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martes, 31 de enero de 2023

En Esto Pensad -- febrero 2023

 ¿Todos Se Congregan Al Nombre De Cristo?

A. J. Higgins

viene del nº anterior

El Carácter de la Congregación

    ¿Qué significa estar reunidos a Su Nombre, y qué criterio debo usar para determinar si estoy en verdad congregado así? No es suficiente decir que nos congregamos así, pues esa profesión debe ser respaldada por la manera de congregarnos.
    Congregarnos a Su Nombre significa que reconocemos Su autoridad, y Su Palabra nos rige. Su autoridad es revelada en Su Palabra, y mediada por el liderazgo espiritual que el Espíritu Santo ha levantado en la asamblea (los ancianos). Nosotros no podemos escoger cuáles cosas vamos a implementar en la asamblea. Nos inclinamos ante la autoridad de Su Palabra en todo asunto. Puede haber alguna vez una diferencia de opinión entre hermanos responsables acerca de la guía de la Palabra de Dios. Cuando eso suceda, debemos esperar pacientemente en Dios hasta que Él aclare cuál es Su voluntad.
    Congregarse a Su Nombre significa que estamos atraídos a Él y representamos Sus intereses. Cuando estaba en el mundo, Sus intereses siempre eran la voluntad, la Palabra y las obras de Su Padre. Ésta es la responsabilidad de los creyentes en toda asamblea local. Esto significa que el deseo y los propósitos de la asamblea son espirituales, y que ella existe para promover lo que es para el honor del Señor Jesús.
    Congregarse así significa que Él es adecuado para todo lo que necesitamos, y dependemos solo de Sus recursos. No miramos a una sede central, un fondo, un seminario, una universidad ni ninguna otra fuente. No apelamos al mundo respecto a nuestras necesidades. Él es suficiente para todo.
    Congregarnos a Su Nombre significa que proclamamos y damos a conocer Su Persona. Hacemos esto de varias maneras. Proclamamos la verdad de Dios. Como iglesia somos “columna y baluarte de la verdad” (1 Ti. 3.15), y así mantenemos la verdad acerca de Su Persona, para que todos puedan oír y ver. Pero también testificamos sobre Su Persona en nuestras vidas personales. Como los creyentes en Tesalónica, la transformación que ha hecho el evangelio en nosotros debe ser tan obvia que los demás vean la realidad del Dios vivo y del Cristo resucitado (1 Ts. 1.9-10).
    Además de todo esto, revelamos o proclamamos Su Persona de una manera muy significativa, esto es, por nuestras prácticas cuando nos congregamos a Su Nombre. Todo lo que se hace en una iglesia local refleja algo acerca de la Persona de Cristo. Esto significa que, si abandonamos o claudicamos en cualquier punto de la verdad, resulta que no reflejamos Su Persona. No rehusamos los nombres sectarios por razones de tradición o porque obstinadamente queremos quedarnos en el siglo XIX, en lugar de ponernos al día. Es porque solo Él es Aquel a quien debemos congregarnos (1 Co. 1). Nuestras hermanas cubren sus cabezas para testificar acerca de Él como Cabeza, cosa que un día todo el universo verá. Recordamos al Señor, cómo Él nos instruyó, y un día la memoria de Su muerte en la cruz ocupará a todo el mundo redimido. De modo similar, las prácticas del bautismo, la diversidad de los dones, el sacerdocio de los creyentes, la disciplina, el amor fraternal, y la pluralidad de ancianos testifican todos de algún aspecto de Su Persona, obra y gloria. Si elimináramos cualquiera de estos, me haría cuestionar si estoy realmente congregado a Su Nombre.
    Así que, esta manera de congregarse controla todo aspecto de la vida y práctica de la iglesia. Una iglesia fundamentalista puede tener un pastor excelente, un testimonio vigoroso en el evangelio, y mostrar genuino amor cristiano, y todo eso es encomiable. Pero si la Palabra de Dios no controla todos los aspectos, si las iglesias no llevan la señal de autoridad, si los dones residen en una sola persona, ¿Es eso congruente con “congregarse a Su Nombre” o con la manifestación de Su Persona?
    Valga la repetición, porque debemos enfatizar que no nos congregamos entorno a unas doctrinas conocidas como “doctrinas de las asambleas”. Nos congregamos a una Persona, y de ahí viene todo lo que valoramos como verdades de la asamblea. Es importante apreciar este orden.


