ASPECTOS DE LA GLORIA DE CRISTO
(Parte III)
William MacDonald
(Parte III)
William MacDonald
La Gloria De Su Segunda Venida Y Reino
Hay más referencias en el Nuevo Testamento a esta gloria que a cualquier otra. El Hijo del Hombre vendrá en las nubes del cielo con poder y gran gloria (Mt. 24:30). En aquel día, será glorificado en Sus santos y admirado entre todos los que creen (2 Ts. 1:10). Cuando se sienta en Su glorioso trono, recompensará a los apóstoles – y a todos Sus seguidores (Mt. 19:28), y juzgará a las naciones (Mt. 25:31-33). Se avergonzará de los que se avergonzaron de Él y de Sus palabras cuando venga en Su gloria (Lc. 9:26). Jacobo y Juan imprudentemente pidieron sentarse a la derecha e izquierda de Cristo en la gloria de Su reino venidero (Mr. 10:37). Los que participan ahora de los sufrimientos de Cristo se gozarán con gran gozo cuando Su gloria es revelada en el Milenio (1 P. 4:13).
La transfiguración de Cristo dio una vista previa del Mesías en Su gloria como Rey de reyes y Señor de señores. Pedro, Jacobo y Juan vieron Su gloria en el monte santo.
“y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Jn. 1:14b).
“Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él” (Lc. 9:32).
Más tarde Pedro hizo referencia a la transfiguración y explicó que se trataba del poder y la venida del Señor, esto es, de la venida en poder de nuestro Señor Jesucristo (1 P. 1:16).
Otra mención de la gloria de Cristo en Su reino esté en Juan 17:22. Allí nuestro gran Sumo Sacerdote dice:
“La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno”.
En un sentido, compartimos ahora algunas de Sus glorias – como hijos de Dios, como Sus hermanos, como miembros de Su cuerpo y coherederos con Él.
Pero en este pasaje, Él también habla de Su reino en este mundo como si ya estuviera presente. Compartiremos Su gloria al reinar con Él durante los mil años (Ap. 20:4). Cuando Él se manifieste en gloria, nosotros también seremos manifestados con Él.
De momento, el mundo ni reconoce ni estima al pueblo de Dios.
“...el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él” (1 Jn. 3:1).
Pero cuando Él se manifieste en gloria, los creyentes seremos manifestados también en gloria:
“Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Col. 3:4).
“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Jn. 3:2).
Entonces el mundo verá la unión entre el Señor Jesús y Sus seguidores, y sabrá que el Padre envió al Hijo, y que Dios ama a los santos como ama a Su Hijo.
Su Gloria Presente En El Cielo
El deseo del Señor Jesús, expresado en Juan 17:24, es que los que le aman estén con Él en el cielo, para que vean Su gloria. Por fe ya podemos verle allí, coronado de gloria y de honra.
“Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos".
Su gloria ahora en el cielo es la misma que Pedro llama Su eterna gloria:
“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (1 P. 5:10).
Sin embargo, hay un sentido en que es diferente a Su gloria personal que tuvo antes de venir al mundo. Ahora está en el cielo como un Hombre glorificado además de la gloria de Su deidad.
Su gloria presente es una combinación de todas Sus glorias, inherentes y adquiridas. Es la gloria de Su deidad, Su humanidad, Sus atributos, Sus oficios y Su carácter. No somos llamados a compartir estas glorias, sino a regocijarnos en ellas y alabar y adorarle para siempre.
La transfiguración de Cristo dio una vista previa del Mesías en Su gloria como Rey de reyes y Señor de señores. Pedro, Jacobo y Juan vieron Su gloria en el monte santo.
“y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Jn. 1:14b).
“Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él” (Lc. 9:32).
Más tarde Pedro hizo referencia a la transfiguración y explicó que se trataba del poder y la venida del Señor, esto es, de la venida en poder de nuestro Señor Jesucristo (1 P. 1:16).
Otra mención de la gloria de Cristo en Su reino esté en Juan 17:22. Allí nuestro gran Sumo Sacerdote dice:
“La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno”.
En un sentido, compartimos ahora algunas de Sus glorias – como hijos de Dios, como Sus hermanos, como miembros de Su cuerpo y coherederos con Él.
Pero en este pasaje, Él también habla de Su reino en este mundo como si ya estuviera presente. Compartiremos Su gloria al reinar con Él durante los mil años (Ap. 20:4). Cuando Él se manifieste en gloria, nosotros también seremos manifestados con Él.
De momento, el mundo ni reconoce ni estima al pueblo de Dios.
“...el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él” (1 Jn. 3:1).
