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martes, 23 de diciembre de 2014

EN ESTO PENSAD -- enero 2015

Sólo Lo Mejor Para Dios
William MacDonald

    Existe una línea de pensamiento a lo largo de las Escrituras, una verdad que reaparece constantemente en la inspiración de la Palabra. Se trata de la siguiente verdad: Dios quiere lo primero y Dios quiere lo mejor. Él quiere el primer lugar en nuestras vidas y Él quiere lo mejor que tenemos para ofrecer.
    La Biblia comienza con la declaración de un hecho histórico: “En el principio creó Dios...” Esas palabras también deberían ser las primeras en nuestras vidas. Dios debería estar primero. Aquel que es digno del primer lugar no quedará satisfecho con menos que eso.
    Cuando el Señor instituyó la Pascua, instruyó a los israelitas a que presentaran un cordero sin defecto (Éx. 12:5). Nunca debían sacrificar ningún animal que fuera cojo, ciego, defectuoso o tuviera algúna falta (Dt. 15:21; 17:1). Eso sería detestable.
    Evidentemente, Dios no necesita animal alguno. Cada bestia del campo es Suyo, y el ganado de los collados (Sal. 50:10). ¿Por qué entonces legisló que sólo se le ofrecieran animales perfectos? Por el bien del hombre, no por Su propio bien. Lo hizo para enseñarle a Su pueblo una verdad fundamental: que sólo encontraría gozo, satisfacción y plenitud al darle a Él el primer lugar en su vida.
    En Éxodo 13:2 Dios le ordena a Su pueblo que aparte para Él a sus hijos primogénitos y a los animales primogénitos. “Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es”. En las antiguas culturas, el primer nacido representaba lo superlativo y lo de mayor estima. Es por eso que Jacob le dijo a Rubén, su primogénito: “Rubén, tú eres mi promogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; principal en dignidad, principal en poder” (Gn. 49:3). Al Señor Jesús se le denomina “el primogénito de toda la creación” (Col. 1:15) en el sentido que Él es el más excelente y que tiene la posición de mayor honor en toda la creación.
    Al decir a Su pueblo que sacrifique sus hijos promogénitos para Él, estaba tocando un nervio muy sensible, ya que el hijo mayor tenía un lugar especial de afecto en los corazones de los padres. Sin embargo, esto era de hecho para enseñarles a decir:
      El objeto más preciado que conozco, sea cual fuere,
      Ayúdame a arrojarlo ante del Trono para adorarte sólo a Ti. 
                                                                       (William Cowper)

    Abraham aprendió esta lección en el monte Moríah (Gn. 22). Ahora sus descendientes debían aprender la misma lección.
    A continuación Dios instruye a los granjeros a traer las primicias de los frutos de la tierra a la casa del Señor (Éx. 23:19). Cuando se comenzaba a cosechar el grano de trigo, el granjero debía ir al campo, cosechar un puñado del primer grano y presentarlo como ofrenda al Señor. Esa ofrenda de las primicias reconocía a Dios como el Dador de la cosecha, y suplicaba que Él recibiera Su porción de la misma. Una vez más es obvio que Dios no necesitaba grano alguno, pero el hombre necesitaba recordar continuamente que el Señor es digno de lo primero y lo mejor.
    En el despiece de los animales sacrificados, en ciertos sacrificios se les permitía a los sacerdotes tomar ciertas partes, y quienes los ofrecían podían comer otras partes, pero la gordura siempre debía ofrecerse al Señor (Lv. 3:16). Era considerada la mejor parte y la más rica del animal; por lo tanto era ofrecida a Jehová. Nada excepto lo mejor era suficiente para Él...
    Desafortunadamente, el Señor no siempre recibe lo primero y lo mejor de Su pueblo. En los días de Malaquías, cuando era tiempo de presentar una ofrenda la gente guardaba sus mejores animales...y le daba al Señor los inferiores, las sobras. Era como si dijera que el Señor se conformaba con cualquier cosa que le ofrecemos. Las ganancias del mercado estaban en primer lugar. Es por eso que Malaquías dijo vehementemente: “Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos” (Mal. 1:8).
    Pero eso era en los días de Malaquías. ¿Qué sucede hoy día? ¿Cómo podemos darle al Señor lo primero y lo mejor? ¿Cómo podemos llevarlo a la práctica en nuestras vidas? Podemos hacerlo en nuestra empresa al obedecer a aquellos que están por encima nuestro; trabajando de corazón como para el Señor, no para los hombres; siendo conscientes de que servimos al Señor Jesucristo (Col. 3:22-24). Si las exigencias del trabajo comienzan a tener prioridad sobre las exigencias de Cristo, debemos estar dispuestos a decir: “Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, y ahí pararé el orgullo de tus olas” (Job 38:11). Deberíamos hacer más por nuestro Salvador de lo que haríamos por un negocio o para ganar dinero. Podemos hacerlo en nuestros hogares al mantener fielmente un culto familiar durante el cual leemos la Biblia y oramos juntos. Sí, podemos hacerlo si educamos a nuestros hijos para el Señor y no para el mundo, para el cielo y no para el infierno...
    Podemos hacerlo en nuestra asamblea local al asistir fielmente y participando con entusiasmo. George Mallone cuenta de un anciano de una asamblea que declinó una invitación a una cena presidencial en la Casa Blanca, debido a que sus responsabilidades como anciano no le permitían tener la noche libre...
    Podemos poner a Dios en primer lugar en nuestra mayordomía de las cosas materiales. Lo hacemos al adoptar un estilo de vida sencillo y modesto, e invertir todo lo demás en la obra del Señor. Lo hacemos al compartir con los que tienen necesidades espirituales y físicas. En resumen, lo hacemos al invertir lo primero y lo mejor, cuanto más posible, en las cosas de Dios y la eternidad (Mt. 6:19-20, 33)...
    Dios quiere lo primero y lo mejor, y se lo merece. La única pregunta que debemos hacernos es: “¿Recibirá lo que quiere de mí?”
Extraido del capítulo 11 del libro El Manual del Discípulo (traducción corregida)

