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lunes, 14 de diciembre de 2009

EN ESTO PENSAD --- Diciembre 2009

El Mito De La Propiedad Privada

En una democracia la gente cree que puede ser dueña de la propiedad. Por supuesto, el estado tiene varias maneras de reclamar parte de lo que el ciudadano cree que es suyo. Impuestos sobre impuestos. Puedes hacer lo que quieres con tu dinero, pero el gobierno siempre reclama “su parte” y más.

Los seres humanos somos “libres”, no somos esclavos de nadie. No tienes que trabajar para nadie si no quieres. Puedes dejarlo cuando quieras. Pero como millones saben, a lo mejor no será tan fácil conseguir otro puesto de trabajo. Puede que sea cruel tu jefe, injusto, dominante, pero es buena idea pensarlo dos veces antes de salir.

No vamos a discutir los méritos y desméritos de la democracia y el capitalismo. De todos modos somos ciudadanos de otro reino. ¡En Cristo tenemos libertad real! ¡El Hijo nos ha hecho verdaderamente libres! Esto es, libres del pecado y de la condena de la ley. Libres, quizás gradualmente, del poder del pecado. Pero, ¿libres para hacer lo que nos parece? ¡Ciertamente no! Hemos sido librados del poder de las tinieblas, pero trasladados al reino del amado Hijo de Dios. El Hijo es Cabeza del cuerpo, la iglesia, y antes que todas las cosas (Col. 1:13, 17-18).
Considera estas esclavitudes:
El Cuerpo: Seguramente puedo hacer lo que quiero con mi propio cuerpo, ¿no? No, porque has sido comprado por precio, la sangre de Cristo, y no eres tuyo. Glorifica a Dios en tu cuerpo, porque realmente es Suyo (1 Co. 6:19-20).
El Tiempo: Nuestras vidas estaban perdidas, porque la paga del pecado es muerte. Así que juzgamos que ya debemos vivir para Él, no para nosotros mismos (2 Co. 5:14-15). El que no aborrece su propia vida, no puede ser discípulo de Cristo (Lc. 14:26). "El que halla su vida la perderá" (Mt. 10:39).
El Dinero: Al menos las ofrendas serán opcionales para el creyente, ¿verdad? Respecto a la cantidad, sí. En cuanto a la frecuencia, semanalmente. Observa cuidadosamente estos mandamientos del Espíritu Santo.
· “Abundad también en esta gracia” (2 Co. 8:7).
· “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo” (1 Co. 16:2).
Y los mandamientos de Cristo:
· “Haceos tesoros en el cielo” (Mt. 6:20).
· “Haced amigos con el dinero” (Lc. 16:9).
El diez porciento del Antiguo Testamento ahora es cien por ciento. He sido crucificado con Cristo, y mi vida ahora es enteramente para Él que dio Su todo por mí. Dices: “Entonces, ¿no quiere Dios que yo sea feliz?” Sí, pero sólo a largo plazo, esto es, feliz en la eternidad. Su bendición te enriquece y Él no añade tristeza (Pr. 10:22).
La Mente: Nos gusta pensar que nuestra mente es algo privado. Pero el Hijo de Dios en el mundo podía conocer los pensamientos de los hombres. ¡Cuánto más ahora! Los pensamientos y hechos pecaminosos vienen del corazón (Mt. 15:18-19). ¿Tengo entonces derecho a llenar mi mente con la violencia e inmoralidad con que se alimentan día y noche mis iguales, vecinos y amigos? Pensad en lo que es verdadero, honesto, puro y amable (Fil. 4:8). ¿Cuántas novelas, películas o programas de deporte se conforman a estos requisitos? Además, la exposición a la propaganda del mundo tiende a conformarnos a su filosofía: auto importancia, protagonismo y hedonismo.
Las Habilidades: A veces las llamamos talentos y dones, pero la Fuente es obvia. “¿Quién te distingue?, o ¿qué tienes que no hayas recibido?” (1 Co. 4:7). Cada uno ha recibido un don y debe usarlo para servir a los demás, como buen mayordomo (1 P. 4:10).
Las Palabras: "Libertad de expresión" es hoy en día una frase popular. Pero no se nos permite decir cualquier cosa, porque tenemos que dar cuenta a Dios (Mt. 12:36). Nuestras palabras manifiestan la condición de nuestro corazón (Mt. 12:34). El Espíritu manda que nunca digamos nada corrompido (Ef. 4:29). Lo que decimos debe ser sólo palabras sanas, con gracia y sal (Col. 4:6). También debe ser sabio, para que demos la respuesta correcta a cada uno, para que se avergüence cualquier adversario (Tit. 2:8). Se prohíbe la mentira, el engaño, la falsedad y la exageración (Ef. 4:24; 1 Ti. 1:10; Ap. 21:8).
En resumen, se trata del compromiso total. Soy de mi Amado. ¿Significa esto que todos hemos de salir como misioneros? Muchos misioneros son en verdad ejemplos modernos de devoción total al Señor. Pero cualquiera de nosotros puede traer honor al Señor Jesucristo si vive frugalmente, ofrenda sacrificadamente y ora continuamente. ¡Sea ésta nuestra porción!

