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viernes, 31 de marzo de 2017

EN ESTO PENSAD -- abril 2017

La Elección del Cónyuge (II)
J. Graf

viene del nº anterior
 
El amor
¿No es el amor la condición primordial para que una unión sea feliz? Al menos esto es lo que se dice a menudo. Es cierto que el afecto natural entre prometidos, entre esposos, entre padres e hijos, es algo que Dios pone en el corazón humano. Estos sentimientos son un lazo precioso entre dos seres estrechamente unidos el uno al otro.
    Pero desde la antigüedad pagana, tal amor fue desnaturalizado por la desobediencia del hombre y cayó bajo el imperio de la ley del pecado y de la muerte. La ausencia de afecto natural caracteriza también a la cristiandad sin Cristo en estos últimos tiempos (Ro. 1:31; 2 Ti. 3:3).
    El amor es algo natural en las relaciones entre esposos, pero debiera ser santificado para que no fuera un simple amor carnal, el cual se manifiesta ante todo por sus exigencias, por su egoísmo, su deseo de poseer, sin preocuparse de la voluntad de Dios. Ejemplos muy solemnes de todo esto los encontramos en Sansón (Jue. 14:3, 16; 16:4, 15) y Amnón (2 S. 13). Tal amor no puede ser nunca el fundamento seguro de una unión dichosa, ya que desaparece al haber conseguido lo que se buscaba en la persona amada. El creyente no está exento de este peligro, por lo que la vigilancia le es necesaria.
    El amor que Dios pone en el corazón, a la vez da y se entrega. No busca su propio interés (1 Co. 13:5). Encuentra su medida en Cristo, quien ha amado a la Asamblea y se entregó a sí mismo por ella (Ef. 5:25). Fue su amor y su obediencia al Padre, lo que le indujo a descender del cielo y darse por la Iglesia, del mismo modo que un hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su mujer.
    Toda peticion de matrimonio, requiere según Dios un afecto santo hacia la novia. “Cristo amó a la iglesia”. Siguiendo su ejemplo, le corresponde al hombre, desempeñar el papel activo y pedir a su prometida en matrimonio. Una actitud pasiva de parte del novio o la iniciativa de la futura esposa estarían en desacuerdo con los pensamientos divinos.
    El verdadero amor no actúa nunca en oposición a Dios. El amor no debe cegarnos, ya que es necesario examinarse a sí mismo delante del Señor, para saber si el motivo que nos mueve está de acuerdo con la voluntad de Dios.

La petición de una compañera a Dios
    El siervo de Abraham nos proporciona un ejemplo muy hermoso. No era una joven agraciada o rica la que él buscaba para Isaac, sino una muchacha que quisiera servir a un extranjero como él y que cuidase de sus camellos fatigados. Habiendo Dios respondido a su petición al instante, el siervo, primeramente, se contentó con mirar, sorprendido y en silencio. Profundamente emocionado por la respuesta divina, no dice ni una sola palabra a la muchacha, sino que empieza por expresar su gratitud a Dios (Gn. 24:12, 21, 27). Fue de esta manera que recibió de la mano del Señor la mujer que Dios destinaba a Isaac.

¿En qué momento casarse?       
    Hay un orden que conviene observar y que nos es indicado claramente en Génesis 2:24 y vuelto a citar por el Señor Jesús en Mateo 19:5, “El hombre dejará a su padre y madre”. Nos habla de la autonomía unida a la responsabilidad.
    A continuación viene “el estar unido a su mujer”, unión pública delante de Dios y de los hombres, la cual es realizada en nuestra sociedad actual [en algunos países] por la inscripción en el registro civil. [en otros: por la iglesia].
    Es solamente después, y no antes, “que los dos serán una sola carne”.
    Otra condición precedente a la fundación de un hogar es el ejercicio de un oficio que tras una formación profesional o un aprendizaje suficiente, permita al hombre proveer a las necesidades de la familia. “Prepara tus labores fuera, y disponlas en tus campos, y después edificarás tu casa” (Pr. 24:27).
    El tiempo escogido por Dios no corresponde siempre a nuestros deseos. “En tu mano están mis tiempos” (Sal. 31:15).
    Las hijas de Zelofehad nos ofrecen un ejemplo estimulante (Nm. 27 y 36). Experimentaron por sí mismas las dificultades que muchas jóvenes creyentes encuentran en nuestros días, las cuales deben comprobar que hay muy pocos jóvenes varones a su alrededor resueltos a seguir a Cristo. Las hijas de Zelofehad hubieran podido suplicar a Moisés que les ayudase a buscar un esposo; pero ellas amaban y deseaban, ante todo, conseguir su herencia (figura de nuestras bendiciones espirituales), y Dios respondió simultáneamente a sus dos deseos.