Pero cuando Él se manifieste en gloria, los creyentes seremos manifestados también en gloria:
“Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Col. 3:4).
“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Jn. 3:2).
Entonces el mundo verá la unión entre el Señor Jesús y Sus seguidores, y sabrá que el Padre envió al Hijo, y que Dios ama a los santos como ama a Su Hijo.
Su Gloria Presente En El Cielo
El deseo del Señor Jesús, expresado en Juan 17:24, es que los que le aman estén con Él en el cielo, para que vean Su gloria. Por fe ya podemos verle allí, coronado de gloria y de honra.
“Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos".
Su gloria ahora en el cielo es la misma que Pedro llama Su eterna gloria:
“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (1 P. 5:10).
Sin embargo, hay un sentido en que es diferente a Su gloria personal que tuvo antes de venir al mundo. Ahora está en el cielo como un Hombre glorificado además de la gloria de Su deidad.
Su gloria presente es una combinación de todas Sus glorias, inherentes y adquiridas. Es la gloria de Su deidad, Su humanidad, Sus atributos, Sus oficios y Su carácter. No somos llamados a compartir estas glorias, sino a regocijarnos en ellas y alabar y adorarle para siempre.
traducido por Carlos Tomás Knott
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LAS ARTIMAÑAS DEL DIABLO
No desconocemos las artimañas del diablo. Pensemos en los métodos que él emplea:
Engaño. Él es el padre de mentira, y miente desde el principio (Jn. 8:44). Se disfraza como un ángel de luz y manda a sus mensajeros disfrazados como ministros de justicia (2 Co. 11:14-15). Tergiversa la Palabra de Dios (Gn. 3:1). Hace milagros y prodigios mentirosos (2 Ts. 2:9). Busca la manera de sembrar duda y negación, y extraviar al pueblo de Dios de la sincera y pura devoción a Cristo (2 Co. 11:3). Tienta a las personas para que mientan (Hch. 5:3).
Calumnia. Es el acusador de los hermanos día y noche (Ap. 12:10).
Imitación. Posee una falsificación para todo lo que proviene de Dios. Él capacitó a los hechiceros egipcios para que imitasen los milagros de Moisés (2 Ti. 3:8). La cizaña en el reino (los hijos del malo) imita al trigo (los hijos del reino) (Mt. 13:38). Como dice J. Oswald Sanders, “Con razón San Agustín le calificó: Simius Dei, el simio (imitador) de Dios. Tiene su propia “trinidad”: el diablo, la bestia y el falso profeta; su propia iglesia: la sinagoga de Satanás (Ap. 2:9); sus propios ministros: los ministros de Satanás (2 Co. 11:15); su propio evangelio: otro evangelio (Gá. 1:6); su propia teología: doctrinas de demonios (1 Ti. 4:1); sus propios sacrificios: sacrificios ofrecidos a los demonios (1 Co. 10:20); su propia mesa y copa (1 Co. 10:21-22)”.1
Desánimo. Otra estratagema del diablo es ganar ventaja sobre el cristiano haciendo que sea “consumido de demasiada tristeza”, esto es, por el desánimo o desaliento (2 Co. 2:7-11). También puede oprimir al creyente con tristeza y desespero.
Persecución. Él anda alrededor como un león rugiente para aterrorizar y destruir (1 P. 5:8; Ap. 2:10). De hecho, el propósito invariable de este ladrón es hurtar y matar y destruir (Jn. 10:10).
Entrega Incompleta. De la misma manera que intentó persuadir al Señor Jesús para que no fuese a la cruz (Mr. 8:31-33), así intenta persuadir a los creyentes a no llevar la cruz.
Soberbia. Sabe, por experiencia propia, que la soberbia precede a la condenación (1 Ti. 3:6). Así, él emplea esta táctica con otros.
Caída Moral. Tienta a las personas a causa de su incontinencia o falta de dominio propio (1 Co. 7:5).
Falsa Doctrina. Ya en el amanecer de la civilización humana, tentó a Eva a que creyese que podía llegar a ser como Dios (Gn.3:5).
Aflicción Corporal. El aguijón en la carne de Pablo era un mensajero de Satanás que le abofeteaba (2 Co. 12:7). El diablo zarandea a los hijos de Dios por medio de circunstancias difíciles (Lc. 22:31). Toda enfermedad, sufrimiento y tragedia proceden de él, pero en la vida del creyente Dios puede transformar estas cosas para Su gloria, para el bien del cristiano y para bendición de otros.
Estorbo del Evangelio. Él arrebata la semilla de los que oyen sin profundidad (Mt. 13:19). También ciega el entendimiento de los incrédulos para que no vean la verdad y sean salvos (2 Co. 4:4).
