente por muchos siglos. No hay duda alguna que María debe llamársela "bendecida" como la madre de nuestro Señor, pero ella no es reina ni redime; esto es algo exclusivo de Jesús como nuestro único Salvador. Pero el catolicismo romano enseña de otra manera ya que ha elevado a María a un nivel que nunca le perteneció, un nivel al igual y hasta mayor que Jesús lo cual es una herejía y una blasfemia. En los templos católicos por todo el mundo uno se da cuenta que las estatuas, los cuadros y en las vidrieras de los templos le dan a María la función predominante. Ella hasta es mostrada en la cruz como si fuera nuestra corredentora, mientras que Jesús típicamente es un niño indefenso en el seno de su madre, o un niño pequeño en las rodillas de María, o una víctima de la cruz, yaciendo en los brazos de María. Nunca se le muestra a ella como en sujeción a Él y casi nunca es Cristo presentado en el triunfo de Su resurrección. María es presentada como la "Reina del Cielo", donde Jesús permanece como un niño sujeto a su dirección. Esto es muy típico, como por ejemplo en un templo católico en Francia donde sus ventanas tienen la clásica vidriera que fue hecha en el siglo XIII. Encima de ella están las palabras "Le Pergatoire", indicando que es la descripción del "purgatorio". María y Jesús son mostrados en una nube (como si estuvieran en el cielo), con las almas atormentadas en las llamas del purgatorio debajo de ellos y con los brazos extendidos en suplicación. ¿Acaso estas almas están clamando a Cristo para que los salve? No, están pidiendo a María ya que es ella la que lleva la corona real. Y Jesús, el Señor de Gloria, quien triunfó sobre Satanás en la cruz y que ahora está sentado a la diestra de Dios Padre, ¿cómo es presentado? Como si todavía fuera un niño de siete años de edad, parado sobre las rodillas de la "Reina del Cielo". Con razón las almas en el purgatorio no le piden ayuda a ese Jesús. En la parte baja de la vidriera que muestra esta abominación están las palabras: "¡Madre María, sálvanos!" ...

La Navidad ofrece una oportunidad para proclamar el verdadero evangelio de Jesucristo, y para exponer y corregir la representación ecuménica y confusa que es presentada al mundo cada año. Millones son seducidos a pensar que son cristianos porque tienen una emoción sentimental por el "niño Jesús". Recordemos lo que Cristo dijo a aquellos que creían en Él: "Si vosotros permanecieries en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad, y la verdad os haré libres" (Juan 8:31-32). Es esta verdad la que hemos sido llamados a proclamar con toda claridad y con todo poder.

www.thebereancall.org/content/cristo-y-las-navidades

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lunes, 4 de noviembre de 2013

EN ESTO PENSAD -- Noviembre 2013

LOS SANTOS SEGÚN LA BIBLIA

La palabra “santo” viene de la palabra griega “hagios” que significa “consagrado a Dios, santo, sagrado, piadoso.” Casi siempre es usado en plural, “santos” “...Señor, he oído de muchos a cerca de este hombre, cuántos males ha hecho a Tus santos en Jerusalén” (Hch 9:13). “Aconteció que Pedro, visitando a todos, vino también a los santos que habitaban en Lida” (Hch 9:32). “...Lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos...” (Hch. 26:10). “Saludad a todos los santos en Cristo Jesús” (Fil. 4:21). En la Escritura hay 68 usos del plural de “santo”, y no se refiere a la gente en el cementerio ni a figuras en las paredes de algún templo católico.
La idea de la palabra “santo” es un grupo de gente apartada para el Señor y Su reino. Hay tres referencias que aluden al carácter piadoso de los santos: “que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos...” (Ro. 16:2); “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef. 4:12); “Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos” (Ef. 5:3).
Por lo tanto, bíblicamente hablando, los “santos” son los que se han arrepentido y han confiado en el Señor Jesucristo como su único Salvador. Estos son los verdaderos cristianos, la iglesia que es el cuerpo de Cristo. Todos los creyentes son considerados santos. Todos ellos son santos... y al mismo tiempo son llamados a ser santos. 1 Corintios 1:2 dice claramente: “a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos...” Las palabras “santificados” y “santificación" provienen de la misma raíz griega, como la palabra que es traducida comúnmente “santos”. Los cristianos son santos, en virtud de su unión con Jesucristo. Es la posición que Dios les otorga por la gracia. Pero también son llamados a ser santos, para que en la práctica su vida se vaya ajustando cada vez más a su posición en Cristo. Esta es la descripción bíblica y el llamado de los santos.
Ahora bien, ¿Qué entiende por “santos” la Iglesia Católica, en comparación con la enseñanza bíblica? No mucho. En la teología Romana Católica, los santos no viven, sino que están muertos; están en el cielo. En la Biblia, los santos están vivos en la tierra. En la enseñanza Romana Católica, una persona no se convierte en santo, a menos que él/ella sea “beatificado” o “canonizado” por el Papa o un obispo prominente. En la Biblia, cualquiera que ha recibido al Señor Jesucristo por la fe, es santo por declaración de Dios, por la gracia, no por mérito propio. En la práctica Romana Católica, los santos son reverenciados, se les reza y en algunos casos, son adorados. En la Biblia, los santos son llamados a reverenciar, adorar y orar únicamente a Dios.
adaptado del artículo hallado en internet: //www.gotquestions.org/Espanol/santos-cristianos

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Los Peligros De La Prosperidad

El peligro entra cuando consciente o inconscientemente dejamos al Señor Jesucristo en segundo lugar. Tan cierto como hagamos esto, comenzaremos a perder el poder espiritual.Gracias a Dios, muchos creyentes pueden aguantar la adversidad. Pero no tantos pueden salir ilesos de la prosperidad. Al crecer la cuenta bancaria del hombre, hay gran peligro que mengüe su vida de oración y poder espiritual para ganar almas. Conocí a un hombre que fue instrumental en la conversión de buen número de personas. Andando el tiempo, Dios le prosperó grandemente en su negocio. Y allí comenzó su descenso. Estaba tan ocupado que comenzaba a olvidarse de Dios. Tenía tanto que hacer, que reducía su tiempo de oración, lectura y meditación de la Palabra. Trataba de seguir por el impulso de su vida espiritual anterior, pero no funciona así. Ha ampliado y reedificado dos veces los edificios de su negocio; pero aunque sean más altos los edificios, no están más cerca del cielo.   
del libro A Man's Foes (Los Enemigos del Hombre), por J. Howden. 

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LOS HIJOS - ¿ALEGRÍA O ALBOROTO?
parte III


UNA VARITA DE AMOR NOS LIBERA DE LA HOSTILIDAD.