Las Consecuencias

    Como resultado de entender lo que significa congregarse a Su Nombre, soy responsable de separarme de cualquier cosa que no se conforma a ese patrón. Es posible tener comunión a nivel personal con creyentes en cualquier lugar, pero sería claudicar si me asociara con un grupo que no se congrega a Su Nombre. Si se trata de transigencia respecto a la verdad de Dios, o hay que negarla en la práctica para reunirme con una compañía de personas, debo preguntarme si eso es lo correcto, si eso agrada al Señor. No debo condenar a otros que quizás sean más espirituales que yo en su vida personal. Mi responsabilidad es a la verdad de Dios que me ha sido revelada.
    Esta responsabilidad gobernará las decisiones que tomo. Evaluaré la oferta de un nuevo trabajo, no en base al salario y mi carrera, sino en base a la proximidad de una iglesia local que se congrega a Su Nombre, porque he aprendido lo que eso significa.
    Congregarme a Su Nombre no debe producir en mi un sentido vanidoso de exclusividad. Al contrario, debe causar gran humildad, ya que con toda la verdad que Dios nos ha dado, no llegamos a la meta debida en nuestra obediencia. En ciertos casos, otros con menos luz manifiestan más semejanza a Cristo y más amor a los demás.
    Si reconozco Su presencia, esto debe infundir en mí un sentido de reverencia y asombro, como lo que pasó con Jacob cuando reconoció que estaba en la casa de Dios (Gn. 28). Si verdaderamente reconozco que la iglesia local es Su morada en la tierra, pondré únicamente en ella todos mis energías y esfuerzos, para contribuir a ella y edificarla para Su honor.


Traducción del artículo por el Dr. A. J. Higgins, en la revista Truth & Tidings
 http://truthandtidings.com/2013/11/isnt-everyone-gathered-to-his-name

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LIBROS NUEVOS

Gracias a Dios, hemos podido publicar los siguientes libros:

Fornicación y Adulterio, por vv.aa.
¿Cuándo Es Mejor la Muerte?  por Carlos Tomás Knott
Gedeón: Un Joven Transformado en Siervo de Dios, por Camilo Vásquez
Rut: Una Historia de Redención, por Carlos Tomás Knott
Los Libros Apócrifos, por el finado Domingo Fernández

 

Disponibles en Libros Berea. https://berealibros.wixsite.com/asambleabiblica/libros 

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 El Camino del Verdadero Cristiano

"Si vas a ser un verdadero cristiano, entre otras cosas te diré esto: Será una vida solitaria, porque es un camino angosto, y se vuelve más angosto, y más angosto, y más angosto". Leonard Ravenhill (1907-1994)

Esto no significa que no tendrás amigos, pero serán pocos si eres obediente a las Escrituras y fiel al Señor.

"Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado" (Sal. 1.1).

"Por amor de ti he sufrido afrenta" (Sal. 69.7).

"Aborrezco la obra de los que se desvían; Ninguno de ellos se acercará a mí"  (Sal. 101.3) .

"No habitará dentro de mi casa el que hace fraude; El que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos" (Sal. 101.7).

"Y los enemigos del hombre serán los de su casa" (Mt. 10.36, véanse vv. 34-35).

"No os unáis en yugo desigual con los incrédulos" (2 Co. 6.14).

 "... sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, CON los que de corazón limpio invocan al Señor" (2 Ti. 2.22).

