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sábado, 2 de julio de 2011

EN ESTO PENSAD -- JULIO 2011

El Hades Y El Infierno

William MacDonald


Hay una diferencia entre el Hades y el infierno. Las palabras en el idioma original del Nuevo Testamento son distintas y tienen sentidos distintos. No pueden ser empleadas intercambiablemente. El Hades es temporal, mientras que el infierno es eterno. “Hades” es la misma palabra que seol en el Antiguo Testamento, pero “infierno” es lo mismo que Gehena y el lago de fuego. El Hades ha sido comparado a una cárcel municipal donde los presos son guardados hasta el juicio. Es un lugar de detención temporal. El infierno es como el centro penitenciario donde se lleva a cabo la sentencia judicial.
El Hades
Primero, consideremos el Hades. A veces parece referirse a un lugar de sufrimiento, a veces a la tumba, y a veces al estado incorpóreo. Si es un lugar, no hay nada que indique dónde está. El trato más completo del Hades está en Lucas 16:19-31 donde leemos que un rico incrédulo abrió sus ojos en el Hades. Obviamente su cuerpo estaba en el sepulcro, y su alma estaba en el Hades. Sin embargo, en esta condición consciente, tenía inteligencia, memoria y podía ver el otro lado de una gran sima y ver el cielo o el paraíso. Estaba sufriendo tormento del calor y de la sed. Tenía celo evangelístico porque deseaba que alguien testificara a sus cinco hermanos para que ellos no fuesen a aquel lugar de tormento. Aquí se dice específicamente que el Hades es un lugar de tormento. No hay escapatoria de él.
Pero en Hechos 2:27, no es tanto un lugar como un estado o condición. Pedro cita el Salmo 16:10 y lo refiere a la resurrección de Cristo.
“Porque no dejarás mi alma en el Hades, Ni permitirás que tu Santo vea corrupción”. 
Aquí el Hades no puede ser un lugar porque cuando el Señor Jesucristo murió, Su espíritu y alma fueron al paraíso (Lc. 23:43), que es lo mismo que el tercer cielo (2 Co. 12:2; compare el v. 4), que es la morada de Dios. Pero podría referirse al estado incorpóreo. Dios no permitió que Su alma quedara en esta condición, ni permitió que Su Santo, esto es, el cuerpo del Salvador, viera corrupción. La expresión: “su Santo”, debe referirse al cuerpo porque es la única parte del hombre que se corrompe cuando muere. Pedro anunció con denuedo que el alma del Señor no fue dejada en el Hades (Hch. 2:31). Al tercer día Su espíritu y alma fueron reunidos con Su cuerpo glorificado.
Otro pasaje que retrata el Hades como el estado incorpóreo es Apocalipsis 20:13-14.“Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Ésta es la muerte segunda”. 
La escena es el juicio final de los malos. El Señor Jesucristo es el Juez, el que tiene las llaves de la muerte y el Hades (Ap. 1:18). La muerte aquí se refiere a sus cuerpos, y el Hades se refiere a sus espíritus y almas. Los espíritus y las almas de todos los incrédulos son reunidos con sus cuerpos en el Juicio del Gran Trono Blanco, y las personas enteras son lanzadas al lago de fuego.
Otro pasaje en la que el Hades podría referirse al estado incorpóreo es 1 Corintios 15:55, aunque en la Reina Valera se traduce “sepulcro”. Unos manuscritos griegos ponen “thanatos” (muerte) y en otros la palabra griega es: “hades”, así que sepulcro es una traducción de una de estas dos palabras. “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro [hades], tu victoria?”
El texto parece un cántico de mofa que cantarán los creyentes en la venida de Cristo. Al subir sus cuerpos de la tumba, ellos recordarán a la Muerte que, sí, los tuvo por un tiempo, pero no podía retenerlos más. Y aunque el Hades retuvo sus espíritus y almas separados de sus cuerpos, su victoria fue fugaz.
En Apocalipsis 6:8, se nos presenta un jinete montando un caballo amarillo llamado Muerte, y el Hades le seguía. El resto del versículo explica que a la Muerte y al Hades fue dado poder para matar la cuarta parte de la población de la tierra. Aquí nuevamente la Muerte y el Hades parecen representar figuradamente la separación del alma y el espíritu del cuerpo, lo cual es la muerte.
A veces la palabra Hades es una metáfora para representar las profundidades de la humillación. Por ejemplo, la cuidad de Capernaum fue alzada al cielo en privilegio. Pero no apreció la presencia del Hijo de Dios, así que se le dijo que sería humillada hasta el Hades en vergüenza y destrucción (Mt. 11:23; Lc. 10:15).
La única otra referencia al Hades está en Mateo 16:18, donde Jesucristo garantizó que las puertas del Hades no prevalecerán contra la Iglesia que Él establece. Ningún ataque contra la Iglesia tendrá éxito final, mientras que se asegura la victoria de la Iglesia contra el Hades.