Esta es la bendición de la varita. Una vez usada, una vez que hemos corregido al niño, nos podemos olvidar completamente de lo ocurrido y se puede restaurar la relación entre el padre y el niño. Por el contrario cuando sólo reprochamos y regañamos contínuamente, nos vemos obligados a mantener una hostilidad hacia el niño ya que éste no ha sido corregido. La hostilidad también se prolongará si en lugar de usar la vara le privamos de algo bueno, por ejemplo, no jugar con sus amigos, no cenar, etc. Nuestra responsabilidad es darle lo que es bueno, y privarle de lo que is malo. Por lo tanto, privarlo de una cosa buena sólo crea resentimiento y prolonga la hostilidad. La varita debe verse como corrección más que como castigo.  Así el niño la identifica como algo para su propio bien.
Cuando la varita se usa con regularidad para la menor desobediencia, nunca se relaciona con enojo, desagrado o rechazo, porque el padre o la madre ha corregido inmediatamente, sin enojarse. La corrección siempre debe ser la misma, ya que lo que se corrige es el acto de desobediencia y no el tipo de desobediencia o los resultados de la desobediencia. Esta es la varita de corrección que da esperanza y no una varita de venganza y juicio.
Los niños pronto se dan cuenta de que la varita está saturada de nuestro amor y la aceptan como una varita de educación y no sólo de castigo. A manera de ilustración...Una mañana, mientras que yo estaba muy ocupada preparando el desayuno, le dije a una de mis hijas que se pusiera los zapatos y los calcetines. Estoy segura de que ella tenía la intención de obedecer pero se puso a jugar y se le olvidó. Entonces le dije que se echara sobre el pequeño taburete porque había desobedecido, y le tendría que corregir. Estaba muy ocupada en la cocina y no fui en seguida como debería haberlo hecho. Pero cuando fui, la encontré acostada boca abajo, cantando y esperando tranquilamente la corrección. Ella aceptaba la varita como el resultado inevitable de su desobediencia. Todos nuestros hijos aceptan la varita dulcemente, porque se han dado cuenta de que es para educarlos porque los amamos. Y luego, qué libertad sentimos para mostrarles nuestro gran cariño.
   continuará, d.v. en el siguiente nº

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La Amistad del Mundo

Demas es el ejemplo clásico del peligro de la amistad del mundo. "Demas me ha desamparado, amando este mundo" (2 Ti. 4:10). Así escribió Pablo en su última epístola desde la cárcel. Demás había sido un misionero, sin embargo, el amor de mundo logró entrar en el corazón del misionero, y su testimonio fue extinguido y su alma debilitada. Cuando más necesario era que estuviera al lado de su gran compañero Pablo, fracasó y le desamparó. En cambio,  John Hooper de Gloucester, Inglaterra, fue encarcelado largo tiempo por su fe en el Señor. En enero del año 1555, justo antes de morir por su fe, escribió: "Cuidado, no contemplen demasiado la felicidad o la miseria de este mundo; porque la consideración y la consecuente amor o temor de ellos les desviarán de Dios". Si Demas hubiera pensado así, podría haber sido como Hooper.
Quizás algunos de nosotros estamos en peligro de ocuparnos demasiado con la felicidad o la miseria que el mundo nos ofrece, y de olvidarnos de Dios.
Dice un refrán: "Dime con quien andas, y te diré quién eres". Hay que escoger. Si rehusamos ser atraidos por la amistad, los placeres y las diversiones del mundo, entonces tendremos su hostilidad. Francamente, nos aborrecerá. "Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece" (1 Jn. 3:13).

del libro A Man's Foes (Los Enemigos del Hombre), por J. Howden. págs. 42-43 
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Mejor Salario

Muchos obreros tienen el problema de cómo conseguir mejor salario, mejor recompensa por el trabajo. Para conseguir esto, se han hecho sindicatos que profesan representar al trabajador. Se organizan marchas y huelgas para hacerse oír. A fin de cuentas a todos nos gustaría ser bien recompensados por nuestro trabajo, y aun la Biblia dice: “el obrero es digno de su salario” (S. Lucas 10:7).
Pero he aquí una pregunta seria que considerar: ¿Qué paga o salario recibirás cuando vayas a la presencia de Dios? “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Amigo, si eres honesto reconocerás que aunque puedas ser más o menos buena persona ante los hombres, delante de Dios eres un pecador. “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Pecas en pensamientos, actitudes, palabras, hechos y aun por omisión – no haciendo todo el bien que debes. S. Marcos 7:20-23 describe el corazón como manadero de toda clase de pecado. Y como pecador, debes recibir la paga justa que te corresponde.
En esta vida es fácil evitar a las personas que no quieres ver, pero es imposible evitar un encuentro personal con Dios. Llegará tarde o temprano, porque la muerte es cierta. “De cierto moriremos” (2 Samuel 14:14). “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto, el juicio” (Hebreos 9:27), y “cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (Romanos 14:12).
He aquí buenas noticias. Después de anunciar que la paga del pecado es muerte, y que la merecemos todos porque todos somos pecadores, Dios declara: “mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:23). No se puede pagar o ganar por mérito un regalo; simplemente es ofrecido y recibido, pues de otro modo no sería regalo. Dios te ofrece la dádiva (el regalo o don) de vida eterna. Puedes intentar llegar al cielo haciendo “buenas obras” o siendo religioso, pero la Biblia enseña que estos son caminos equivocados. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
Entonces, ¿cómo recibe uno este regalo? El verso anteriormente citado dice: “por medio de la fe”, es decir, mediante la confianza en el Señor Jesucristo. Es un regalo de Dios, no de la iglesia. La fe es confianza inquebrantable en Jesucristo, el Hijo de Dios. Siendo que Él murió pagando por tus pecados, resucitó al tercer día y vive para siempre, da vida eterna a los que confían únicamente en Él. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (S. Juan 3:36). 
No hay otro que pueda salvar, perdonar y dar vida eterna. El apóstol S. Pedro lo afirma: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos de los Apóstoles 4:12).
¿Quieres recibir lo que mereces –la paga de tus pecados– o algo mejor, la dádiva de Dios, vida eterna en Cristo Jesús? Dios te ofrece un gran regalo, y no hay otro igual ni que valdrá en la eternidad. Sólo hay perdón, paz y vida eterna en el Señor Jesucristo. Deja todo lo demás y deposita tu confianza única y totalmente en el Salvador.

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LA INFLUENCIA DE LA FAMILIA 
EN LA IGLESIA
Parte V

por Robert Gessner

Conclusión

A la luz de estas seis ilustraciones, debemos concluir que la vida de una asamblea refleja la vida espiritual de las familias que la forman. La vida espiritual de la asamblea no puede subir más allá de la vida espiritual de las familias representadas en ella. Como padres, debemos aceptar la responsabilidad del liderazgo tanto en la familia como en la asamblea. Si notamos una declinación espiritual en la familia, la notaremos también en la asamblea.
Como padre que desea agradar al Señor, personalmente yo actuaría con un espíritu de oración en las siguientes áreas dentro de mi familia.

