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viernes, 1 de abril de 2011

EN ESTO PENSAD -- ABRIL 2011

MINIMIZANDO LA SANTIDAD DE DIOS

Siempre que minimizamos la santidad de Dios estamos en peligro de minimizar la pecaminosidad humana, y la combinación de estos dos errores resulta en el empequeñecimiento de la cruz de Cristo. Si queremos predicar el evangelio, debemos tener un Dios santo que aborrece el pecado y que ha hecho algo acerca de ello que a Él le ha costado muchísimo. "Debido a que Dios es santo, y a que también es amor, se provee la expiación", escribió el teólogo Carl F. H. Henry.
    La santidad de Dios significa su completa "separación" de todo lo que sea pecaminoso. Él es diferente de lo que es común; Él está separado de lo que es impuro. Pero la santidad de Dios no es algo estático, como si fuera un bloque de hielo puro. Su santidad es activa y viva, como "un mar de vidrio mezclado con fuego" (Ap. 15:2). Todo lo relacionado con Dios es santo: su sabiduría, su poder, sus juicios y su amor. Si su amor no fuera un amor santo, Él nunca habría enviado a su único Hijo para morir por los pecados del mundo y satisfacer las demandas justas de su propia naturaleza y de su santa ley.
    Quizá esté equivocado, pero tengo la sensación de que muchos cristianos hoy han perdido el solemne y extraordinario sentido de la santidad de Dios. ¿Por qué?
    Primeramente, no enfatizamos la santidad de Dios en nuestras iglesias. A semejanza de la hoguera en un campamento de jóvenes, nuestros cultos de "adoración" son animados y gozosos, pero carecen por completo del énfasis en la santidad divina. Nuestra predicación está centrada en las personas, y con ella se trata de "rascar a la gente donde le pica", en vez de dirigirla hacia el Dios santo, quien merece su adoración y obediencia. Aquellos que tienen sus ojos puestos en la grandeza y la santidad de Dios no se preocupan de dónde les pica.
    La falta de disciplina en las iglesias y de normas elevadas de conducta entre los cristianos indica que no nos tomamos la santidad muy seriamente. En nuestra promoción, tratamos de "vender" la iglesia al mundo por transmitir la idea no bíblica de que el cristianismo es "divertido" y que todo pagano debería unirse al club y empezar a disfrutar de la vida. Una vez escuché a un pastor decir en el período de anuncios: "Procure venir al servicio de la tarde. Lo vamos a pasar muy bien". Pienso en las palabras de Santiago escritas para los creyentes mundanos: "Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza" (Stg. 4:9).
    No puedo imanigarme a Moisés y los ancianos como quienes lo pasaban bien en el Monte Sinaía al contemplar ellos la gloria de Dios, o a Isaías informar que estaba "divertiéndose" en el templo cuando él vio "al Señor...alto y sublime" (Is. 6:1). Nadie distruta más que yo del buen humor y de la risa saludable, pero cuando contemplo mi pecaminosidad y la santidad de Dios, quiero unirme a Job, Isaías, Pedro y Juan, y caer de rodillas en reverencia y santo temor.

Warren W. Wiersbe, de su libro Seamos Santos, Editorial Portavoz, 1998, págs. 137-138

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¿QUÉ SENTIDO TIENE EL VELO?

Cuando las mujeres cristianas llevan un velo adecuado para cubrir su cabeza, es una manera sencilla y divinamente ordenada de expresar visiblemente su actitud interior de sumisión al orden divino de liderazgo o gobierno. Dios, nuestra cabeza, establece al varón como cabeza de la mujer (1 Co. 11:3). De esta manera, las mujeres cubiertas y en silencio (1 Co. 14:34-38; 1 Ti. 2:11-12) expresan su sumisión al liderazgo del varón y también al liderazgo en la asamblea. Así la asamblea demuestra a las huestes angelicales, de manera corporativa, su actitud sumisa a Cristo su Cabeza (1 Co. 11:10; Ef. 3:10). Ellos observan el orden y proceder, no el corazón. Es obvia la contradicción de algunas mujeres que profesan ser creyentes, cuando aparecen en la congregación llevando un velo pero vestidas de ropa masculina (pantalones), o en algunos casos, con velo pero vestidas de manera indecente y provocativa. Otra contradicción es cuando mujeres que profesan ser cristianas no cubren su cabeza, cuando deben saber mejor porque han sido enseñadas, y en algunos casos lo hacen cuando sus propios maridos ministran la Palabra.
extracto traducido de un folleto escrito por Curtis Thigpen

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 CONSEJOS PARA JÓVENES
 
“Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios” (Ecl. 11:9).
“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud” (Ecl. 12:1).