R.E. Harlow, de la revista “Missions”, traducido con permiso

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EL CREYENTE Y LAS DEUDAS
¿contraemos dudas para las fiestas,
como los del mundo?


George Müller (1805-1898)

“ ‘Vended lo que poseéis, y dad limosna’ Lucas 12:33. ‘No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros’ Romanos 13:8. Puede que alguien diga que estos pasajes no pueden entenderse literalmente, porque si no, ¿cómo podría el pueblo de Dios pasar por el mundo? Juan 7:17 hará que estas objeciones se desvanezcan. CUALQUIERA QUE DESEA CUMPLIR estos mandamientos del Señor LITERALMENTE, creo que verá conmigo que, tomarlos LITERALMENTE es la voluntad de Dios. —Aquellos que los toman así, sin duda a menudo tendrán dificultades, difíciles de soportar para la carne, pero esto les hará sentir constantemente que son extranjeros y peregrinos aquí, que este mundo no es su hogar, y de esta manera confiar más en Dios, quien ciertamente nos ayudará a través de cualquier dificultad en la que nos encontremos por causa de buscar el actuar en obediencia a Su palabra”.
—A Narrative of Some of the Lord’s Dealings with George Müller, escrito por él mismo; London: J. Nisbet & Co., volumen 1, Novena edición, 1895, pág. 66.

C. H. Mackintosh (1820-1896)

“Tomamos Romanos 13:8 en su sentido sencillo y claro. Creemos que nos enseña a no deber nada a nadie. ¡Ojalá lo cumpliésemos más! Es doloroso más allá de toda expresión el ver la falta de conciencia entre los profesantes, en cuanto a la cuestión de las deudas. Haríamos un llamado solemne a todos nuestros lectores, que tienen el hábito de endeudarse, a que se juzguen a sí mismos, y a que salgan de esta falsa posición de inmediato. Es mucho mejor sentarse en una corteza seca, y llevar un abrigo pobre, que vivir y vestir bien a expensas de nuestro vecino. Estimamos esto como una verdadera injusticia. ¡Quién tuviera una mente recta!”

—Things New and Old, editado por C. H. Mackintosh, vol. X, 1867, págs. 199-200.
“El primer y gran negocio de una persona endeudada es salir de la deuda. Debemos ser justos antes de ser generosos”.
—ibid., volumen XVII, 1874, pág. 224.

* Nota: Por supuesto que esto no prohíbe la función normal de un negocio, las cuentas con sus proveedores, etc., ni la función normal de una casa. Se trata de no contraer uno deudas que no podrá pagar, de no vivir endeudado.

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Varias Recompensas Que Habrá Para El Creyente

1. La presencia y comunión de otros que se convirtieron (Lc. 16:9).
2. Las coronas que dará el Señor (Ap. 4:10).
3. El vestirse de lino fino según las obras justas (Ap. 19:8).
4. Oír al Señor decir: “está bien, buen siervo” (Lc. 19:17).
5. El gozo de haberle agradado y glorificado (Mt. 25:21, 23).
6. Más responsabilidad en el futuro (Lc. 19:17, 19).
7. Gloria (Dn. 12:3; 1 Co. 15:41-42; 1 P. 1:7).
8. La satisfacción de ver a creyentes que fueron edificados por nuestra vida (1 Ts. 2:19; Fil. 4:1).
9. Descansar de nuestras obras (Ap. 14:13).
10. Ver al Señor y estar siempre con Él (Ap. 22:4; 1 Ts. 4:17; Sal. 23:6).

"Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano".
1 Corintios 15:58

"Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún". Hebreos 6:10

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¿CREES EN EL SEÑOR JESUCRISTO?
por H. A. Ironside