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La Oración Eficaz

Texto: Santiago 5:16Nuestro texto habla de la oración eficaz. ¿Qué es? Es más que una oración – hay muchas. Es más que una oración sincera o religiosa – también hay muchas. Es eficaz porque viene “del justo”, como dice el texto. Es la oración de uno que anda en comunión con Cristo y con Su Palabra. La vida que vivimos es una parte muy importante de nuestras oraciones. Las palabras “del justo” enfatizan quién es la persona que ora, y cómo vive. Si no es justo, ni vive una vida de justicia, su oración es ineficaz, tan ineficaz como sería tratar de curar un cáncer con una aspirina.
    La oración dirigida por el Espíritu Santo es eficaz. La que se basa en la Palabra de Dios es eficaz. La que es sin doblez y con fe es eficaz. El ejemplo que da a continuación en el texto es el del profeta Elías.
    Abraham puede ser otro ejemplo, porque fue justificado por la fe. Pidió la ayuda de Dios, es decir, le invocó en Bet-el, pero luego se movió sin consultar a Dios. Tomó una gran decisión por su cuenta, y se equivocó. Se fue a Egipto en respuesta a sus circunstancias y se metió en problemas allí. Le vino una serie de problemas que no hubiera tenido al haberse quedado en la tierra donde Dios le había enviado. Dios no le envió a Egipto. Pero Dios, misericordioso, intervino a su favor, a pesar de su torpeza, y le hizo volver hasta que en Génesis 13:3-4 llegó nuevamente a Bet-el, de donde había salido.
    Podemos imaginarnos cómo se sentía Sara en la corte de Faraón, y luego en Génesis 20 en la casa de Abimelec. Su marido, usando la lógica y sin consultar a Dios, le había puesto en esas situaciones. Quizás oraban tanto ella como Abraham, probablemente sin saber cómo salirse de la situación en la que se habían enzarzado. Santiago dice que la oración eficaz del justo puede mucho.
    Dios intervino con plagas en el caso de Faraón, y en el caso de Abimelec con un sueño, para sacar a Sara de malas situaciones. Hoy en día Dios no habla por sueños, ni voces, ni visiones ni nada así. Habla por Su Palabra. En ella nos ha dado todo lo que necesitamos para una vida piadosa. Si obedecemos Su Palabra y oramos conforme a ella, gozaremos de Su guía en nuestras vidas. No actuemos por miedo ni preocupación por nuestras circunstancias, como hizo Abraham (Gn. 20:11). El temor del hombre trae lazo (Pr. 29:25). En todo momento vivamos y acudamos como justos al Señor en oración para que Él guíe nuestras vidas. Que así sea para Su gloria. Amén.
de un estudio dado por Lucas Batalla
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¿CUAL DE LAS TRES?

    En compañía de unos amigos, visitamos Toledo, España. En la catedral, les llamó la atención una tumba en la que sólo había esa lacónica inscripción: "Hic yacet pulvis et nihil".
    Me recordó otro rótulo, aun más breve, en un monumento semejante de la catedral de Worcester, Inglaterra: "Miserimus".
    En cambio, en las catacumbas de Roma (en esas vastas bóvedas subterráneas donde los cristianos primitivos procuraban esconderse de sus fieros perseguidores) hay una hermosa palabra grabada en la pared: "Felicissimus".
    LECTOR AMIGO: si esta misma semana tuvieses que ser sepultado, ¿cuál de esas tres inscripciones latinas representaría más exactamente tu estado?
    ¿LA DE TOLEDO? "Aquí yace polvo y nada" es harta materialista; a no ser que alude únicamente al cadáver, en espera de ser resucitado "espíritu, alma y cuerpo".
    ¿LA DE WORCESTER? "Sumamente miserable" refleja el terrible drama del ser humano fracasado: sin Dios verdadero, ni auténtica esperanza.
    EN CAMBIO, la inscripción en las catacumbas: "Sumamente feliz" refleja un estado óptimo, pero que ya no es muy corriente. ¿Cómo alcanzarlo? ¿Cuál fue el secreto de esos cristianos primitivos?
    Muy sencillo: aunque sentían el gran peso de sus pecados y rebeldías, habían acudido al Único que les podía dar alivio, perdón y felicidad: a Jesúcristo el Señor, tal como aparece en las páginas de la Biblia. Sólo en Él depositaron su fe y alcanzaron una firme y segura esperanza de vida eterna.
    Y no sólo ellos en aquel entonces, sino hoy también muchos hemos hallado gozo, luz y una auténtica razón de ser y de servir en Cristo Jesús.
    Pero ¡cuidado! te hablamos del verdadero Cristo; Él que nos enseña la Biblia, la Palabra de Dios: humilde y lleno de amor para los que sufren en cuerpo y alma; enérgico en denunciar la hipocresía, la injusticia y el mal, bajo cualquier forma. ¡No te confundas con esas caricaturas de Cristo que maneja cierto clero o las sectas de perdición!
    Amigo y amiga, ¿cuál de esas tres inscripciones pondrán sobre tu tumba? ¡Piénsalo! Después de la muerte inevitable está el justo juicio de Dios... ¿Y cómo escaparás si desprecias Su palabra de amor y perdón? Cristo dijo: “Venid a mí, todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (S. Mateo 11:28).

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Las Características De Un Cristiano Inmaduro
II

A. W. Tozer

(viene del número anterior)
 
Improductivo

    Además, un bebé se pasa la vida jugando con naderías. Un bebé es la criatura más improductiva del planeta. Los queremos, pero lo único que hacen es dar trabajo a sus padres. Viven una vida de juego y de superficialidad. Todo lo que hacen debe convertirse en un juego. Un bebé tomará de su biberón un ratito, luego lo tirará al suelo, y luego se reirá muchísimo cuando vea cómo se derrama la leche y la tetina se desmonta sobre la alfombra. Con un bebé, todo debe convertirse en un juego.
    Estoy intentando ser delicado, pero si usted es realista tendrá que decir que la generación moderna de cristianos vive para jugar y trastear con naderías. Tengo un panfleto que anuncia una conferencia bíblica que se celebrará durante un viaje en un transatlántico que se desliza sobre grandes olas. Tendrán de todo lo que les pida el corazón. Contiene fotografías de hermosas palmeras y demás, como las de Florida o California. Será un transatlántico de lujo, con un capellán a bordo que hablará sobre el libro de Romanos, justo antes de la partida matutina de tejo, para darle al viaje un regusto religioso. Según el panfleto, el propósito es fomentar el interés por las misiones. No entiendo qué relación existe entre ambas cosas. Para mí sería más acorde con las misiones invitar a las personas a donar dinero para ellas, en lugar de gastárselo en el crucero.
    Otro grupo anuncia: “Camine hoy donde Jesús caminó ayer”. Me gustó lo que escribió un evangelista: “Sí, pero no con el mismo propósito”.
    Queremos jugar, y no dudamos en anunciar nuestras conferencias bíblicas como parques infantiles religiosos, lo cual demuestra lo carnales o inmaduros que somos. Vivimos una vida de juegos y tonterías. Para que muchos cristianos se interesen en el estudio bíblico o en las misiones, debemos camuflarlas como juegos, para que resulten más atractivas. A un cristiano inmaduro deben convencerle para que estudie la Biblia, y se le debe presentar como una actividad divertida.
   