El Infierno
De las doce veces que aparece la palabra “infierno” en el Nuevo Testamento en la versión Reina Valera, once salen de los labios del Señor Jesús, el más compasivo de todas las personas. Después es nombrado por Santiago, el medio-hermano del Señor.
¿Qué podemos saber acerca de este terrible lugar? No fue preparado para el hombre, sino para el diablo y sus ángeles (Mt. 25:41). Dios no escoge este juicio para ninguna persona; al rehusar la gracia de Dios, la gente escoge para sí el infierno. Es un lugar donde hay lloro, llanto y crujir de dientes (Mt. 8:12; 22:13; 24:51; 25:30; Lc. 13:28). Se dice de los habitantes del infierno que su gusano (tormento) no muere (no cesa) y el fuego no se apaga (Mr. 9:46). El humo de su tormento asciende por los siglos de los siglos (Ap. 14:11).
El Señor Jesús repetidamente enfatizaba que es mejor entrar en la vida faltando parte del cuerpo que ser echado al infierno con el cuerpo entero (Mt. 5:29-30; 18:9; Mr. 9:43, 45, 47). Por supuesto que esto no significa que habrá mancos en el cielo. Significa que es mejor ejercer disciplina rígida sobre los apetitos del cuerpo en esta vida que mimar el cuerpo y sus pasiones y ser condenado eternamente.
Los creyentes no deben temer a los que pueden destruir el cuerpo, sino a Aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno (Mt. 10:28; Lc. 12:5).
Cualquiera que mnifiesta un odio albergado hacia su hermano, llamándolo necio, está en peligro del fuego de infierno (Mt. 5:22). El ser mal hablado es como un infierno en su carácter (Stg. 3:6). Los pecados de los fariseos los hacían aptos para el infierno (Mt. 23:15, 33).

Tártaros
La palabra griega “tártaros”, traducida “infierno” a veces en 2 Pedro 2:4, parece tener un sentido especial para los ángeles caídos que pecaron. En Tártarus ellos son entregados a cadenas de oscuridad y reservados para el juicio.

El Purgatorio
Según la iglesia católica romana, “el purgatorio” es un estado o lugar de castigo después de la muerte, donde la persona que muere en la gracia de Dios puede expiar el “castigo temporal” que merecen sus pecados y así limpiarse para ganar entrada al cielo. Los fuegos del purgatorio deben tener un efecto purificador sobre el alma. También alegan que el tiempo en el purgatorio puede ser abreviado por las oraciones de los vivos y las misas celebradas por los difuntos. La Biblia jamás menciona un estado o lugar como el purgatorio. La palabra nunca aparece en la Biblia y la enseñanza es totalmente contraria a la verdad de plena salvación por la gracia por medio de la fe en nuestro Señor Jesucristo.
William MacDonald, de su libro: Here’s The Difference (“¿Cuál Es La Diferencia?”), capítulos de la 2º versión en inglés que no están en  español. Traducido por Carlos Tomás Knott
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"Sólo un a vida, pronto pasará,
Sólo lo hecho para Cristo durará".
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¿A QUIÉN HONRAMOS?