Uno de los pasajes más conocidos en la Biblia es el que forma la respuesta del apóstol Pablo al carcelero en Filipos cuando éste le preguntó: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Nada puede ser más claro que su respuesta: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo”. Sin embargo, esta respuesta tan clara y sencilla me confundía. Nunca, ni por un momento, pensaba que yo podía salvarme a mí mismo, ni por lagrimas, ni por oraciones, ni por arrepentimiento, ni por obras, ni por nada que podría hacer para mí ninguna persona ni ninguna iglesia. Pero, ¿que significa “creer en Jesús”? Ésta era la pregunta, el problema.
A veces pensaba que sí, que creía, y vacilando profesaba creer. Pero después, no tenía la seguridad que buscaba, ni la paz duradera, ni ninguna evidencia de nueva vida. Me preguntaba una y otra vez: “¿De qué modo creo yo, con la cabeza o con el corazón?” No estaba seguro, y la Palabra de Dios dice: “...si confesares con tu boca que Jesús es al Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. ¿Qué es este creer “en el corazón”? Nunca hallé paz hasta que me enteré que es una cosa creer acerca de Jesús, y otra cosa creer en Él.
Probablemente, tú como todo lector sincero de este folleto crees lo que la Biblia dice acerca del Salvador. Crees que el Hijo de Dios vino a este mundo como un Niño verdadero, puro y santo, inmáculo, crecía como hombre haciendo buenas obras y manifestando el amor y la gracia de Dios a los pecadores. También crees que murió en una cruz cruel, y que después de tres días, Dios le levantó de los muertos. Crees que Él ascendió al cielo, que ahora se sienta a la diestra de Dios, y que algún día vendrá para juzgar al mundo. Crees todo esto, en sentido intelectual, pero todavía no sabes si eres salvo. No tienes certidumbre de salvación. Quizás te ayudaría saber que la palabra traducida “creer” también significa “confiar en” o “fiarse”. En un pasaje está traducido “fiarse de”. Dice: “Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre”. Puede que estos significados de la palabra “creer” te ayuden en tu propio caso. Permíteme unas preguntas. ¿Has confiado así, de esta manera, en Jesucristo; en el sentido de entregarte totalmente a Él? ¿Has encomendado tu alma a Él y solamente a Él? ¿Confías en Él como tu único Salvador personal, sin necesidad de santos y sacramentos, o repartes tu fe entre muchas cosas, de modo que no confías única y totalmente en el Señor Jesucristo?
Me gustaría ilustrar esto con una anécdota personal. Estuve en las montañas hace unos pocos años, y quería cruzar un barranco. Había un puente de cuerdas, muy estrecho, tendido entre dos picos, y más de 300 metros abajo, había un río. Sabía que si me caía, ciertamente moriría. Mi pregunta y mi duda era: ¿podría yo fiarme de este puente? Así que, me quedé allí y observaba mientras varias personas cruzaban. Vi que algunos hombres de más peso que yo llegaron al otro lado sin problemas. Por fin, creía que el puente aguantaría mi peso. Creía suficientemente para confiar en el puente, y crucé sano y salvo. Esto ilustra lo que es “creer en Jesús”. También se expresa en la letra del siguiente himno:

Jesús, confiaré en Ti; encomiendo a Ti mi alma,
Cansado, rendido y desamparado, sólo Tú me puedes sanar.
No hay nadie en el cielo, ni en el mundo como Tú;
Moriste Jesús por los pecadores, Señor, moriste por mí.