El lugar del encuentro
    El siervo de Abraham encontró a Rebeca cerca de un pozo. De él surgía el agua, figura de la Palabra de Dios aplicada por el Espíritu Santo.
    Jóvenes: ¿Dónde deseáis encontrar a vuestro futuro cónyuge? ¿En el mundo estéril, sin agua, o en este lugar escogido por Dios, donde su Palabra refresca el corazón?
   
Una decisión firme
    Rebeca no obró ligeramente hacia su futuro esposo. “Yo iré”, dijo ella decidida.

Una ayuda idónea
    Dios quería dar a Adán una ayuda idónea. Las grandes diferencias de edad, educación, lengua, raza, etc., no son contrarias a la Palabra, pero pueden constituir en el curso de los años, una carga en la vida común. “El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová” (Pr. 18:22).

J. Graf, Juventud, matrimonio, familia, Ediciones Bíblicas, Perroy, Suiza.

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 ¿QUIÉN ESTÁ EN LAS REUNIONES?

“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20).

Cuando el Señor Jesucristo pronunció estas palabras, se estaba refiriendo a una reunión de la iglesia convocada para tratar con un miembro pecador que rehúsa arrepentirse. Otros esfuerzos para con el ofensor han fallado y ahora es llevado ante la asamblea. Si aún rehúsa arrepentirse, debe ser excomulgado: puesto fuera de comunión. El Señor Jesús promete Su presencia en tal reunión convocada para tratar con un asunto de disciplina de la iglesia.
     Pero el versículo ciertamente tiene una aplicación más amplia. Se cumple dondequiera y cada vez que dos o tres se reúnen en Su Nombre. Reunirse en Su Nombre significa juntarse como asamblea cristiana; congregarse con y por Su autoridad, actuando de Su parte; reunirse en torno a Él como cabeza y centro de atracción; congregarse de acuerdo con la práctica de los cristianos primitivos en doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones (Hch. 2:42). Quiere decir congregarse con Cristo como el centro, congregarse en Él (Gn. 49:10; Sal. 50:5).
     Dondequiera que los creyentes se reúnen de este modo a la Persona del Señor Jesús, Él promete estar presente. Mas alguien podría preguntar: “¿No está Él presente en todas partes? Siendo Él Omnipresente, ¿no está en todos los lugares al mismo tiempo?” La respuesta es, por supuesto que sí. Pero promete estar presente de una manera especial cuando los santos se congregan en Su Nombre: “...allí estoy yo en medio de ellos”. Esa es, por sí misma, la razón más fuerte por la que debemos ser fieles asistiendo a todas las reuniones de la asamblea local. El Señor Jesús está ahí de una manera especial. Muchas veces podemos no estar conscientes de Su prometida presencia. En otras ocasiones aceptamos el hecho por la fe, basados en Su promesa. Pero hay otras veces cuando se nos manifiesta a Sí mismo de una manera singular. . . Nunca sabemos cuándo ocurrirán estas sagradas visitas. Llegan inesperadamente y sin anuncio y si no estamos presentes las perdemos. Sufrimos una pérdida parecida a la de Tomás, que no estaba presente cuando el Señor Jesús resucitado y glorificado apareció a los discípulos la tarde de Su resurrección (Jn. 20:24). Éste fue un momento de gloria que jamás pudo recuperar.   
     Si realmente creemos que Cristo está presente cuando Su pueblo se reúne en Su Nombre, estaremos mucho más motivados y determinados a asistir que si el rey o el presidente estuviera allí. Nada aparte de la muerte o una enfermedad grave impedirá nuestra presencia.
William MacDonald, De Día En Día, Editorial CLIE

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William MacDonald Comenta Sobre El Mundo

