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lunes, 14 de diciembre de 2009

EN ESTO PENSAD --- Diciembre 2009

El Mito De La Propiedad Privada

En una democracia la gente cree que puede ser dueña de la propiedad. Por supuesto, el estado tiene varias maneras de reclamar parte de lo que el ciudadano cree que es suyo. Impuestos sobre impuestos. Puedes hacer lo que quieres con tu dinero, pero el gobierno siempre reclama “su parte” y más.

Los seres humanos somos “libres”, no somos esclavos de nadie. No tienes que trabajar para nadie si no quieres. Puedes dejarlo cuando quieras. Pero como millones saben, a lo mejor no será tan fácil conseguir otro puesto de trabajo. Puede que sea cruel tu jefe, injusto, dominante, pero es buena idea pensarlo dos veces antes de salir.

No vamos a discutir los méritos y desméritos de la democracia y el capitalismo. De todos modos somos ciudadanos de otro reino. ¡En Cristo tenemos libertad real! ¡El Hijo nos ha hecho verdaderamente libres! Esto es, libres del pecado y de la condena de la ley. Libres, quizás gradualmente, del poder del pecado. Pero, ¿libres para hacer lo que nos parece? ¡Ciertamente no! Hemos sido librados del poder de las tinieblas, pero trasladados al reino del amado Hijo de Dios. El Hijo es Cabeza del cuerpo, la iglesia, y antes que todas las cosas (Col. 1:13, 17-18).
Considera estas esclavitudes:
El Cuerpo: Seguramente puedo hacer lo que quiero con mi propio cuerpo, ¿no? No, porque has sido comprado por precio, la sangre de Cristo, y no eres tuyo. Glorifica a Dios en tu cuerpo, porque realmente es Suyo (1 Co. 6:19-20).
El Tiempo: Nuestras vidas estaban perdidas, porque la paga del pecado es muerte. Así que juzgamos que ya debemos vivir para Él, no para nosotros mismos (2 Co. 5:14-15). El que no aborrece su propia vida, no puede ser discípulo de Cristo (Lc. 14:26). "El que halla su vida la perderá" (Mt. 10:39).
El Dinero: Al menos las ofrendas serán opcionales para el creyente, ¿verdad? Respecto a la cantidad, sí. En cuanto a la frecuencia, semanalmente. Observa cuidadosamente estos mandamientos del Espíritu Santo.
· “Abundad también en esta gracia” (2 Co. 8:7).
· “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo” (1 Co. 16:2).
Y los mandamientos de Cristo:
· “Haceos tesoros en el cielo” (Mt. 6:20).
· “Haced amigos con el dinero” (Lc. 16:9).
El diez porciento del Antiguo Testamento ahora es cien por ciento. He sido crucificado con Cristo, y mi vida ahora es enteramente para Él que dio Su todo por mí. Dices: “Entonces, ¿no quiere Dios que yo sea feliz?” Sí, pero sólo a largo plazo, esto es, feliz en la eternidad. Su bendición te enriquece y Él no añade tristeza (Pr. 10:22).
La Mente: Nos gusta pensar que nuestra mente es algo privado. Pero el Hijo de Dios en el mundo podía conocer los pensamientos de los hombres. ¡Cuánto más ahora! Los pensamientos y hechos pecaminosos vienen del corazón (Mt. 15:18-19). ¿Tengo entonces derecho a llenar mi mente con la violencia e inmoralidad con que se alimentan día y noche mis iguales, vecinos y amigos? Pensad en lo que es verdadero, honesto, puro y amable (Fil. 4:8). ¿Cuántas novelas, películas o programas de deporte se conforman a estos requisitos? Además, la exposición a la propaganda del mundo tiende a conformarnos a su filosofía: auto importancia, protagonismo y hedonismo.
Las Habilidades: A veces las llamamos talentos y dones, pero la Fuente es obvia. “¿Quién te distingue?, o ¿qué tienes que no hayas recibido?” (1 Co. 4:7). Cada uno ha recibido un don y debe usarlo para servir a los demás, como buen mayordomo (1 P. 4:10).
Las Palabras: "Libertad de expresión" es hoy en día una frase popular. Pero no se nos permite decir cualquier cosa, porque tenemos que dar cuenta a Dios (Mt. 12:36). Nuestras palabras manifiestan la condición de nuestro corazón (Mt. 12:34). El Espíritu manda que nunca digamos nada corrompido (Ef. 4:29). Lo que decimos debe ser sólo palabras sanas, con gracia y sal (Col. 4:6). También debe ser sabio, para que demos la respuesta correcta a cada uno, para que se avergüence cualquier adversario (Tit. 2:8). Se prohíbe la mentira, el engaño, la falsedad y la exageración (Ef. 4:24; 1 Ti. 1:10; Ap. 21:8).
En resumen, se trata del compromiso total. Soy de mi Amado. ¿Significa esto que todos hemos de salir como misioneros? Muchos misioneros son en verdad ejemplos modernos de devoción total al Señor. Pero cualquiera de nosotros puede traer honor al Señor Jesucristo si vive frugalmente, ofrenda sacrificadamente y ora continuamente. ¡Sea ésta nuestra porción!

R.E. Harlow, de la revista “Missions”, traducido con permiso

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EL CREYENTE Y LAS DEUDAS
¿contraemos dudas para las fiestas,
como los del mundo?


George Müller (1805-1898)

“ ‘Vended lo que poseéis, y dad limosna’ Lucas 12:33. ‘No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros’ Romanos 13:8. Puede que alguien diga que estos pasajes no pueden entenderse literalmente, porque si no, ¿cómo podría el pueblo de Dios pasar por el mundo? Juan 7:17 hará que estas objeciones se desvanezcan. CUALQUIERA QUE DESEA CUMPLIR estos mandamientos del Señor LITERALMENTE, creo que verá conmigo que, tomarlos LITERALMENTE es la voluntad de Dios. —Aquellos que los toman así, sin duda a menudo tendrán dificultades, difíciles de soportar para la carne, pero esto les hará sentir constantemente que son extranjeros y peregrinos aquí, que este mundo no es su hogar, y de esta manera confiar más en Dios, quien ciertamente nos ayudará a través de cualquier dificultad en la que nos encontremos por causa de buscar el actuar en obediencia a Su palabra”.
—A Narrative of Some of the Lord’s Dealings with George Müller, escrito por él mismo; London: J. Nisbet & Co., volumen 1, Novena edición, 1895, pág. 66.

C. H. Mackintosh (1820-1896)

“Tomamos Romanos 13:8 en su sentido sencillo y claro. Creemos que nos enseña a no deber nada a nadie. ¡Ojalá lo cumpliésemos más! Es doloroso más allá de toda expresión el ver la falta de conciencia entre los profesantes, en cuanto a la cuestión de las deudas. Haríamos un llamado solemne a todos nuestros lectores, que tienen el hábito de endeudarse, a que se juzguen a sí mismos, y a que salgan de esta falsa posición de inmediato. Es mucho mejor sentarse en una corteza seca, y llevar un abrigo pobre, que vivir y vestir bien a expensas de nuestro vecino. Estimamos esto como una verdadera injusticia. ¡Quién tuviera una mente recta!”