"Honrar" significa asignar un precio o valor, esto es, valorar o estimar, primero en la actitud y luego en los hechos. Consideremos unos ejemplos:
El Padre honra a Cristo.  Jn. 8:49
El Padre honrará a los que sirven a Cristo.  Jn. 12:26
Todos deben honrar al Hijo como al Padre.  Jn. 5:23
Los hijos deben honrar a sus padres con actitudes y hechos de obediencia.  Mt 15:4; 19:19; Mr. 7:10; 10:19; Lc. 18:20; Ef. 6:1-3
Los creyentes debemos honrar al rey y a todos los hombres.  1 P. 2:17
El matrimonio debe ser honroso en todos. He. 13:4
Los creyentes deben honrar a las viudas, cuidándolas. 1 Ti. 5:3
Los maridos deben honrar a sus esposas. 1 Ts. 4:4; 1 P. 3:7
Los ancianos de la iglesia, y los que "gobiernan bien", que reciban doble honor. 1 Ti. 5:17 
Los siervos (o empleados) cristianos deben honrar a sus amos (o jefes).  1 Ti. 6:1

Muchos practican el error de la mera profesión externa de honrar a Dios . Mt. 15:8; Mr. 7:6. Es fácil cantar cosas bonitas al Señor el domingo y decir altilocuencias, pero¿qué de la actitud y los hechos el resto de la semana? En la familia, hay hijos que sólo honran a sus padres el día de la madre o del padre, pero no diariamente en su actitud ni con sus hechos. Algunos maridos honran a su esposa sólo con la boca delante de otros, para dar una apariencia. Lo mismo suele pasar respecto a las viudas, los ancianos, los amos, el matrimonio, etc. Honrar comienza en el corazón. ¿Realmente honramos de corazón, con la actitud y el trato, o sólo de boca? Hermanos, Dios ama la verdád en lo íntimo, y Él no puede ser burlado.
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EL ÚNICO LIBRO PARA VIDA ETERNA


Durante un fuerte temporal, un barco alemán zozobró cerca de la costa española del Golfo de Vizcaya. Dias más tarde fueron hallados unos restos del barco hundido y ropas de marineros. En una chaqueta se halló un Nuevo Testamento, en el que estaba escrito: “Marcus Rottmann, Kolkwiese, 12, Hamburgo. Leído por primera vez por la súplica de mi hermana Lotte. Leído por segunda vez por el temor del juicio de Dios. Leído la tercera y todas las demás veces por amor a mi Salvador Jesucristo”.
Amigo, hay muchos libros y muchas filosofías que pretenden explicar el propósito de nuestra existencia y cómo debemos vivir. Pero fíjate en esto sólo hay un libro para vida eterna. Es la Sagrada Biblia. No es un libro escrito por hombres en el sentido de ser ellos los autores, sino el único libro que Dios comunicó y guió a los hombres a escribir conforme a Su voluntad para comunicar sólo y exactamente lo que Él quiere decirnos. En este libro no hay filosofías, es decir, teorías, sino verdades para ahora y para más allá de la muerte.
En el Evangelio según S. Juan, 8:12, dice:
“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
Y en S. Juan 5:24 leemos:
“El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida”.
Y hay muchísimo más. Lo triste es que muchos tienen una Biblia o saben dónde encontrar una, pero no se toman la molestia de leerla, y sin embargo expresan sus opiniones sobre ella, ciertamente opiniones ignorantes aunque quizás bien intencionadas. Se dice que en España hay dos libros que casi todos tienen en sus casas pero casi nadie lee: El Quijote, y La Biblia. Siendo que en la Biblia hay promesas y consejos para la vida eterna, ¿por qué no decides hoy que la vas a leer? No te dejes guiar por lo que otros (tal vez también ignorantes) opinan sobre ella, sino leela por tu cuenta y luego decide. Podrías empezar leyendo en el mismo Evangelio según S. Juan. O atrévete a leer, como en marinero Marcus Rottmann, todo el Nuevo Testamento desde el principio hasta el final. No te va a hacer ningún daño, al contrario, encontrarás por qué decimos que es el único libro para vida eterna. ¡Anímate a hacerlo y comienza hoy, y que Dios te bendiga!

