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viernes, 30 de noviembre de 2018

EN ESTO PENSAD - diciembre 2018


ANUNCIAMOS LA MUERTE
DEL SEÑOR JESUCRISTO


"Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga"
 1 Corintios 11:26 

escribe A. B. BRUCE

El mero hecho de que la Cena del Señor conmemora especialmente la muerte del Señor, implica que esa muerte debía ser un suceso de carácter muy importante. Al instituir un rito simbólico con tal propósito, el Señor Jesús dijo en efecto a Sus discípulos y a nosotros: "Fijad vuestros ojos en el Calvario y observad lo que sucede allí. Este es el gran evento de mi historia terrenal. A otros hombres les hacen monumentos por algo memorable que hicieron durante su vida. Pero yo deseo un monumento porque he muerto; sin olvidar por supuesto mi vida, pero recordando especialmente mi muerte. Quiero que sea conmemorada por su propio valor, no sólo porque ella terminó con mi vida. La memoria de otros hombres es apreciada mediante la celebración del aniversio de su nacimiento; pero en mi caso, mejor es el día de mi muerte que el día de mi nacimiento para una celebración conmemorativa. Mi nacimiento en este mundo fue maravilloso y transcendental; pero todavía más maravillosa y transcendental fue mi salida del mundo mediante la crucifixión. De mi muerte no es necesaria ninguna conmemoración festiva. Pero guardad viva la memoria de mi muerte mediante la Santa Cena, hasta que yo venga. Haciendo memoria de mi muerte, recordaréis toda mi historia terrenal, porque de toda ella mi muerte es el secreto, la consumación y la corona.
del libro: The Training Of The Twelve ("Tres Años Con Jesús"), pág. 358

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Principios Para La Educación De Los Hijos

Andrés Murray

Puede ser útil, especialmente para madres jóvenes, un resumen breve de los principios fundamentales de toda educación. Mediten cuidadosamente y con oración sobre lo que implica la educación, y encontrarán que es una obra que no puede hacerse sin premeditación y propósito sincero. Sólo cuando la reflexión les da entendimiento del trabajo santo de moldear y dar forma a un espíritu inmortal, clamarán a Dios con fervor y fe, en base a Su promesa: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Stg. 1:5).

1. Educar es más que enseñar. Enseñar a un niño le hace saber lo que debe hacer. La educación le influye y se encarga de que lo haga. La enseñanza trata con la mente; la educación trata con la voluntad. (Pr. 22:6)

2. Prevenir es mejor que curar. Educar en la verdad no es observar y corregir errores, sino observar y prevenirlos. La meta de la verdadera educación es conducir al niño a saber que puede obedecer y hacer bien, que lo puede hacer fácilmente y con éxito.

3. Los hábitos deben preceder los principios. Los hábitos influyen a una persona dándole ciertas tendencias y dirección, y facilitan ciertos hechos haciéndolos naturales. Esto prepara el camino para obedecer en base a principios (1 P. 1:14-16).

4. La cultivación de los sentimientos precede la cultivación del juicio. Los años tempranos de la niñez destacan la viveza de las emociones y la susceptibilidad a las impresiones. Los padres buscan crear un sentimiento favorable respecto a lo bueno, haciéndolo atractivo y deseable. Sin esto, los hábitos tendrán poco valor. Con esto, tendrá un enlace constante por el cual entrar y crecer en la voluntad. (Fil. 4:8).

5. El ejemplo es mejor que el precepto. El poder para educar no está tanto en lo que decimos y enseñamos, sino en lo que somos y hacemos. Los educamos no como pensamos que sería ideal, sino como vivimos. No son nuestros deseos ni teorías, sino nuestra voluntad y práctica que realmente los educan. Viviendo la vida de Cristo demostramos a ellos que la amamos y la tenemos, y esto influirá la mente joven a amarla y tenerla también (Ef. 5:1).