—Things New and Old, editado por C. H. Mackintosh, vol. X, 1867, págs. 199-200.
“El primer y gran negocio de una persona endeudada es salir de la deuda. Debemos ser justos antes de ser generosos”.
—ibid., volumen XVII, 1874, pág. 224.

* Nota: Por supuesto que esto no prohíbe la función normal de un negocio, las cuentas con sus proveedores, etc., ni la función normal de una casa. Se trata de no contraer uno deudas que no podrá pagar, de no vivir endeudado.

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Varias Recompensas Que Habrá Para El Creyente

1. La presencia y comunión de otros que se convirtieron (Lc. 16:9).
2. Las coronas que dará el Señor (Ap. 4:10).
3. El vestirse de lino fino según las obras justas (Ap. 19:8).
4. Oír al Señor decir: “está bien, buen siervo” (Lc. 19:17).
5. El gozo de haberle agradado y glorificado (Mt. 25:21, 23).
6. Más responsabilidad en el futuro (Lc. 19:17, 19).
7. Gloria (Dn. 12:3; 1 Co. 15:41-42; 1 P. 1:7).
8. La satisfacción de ver a creyentes que fueron edificados por nuestra vida (1 Ts. 2:19; Fil. 4:1).
9. Descansar de nuestras obras (Ap. 14:13).
10. Ver al Señor y estar siempre con Él (Ap. 22:4; 1 Ts. 4:17; Sal. 23:6).

"Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano".
1 Corintios 15:58

"Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún". Hebreos 6:10

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¿CREES EN EL SEÑOR JESUCRISTO?
por H. A. Ironside

Uno de los pasajes más conocidos en la Biblia es el que forma la respuesta del apóstol Pablo al carcelero en Filipos cuando éste le preguntó: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Nada puede ser más claro que su respuesta: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo”. Sin embargo, esta respuesta tan clara y sencilla me confundía. Nunca, ni por un momento, pensaba que yo podía salvarme a mí mismo, ni por lagrimas, ni por oraciones, ni por arrepentimiento, ni por obras, ni por nada que podría hacer para mí ninguna persona ni ninguna iglesia. Pero, ¿que significa “creer en Jesús”? Ésta era la pregunta, el problema.
A veces pensaba que sí, que creía, y vacilando profesaba creer. Pero después, no tenía la seguridad que buscaba, ni la paz duradera, ni ninguna evidencia de nueva vida. Me preguntaba una y otra vez: “¿De qué modo creo yo, con la cabeza o con el corazón?” No estaba seguro, y la Palabra de Dios dice: “...si confesares con tu boca que Jesús es al Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. ¿Qué es este creer “en el corazón”? Nunca hallé paz hasta que me enteré que es una cosa creer acerca de Jesús, y otra cosa creer en Él.
Probablemente, tú como todo lector sincero de este folleto crees lo que la Biblia dice acerca del Salvador. Crees que el Hijo de Dios vino a este mundo como un Niño verdadero, puro y santo, inmáculo, crecía como hombre haciendo buenas obras y manifestando el amor y la gracia de Dios a los pecadores. También crees que murió en una cruz cruel, y que después de tres días, Dios le levantó de los muertos. Crees que Él ascendió al cielo, que ahora se sienta a la diestra de Dios, y que algún día vendrá para juzgar al mundo. Crees todo esto, en sentido intelectual, pero todavía no sabes si eres salvo. No tienes certidumbre de salvación. Quizás te ayudaría saber que la palabra traducida “creer” también significa “confiar en” o “fiarse”. En un pasaje está traducido “fiarse de”. Dice: “Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre”. Puede que estos significados de la palabra “creer” te ayuden en tu propio caso. Permíteme unas preguntas. ¿Has confiado así, de esta manera, en Jesucristo; en el sentido de entregarte totalmente a Él? ¿Has encomendado tu alma a Él y solamente a Él? ¿Confías en Él como tu único Salvador personal, sin necesidad de santos y sacramentos, o repartes tu fe entre muchas cosas, de modo que no confías única y totalmente en el Señor Jesucristo?
Me gustaría ilustrar esto con una anécdota personal. Estuve en las montañas hace unos pocos años, y quería cruzar un barranco. Había un puente de cuerdas, muy estrecho, tendido entre dos picos, y más de 300 metros abajo, había un río. Sabía que si me caía, ciertamente moriría. Mi pregunta y mi duda era: ¿podría yo fiarme de este puente? Así que, me quedé allí y observaba mientras varias personas cruzaban. Vi que algunos hombres de más peso que yo llegaron al otro lado sin problemas. Por fin, creía que el puente aguantaría mi peso. Creía suficientemente para confiar en el puente, y crucé sano y salvo. Esto ilustra lo que es “creer en Jesús”. También se expresa en la letra del siguiente himno:

Jesús, confiaré en Ti; encomiendo a Ti mi alma,
Cansado, rendido y desamparado, sólo Tú me puedes sanar.
No hay nadie en el cielo, ni en el mundo como Tú;
Moriste Jesús por los pecadores, Señor, moriste por mí.