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José, su Juventud y Familia

Lucas Batalla

Texto: Génesis 37

José, hijo del patriarca Jacob, es mencionado ocho veces en el Nuevo Testamento. Esteban le nombra cinco veces en su discurso y defensa en Hechos 7. Aparece en Hebreos 11.21-22, donde el verso 22 habla de su fe en Dios, que cumpliría Su promesa y sacaría de Egipto a los hijos de Israel. Finalmente, Apocalipsis 7.8 le nombra en la lista de las tribus de procedencia de los 144.000.
    Era un hombre de Dios, y tenemos mucho que aprender de él. Sus padres eran Jacob y Raquel, y nació fuera de la tierra prometida, durante los años que Jacob estuvo con Labán (Gn. 30.24-25). La narrativa sagrada de su historia comienza en Génesis 37, cuando tenía 17 años de edad (Gn. 37.2).
    Había problemas en su familia, que causaron tensiones y conflictos. Ciertos hermanos suyos, cuando estaban fuera de la vista de Jacob su padre, se conducían mal, y tenían mala fama (v. 2). Eran los hijos de Bilha y Zilpa, esto es, Dan, Neftalí, Gad y Aser (Gn. 30.6, 8, 11, 13). El muchacho José informaba a su padre de esas cosas. Seguramente los hermanos le tildaban de chivato, pero los malos eran ellos, no él, pues José andaba honestamente y honraba a su padre, mientras ellos eran deshonestos y le ocultaban cosas. Juan 3.20 les describe: “Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas”. Es una lástima que hoy también haya problemas así aun en casas de creyentes. La naturaleza humana se manifiesta también en esos hogares. Cada uno quiere hacer lo que le parece, e intenta ocultarlo. Esto produce vidas de doblez e hipocresía, y gran debilidad espiritual, y tales cosas son el campo de recreo del diablo, y producen conflicto entre los que desean agradar a Dios y los que no.
    Pero había otro problema. El texto sagrado no oculta que el patriarca Jacob favorecía a José (v. 3), porque había nacido en su vejez. Sus padres habían cometido este error, pues Isaac amaba a Esaú y Rebeca amaba a Jacob (Gn. 25.28), y Jacob luego cometió el mismo error. Los padres deben afirmar su amor y afecto a todos sus hijos.  Al manifestar su amor especial a José, Jacob contribuía a las tensiones entre los hermanos (Gn. 37.3-4). Cuatro veces leemos de la mala actitud de sus hermanos:
    v. 4     le aborrecían y no podían hablarle pacíficamente
    v. 5     le llegaron a aborrecer más todavía
    v. 8     le aborrecían aun más
    v. 11   le tenían envidia
    Que sepamos, Jacob no hizo nada para rectificar ese problema, y andando el tiempo, esas actitudes produjeron algo mucho peor. Los padres deben vigilar y estar atentos no solo referente a la conducta de sus hijos sino incluso de sus actitudes, pero en muchas casas hay laxitud y permisividad. Recordemos como padres que un día responderemos ante el tribunal de Cristo por la manera en que educamos a nuestros hijos, porque el Señor nos manda criarlos “en disciplina y amonestación del Señor” (Ef. 6.4).
    En los versos 5-11, como hemos notado, los hermanos no reaccionaron bien, y no solo por el favoritismo de Jacob sino también porque su mala conducta no quedó oculta. Vemos estas tensiones en las familias, si señalamos el pecado, si decimos a un pariente: esto es fornicación, o adulterio, u otro pecado, no les gusta. Quieren ser tolerados y que nadie les diga nada, pero eso no es el camino de Dios. “Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas” (Ef. 5.11). Además, el Señor dijo que si le seguimos fielmente, los de nuestra familia serán nuestros enemigos (Mt. 10.34-36).
    En aquel entonces Dios habló a José, no a sus hermanos, mediante dos sueños. El primero fue en los vv. 5-8 y el segundo en los vv. 9-11. Hebreos 1.1-2 aclara que Dios ya no habla así, pero en aquel entonces ciertas personas tuvieron visiones, sueños o encuentros con el ángel de Jehová. Así que, José comunicó a su familia lo que había soñado, pero no les gustó. No sabemos si él fue del todo prudente en su manera de expresarlo, porque su padre le reprendió (v. 10). Pero en todo caso parece que Dios indicaba como mínimo que sus hermanos debían respetarle, sin embargo, reaccionaron con envidia (v. 11). Su padre meditaba en eso, deseando entender su significado. Es bueno meditar en las cosas que no entendemos, porque puede que luego lleguemos a comprender mejor.
    En los versos 12-17 leemos que Jacob le envió a sus hermanos. José conocía la actitud de ellos, pero no puso pegas ni se negó a ir. Tenía 17 o quizás 18 años de edad, pero todavía respetaba a su padre y hacía las cosas que le decía. No tenía prisa para independizarse. Muchos jóvenes hoy no respetan ni obedecen a sus padres, y esto es causa de tristeza, pues “el hijo necio es tristeza de su madre” (Pr. 10.1).
    En los versos 18-22, sus hermanos le vieron venir y reaccionaron malamente. Dijeron con desprecio: “aquí viene el soñador” (v. 19), que aparentemente es el apodo que le dieron. En nuestras familias vemos a veces actitudes así, en los que no quieren que les leamos la Biblia ni que oremos en su presencia. Ellos escogieron otro camino, y no les gusta que nuestra conducta les recuerde el buen camino que dejaron. En cuanto a los hermanos de José, vemos el fruto de su odio y envidia, al decir: “matémosle” (v. 20). En su corazón ya habían cometido fratricida. Rubén intervino para librar a José, pero sugirió una alternativa no buena – echarlo en una cisterna, lo cual hicieron (vv. 23-24).
    Luego, en los versos 25-28, los hermanos se sentaron y comieron tranquilamente, oyendo pero ignorando a José que con angustia les rogaba (Gn. 42.21). Decidieron sacar provecho para sí, y por eso lo vendieron a los ismaelitas. Fue idea de Judá. En la ley Dios declara: “Asimismo el que robare una persona y la vendiere, o si fuere hallada en sus manos, morirá” (Éx. 21.16). Rubén descubrió lo que habían hecho, y lamentó grandemente (vv. 29-30). No sabemos por qué se ausentó en un momento tan crucial, pero sea esto una lección para nosotros. Si sabemos que alguien necesita socorro, no debemos perder el tiempo haciendo otras cosas, sino hacer que su ayuda sea nuestra prioridad.
    El resto del capítulo (vv. 33-36), relata el plan que formaron los hermanos, y cómo hicieron para engañar a Jacob, haciéndole creer que un animal había matado a José. No son pocos los hijos que engañan a sus padres, o mienten u ocultan cosas. Quizás dicen que son mentiras piadosas, pero todas las mentiras son diabólicas, pues él es el padre de mentira. Algunos llevan una vida doble, y sus padres no saben cómo realmente son. El pobre padre Jacob (vv. 33-35), creyó el engaño de sus hijos, y se angustió al ver la túnica de su hijo. Lloró y guardó luto por muchos días (v. 34) Dijo: “Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol” (v. 35). ¡Cuántos hijos han hecho llorar a sus padres, como esos egoístas y crueles hijos de Jacob! Vemos la conducta hipócrita y ridícula de sus hijos que intentaban consolarlo. ¿Qué consuelo podían dar ellos? ¡Eran la causa de su tristeza! La caravana llegó a Egipto, y José fue vendido como esclavo. 