6. El amor que atrae es más que el amor que demanda. Educar a los hijos demanda una vida del sacrificio de uno mismo, de amor que no busca lo suyo, sino que se da por su objeto. Para esto Dios ha dado el maravilloso amor de la madre, que sólo necesita ser canalizada correctamente como criada del amor redentor de Dios. La ley sola siempre trabaja con pecado e ira. El amor se da para infundir su vida fuerte en una que es débil. El amor inspira y es la inspiración que es el secreto de la educación.

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POR QUÉ DEBES LEER TODA LA BIBLIA

La Biblia contiene la mente de Dios, el estado del hombre, el camino de salvación, la condenación de los pecadores y la felicidad de los creyentes. Sus doctrinas son santas, sus preceptos son comprometedoras, sus historias son verdaderas y sus decisiones son inmutables.
    Léala para ser sabio, créala para ser salvo y practíquela para ser santo. Contiene luz para guiarle, alimento para sostenerlo y consuelo para alentarlo a usted.
    Es el mapa del viajero, el cayado del peregrino, la brújula del piloto, la espada del soldado y el itinerario del cristiano. Aquí se restablece el Paraíso y las puertas del infierno son reveladas. Cristo es su gran tema, nuestro bien su diseño y la gloria de Dios su finalidad.
    Debe llenar la memoria, gobernar el corazón y guiar los pies.
Leála lentamente, frecuentemente y en oración. Es una mina de riqueza, un paraíso de gloria y un río de placer.
    Es dada a usted en vida, será abierta en el juicio y recordada para siempre. Ella encierra la responsabilidad más alta, recompensa la labor más grande y condenará a todos los que menosprecian su contenido sagrado.

En sus años de creyente, ¿ha leído la Biblia alguna vez de principio al final? ¿La lee todos los años? Si lee sólo 4 capítulos diarios, comenzando en enero, terminará en noviembre, dándo días extras para recuperar si ha faltado algún día. ¡Comprométase a leer, conocer y estudiar toda la Palabra de Dios! Y recuerda que Dios manda: "sed hacedores de la Palabra" (Stg. 1:22).  

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Los Errores de A. W. Pink

Una vez preguntaron al Dr. A. C. Gaebelein, uno de los editores de la Biblia anotada por Scofield en 1909, su opinión del libro calvinista: La Soberanía de Dios, por A. W. Pink. Él respondió:

    “El sr. Pink era antes contribuidor a nuestra revista. Sus artículos sobre Génesis son buenos, y los imprimimos en formato de libro. Pero cuando él empezó a enseñar sus horrorosas doctrinas que hacen un monstruo del amor de Dios, rompimos la comunión con él. Ese libro no es bíblico de ningún modo. Se acerca a la blasfemia. Presenta a Dios como un Ser injusto y difama Su carácter santo. Niega que nuestro bendito Señor murió por los impíos. Según las perversiones de Pink, Cristo murió sólo por los escogidos. Ésa es la clase de enseñanza que produce ateos”.

David Dunlap, Limitando La Omnipotencia, capítulo 2, Editorial Berea
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¿Títeres o Seres Responsables?

“El calvinismo le constituye a Dios como autor del pecado y reduce al hombre a un mero títere del destino. Roba al cristianismo de toda moralidad y priva al cielo de santidad. Anula la culpa del pecado y quita de los corazones de los hombres su responsabilidad respecto al infierno, depositándola a los pies de Dios. Según este punto de vista, la mayoría de la humanidad está muerta—muerta y condenada, y no por culpa suya. Nunca tuvieron oportunidad. Eran culpables antes de pecar. Nunca tendrán oportunidad. Es inútil predicarles el evangelio, y además, es cruel. Ofrecerles el Pan de Vida es un insulto a los espiritualmente muertos, una burla que ofrece el Pan de Vida a los labios inertes que no pueden responder. Recordad, vosotros que sois llamados a ser ‘guardianes de la fe’, que casi todo lo heterodoxo, y la mitad de la infidelidad que existen hoy, son reacciones de mentes, conciencias y corazones humanos a enseñanzas como ésta”.