traducido por Ruth Knott

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Texto: 1 Timoteo 1:1-2

En este pasaje vemos al Señor Jesucristo llamado de dos maneras: primero en el versículo 1 es “Jesucristo nuestra esperanza”, y luego en el versículo 2 es “Cristo Jesús nuestro Señor”. Son hermosas descripciones, ¿verdad? El que es nuestra esperanza también es nuestro Señor, lo cual quiere decir que el que nos salva también nos gobierna.
Luego vemos estos tres términos: “gracia, misericordia y paz” en el versículo 2. Son tres cosas importantísimas, de las cuales mucha gente hoy en día carece. A todos les gustaría tenerlas, pero no todos saben cómo.
Primero está la gracia. Gracia significa favor o ayuda que no se merece. Romanos 4:1-4 y Efesios 2:8-9 establecen claramente que la gracia no se compra, ni se merece, y no puede mezclarse con obras. Si algo es por obras, no es por gracia, porque la gracia no se merece. La gracia de Dios no es una recompensa, sino algo totalmente inmerecido. Dios nos favorece, nos perdona y salva sin que lo merezcamos, porque lo hace por Su gracia. Y Su gracia viene a nosotros, no por la iglesia, no por los sacramentos, no por nuestras obras, sino por el Señor Jesucristo. 2 Corintios 8:9 enseña que la gracia de nuestro Señor Jesucristo se manifestó cuando Él, siendo rico, se hizo pobre (se encarnó) para enriquecernos a nosotros. La gracia actuó a favor nuestro, por medio de una Persona divina, nuestro Señor. Dios quiere que Su gracia se manifieste en nosotros en nuestra generosidad y abnegación a la hora de ofrendar para ayudar a otros.1 Pedro 5:10 nos recuerda que Dios es Dios de toda gracia. El modelo y ejemplo a seguir es Dios mismo. Hermanos, por la maravillosa gracia de Dios tenemos la salvación eterna. Nosotros que no merecemos ser llamados hijos de Dios hemos sido adoptados como hijos Suyos. Como dice el himno: “¡Sublime gracia!” Pero además de esto, es Dios quien exhorta a los creyentes a crecer en la gracia (2 P. 3:18). Por ejemplo, en 2 Corintios 9:8 el apóstol Pablo dice que la gracia puede hacer que abundemos en toda buena obra. A todos nos gusta recibir la gracia, pero, ¿nos gusta tratar a los demás con gracia?
En segundo lugar, habla de la misericordia. La misericordia es NO recibir lo que merecemos. Si uno merece una multa o un castigo y no lo recibe, esto es misericordia. La salvación es recibir misericordia de Dios, porque significa NO recibir el juicio que merecemos. La paga del pecado es muerte, pero al que cree el evangelio, Dios le perdona por Su misericordia y le da vida eterna. En el Salmo 25:6, 7, 10 y 16 David expresa su esperanza continua en la misericordia de Dios. El Salmo 136 es el gran salmo de la misericordia de Dios, que es “para siempre”. ¡Gracias a Dios que recibimos en Jesucristo la perpetua, eterna misericordia de Dios! Habiendo recibido misericordia de Dios, debemos también ser misericordiosos. En Mateo 5:7 el Señor dice: “Bienaventurados los misericordiosos”. En Lucas 6:36 el Señor manda: “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso”. Efesios 4:32 nos exhorta: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. 1 Pedro 3:8 lo enfatiza otra vez: “...sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables”. La misericordia viene relacionada con la benignidad, el perdón, la compasión, el amor y la amistad. Lo triste es: aunque nos gusta RECIBIR misericordia y ser tratados así, nos cuesta SER misericordiosos con los demás, y esto mismo es lo que Dios manda. La misericordia de Dios no debe entrar en nosotros y parar allí, sino entrar, transformarnos y salir hacia los demás. Por ejemplo, David usó de misericordia con Mefiboset al recibirle y cuidarle como a hijo suyo (2 S. 9). Demos gracias a Dios por Su misericordia, y seamos misericordiosos como nuestro Padre celestial.
En tercer lugar, la paz es otra gran bendición que hemos recibido en Cristo. La paz es más que ausencia de conflicto. Significa también una serenidad interior, incluso pese a circunstancias adversas. En primer lugar tenemos paz con Dios mediante la sangre de Cristo (Ro. 5:1). , y es algo que ninguna circunstancia puede cambiar, gracias a Dios. Efesios 2:14, 15 y 17 nos recuerda que Jesucristo ES nuestra paz, vino e HIZO paz, y ANUNCIÓ esta paz. El evangelio es un mensaje de paz. Además, el Salmo 119:165 dice: “mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo”. Mucha gente anda tropezando, dejándose ofender y molestar, siempre mosqueada o quejosa por una y otra cosa, viviendo en conflicto eterno. Pero los que aman la ley del Señor, se humillan, porque aprenden de la ley que ellos no son nada, que no merecen nada bueno, y humillados, confían en el Señor para recibir perdón. Luego pueden andar en paz con Dios y con los demás. El creyente goza de la paz de Dios que le puede guardar en medio de circunstancias adversas. Filipenses 4:6-7 nos instruye que en lugar de estar afanosos, presentemos nuestras peticiones al Señor en oración, y Su paz guardará nuestro corazón. Sabemos que Él nos ama, Él nos oye y Él nos cuida, y esto nos deja en paz, tranquilos en Sus poderosos brazos. La Palabra también nos exhorta al menos tres veces a tener paz y vivir en paz los unos con los otros (Mr. 9:50; 2 Co. 13:11; 1 Ts. 5:13). Esta paz, que procede de Dios, es también fruto del Espíritu Santo quien mora en nosotros (Gá. 5:22-23). La paz de Dios, no los conflictos carnales, debe ser el ambiente en que vive una asamblea. Todos debemos ser pacificadores (Mt. 5:9). Con la ayuda del Señor, seamos de aquellos que hacen la paz (Stg. 3:18), no de los que siembran discordia (Pr. 6:19).
Así que, mis hermanos, hemos recibido y seguimos recibiendo estas tres cosas maravillosas del Señor, entre muchas otras: la gracia, la misericordia y la paz. Dios quiere que ellas marquen nuestra vida, nuestro carácter y proceder, porque así darán testimonio de Él. Por esto tenemos que pedirle al Señor que nos dé cada día Su misericordia, gracia y paz, y que Él nos ayude a manifestar estas tres cosas diariamente en nuestras vidas. Es así que los demás pueden conocer más acerca de Dios, cuando vean Su obra en nosotros. Mostremos el carácter de Dios a los de nuestro alrededor, para la gloria de Dios.


de un estudio dado por L. B., el 8 de mayo, 2008

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EN ESTO PENSAD -- Noviembre 2009


ASPECTOS DE LA GLORIA DE CRISTO
(Parte III)


William MacDonald

La Gloria De Su Segunda Venida Y Reino

Hay más referencias en el Nuevo Testamento a esta gloria que a cualquier otra. El Hijo del Hombre vendrá en las nubes del cielo con poder y gran gloria (Mt. 24:30). En aquel día, será glorificado en Sus santos y admirado entre todos los que creen (2 Ts. 1:10). Cuando se sienta en Su glorioso trono, recompensará a los apóstoles – y a todos Sus seguidores (Mt. 19:28), y juzgará a las naciones (Mt. 25:31-33). Se avergonzará de los que se avergonzaron de Él y de Sus palabras cuando venga en Su gloria (Lc. 9:26). Jacobo y Juan imprudentemente pidieron sentarse a la derecha e izquierda de Cristo en la gloria de Su reino venidero (Mr. 10:37). Los que participan ahora de los sufrimientos de Cristo se gozarán con gran gozo cuando Su gloria es revelada en el Milenio (1 P. 4:13).
La transfiguración de Cristo dio una vista previa del Mesías en Su gloria como Rey de reyes y Señor de señores. Pedro, Jacobo y Juan vieron Su gloria en el monte santo.

“y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Jn. 1:14b).

“Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él” (Lc. 9:32).

Más tarde Pedro hizo referencia a la transfiguración y explicó que se trataba del poder y la venida del Señor, esto es, de la venida en poder de nuestro Señor Jesucristo (1 P. 1:16).
Otra mención de la gloria de Cristo en Su reino esté en Juan 17:22. Allí nuestro gran Sumo Sacerdote dice:

“La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno”.

En un sentido, compartimos ahora algunas de Sus glorias – como hijos de Dios, como Sus hermanos, como miembros de Su cuerpo y coherederos con Él.
Pero en este pasaje, Él también habla de Su reino en este mundo como si ya estuviera presente. Compartiremos Su gloria al reinar con Él durante los mil años (Ap. 20:4). Cuando Él se manifieste en gloria, nosotros también seremos manifestados con Él.
De momento, el mundo ni reconoce ni estima al pueblo de Dios.

“...el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él” (1 Jn. 3:1).

Pero cuando Él se manifieste en gloria, los creyentes seremos manifestados también en gloria:

“Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Col. 3:4).

“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Jn. 3:2).