     "El apóstol Juan nos dice que todo lo que hay en el mundo es los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida (1 Jn. 2:16). Traducción: el mundo glorifica al sexo, a la pasión, a la violencia, a la guerra, a la riqueza, a la posición social y al poder. La gente del mundo vive para el presente, no para la eternidad; para las cosas pasajeras, no para los demás; para el yo, no para Dios. Todos sus placeres tienen su fin en el sepulcro".    pág. 74
     "El mundo tiene formas diferentes. Hay el mundo de la política: por su propia naturaleza, es corrompido. Hay el mundo del comercio: está impregnado de prácticas nada éticas. Hay el mundo religioso: tiene las manos manchadas con la sangre de Jesús. Hay el mundo del arte, la música y la cultura: el nombre de Cristo es excluido porque causa desasosiego. Y hay el mundo del espectáculo, con su inmundicia, insinuaciones sexuales, dobles sentidos. Hollywood y la televisión son retratos de este mundo a todo color..." pág. 75

del libro EL MANDAMIENTO OLVIDADO: SED SANTOS
 
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¿IRÉ AL CIELO?

Para ir al cielo, ¿que es necesario?                   
☐ 1. Guardar los Diez Mandamientos
☐ 2. Hacer buenas obras. “Haz bien y no mires a quién”.
☐ 3. Los sacramentos: el bautismo, la penitencia, la eucaristía, la confirmación, la extremaunción, etc.
☐ 4. Dar limosnas a la iglesia, a los pobres, a las obras de caridad.
☐ 5. Arrepentirse y dejar de pecar.
☐ 6. Ser sincero y procurar siempre lo mejor.
☐ 7. Amar a Dios y al prójimo.
☐ 8. Asistir a una iglesia evangélica o protestante y hacerse miembro.
☐ 9. Arrepentirse y confiar sólo en el Señor Jesucristo para el perdón y la vida eterna.
☐ 10. Nada, porque no existe ni cielo ni infierno.

¿Cuáles ha escogido?
    Si ha escogido alguno del nº1 al nº8, lamentamos decirle que se ha equivocado. Dios dice en Su Palabra que la salvación es: “por gracia...por medio de la fe...no por obras para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
    Si ha escogido el nº10, también se ha equivocado. El Señor Jesucristo no miente ni se equivoca, y Él habló y enseñó acerca del cielo y del infierno. Si usted no lo cree, es su problema, pero el cielo y el infierno existen, y usted irá a uno de estos lugares para siempre.
    Si ha escogido sólo el nº 9, ha acertado. El obstáculo que impide que vayamos al cielo, la morada de Dios, es nuestro pecado, y todos hemos pecado. “La paga del pecado es muerte” dice la Biblia. Por eso vino Jesucristo y murió en la cruz del Calvario, para sustituirle a usted ante Dios y tomar en su lugar el castigo que sus pecados merecen. Y cuando expiró en la cruz, gritó: “¡Consumado es!”. Jesucristo no sigue sufriendo ni muerto, porque ya lo  pagó todo. Resucitó y está sentado a la diestra de la majestad en el cielo. Jesucristo es el único que puede perdonar los pecados y dar vida eterna. Sólo por Él podemos ir al cielo. Él dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (S. Juan 14:6).
    Si desea saber más acerca de Jesucristo y cómo recibir vida eterna e ir al cielo, acérquese y pregunta. Con gusto le ayudaremos. 

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 ¿Qué Pensáis Del Cristo?