Robert McClurkin, Election (“Elección”), Ontario: Clarion Press, 1978), pág. 2
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EL LIBRO DEL DÍA, DEL MES, DEL AÑO, 
DEL SIGLO, DE LA VIDA 
Y DE LA ETERNIDAD


"Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos" (Sal. 119:89).
Si no puedes decir lo mismo de la tele, ¿para qué sigues mirándola? No te prepara ni para esta vida ni mucho menos para la eternidad.

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 Una Invitación Divina

“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”.  Isaías 1:18

He aquí tu invitación de parte de Dios. Observa lo que dice:
 
1. Dios es accesible.  “Venid luego, dice Jehová”.  Él ha tomado la iniciativa. Mateo 18:11 declara: “El Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido”. Estás perdido en el pecado, pero Dios está a tu alcance, amigo. En Mateo 11:28 el Señor Jesucristo dice: “Venid a mí”. No se burla de ti. Puedes responder a la iniciativa divina. Puedes venir al Dios que se ha hecho accesible en Cristo.

2. Dios es razonable. “Estemos a cuenta”. Nos dio una mente y una conciencia, no para filosofar, sino para saber la verdad que Él ha revelado, y responder. Los cielos declaran la gloria de Dios (Salmo 19:1). Lo invisible de Él puede saberse por medio de lo visible, lo creado. No tienes excusa (Romanos 1:19-20). El Señor Jesucristo es Dios hecho hombre, el Verbo hecho carne, Dios manifiesto en carne (1 Timoteo 3:16). Dios se ha revelado en la creación, en Su Palabra y en la Persona de Jesucristo. Él quiere estar a cuenta contigo, pero tienes que poner de tu parte. Sé razonable y responde.

3. Dios es misericordioso. “Si vuestros pecados fueren como la grana”. Su invitación es a pesar de nuestra condición pecaminosa. Lo que nos separa de Dios es nuestro pecado. No tenemos cómo quitarlo o anular su efecto. Dios ama la verdad y aborrece la injusticia. Deberíamos escondernos y sentir pavor. Pero Dios en Su misericordia y amor se ha acercado, y ha provisto para liberarnos del pecado, su culpa y condena. No importa lo que hayas hecho, Él quiere y puede salvarte. La duda no está en Su voluntad, sino en la tuya. 

4. Dios es poderoso. “Como la nieve serán emblanquecidos”. ¡Hermosa promesa! Sólo Dios puede perdonar pecado. Sólo Él puede hacernos nuevas criaturas, y cambiar nuestro corazón. En Mateo 28:18 Cristo declara: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”. Nadie más tiene este poder. “El Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados” (Mateo 9:6). Por eso te invita a venir a Él. El evangelio es “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16). Dios tiene poder, no lo dudes. La cuestión es si vendrás y confiarás en Él, o no. Dios ya te extendió la invitación: "Venid". No se burla de ti. Sabe bien que puedes venir, por eso te lo dice. Ahora, te toca responder, y de tu respuesta depende tu eternidad.


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El Tiempo Diario Con Dios,
Y La Vida De Devoción