traducido por Ruth Knott

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Texto: 1 Timoteo 1:1-2

En este pasaje vemos al Señor Jesucristo llamado de dos maneras: primero en el versículo 1 es “Jesucristo nuestra esperanza”, y luego en el versículo 2 es “Cristo Jesús nuestro Señor”. Son hermosas descripciones, ¿verdad? El que es nuestra esperanza también es nuestro Señor, lo cual quiere decir que el que nos salva también nos gobierna.
Luego vemos estos tres términos: “gracia, misericordia y paz” en el versículo 2. Son tres cosas importantísimas, de las cuales mucha gente hoy en día carece. A todos les gustaría tenerlas, pero no todos saben cómo.
Primero está la gracia. Gracia significa favor o ayuda que no se merece. Romanos 4:1-4 y Efesios 2:8-9 establecen claramente que la gracia no se compra, ni se merece, y no puede mezclarse con obras. Si algo es por obras, no es por gracia, porque la gracia no se merece. La gracia de Dios no es una recompensa, sino algo totalmente inmerecido. Dios nos favorece, nos perdona y salva sin que lo merezcamos, porque lo hace por Su gracia. Y Su gracia viene a nosotros, no por la iglesia, no por los sacramentos, no por nuestras obras, sino por el Señor Jesucristo. 2 Corintios 8:9 enseña que la gracia de nuestro Señor Jesucristo se manifestó cuando Él, siendo rico, se hizo pobre (se encarnó) para enriquecernos a nosotros. La gracia actuó a favor nuestro, por medio de una Persona divina, nuestro Señor. Dios quiere que Su gracia se manifieste en nosotros en nuestra generosidad y abnegación a la hora de ofrendar para ayudar a otros.1 Pedro 5:10 nos recuerda que Dios es Dios de toda gracia. El modelo y ejemplo a seguir es Dios mismo. Hermanos, por la maravillosa gracia de Dios tenemos la salvación eterna. Nosotros que no merecemos ser llamados hijos de Dios hemos sido adoptados como hijos Suyos. Como dice el himno: “¡Sublime gracia!” Pero además de esto, es Dios quien exhorta a los creyentes a crecer en la gracia (2 P. 3:18). Por ejemplo, en 2 Corintios 9:8 el apóstol Pablo dice que la gracia puede hacer que abundemos en toda buena obra. A todos nos gusta recibir la gracia, pero, ¿nos gusta tratar a los demás con gracia?
En segundo lugar, habla de la misericordia. La misericordia es NO recibir lo que merecemos. Si uno merece una multa o un castigo y no lo recibe, esto es misericordia. La salvación es recibir misericordia de Dios, porque significa NO recibir el juicio que merecemos. La paga del pecado es muerte, pero al que cree el evangelio, Dios le perdona por Su misericordia y le da vida eterna. En el Salmo 25:6, 7, 10 y 16 David expresa su esperanza continua en la misericordia de Dios. El Salmo 136 es el gran salmo de la misericordia de Dios, que es “para siempre”. ¡Gracias a Dios que recibimos en Jesucristo la perpetua, eterna misericordia de Dios! Habiendo recibido misericordia de Dios, debemos también ser misericordiosos. En Mateo 5:7 el Señor dice: “Bienaventurados los misericordiosos”. En Lucas 6:36 el Señor manda: “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso”. Efesios 4:32 nos exhorta: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. 1 Pedro 3:8 lo enfatiza otra vez: “...sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables”. La misericordia viene relacionada con la benignidad, el perdón, la compasión, el amor y la amistad. Lo triste es: aunque nos gusta RECIBIR misericordia y ser tratados así, nos cuesta SER misericordiosos con los demás, y esto mismo es lo que Dios manda. La misericordia de Dios no debe entrar en nosotros y parar allí, sino entrar, transformarnos y salir hacia los demás. Por ejemplo, David usó de misericordia con Mefiboset al recibirle y cuidarle como a hijo suyo (2 S. 9). Demos gracias a Dios por Su misericordia, y seamos misericordiosos como nuestro Padre celestial.
En tercer lugar, la paz es otra gran bendición que hemos recibido en Cristo. La paz es más que ausencia de conflicto. Significa también una serenidad interior, incluso pese a circunstancias adversas. En primer lugar tenemos paz con Dios mediante la sangre de Cristo (Ro. 5:1). , y es algo que ninguna circunstancia puede cambiar, gracias a Dios. Efesios 2:14, 15 y 17 nos recuerda que Jesucristo ES nuestra paz, vino e HIZO paz, y ANUNCIÓ esta paz. El evangelio es un mensaje de paz. Además, el Salmo 119:165 dice: “mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo”. Mucha gente anda tropezando, dejándose ofender y molestar, siempre mosqueada o quejosa por una y otra cosa, viviendo en conflicto eterno. Pero los que aman la ley del Señor, se humillan, porque aprenden de la ley que ellos no son nada, que no merecen nada bueno, y humillados, confían en el Señor para recibir perdón. Luego pueden andar en paz con Dios y con los demás. El creyente goza de la paz de Dios que le puede guardar en medio de circunstancias adversas. Filipenses 4:6-7 nos instruye que en lugar de estar afanosos, presentemos nuestras peticiones al Señor en oración, y Su paz guardará nuestro corazón. Sabemos que Él nos ama, Él nos oye y Él nos cuida, y esto nos deja en paz, tranquilos en Sus poderosos brazos. La Palabra también nos exhorta al menos tres veces a tener paz y vivir en paz los unos con los otros (Mr. 9:50; 2 Co. 13:11; 1 Ts. 5:13). Esta paz, que procede de Dios, es también fruto del Espíritu Santo quien mora en nosotros (Gá. 5:22-23). La paz de Dios, no los conflictos carnales, debe ser el ambiente en que vive una asamblea. Todos debemos ser pacificadores (Mt. 5:9). Con la ayuda del Señor, seamos de aquellos que hacen la paz (Stg. 3:18), no de los que siembran discordia (Pr. 6:19).
Así que, mis hermanos, hemos recibido y seguimos recibiendo estas tres cosas maravillosas del Señor, entre muchas otras: la gracia, la misericordia y la paz. Dios quiere que ellas marquen nuestra vida, nuestro carácter y proceder, porque así darán testimonio de Él. Por esto tenemos que pedirle al Señor que nos dé cada día Su misericordia, gracia y paz, y que Él nos ayude a manifestar estas tres cosas diariamente en nuestras vidas. Es así que los demás pueden conocer más acerca de Dios, cuando vean Su obra en nosotros. Mostremos el carácter de Dios a los de nuestro alrededor, para la gloria de Dios.


de un estudio dado por L. B., el 8 de mayo, 2008

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EN ESTO PENSAD -- Noviembre 2009


ASPECTOS DE LA GLORIA DE CRISTO
(Parte III)