Dilación. “Mañana”. Invita a las personas a que se demoren, a que aplacen el momento de acción y decisión, especialmente en lo referente al evangelio.
Engaño. Él es el padre de mentira, y miente desde el principio (Jn. 8:44). Se disfraza como un ángel de luz y manda a sus mensajeros disfrazados como ministros de justicia (2 Co. 11:14-15). Tergiversa la Palabra de Dios (Gn. 3:1). Hace milagros y prodigios mentirosos (2 Ts. 2:9). Busca la manera de sembrar duda y negación, y extraviar al pueblo de Dios de la sincera y pura devoción a Cristo (2 Co. 11:3). Tienta a las personas para que mientan (Hch. 5:3).
Calumnia. Es el acusador de los hermanos día y noche (Ap. 12:10).
Imitación. Posee una falsificación para todo lo que proviene de Dios. Él capacitó a los hechiceros egipcios para que imitasen los milagros de Moisés (2 Ti. 3:8). La cizaña en el reino (los hijos del malo) imita al trigo (los hijos del reino) (Mt. 13:38). Como dice J. Oswald Sanders, “Con razón San Agustín le calificó: Simius Dei, el simio (imitador) de Dios. Tiene su propia “trinidad”: el diablo, la bestia y el falso profeta; su propia iglesia: la sinagoga de Satanás (Ap. 2:9); sus propios ministros: los ministros de Satanás (2 Co. 11:15); su propio evangelio: otro evangelio (Gá. 1:6); su propia teología: doctrinas de demonios (1 Ti. 4:1); sus propios sacrificios: sacrificios ofrecidos a los demonios (1 Co. 10:20); su propia mesa y copa (1 Co. 10:21-22)”.1
Desánimo. Otra estratagema del diablo es ganar ventaja sobre el cristiano haciendo que sea “consumido de demasiada tristeza”, esto es, por el desánimo o desaliento (2 Co. 2:7-11). También puede oprimir al creyente con tristeza y desespero.
Persecución. Él anda alrededor como un león rugiente para aterrorizar y destruir (1 P. 5:8; Ap. 2:10). De hecho, el propósito invariable de este ladrón es hurtar y matar y destruir (Jn. 10:10).
Entrega Incompleta. De la misma manera que intentó persuadir al Señor Jesús para que no fuese a la cruz (Mr. 8:31-33), así intenta persuadir a los creyentes a no llevar la cruz.
Soberbia. Sabe, por experiencia propia, que la soberbia precede a la condenación (1 Ti. 3:6). Así, él emplea esta táctica con otros.
Caída Moral. Tienta a las personas a causa de su incontinencia o falta de dominio propio (1 Co. 7:5).
Falsa Doctrina. Ya en el amanecer de la civilización humana, tentó a Eva a que creyese que podía llegar a ser como Dios (Gn.3:5).
Aflicción Corporal. El aguijón en la carne de Pablo era un mensajero de Satanás que le abofeteaba (2 Co. 12:7). El diablo zarandea a los hijos de Dios por medio de circunstancias difíciles (Lc. 22:31). Toda enfermedad, sufrimiento y tragedia proceden de él, pero en la vida del creyente Dios puede transformar estas cosas para Su gloria, para el bien del cristiano y para bendición de otros.
Estorbo del Evangelio. Él arrebata la semilla de los que oyen sin profundidad (Mt. 13:19). También ciega el entendimiento de los incrédulos para que no vean la verdad y sean salvos (2 Co. 4:4).
Dilación. “Mañana”. Invita a las personas a que se demoren, a que aplacen el momento de acción y decisión, especialmente en lo referente al evangelio.
William MacDonald, de su libro: MUNDOS OPUESTOS
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“Porque de cierto morimos,
y somos como aguas derramadas por tierra...”
2 Samuel 14:14
y somos como aguas derramadas por tierra...”
2 Samuel 14:14
Según el reportaje de un periódico prestigioso:
“Los jóvenes de ahora podrían
vivir hasta los 100 años”.
Pero a continuación pone tres condiciones:
1. Si tienen los genes correctos.
2. Si viven vidas sanas.
3. Si la tecnología médica se desarrolla más.
Así es la esperanza que la ciencia nos ofrece: unos pocos años más de vida, quizás, tal vez.... pero nada seguro. Las religiones que el hombre ha inventado hablan de forma parecida, diciendo que quizás iremos al cielo, si cumplimos ciertas condiciones, pero nadie puede saberlo ahora.