Entonces el mundo verá la unión entre el Señor Jesús y Sus seguidores, y sabrá que el Padre envió al Hijo, y que Dios ama a los santos como ama a Su Hijo.
Su Gloria Presente En El Cielo

El deseo del Señor Jesús, expresado en Juan 17:24, es que los que le aman estén con Él en el cielo, para que vean Su gloria. Por fe ya podemos verle allí, coronado de gloria y de honra.

“Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos".

Su gloria ahora en el cielo es la misma que Pedro llama Su eterna gloria:
“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (1 P. 5:10).

Sin embargo, hay un sentido en que es diferente a Su gloria personal que tuvo antes de venir al mundo. Ahora está en el cielo como un Hombre glorificado además de la gloria de Su deidad.
Su gloria presente es una combinación de todas Sus glorias, inherentes y adquiridas. Es la gloria de Su deidad, Su humanidad, Sus atributos, Sus oficios y Su carácter. No somos llamados a compartir estas glorias, sino a regocijarnos en ellas y alabar y adorarle para siempre.
traducido por Carlos Tomás Knott
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LAS ARTIMAÑAS DEL DIABLO

No desconocemos las artimañas del diablo. Pensemos en los métodos que él emplea:
Engaño. Él es el padre de mentira, y miente desde el principio (Jn. 8:44). Se disfraza como un ángel de luz y manda a sus mensajeros disfrazados como ministros de justicia (2 Co. 11:14-15). Tergiversa la Palabra de Dios (Gn. 3:1). Hace milagros y prodigios mentirosos (2 Ts. 2:9). Busca la manera de sembrar duda y negación, y extraviar al pueblo de Dios de la sincera y pura devoción a Cristo (2 Co. 11:3). Tienta a las personas para que mientan (Hch. 5:3).
Calumnia. Es el acusador de los hermanos día y noche (Ap. 12:10).
Imitación. Posee una falsificación para todo lo que proviene de Dios. Él capacitó a los hechiceros egipcios para que imitasen los milagros de Moisés (2 Ti. 3:8). La cizaña en el reino (los hijos del malo) imita al trigo (los hijos del reino) (Mt. 13:38). Como dice J. Oswald Sanders, “Con razón San Agustín le calificó: Simius Dei, el simio (imitador) de Dios. Tiene su propia “trinidad”: el diablo, la bestia y el falso profeta; su propia iglesia: la sinagoga de Satanás (Ap. 2:9); sus propios ministros: los ministros de Satanás (2 Co. 11:15); su propio evangelio: otro evangelio (Gá. 1:6); su propia teología: doctrinas de demonios (1 Ti. 4:1); sus propios sacrificios: sacrificios ofrecidos a los demonios (1 Co. 10:20); su propia mesa y copa (1 Co. 10:21-22)”.1
Desánimo. Otra estratagema del diablo es ganar ventaja sobre el cristiano haciendo que sea “consumido de demasiada tristeza”, esto es, por el desánimo o desaliento (2 Co. 2:7-11). También puede oprimir al creyente con tristeza y desespero.
Persecución. Él anda alrededor como un león rugiente para aterrorizar y destruir (1 P. 5:8; Ap. 2:10). De hecho, el propósito invariable de este ladrón es hurtar y matar y destruir (Jn. 10:10).
Entrega Incompleta. De la misma manera que intentó persuadir al Señor Jesús para que no fuese a la cruz (Mr. 8:31-33), así intenta persuadir a los creyentes a no llevar la cruz.
Soberbia. Sabe, por experiencia propia, que la soberbia precede a la condenación (1 Ti. 3:6). Así, él emplea esta táctica con otros.
Caída Moral. Tienta a las personas a causa de su incontinencia o falta de dominio propio (1 Co. 7:5).
Falsa Doctrina. Ya en el amanecer de la civilización humana, tentó a Eva a que creyese que podía llegar a ser como Dios (Gn.3:5).
Aflicción Corporal. El aguijón en la carne de Pablo era un mensajero de Satanás que le abofeteaba (2 Co. 12:7). El diablo zarandea a los hijos de Dios por medio de circunstancias difíciles (Lc. 22:31). Toda enfermedad, sufrimiento y tragedia proceden de él, pero en la vida del creyente Dios puede transformar estas cosas para Su gloria, para el bien del cristiano y para bendición de otros.
Estorbo del Evangelio. Él arrebata la semilla de los que oyen sin profundidad (Mt. 13:19). También ciega el entendimiento de los incrédulos para que no vean la verdad y sean salvos (2 Co. 4:4).
Dilación. “Mañana”. Invita a las personas a que se demoren, a que aplacen el momento de acción y decisión, especialmente en lo referente al evangelio.
William MacDonald, de su libro: MUNDOS OPUESTOS

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“Porque de cierto morimos,
y somos como aguas derramadas por tierra...”

2 Samuel 14:14

Según el reportaje de un periódico prestigioso:
“Los jóvenes de ahora podrían
vivir hasta los 100 años”.

Pero a continuación pone tres condiciones:
1. Si tienen los genes correctos.
2. Si viven vidas sanas.
3. Si la tecnología médica se desarrolla más.
Así es la esperanza que la ciencia nos ofrece: unos pocos años más de vida, quizás, tal vez.... pero nada seguro. Las religiones que el hombre ha inventado hablan de forma parecida, diciendo que quizás iremos al cielo, si cumplimos ciertas condiciones, pero nadie puede saberlo ahora.
Amigo, debo informarle que en la Biblia Dios todavía advierte solemnemente que: “de cierto morimos”. No cabe duda. Y nos dice qué pasará después: "Porque está establecido para el hombre que muera una sola vez, y después de esto, el juicio" (Hebreos 9:27).La Palabra de Dios, nuestro Creador, no falla. ¿Está Ud. preparado para morir?
“No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de sí el día”. (Proverbios 27:1)


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Seamos Guiados Por Dios

Texto: Salmo 143
Este es un Salmo precioso que nos enseña la necesidad de ser guiados por el Señor. El versículo 10 lo enfatiza, y de ahí vamos a sacar cuatro cosas que nos ayudarán. El Salmo 23 dice que el bien y la misericordia me seguirán todos los días, pero mis hermanos, este bien está sujetado a que prestemos atención a nuestro Pastor divino, a lo que Dios dice, y le sigamos como ovejas fieles. Es importante y necesario seguir al Señor. Dios quiere la fidelidad y la obediencia de parte de los que son Suyos, y no es pedir demasiado, especialmente cuando consideramos lo que Él ha hecho por nosotros. El otro día hablé con alguien que me dijo que era creyente, y que todos lo creyentes son cristianos. Le dije que estaba equivocado porque el diablo y los demonios son creyentes – creen en Dios – pero no son cristianos. ¿Qué hacen? “También los demonios creen, y tiemblan” dice Santiago 2:19. Pero hacen su voluntad. No siguen ni adoran ni obedecen al Señor. Hay muchos seres humanos religiosos hoy en día que son como ellos, y evangélicos también entre ellos. Israel profesó ser pueblo de Dios pero no le seguía. El profeta Oseas se quejó de la ignorancia y desobediencia del pueblo. “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Os. 4:6). Isaías y Jeremías protestaron la desobediencia e infidelidad del pueblo, y advirtieron que si no cambiara, vendría el juicio de Dios. Así que, para no repetir la historia de abandono y juicio, aprendamos de este Salmo cuatro cosas necesarias para ser guiados por Dios.