Proclive a exculparse

    Otra característica de los bebés es que son dados a las rabietas, la inquietud y la actitud peleona. Una madre contaba que su hija es un angelito. Lo dice con buena intención, pero esa chiquitina no es un angelito perfecto. Es un bebé normal; da pataditas y emite sonidos desagradables a pesar de que sólo tiene dos meses. Esta belicosidad y esa inquietud son estrictamente una reacción inmadura, porque generan la tentación de culpar a causas secundarias. Todos los bebés lo hacen, y al final dejan atrás esa fase, cuando crecen.
    Siempre puedo identificar a un cristiano inmaduro, porque culpa de todo a causas externas. Cuando pierde su empleo, echa la culpa a su jefe en lugar de a su propia incompetencia y a su incapacidad para conservar su puesto. Algunas cristianas dicen que si tuvieran un buen marido espiritual serían mejores cristianas. Ya saben que no es así; quieren pensar que sí, porque entonces tendrían menos motivos para quejarse.
    Mientras no haya nada en lo que pensar, usted pensará que es mejor de lo que es. Sin embargo, tenga un esposo refunfuñón que no se afeita los domingos por la mañana y va por ahí vestido con una camiseta, y usted dirá que su problema es él. No, él no es su problema. Podría ser su santificación, si supiera cómo manejarlo. Y si supiera aprovechar la oposición, podría convertirlo en su ayudante.
    Un cristiano inmaduro siempre echa la culpa a causas secundarias. Seguro que no conoce a ningún bebé que acepte su culpa; ésta siempre es de los demás.

Amante de una dieta limitada
   
    Un bebé toma una dieta a base de leche y verduras trituradas. Ésa es la imagen de un bebé. Aún no puede digerir alimentos sólidos. Todo debe estar triturado, para que no perjudique a su delicado aparato digestivo.
    Un cristiano inmaduro señala en su Biblia pasajes breves y tiernos, pasando por alto aquellos otros que desgarran el alma, nos reprenden, nos disciplinan y nos castigan. El cristiano inmaduro no es capaz de digerir “la carne de la Palabra”. Todo debe estar predigerido y administrado en dosis medidas, para no ofender su delicado aparato digestivo. El apóstol Pablo abordó este tema en Hebreos 5:13-14, “Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”.
    Un cristiano inmaduro y un bebé comparten determinadas características: un bebé es una personita egocéntrica afectada por sus sentidos, que se basa en lo externo; que carece de propósito; a quien le encanta jugar, y no tiene un propósito serio en la vida; que vive a base de una dieta sencilla. La naturaleza se cuida muy pronto de un bebé. La naturaleza empieza a alejar al bebé del centro de las cosas, pero como es lógico no del todo; esto forma parte del pecado. El bebé empieza a interesarse por cosas fuera de sí mismo, aprende a ponerse en pie y a desafiar sus sentidos. Aprende a razonar, en vez de funcionar según sus sentidos; aprende a vivir para forjar su carácter, en vez de para obtener cosas externas; aprende a tener un propósito en la vida, aunque sólo sea actor, futbolista o cualquier otra profesión. Tener un propósito: la naturaleza se encarga de eso para la mayoría de nosotros, a medida que maduramos; pero en lo relativo a las cosas espirituales, eso es otro asunto, que tiene que ver con la naturaleza caída.

De lo carnal a lo espiritual

    En las cosas espirituales, ¿qué debemos hacer? ¿Cómo puede un cristiano inmaduro pasar a ser un cristiano espiritual? Con el bebé se trata de un desarrollo natural, pero no sucede lo mismo con el cristiano. No conozco ninguna experiencia que por sí sola transforme al cristiano inmaduro en espiritual. Me gustaría poder decir que sí la hay. Ojalá pudiera decir que conozco sin duda alguna cómo una persona puede venir al Señor, cumplir determinadas condiciones y dejar de ser inmadura, pasando a ser espiritual. Pero la cosa no funciona de esta manera.
    Debemos dejar que el Espíritu nos enseñe, nos discipline, madure, crezca en nosotros y camine a nuestro lado; debemos aprender, mediante el sistema de prueba y error, la oración y el arrepentimiento, los temores y las pruebas del corazón. Además, debemos creer en el poder de Dios para llenarnos de Su Espíritu y empezar a trabajar con el alma, lo cual nos aleja del egocentrismo y nos induce a amar a todo el mundo. Los santos de antaño solían cantar: “dejaré atrás el mundo”. Creían que el cristiano debe orar por el mundo, pero dejar el mundo donde está, siguiendo a Cristo con entrega y negación de uno mismo.
    Además, debe decirle a Dios que espera que Él le enseñe a vivir por encima de sus sentimientos y sus sentidos. Ésta es una disciplina difícil para la vida cristiana.
    Tres jovenes procedentes de un instituto religioso en la zona de Chicago vinieron a verme a mi estudio. Estaban pasando por circunstancias difíciles. Uno tenía un problema porque cuando se ponía de rodillas no sentía ningún deseo de orar. Esto le preocupaba, y pensaban que como yo era un cristiano mayor, nunca había tenido una dificultad semejante.
    Básicamente, les dije que hay momentos en los que me tengo que obligar a orar, y durante un breve tiempo no siento ninguna paz. Sus rostros se iluminaron. Uno de ellos dijo: “¡Oh, vaya alivio! Pensaba que estaba recayendo por tener un problema como ése”.
    Habrá ocasiones en las que no nos sentiremos espirituales, pero debemos superarlas orando. Aquí abajo tendremos luchas, y debemos aprender a no fiarnos de nuestros sentimientos. Cuando usted se levanta por la mañana deseando no haberlo hecho, y por la tarde aún anhela con más ardor no haberse movido de la cama, no permita que ese sentimiento le agobie. Un bebé sí se preocupará, y llamará llorando a su mamá, pero el cristiano maduro dirá: “Bueno, éste no ha sido mi día”.
    Sin duda, Pablo pasó por días en los que las cosas no iban bien. Por lo tanto, mantenemos nuestra fe en Dios y en Cristo, y sabemos que, sin tener en cuenta cómo nos sintamos, todo está bien. Un cristiano espiritual deja de depender de lo externo.
    Los cristianos maduros saben por qué están aquí. Conocen el propósito que Dios puso en sus vidas cuando los creó. A veces me siento confuso en medio de mis circunstancias, y me contradigo a mí mismo. Si no conociera bien la Biblia, si no conociera a Dios y no pudiera apuntar a determinadas señales donde se levantó un montón de piedras en el Jordán porque fue la bendición de Dios, podría perder fácilmente el norte en mi ministerio. Pero no lo pierdo, porque sé que estoy cumpliendo determinados propósitos. Por lo tanto, tengo una meta.
    Los cristianos inmaduros necesitan que su religión sea un juego. Beben un rato, tiran el biberón al suelo, se ríen de nada y se entristecen también por nada, lo cual es inmadurez. Los cristianos espirituales tienen una vida de trabajo; no contemplan el mundo como un parque de atracciones, sino como un campo de batalla.
    ¿Y qué hay de la dieta? Un verdadero cristiano emplea toda la Biblia. A algunos de ustedes les molestará que lo diga, pero si viven de un devocional matutino basado en pasajes que alguien seleccionó, les advierto que es insuficiente. Lea toda la Biblia. Entera. No digo que esos otros libros sean perjudiciales, lo único que digo es que si sólo tiene eso, no ha madurado en su vida cristiana. Lea toda la Biblia, lea cada versículo; que no falte ni uno.
    Un verdadero cristiano debería seguir una dieta equilibrada. Un cristiano espiritual es una persona que ha crecido en Dios, que es madura y crece en el Espíritu. Por lo tanto, pidamos que Dios nos haga cristianos maduros, que crezcamos en gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
A.W. Tozer, del capítulo 8 de su libro FE AUTÉNTICA, Editorial Portavoz