William MacDonald

La Gloria De Su Segunda Venida Y Reino

Hay más referencias en el Nuevo Testamento a esta gloria que a cualquier otra. El Hijo del Hombre vendrá en las nubes del cielo con poder y gran gloria (Mt. 24:30). En aquel día, será glorificado en Sus santos y admirado entre todos los que creen (2 Ts. 1:10). Cuando se sienta en Su glorioso trono, recompensará a los apóstoles – y a todos Sus seguidores (Mt. 19:28), y juzgará a las naciones (Mt. 25:31-33). Se avergonzará de los que se avergonzaron de Él y de Sus palabras cuando venga en Su gloria (Lc. 9:26). Jacobo y Juan imprudentemente pidieron sentarse a la derecha e izquierda de Cristo en la gloria de Su reino venidero (Mr. 10:37). Los que participan ahora de los sufrimientos de Cristo se gozarán con gran gozo cuando Su gloria es revelada en el Milenio (1 P. 4:13).
La transfiguración de Cristo dio una vista previa del Mesías en Su gloria como Rey de reyes y Señor de señores. Pedro, Jacobo y Juan vieron Su gloria en el monte santo.

“y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Jn. 1:14b).

“Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él” (Lc. 9:32).

Más tarde Pedro hizo referencia a la transfiguración y explicó que se trataba del poder y la venida del Señor, esto es, de la venida en poder de nuestro Señor Jesucristo (1 P. 1:16).
Otra mención de la gloria de Cristo en Su reino esté en Juan 17:22. Allí nuestro gran Sumo Sacerdote dice:

“La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno”.

En un sentido, compartimos ahora algunas de Sus glorias – como hijos de Dios, como Sus hermanos, como miembros de Su cuerpo y coherederos con Él.
Pero en este pasaje, Él también habla de Su reino en este mundo como si ya estuviera presente. Compartiremos Su gloria al reinar con Él durante los mil años (Ap. 20:4). Cuando Él se manifieste en gloria, nosotros también seremos manifestados con Él.
De momento, el mundo ni reconoce ni estima al pueblo de Dios.

“...el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él” (1 Jn. 3:1).

Pero cuando Él se manifieste en gloria, los creyentes seremos manifestados también en gloria:

“Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Col. 3:4).

“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Jn. 3:2).

Entonces el mundo verá la unión entre el Señor Jesús y Sus seguidores, y sabrá que el Padre envió al Hijo, y que Dios ama a los santos como ama a Su Hijo.
Su Gloria Presente En El Cielo

El deseo del Señor Jesús, expresado en Juan 17:24, es que los que le aman estén con Él en el cielo, para que vean Su gloria. Por fe ya podemos verle allí, coronado de gloria y de honra.

“Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos".

Su gloria ahora en el cielo es la misma que Pedro llama Su eterna gloria:
“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (1 P. 5:10).

Sin embargo, hay un sentido en que es diferente a Su gloria personal que tuvo antes de venir al mundo. Ahora está en el cielo como un Hombre glorificado además de la gloria de Su deidad.
Su gloria presente es una combinación de todas Sus glorias, inherentes y adquiridas. Es la gloria de Su deidad, Su humanidad, Sus atributos, Sus oficios y Su carácter. No somos llamados a compartir estas glorias, sino a regocijarnos en ellas y alabar y adorarle para siempre.
traducido por Carlos Tomás Knott
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LAS ARTIMAÑAS DEL DIABLO