1. Diariamente el padre, con el apoyo de su esposa, debe encontrar tiempo para sentarse y explicar algo de las Escrituras a sus hijos. Los hijos deben entender de las Escrituras por qué sus padres creen como creen. “Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras” (2 Ti. 3:15).

2. Con frecuencia el padre y la madre deben orar con sus hijos. Los hijos deben escuchar a su padre orar, no sólo dando gracias por la comida, sino también oírle orar por los parientes, los hermanos en la asamblea y los misioneros. Demasiado a menudo los hijos nos oyen criticar en lugar de orar.
Estos dos temas requieren una porción de tiempo en el horario de cada día. Los padres deben reducir sus compromisos o actividades en este mundo tan ocupado, para permitirles tiempo con la familia para actividades espirituales. Es el objetivo de Satanás ocupar todo nuestro tiempo para que no dediquemos tiempo a la vida espiritual.

3. Al televisor, el reproductor de video o DVD, y los juegos de ordenador y aparatos como el "x-box", "playstation" etc. hay que aplicarles el cuchillo de recorte y restricción. No habrá progreso espiritual en la familia mientras que estos medios dominen el tiempo. No sólo es el contenido que destruye o niega todo lo que enseñamos, sino que también es el tiempo que nos roba del tiempo más importante del día cuando la familia podría juntarse. Algunos hacen su lecturita rápida de la Biblia y luego se tiran horas jugando y mirando programas o películas. La televisión y los juegos, como el alcohol, crea una adicción. Es difícil controlarlo si está encendido. Si los padres pueden estar unidos y resueltos en su decisión, probablemente en vez de disculparla y restringirla, lo mejor sería sacarla de la casa. Puede sustituirse por muchas otras actividades sanas. Como alguien ha dicho: “Hay vida después de tele”.

4. A menos que circunstancias extraordinarias lo hagan absolutamente imposible, el marido debe desear e insistir que su esposa esté en el hogar. Él es quien debe proveer para la familia, y los hijos necesitan a su madre en casa a todas las edades. El apóstol Pablo exhortaba a las mujeres jóvenes a ser “cuidadosas de sus casas” (Tit. 2:5), y esto no se limita a las mujeres o la cultura de aquel entonces, pues es doctrina apostólica. La madre que trabaja fuera de la casa no es en ningún sentido como la madre que se queda en el hogar y trabaja diligentemente en su casa para que sea un lugar limpio y ordenado, bien cuidado, y con un ambiente de amor espiritual y materno. Es una gran parte del ministerio que Dios le ha dado. El estado y arreglo de su casa demuestra qué clase de esposa y madre es (Pr. 31 “virtuosa”), y sus hijos están aprendiendo de ella. Podríamos razonar y filosofar en esta área, pero en nuestro corazón sabemos que hay una diferencia. A lo mejor tendremos que vivir en una casa más pequeña, tener un coche menos, uno más viejo o ninguno, ropa no tanto de moda, menos lujos, una dieta más sencilla, etc., pero valdrá la pena. Los hijos que se crían aprendiendo a negarse los lujos y las comodidades de la vida generalmente tienen mejor disciplina para los tiempos difíciles de la vida.

5. Debemos dejar de temer que vamos a perder a nuestros hijos si insistimos que sean diferentes. Es este espíritu de claudicar y hacer concesiones al mundo que nos trae problemas. “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos” (2 Co. 6:14). Lo que les guardará del mal es Dios y la instrucción en Su Palabra, no nuestros inventos ingeniosos para divertirles. Si en verdad esperamos que nuestros hijos sean diferentes, deb

emos respaldar estas esperanzas con normas en amor y con constancia.

Son sólo cinco sugerencias, y ruego los considere seriamente delante del Señor. Conforme cada padre ore al Señor pidiendo Su dirección y ayuda, Él le dará más luz. Lo importante es que nos demos cuenta de que es hora de tomar medidas, tiempo de actuar, y que hay que comenzar ahora. En la familia, muchas veces el mañana de las buenas intenciones nunca llega, y cuando nos demos cuenta, nuestros hijos ya serán mayores, y habremos perdido las grandes oportunidades irrepetibles que Dios nos dio.

El hermano Robert Gessner es anciano en una asamblea en Allentown, Pennsylvania, EE.UU.  Su libro en inglés fue traducido y adaptado con permiso por Carlos Tomás Knott.

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La Imagen de la Bestia


Hace algún tiempo, los técnicos de la firma Coca-Cola intentaron en América una experiencia asombrosa. Hicieron pasar repetidamente por la pequeña pantalla, en una cualquiera, la frase “¡Beba Coca-Cola!”, pero a una velocidad tan rápida en su intercalación que nadie era consciente de haberla visto. Sin embargo, el ojo lo transmitía al subconsciente, con el resultado de que las ventas de Coca-Cola se incrementaron tomando un auge vertiginoso y los “stocks” de bebida se agotaron.  El público, una vez informado, tuvo tanto miedo que fue decretada una ley en los Estados Unidos prohibiendo este tipo de manipulación psicológica.  (Véase el capítulo 7 del libro La Iglesia al Final del Siglo XX, Ediciones Evangélicas Europeas, donde el doctor Francis A. Schaeffer, fundador del “The Abri-Fellowship” en Suiza, destaca las diferentes formas de manipulación de los espíritus actualmente utilizados o que son posibles.)
Casi todos los países del mundo son ahora dictaduras donde, naturalmente la televisión llega a ser un instrumento de poder absoluto.  Aun en las democracias que quedan libres, la televisión está en la mayoría de las veces sometida a un monopolio más o menos controlado por el Estado. La técnica moderna ha encontrado medios prácticamente irresistible de manipulación psicológica que serán ciertamente más y más aplicados en el mundo.  Se puede adoctrinar a la gente sin que se den cuenta de ello, si la ley no lo prohíbe.
El libro del Apocalipsis habla de un dictador mundial, el Anticristo, que se hará adorar por una imagen que habla. (Apocalipsis 13:15) Embrutecidos por años de televisión, la gente tragará fácilmente el programa satánico. ¿Qué más lógico? ¿Qué más diabólico?
Tú sólo tienes una vida.  Vida que está esfumándose ya.  Tu tiempo vale más que todo lo otro. ¿Cómo lo vas a usar?  Sería una tontería inimaginable perder la quinta o aun la séptima parte de tu tiempo delante de la “caja”. ¿No es mejor usar la décima parte contemplando la faz de Dios?
del libro: SI QUIERES IR LEJOS, por Ralph Shallis, Editorial CLIE
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viernes, 4 de octubre de 2013

EN ESTO PENSAD -- octubre 2013

LOS HIJOS - ¿ALEGRÍA O ALBOROTO?
parte II

(la primera parte apareció en el nº de agosto, Nº 128)