Nota del editor: En este capítulo, siguiendo el texto citado al principio, el autor discursa sobre los cristianos inmaduros, los “niños en Cristo”. Él emplea el término “carnal” claramente en este sentido, no quiere decir personas mundanas ni que practiquen el pecado, sino que son niños espirituales, atrasados en su desarrollo. Cita Hebreos 5:13-14 para aclarar que habla de inmadurez. Por eso hemos sustituido la palabra “carnal” por la palabra “inmaduro” para enfatizar lo que el autor expresa, y para que el lector no piense en la idea equivocada y común hoy en día entre evangélicos del llamado “cristiano carnal” que va totalmente en contra de la enseñanza bíblica, por ejemplo, en Romanos 8:1-14 y Gálatas 5:19-21.

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TRES ENRAMADAS

El belén o nacimiento, y el árbol, en el Vaticano, la plaza de S. Pedro, Roma
“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor” (Mt.g  17:1-6).
    Poquísimas personas han tenido la dicha de esos tres apóstoles. En Génesis 18 Jehová visitó a Abraham y comió con él. Siglos después, enseñó Su gloria a Moisés (Éx. 33:18-34:8). Una vez setenta de los ancianos de Israel, Moisés, Aarón y sus hijos subieron el monte y vieron una manifestación gloriosa del Dios de Israel (Éx. 24:7-11).
    En el Nuevo Testamento, los discípulos Pedro, Jacobo y Juan subieron el monte con el Señor y le vieron transfigurado y glorioso. Aparecieron Moisés y Elías, hablando con Él. Pedro, impresionado sobremanera, sugirió para conmemorar la ocasión: “hagamos aquí tres enramadas”. Pero a Dios no le gustó esa idea. Una nube les cubrió y una voz dijo: “Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd”. Tuvieron gran temor, ¡y con razón! No se hizo ninguna enramada, ni para Moisés, ni para Elías, ni siquiera para Cristo. Dios no lo quería entonces, ni hoy tampoco.

un belen ante el altar en un templo católico


   
la sagrada familia
Pero hoy la gente hace sus enramadas, se llaman “belenes” o “nacimientos”, y ponen imágenes de José, María y Jesús, (la “sagrada familia”), supuestamente para comnemorar algo importante. Es parecido al error de Pedro. En lugar de Moisés y Elías ponen a José y María, los pastores, los magos, los ángeles y otros.



manto del "niño Jesús" en un balcón

    
Aún el apóstol Pedro se equivocó. Pensaba que su idea de enramadas era buena, y los religiosos también creen buenas sus belenes. Pero Dios no mandó eso, ni fue una práctica de los primeros cristianos. Además, Dios prohíbe tajantemente el uso de imágenes. La prohibición divina nunca ha parado a los católico romanos, los ortodoxos ni otros. Ponen belenes en sus templos, delante del altar, y en sus casas, donde encienden velas y rezan a la sagrada familia.  

besando la imagen del "niño Jesús"

     Ponen mantas del "niño Jesús" en los balcones, y en los templos y escuelas católicos los feligreses acuden para inclinarse y besar la imagen del niño Jesús. No saben o les da igual que Dios diga: "No te inclinarás a ellas, ni las honrarás" (Éx. 20:5; Dt. 5:9). Así es la religión del mundo.

      Pero, nuestra pregunta es: ¿qué hacen los terrafines en las casas de los creyentes? ¿Por qué imitar a los del mundo y de las religiones falsas? Hermanos, esa no es una costumbre inofensiva, sino pagana, las costumbres de las naciones, que ofenden a Dios. ¿No has visto en la primera foto que el Vaticano tiene su belen y su árbol de navidad?  Si has puesto esas cosas en tu casa, o en el local de reunión, deberías reconocer tu error y corregirlo. Puede que lo hayas hecho por ignorancia, por tradición familiar o por sentimentalismo. Pero ya no puedes ignorar la verdad de esas enramadas. Nuestro consejo amable a los tales es que se humillen, se arrepientan y quiten eso, porque no es posible agradar a Dios ni honrar a Cristo con enramadas e imágenes. Tengamos gran temor de Dios, y no deshonremos a Su Hijo con esas cosas.