No desconocemos las artimañas del diablo. Pensemos en los métodos que él emplea:
Engaño. Él es el padre de mentira, y miente desde el principio (Jn. 8:44). Se disfraza como un ángel de luz y manda a sus mensajeros disfrazados como ministros de justicia (2 Co. 11:14-15). Tergiversa la Palabra de Dios (Gn. 3:1). Hace milagros y prodigios mentirosos (2 Ts. 2:9). Busca la manera de sembrar duda y negación, y extraviar al pueblo de Dios de la sincera y pura devoción a Cristo (2 Co. 11:3). Tienta a las personas para que mientan (Hch. 5:3).
Calumnia. Es el acusador de los hermanos día y noche (Ap. 12:10).
Imitación. Posee una falsificación para todo lo que proviene de Dios. Él capacitó a los hechiceros egipcios para que imitasen los milagros de Moisés (2 Ti. 3:8). La cizaña en el reino (los hijos del malo) imita al trigo (los hijos del reino) (Mt. 13:38). Como dice J. Oswald Sanders, “Con razón San Agustín le calificó: Simius Dei, el simio (imitador) de Dios. Tiene su propia “trinidad”: el diablo, la bestia y el falso profeta; su propia iglesia: la sinagoga de Satanás (Ap. 2:9); sus propios ministros: los ministros de Satanás (2 Co. 11:15); su propio evangelio: otro evangelio (Gá. 1:6); su propia teología: doctrinas de demonios (1 Ti. 4:1); sus propios sacrificios: sacrificios ofrecidos a los demonios (1 Co. 10:20); su propia mesa y copa (1 Co. 10:21-22)”.1
Desánimo. Otra estratagema del diablo es ganar ventaja sobre el cristiano haciendo que sea “consumido de demasiada tristeza”, esto es, por el desánimo o desaliento (2 Co. 2:7-11). También puede oprimir al creyente con tristeza y desespero.
Persecución. Él anda alrededor como un león rugiente para aterrorizar y destruir (1 P. 5:8; Ap. 2:10). De hecho, el propósito invariable de este ladrón es hurtar y matar y destruir (Jn. 10:10).
Entrega Incompleta. De la misma manera que intentó persuadir al Señor Jesús para que no fuese a la cruz (Mr. 8:31-33), así intenta persuadir a los creyentes a no llevar la cruz.
Soberbia. Sabe, por experiencia propia, que la soberbia precede a la condenación (1 Ti. 3:6). Así, él emplea esta táctica con otros.
Caída Moral. Tienta a las personas a causa de su incontinencia o falta de dominio propio (1 Co. 7:5).
Falsa Doctrina. Ya en el amanecer de la civilización humana, tentó a Eva a que creyese que podía llegar a ser como Dios (Gn.3:5).
Aflicción Corporal. El aguijón en la carne de Pablo era un mensajero de Satanás que le abofeteaba (2 Co. 12:7). El diablo zarandea a los hijos de Dios por medio de circunstancias difíciles (Lc. 22:31). Toda enfermedad, sufrimiento y tragedia proceden de él, pero en la vida del creyente Dios puede transformar estas cosas para Su gloria, para el bien del cristiano y para bendición de otros.
Estorbo del Evangelio. Él arrebata la semilla de los que oyen sin profundidad (Mt. 13:19). También ciega el entendimiento de los incrédulos para que no vean la verdad y sean salvos (2 Co. 4:4).
Dilación. “Mañana”. Invita a las personas a que se demoren, a que aplacen el momento de acción y decisión, especialmente en lo referente al evangelio.
William MacDonald, de su libro: MUNDOS OPUESTOS

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“Porque de cierto morimos,
y somos como aguas derramadas por tierra...”

2 Samuel 14:14

Según el reportaje de un periódico prestigioso:
“Los jóvenes de ahora podrían
vivir hasta los 100 años”.

Pero a continuación pone tres condiciones:
1. Si tienen los genes correctos.
2. Si viven vidas sanas.
3. Si la tecnología médica se desarrolla más.
Así es la esperanza que la ciencia nos ofrece: unos pocos años más de vida, quizás, tal vez.... pero nada seguro. Las religiones que el hombre ha inventado hablan de forma parecida, diciendo que quizás iremos al cielo, si cumplimos ciertas condiciones, pero nadie puede saberlo ahora.
Amigo, debo informarle que en la Biblia Dios todavía advierte solemnemente que: “de cierto morimos”. No cabe duda. Y nos dice qué pasará después: "Porque está establecido para el hombre que muera una sola vez, y después de esto, el juicio" (Hebreos 9:27).La Palabra de Dios, nuestro Creador, no falla. ¿Está Ud. preparado para morir?
“No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de sí el día”. (Proverbios 27:1)


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Seamos Guiados Por Dios

Texto: Salmo 143
Este es un Salmo precioso que nos enseña la necesidad de ser guiados por el Señor. El versículo 10 lo enfatiza, y de ahí vamos a sacar cuatro cosas que nos ayudarán. El Salmo 23 dice que el bien y la misericordia me seguirán todos los días, pero mis hermanos, este bien está sujetado a que prestemos atención a nuestro Pastor divino, a lo que Dios dice, y le sigamos como ovejas fieles. Es importante y necesario seguir al Señor. Dios quiere la fidelidad y la obediencia de parte de los que son Suyos, y no es pedir demasiado, especialmente cuando consideramos lo que Él ha hecho por nosotros. El otro día hablé con alguien que me dijo que era creyente, y que todos lo creyentes son cristianos. Le dije que estaba equivocado porque el diablo y los demonios son creyentes – creen en Dios – pero no son cristianos. ¿Qué hacen? “También los demonios creen, y tiemblan” dice Santiago 2:19. Pero hacen su voluntad. No siguen ni adoran ni obedecen al Señor. Hay muchos seres humanos religiosos hoy en día que son como ellos, y evangélicos también entre ellos. Israel profesó ser pueblo de Dios pero no le seguía. El profeta Oseas se quejó de la ignorancia y desobediencia del pueblo. “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Os. 4:6). Isaías y Jeremías protestaron la desobediencia e infidelidad del pueblo, y advirtieron que si no cambiara, vendría el juicio de Dios. Así que, para no repetir la historia de abandono y juicio, aprendamos de este Salmo cuatro cosas necesarias para ser guiados por Dios.