Amigo, debo informarle que en la Biblia Dios todavía advierte solemnemente que: “de cierto morimos”. No cabe duda. Y nos dice qué pasará después: "Porque está establecido para el hombre que muera una sola vez, y después de esto, el juicio" (Hebreos 9:27).La Palabra de Dios, nuestro Creador, no falla. ¿Está Ud. preparado para morir?
“No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de sí el día”. (Proverbios 27:1)
“Los jóvenes de ahora podrían
vivir hasta los 100 años”.
Pero a continuación pone tres condiciones:
1. Si tienen los genes correctos.
2. Si viven vidas sanas.
3. Si la tecnología médica se desarrolla más.
Así es la esperanza que la ciencia nos ofrece: unos pocos años más de vida, quizás, tal vez.... pero nada seguro. Las religiones que el hombre ha inventado hablan de forma parecida, diciendo que quizás iremos al cielo, si cumplimos ciertas condiciones, pero nadie puede saberlo ahora.
Amigo, debo informarle que en la Biblia Dios todavía advierte solemnemente que: “de cierto morimos”. No cabe duda. Y nos dice qué pasará después: "Porque está establecido para el hombre que muera una sola vez, y después de esto, el juicio" (Hebreos 9:27).La Palabra de Dios, nuestro Creador, no falla. ¿Está Ud. preparado para morir?
“No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de sí el día”. (Proverbios 27:1)
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Texto: Salmo 143
Este es un Salmo precioso que nos enseña la necesidad de ser guiados por el Señor. El versículo 10 lo enfatiza, y de ahí vamos a sacar cuatro cosas que nos ayudarán. El Salmo 23 dice que el bien y la misericordia me seguirán todos los días, pero mis hermanos, este bien está sujetado a que prestemos atención a nuestro Pastor divino, a lo que Dios dice, y le sigamos como ovejas fieles. Es importante y necesario seguir al Señor. Dios quiere la fidelidad y la obediencia de parte de los que son Suyos, y no es pedir demasiado, especialmente cuando consideramos lo que Él ha hecho por nosotros. El otro día hablé con alguien que me dijo que era creyente, y que todos lo creyentes son cristianos. Le dije que estaba equivocado porque el diablo y los demonios son creyentes – creen en Dios – pero no son cristianos. ¿Qué hacen? “También los demonios creen, y tiemblan” dice Santiago 2:19. Pero hacen su voluntad. No siguen ni adoran ni obedecen al Señor. Hay muchos seres humanos religiosos hoy en día que son como ellos, y evangélicos también entre ellos. Israel profesó ser pueblo de Dios pero no le seguía. El profeta Oseas se quejó de la ignorancia y desobediencia del pueblo. “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Os. 4:6). Isaías y Jeremías protestaron la desobediencia e infidelidad del pueblo, y advirtieron que si no cambiara, vendría el juicio de Dios. Así que, para no repetir la historia de abandono y juicio, aprendamos de este Salmo cuatro cosas necesarias para ser guiados por Dios.
1. La Condición De La Súplica: “Enséñame”
La súplica de David está basada en el conocimiento de aquel que puede solucionar sus problemas. Habla de enfermedad y de angustia de alma (vv. 4, 11). Pero en el versículo 10 David dice algo muy importante: “enséñame”. Qué bonito es ser enseñado por Dios. Muchos hoy en día tienen afán de aprender y van a escuelas y universidades, y está bien, pero no quieren ni buscan aprender de Dios. Como hemos mencionado, el profeta Oseas lamentó la falta de conocimiento del pueblo. Aquí es David quien se siente ignorante y se presenta ante Dios para aprender. Pero hoy en día la gente no quiere aprender de Dios, y en muchas llamadas iglesias enfatizan otras cosas y no la Palabra de Dios que es lo más importante. Necesitamos hacer más que acto de presencia en los cultos. Debemos presentarnos yacercarnos a Dios para aprender. En Juan 8:31-38 el Señor Jesús habla a Sus discípulos acerca de la importancia de Su Palabra en la vida de ellos. En el versículo 31 dice que debemos permanecer en Su Palabra. Es lo primordial para ser discípulo de Cristo. Los que verdaderamente son Sus discípulos son creyentes en verdad. Tenemos que pedir al Señor todos los días que Él nos ayude a aprender y hacer Su voluntad. Algunos judíos que oyeron al Señor respondieron orgullosamente diciendo que eran linaje de Abraham y libres, pero el Señor les dijo que eran esclavos. Ellos no querían aprender (vv. 37, 43), y Él les dijo que Su Palabra no hallaba cabida en ellos, y que no podían escuchar Su Palabra (v. 44), porque eran de su padre el diablo. El “pueblo de Dios” hoy en día anda mal porque sólo escucha la Palabra el domingo, nada más, como los católicos que van a misa y piensan que así han cumplido con Dios. Es una condición espiritual verdaderamente lastimosa y engañada. El Señor declaró que no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt. 4:4). Hay que comer espiritualmente cada día. Necesitamos la Palabra para vivir en el mundo como Israel necesitaba el maná para sobrevivir en el desierto. Además, en 1 Juan 4:6 el apóstol Juan dice: “el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye”. Cuando dice “nos”, se refiere a los apóstoles que predicaron la Palabra del Señor. El creyente quiere oír y hacer caso de la Palabra. A la luz de esta declaración tenemos que cuestionar si son verdaderos muchos de los que hoy en día profesan ser creyentes pero pueden vivir tranquilamente sin la Palabra de Dios.