Carlos Tomás Knott
  
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Skipper: Perro Fiel
     Lo siguiente no es un cuento, sino algo verídico que he observado personalmente en muchas ocasiones, durante años. En Los Jiotes, un pueblo de El Salvador, curiosamente entre los que han asistido más fielmente a las reuniones está un perro llamado Skipper. ¡Qué bueno es! No va solamente porque alguien pasa a recogerlo, como algunas personas, sino que a las horas de las reuniones Skipper se va caminando por su cuenta. ¡Y no le he visto llegar tarde, ni salir antes del final!
    Nadie lo visita para recordarle las reuniones e invitarlo a venir. No hace falta, pues a Skipper no se le olvida. Nadie le da la bienvenida cuando asiste, pero él sigue yendo.
    No va porque vayan amigos o familiares, porque a pesar de no estar acompañado, aparece en el culto. No va buscando noviazgo, como algunas personas.
    Tampoco va porque le dan algo de comer después de la reunión, como hacen algunos seres humanos.
Vamos a la reunión. ¡Qué bien!
    Los hermanos de la iglesia usan un bus para salir y recoger a personas para traerlas a las reuniones. Lo curioso es que si se descuidan, Skipper se acerca y sube al bus para ir de paseo y acompañarles en la recogida. Le he visto hacerlo, y también va con ellos después de la reunión. 

     Skipper no puede leer, por supuesto, así que el pobrecito no sabe que la Biblia dice que “los perros estarán fuera”. Ha persistido tanto en ir al local y entrar en la reunión que al final su dueña ha tenido que encadenarlo a un árbol delante de su casa para que no vaya. ¡Es la única manera de impedir que entre a la reunión! Cuando anda suelto está alegre, pero cuando lo encadenan al árbol se pone visiblemente triste, porque quiere ir.
¡Ay! Es la hora de la reunión y no puedo ir.
    No importa qué tiempo hace –llueva, haga calor, haga frío, o haya viento– Skipper va. No importa si lo saludan o no le saludan. No tienen que darlo nada y es verdad que no le dan nada – no va porque alguien lo haya entrenado así como un truco. ¡Va porque quiere! ¿Qué es lo que le hace querer ir al culto? Quizás porque quiere estar con la gente, no sabemos. Es un perrro fiel a las reuniones, a menos que esté amarrado.
    Me gustaría decir lo mismo de muchos seres humanos, amigos nuestros que asisten de vez en cuando, e incluso algunos hermanos en diferentes iglesias que no son tan fieles como Skipper. A éstos hay que visitarles, recordarles el horario, invitarles una y otra vez. Hay que pasar a recoger a algunos porque, aunque bien podrían, no vienen sólo por su cuenta. También hay quienes hay que animar con un premio de algo de comer y beber. Algunos sólo vienen buscando novio o novia. Otros sólo van si la familia o los amigos les acompañan. 
¿Por qué no me dejan ir al culto? ¡Ay de mí!
    Alguien dirá que lo de Skipper es sólo un hábito, un comportamiento que él aprendió como rutina. Pero aunque sea así, él anda mejor que los que no se reunen. Si un perro puede aprender buenas costumbres, ¿por qué tú no? Lucas 4:16 dice acerca del Señor Jesucristo: “en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre”. El Señor tenía la buena costumbre de congregarse en el día señalado. Él, algunos creyentes, y aun Skipper lo hace, sin embargo, hay quienes no llegan ni siquiera al nivel de Skipper.
    Los seres humanos hacemos algo que los perros no – ponemos excusas, y siempre hay buena variedad de ellas. Llueve, hace frío, hace calor, hace viento. Tenemos visita en casa. Estamos cansados, o desanimados. Tenemos mucho que hacer, muchos estudios, o hay un partido de fútbol. No tenemos ropa adecuada, etcétera. Bla-bla-bla.  
    Pero el fiel Skipper no tiene esos problemas. Si no le ponen la cadena, se va solito al culto. Algunas personas dicen que no van porque no entienden lo que se dice en la reunión. Eso no le para a Skipper. La única cosa que le para es una cadena. Prefiere reunirse que estar en otro lugar. ¡Qué ejemplo, y eso que no puede razonar como nosotros!
    Duele decirlo, pero hay amigos y hermanos, sí hermanos, que deberían al menos tomar ejemplo de Skipper, perro fiel. Las reuniones son para nosotros, no para los animales. Si Skipper no va, tiene disculpa, porque lo encadenan a un árbol. Pero tú que faltas en las reuniones, ¿qué excusa tienes? Nadie te amarra para prevenir que vayas y te congregues. 
¡Oh qué alegría, no me amarraron, puedo ir a la reunión!
    Y tú, si vas,  podrás sacar muchísimo más provecho que Skipper. Sabes que en las reuniones se predica el evangelio, enseñan la Palabra de Dios, adoran y alaban al Señor Jesucristo, oran e interceden unos por otros, y disfrutan de la comunión de la familia de Dios. Los primeros cristianos “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hch. 2:42).
    La moraleja que sacamos de Skipper es algo parecido al dicho: “Más hace el que quiere que el que puede”. No es difícil de hacer. Si quieres reunirte, estarás allí a menos que haya un impedimento físico.     
No me dejan ir. Estoy encadenado. ¿Cuál es tu excusa?
   Queridos hermanos, sigamos el ejemplo del Señor Jesús (1 Jn. 2:6) que es el mejor. y también imitemos el ejemplo de los primeros cristianos. Dios nos ha dado un corazón con el que amarle y buscarle, y una mente para entender las Escrituras. Podemos alabarle, aprender Su Palabra, orar y gozarnos de la comunión con otros creyentes. Tenemos mucho más a nuestro favor que Skipper, el perro fiel. Cómo mínimo, a menos que nos encadenen, debemos igualar su ejemplo de asistencia fiel.