1. La Condición De La Súplica: “Enséñame”

La súplica de David está basada en el conocimiento de aquel que puede solucionar sus problemas. Habla de enfermedad y de angustia de alma (vv. 4, 11). Pero en el versículo 10 David dice algo muy importante: “enséñame”. Qué bonito es ser enseñado por Dios. Muchos hoy en día tienen afán de aprender y van a escuelas y universidades, y está bien, pero no quieren ni buscan aprender de Dios. Como hemos mencionado, el profeta Oseas lamentó la falta de conocimiento del pueblo. Aquí es David quien se siente ignorante y se presenta ante Dios para aprender.
Pero hoy en día la gente no quiere aprender de Dios, y en muchas llamadas iglesias enfatizan otras cosas y no la Palabra de Dios que es lo más importante. Necesitamos hacer más que acto de presencia en los cultos. Debemos presentarnos yacercarnos a Dios para aprender. En Juan 8:31-38 el Señor Jesús habla a Sus discípulos acerca de la importancia de Su Palabra en la vida de ellos. En el versículo 31 dice que debemos permanecer en Su Palabra. Es lo primordial para ser discípulo de Cristo. Los que verdaderamente son Sus discípulos son creyentes en verdad. Tenemos que pedir al Señor todos los días que Él nos ayude a aprender y hacer Su voluntad. Algunos judíos que oyeron al Señor respondieron orgullosamente diciendo que eran linaje de Abraham y libres, pero el Señor les dijo que eran esclavos. Ellos no querían aprender (vv. 37, 43), y Él les dijo que Su Palabra no hallaba cabida en ellos, y que no podían escuchar Su Palabra (v. 44), porque eran de su padre el diablo. El “pueblo de Dios” hoy en día anda mal porque sólo escucha la Palabra el domingo, nada más, como los católicos que van a misa y piensan que así han cumplido con Dios. Es una condición espiritual verdaderamente lastimosa y engañada. El Señor declaró que no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt. 4:4). Hay que comer espiritualmente cada día. Necesitamos la Palabra para vivir en el mundo como Israel necesitaba el maná para sobrevivir en el desierto. Además, en 1 Juan 4:6 el apóstol Juan dice: “el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye”. Cuando dice “nos”, se refiere a los apóstoles que predicaron la Palabra del Señor. El creyente quiere oír y hacer caso de la Palabra. A la luz de esta declaración tenemos que cuestionar si son verdaderos muchos de los que hoy en día profesan ser creyentes pero pueden vivir tranquilamente sin la Palabra de Dios.

2. Qué Quiso David Aprender: “A Hacer Tu Voluntad”
David no sólo quería conocimiento, o información, sino que su noble deseo era hacer la voluntad de Dios. Dígame quién hoy en día tiene este afán. No quieren aprender, ni quieren obedecer. No desean hacer la voluntad de Dios sino la suya propia. Esto, a pesar de que la voluntad de Dios es buena, perfecta y agradable (Ro. 12:2). La religión de la gente que es así es teórica, no práctica. No tiene deseo de obedecer a Dios, porque está llena de sus propios deseos, opiniones y planes. El profesado pueblo de Dios hoy en día está cargado de cosas que no son de Dios, y que nunca nos pueden hacer bien ni nos traerán el favor de Dios. El Señor nos enseñó a orar así: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mt. 6:10). Y el mismo Señor puso ejemplo cuando oró en el huerto de Getsemaní: “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc. 22:42). Hermanos míos, en la voluntad está el amor. Si uno dice: “yo amo”, pero no obedece, no desea hacer Su voluntad, no ama a Dios sino a sí mismo y al mundo. Esto no es un problema pequeño, sino grande. En 1 Juan 2 la Palabra de Dios nos advierte acerca de los que dicen que conocen a Dios pero no le obedecen, no guardan Su Palabra. En el versículo 15 leemos: “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. Y el versículo 17 dice: “el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. Aquí vemos juntos el amor, la obediencia y la voluntad. Una marca del verdadero creyente es que hace la voluntad de Dios, porque ama a Dios y desea agradarle. El diablo, el mundo y la carne se unen en nuestra contra para que no hagamos lo que Dios quiere, pero cuando hacemos la voluntad de Dios, éstos tienen que ceder ante nosotros.

3. Otra Parte Clave de la Súplica: “Porque Tú Eres Mi Dios”

Juzguemos y analicemos cuáles realmente son nuestros dioses. David reconoció a Dios como Dios de verdad, el Máximo, el Todopoderoso, el Soberano y el objeto de su fe y adoración. Confesó su fe y lealtad. Hoy en día hay otros dioses que reemplazan a Dios de manera práctica: el deporte, la política, la cacería, el dinero, las diversiones, y aun la familia. Las cosas que ocupan el lugar de primacía en los afectos y prioridades son dioses, ídolos.
Dios ampara y socorre a los que realmente son Suyos. En Hechos 4:19 los apóstoles pusieron a Dios por encima de los hombres, diciendo que hay que obedecer a Dios antes que a ellos. Pero en capítulo 5 Ananías y Safira mintieron a Dios y a los hombres porque valoraron más unas monedas. “Tú eres mi Dios” – hoy no todo el mundo puede decir esto, porque el pueblo tiene muchos dioses. A quién seguimos y servimos, quien ocupa nuestros afectos, confianza y atención, es un dios. Y bien dice la Palabra de Dios que no podemos servir a dos señores. Hay que escoger. David ya lo había hecho; lo tenía claro: “Tú eres mí Dios”, y lo respaldaba con los hechos. Dios socorre a los que confían en Él como su Dios. Los cobardes no entrarán en el cielo, porque Dios no es su Dios personalmente, no es el Máximo para ellos. Pero a Dios le agrada guiar los pasos de los que le reconocen y esperan en Él, deseando Su guía.