 Quizás oraba e imploraba a Dios en todo el camino – no sabemos. Pero Dios tenía otro plan en Su providencia, y había que esperar años para ver el fruto de Su plan. Nosotros también debemos recordar que Dios está obrando en nuestras vidas, y no todo se hace enseguida, pero en todo trance Él cuida de los Suyos.
    Vemos, hermanos, en todo esto, que los pequeños conflictos de antes, y sus malas actitudes y conducta que no fueron corregidos puntualmente, causaron ese gran mal. Los padres no deben ser perezosos ni permisivos ni cobardes, sino diligentes en enseñar, observar y corregir a sus hijos. Deben gobernar bien a los de su casa. Y los hijos deben honrar a sus padres y obedecerles.  Seamos diligentes y piadosos en nuestros hogares, porque es de ahí que salen las personas para servir a Dios o a sí mismas. 
continuará, d.v.

del estudio que dio el 28 de agosto, 2022

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En La Cena del Señor, ¡Pensemos Solo En Él!

"Haced esto en memoria de mí" (Lc. 22.19; 1 Co. 11.24-25)

"En memoria" significa "recordándole", o "trayéndole a la mente". Si la mente y el corazón están llenos de Cristo, no saldrá otra cosa en la Cena celebrada en Su memoria. Todo himno hablará de Él, no de nosotros, no de la oración, la consagración, etc. sino de Cristo. Toda oración hablará de Él, y se ausentarán las peticiones y las gracias por otras cosas. Es la única hora en todas las actividades de la iglesia que se dedica enteramente a Cristo. Si un hermano varón habla en la reunión, no dará enseñanzas y exhortaciones, sino hablará de Cristo. No es hora para dar testimonio o explicar textos. Sus palabras deben acercarnos a la Persona y obra del Señor. Hablemos como el salmista: "Rebosa mi corazón palabra buena; Dirijo al rey mi canto; Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero. Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; La gracia se derramó en tus labios; Por tanto, Dios te ha bendecido para siempre" (Sal. 45.1-2).

