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jueves, 31 de enero de 2019

EN ESTO PENSAD - febrero 2019

¿La Biblia Sola
o Con Palabras De Hombres?

Años atrás, una de las características fundamentales de las traducciones bíblicas realizadas por protestantes era que no contenían ni notas ni comentarios, a diferencia de las traducciones realizadas bajo los auspicios de la Iglesia Católico-Romana. Pero el panorama cambió mucho en las últimas décadas, hasta el punto que en ocasiones tienen más notas las “Biblias protestantes” que las “Biblias Católico-Romanas”. Aunque tal expresión es más bien retórica, pues ya hace tiempo que las nuevas traducciones de la Biblia que se están realizando son “ecuménicas”, o como dicen las publicadas en el estado español: Interconfesionales, que es lo mismo pero disfrazado...
    Cada vez es más difícil adquirir una “Biblia” que solo contenga el texto bíblico, los sesenta y seis libros inspirados que forman las Sagradas Escrituras. Incluso las nuevas traducciones, como la Reina Valera de 1995, primero salen como “Biblias de Estudio”, o sea Biblias con notas y comentarios.
    El problema de las notas y comentarios, incluso de ciertas referencias que se dan, condiciona el acceso directo a la Palabra de Dios y la dependencia de la guía del Espíritu Santo para entender las Sagradas Escrituras. A la menor dificultad o simplemente por curiosidad los que usan dicho tipo de Biblia echan mano de las notas y comentarios.
    No niego que algunas de dichas notas y comentarios sean correctos y provechosos, pero su lugar no es formando parte de un libro que tiene como título: “Santa Biblia”, o simplemente: “Biblia”. Es necesario hacer clara distinción entre las opiniones de los hombres, por muy santos y eruditos que sean, y la Palabra de Dios, la única infalible e inerrable. Dejemos las notas y comentarios como libros aparte del Texto Sagrado.
    Pero el mal ya está hecho, y cada vez más las librerías están más llenas de Biblias que presentan entre sus páginas doctrinas peculiares denominacionales, con los errores doctrinales que ello puede conllevar, y las enseñanzas destructivas de la crítica que niega la inspiración plenaria de la Palabra de Dios, de forma más o menos encubierta. De esta manera, por las “Biblias” que usan los creyentes, se introduce en iglesias fieles a la Palabra de Dios, bíblicas y fundamentales, aquello que jamás se diría desde el púlpito. Afirmaciones o sugerencias que quitan autoridad al texto que están diciendo presentar. ¡Qué contradicción más grande es que dentro de un libro que es presentado como la “Santa Biblia” o “Biblia” estén contenidas afirmaciones, sugerencias, comentarios o notas que nieguen su claro y cierto sentido, cuestionando o enmendando lo que dice el Texto Sagrado!
    En este apartado la pregunta que tenemos que contestar es: ¿Creemos que la Santa Biblia es la única autoridad absoluta del cristiano en todo lo que dice o afirma? Si tu respuesta es “sí”, debes optar por una Biblia solamente con Biblia, sin notas ni comentarios de hombres, para dejar que la Palabra de Dios hable con autoridad, dependiendo de la acción iluminadora del Espíritu Santo para su recta comprensión.
    Si crees en la inspiración plenaria y verbal de las Sagradas Escrituras, en la preservación fiel del texto bíblico a través de los siglos, y en la autoridad soberana de la Palabra de Dios debes optar por una traducción realizada sobre la base de la equivalencia formal; de acuerdo con el Texto Masorético, en el Antiguo Testamento, y Textus Receptus, en el Nuevo Testamento; y de una edición de la Santa Biblia sin notas ni comentarios.

Una Biblia, Muchas Versiones, Antoni Mendoza i Miralles, 1998, Edicions Cristianes Bíbliques, págs. 9-10

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 LA VESTIMENTA

William MacDonald

    Mucha gente vive para la comida y la vestimenta. Sus pequeñas vidas giran en torno a estos dos ejes. Día tras día trabajan para conseguir dinero e invertirlo allí. Y no es de sorprenderse que la mayoría de nuestras tiendas vendan alimentos o ropa.
    Jesucristo enseñó a Sus discípulos que no debían preocuparse por estas cosas. El cristiano está aquí para negocios más grandes. Está aquí para representar los intereses de su Señor. Si pone a Dios en primer lugar, sus necesidades temporales serán suplidas (Mateo 6:31-33).
     Si el cristiano no es cuidadoso, descubrirá que el tiempo y el dinero que utiliza en comida y vestimenta encuentran su forma de incrementar periódicamente. Requiere de vigilancia y disciplina constantes para que estas áreas de la vida cristiana se mantengan bajo el señorío de Cristo.
     Consideremos entonces lo que nos enseña en el Nuevo Testamento sobre la manera en que debe vestirse el cristiano. Dos de los pasajes principales son 1 Timoteo 2:9-10 y 1 Pedro 3:3-4:

"Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad" (1 Ti. 2:9-10).

"Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios" (1 P. 3:3-4).

     Aunque estos versículos están dirigidos a las mujeres, existen principios que son aplicables para todos. ¿Cuáles son estos principios?
     Uno de los principales está relacionado al gasto. ¿Cuánto gastamos en vestimenta? ¿Es totalmente necesario? ¿Podríamos usar este dinero de otra mejor manera?
     Está claro por lo que dice en 1 Timoteo 2:9 que las ropas caras están prohibidas; pues dice: "no con...vestidos lujosos". No es un tema de que podamos costearlo o no, porque la Palabra de Dios lo prohíbe.
     Y la compasión humana también lo prohíbe. La situación desesperante de nuestros hermanos en otras tierras, sus enormes necesidades espirituales y físicas resaltan la insensibilidad de gastar el dinero en vestimenta innecesaria...
     Pero el gasto es sólo uno de los principios que deben guiarnos. Otro es la modestia. Pablo dice: "...con pudor y modestia". Uno de los significados de esta palabra es "decencia".
     Una de las funciones de la vestimenta es ocultar la desnudez del hombre. Por lo menos era así en el principio. Pero ahora la tendencia parece haber sido revertida, pues hoy la ropa es diseñada para revelar partes cada vez más grandes de la anatomía humana. De esta manera, el hombre se gloría en su vergüenza. No es sorprendente que encontremos a hombres impíos haciendo tal cosa, pero es bastante chocante ver que los cristianos los imiten.
     Modestia también puede significar orden. Esto sugiere que el cristiano debe estar bien aseado y vestirse con pulcritud. No hay virtud alguna en andar andrajoso o descuidado. El creyente debe vestir ropas que estén limpias, planchadas, en buenas condiciones y de talla adecuada.
... El gran problema, por supuesto, es la enorme presión de la sociedad para que nos conformemos a ella. Siempre ha sido la forma y siempre lo será. Los cristianos necesitan mucha firmeza para resistir las situaciones extremas, para nadar contra la marea de la opinión pública, y vestirse de manera que adorne el evangelio. Sea Jesucristo el Señor de nuestro guardarropa, y vistámonos para agradarle a Él.
de las págs. 25-27 de Buscar Primeramente, por William MacDonald

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¿Has observado que las mujeres quieren llevar ropa de hombres - pantalones - pero los hombres no quieren llevar ropa de mujeres - faldas? Es el mundo, no Dios, que quiere esto. Intenta que las mujeres sean como los hombres, vistan como ellos, prediquen como ellos, lideren como ellos, y se ocupen de carreras como ellos.  Pero la mujer virtuosa está descrita en Proverbios 31:10-31. Observa con cuidado, porque el patrón divino no cambia con los tiempos. Es ella, no la mujer del mundo, que tiene gran valor delante de Dios. Es de más valor que las piedras preciosas. Pero las demás, sólo son piedras.
 
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DIOS NO ELIGE A LOS INCRÉDULOS

 "Porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección".
1 Tesalonicenses 1:4
Al decir: “conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección”, la palabra elección se refiere a la conversión de ellos. Sencillamente, Dios ha elegido soberanamente no salvar a todos, sino solamente a los que creen. Dios no decide quiénes van a creer, pues creer es la responsabilidad que Él nos ha dado. Así que, los que oyen el evangelio, se arrepienten y creen en el Señor Jesucristo son los elegidos.
             Lucas Batalla,  Estudios en 1 Tesalonicenses, Editorial Berea, pág. 11

En la edad de la iglesia, la elección significa la eleccion divina de los santos para bendiciones celestiales; la presciencia se refiere al conocimiento previo de Dios respecto a los santos, y la predestinación tiene que ver con las bendiciones celestiales en el propósito divino para los santos. Presentamos esto como la enseñanza bíblica sobre estos temas sin nada añadido. No existe en la Biblia cosa como un pecador escogido.
          John Parkinson, La Fe de los Escogidos, Editorial Berea, pág. 48