4. Qué Quiso Recibir: “Tu Buen Espíritu Me Guíe”

En el mundo hay muchas trampas, muchos desvíos, muchos errores, y muchos que caen en ellos de una manera u otra. La juventud hoy anda en gran peligro y necesita la guía de Dios, no la de los consejeros del mundo. David consideraba al mundo un lugar peligroso, donde había enemigos y peligros. ¡Ojalá lo viéramos así nosotros los padres, para advertir y enseñar bien a nuestros hijos, y ojalá nuestros hijos y jóvenes vieran al mundo por el gran peligro que es al creyente! Entonces se postraría cada cual delante del Señor rogando: “Tu buen espíritu me guíe”, o como cantamos: “Ni un paso sin Su ayuda”.
David no se guiaba a sí mismo, sino que buscaba la guía de Dios. Necesitamos su actitud y su oración. David quería ir “a tierra de rectitud” – cierto es que Dios no nos guiará a otro lugar. Estamos hartos de oír a algunos hacer lo que su carne quiere y luego tratar de arreglarlo diciendo que el Señor les guió. No, no es así, porque Dios nos guía sólo a lo recto. Por ejemplo, si un joven se desvía y comienza a salir con una mujer que es de una religión falsa, no diga que el Señor le guió porque de ninguna manera es así. Le guió su carne, o le guió la mujer, ¡pero no Dios! En el versículo 3 David nombra el mal que el enemigo nos hace: nos persigue, busca postrarnos y desolarnos para inmovilizarnos y angustiarnos. Para no caer derrotados por él, tenemos que acercarnos a Dios, y buscar socorro y guía de Él. En el versículo 12 vemos claramente que nuestra alma tiene enemigos y adversarios. Este mundo es como un campo de batalla lleno de minas que están para explotar si las pisamos. Por esto debemos pedir dirección a Dios. En el versículo 8 dice: “Hazme saber el camino por donde ande”. Debemos orar y pedir la guía del Señor antes de tomar cualquier decisión. Dios debe ir delante de todas nuestras decisiones. No decidas hacer algo y luego pidas la bendición de Dios, sino primero pide la guía y bendición de Dios, y Su consejo, con intención de hacerlo, ANTES de tomar la decisión, sea la compra, la compañía que guardamos, el trabajo, el noviazgo, en fin, en todo. Porque Él es Señor de todo. Recordemos esto, que el diablo también tiene sus ángeles y sus discípulos. David consideraba que vivía en un mundo alejado de Dios (v. 9), y como sabio, se refugió en Dios. No deseaba vivir separado de Dios. “En ti me refugio”, declaró. Aunque era rey y guerrero valiente, ante Dios se sentía débil, no fuerte. Para el bien de su alma, se acercaba a Dios. Y el alma es muy importante en este salmo. Se nombra en los versículos 3, 6, 8, 11 y 12. No cometamos el error de muchos, de cuidar más el cuerpo y la cara que el alma. Si el enemigo toma control de nuestra alma, nos vence. El alma pertenece al Señor, y debemos amarle y servirle con ella. Por esto David dice al final: “Porque yo soy tu siervo”. Son palabras muy importantes. Así debe ser con cada uno de nosotros. No debemos servir al mundo, sino al Señor. En Hebreos 13:20-21 el motivo de oración expresado es éste: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”. Es justo lo que David quería y pedía en oración en el Salmo 143. Que el Señor nos ayude a pensar, sentir, orar y hacer como él. Amén.
de un estudio dado por L.B., el 9 de marzo, 2008


jueves, 22 de octubre de 2009

EN ESTO PENSAD -- OCTUBRE 2009


ASPECTOS DE LA GLORIA DE CRISTO (Parte II)

William MacDonald

Sus Glorias Adquiridas

Si nuestro Señor se hubiera quedado en el cielo, nunca habría podido ser nuestro Salvador. Pero al ir a la cruz y luego resucitar de la tumba, Él vino a ser perfecto como Salvador. Así es que leemos:

“Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos” (He. 2:10).

“y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (He. 5:9).

Claramente Él no podía ser perfeccionado en cuanto a Su Persona. Siempre ha sido perfecto en este respecto. Pero podía venir a ser el perfecto Salvador.
El Señor aludió a esta gloria adquirida cuando, anticipando el Calvario, dijo: “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado” (Jn. 12:23b).
Además de Su gloria adquirida como Salvador perfecto, el Señor Jesús ganó otros honores mediante Su encarnación y obra de sacrificio. Sin la encarnación, nunca hubiera llegado a ser Mesías, porque el Cristo debía ser descendiente de David. Sin el Calvario, nunca hubiera sido Sumo Sacerdote, Abogado, Mediador, Intercesor, Redentor, Buen Pastor, Heredero de todo, Juez o Cabeza de la Iglesia. Nunca hubiera tenido el Nombre que es sobre todo nombre, ni hubiera sido el Primogénito de entre los muertos. Todos los títulos que son fruto de Su encarnación, muerte, sepultura y resurrección son glorias adquiridas.
Él hace referencia a otra instancia de Su gloria adquirida en Juan 17:10,

“y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos”.

El hecho de que Él sea glorificado en Sus santos es algo que sólo puede ser como resultado de Su obra en el Calvario.
En 2 Tesalonicenses 1:10a, Pablo relaciona esto de manera especial con la segunda venida del Señor:

“cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron”.

La Gloria De Su Resurrección Y Ascensión

De nuevo en Juan 17:1, nuestro Señor habla como si lo del Calvario ya hubiese sucedido. Ora pidiendo que el Padre le glorifique, esto es, levantándolo de los muertos, para que el Hijo entonces glorificase al Padre.
Tenemos un pasaje similar en Juan 13:31-32,

“Entonces, cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y en seguida le glorificará”.

Hablaba de Su muerte como la forma en que sería glorificado, y por la cual traería gran gloria al Padre. Parafraseando el versículo 32, podríamos decir: “Ya que Dios es glorificado por la obra de Cristo en la cruz, Dios le glorificará, esto es, levantándolo de los muertos, y lo hará pronto”. Esto es exactamente lo que sucedió: le resucitó el tercer día.
Aquí hay versículos adicionales que hablan de la gloria de Su resurrección y ascensión:

“¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?” (Lc. 24:26)

“Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado” (Jn. 7:39).
“Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que se las habían hecho” (Jn. 12:16).

“El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad” (Hch. 3:13).

“...recibido arriba en gloria” (1 Ti. 3:16)

“Y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios” (1 P. 1:21).

La gloria de Su resurrección y ascensión empalma con Su eterna gloria en el cielo. Son inseparables.
continuará, d.v., en el siguiente número

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¿Es nuestra música adecuada
para fines espirituales?

El Nuevo Testamento nos invita utilizar canciones, o sea, música para la adoración a Dios y la edificación de los creyentes. Pero el énfasis está en que deben ser canciones espirituales (comp. Ef. 5:19; Col. 3:16). Con respecto al texto, el criterio para evaluar lo que es espiritual y bueno para Dios y los creyentes, debe ser el contenido espiritual fundado en la Biblia. La melodía y la realización musical de los cánticos espirituales deberían apoyar al texto, conformándose a él, y contribuir a la edificación espiritual de los creyentes.
La música espiritual debe estar en consonancia con la naturaleza de Dios y la obra de Su Espíritu. A éstas pertenecen armonía, paz, afabilidad, pureza y claridad, dignidad y decencia (comp. entre otros Fil. 4:9; 1 Co. 14:33; Col. 1:10; 1 Ts. 2:12). Las canciones espirituales deben producir efectos espirituales edificantes en el oyente, tanto en lo que se refiere al texto como a la interpretación musical. El texto, que es lo principal de la música espiritual apropiada, debe ser subrayado discretamente y no cubierto con bullicio. Que no estorbe la obra del verdadero Espíritu Santo. El texto no debe discrepar de la Palabra de Dios. Las canciones espirituales deben fomentar en los oyentes las buenas cualidades espirituales mencionadas en la Biblia; no deben ser contraproducentes para este fin:

· Humildad y la negación de sí mismo en lugar de un “yo” hinchado (1 P. 5:5-6; Gá. 2:20; Ro. 12:3).
· La disposición a someterse, en lugar de rebeldía y el hecho de imponerse (Ef. 5:21).
· Paz y unanimidad en lugar de contiendas y divisiones (Gá. 5:22; Ro. 14:19; Fil. 2:2).
· Disciplina y templanza en lugar de éxtasis y excitación del “yo” (2 Ti 1:7; Tit. 2:11-12).
· Discernimiento, sobriedad y vigilancia en lugar de trance y despertar toda clase de sentimientos (1 P. 5:8; Tit. 2: 2 y 6; 2 Ti. 2:26; 1 Ts. 5:6)
· Apartarse del mundo y negación de los deseos mundanos (1 Jn 2:15-17; Stg. 1:27; Gá. 6:14; Tit. 2:12; Ro. 12:1-2)
· Quietud delante de Dios (Hab. 2:20; Zac. 2:13; 1 P. 3:4)
· Simplicidad y sencillez (2 Co. 1:12; 2 Co. 2:17; 2 Co. 11:3)

Las canciones espirituales no deben satisfacer la carne de los creyentes con sus melodías, ni tampoco excitarla (“no proveáis para los deseos de la carne”, Ro. 13:14). De manera muy especial tenemos que tener cuidado de que no despierten deseos sensuales o sexuales, fomentando la fornicación, como ocurre con la música pop y rock (1 Ts. 4:3; 1 Co. 6:18; Col. 3:5). Tampoco deben incitar a la rebelión y autorealización, a satisfacer las propias apetencias (1 Ti. 1:9; 2 Ti. 3:2; 2:22; 1 P. 2:11). No deben restringir los sentidos (“sobriedad”) y el autocontrol (1 P 5:8; 1 Ts 5:6; Tit 1:8). No deben embriagar emocionalmente al oyente (Ef 5:18) o influenciarle inconscientemente, ni tampoco distraer del contenido espiritual de las canciones.

Rudolf Ebertshäuser, págs. 21-23 de su libro, La "alabanza" carismática y la adoración bíblica en Espíritu y en verdad. Ediciones Cristianas Bibliques

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un mensaje urgente acerca del suicidio

"No Te Hagas Ningún Mal"

"Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal..." Los Hechos de los Apóstoles 16:27-28

No es muy difícil entender lo que le pasó a aquel hombre. Acabó de atestiguar la ruina de su carrera, y la pérdida de todo por una circunstancia inesperada. Repentinamente vino el terremoto, y todo se derrumbó ante sus ojos. En pocos minutos experimentó pánico, miedo y desesperación. El texto dice que: "Se iba a matar". No vio ninguna salida, y decidió matarse con su propia espada. Quizá pensaba: "mejor morir que seguir así". ¿Conoces su situación o sentimiento? Muchos, si son honestos, tendrían que decir que "sí", porque saben lo que es sentir la tentación a suicidarse. Frustrados, enojados, desengañados o deprimidos, descienden en el remolino de la depresión y la única salida que ven es ésa.
Pero el suicidio no es ninguna salida; es hacer mal. El apóstol gritó: "no te hagas ningún mal". Sí, el suicidio es un mal. Es pecado: "no matarás". Es el colmo del egoísmo. El carcelero pensaba que todo estaba mal, pero ignoraba dos cosas muy importantes, que quizá tú también ignoras:
1. Todo iba a ser mucho peor si él se matara.
2. Todo podía llegar a ser mucho mejor, para siempre, si a través de aquella situación él aceptara por fin la solución de Dios, que es la salvación en el Señor Jesucristo.
Amigo, amiga, lo mismo te digo. "No te hagas ningún mal". Por mala, negra y desesperada que sea tu situación, ten en cuenta dos cosas:
1. Si te matas, será tu pecado final, y no solucionarás nada, sino que irás de mal en peor. Saltarás de la sartén al fuego. Te harás mal. No lo deseo y más cierto es que Dios no lo desea. Recuerda: No es la solución.
2. ¡Hay esperanza! Todo podría llegar a ser mucho mejor, para siempre, si por fin, aunque sea a través de esta situación, tu depresión, humillación o desesperación, tú aceptaras por fin la solución de Dios, que es la salvación en el Señor Jesucristo.
Dios no quiere hacerte mal, sino mucho bien. Pero, ¡qué difícil es hacerte escuchar! Aquel carcelero no escuchó hasta llegar a ese punto tan extremo en su vida. Y quizá para esto mismo tú hayas tenido que sufrir un "terremoto" , quebrantos o pérdidas, y quizá aún llegar al lugar donde contemplas lo impensable, para que por fin estés dispuesto a escuchar y aceptar la ayuda que Dios tanto quiere darte. ¿No ves que tu religión, filosofía y sociedad no tienen la respuesta? Entonces, permíteme presentarte con la verdadera buena noticia, el Evangelio: borrón completo, vida nueva y eternidad feliz. ¿Estás interesado? Espero que sí. Espero tu respuesta, pero mientras tanto, como amigo te ruego: "no te hagas ningún mal".

escrito por Juan Soldado Medina y Carlos Tomás Knott

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lunes, 28 de septiembre de 2009

EN ESTO PENSAD -- OCTUBRE 2009

ASPECTOS DE LA GLORIA DE CRISTO (Parte II)

William MacDonald

Sus Glorias Adquiridas

Si nuestro Señor se hubiera quedado en el cielo, nunca habría podido ser nuestro Salvador. Pero al ir a la cruz y luego resucitar de la tumba, Él vino a ser perfecto como Salvador. Así es que leemos:

“Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos” (He. 2:10).
“y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (He. 5:9).

Claramente Él no podía ser perfeccionado en cuanto a Su Persona. Siempre ha sido perfecto en este respecto. Pero podía venir a ser el perfecto Salvador.
El Señor aludió a esta gloria adquirida cuando, anticipando el Calvario, dijo: “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado” (Jn. 12:23b).
Además de Su gloria adquirida como Salvador perfecto, el Señor Jesús ganó otros honores mediante Su encarnación y obra de sacrificio. Sin la encarnación, nunca hubiera llegado a ser Mesías, porque el Cristo debía ser descendiente de David. Sin el Calvario, nunca hubiera sido Sumo Sacerdote, Abogado, Mediador, Intercesor, Redentor, Buen Pastor, Heredero de todo, Juez o Cabeza de la Iglesia. Nunca hubiera tenido el Nombre que es sobre todo nombre, ni hubiera sido el Primogénito de entre los muertos. Todos los títulos que son fruto de Su encarnación, muerte, sepultura y resurrección son glorias adquiridas.
Él hace referencia a otra instancia de Su gloria adquirida en Juan 17:10,

“y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos”.

El hecho de que Él sea glorificado en Sus santos es algo que sólo puede ser como resultado de Su obra en el Calvario.
En 2 Tesalonicenses 1:10a, Pablo relaciona esto de manera especial con la segunda venida del Señor:

“cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron”.

La Gloria De Su Resurrección Y Ascensión

De nuevo en Juan 17:1, nuestro Señor habla como si lo del Calvario ya hubiese sucedido. Ora pidiendo que el Padre le glorifique, esto es, levantándolo de los muertos, para que el Hijo entonces glorificase al Padre.
Tenemos un pasaje similar en Juan 13:31-32,

“Entonces, cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y en seguida le glorificará”.