 Hay muchas preguntas en la Biblia, pero esta es la más importante, porque de la respuesta a ella depende el destino de cada persona: “¿Qué pensáis del Cristo?”
    Si preguntamos a la gente, habrá muchas respuestas, porque a muchos les encanta expresar su opinión. Unos hablarán a favor y otros en contra. Hay gente que tiene religión pero no tiene a Cristo, y que practica culto pero no le conoce. En nuestro mundo se hacen encuestas públicas y preguntan: “¿Qué piensa de esto o lo otro?” Pero esta pregunta es infinitamente más importante. No se trata de meras opiniones, sino de cómo evalua y qué entiende acerca de Jesucristo. Vamos al Nuevo Testamento para preguntar a los que convivieron con Él.
    En Juan 7:46 los alguaciles del templo no le trajeron a las autoridades como se les había mandado, porque quedaron impresionados de Su manera de hablar. Exclamaron: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” Habían oído a muchos hablar en el templo, pero Cristo predicaba con poder y razón y Sus palabras tocaron el corazón de los que le oyeron. Jamás en la vida oirás otras palabras como las de Jesucristo.
    En Mateo 4:24-25 vemos a los del otro lado del Jordán, oyéndole y viendo las señales que hacía. ¿Qué pensaron de Él? Se quedaron admirados. “Y se difundió su fama por toda Siria”. Había gente siguiéndole de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y del otro lado del Jordán. Pero amigo, una cosa es estar impresionado, y otra es creer, confiar en Él. En Mateo 5:1-3, a esas multitudes Él les enseñaba el reino de Dios, no de políticos ni obras sociales sino de Dios, el que quiere gobernar en el corazón. El gran evangelista Moody dijo: “prefiero estar cinco minutos a los pies de Cristo que escuchar toda la vida a los sabios de este mundo”.
    Vamos a Marcos 1:30-31 para entrevistar a la suegra de Simón Pedro. Ella había caído enferma, tenía fiebre y estaba acostada. Hablaron al Señor explicando la condición de ella, y Él se acercó y la tomó de la mano. La levantó de la cama e inmediatamente le dejó la fiebre. Se curó de tal manera que podía servir a sus huéspedes. Ella diría: “Él me quitó la fiebre; me sanó”. Jesucristo tiene poder para levantarnos, curar nuestras males y habilitarnos para servir. ¿Quién desea dejarle entrar en su casa y su corazón?
    Preguntemos en Marcos 2:2-12 a los cuatro que trajeron a un paralítico al Señor, y lo bajaron en su lecho delante del Señor. Ellos, el enfermo y todos los demás que estaban en la casa vieron el poder del Señor sobre la parálisis y sobre el pecado. Se asombraron, glorificaron a Dios y dijeron que nunca habían visto tal cosa. El Cristo tiene poder y compasión, puede restaurar los nervios y perdonar los pecados.
    Los discípulos pescadores, después de la gran pesca en Lucas 5:1-8, quedaron asombrados también. Eran pescadores de oficio, pero el Señor les enseñó cómo pescar mejor. Pedro se arrodilló y rogó al Señor que se apartara de él, diciendo: “porque soy hombre pecador”. Probablemente había tenido mala actitud y malos pensamientos acerca de la instrucción que Cristo les dio en el v. 4, “echad las redes...” Pero la sencilla obediencia puede vencer la incredulidad, porque cuando hacemos lo que el Señor dice, entonces vemos resultados que de otra manera no se puede. Se quedaron impresionados con la santidad y el poder del Señor.
    En Lucas 15:2 los fariseos y escribas expresaron su baja opinión de Cristo cuando murmuraron: “este a los pecadores recibe y con ellos come”. Lo dijeron para denigrarle, pero nos hace admirarle porque si no hubiera recibido a los pecadores, ¿dónde estaríamos nosotros? La crítica de los líderes religiosos se convierte en palabras de esperanza para nosotros. ¿Quién es Cristo? Es uno que recibe a los pecadores. Vino para buscar y salvar a los que se habían perdido.
    Otra vez escuchamos opinión negativa de parte del establecemiento religioso, en Mateo 27:41-43. “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar”. Aquí vemos el conflicto entre la religión organizada y pomposa, y la fe sencilla en el Señor Jesucristo. Esos hombres no estaban allí para compadecerse sino para burlarse. Pero llevaron razón en lo que dijeron. Cristo no podía salvarse a sí mismo, ni falta hacía porque era santísimo y en este momento sufría por nosotros. Él entregó Su vida por la tuya y la mía. No vino para salvarse, sino para salvarnos a nosotros.