1. La Condición De La Súplica: “Enséñame”

La súplica de David está basada en el conocimiento de aquel que puede solucionar sus problemas. Habla de enfermedad y de angustia de alma (vv. 4, 11). Pero en el versículo 10 David dice algo muy importante: “enséñame”. Qué bonito es ser enseñado por Dios. Muchos hoy en día tienen afán de aprender y van a escuelas y universidades, y está bien, pero no quieren ni buscan aprender de Dios. Como hemos mencionado, el profeta Oseas lamentó la falta de conocimiento del pueblo. Aquí es David quien se siente ignorante y se presenta ante Dios para aprender.
Pero hoy en día la gente no quiere aprender de Dios, y en muchas llamadas iglesias enfatizan otras cosas y no la Palabra de Dios que es lo más importante. Necesitamos hacer más que acto de presencia en los cultos. Debemos presentarnos yacercarnos a Dios para aprender. En Juan 8:31-38 el Señor Jesús habla a Sus discípulos acerca de la importancia de Su Palabra en la vida de ellos. En el versículo 31 dice que debemos permanecer en Su Palabra. Es lo primordial para ser discípulo de Cristo. Los que verdaderamente son Sus discípulos son creyentes en verdad. Tenemos que pedir al Señor todos los días que Él nos ayude a aprender y hacer Su voluntad. Algunos judíos que oyeron al Señor respondieron orgullosamente diciendo que eran linaje de Abraham y libres, pero el Señor les dijo que eran esclavos. Ellos no querían aprender (vv. 37, 43), y Él les dijo que Su Palabra no hallaba cabida en ellos, y que no podían escuchar Su Palabra (v. 44), porque eran de su padre el diablo. El “pueblo de Dios” hoy en día anda mal porque sólo escucha la Palabra el domingo, nada más, como los católicos que van a misa y piensan que así han cumplido con Dios. Es una condición espiritual verdaderamente lastimosa y engañada. El Señor declaró que no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt. 4:4). Hay que comer espiritualmente cada día. Necesitamos la Palabra para vivir en el mundo como Israel necesitaba el maná para sobrevivir en el desierto. Además, en 1 Juan 4:6 el apóstol Juan dice: “el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye”. Cuando dice “nos”, se refiere a los apóstoles que predicaron la Palabra del Señor. El creyente quiere oír y hacer caso de la Palabra. A la luz de esta declaración tenemos que cuestionar si son verdaderos muchos de los que hoy en día profesan ser creyentes pero pueden vivir tranquilamente sin la Palabra de Dios.

2. Qué Quiso David Aprender: “A Hacer Tu Voluntad”
David no sólo quería conocimiento, o información, sino que su noble deseo era hacer la voluntad de Dios. Dígame quién hoy en día tiene este afán. No quieren aprender, ni quieren obedecer. No desean hacer la voluntad de Dios sino la suya propia. Esto, a pesar de que la voluntad de Dios es buena, perfecta y agradable (Ro. 12:2). La religión de la gente que es así es teórica, no práctica. No tiene deseo de obedecer a Dios, porque está llena de sus propios deseos, opiniones y planes. El profesado pueblo de Dios hoy en día está cargado de cosas que no son de Dios, y que nunca nos pueden hacer bien ni nos traerán el favor de Dios. El Señor nos enseñó a orar así: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mt. 6:10). Y el mismo Señor puso ejemplo cuando oró en el huerto de Getsemaní: “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc. 22:42). Hermanos míos, en la voluntad está el amor. Si uno dice: “yo amo”, pero no obedece, no desea hacer Su voluntad, no ama a Dios sino a sí mismo y al mundo. Esto no es un problema pequeño, sino grande. En 1 Juan 2 la Palabra de Dios nos advierte acerca de los que dicen que conocen a Dios pero no le obedecen, no guardan Su Palabra. En el versículo 15 leemos: “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. Y el versículo 17 dice: “el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. Aquí vemos juntos el amor, la obediencia y la voluntad. Una marca del verdadero creyente es que hace la voluntad de Dios, porque ama a Dios y desea agradarle. El diablo, el mundo y la carne se unen en nuestra contra para que no hagamos lo que Dios quiere, pero cuando hacemos la voluntad de Dios, éstos tienen que ceder ante nosotros.