2. Qué Quiso David Aprender: “A Hacer Tu Voluntad”
David no sólo quería conocimiento, o información, sino que su noble deseo era hacer la voluntad de Dios. Dígame quién hoy en día tiene este afán. No quieren aprender, ni quieren obedecer. No desean hacer la voluntad de Dios sino la suya propia. Esto, a pesar de que la voluntad de Dios es buena, perfecta y agradable (Ro. 12:2). La religión de la gente que es así es teórica, no práctica. No tiene deseo de obedecer a Dios, porque está llena de sus propios deseos, opiniones y planes. El profesado pueblo de Dios hoy en día está cargado de cosas que no son de Dios, y que nunca nos pueden hacer bien ni nos traerán el favor de Dios. El Señor nos enseñó a orar así: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mt. 6:10). Y el mismo Señor puso ejemplo cuando oró en el huerto de Getsemaní: “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc. 22:42). Hermanos míos, en la voluntad está el amor. Si uno dice: “yo amo”, pero no obedece, no desea hacer Su voluntad, no ama a Dios sino a sí mismo y al mundo. Esto no es un problema pequeño, sino grande. En 1 Juan 2 la Palabra de Dios nos advierte acerca de los que dicen que conocen a Dios pero no le obedecen, no guardan Su Palabra. En el versículo 15 leemos: “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. Y el versículo 17 dice: “el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. Aquí vemos juntos el amor, la obediencia y la voluntad. Una marca del verdadero creyente es que hace la voluntad de Dios, porque ama a Dios y desea agradarle. El diablo, el mundo y la carne se unen en nuestra contra para que no hagamos lo que Dios quiere, pero cuando hacemos la voluntad de Dios, éstos tienen que ceder ante nosotros.
3. Otra Parte Clave de la Súplica: “Porque Tú Eres Mi Dios”
Juzguemos y analicemos cuáles realmente son nuestros dioses. David reconoció a Dios como Dios de verdad, el Máximo, el Todopoderoso, el Soberano y el objeto de su fe y adoración. Confesó su fe y lealtad. Hoy en día hay otros dioses que reemplazan a Dios de manera práctica: el deporte, la política, la cacería, el dinero, las diversiones, y aun la familia. Las cosas que ocupan el lugar de primacía en los afectos y prioridades son dioses, ídolos. Dios ampara y socorre a los que realmente son Suyos. En Hechos 4:19 los apóstoles pusieron a Dios por encima de los hombres, diciendo que hay que obedecer a Dios antes que a ellos. Pero en capítulo 5 Ananías y Safira mintieron a Dios y a los hombres porque valoraron más unas monedas. “Tú eres mi Dios” – hoy no todo el mundo puede decir esto, porque el pueblo tiene muchos dioses. A quién seguimos y servimos, quien ocupa nuestros afectos, confianza y atención, es un dios. Y bien dice la Palabra de Dios que no podemos servir a dos señores. Hay que escoger. David ya lo había hecho; lo tenía claro: “Tú eres mí Dios”, y lo respaldaba con los hechos. Dios socorre a los que confían en Él como su Dios. Los cobardes no entrarán en el cielo, porque Dios no es su Dios personalmente, no es el Máximo para ellos. Pero a Dios le agrada guiar los pasos de los que le reconocen y esperan en Él, deseando Su guía.