Salomón anima a los jóvenes a acordarse de Dios y a regocijarse en Él. Pero al mismo tiempo da una advertencia solemne acerca del día de juicio, cuando rendirán cuentas a Dios. Avanzamos en años y los problemas también avanzan, y muchas veces endurecen los corazones. El pecado tiene consecuencias temporales y permanentes. Con las consecuencias permanentes, no las puede deshacer ninguna cantidad de arrepentimiento, reforma o restauración. Pide consejo y oración de los que Dios ha puesto para cuidar y guiarte, y sé sabio en tus decisiones y compromisos en la vida.
adaptado del calendario devocional “Choice Gleanings”, 2011
 
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INTERCEDER ES AYUDAR
 
   “Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios” (Ro. 15:30).
Pablo aunque era apóstol por la gracia de Dios necesitaba las oraciones de los hermanos. Contaba con la ayuda de ellos. Humildemente pedía sus oraciones: “os ruego, hermanos”.  Esto sí se puede pedir. La intercesión en oración es una actividad importante de la iglesia y de los creyentes individuales. El que pudiendo, no viene a orar con los hermanos, dudo de que ore por ellos en su casa. Muchos no dan importancia a la oración, quizás porque no ven un beneficio inmediato para sí en ella. Pero Pablo sabía lo importante que era y cuánto lo necesitaba. Consideraba que los que oraban por él le ayudaban. ¿Cuánto ayudamos a nuestros hermanos con la oración? Sólo Dios sabe, pero está claro que no interceder es negar ayuda que podríamos dar.
    En Lucas 22:32 el Señor dice a Pedro: “yo he rogado por ti”. Esto habla del ministerio de la intercesión. Es importante orar por nuestros propios asuntos, pero también debemos orar por los demás. ¡Qué bueno llevar al día las oraciones e intercesiones!

extracto de un estudio dado por Lucas Batalla, el 15 de abril, 2010

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 LAS MANCHAS DE 
LA HISTORIA HUMANA

El libro de la historia humana está lleno de manchas terribles. Es un registro de fracasos continuos de principio a fin. Entre las delicias de Edén, el hombre escuchó la mentira del tentador (Gn. 3); cuando Dios en su amor lo preservó del juicio, y lo llevó a una tierra restaurada, se hizo culpable del pecado de intemperancia (Gn. 9); cuando iba guiado por el brazo extendido de Jehová a la tierra de Canaán, "dejaron a Jehová, y adoraron a Baal y Astarot" (Jue. 2:13); cuando fue elevado a la cumbre de la gloria y el poder humanos, con riquezas incontables a sus pies, y con todos los recursos del mundo a su disposición, entregó su corazón a extranjeos incircuncisos (1 R. 11). Tan pronto como las bendiciones del evangelio fueron promulgadas, fue necesario que el Espíritu Santo advirtiera acerca de "lobos rapaces", "apostasía", y toda clase de fracasos...Lo que nos confirma que el hombre lo pervierte todo.

C. H. Mackintosh, Notes on Leviticus ("Apuntes sobre Levítico"),
Neptune, NJ, Loizeaux, 1948, págs 175-176
 
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//¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
¡El vive, Él vive! No está aquí.//
No está aquí, no está aquí, sino que ha resucitado.
¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
¡Él vive! ¡Él vive! ¡No está aquí!
 