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ESCOGE  LO MEJOR


Proverbios 27:5 Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto”.
    A nadie le gusta ser reprendido. Pero es malo reaccionar como el escarnecedor que no ama al que le reprende (Pr. 15.12). “El que aborrece la reprensión es ignorante” (Pr. 12.1). Todos necesitamos la reprensión alguna vez en la vida. Nadie es tan rico, grande o importante que no se le puede reprender. La reprensión es buena porque señala el problema, y eso puede ayudarnos a resolverlo y mejorar nuestra vida. Si sabemos que hay una ofensa o molestia, tenemos oportunidad de eliminarla. La corrección es para nuestro bien. Cuando es del Señor, sabemos que el motivo es amor, pues “el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo” (He. 12.6). Así Él nos trata como a hijos (v. 7). Los padres cristianos no deben consentir cosas malas en sus hijos, sino reprender y castigarlos en amor, para su bien. “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece, mas el que lo ama, desde temprano lo corrige” (Pr. 13.24).
    Los amigos fieles, sobre todo los espirituales, pueden dar cordiales consejos (Pr. 27.9), y también, si es necesario, reprendernos. “Fieles son las heridas del que ama” (Pr. 27.6), porque habla con amor sincero, y busca nuestro bien. Lucas 17.3 enseña: “Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale”.
    En el caso de hombres ancianos (de edad), los más jovenes no deben reprenderles, sino exhortarles como a padres (1 Ti. 5:1), y también deben hablar con respeto a las mujeres ancianas, como a madres (1 Ti. 5.2).
    Pero el amor oculto no sirve para nada, porque no sabemos que existe, ni nos produce beneficio alguno. Si hay alguna falta o conducta indebida, lo mejor es reprenderle en lugar de andar con chismes y críticas a terceros. Si apreciamos a alguien, mejor es decirlo para darle ánimo. Y si amamos al Señor, no lo ocultemos ante el mundo., pues es parte de nuestro testimonio.

Proverbios 27:10 Mejor es el vecino cerca que el hermano lejos”.
    El vecino cerca nos puede ayudar en un momento determinado, cuando el hermano lejos no esté en posición para hacerlo. Hay hermanos que físicamente están lejos, y otros que se alejan espiritualmente. Por ejemplo, Demas amaba al mundo y se alejó de Pablo. Otros se alejan en el corazón, pues ven la necesidad de un hermano, pero cierran contra él su corazón (1 Jn. 3.17). ¡Que curioso que a veces un vecino inconverso esté más dispuesto a ayudar que otros creyentes! Pero en todo caso, tenemos en el Señor un amigo fiel que nunca se aleja.

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 Es Pecado Hacer Acepción de Personas


Acepción de personas:  Acción de favorecer o inclinarse a unas personas más que a otras por algún motivo o afecto particular. Puede ser por cosas como el dinero, parentesco/apellido, nepotismo, rango social, nacionalidad, raza, edad, años en la iglesia, popularidad, belleza, nivel de estudios, sobornos, regalos, amistad, etc.
    Alguien dijo: "Cerca de la cruz de Jesucristo la tierra es llana". Dios juzga igualmente a todos, pues todos son pecadores y necesitan al Salvador.
    En el mundo, el dinero o la posición social suelen facilitar ciertos favores y un trato privilegiado. Estos privilegiados no guardan fila como los demás, ni pagan multas. Reciben permisos especiales que los demás no. Si la polícia de tráfico les para, dicen: "¿Sabes quién soy yo?" o nombran su parentesco o sus amistades importantes. "Soy hijo de don Fulano de tal", o "Soy amigo del presidente", etc. Pero nada de eso impresiona a Dios.
    Dios manda no hacer acepción de personas ni tomar cohecho (Dt. 10.17). "Con Jehová nuestro Dios no hay injusticia, ni acepción de personas, ni admisión de cohecho" (2 Cr. 19.7). Eliú le describe así: "...aquel que no hace acepción de personas de príncipes. Ni respeta más al rico que al pobre, porque todos son obra de sus manos" (Job 34.19).
    A Cristo le dijeron: "Maestro, sabemos que... no haces acepción de personas" (Lc. 20.21). Pedro declaró a los de la casa de Cornelio: "Dios no hace acepción de personas" (Hch. 10.34). Pablo declara: "Porque no hay acepción de personas para con Dios" (Ro. 2.11). Luego escribió esta misma verdad a los gálatas, los efesios y los colosenses (Gá. 2.6; Ef. 6.9; Col. 3.25). Pedro dijo que Dios "sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno" (1 P. 1.17). No importa de dónde eres, ni quién eres, ni quién es tu padre, ni cuánto dinero tienes. Dios no se deja impresionar por tales cosas, ni te tendrá consideración especial.    
    Y es feo cuando un cristiano haga acepción de personas o desee que otros lo hagan para con él. Nuestra fe en el Señor Jesucristo debe ser sin acepción de personas (Stg. 2.1, 9). Si procedemos con favoritismo o acepción, pecamos y desagradamos a Dios. Lo mismo puede decirse de los que buscan acepción/favores en base a su dinero, regalos, nombre, posición, etc. No sea hallado entre nosotros este pecado.