    Si preguntamos a Caifás, el sumo sacerdote, veremos su opinión de Cristo en Mateo 26:57-64. Sólo obraba para quitar a Cristo de en medio, porque le veía como competencia y quería para sí el poder sobre el pueblo. Así que procedió deshonestamente, buscando testigos falsos para condenarlo. Al final le conjuró: “que nos digas si eres tú el Cristo”. Pero no lo dijo porque no sabía qué pensar, sino para provocarle a decir algo condenable. Y cuando Cristo le respondió, le acusó de blasfemia (v. 65). Caifás pensaba que Cristo blasfemaba y que merecía morir. Jesucristo tiene muchos enemigos todavía hoy que le resienten.
    Otro hombre que opinó públicamente sobre Cristo fue Poncio Pilato (Mt. 27:1-2; 11-26; Jn. 18:28-19:6). Era un hombre duro y cruel. Pilato, ¿qué opinas de Cristo? Declaró en Juan 19:4 que ningún delito halló en Él. Los judíos en el versículo 7 acusaron: “se hizo a sí mismo Hijo de Dios”.  Pilato le llamó hombre inocente, pero le condenó, manifestando el fracaso del sistema judicial de este mundo. Condenó al Santo y Justo. En Mateo 27:22 preguntó: “¿Qué queréis...que haga con Jesús...?” (véase Mr. 15:12). ¿Qué importaba lo que ellos querían? ¡Él debió actuar con justicia y equidad, pero no lo hizo! “¡Crucifícale!” respondieron a gritos, y así fue. Había recibido correo de su esposa rogándole que no tuviera nada que ver con “ese justo”, pero ni a eso hizo caso. Al final Pilato se lavó las manos, pero tenía que haber lavado su corazón pecaminoso. Fracasó y no hizo justicia, porque se dejó guiar por la opinión y la voz de la multitud. Como muchos, a Pilato le preocupaba el “¿qué dirán?” más que la verdad. Dicen algunos historiadores que luego volvió a Roma y fue castigado con exilio, durante el cual se deprimió y se suicidió. Otros dicen que el emperador Calígula le condenó a muerte por ejecución o suicidio. El caso es que murió en el año 39 d.C., y un día Pilato tendrá que comparecer ante Cristo. ¡Qué momento más terrible será!
    ¿Qué pensaba Judas Iscariote de Cristo? En Mateo 27:4 dijo: “he pecado entregando sangre inocente”. Sabía que el Señor era inocente y que él le había traicionado. Devolvió el dinero arrepentido – esto es – triste por las consecuencias. Pero Judas no se arrepintió debidamente, y murió como un pecador desgraciado. Había andado con Cristo y con los demás apóstoles durante tres años, día y noche. Había escuchado las mismas enseñanzas y visto los mismos milagros. Recibió más atención personal del Señor que muchos. Pero pese a todo eso, y aunque había hecho milagros y predicado el evangelio,vemos que no había creído en el corazón. Hasta qué punto llegan los “cristianos” modernos que asisten a reuniones pero que no permiten que el Señor cambie sus vidas, y los predicadores que hacen campañas y milagros y recogen dinero, como Judas, pero Cristo para ellos es más que nada una manera de tener fama y hacer dinero.
    Tenemos que invitar a la gente a tener una buena opinión de Cristo, y esto se hace también con nuestra vida. Nuestra manera de vivir como cristianos influye a la gente en su opinión de Cristo. Que Él nos ayude a enmendar nuestra manera de hablar y vivir, para que reprensentemos bien al Señor. Pablo dijo: “Sed imitadores de mí así como yo de Cristo”. Cuando imitamos al Señor, cuando le seguimos en nuestra manera de vivir, ayudamos a la gente a entender realmente quién es Cristo y qué es el evangelio.


continuará, d.v. en el siguiente número
de un estudio dado por Lucas Batalla
 
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  Dios Cumple Toda Su Palabra

"...no ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas" (Jos. 23:14).
 
    Los que dividen la Palabra de Dios en doctrinas fundamentales y no esenciales, o culturales, deben reflexionar y arrepentirse de su pecado. Desean que Dios cumpla todas Sus promesas, toda Su Palabra, y se alegran de que Él sea fiel en todo. Pero ellos no desean guardar todo. Esquivan su deber de enseñar y guardar todo, con sus inventos y excusas de "no esencial", frase no hallada en toda la Biblia. Se alegran de que "no ha faltado una palabra de todas las buenas palabras" de Dios, pero ellos sí son hallados faltos. ¿Qué sería de nosotros si Dios no cumpliera todas Sus promesas? Pero tranquilos, porque en Cristo todas las promesas de Dios son Sí, y en Él Amén (2 Co. 1:20).
    Y somos mandados a enseñar y obedecer TODO. "Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado" (Mt. 28:20). "Cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad" (Jn. 16:13), no "a las doctrinas más importantes". (!) Dios cumple toda Su buena Palabra. Dejemos de dividir y clasificarla, y seamos obedientes a todo.
Carlos