Carlos Tomás Knott
"¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?"
(Salmo 42:2)
"Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos"
(Salmo 122:1)

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Muchas gracias a la hermana Paz, de Los Jiotes, El Salvador, 
por permitir las fotos y el artículo acerca de su mascota fiel, Skipper.
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miércoles, 3 de diciembre de 2014

EN ESTO PENSAD -- diciembre 2014

UN MUNDO CRUEL

Cuando Jesucristo nació: “Dios...manifestado en carne”, este mundo no le dio lugar (Lc. 2:7). Su primera cama era un pesebre, en un establo. Juan 1:11 dice: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”. Herodes intentó matarlo. Vino a ser “despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto” (Is. 53:3). Ante el gobernador Pilato la turba hostil gritaba: “¡Fuera, fuera, crucifícale!” (Jn. 19:15). Después, le crucificaron, y le escarnecían aún en la cruz, meneando la cabeza, y le injuriaban (Mt. 27:39, 41).
    Este mundo es culpable de la muerte de Jesucristo, el Hijo de Dios. Roma, el estado, participó, e Israel, la religión, también (1 Co. 2:8). El pueblo dijo: “Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos” (Mt. 27:25).
    Se deshicieron de Él, y ahora, sin haberse arrepentido, sin doblar la rodilla, sin fe, ellos se gozan y se alegran, pero sin amarle a Cristo. Se envían regalos los unos a los otros y disfrutan comidas especiales (véase Ap. 11:10). El nombre de Cristo sólo es la excusa para una fiesta pagana. Éste es el mismo principio que el Señor citó al decir: “adornaís los monumentos de los justos” que anteriormente habían matado (Mt. 23:29-31). ¡Cómo si Caín, después de asesinar a su hermano, hubiera declarado el nacimiento de Abel un día de fiesta! Asimismo, el mundo que rechazó a Cristo ahora pretende celebrar el día de Su supuesto nacimiento – usan y profanan Su Santo Nombre para gratificar sus placeres carnales. “No tomaréis el nombre de Jehová tu Dios en vano” (Éx. 20:7).
    Así son las vanidades de este mundo. Pero “No os engañéis, Dios no puede ser burlado” (Gá. 6:7). Pronto Él tomará venganza por la sangre de Su Hijo. "...cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo" (2 Ts. 1:7-8).

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Ocho Razones De Peso

Por las cuales un cristiano que desea agradar al Señor no debería observar la fiesta de la navidad:

1. Porque ni es mandado, ni enseñado ni practicado en todo el Nuevo Testamento. No forma parte de la "doctrina apostólica". Su origen no es bíblico. Los siervos del Señor deben dar buen ejemplo de ceñirse a lo bíblico, y no enseñar ni practicar cosas del mundo.
 
2. Porque Dios prohíbe el culto a los astros, y el 25 de diciembre era entre los paganos el día del “nacimiento del sol”, y no del Señor Jesús.  (Dt. 4:19-20; 17:2-5; 2 R. 23:5; Ez. 8:16).
 
3. Porque entonces debe guardar también todas las demás festividades introducidas en el oscuro siglo IV por el Papa-Emperador Constantino y por la Roma papal hasta hoy, como “viernes santo”, “corpus Cristi”, “reyes”, “la asunción de María”, etc. (1 R. 12:26-33; 14:16).
 
4. Porque Dios ha ocultado la fecha exacta del nacimiento del Señor, posiblemente para que no demos la gloria a lo carnal (y no debemos añadir a la Escritura): “Y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no le conocemos así” (2 Co. 5:16-17; Pr. 30:6; Ap. 22:18).
 
5. Porque cuando nació el Señor no podía ser diciembre, pues los pastores guardaban el ganado en el monte, cosa que no hacían entre octubre y marzo por el frío y las nevadas (Lc. 2:8).
 
6. Porque debemos manifestar un marcado contraste con el mundo que festeja comiendo y bebiendo el supuesto nacimiento del Redentor en quien no cree y al que no se somete. El creyente debe comer y beber para la gloria de Dios (Jn. 17:14-17; 1 Co. 10:21, 31), y no imitar ni copiar a los del mundo.
 
7. Porque Dios nos exhorta a no guardar “los días, los meses y los tiempos, y los años”. No es nuestra devoción ni obligación el cumplir con un calendario religioso inventado por los hombres (Gá. 4:1-12). ¿Por qué no cristianizar y celebrar también cosas como Halloween? Curioso es que algunos cristianos rechazan Halloween pero celebran Navidad.
 
8. Porque el Señor nos ha dejando un sólo día para observar en memoria de Él: el “día del Señor”, eso es, el primer día de la semana. En ese día le recordamos con los símbolos que Él nos dio, no un árbol ni regalos para nosotros, sino el pan y el vino en la Cena del Señor. Así anunciamos Su muerte, no su natividad, hasta que Él venga (1 Co. 11:23-26; Sal. 118:24; Jn. 20:1, 19, 26; Hch. 20:7; 1 Co. 16:2; Ap. 1:10).
 
“No aprendáis el camino de las naciones...porque las costumbres de los pueblos son vanidad” (Jer. 10:2-3).
 
“Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas; sino más bien reprendedlas” (Ef. 5:11).
autor desconocido
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¿Cuál Es El Propósito De Nuestra Vida?

En 2 Corintios 5:17 Pablo dice: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es..." Si somos nuevas criaturas, parte de una nueva creación, entonces surge la inevitable pregunta: "¿Para qué nos creó Dios?" ¿Estamos aquí para amontonar dinero? ¿Para hacer un nombre para nosotros mismos? ¿Para acumular posesiones materiales? ¿Para tener casas y jardines lujosos? ¿Para beber de la copa del placer? ¿Para ir en pos de lo trivial? ¿Acaso nuestros planes deben terminar en la tumba? ¿Acaso no tenemos un destino más elevado que el de construir un nido en un árbol que está destinado a la destrucción?
    La respuesta, por supuesto, es que estamos aquí para glorificar a Dios y representar al Señor Jesucristo en la guerra. Somos la sal de la tierra y la luz del mundo...somos embajadores de Dios. Todo lo demás es una distracción. Todo lo demás es irrelevante.
                     

           William MacDonald, del Manual del Discípulo

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 SIETE MILAGROS DEL LIBRO
 
Dyson Hague
 
(viene del número anterior)

7. Revela Cristo
    Pero el mayor milagro de la Biblia es Cristo. El es su plenitud, su centro, su gran Tema. Todo trata de El. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo hablan de Jesús; El es el gran hecho consumado de la historia, su principio, su centro y su meta. De este Libro es licito decir: “la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera” (Ap.21:23).
    Mientras haya hombres sobre esta tierra, este Libro, que habla de esta encumbradísima persona–de Jesús, el centro de la expectación del mundo, del Alfa y Omega de todas las profecías, de Jesús, la revelación de Dios, del Redentor, del Señor resucitado, que está por venir y glorificado–, igual que un imán atraerá a sí los corazones de los hombres, y se pugnará por él, vivirá y morirá por él.