El señor L. S. Chafer dijo: “Pasar 30 segundos fuera de comunión con Dios es demasiado”. ¿Nos parece exagerado, fanático? No lo es, porque para el verdadero creyente vivir separado del Señor sería como un pez que está fuera del agua. ¡Qué fanático! ¿verdad?, decir al pez que tiene que quedarse en el agua! ¿Y cuánto tiempo puede estar bien fuera del agua? No procura estar en agua 10 o 15 minutos cada día, sino vive allí. Extrañamente, hay muchos que se llaman cristianos pero no tienen concepto de qué es una vida devocional, ni disfrutan la comunión diaria con el Señor. Si han oído hablar de eso, piensan que es algo para pastores y misioneros, o tal vez alguna manía de gente legalista. Pero, ¿cuántos peces necesitan el agua?
    Hay quienes saben algo de la vida devocional, pero no disfrutan una comunión así con Dios. Tal vez dirían que no es necesario para ir al cielo, y es cierto que no podemos observar una clase de “ejercicios espirituales” como algo de mérito para ganarnos el cielo. Pero, habiendo reconocido esto, habría que reconocer también que si alguien ha sido salvado y transformado por la gracia de Dios, de manera que tiene la esperanza viva y segura de ir al cielo un día, ¿cómo no va a ser devoto del Señor Jesucristo ahora mismo, amarle y desear la comunión con Él? 1 Pedro 1:8 dice “a quien amáis sin haberle visto”. ¿Quién de nosotros no sabe qué hacer o cómo proceder para desarrollar una relación amistosa con una persona cuando le interesa? Eso requiere una inversión de tiempo para estar con la persona con la que queremos esta relación. Se trata de estar juntos, de hablar, de escuchar, de compartir, de llegar a conocerse mejor. Solo tienes que pensar en los novios para tener una ilustración de eso de “desarrollar una relación”. ¿Y tú estás desarrollando tu relación, tu comunión con el Señor Jesucristo a quien amas sin haberle visto?
    Hay otras personas que reconocen que la vida devocional es importante y necesario, y quieren hacerlo, pero parece que aun así ellas no logran lo que desearían. Puede ser por falta de disciplina (dominio propio), por un enfriamiento de su amor hacia el Señor debido a la mundanalidad, la desobediencia o el pecado consentido en su vida en algún punto, etc. Puede ser debido a malas prioridades, a ocuparse demasiado con otras cosas, a despistarse con tantos quehaceres y dejar correr el tema de la vida devocional. Esto causa un distanciamiento en la comunión con el Señor y un enfriamiento del corazón del creyente, que en su turno le conduce a una condición peor. Habría que recordar las palabras del Señor Jesucristo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos... separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15:5).   
    Pero también hay quienes mantienen y disfrutan de alguna manera la vida devocional con el Señor, y si eres uno de ellos, ¡bendito eres! Sigue en lo bueno que haces: “así abundéis más y más.” (1 Ts. 4:1). Lee, medita lo que lees, ora, y si quieres, usa un himnario para cantar al Señor.
    Dichosa y útil para Dios es la persona que puede decir: “Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy...”. Esa tendría que ser la vida cristiana normal. El salmista nos da buen ejemplo al expresar su deseo: “Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré: mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas” (Sal. 63:1). ¿Qué buscaba el salmista? ¿Acaso buscaba cumplir un tiempo devocional? ¡No! ¡Buscaba a Dios! Vuelve a leer el versículo y verás:

            “Dios mío eres tú”
            “te buscaré”
            “Mi alma tiene sed de ti”
            “Mi carne te anhela”