¿CÓMO EDUCAR?
(La lucha está conmigo mismo para hacerlo como Dios quiere).
¿Pero cómo podemos educar? ¿Cómo podemos educar a nuestros hijos para que nos obedezcan? Dios nos ha dado la respuesta en Su Palabra.
Proverbios 22:15 dice: “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; mas la vara de la corrección la alejará de él”. 
(Pero, Señor, seguramente Tu no quieres decir que use una vara, un palo, con mi hijo. Me pregunto: “¿Que debo ser un policía con una vara para mantenerlo en orden? Le amo demasiado para querer hacerle daño”). “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige”. Proverbios 13:24.
(Pero sigo discutiendo con el Señor: Hay otras formas de disciplina. Las palabras pueden ser varas...un reproche, un regaño.) “No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas (corriges) con vara, no morirá. Lo castigarás (corregirás) con vara, y librarás su alma del Seol”. Proverbios 23:13, 14.
(Pero yo quiero dejar que él crezca libre, sin inhibiciones.) “La vara y la corrección dan sabiduría: Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre”. Proverbios 29:15.
(Otra vez intento justificarme: Estas pequeñas desobediencias todavía no son muy serias. Él es tan pequeño. Voy a esperar hasta que sea más grandecito, y entonces, comprenderá más y podré hacerle entrar en razón.) “Castiga (corrige) a tu hijo en tanto que hay esperanza; y no se apresure tu alma para destruirlo”. Proverbios 19:18.
(Pero temo que si lo disciplino, sólo será más rebelde.) “Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará alegría a tu alma”. Proverbios 29:17.
Me he tenido que preguntar a mi mismo: ¿Creo lo que el Señor dice en estos versículos? ¿Que si yo amo a mis hijos y quiero obedecer a Dios en cuanto a ellos, tengo que tomar una varita y pegarles físicamente cuando desobedecen? (En las Escrituras la palabra hebrea para vara quiere decir palo, ramo o ramita de un árbol). Creo sinceramente que eso es lo que Él quiere decir. También creo que si yo, con fe, obedezco a Su Palabra, Él cumplirá cada promesa que ha hecho en cuanto a la educación de mi hijo.
Es por eso que mi obediencia a Dios, al educar a mi hijo, requiere que cada vez que le pida hacer cualquier cosa, debo insistir que obedezca. Si no me obedece inmediatamente al pedirselo en un tono de voz normal, entonces tengo que tomar la varita y corregirlo (el amor exige esto) lo suficiente para que duela y así no va a querer que se repita.

EL AMOR TIENE SU PRECIO

Un amor egoísta desea un camino fácil. Yo podría ser egoísta en mis sentimientos hacia mi hijo y evitarme el dolor de verlo sufrir ahora para luego enviarlo al mundo sin preparación para el sufrimiento natural que la vida le impondrá. Pero un amor que da de sí mismo comprende que la obediencia cuesta y duele.  Dios muestra Su amor para con Sus hijos cuando los educa a través del sufrimiento. “Porque el Señor a quien ama disciplina y azota a todo el que recibe por hijo. Si sorportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos”. Hebreos 12:6-7. Y luego el lenguaje es aun más duro cuando dice que si Dios no nos disciplina, somos “bastardos, y no hijos”.
El dolor que la varita produce en el cuerpo evita el dolor que más tarde el carácter sufriría debido a una vida controlada por el egoísmo. “Los azotes que hieren son medicina para el malo, y el castigo purifica el corazón”. Proverbios 20:30.
“Conozco, oh Jehová, que Tus juicios son justos, y que conforme a Tu fidelidad me afligiste”. Salmo 119:75.
“Bueno me es haber sido humillado (afligido),  para que aprenda tus estatutos”. Salmo 119:71. “Antes que fuera yo humillado (afligido), descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra”. Salmo 119:67.
El niño al que nunca se le educó a temprana edad a someter su voluntad a la de otra persona, necesitará sufrir “disciplina” más tarde, para poder llegar a la madurez cristiana. En Su gracia, Dios disciplinará a esa persona, pero después de tantos años de dejarse llevar por su propia voluntad y sus caprichos, habrá mucho más dolor y sufrimiento. “Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud”. Lamentaciones 3:27.
Usar la varita con mi hijo no es muy agradable, pero inmediatamente después de corregirlo lo puedo tomar en mis brazos, besarlo y decirle que le amo mucho pero que él debe obedecerme. El Señor nos trata a nosotros de esta manera, ¿no es cierto? ¿Quién de nosotros no se acuerda de alguna ocasión en que hemos sido disciplinados severamente por nuestro Dios y luego hemos oído Su dulce voz diciendonos, “He hecho esto contigo porque te amo”? “Venid y volvamos a Jehová; porque el arrebató y nos curará; hirió y nos vendará”. Oseas 6:1.
continuará, d.v. en el siguiente nº

NOTA DEL EDITOR: Este material es bueno no sólo para los padres, sino también para los abuelos, especialmente cuando cuidan diariamente a sus nietos (cosa que deberían hacer los padres, no ellos). Existe la tendencia de sólo jugar con ellos y consentirles demasiado, en lugar de educarlos con amor en el Señor.

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La Certidumbre y La Seguridad de Salvación


No todos entienden con claridad la diferencia entre la certidumbre de la salvación y la seguridad de la salvación. No son iguales. La certidumbre se refiere a la certeza que uno tiene de que es salvo. Es decir, sabe que los versículos que hablan de la salvación y de las personas salvas se aplican a él. La certidumbre significa saber por cierto que uno ha sido justificado por la fe, ha nacido de nuevo como un hijo de Dios, y por consiguiente tiene la salvación. Así uno de los ministerios del Espíritu Santo es el de iluminarnos y asegurarnos en cuanto a nuestra salvación. Él mismo es el sello: “el Espíritu Santo de la promesa” y “las arras de nuestra herencia” (Ef. 1:13-14). Entonces, el que tiene certidumbre de salvación es uno que sabe estas cosas, y se ve retratado en los versículos que hablan de esa bendita certeza. Si comprendes y aplicas así las Escrituras, ellas quitan la duda respecto a tu estado espiritual, y como consecuencia te proporcionan confianza, esperanza, paz y gozo verdadero. Dios quiere que cada creyente sepa que tiene vida eterna (1 Jn. 5:13).
Luego hay la doctrina de la seguridad de la salvación. Esta doctrina nos enseña que cuando uno ha nacido de nuevo, y ha sido justificado por la fe, no es posible que pierda esta salvación tan grande, porque quien le salva es Dios. El creyente es guardado por el poder de Dios (1 P. 1:5). Puesto que la salvación es por la gracia de Dios, por la fe, tendría que fallar la misma gracia de Dios para que un creyente se perdiera. La salvación es eternamente segura precisamente porque depende de Dios, no de nosotros. Él es el Salvador, y eso significa que ni nos salvamos ni nos guardamos salvos – esas cosas las hace el Salvador. Por eso Él asegura que los que tienen vida eterna "no perecerán jamás" (Jn. 10:28). ¡Es imposible estar más seguro que en las manos de Cristo y del Padre, y sellado por el Espíritu Santo! La seguridad de la salvación, al igual que la certidumbre, trae al creyente confianza, esperanza, paz y gozo. Gracias al Señor, "irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios" (Ro. 11:29).                            
Carlos

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“Da, pues, a tu siervo corazón entendido...” (1 R. 3:9).
“...y sus mujeres desviaron su corazón” (1 R. 11:3).