4. Qué Quiso Recibir: “Tu Buen Espíritu Me Guíe”
En el mundo hay muchas trampas, muchos desvíos, muchos errores, y muchos que caen en ellos de una manera u otra. La juventud hoy anda en gran peligro y necesita la guía de Dios, no la de los consejeros del mundo. David consideraba al mundo un lugar peligroso, donde había enemigos y peligros. ¡Ojalá lo viéramos así nosotros los padres, para advertir y enseñar bien a nuestros hijos, y ojalá nuestros hijos y jóvenes vieran al mundo por el gran peligro que es al creyente! Entonces se postraría cada cual delante del Señor rogando: “Tu buen espíritu me guíe”, o como cantamos: “Ni un paso sin Su ayuda”. David no se guiaba a sí mismo, sino que buscaba la guía de Dios. Necesitamos su actitud y su oración. David quería ir “a tierra de rectitud” – cierto es que Dios no nos guiará a otro lugar. Estamos hartos de oír a algunos hacer lo que su carne quiere y luego tratar de arreglarlo diciendo que el Señor les guió. No, no es así, porque Dios nos guía sólo a lo recto. Por ejemplo, si un joven se desvía y comienza a salir con una mujer que es de una religión falsa, no diga que el Señor le guió porque de ninguna manera es así. Le guió su carne, o le guió la mujer, ¡pero no Dios! En el versículo 3 David nombra el mal que el enemigo nos hace: nos persigue, busca postrarnos y desolarnos para inmovilizarnos y angustiarnos. Para no caer derrotados por él, tenemos que acercarnos a Dios, y buscar socorro y guía de Él. En el versículo 12 vemos claramente que nuestra alma tiene enemigos y adversarios. Este mundo es como un campo de batalla lleno de minas que están para explotar si las pisamos. Por esto debemos pedir dirección a Dios. En el versículo 8 dice: “Hazme saber el camino por donde ande”. Debemos orar y pedir la guía del Señor antes de tomar cualquier decisión. Dios debe ir delante de todas nuestras decisiones. No decidas hacer algo y luego pidas la bendición de Dios, sino primero pide la guía y bendición de Dios, y Su consejo, con intención de hacerlo, ANTES de tomar la decisión, sea la compra, la compañía que guardamos, el trabajo, el noviazgo, en fin, en todo. Porque Él es Señor de todo. Recordemos esto, que el diablo también tiene sus ángeles y sus discípulos. David consideraba que vivía en un mundo alejado de Dios (v. 9), y como sabio, se refugió en Dios. No deseaba vivir separado de Dios. “En ti me refugio”, declaró. Aunque era rey y guerrero valiente, ante Dios se sentía débil, no fuerte. Para el bien de su alma, se acercaba a Dios. Y el alma es muy importante en este salmo. Se nombra en los versículos 3, 6, 8, 11 y 12. No cometamos el error de muchos, de cuidar más el cuerpo y la cara que el alma. Si el enemigo toma control de nuestra alma, nos vence. El alma pertenece al Señor, y debemos amarle y servirle con ella. Por esto David dice al final: “Porque yo soy tu siervo”. Son palabras muy importantes. Así debe ser con cada uno de nosotros. No debemos servir al mundo, sino al Señor. En Hebreos 13:20-21 el motivo de oración expresado es éste: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”. Es justo lo que David quería y pedía en oración en el Salmo 143. Que el Señor nos ayude a pensar, sentir, orar y hacer como él. Amén.
Seamos Guiados Por Dios
Texto: Salmo 143
Este es un Salmo precioso que nos enseña la necesidad de ser guiados por el Señor. El versículo 10 lo enfatiza, y de ahí vamos a sacar cuatro cosas que nos ayudarán. El Salmo 23 dice que el bien y la misericordia me seguirán todos los días, pero mis hermanos, este bien está sujetado a que prestemos atención a nuestro Pastor divino, a lo que Dios dice, y le sigamos como ovejas fieles. Es importante y necesario seguir al Señor. Dios quiere la fidelidad y la obediencia de parte de los que son Suyos, y no es pedir demasiado, especialmente cuando consideramos lo que Él ha hecho por nosotros. El otro día hablé con alguien que me dijo que era creyente, y que todos lo creyentes son cristianos. Le dije que estaba equivocado porque el diablo y los demonios son creyentes – creen en Dios – pero no son cristianos. ¿Qué hacen? “También los demonios creen, y tiemblan” dice Santiago 2:19. Pero hacen su voluntad. No siguen ni adoran ni obedecen al Señor. Hay muchos seres humanos religiosos hoy en día que son como ellos, y evangélicos también entre ellos. Israel profesó ser pueblo de Dios pero no le seguía. El profeta Oseas se quejó de la ignorancia y desobediencia del pueblo. “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Os. 4:6). Isaías y Jeremías protestaron la desobediencia e infidelidad del pueblo, y advirtieron que si no cambiara, vendría el juicio de Dios. Así que, para no repetir la historia de abandono y juicio, aprendamos de este Salmo cuatro cosas necesarias para ser guiados por Dios.