Una palabra final
    Piensa en esto, a saber que a la Biblia, este precioso Libro, no se la debe leer uno como se lee cualquier otro libro, ni como algún libro de literatura o ciencias. ¡Eso nunca! Acércate a este Libro con respeto, leelo pidiendo a la vez la ayuda del Espíritu Santo. “Quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es” (Éx. 3:5).
    Otros libros son de la tierra, pero las Escrituras son del Cielo. Piensa y no digas que este Libro tan solo contiene la Palabra de Dios: este Libro es la Palabra de Dios. No lo aprecies por ser un buen libro o un libro mejor, sino que tengas aprecio por él mismo en tu corazón y en tu fe altamente, no como palabra de hombres, sino como aquello, que en verdad lo es, la Palabra de Dios, aun más – la Palabra viva del Dios vivo: sobrenatural en su origen, eterno en su duración, inapreciable en su valor, sin límite en su alcanze, dado de Dios, aun cuando ha sido redactado por hombres, vivificador en su fuerza, infalible en su autoridad, personal en su aplicación, inspirado en su conjunto.
    “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (He. 4:12-13).
    “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 P. 1:19-21).

Dyson Hague (1857-1935)

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 ¿A ESTO LO LLAMAS ÉXITO?

En el año 1923, en Chicago (EE. UU.), en un hotel de lujo, hubo una reunión del grupo de financieros que habían tenido más éxito en todo el mundo. Entre ellos controlaban más dinero en total que el que había en el Ministerio de Hacienda de los Estados Unidos. ¡Sólo podemos imaginar cuánto dinero pasaba por sus manos ! Durante años los periódicos y las revistas publicaron muy a menudo artículos destacando los éxitos de esos seis hombres, imprimiendo sus consejos en cuanto a finanzas para los demás, y también chafardeando en sus vidas privadas. ¿Cómo no?, para saber lo bien que se lo pasaban estos hombres que eran sumamente ricos. De esa manera muchas personas fueron animadas y persuadidas a seguir el ejemplo de "los seis de Chicago". Pero dejaron de seguirles y dar reportajes sobre sus vidas... y por alguna razón se les olvidó contar el resto de la historia de los seis. ¿Sabes por qué? Sigue leyendo y sabrás el resto de la historia de esos seis.

1. CHARLES SCHWAB: el presidente de la más grande de las empresas de acero. El se mantuvo viviendo del crédito los últimos cinco años de su vida, y murió sin ni siquiera un centavo.

2. RICHARD WHITNEY: el presidente de la famosa bolsa de valores de Nueva York ("Wall Street"). El pasó sus postreros años en la cárcel de Sing Sing.

3. ALBERT FALL: miembro del Consejo de Ministros del Presidente de los Estados Unidos. Recibió un indulto para poder salir de la cárcel y morir en su casa.

4. JESSE LIVERMORE: el inversionista más grande y potente en toda la bolsa de valores. Se suicidó.

5. LEON FRASER: el presidente del Banco de Finanzas Internacionales. Se suicidó.

6. IVAR KREUGER: el dueño y gerente del monopolio más grande del mundo. Se suicidó.

    El resto de la historia de sus vidas la prensa no lo publicó como lo había hecho con la primera parte. El final de sus vidas manifiesta que todo su esmero y afán por el dinero y el poder fue un error y un engaño. El final de la vida de "los seis" da la razón a la Biblia, porque ella dice algo respecto al asunto de dinero, que es como una profecía que siempre se cumple:
    "Porque los que quieren enriquecerse, caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición" (1 Timoteo 6:9).
    Y si tú, amigo lector, te involucras en una vida de codicia, materialismo y avaricia, envidiando a los demás y tratando de acumular tesoros para ti, acabarás como estos seis hombres. Por cierto, ellos eran más ricos y poderosos de lo que tú o yo podríamos lograr ser, pero a pesar de todo acabaron sus vidas en ruinas y ellos tenían que morir igual que los demás, e irse al encuentro con Dios, después de haber ignorado las advertencias de su Palabra. ¿Y eso es éxito? "Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?" (S. Marcos 8:36-37).

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 Las Características De Un Cristiano Inmaduro

A. W. Tozer


“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo”.       
1 Corintios 3:1Algunas personas piensan que un cristiano espiritual es una persona bastante trágica, anémica, apocada, suave, amable e inofensiva, que va por ahí con una sonrisa permanente en su rostro, y a la que nada puede provocar una indignación espiritual. No creo que ésta sea la definición bíblica de la espiritualidad. Si así fuera, no podríamos decir que Jesucristo, Juan el Bautista y Juan y Pedro fueron hombres espirituales.
    El cristiano inmaduro ha sido regenerado, pero es inmaduro y espiritualmente imperfecto, con un desarrollo retardado. Es tan posible ser retrasado espiritualmente como lo es padecer de un retraso físico, espiritual y mental, es decir, tener las características de un bebé. Pablo usa la palabra “niño” en 1 Corintios 3:1, lo cual es una descripción anónima, como es la frase “niños en Cristo”.
    Una iglesia de Cristo puede incluir al menos cuatro clases de personas. Tenemos al asistente medio, que viene siempre pero nunca se convierte. Viene y parece disfrutar, tiene amigos entre los cristianos, pero nunca ha pasado de muerte a vida. Ésa es una clase.
    Hay otra, que es la de aquellos formados para ser cristianos pero que no lo son. Parecen cristianos porque han aprendido el lenguaje cristiano y pueden hacer determinadas cosas, dando a todos la impresión de que son cristianos de verdad. Por lo general los vemos a cargo de todas las actividades de la iglesia local.
    Luego están los verdaderos cristianos, pero que son inmaduros. Nunca se han desarrollado para ser cristianos maduros, funcionales. Se encuentran en el mismo punto en que estaban cuando fueron salvos.
    Afortunadamente, también hay cristianos verdaderos que además son espirituales. Lo triste es que en la mayor parte de las iglesias parecen ser una minoría.

Las características de un cristiano inmaduro

    Quiero concentrarme en el cristiano inmaduro. Éste parece formar parte del grupo más grande de la Iglesia contemporánea. Sus miembros arrebatan a la Iglesia el poder y la influencia, contradiciendo la enseñanza clara de la Biblia. Pablo dijo que esas características no eran espirituales, sino inmaduras, y cuando esos rasgos figuran en los cristianos, son personas no espiriutales. La mejor manera de comprender esto es comparar al cristiano inmaduro con las características que tiene un bebé.