He aquí un hombre con un buen comienzo pero un pobre final, y tristemente aun hoy esto caracteriza la vida de muchos. Salomón había comenzado muy bien, porque no le pidió a Dios las cosas usuales: muchos años, muchas riquezas, y la muerte de sus enemigos (véase 1 R. 3:11). ¡Este espíritu agradó a Dios tanto que le dio además todas esas cosas! Pero el corazón guiado pronto se volvió un corazón equivocado (700 esposas suelen hacer eso), y Salomón abrazó a los dioses falsos de esas mujeres. Tenía que haber tomado su propio consejo dado en un tiempo más inocente de su vida: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida” (Pr. 4:23). Nosotros también debemos guardar este consejo, y el que Pablo dio a Timoteo: “Ten cuidado de ti mismo” (1 Ti. 4:16). En la vida espiritual, el descuido es fatal.

Norman C. Funston, traducido y adaptado del calendario devocional, “Choice Gleanings”

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Procura llegar a las reuniones con tiempo - 
no corriendo al último momento.

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 LA CITA
“Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto, el juicio” (Hebreos 9:27). 
“Dios...ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia” (Hechos 17:30-31).

Ningún poder ni cantidad de riquezas en el mundo puede alterar esta cita. En Eclesiasatés 8:8 Dios declara: “No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte”. Además, después de esto hay otra cita, de hecho el día ya ha sido establecido cuando cada uno dará cuenta de sí ante Dios (Romanos 14:12). Apocalipsis 20:11-15 describe la escena cuando los muertos saldrán de sus sepulturas y estarán de pie ante Dios en el Gran Trono Blanco. Allí serán juzgados según las cosas que están escritas en los libros de sus obras, donde Dios registra todos sus pecados. Y el que no se halla inscrito en el libro de la vida será lanzado al lago de fuego. Esta es la segunda muerte. Dios no solamente nos dice esto, sino que también declara que “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3:18).

PERO

“...no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:9).
“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores” (1 Timoteo 1:15).
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
¿TE HAS ARREPENTIDO Y CREÍDO EL EVANGELIO?

Dios declara: “al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:5).  El Hijo de Dios vino al mundo para salvarte del pecado y sus consecuencias fatales. Derramó Su preciosa sangre al morir en la cruz del Calvario, y sólo esto satisface la justicia perfecta del Dios santo. Tú eres un pecador por naturaleza y hechos. Jesucristo, el Justo, murió por los injustos. Es tu Sustituto que murió en tu lugar, pagando lo que debes a Dios por tus pecados: la muerte. Resucitó al tercer día y vive en el poder de una vida indestructible. Nadie más puede perdonar tus pecados y darte vida eterna – sólo el Señor Jesucristo.  “El que en él cree, no es condenado” (Juan 3:18)
El evangelio es un mensaje poderoso, es el poder de Dios para salvación para todo aquel que cree. Hoy el Señor Jesucristo está dispuesto a ser tu Salvador. Él te ofrece perdón y vida eterna, si te arrepientes y confías en Él. Pero amigo, si le rehusas, la cita viene, el día cuando Él será tu Juez.

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LA INFLUENCIA DE LA FAMILIA 
EN LA IGLESIA

Parte V

por Robert Gessner


6.

La Hija Engañosa

Frecuentemente nos es difícil reconocer que ahora  vivimos en tiempos peligrosos. La Biblia claramente afirma que “en los postreros días vendrán tiempos peligrosos” (2 Ti. 3:1). Una de las señales de los postreros tiempos es la decepción. Habrá dentro de la cristiandad y aun dentro de la asamblea cristiana aquellos que profesan ser creyentes, pero que en realidad son impostores. El Señor describió esta situación de la siguiente manera: “Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña” (Mt. 13:24-26). 
La ilustración que vemos aquí es que hay verdaderos creyentes y también hay los que sólo profesan creer, y están juntos en el mismo campo. Pablo lo describió cuando declaró: “mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Ti. 3:13).
El Antiguo Testamento está lleno de ilustraciones de decepción. Jeremías enfatizó esto así: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jer. 17:9). Ya hemos repasado el caso de Rebeca cuando ella y Jacob engañaron a Isaac. Notemos ahora la decepción de Raquel, la hija de Labán. Ella vio muchas evidencias de decepción de parte de su padre en sus tratos con Jacob. Podría decirse que Labán con su ejemplo enseñó a su hija a engañar. Pero también ella es responsable por sus decisiones y hechos. No nos debe sorprender que en una ocasión más tarde encontramos a Raquel deliberadamente engañando a su padre (Gn. 31:34-35). Labán cosechó lo que había sembrado.
¿Enseñamos a nuestros hijos a ser superficiales o a engañar, especialmente respecto a su profesión de fe? Tal vez no lo aprenden de los padres, pero ellos por su propia carne salen engañosos. Hoy  día, en la familia cristiana es muy fácil decir que eres creyente. En nuestros círculos realmente es la cosa más popular que decir. Es muy fácil que los padres presionen a sus hijos a una edad muy temprana, a hacer una oración o profesión de fe. A veces las hijas muestran más sensibilidad que los hijos en estos temas, y desean agradar a sus padres, esto puede producir hijas engañadas que engañan a otros por muchos años. Ellas aprendieron el vocabulario y comportamiento externo, pero en realidad no tienen vida espiritual en sí. Y los padres, pensando que han hecho bien, dicen: “Gracias a Dios, todos mis hijos ya son salvos”, cuando en realidad no es así, están engañados y enredados por sus propias emociones y deseos. Algunos entonces presionan a los ancianos a aceptar a sus hijos o hijas como creyentes, bautizarlos y admitirlos a la comunión. El amor paterno o materno, torcido así, puede traer tensión y conflicto a la asamblea. También pueden equivocarse así los maestros de escuela dominical, campamentos y los evangelistas de jóvenes. Hermanos, pensemos con claridad y “sangre fría” en la realidad de la conversión de nuestros hijos e hijas. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Jn. 1:12-13). La verdadera conversión es del Espíritu de Dios, y no puede ser forzada por la voluntad de los padres. A veces en nuestra ansiedad por ver convertidos a nuestros hijos, podemos animarles a hacer una oración, a decir que acepten al Señor, y realmente les presionamos a hacer una falsa profesión. Incluso después de su profesión, a menudo los padres procuran asegurarles de que son creyentes y que no deben dudarlo. Seguro que esto no es lo que teníamos pensado, pero a nosotros las cosas nos van mejor si podemos decir que nuestros hijos se han convertido, aunque su testimonio sea algo ambiguo.
Hay una cuestión que debe ser planteada en cada asamblea, aunque sea incómoda. Habría que preguntar: ¿Podría ser que mucha de la inquietud y disensión que hay en muchas asambleas sea el resultado de falsas profesiones de fe? ¿Podría ser que hay falta de hambre espiritual por las cosas espirituales, simplemente porque hay falta de vida espiritual? Reconocemos que es posible tener demasiadas dudas en esta área, pero al parecer este no es un problema muy común. Hay una lección muy importante que aprender de la historia de la iglesia. La mayoría de las “iglesias” que  han ido por el camino del aperturismo o la teología liberal, son las que dan por sentado que todos sus miembros son cristianos. Es peligroso y presumido decir esto, y es importante evangelizar aun entre los que profesan ser cristianos. Les iría mejor cuestionar su salvación y descubrir la verdad, que dar por sentado que son cristianos y luego estar perdidos por toda la eternidad. Al tratar con almas preciosas, no podemos tener demasiado cuidado. Tomemos en serio el consejo del hermano A. P. Gibbs. Como siervo de Dios, él evitaba hacer a los niños o jóvenes preguntas que ellos podrían contestar con un simple “sí” o “no”, respecto al evangelio. Siempre hacía preguntas que requerían respuestas inteligentes y reflexión. Como padres, tratemos con cuidado y un espíritu de oración esas joyas preciosas que Dios nos ha  confiado.