1. La Condición De La Súplica: “Enséñame”
La súplica de David está basada en el conocimiento de aquel que puede solucionar sus problemas. Habla de enfermedad y de angustia de alma (vv. 4, 11). Pero en el versículo 10 David dice algo muy importante: “enséñame”. Qué bonito es ser enseñado por Dios. Muchos hoy en día tienen afán de aprender y van a escuelas y universidades, y está bien, pero no quieren ni buscan aprender de Dios. Como hemos mencionado, el profeta Oseas lamentó la falta de conocimiento del pueblo. Aquí es David quien se siente ignorante y se presenta ante Dios para aprender. Pero hoy en día la gente no quiere aprender de Dios, y en muchas llamadas iglesias enfatizan otras cosas y no la Palabra de Dios que es lo más importante. Necesitamos hacer más que acto de presencia en los cultos. Debemos presentarnos yacercarnos a Dios para aprender. En Juan 8:31-38 el Señor Jesús habla a Sus discípulos acerca de la importancia de Su Palabra en la vida de ellos. En el versículo 31 dice que debemos permanecer en Su Palabra. Es lo primordial para ser discípulo de Cristo. Los que verdaderamente son Sus discípulos son creyentes en verdad. Tenemos que pedir al Señor todos los días que Él nos ayude a aprender y hacer Su voluntad. Algunos judíos que oyeron al Señor respondieron orgullosamente diciendo que eran linaje de Abraham y libres, pero el Señor les dijo que eran esclavos. Ellos no querían aprender (vv. 37, 43), y Él les dijo que Su Palabra no hallaba cabida en ellos, y que no podían escuchar Su Palabra (v. 44), porque eran de su padre el diablo. El “pueblo de Dios” hoy en día anda mal porque sólo escucha la Palabra el domingo, nada más, como los católicos que van a misa y piensan que así han cumplido con Dios. Es una condición espiritual verdaderamente lastimosa y engañada. El Señor declaró que no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt. 4:4). Hay que comer espiritualmente cada día. Necesitamos la Palabra para vivir en el mundo como Israel necesitaba el maná para sobrevivir en el desierto. Además, en 1 Juan 4:6 el apóstol Juan dice: “el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye”. Cuando dice “nos”, se refiere a los apóstoles que predicaron la Palabra del Señor. El creyente quiere oír y hacer caso de la Palabra. A la luz de esta declaración tenemos que cuestionar si son verdaderos muchos de los que hoy en día profesan ser creyentes pero pueden vivir tranquilamente sin la Palabra de Dios.
2. Qué Quiso David Aprender: “A Hacer Tu Voluntad”
David no sólo quería conocimiento, o información, sino que su noble deseo era hacer la voluntad de Dios. Dígame quién hoy en día tiene este afán. No quieren aprender, ni quieren obedecer. No desean hacer la voluntad de Dios sino la suya propia. Esto, a pesar de que la voluntad de Dios es buena, perfecta y agradable (Ro. 12:2). La religión de la gente que es así es teórica, no práctica. No tiene deseo de obedecer a Dios, porque está llena de sus propios deseos, opiniones y planes. El profesado pueblo de Dios hoy en día está cargado de cosas que no son de Dios, y que nunca nos pueden hacer bien ni nos traerán el favor de Dios. El Señor nos enseñó a orar así: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mt. 6:10). Y el mismo Señor puso ejemplo cuando oró en el huerto de Getsemaní: “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc. 22:42). Hermanos míos, en la voluntad está el amor. Si uno dice: “yo amo”, pero no obedece, no desea hacer Su voluntad, no ama a Dios sino a sí mismo y al mundo. Esto no es un problema pequeño, sino grande. En 1 Juan 2 la Palabra de Dios nos advierte acerca de los que dicen que conocen a Dios pero no le obedecen, no guardan Su Palabra. En el versículo 15 leemos: “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. Y el versículo 17 dice: “el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. Aquí vemos juntos el amor, la obediencia y la voluntad. Una marca del verdadero creyente es que hace la voluntad de Dios, porque ama a Dios y desea agradarle. El diablo, el mundo y la carne se unen en nuestra contra para que no hagamos lo que Dios quiere, pero cuando hacemos la voluntad de Dios, éstos tienen que ceder ante nosotros.