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"en memoria de mí"
En la cena del Señor los símbolos nos indican de qué cantar y hablar - la Persona y obra del Señor Jesucristo - no otras cosas. No es un culto libre para cantar himnos sólo porque nos gustan, o para hablar de cualquier cosa, enseñar, dar testimonio, pedir oraciones, etc, sino es una reunión de memoria y adoración, sólo para rendir culto al Señor en memoria de Él y Su muerte por nosotros.
"DIGNO ES EL CORDERO QUE FUE INMOLADO".

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RECUERDA


La hora de comienzo de la reunión NO ES la hora de llegar. Debes llegar bien antes para entrar sin prisas, sentarte tranquilamente y estar preparado para el comienzo de la reunión.
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 El Infierno: Una Realidad Y Una Necesidad

Todos estamos de acuerdo con que la doctrina del cielo es confortante. Lo que a veces se pasa por alto es que el infierno también es aliviador. Nuestros periódicos están llenos de historias acerca de la violación, el abuso infantil, y un millar de injusticias. Cada caso, expediente judicial, que ha pasado por las cortes terrenales será reabierto; cada acción y motivo será meticulosamente inspeccionado y sopesado. En presencia de un Dios que todo lo sabe, no habrá asesinatos sin resolver, ni violadores anónimos, ni chantajes ocultos.

Los no creyentes son eternamente culpables
 
     El infierno existe porque los incrédulos son eternamente culpables. La tremenda lección que hay que aprender, es que el sufrimiento del ser humano no constituye un pago por el pecado. Si el sufrimiento pudiera borrar aunque fuera el pecado más insignificante, entonces los que van al infierno podrían ser librados eventualmente cuando hayan cancelado su deuda. Sin embargo, ni toda la bondad, ni todo el sufrimiento humano que han tenido lugar desde el principio de los tiempos, si fueran sopesados juntamente, podrían cancelar un sólo pecado. 

Aunque sea siempre fiel, aunque llore sin cesar,
Del pecado no podré justificación lograr;
Sólo en ti teniendo fe, deuda tal podré pagar.
                    del himno "Roca de la Eternidad"

Sir Francis Newport, quien ridiculizó al cristianismo, dijo las terribles palabras que se citan a continuación, en su lecho de muerte:
    "¡Oh, si pudiera acostarme durante mil años sobre el fuego que no consume, para ganar el favor de Dios y así unirme otra vez a Él! Pero mi deseo es infructuoso. Millones y millones de años no me acercarán al fin de mis tormentos, ni una sola hora. ¡Oh eternidad, eternidad! ¡Por siempre y para siempre! ¡Oh, los insufribles padecimientos del infierno!"