NO SOMOS LLAMADOS ni Testigos de Jehová, ni Mormones, ni Adventistas, ni otros. Somos cristianos según la Palabra de Dios, que amamos y confiamos en el Señor Jesucristo.
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LOS ORÍGENES OCULTISTAS 
DE LOS CUATRO TEMPERAMENTOS

Una investigación breve de la historia de los cuatro temperamentos es todo lo que se requiere para descubrir que sus orígenes yacen en mitos antiguos y prácticas del ocultismo. Desde los tiempos antiguos hasta la edad media, los médicos y los filósofos emplearon su comprensión de los cuatro “humores” (líquidos del cuerpo humano), los cuatro temperamentos y los signos del zodíaco para tratar las enfermedades y para comprender las diferencias entre las personas.
Los cuatro elementos básicos de la cosmología griega son fundamentales para la teoría de los cuatro temperamentos de la personalidad humana. Empédocles (495-425 a.C.), un filósofo griego, enseñaba que había cuatro elementos básicos en el universo: fuego, aire, tierra y agua. Cada uno de ellos tenía cualidades específicas que medían su nivel de calor, frío, sequedad y humedad. El fuego era caliente y seco; el aire era caliente y húmedo, la tierra era fría y seca y el agua era fría y húmeda.1 Debido a la mezcla de cosmología con mitología, cada elemento también tenía su dios o diosa correspondiente. Escribiendo acerca de los cuatro elementos, Empédocles dijo: “Por lo tanto, primero déjame informarte acerca de todo lo que hay en esas cuatro raíces: Zeus el resplandeciente; Hera, la que trae vida, Aïdoneus, y Nestis quien en sus lágrimas está derramando para el hombre una fuente de vida”.2
Zeus es el fuego, Hera es el aire, Aïdoneus es la tierra y Nestis es el agua. Los cuatro elementos básicos y sus cualidades también formaban parte de la astrología griega primitiva.3
Más tarde, Hipócrates (460-336 a.C.) amplió la teoría de Empedocles acerca de cuatro elementos, y enseñaba que había cuatro líquidos (o humores) del cuerpo que corresponden a los cuatro elementos: sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema. Según su teoría, la salud dependía del equilibrio de esos humores en el cuerpo y las enfermedades procedían de un desequilibro entre los mismos.4 Hipócrates también enseñaba que existía una relación entre los líquidos del cuerpo y las estaciones del año, junto con variaciones de cada líquido correspondiente a las diferencias entre las estaciones. Por ejemplo, alegaba que se observaba un aumento en flema durante el invierno y que su temporada baja era el verano (¿Tal vez una teoría primitiva acerca del resfriado común?).
Hipócrates creía que la gente tenía proporciones diferentes de los humores y que un humor era más o menos dominante. Así que en su esquema de las relaciones entre los elementos y sus cualidades, los líquidos (humores) y las estaciones estarían organizados así:

Elemento Cualidades                 Humor              Tipo Estación
Aire                Caliente/Húmedo     Sangre              Sanguinario Primavera
Fuego Caliente/Seco            Bilis Amarilla   Colérico Verano
Tierra Fría/Seca                   Bilis Negra        Melancólico Otoño
Agua Fría/Húmeda              Flema                Flemático Invierno