continuará, d.v., en el siguiente nº


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lunes, 2 de septiembre de 2013

EN ESTO PENSAD - septiembre 2013

Retocado Por El Artista


Allí está colgado un cuadro pintado hace muchos años por algún maestro famoso. Pero ahora, después de tanto tiempo, los colores han perdido su viveza, y no brillan como antes. Todo está barnizado por los supuestos preservadores de la obra, y tapado con el polvo de los años, hasta que a penas puedes detectar el rostro que una vez miraba a todos desde el cuadro. El dueño decide restaurarlo y lo envía a un restaurador, tal vez dejando que se retoquen los colores de nuevo. Generalmente sabemos que el cuadro volverá a su dueño medio arruinado por el proceso. Después de todo, no parece como cuando el maestro dijo: “ya está” y firmó su obra. Pero ahora, aquellos dedos han estado tiesos y parados por generaciones, y no hay otra mano que pueda imitar su toque con eficacia. Hace poco que un cuadro de Rossetti fue exhibido con esa inscripción en su marco: “Retocado por el artista”. Nada menos que eso sería una restauración auténtica.
¿Quién de nosotros ha mantenido el fervor de su primera devoción? ¿Quién no ha olvidado sus primeros votos y dejado su primer amor? ¿Quién no ha sido hallado falto en su servicio y sacrificio por los demás, y ahora se da por satisfecho recordando lo que hacía en otros tiempos? El mejor de nosotros necesita renovar su consagración. El único Restaurador y Avivador de almas está todavía esperando y dispuesto a cumplir Su promesa antigua. Si nuestro poder para hacer bien parece paralizado, bajo Su poder la mano seca será sanada y restaurada. Si nos hemos vuelto insensibles a la voz celestial, los oídos sordos serán abiertos. Si nuestra vista espiritual se ha entenebrecido, los ojos ciegos serán abiertos – sí – y los cojos saltarán de gozo y cantará la lengua del mudo.
“He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Ap. 21:5). Para algunos esta promesa suena increíble, y no la pueden recibir. Les parece que no hay nada que pueda hacerles lo que eran antes o lo que una vez esperaban ser. Perdieron sus oportunidades, echaron a perder sus años y arruinaron sus almas más allá de toda esperanza humana. Pero aun el milagro de la naturaleza que se repite cada primavera les reprende diciendo: “¡Oh vosotros de poca fe!” En diciembre los campos están sin color, los árboles sin hojas y las aves sin canción. Pero ahora, andando por los campos, los pastos y los bosques en pleno verano, confesamos de nuevo: “renuevas la faz de la tierra” (Sal. 104:30). Así hace Dios cada año con el campo.
¿Y no habrá una renovación de la vida interior, dentro de nosotros? ¿No hay renovación para el corazón tan asolado y triste? ¿No se pueden recuperar las bendiciones desaparecidas? ¿No hay una resurrección desde los sepulcros donde todo gozo y esperanza fueron una vez enterrados? Por cierto hay algunas cosas que están definitivamente perdidas y más allá de todo rescate. Pero, aun así, dice la Palabra de Dios: “aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día” (2 Co. 4:16). Y así es con nuestro Dios. Puede que Él arruine mis planes, abate mi orgullo y esparza mis amigos. Aunque Él vacíe mi hogar, entierre mis tesoros y debilite mi cuerpo, bendito sea Su Nombre, sé que “él restaura mi alma” (Sal. 23:3 Biblia de las Américas).
T.H. Darlow, de la revista UPLOOK, mayo, 1992, traducido con permiso.

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Si te dicen: "Dios te bendiga", diles que Él ya lo ha hecho, según Efesios 1:3

bendición
bendición espiritual
toda bendición espiritual 
 toda bendición espiritual en los lugares celestiales
 toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo

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“La serpiente me engañó, y comí” (Gn. 3:13).

Todavía es así. La serpiente es encantadora y persuasiva. El pecado puede parecernos tan agradable, tan aparentemente legítimo. ¿No quiere Dios nuestra felicidad? Y en el momento de la tentación Satanás nos promete la felicidad. Pero es el padre de mentiras, y debemos rechazar su voz seductora y asirnos de la Palabra de Dios. No te engañes; Dios no puede ser burlado. El pecado trae tristeza y destrucción a tu vida. Dios te ama, claro, pero no por eso consiente el pecado. Él desea lo mejor para ti. Obedécelo.  