 "Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.  Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras...
Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho".
1 Corintios 15:1-3, 12-20     

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SEAMOS ADORADORES

 por William MacDonald

Esa es la razón de nuestra existencia; fuimos hechos para adorar a Dios. El Padre busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad. Esto significa que la adoración no consiste en cumplir ciertos rituales y recitar oraciones ya preparadas de antemano. Es algo que más bien se hace en el espíritu, es decir, inspirados por el Espíritu y fortalecidos por el Espíritu. Debe hacerse también en verdad, es decir, debe ser algo sincero y del corazón.
    La adoración es dirigirse al Señor, y presentarle la alabanza por Su persona y Su obra. Es atribuirle dignidad ("digno eres") por quien es y por lo que ha hecho. Puede incluir oraciones de acción de gracias. Es una expresión de amor al Dios Trino. En la verdadera adoración, el yo está ausente, excepto cuando expresamos la maravilla de que Él nos cuida.
    El supremo acto de adoración en el Nuevo Testamento es la presentación de nuestros cuerpos al Señor como un sacrificio vivo, santo y agradable a Él (Ro. 12:1-2). El cuerpo aquí representa el espíritu, el alma y el cuerpo (todo lo que somos como personas).
    Predicar no es adorar. Puede inspirar adoración en los corazones de quienes escuchan, pero predicar o dar una exhortación es dirigirse a una audiencia humana, la congregación, no es adorar al Señor.
    Dar un testimonio tampoco es adorar, aunque puede estimularnos a hacerlo. Es contar cosas a los hombres. La adoración consiste en diririrse a Dios directamente.
    En la Biblia, la adoración se dirige al Padre y al Hijo, pero por alguna razón que no se nos da, nunca se dirige al Espíritu Santo.
    Los críticos de la Biblia pueden pensar que es egoísta por parte de Dios el querer que se le adore. Ellos no entienden. Es para nuestro bien, nes el de Dios. Nosotros nos hacemos sejemantes a aquello que adoramos.
    "Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor" (2 Co. 3:18).

¿Cómo Podemos Estimular La Adoración?
    Los Salmos proveen mucho material para la adoración. Los atributos de Dios son un tema favorito, así como el cuidado del Señor a lo largo de la historia y la profecía. El comtemplar el regalo de Dios en su Hijo, como lo ilustra el sacrificio de Isaac por parte de Abraham, eleva nuestros corazones en alabanzas. La vida del Salvador y su obra son una fuente inagotable para la adoración: su encarnación, su vida perfecta aquí, su sacrificio expiatorio, su resurrección, su ascensión y su ministerio actual a la diestra de Dios, su venida y las bendiciones que nos han sido derramadas a través de Él.
    David y los otros escritores de los Salmos eran adoradores. Ellos tenía grandes pensamientos sobre Dios. Las maravillas de su creación les llevaba a componer preciosas canciones. Cuando consideraban Su grandeza, bondad y gracia, sus mentes luchaban para poder abarcarlo todo. Ellos pensaban en Él como el Sustentador y el Controlador, y quedaban confundidos.
    El escritur de los últimos Salmos estaba tan abrumado que invitó a toda la creación, animada e inanimada, a elevar alabanzas al Señor. Toda la gente, grande y pequeña, ancianos y jóvenes, reyes y príncipes, sí, todos los ángeles, juntamente con las bestias, las aves y las criaturas que se arrastran, debían formar un coro universal. Én enlista el acompañamiento de todo tipo de instrumentos (arpas, trompetas, cornetas, timbales, címbalos y órganos). Su tema es tan asombroso que llama al sol, la luna y las estrellas para que se unan al himno. Los cielos, la tierra, el mar, las colinas, las montañas y todas las aguas no deben permanecer en silencio. El fuego, el granizo, la nieve y los vientos tempestuosos tienen su parte. El tema queta el aliento de tal forma que el Señor es digno de la adoración más sublime.
    Sin embargo, estos salmistas no tenía una Biblia. Ellos no sabía cómo el Hijo de Dios descendería al planeta Tierra y nacería en un establo, siendo su cuna un pesebre del cual comían los animales. Ellos no sabían que los sabios verían a su Dios "restringido al tiempo e imcomprensiblemente hecho Hombre". Tampoco sabían que en aquel establo estaría Aquel que "creó las estrellas del cielo". Estaba escondida de sus ojos la verdad que el bebé en aquel establo sería "la Palabra Eterna, que por el poder de su hablar hizo emerger los mundos de la nada, que los pequeños bracitos de este bebé indefenso eran las manos de Aquel que estableció los cimientos del universo".
    Ellos no sabían que el Arquitecto y Hacedor del universo un día usaría la túnica de un Carpintero en un lugar llamado Nazaret.
    O que Él "andaría como un extraño en el mundo que sus manos habían formado". Se habrían atragantado al pensar que Dios no tenía dónde recostar su cabeza, o que a veces dormiría bajo las estrellas mientras sus seguidores se iban a sus hogares.
    ¿Acaso se daban cuenta que Dios en realidad vendría a la tierra y sanaría a los enfermos, les daría vista a los cielgo, restauraría a los paralíticos, echaría fuera a domonios y resucitaría a los muertos? ¿O que a pesar de toda su bondad, sería insultado, ridiculizado y expulsado de la ciudad?
    Hubiera sido increíble para ellos que Él, el juez de todos, fuera traicionado por uno de los suyos, arrestado y llevado a juicio. Las autoridades civiles lo encontrarían inocente, pero aún así sería azotado hasta que su espalda pareciera un campo arado y yo no se le pudiera reconocer como hombre.
    Los salmistas no conocían con gran detalle lo que nosotros sabemos hoy en día. En un lugar llamado Calvario, los hombres clavaron a su Dios en una cruz de madera.
    Era algo inimaginable para estos poetas del Antiguo Testamento. Habrían sacudido sus cagezas al pensar que el brillo de la gloria de Dios, la imagen de su persona, el Creador y Sustentador del universo, estaría en una cruz purgando los pecados de los hombres (He. 1:1-3). Débiles criaturas tomarían a Aquel que es sublime y exaltado en gloria y lo colocarían sobre un poste vergonzoso. Los cielos de los cielos no lo pueden contener, y sin embargo fue retenido por los clavos. El Inmortal estaba muriendo.
    Imagínese la armonía celestial que el coro del salmista, compuesto de una muchedumbre de redimidos, habría elevado si tuvieran las palabras de Charles Wesley:

 
"¡Asombroso amor! ¿Cómo puede ser
que Tú, mi Dios, murieras por mí?"

O el himno de Isaac Watts que dice:
"Prohíbe Señor que me gloríe,
Excepto en la muerte de Cristo mi Dios".

    Ellos veían a través de un cristal oscuro. En algunos momentos tenían algún pantallazo de lo que sucedería, pero no se les permitió tener una completa revelación. La conclusión es ésta: si ellos, con el conocimiento limitado que tenían, pudieron elevar dichos torrentes de alabanza, adoración y gratitud al Señor, ¿cuánto más deberíamos hacerlo nosotros que sabemos del Calvario y de Aquel que murió allí para que lo exaltemos?
    Una vez que asimilamos la verdad de lo que nuestro Dios ha hecho por nosotros, del sacrificio que hizo para salvarnos, seremos adoradores espontáneos. Nadie tendrá que persuadirnos o adularnos para que alabemos al Señor. Nuestras lenguas serán la pluma de un escritor ligero. Nuestras vidas serán un salmo interminable de alabanzas a Él. En las palabras de Charles Wesley nuevamente: "disolveremos nuestros corazones en gratitud y derritiremos nuestros ojos en lágrimas". Estaremos "perdidos en las maravillas, el amor y la alabanza", y "sumergidos en la misteriosa profundidad del amor". Así como el salmista, invocaremos a que toda la creación se nos una para cantar las excelencias de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.
    Para mí, no hay nada que me convierta más en un adorador que el hecho de que el que murió por mí en la cruz del Calvario es mi Creador y el Sustentador del universo. Como preparación para la Cena del Señor, me gusta pasar un tiempo con la Biblia y el himnario el sábado por la noche. Muchos de los antiguos himnos expresan las maravillas del Calvario mejor que lo que yo podría hacer, y proveen mucho material para la adoración.
    La evangelización y el servicio, por lo tanto, se convierten en una consecuencia de la adoración.


traducción corregida y adaptada de su libro Manuel del Discípulo, págs. 221-224
 

1 comentario:

Noemi dijo...

Reciban muchas bendiciones, les saludo desde El Salvador Centroamérica, les invito a mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
mi testimonio para la gloria de Dios.