Generalmente es a Hipócrates a quien se le atribuye la teoría humoral-temperamental de la personalidad, debido a que él conectó los tipos con los estados mentales y físicos. Por ejemplo, la sangre, siendo caliente y húmeda, daba el color rosado a la cara y proporcionaba un temperamento alegre (sanguinario).  En cambio, la flema, siendo fría y húmeda, producía en la piel un aspecto pálido, sin color, como agua, y un temperamento blandengue o perezoso. Pero Hipócrates se dedicó principalmente a la relación entre los humores y las enfermedades. Y aunque  desarrolló el concepto original de una correspondencia entre los líquidos del cuerpo y los cuatro elementos y veía relación entre los humores y el temperamento, no desarrolló plenamente la teoría de los temperamentos de personalidad.
Otras personas continuaban usando esa teoría como base y edificando sobre las tesis originales de Hipócrates. Por ejemplo, Platón (427-347 a.C.), quien había estudiado bajo Sócrates, contendía que el estar fuera de sí resultaba de contacto de los humores malos con el alma mortal del hombre.6 Platón enseñaba que las cualidades de los elementos y la constitución de los humores tenía una relación directa con el comportamiento. Alegaba que: “La verdad es que la intemperancia del amor es una enfermedad del alma que es debida principalmente a la humedad y la viscosidad que es producida en uno de los elementos por la poca consistencia de los huesos”.7
Platón continuaba así en su diálogo erróneo, argumentando que el mal comportamiento era debido al menos en parte a la condición del cuerpo: “Porque ningún hombre es malo voluntariamente; sino que los malos llegan a ser así debido a una disposición mala del cuerpo, y la mala educación; cosas que son desagradables pero que acontecen a cada hombre en contra de su propia voluntad”.8
A continuación Platón explicaba cómo acontecía eso: “Porque donde el ácido y salado flema y otros humores amargos y bilosos vagan en el cuerpo sin encontrar salida ni escape, sino que están encerrados allí y mezclan sus propios vapores con la moción del alma, y son mezclados...siendo llevados a los tres lugares del alma...ellos ocasionan una variedad infinita de mal humor, estado melancólico, imprudencia y cobardía, el ser olvidadizo y los estados de estupor”.9
Aristóteles (384-322 a.C.),  alumno de Platón, creía que la forma del cuerpo reflejaba también las actividades del alma. Él se interesaba por cómo los humores estaban involucrados en la formación del cuerpo y de la mente. Asociaba la sangre caliente y espesa con fuerza y la sangre fría y menos espesa con inteligencia.10
Aristóteles también escribía extensamente sobre la relación entre la bilis negra y un temperamento melancólico.11 Debido a que estaba muy convencido de la teoría humoral de Hipócrates, Aristóteles concluía que los males mentales y emocionales tenían un origen físico.12
Claudio Galen de Pérgamo (130-200 d.C.) fue el médico que avanzó en la teoría de Hipócrates y las difundió en el mundo romano. Él edificaba sobre las teorías originales de Hipócrates y escribía más extensamente sobre la relación entre los humores y los temperamentos. Buscaba explicar las diferencias de emociones y conducta entre las personas y desarrollar tratamientos adecuados para los distintos temperamentos.13 De hecho, algunas de sus descripciones de características fisiológicas y su relación con la personalidad eran bastante detalladas. Supuestamente, todo podía ser explicado mediante un equilibrio entre los humores y las cualidades de calor, frío, sequedad y humedad. Por ejemplo, Galen escribió así:
“Los que son más calurosos también son más peludos e irascibles... Si sus muslos manifiestan pelo denso entonces son muy lujuriosos... Pero si alguien tiene mucho pelo sobre su pecho, no es que su cuerpo sea necesariamente más caluroso, porque la mayor parte de su calor está en su corazón y por eso él es más apasionado... Pero si su piel es lampiña, lisa y blanca, entonces viene a ser cobarde, tímido y pasivo”.14
Galen combinó las cualidades elementales y los humores corporales con características más específicas de la personalidad. Brevemente, su esquema parecería así:
Elemento        Cualidad                    Humor              Tipo Rasgos
Aire                   Caliente/Húmedo  Sangre              Sanguinario Alegre, caluroso
Fuego               Caliente/Seco          Bilis amarilla   Colérico Enojado
Tierra              Fría/Seca                   Bilis Negra       Melancólico Melancólico, triste
Agua                Fría/Húmeda            Flema                Flemático Plácido, perezoso

La misma palabra temperamento viene de la palabra latina, temperamentum, que significa “mezcla correcta”. La idea era que si los líquidos del cuerpo son templados, es decir, reducidos en su intensidad mediante un equilibrio entre los humores, entonces el resultado es la salud. Ya que los primeros griegos y los romanos creían que los líquidos corporales eran influídos por la presencia universal de los cuatro elementos (aire, fuego, tierra y agua), ellos también creían que el equilibrio personal podría ser alterado por los cambios atmosféricos. Incluso pensaban que la posición de los planetas alteraba los líquidos en el cuerpo para bien o para mal porque creían que existía “una relación directa entre el macrocosmos del universo y el microcosmos del organismo”. Además, ellos creían que “los contrarios deben ser curados por sus contrarios”.15 Esto es muy similar al concepto astrológico de las polaridades y los intentos modernos de equilibrar los rasgos negativos de la personalidad con los rasgos contrarios u opuestos.