Donald Norbie, traducido del calendario “Choice Gleanings”

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El Valor de la Paciencia

Texto: Salmo 37:1-7

Este salmo comienza diciéndonos: “No te impacientes” (v. 1), y en el versículo 7 dice: “guarda silencio”. Una de las cosas grandes que Dios quiere enseñarnos a través de este salmo es la paciencia. En el versículo 5 nos dice: “confía en él, y él hará”. Fijémonos que estas cosas se dicen aquí cuando abundan los malignos y la iniquidad. Es una situación difícil de soportar.
Nosotros oramos y pedimos muchas cosas – algunas el Señor contesta ahora y otras luego. Dependemos de la voluntad y sabiduría del Señor y de Su gracia y misericordia. El Señor está guiándonos por la vida, y trabajando también en nosotros. Quiere desarrollar en nosotros otra cosa importante, que es la compasión. También quiere enseñarnos a ser estables y firmes en la fe, no variables con altibajos. Quiere que soportemos las pruebas y dificultades sin venirnos abajo, sino confiados en Él. Pero esto no es automático, sino que es una lección que vamos aprendiendo poco a poco. Nos dice: “confía en él; y él hará”. Y entonces vienen circunstancias contrarias como en este salmo, que nos hacen confiar en Él. Si confiamos en el Señor, podemos tener paciencia, ser benignos y misericordiosos.
Cuando pasamos tiempo en la sala de espera del Señor, la oración, Él va obrando en nosotros y a favor de nosotros. Hay que ser pacientes. Hay creyentes que se convierten y en seguida quieren ser y hacer como los que llevan años en el Señor. Esto es un deseo bueno, y hay que felicitarles, no desanimarles. En el Nuevo Testamento no había que esperar años y años para servir al Señor. En seguida quieren predicar, desean testificar bien, tienen hambre de saber mucho más acerca de la Biblia, y todo esto es bueno y son señales de vida. Pero todo esto cuesta su tiempo y el crecimiento viene de día en día, sobre la marcha en la vida, y no es instantáneo. Dios también quiere formar el carácter de los Suyos.
Santiago 1:2-4 nos aconseja la paciencia en las pruebas. El versículo 3 dice que la prueba de nuestra fe produce paciencia, como también leemos en Romanos 5:3. Santiago 5:7-8 dice que tengamos paciencia, ¿hasta cuándo? Hasta la venida del Señor. Necesitamos la paciencia en toda la vida. El versículo 8 nos recuerda que el Señor vendrá. Él cumplirá Su promesa. Dice que Su venida “se acerca”. En el versículo 10 nos llama a considerar el ejemplo de los profetas, que tuvieron que vivir en circunstancias contrarias. Sufrieron oposición, crítica, persecución, tenían pocos amigos, tenía que ir contra la corriente de su generación. Esto es ser fiel y paciente en las pruebas. Luego  en el versículo 11 vemos la paciencia de Job, que sufrió mucho pero el fin del Señor era bueno para con él, y así es también en nuestra vida. La vida cristiana no es una carrera de corta distancia, sino más bien como un maratón. Pero esto no quiere decir que sólo los hermanos más viejos pueden servir al Señor y que los jóvenes esperen pacientemente sin hacer nada hasta que mueran los hermanos viejos, y entonces tendrán oportunidad. No debe ser así. Bueno es comenzar como joven, y servir siendo fiel y paciente toda la vida. Cuando venga el Señor, que nos halle sirviéndole, sea cual sea nuestra edad. 
Hebreos 10:35-36 nos dice: “no perdáis, pues vuestra confianza que tiene grande galardón, porque os es necesaria la paciencia”. Aquí paciencia significa “perseverancia”. Y el más grande galardón (v. 35) es que vendrá el Señor y nos llevará a Su casa. Así que, sirvámosle con paciencia, esto es, con perseverancia, hasta que Él venga.
de un estudio dado por Lucas Batalla

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"...despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel..." (He. 12:1-2)

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 El Filósofo

Un filósofo es el que tiene amplio conocimiento de ciertas cosas, un pensador, tal vez habiendo leído mucho, y que intenta razonar casi todo en la vida. Cuentan de cierto filósofo que había estudiado mucho y tenía grandes conocimientos. Un día le tocó viajar en barco, y para pasar el tiempo abordo preguntó al piloto si había estudiado la astronomía.
“¿Astronomía?” respondió el otro. “No, señor, nunca he oído de eso”.
El filósofo comentó: “Cuánto lo siento, porque has perdido la cuarta parte de tu vida”.
Poco después el barco chocó con una roca y comenzó a llenarse de agua. El marinero se quitó el abrigo para echarse al agua y nadar hacia la orilla. Volviéndose al pasajero le preguntó: “¿Sabes nadar?”
“¡No, no puedo!” gritó el filósofo desesperadamente.
“Lástima, lamento decirte que toda tu vida está perdida; porque este barco se hunde”.
Uno puede saber mucho de astronomía, matemática, geología, medicina, agricultura y muchas otras cosas, pero si no conoce al Señor Jesucristo, al final se perderá eternamente. ¿De qué le servía al filósofo sus conocimientos si no sabía nadar cuando se hundió el barco?
¿De qué sirve la riqueza, el conocimiento, la fama, el poder o la gloria de esta vida al que está a punto de morir y pasar a la eternidad sin Cristo?  Jesucristo preguntó: “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36). 
Hay cosas que sirven para la vida, que no sirven en la hora de la muerte. Si queremos llegar a la orilla eterna sanos y salvos, hay cosas que debemos aprender. Primero, que somos por naturaleza pecadores perdidos e incapaces de agradar a Dios. La Biblia lo enseña, pero pocos asimilan la lección:
“Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos” (Romanos 3:10-18).
Además, estando perdidos, no podemos salvarnos a nosotros mismos. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8). La solución no está en el hombre, sino en Dios: “no de vosotros”. “No por obras para que nadie se gloríe” dice Efesios 2:9.
El que quiere ser sabio, que aprenda esto: la única obra que vale para perdonar y salvar a los pecadores es la de Jesucristo en la cruz del Calvario. Allá Él terminó la obra de salvación, mediante Su sacrificio, y satisfizo las justas demandas de Dios contra todo pecador. Por eso al morir en la cruz Cristo gritó: “¡Consumado es!”. Los que son sabios le creen y aceptan Su sacrificio. A cada pecador sólo le queda reconocer de manera personal su condición perdida, arrepentirse y recibir a Jesucristo como Señor y Salvador. Sin hacer esto, por mucho que sepa o logre en esta vida, se perderá por toda la eternidad. Por eso te urge confiar única y completamente en el Señor Jesucristo. ¿Lo harás?

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LA INFLUENCIA DE LA FAMILIA 
EN LA IGLESIA