3. Otra Parte Clave de la Súplica: “Porque Tú Eres Mi Dios”
Juzguemos y analicemos cuáles realmente son nuestros dioses. David reconoció a Dios como Dios de verdad, el Máximo, el Todopoderoso, el Soberano y el objeto de su fe y adoración. Confesó su fe y lealtad. Hoy en día hay otros dioses que reemplazan a Dios de manera práctica: el deporte, la política, la cacería, el dinero, las diversiones, y aun la familia. Las cosas que ocupan el lugar de primacía en los afectos y prioridades son dioses, ídolos. Dios ampara y socorre a los que realmente son Suyos. En Hechos 4:19 los apóstoles pusieron a Dios por encima de los hombres, diciendo que hay que obedecer a Dios antes que a ellos. Pero en capítulo 5 Ananías y Safira mintieron a Dios y a los hombres porque valoraron más unas monedas. “Tú eres mi Dios” – hoy no todo el mundo puede decir esto, porque el pueblo tiene muchos dioses. A quién seguimos y servimos, quien ocupa nuestros afectos, confianza y atención, es un dios. Y bien dice la Palabra de Dios que no podemos servir a dos señores. Hay que escoger. David ya lo había hecho; lo tenía claro: “Tú eres mí Dios”, y lo respaldaba con los hechos. Dios socorre a los que confían en Él como su Dios. Los cobardes no entrarán en el cielo, porque Dios no es su Dios personalmente, no es el Máximo para ellos. Pero a Dios le agrada guiar los pasos de los que le reconocen y esperan en Él, deseando Su guía.
4. Qué Quiso Recibir: “Tu Buen Espíritu Me Guíe”
En el mundo hay muchas trampas, muchos desvíos, muchos errores, y muchos que caen en ellos de una manera u otra. La juventud hoy anda en gran peligro y necesita la guía de Dios, no la de los consejeros del mundo. David consideraba al mundo un lugar peligroso, donde había enemigos y peligros. ¡Ojalá lo viéramos así nosotros los padres, para advertir y enseñar bien a nuestros hijos, y ojalá nuestros hijos y jóvenes vieran al mundo por el gran peligro que es al creyente! Entonces se postraría cada cual delante del Señor rogando: “Tu buen espíritu me guíe”, o como cantamos: “Ni un paso sin Su ayuda”. David no se guiaba a sí mismo, sino que buscaba la guía de Dios. Necesitamos su actitud y su oración. David quería ir “a tierra de rectitud” – cierto es que Dios no nos guiará a otro lugar. Estamos hartos de oír a algunos hacer lo que su carne quiere y luego tratar de arreglarlo diciendo que el Señor les guió. No, no es así, porque Dios nos guía sólo a lo recto. Por ejemplo, si un joven se desvía y comienza a salir con una mujer que es de una religión falsa, no diga que el Señor le guió porque de ninguna manera es así. Le guió su carne, o le guió la mujer, ¡pero no Dios! En el versículo 3 David nombra el mal que el enemigo nos hace: nos persigue, busca postrarnos y desolarnos para inmovilizarnos y angustiarnos. Para no caer derrotados por él, tenemos que acercarnos a Dios, y buscar socorro y guía de Él. En el versículo 12 vemos claramente que nuestra alma tiene enemigos y adversarios. Este mundo es como un campo de batalla lleno de minas que están para explotar si las pisamos. Por esto debemos pedir dirección a Dios. En el versículo 8 dice: “Hazme saber el camino por donde ande”. Debemos orar y pedir la guía del Señor antes de tomar cualquier decisión. Dios debe ir delante de todas nuestras decisiones. No decidas hacer algo y luego pidas la bendición de Dios, sino primero pide la guía y bendición de Dios, y Su consejo, con intención de hacerlo, ANTES de tomar la decisión, sea la compra, la compañía que guardamos, el trabajo, el noviazgo, en fin, en todo. Porque Él es Señor de todo. Recordemos esto, que el diablo también tiene sus ángeles y sus discípulos. David consideraba que vivía en un mundo alejado de Dios (v. 9), y como sabio, se refugió en Dios. No deseaba vivir separado de Dios. “En ti me refugio”, declaró. Aunque era rey y guerrero valiente, ante Dios se sentía débil, no fuerte. Para el bien de su alma, se acercaba a Dios. Y el alma es muy importante en este salmo. Se nombra en los versículos 3, 6, 8, 11 y 12. No cometamos el error de muchos, de cuidar más el cuerpo y la cara que el alma. Si el enemigo toma control de nuestra alma, nos vence. El alma pertenece al Señor, y debemos amarle y servirle con ella. Por esto David dice al final: “Porque yo soy tu siervo”. Son palabras muy importantes. Así debe ser con cada uno de nosotros. No debemos servir al mundo, sino al Señor. En Hebreos 13:20-21 el motivo de oración expresado es éste: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”. Es justo lo que David quería y pedía en oración en el Salmo 143. Que el Señor nos ayude a pensar, sentir, orar y hacer como él. Amén.
de un estudio dado por L.B., el 9 de marzo, 2008
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