Asociación Temprana Con La Astrología

La teoría de la personalidad asociada con los cuatro temperamentos fue enlazada íntimamente con otro sistema correspondiente de personalidad: los signos astrológicos del zodíaco. La Enciclopedia de Psicología afirma:
“Aunque los cambios en la presentación de los astros fueron estudiados primeramente para hallar en ellos algo que afecta la vida del grupo, una racional para la relación entre tipos de personalidad y la fecha de nacimiento comenzaba a evolucionarse bien antes del principio de la era cristiana. En el centro de la panorámica astrológica de la personalidad está el sistema de 12 patrones o tipos que corresponden a los 12 signos del zodíaco. Los 12 tipos pueden ser considerados como teniendo tres modos de expresión de cada uno de los cuatro elementos apuntados por Empédocles, como para decir que hay tres signos para aire, tres para tierra, tres para fuego y tres para agua. Esa tipología ha gozado de popularidad por más de 2.000 años”.16
Los  doce tipos de personalidad zodíacos son arreglados en cuatro grupos conteniendo tres signos en cada grupo. Esos son llamados trigones o triplícitos. Cada triplícito corresponde a uno de los cuatro elementos de Empédocles. Además, cada triplícito corresponde a uno de los cuatro humores de Hipócrates. Y cada triplícito corresponde a uno de los cuatro temperamentos. De Empédocles a Galen, cada persona que desarrollaba esas categorías creía también en las influencias de los planetas y los astros sobre los elementos, los humores y los temperamentos. Todo esto sigue hasta hoy, y vergonzosamente, ¡entre los cristianos evangélicos!

traducido de artículos presentados por Martín y Diedre Bobgan
www.psychoheresy-aware.org/ 

Notas:
1. R.W. Lundin, “Humoral Theory” (Teoría Humoral), Enclyclopedia of Psychology, Tomo II.  Raymond Corsini, ed. Nueva York: John Wiley & Sons, 1984, p. 167.
2. Felix M. Cleve.  The Giants of Pre-Sophistic Greek Philosophy: An Attempt to Reconstruct Their Thoughts (Los Gigantes De La Filosofía Griega Pre-Sofista: Intentando Reconstruir Sus Pensamientos), Tomo II, The Hague, Países Bajos: Martinus Nijhoff, 1965, pp.342-343.
3. Louis MacNeice. Astrology (Astrología).  Londres: Bloomsbury Books, 1989, p.120.
4. Lundin, op.cit., p.167
5. Edwin Burton Levine.  Hippocrates.  Nueva York: Twayne Publishers, Inc., 1971, p.46.
6. K. J. Shapiro, “Mental Illness: Early History.” (Enfermedad Mental: Historia Antigua), Encyclopedia of Psychology, Tomo II, Raymond Corsini, ed. Nueva York: John Wiley & Sons, 1984, p.360.
7. The Dialogues of Plato (Los Diálogos de Platón), Tomo II, B. Jowett, trans. Nueva York: Random House, 1937, p.63.
8. Ibid.
9. Ibid.
10. Rudolph E. Siegel.  Galen on Psychology, Psychopathology, and Function and Diseases of the Nervous System (Galen sobre la Psicología, la Psicopatología, y Función y Enfermedades del Sistema Nervioso). Nueva York: S. Karger, 1973, p.174.
11. Stanley W. Jackson.  Melancholia and Depression: From Hippocratic Times To Modern Times (Melancolia y Depresión: De los Tiempos De Hippócrates a los Tiempos Modernos.). New Haven: Yale University Press, 1986, p. 5.
12. Shapiro, op. cit., p. 361.
13. Lundin, op. cit., p. 167
14. Siegel, op. cit., p.178.
15. Henry Sigerist.  A History of Medicine (Una Historia de la Medicina).  Nueva York: Oxford University Press, 1986, p.5.
16. R. W. Coan, “Personality Types” (“Tipos de Personalidad”).  Encyclopedia of Psychology, Tomo III.  Raymond Corsini, ed. Nueva York: John Wiley & Sons, 1984, p.24.


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