Parte IV

por Robert Gessner



4
La Madre Manipuladora
Aunque en el Nuevo Testamento hay dos exhortaciones directas hechas a los padres (Ef. 6:4; Col. 3:21), no hay ninguna a las madres. Esto no niega la importancia de la madre en la familia, sino que enfatiza más bien la responsabilidad del padre como cabeza de la familia, y lo importante que es que la esposa le apoye en esta posición. Hay ejemplos en las Escrituras de madres que se involucraron en intriga y decepción dentro de la familia. La madre de Jacob es quizás el más claro ejemplo de una madre manipuladora.
Desde el principio parecía que las cosas no andaban bien en esta familia. El padre y la madre se dividieron en sus afectos hacia sus hijos. “Y amó Isaac a Esaú...mas Rebeca amaba a Jacob” (Gn. 25:28). ¿Quién estaba equivocado? ¡Los dos! Esto de tener favoritos es un juego muy peligroso en la familia. Rebeca parecía empeñarse en ganar la competencia. Y a continuación leemos una de las narrativas más tristes en la Biblia. La madre, convencida de que tenía a Dios de su lado (Gn. 25:23), aparentemente pensaba que el fin justificaba los medios. Ella involucró a su hijo Jacob en un complot contra Esaú, su hermano mayor, lo cual a Jacob casi le costó la vida, y le obligó al exilio. Para lograr su meta, ella tuvo que engañar a su marido ciego. El resultado fue que ella nunca más vio a su hijo favorito.
Rebeca no esperaba en Dios, que Él obrara en Su tiempo para hacer Su bendita voluntad, y ella con su manipulación en el hogar trajo muchos años de tristeza a la vida de Jacob. La culpa cayó directamente sobre Jacob, no sobre su madre que perpetró todo el complot. Su padre dijo: “Vino tu hermano con engaño, y tomó tu bendición”. Su hermano dijo: “se apoderó de mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición” (Gn. 27:35-36).
¡Cuántas madres como Rebeca, pensando que saben lo  mejor para sus hijos, manipulan en su matrimonio y hogar, fuerzan su voluntad y moldean así a sus hijos, marcándolos para años futuros! No lo haría en público. Aunque allí ellas parecen sumisas, en realidad no son así en casa. Si presionamos a nuestros hijos a conducirse carnalmente, o meterse en lugares o  responsabilidades que Dios no quería para ellos, esto siempre traerá dificultades, especialmente en la familia espiritual que es la asamblea. Esto lo ilustra Mateo 20:20-28. Diez de los discípulos se llenaron de indignación contra Jacobo y Juan. Iba a brotar contienda entre los discípulos. Aunque Jacobo y Juan eran los objetos, ellos no comenzaron el problema. Era la madre de los hijos de Zebedeo quien había ido al Señor llevando a sus hijos, y pidiendo que ellos ocupasen los mejores puestos en el reino. Hasta cierto punto es natural que una madre quiera que sus hijos tengan más éxito que otras personas, pero aunque sea natural, no es espiritual. Mucha de la contienda que surge en las asambleas hoy en día tiene sus principios en este espíritu de competencia que fomentan las madres en el hogar. “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Fil. 2:3).
Las madres, si son mujeres virtuosas, no de fachada sino en verdad, probablemente tienen la mejor oportunidad para promover por palabra y ejemplo este deseable espíritu humilde. El espíritu afable y apacible, y la oración de una madre humilde tienen un efecto inolvidable en su hijos. Pero el espíritu orgulloso e inquieto de una madre ambiciosa causa problemas que también tienen un efecto perdurable. El mundo nos enseña a insistir y presionar a los demás hasta que logremos nuestras metas. Pero la Palabra de Dios nos enseña a encomendarnos a Dios para que se haga Su voluntad. “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad...Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1 P. 5:5-6).



5
El Hijo Rebelde

Dos veces la Biblia emplea la frase “desobedientes a los padres” (Ro. 1:30; 2 Ti. 3:2). En el primer caso habla de una sociedad que ha abandonado a Dios en su forma de pensar. Hoy  día vivimos en esta clase de sociedad. En el segundo caso, en 2 Timoteo, habla de los postreros días antes de la segunda venida de Cristo. Hermanos, vivimos ahora en estos días. Entonces, no debe sorprendernos el ver la desobediencia a los padres como una característica principal de nuestra sociedad. La Biblia nos advierte de ella para que tomemos precauciones en nuestras propias familias. La tragedia es que esta característica no sólo ha penetrado en la familia cristiana, sino que a menudo es permitida y defendida como parte necesaria y buena del desarrollo de la familia moderna. La psicología moderna ha convencido a muchos que la permisividad es un ingrediente esencial para el crecimiento y desarrollo correcto y sano de nuestros hijos.
El hijo menor en la parábola de Lucas 15, que vino a ser el hijo perdido, es un ejemplo hoy en día de muchos de nuestros hijos. Las primeras palabras que salen de su boca son: “Padre, dame”(Lc. 15:12).  En medio de la plenitud, él sólo veía la vida como el cumplimiento de sus deseos y su voluntad. La demanda de su porción reveló su corazón egoísta, su impaciencia e insubordinación. Cuando volvió en sí, y reconoció el error de sus caminos, dijo: “Padre... hazme” (Lc. 15:18-19). Ahora reconoció que la vida no es un juego egoísta de tomar todo para sí, sino que es un proceso disciplinario de hacer y formar un carácter interno. Es muy triste que en nuestra sociedad afluente hayamos fracasado como padres, porque no hemos reconocido el valor de la disciplina. Sin disciplina no hay educación ni aprendizaje. “No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere” (Pr. 3:11-12). “...El muchacho consentido avergonzará a su madre... Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará alegría a tu alma” (Pr. 29:15, 17).
“Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos” (He. 12:9). Aquellos de nosotros que tuvimos padres que nos disciplinaban tenemos mucho por lo cual estar agradecidos. Algún día tu hijo te dará las gracias por haberle corregido. Si fallas en esta responsabilidad ahora (la cual es un deber desagradable a la carne), tarde o temprano perderás su respeto.
El hijo no disciplinado y rebelde crea grandes problemas en la asamblea. Viene a ser un ejemplo de insubordinación a la autoridad para otros jóvenes y adultos. No se trata aquí sólo de "niños" sino también de los hijos jóvenes adultos. Hoy en día se crían en un ambiente donde esperan ver insubordinación en sus amigos del vecindario y del colegio, porque es el “menú del día”. Pero no deben esperar este tipo de comportamiento en la asamblea. La desobediencia, la insolencia y la disolución de hijos sin disciplina de padres cristianos hace doblemente difícil el trabajo de criar hijos para aquellos padres que buscan conscientemente criarlos "en la disciplina y amonestación del Señor", como Dios manda (Ef. 6:1-4).
La sumisión a otro en el temor de Dios es un ingrediente esencial para una vida de asamblea gozosa, unida y fructífera. “Someteos unos a otros en el temor de Dios” (Ef. 5:21). “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos...” (He. 13:17).
Padres, contribuiréis mucho a la salud de la asamblea si insistís en la disciplina y la obediencia en vuestro hogar. Estad unidos, firmes y consistentes en vuestras decisiones. Cuando digáis que “no”, no permitáis que se os interprete como “quizás”. Si el tiempo lo permite y es menester, podéis explicar porqué, pero no cambiéis la decisión. Por supuesto,  los que estamos en autoridad nos equivocamos a veces, en el hogar y también en la asamblea. Y cuando esto sucede, debemos ser suficientemente humildes y espirituales como para reconocerlo y rectificarlo. Pero tengamos claro que la sumisión no depende de la perfección de los que están en autoridad, porque sólo Dios es perfecto. Es importante aprender a obedecer bíblicamente aunque se hayan equivocado alguna vez los que están en autoridad. “Por causa del Señor someteos a toda institución humana” (1 P. 2:13).

continuará, d.v., en el siguiente número