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¡El Fin Viene!

Apocalipsis significa “revelación”. Dios dio al apóstol Juan visiones de la venida y el reino de Jesucristo. Pronto acabará con toda política, religión y filosofía, y establecerá el reino profetizado miles de años antes, por el profeta Daniel. “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre” (Daniel 2.44).
    El mundo no quiere que Cristo reine, pero Él no necesita invitación, ni que le voten en un referéndum, ni que lleguen a un acuerdo. Es el Creador de todo, y tomará lo que es Suyo. Lee Génesis y lo verás, pues es el libro de los orígenes. Y Apocalipsis es el libro de la conclusión – cómo terminará todo. Apocalipsis 1.1 y 22.6 informa que en este libro Dios ha manifestado “las cosas que deben suceder pronto”. Apocalipsis 1.3 y 22.10 declaran: “el tiempo está cerca”.
    Debes prepararte, porque pronto Jesucristo el Creador y Rey vendrá, y no pacíficamente, sino con ira y juicio contra todos los rebeldes e incrédulos. Ha sido paciente, durante miles de años. Pero se nos acaba el tiempo y las oportunidades. Los capítulos 6-19 de

Apocalipsis se ocupan de los juicios y otros sucesos que tomarán lugar en los siete años antes de la segunda venida de Cristo para reinar. Juan vio tres grupos de siete juicios salir del cielo, de la mano de Cristo y del trono de Dios. Sacudirán al planeta en una escala nunca visto, de modo que ningún país podrá ayudar a otro porque todos sufrirán. Las Escrituras comparan esos juicios a la mujer encinta que tiene dolores de parto. Una vez que comiencen, nadie los parará. Se apoderan de la mujer, y vienen con cada vez más frecuencia e intensidad, hasta que nazca el niño. Cuando comiencen los juicios de Dios, vendrán así, con gran intensidad y dolor, y poco intervalo, uno detrás de otro, hasta que aparezca Cristo en el cielo, viniendo en las nubes con gloria y gran poder. Nadie podrá pararlo, amigo, y estos juicios están a punto de comenzar.
 
   Vendrán guerras, plagas, asteroides, temblores, sequías, hambre, y muerte. Ejércitos de monstruos demoníacos atacarán a los hombres. Habrá terremotos, truenos, voces, y señales en los cielos. ¿Cómo será esto? No es un misterio, pues Dios ha revelado en Apocalipsis lo que sucederá. Presta atención, porque estas profecías se cumplirán pronto, son las noticias de mañana.
    Jesucristo  abrirá los siete sellos del libro en Su mano. Esto comenzará la retoma del planeta, con los juicios divinos: el tiempo de la ira del Cordero. El séptimo sello, dará lugar a siete trompetas anunciando siete juicios más. Tan horribles serán que un ángel volará en el cielo gritando: “¡Ay, ay, ay de los moradores de la tierra!” Cuando se toque la séptima trompeta, otros ángeles comenzarán a derramar siete copas llenas de la ira de Dios. ¡No amor, sino ira! Si rehúsas creer en el Señor Jesucristo que murió por ti, solo quedará esa terrible ira. ¿Estás preparado para el fin?