    Mucho depende de cómo actuamos en nuestra búsqueda de Dios. Podríamos leer Su Palabra y orar mecánica y rápidamente, y cumplir sin realmente gozarnos de la Palabra y presencia de Dios. Hay quienes "cumplen" escuchando rápidamente un "pensamiento diario" en una app de su teléfono, o tienen una lecturita rapidita de 2 minutos, y ya está, ¡listos! No es malo en sí, pero tiende a la superficialidad. No es lo mismo que tomar tiempo sin prisas para leer, meditar y orar. No hay atajos en la vida espiritual, y no debemos dejar que las prisas y demandas de la vida nos quiten nuestro tiempo con Dios.
    Nadie hay en el mundo que haya sido útil y bendecido por Dios sin  conocer y practicar la comunión con el Señor y la devoción a Él. Desde el principio de la creación Dios es un Dios que sale al encuentro del hombre, porque, y cosa maravillosa es, ¡el Creador desea comunión con Sus criaturas!
    En Génesis 3:8 vemos como Adán y Eva tenían oportunidad para pasear con Dios en el huerto, y cómo ese Dios Creador no les abandonó allí sino quería estar con ellos.
    En Génesis 5:22 y Hebreos 11:5 vemos como Enoc, el séptimo desde Adán, caminaba con Dios y agradaba a Dios. Después, un día ese Enoc fue trasladado para estar eternamente en la presencia del Dios con quien él quería estar tanto.
    Génesis 19:27 nos enseña cómo Abraham, el amigo de Dios, subió al lugar donde había estado antes con Dios. No dice “al lugar donde oraba", aunque sobreentendemos que oraba allí. Pero el texto indica que para Abraham eso era parte de su comunión con Dios.
    Luego, en 1 Reyes 17:1 y 18:15 vemos esta frase que empleaba Elías: “Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy”, con la que vemos algo importante acerca de la vida de Elías, siervo de Jehová. Él vivía en la presencia del Señor y estaba consciente de estar en ella, y seguro que eso gobernaba todos los aspectos de su vida.
    El Salmo 1, que contiene la primera bienaventuranza de los Salmos, la pronuncia sobre el hombre que se aparta del mal y que encuentra su delicia en la ley de Jehová, meditando en ella de día y de noche. Sus pensamientos son guiados por la Palabra de Dios, porque la ama y la busca en todo momento.
    El profeta Jeremías denuncia así la superficialidad de los falsos profetas: "Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó?" (Jer. 23:18). Para eso hay que dedicar tiempo y no seguir el rumbo de los demás.
    Daniel 6:10 explica cómo el profeta Daniel no se dejó desviar de su tiempo de especial comunión por medio de la oración, aunque sus enemigos habían conseguido prohibírselo.
    Tal vez lo más sorprendente sea lo de Marcos 1:35, donde vemos al Señor Jesucristo dejando atrás las distracciones y el clamor de la multitud, incluso la mucha obra que le esperaba, para buscar estar a solas con el Padre en oración. De verdad Él podía decir como el salmista en el Salmo 42:1-2, que dice: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” Y si nuestro Señor en toda Su perfección necesitaba y buscaba esta comunión íntima con el Padre, ¿cómo vamos nosotros Sus discípulos a necesitarlo o buscarlo menos? Selah.
    Podrías decir: “Soy madre y tengo mucho que hacer en casa, cuidando niños, limpiando la casa, la ropa, cocinando”, etc. Pero estimada hermana, ¿amas al Señor, ¿verdad? Claro que sí, porque Él pagó todo por salvarte a ti, y desea tu comunión. ¿Crees que Él te guió a casarte y te dio hijos y casa para que no tengas tiempo para Él? Eso no debe ser así. Tu familia te necesita, claro, pero tú necesitas al Señor, y tu familia necesita que estés con el Señor.
    Podrías decir: “Soy marido y tengo que trabajar, y luego hacer cosas en casa, y con todas mis responsabilidades a veces no tengo tiempo”. ¿No tienes tiempo? ¿Para qué no tienes tiempo, o mejor dicho, para quién no tienes tiempo? El Señor te ama, te quiere, y Él es la vid y tú el pámpano. Separado de Él nada podrás hacer, ni trabajar bien, ni educar una familia bien, ni llevar tu pareja bien, ni servir bien en la iglesia. Tú necesitas al Señor como el pez necesita el agua.
    Puedes decir: “Soy joven y tengo muchos estudios para preparar mi carrera, y después quiero estar con mis amigos...” pero te pregunto: ¿Y no es el Señor tu mejor Amigo? ¿No vale Él más que ellos? Jesucristo dijo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Jn 15:13), y Él lo hizo por ti, así que cuenta si deberías tener una amistad muy grande con Él. Pero ¿cómo vas a desarrollar una relación con el Señor si no inviertes tiempo y no te separas de las distracciones para hacerlo? ¿Tiempo para juegos de ordenador, internet, tu teléfono, pero no tiempo para Cristo? ¿Qué escala de valores es éste?
    ¡Qué miopes somos a veces! Claro que hay tiempo para Cristo, si queremos. Reconozcamos que el problema está en la voluntad, el querer. Si  has dejado este primer amor, vuélvete. El Señor se acuerda de ti, como dijo a Israel: "Así dice Jehová: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí..." (Jer. 2:2). Él se acuerda, y dice: “Recuerda, por tanto de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras...” (Ap. 2:5). Haz memoria del amor del Señor, de la cruz del Calvario, y vuélvete en espíritu a ese lugar donde el Hijo del Altísimo derrama Su poder.
    El Señor te espera cada día, y quiere ver tu rostro y oír tu voz. "Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto" (Cnt. 2:14).

Carlos Tomás Knott