3. Otra Parte Clave de la Súplica: “Porque Tú Eres Mi Dios”

Juzguemos y analicemos cuáles realmente son nuestros dioses. David reconoció a Dios como Dios de verdad, el Máximo, el Todopoderoso, el Soberano y el objeto de su fe y adoración. Confesó su fe y lealtad. Hoy en día hay otros dioses que reemplazan a Dios de manera práctica: el deporte, la política, la cacería, el dinero, las diversiones, y aun la familia. Las cosas que ocupan el lugar de primacía en los afectos y prioridades son dioses, ídolos.
Dios ampara y socorre a los que realmente son Suyos. En Hechos 4:19 los apóstoles pusieron a Dios por encima de los hombres, diciendo que hay que obedecer a Dios antes que a ellos. Pero en capítulo 5 Ananías y Safira mintieron a Dios y a los hombres porque valoraron más unas monedas. “Tú eres mi Dios” – hoy no todo el mundo puede decir esto, porque el pueblo tiene muchos dioses. A quién seguimos y servimos, quien ocupa nuestros afectos, confianza y atención, es un dios. Y bien dice la Palabra de Dios que no podemos servir a dos señores. Hay que escoger. David ya lo había hecho; lo tenía claro: “Tú eres mí Dios”, y lo respaldaba con los hechos. Dios socorre a los que confían en Él como su Dios. Los cobardes no entrarán en el cielo, porque Dios no es su Dios personalmente, no es el Máximo para ellos. Pero a Dios le agrada guiar los pasos de los que le reconocen y esperan en Él, deseando Su guía.

4. Qué Quiso Recibir: “Tu Buen Espíritu Me Guíe”

En el mundo hay muchas trampas, muchos desvíos, muchos errores, y muchos que caen en ellos de una manera u otra. La juventud hoy anda en gran peligro y necesita la guía de Dios, no la de los consejeros del mundo. David consideraba al mundo un lugar peligroso, donde había enemigos y peligros. ¡Ojalá lo viéramos así nosotros los padres, para advertir y enseñar bien a nuestros hijos, y ojalá nuestros hijos y jóvenes vieran al mundo por el gran peligro que es al creyente! Entonces se postraría cada cual delante del Señor rogando: “Tu buen espíritu me guíe”, o como cantamos: “Ni un paso sin Su ayuda”.
David no se guiaba a sí mismo, sino que buscaba la guía de Dios. Necesitamos su actitud y su oración. David quería ir “a tierra de rectitud” – cierto es que Dios no nos guiará a otro lugar. Estamos hartos de oír a algunos hacer lo que su carne quiere y luego tratar de arreglarlo diciendo que el Señor les guió. No, no es así, porque Dios nos guía sólo a lo recto. Por ejemplo, si un joven se desvía y comienza a salir con una mujer que es de una religión falsa, no diga que el Señor le guió porque de ninguna manera es así. Le guió su carne, o le guió la mujer, ¡pero no Dios! En el versículo 3 David nombra el mal que el enemigo nos hace: nos persigue, busca postrarnos y desolarnos para inmovilizarnos y angustiarnos. Para no caer derrotados por él, tenemos que acercarnos a Dios, y buscar socorro y guía de Él. En el versículo 12 vemos claramente que nuestra alma tiene enemigos y adversarios. Este mundo es como un campo de batalla lleno de minas que están para explotar si las pisamos. Por esto debemos pedir dirección a Dios. En el versículo 8 dice: “Hazme saber el camino por donde ande”. Debemos orar y pedir la guía del Señor antes de tomar cualquier decisión. Dios debe ir delante de todas nuestras decisiones. No decidas hacer algo y luego pidas la bendición de Dios, sino primero pide la guía y bendición de Dios, y Su consejo, con intención de hacerlo, ANTES de tomar la decisión, sea la compra, la compañía que guardamos, el trabajo, el noviazgo, en fin, en todo. Porque Él es Señor de todo. Recordemos esto, que el diablo también tiene sus ángeles y sus discípulos. David consideraba que vivía en un mundo alejado de Dios (v. 9), y como sabio, se refugió en Dios. No deseaba vivir separado de Dios. “En ti me refugio”, declaró. Aunque era rey y guerrero valiente, ante Dios se sentía débil, no fuerte. Para el bien de su alma, se acercaba a Dios. Y el alma es muy importante en este salmo. Se nombra en los versículos 3, 6, 8, 11 y 12. No cometamos el error de muchos, de cuidar más el cuerpo y la cara que el alma. Si el enemigo toma control de nuestra alma, nos vence. El alma pertenece al Señor, y debemos amarle y servirle con ella. Por esto David dice al final: “Porque yo soy tu siervo”. Son palabras muy importantes. Así debe ser con cada uno de nosotros. No debemos servir al mundo, sino al Señor. En Hebreos 13:20-21 el motivo de oración expresado es éste: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”. Es justo lo que David quería y pedía en oración en el Salmo 143. Que el Señor nos ayude a pensar, sentir, orar y hacer como él. Amén.
de un estudio dado por L.B., el 9 de marzo, 2008