Egocéntricos

    Permítame comparar a esos cristianos inmaduros con los bebés. Todo el mundo conoce bien las encantadoras payasadas de los bebés. Personalmente, me encantan los bebés. En nuestro hogar ya hemos tenido unos cuantos pequeñines adorables. Pero lo primero que detectamos en los bebés es su egoísmo.
    El bebé dispone de un pequeño mundo propio, y no tiene ni idea de que existe otro mundo fuera del suyo. Es una personita egocéntrica, y todos los demás – mamá, papá, hermanos y hermanas – giran en torno a ese pequeño sol central. Todos los demás son sólo cuerpos insignificantes para el bebé. Define su mundo con las palabras “yo”, “mío” y otras parecidas.
    Este es el concepto paulino del cristiano inmaduro, alguien que es egocéntrico, que vive una vida cristiana centrada en sí mismo. Está claro que ha nacido de nuevo, pero vive de tal manera que todo gira en torno a él o ella. La única importancia que tienen los demás está en función de las necesidades del bebé.
  
Oreintados hacia los sentimientos


    Otra característica de un bebé es que se ve afectado indebidamente por sus sentimientos. La calidad de vida de un bebé gira en torno a sus sentimientos. El más leve cambio en ellos tendrá una gran repercusión sobre la vida en general. Todo bebé reclama un entorno perfecto, entendiendo como tal, sencillamente, aquel que [sigue] completamente sus sentimientos. Un instante es un muchachito feliz, y al siguiente berrea como si se hubiera acabado su mundo. La evidencia siempre da paso a los sentimientos y a las emociones.
    Normalmente sacamos una conclusión basada en la evidencia, en lugar de dejarnos llevar por los sentimientos. Los cristianos inmaduros tienden a vivir según sus emociones. Primero, deben tener lo que ellos llaman “un buen ambiente” en la iglesia, y entonces sí disfrutan. Si no hay buen ambiente, no lo pasan bien. Si eso sigue igual, buscarán otro lugar donde lo pasen mejor. Son más o menos víctimas y marioinetas de su entorno.
    Un bebé es víctima de su entorno, una víctima voluntaria, porque berrea como un toro cuando algo sale mal. Aunque a un bebé haya dejado de dolerle un dedo, seguirá llorando mucho después de que se le haya olvidado o ya no le duela, porque se ve afectado indebidamente por sus temores; o bien se divierte y se ríe porque sí, sin más motivo.
    Con nuestra nieta Judith descubrí que si apoyaba mi nariz en la suya y balbuceaba, ella también balbuceaba y se reía la mar de divertida, y nos lo pasábamos bien juntos. Me pregunto qué tendrá eso de gracioso. No sé qué tiene de divertido, pero ella lo considera uno de los mejores ejemplos de humor que haya penetrado en su pequeño círculo de interés o de atención durante su año de vida. Ella y yo hacemos ese numerito y nos lo pasamos muy bien. Yo no creo que sea gracioso, pero es divertido ver lo bien que se lo pasa ella.
    Los bebés están abatidos o se ríen a carcajadas sin motivo. Son víctimas de sus sentimientos y de sus sentidos, porque son inmaduros. Éste es también el rasgo distintivo de un cristiano inmaduro. Se anima y se desanima con demasiada facilidad. Llora cuando no hay motivo para ello y ríe cuando no es divertido. Al cabo de un tiempo, un cristiano debería aprender que las cosas no deben ser así.

Dependientes de lo externo
    La tercera característica de un bebé es su propensión a descansar en todo lo externo. Un bebé carece de vida interior. Los psicólogos dicen que los bebés nacen sin mente, que van desarrollando a medida que crecen. No sé si será así, pero sí sé que nacen con capacidad intelectual, aunque sus pequeñas mentes estén vacías. Déle a un bebé un sonajero de colores y se entretendrá durante horas. A medida que se hacen mayores, su capacidad va aumentando, pero aun así no tienen vida interior. Descansan por completo en lo externo.
    Éste es también un rasgo de un cristiano inmaduro. Vive demasiado en la religión visible, y depende de las circunstancias externas. Le gustan las luces de colores y los sonidos curiosos o atractivos, y el aspecto de determinados uniformes o decoraciones; todo lo que alimente su mente infantil llamándola desde fuera, de lo interno a lo externo.
    Podemos estar tan seguros como de que estamos vivos que, en proporción al modo en que nos afecten las circunstancias externas, somos inmaduros. Porque Jesús dijo: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Jn. 4:23) No hay otro modo de que lo externo puede adorar perfectamente al Padre. El cristiano inmaduro no puede adorar sin sonajeros y juguetes religiosos; si no los tiene, se aburre y pierde interés.
    Para un cristiano maduro, cualquier lugar desapacible es propicio para adorar si tiene el corazón en su sitio y el Espíritu habita en él. La adoración y la comunión con Dios pueden ser reales y sinceras, y la tranquilidad ser la misma, porque el cristiano espiritual no depende de lo externo.

Carentes de propósito

    Otra característica de un bebé es su ausencia total de propósito. Un bebé ve una pelota y la quiere. No sabe qué es la pelota o qué hará una vez la consiga; pero quiere esa pelota roja que está justo fuera de su alcance. Aún no ha aprendido a gatear, de modo que debe pedirla llorando, y cuando la obtiene, se decepciona. No quería la pelota con ningún propósito concreto, y una vez la tiene no cumplirá ninguno. Por supuesto, esto es característico de los bebés.
    Aunque son muy dulces –no querría que fuesen de otro modo, porque son lo más encantador del mundo– carecen de propósito en la vida. Pero cuando un niño crece un poco más y empieza a gatear y a decir cosas, comienza a apartar los objetos o a avanzar hacia uno determinado. Cuando llega a la adolescencia, ya habrá elaborado un propósito para su vida.
    De la misma manera que un bebé no tiene propósito, veo que el cristiano inmaduro tampoco lo tiene. Vive para la siguiente lección. Quiere saber dónde estará el buen predicador, y va a escucharle. Quiere enterarse de dónde cantará ese coro tan estupendo, y va, se sienta y halaga su inmadurez escuchando a los mejores cantantes que encuentre. O bien quiere saber dónde se reúne el mayor número de personas, y la multitud le carga las baterías. Aquí no hay propósito alguno; nunca entró y cayó de rodillas para decir: “Dios, ¿para qué he nacido, y por qué he sido redimido? ¿Qué sentido tiene todo?” Su vida carece totalmente de propósito.

continuará d.v. en el número siguiente
A. W. Tozer, capítulo 8 del libro Fe Auténtica, Editorial Portavoz