del libro Tu Primer Minuto Después de Morir, por E. W. Lutzer, Ed. Portavoz


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DIOS EL ESPÍRITU


“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros”. Juan 14:16-17

INTRODUCCIÓN 
 
     Este estudio no pretende explicar todo el gran océano sobre el ministerio de la persona del Espíritu, sino mostrar su silenciosa y poderosa obra en el A.T. y como es dado a conocer por el Hijo cual el “otro Consolador” en el N.T. Es en suma un intento de apreciar algunas doctrinas concerniente a su obra que pueden ayudar al estudiante de la Biblia para conocer más al Dios tri-uno y ser canal de bendición en el servicio a Dios. Si Zorobabel tuvo que fortalecerse como gobernador sobre Israel para reconstruir el templo de Dios, del mismo modo nosotros hemos de aprender qué tal fuerza espiritual solo viene del Espíritu de Dios: “...Ésta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zac. 4:6).
    Son los evangelios quienes nos muestran al Hijo desde su encarnación pasando por su crucifixión y llegando a su resurrección guiado y acompañado por el Espíritu de Dios, de modo que la vida de poder espiritual de todo salvado por la preciosa sangre del Cordero, ha de caracterizarse por la presencia del Espíritu en todos sus actos. El Señor Jesús mencionó que el Espíritu sería cual río de agua viva en el corazón del que creyere en Él: “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado” (Jn. 7:39). Aquí el río no es el creyente sino el Espíritu, por tanto no se trata de lo que el creyente sea capaz de hacer con el  Espíritu, sino lo que permita de esta divina persona sobre su vida personal. Además se advierte en este pasaje que el Espíritu solo vendría una vez que el Hijo fuese glorificado lo cual infiere una aprobación sobre todo lo que el Hijo realizó, justificando su obra de redención y levantándole de entre los muertos por esto se nos dice “justificado en el Espíritu” (1 Ti. 3:16).
    Ahora bien estudiaremos que el Padre es Señor, como el Hijo es Señor y también el Espíritu es Señor, sin embargo eso no significa que existan tres señores sino uno solo, el Señor Jesucristo a quién el Padre designó y por quién el Espíritu fue enviado para que el Hijo señoree sobre los suyos y en el futuro sobre todo lo creado. Si el Espíritu es llamado “Señor” (2 Co. 3:17) no se trata de un modo de obrar de Dios sino de la persona del Espíritu tomando todo lo del Hijo para que sea glorificado. Quién permita el Señorío del Espíritu en su vida tiene el fruto del Espíritu y manifiesta la vida de Cristo en su experiencia como hijo de Dios.
    Es vital comprender a modo de introducción, que si las escrituras inspiradas nos invitan a recibir a Jesús (Jn. 1:12), espiritualmente a quién es posible de recibir es al Espíritu de Dios, que viene a quedarse para siempre en representación de Jesús. Tal experiencia es real y equivale a recibir al Señor Jesucristo quién prometió estar con el creyente hasta el fin del presente tiempo. Del mismo modo cuando el Señor declaró: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt. 18:20), quién está en persona es el Espíritu de Cristo en representación del Señor lo cual equivale a su misma visita. El Señor como persona está en el cielo corporalmente pero nos visita con su Espíritu de modo que es imprescindible saber quién es El. Es entonces el Espíritu quien regenera al que cree en Jesucristo, lo sella, lo habita para renovarlo, y lo sumerge en la iglesia como cuerpo de Cristo y asegura su viaje hasta la redención final (Sal. 73:23-24). Por lo tanto conviene saber la conveniencia de que el Señor enviara al “otro Consolador” (Jn. 14:16), pues de Él se derivan gloriosas verdades como la formación de la iglesia y las experiencias únicas de ser “nacido del Espíritu”, “bautizado" con el Espíritu y “lleno" del Espíritu. Tales obras del Espíritu solo son efectuadas en esta presente dispensación de la iglesia obrando en aquéllos comprados por la sangre del Cordero, desconocerlas equivale a una vida infructuosa.

Objetivos de este estudio
1. Que sepamos “quién es, no que es”, el Espíritu Santo.
2. Que tomemos conciencia de su eficaz y poderosa influencia no para “usarlo” sino para que nos “use”.
3. Que seamos guiados y consolados por el Espíritu Santo.
4. Que entendamos que es solo con la ayuda de la persona del Espíritu que podemos honrar a Dios.
5. Que sepamos que significa ser fortalecidos en el hombre interior, como llenos por el Espíritu de Dios.
6. Que descubramos que es solo el Espíritu de Dios quién nos puede librar de la potencia de la carne.
7. Que descubramos el don que el Espíritu nos ha comunicado y que aspiremos a tener el fruto del Espíritu para ser eficaces.

ETIMOLOGÍAS SOBRE EL VOCABLO “espíritu”
 
    La palabra “espíritu” en el A.T. es “ruach” (hebreo) usada unas 388 veces y en el N.T aparece 378 como “pneuma” (griego)  de las cuales  dos tercios de su uso es para referirse al Espíritu de Dios. Este vocablo en el A.T. significa soplo, viento, aliento, hálito, y se aplica tanto al espíritu humano, como a cualquier criatura que respira (Gn. 7:15), como también a espíritus demoniacos (1 S. 16:14; 1 R. 22:21-22). Otras veces se usa del Espíritu de Dios como su soplo (Éx. 15:8) y resulta difícil para los traductores especificar cuando debe traducirse como “Espíritu” para señalar que se trata de la tercera  persona de la Trinidad. Por ejemplo en Isaias 40:7 donde dice: “...porque el viento de Jehová sopló en ella...”. En otras ocasiones debiendo ser traducido con mayúscula, la palabra “espíritu” aparece con minúsculas no por alguna omisión sino porque el vocablo sencillamente significa soplo o viento tal como ocurre en Salmos: “...Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud” Salmo 143:10. Esto es porque los manuscritos originales están escritos todos en cursivas mayúsculas o minúsculas y es tarea del traductor identificar a la persona del Espíritu de Dios.
    Es interesante notar que solo en el N.T. el uso del vocablo “pneuma” revela con mayor claridad a la persona del Espíritu pues es solo con la presente existencia de la iglesia que esta silenciosa persona se ha dado a conocer. Es solo en el N.T. que se nos revela claramente las tres personas de la Trinidad y podemos resumir en tres declaraciones tal revelación:

 •  Solo hay un Dios (Éx. 20:2-5; Dt. 6:4-5; Is. 45:5-6; Ro. 3:29-30; 1 Co. 8:4; Gá. 3:20; 1 Ti. 2:5; Stg. 2:19).
•  Dios es tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Mt. 28:19; 2 Co. 13:14; 1 P. 1:2; Jud. 1:20-21)
•  Cada una de estas Personas es plenamente Dios.

    Cada una de estas tres declaraciones ha de ser creída pues contradecirlas lleva a las herejías tales como el modalismo (218 D.C.) que sostiene que tanto el Padre, el Hijo como el Espíritu Santo, son solo modos de manifestación de Dios y no tres personas (1). Otra herejía fue la de Arrio un sacerdote Libio de origen judío (años 256-336) quien afirmó erróneamente que el Hijo fue la primera criatura creada por el Padre y que el Espíritu es aún inferior al Hijo como criatura considerándolo como una especie de fuerza activa de Dios (2).
    Hemos de aceptar y creer que las tres Personas de la deidad son Dios pero no son tres dioses. Estas tres Personas son iguales en gloria y Deidad. Cada una de estas Personas es plenamente Dios, es decir, el Padre es plenamente Dios, así como también lo son el Hijo y el Espíritu Santo. El Hijo no es un tercio de Dios, ni el Espíritu Santo otro tercio como pedazos de Dios, cada Persona es enteramente Dios. Asombrosamente cada individuo de la Trinidad es Dios, y colectivamente todos son un Dios. En ellos no existe división de naturaleza ni de esencia pues son consustanciales. Vale mucho citar aquí lo escrito por Lewis Sperry Chafer: “Las personas de la Trinidad, aunque tengan iguales atributos, difieren en ciertas propiedades. De aquí que la Primera Persona de la Trinidad sea llamada Padre. La Segunda Persona es llamada el Hijo, como enviada por el Padre. La Tercera Persona es el Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo. Esto es llamado en teología la doctrina de la procesión, y el orden no es nunca invertido, es decir, el Hijo nunca envía al Padre, y el Espíritu Santo nunca envía al Hijo. De la naturaleza de la unicidad de la Divinidad no existe ilustración o paralelo en la experiencia humana. Así pues, esta doctrina tiene que ser aceptada por la fe sobre la base de la revelación escriturística, incluso aunque esté más allá de toda comprensión y definición humanas” (a).

EL ESPÍRITU ES DIOS
 
    "En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gn. 1:1). La palabra hebrea para Dios, Elohim es un plural mayestático de dignidad y excelencia. Su significado denota una pruralidad y se usa también para referirse a falsos dioses (Éx. 20:3). Sin embargo aquí le antecede un verbo singular “creó”, lo que sugiere trinidad en unidad. Así también ha de entenderse: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza...” (Gn. 1:26). Los verbos indican que Dios está hablando en sus tres personas el Padre el Hijo y el Espíritu Santo: “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal...” (Gn. 3:22). En consecuencia, Elohim comunica la unidad del único Dios, y al mismo tiempo permite la pluralidad de personas divinas en la Deidad. La Biblia reconoce que el Espíritu Santo es Dios al  identificarlo como creador: “El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida” (Job 33:4). El Espíritu tiene también igualdad en autoridad, bendición y propósito (c): en autoridad se nos dice: "... bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (Mt. 28:19); en bendición: "La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo" (2 Co. 13:14); en propósito: "... el Espíritu es el mismo... el Señor es el mismo... Dios que hace todas las cosas en todos, es el mismo" (1 Co. 12:4-6). El pronombre “mismo” indica una referencia a este mismo y único Dios trino.       
 
continuará, d.v.
D. Camilo Vásquez Vivanco, Punta Arenas, Chile