Hablaba de Su muerte como la forma en que sería glorificado, y por la cual traería gran gloria al Padre. Parafraseando el versículo 32, podríamos decir: “Ya que Dios es glorificado por la obra de Cristo en la cruz, Dios le glorificará, esto es, levantándolo de los muertos, y lo hará pronto”. Esto es exactamente lo que sucedió: le resucitó el tercer día.
Aquí hay versículos adicionales que hablan de la gloria de Su resurrección y ascensión:

“¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?” (Lc. 24:26)
“Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado” (Jn. 7:39).

“Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que se las habían hecho” (Jn. 12:16).

“El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad” (Hch. 3:13).
“...recibido arriba en gloria” (1 Ti. 3:16)

“Y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios” (1 P. 1:21).

La gloria de Su resurrección y ascensión empalma con Su eterna gloria en el cielo. Son inseparables.
continuará, d.v., en el siguiente número

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¿Es nuestra música adecuada
para fines espirituales?

El Nuevo Testamento nos invita utilizar canciones, o sea, música para la adoración a Dios y la edificación de los creyentes. Pero el énfasis está en que deben ser canciones espirituales (comp. Ef. 5:19; Col. 3:16). Con respecto al texto, el criterio para evaluar lo que es espiritual y bueno para Dios y los creyentes, debe ser el contenido espiritual fundado en la Biblia. La melodía y la realización musical de los cánticos espirituales deberían apoyar al texto, conformándose a él, y contribuir a la edificación espiritual de los creyentes.
La música espiritual debe estar en consonancia con la naturaleza de Dios y la obra de Su Espíritu. A éstas pertenecen armonía, paz, afabilidad, pureza y claridad, dignidad y decencia (comp. entre otros Fil. 4:9; 1 Co. 14:33; Col. 1:10; 1 Ts. 2:12). Las canciones espirituales deben producir efectos espirituales edificantes en el oyente, tanto en lo que se refiere al texto como a la interpretación musical. El texto, que es lo principal de la música espiritual apropiada, debe ser subrayado discretamente y no cubierto con bullicio. Que no estorbe la obra del verdadero Espíritu Santo. El texto no debe discrepar de la Palabra de Dios. Las canciones espirituales deben fomentar en los oyentes las buenas cualidades espirituales mencionadas en la Biblia; no deben ser contraproducentes para este fin:

· Humildad y la negación de sí mismo en lugar de un “yo” hinchado (1 P. 5:5-6; Gá. 2:20; Ro. 12:3).
· La disposición a someterse, en lugar de rebeldía y el hecho de imponerse (Ef. 5:21).
· Paz y unanimidad en lugar de contiendas y divisiones (Gá. 5:22; Ro. 14:19; Fil. 2:2).
· Disciplina y templanza en lugar de éxtasis y excitación del “yo” (2 Ti 1:7; Tit. 2:11-12).
· Discernimiento, sobriedad y vigilancia en lugar de trance y despertar toda clase de sentimientos (1 P. 5:8; Tit. 2: 2 y 6; 2 Ti. 2:26; 1 Ts. 5:6)
· Apartarse del mundo y negación de los deseos mundanos (1 Jn 2:15-17; Stg. 1:27; Gá. 6:14; Tit. 2:12; Ro. 12:1-2)
· Quietud delante de Dios (Hab. 2:20; Zac. 2:13; 1 P. 3:4)
· Simplicidad y sencillez (2 Co. 1:12; 2 Co. 2:17; 2 Co. 11:3)

Las canciones espirituales no deben satisfacer la carne de los creyentes con sus melodías, ni tampoco excitarla (“no proveáis para los deseos de la carne”, Ro. 13:14). De manera muy especial tenemos que tener cuidado de que no despierten deseos sensuales o sexuales, fomentando la fornicación, como ocurre con la música pop y rock (1 Ts. 4:3; 1 Co. 6:18; Col. 3:5). Tampoco deben incitar a la rebelión y autorealización, a satisfacer las propias apetencias (1 Ti. 1:9; 2 Ti. 3:2; 2:22; 1 P. 2:11). No deben restringir los sentidos (“sobriedad”) y el autocontrol (1 P 5:8; 1 Ts 5:6; Tit 1:8). No deben embriagar emocionalmente al oyente (Ef 5:18) o influenciarle inconscientemente, ni tampoco distraer del contenido espiritual de las canciones.

Rudolf Ebertshäuser, págs. 21-23 de su libro, La "alabanza" carismática y la adoración bíblica en Espíritu y en verdad. Ediciones Cristianas Bibliques
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un mensaje urgente acerca del suicidio

"No Te Hagas Ningún Mal"


"Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal..." Los Hechos de los Apóstoles 16:27-28

No es muy difícil entender lo que le pasó a aquel hombre. Acabó de atestiguar la
ruina de su carrera, y la pérdida de todo por una circunstancia inesperada. Repentinamente vino el terremoto, y todo se derrumbó ante sus ojos. En pocos minutos experimentó pánico, miedo y desesperación. El texto dice que: "Se iba a matar". No vio ninguna salida, y decidió matarse con su propia espada. Quizá pensaba: "mejor morir que seguir así". ¿Conoces su situación o sentimiento? Muchos, si son honestos, tendrían que decir que "sí", porque saben lo que es sentir la tentación a suicidarse. Frustrados, enojados, desengañados o deprimidos, descienden en el remolino de la depresión y la única salida que ven es ésa.
Pero el suicidio no es ninguna salida; es hacer mal. El apóstol gritó: "no te hagas ningún mal". Sí, el suicidio es un mal. Es pecado: "no matarás". Es el colmo del egoísmo. El carcelero pensaba que todo estaba mal, pero ignoraba dos cosas muy importantes, que quizá tú también ignoras:
1. Todo iba a ser mucho peor si él se matara.
2. Todo podía llegar a ser mucho mejor, para siempre, si a través de aquella situación él aceptara por fin la solución de Dios, que es la salvación en el Señor Jesucristo. Amigo, amiga, lo mismo te digo. "No te hagas ningún mal". Por mala, negra y desesperada que sea tu situación, ten en cuenta dos cosas:
1. Si te matas, será tu pecado final, y no solucionarás nada, sino que irás de mal en peor. Saltarás de la sartén al fuego. Te harás mal. No lo deseo y más cierto es que Dios no lo desea. Recuerda: No es la solución.
2. ¡Hay esperanza! Todo podría llegar a ser mucho mejor, para siempre, si por fin, aunque sea a través de esta situación, tu depresión, humillación o desesperación, tú aceptaras por fin la solución de Dios, que es la salvación en el Señor Jesucristo.
Dios no quiere hacerte mal, sino mucho bien. Pero, ¡qué difícil es hacerte escuchar! Aquel carcelero no escuchó hasta llegar a ese punto tan extremo en su vida. Y quizá para esto mismo tú hayas tenido que sufrir un "terremoto" , quebrantos o pérdidas, y quizá aún llegar al lugar donde contemplas lo impensable, para que por fin estés dispuesto a escuchar y aceptar la ayuda que Dios tanto quiere darte. ¿No ves que tu religión, filosofía y sociedad no tienen la respuesta? Entonces, permíteme presentarte con la verdadera buena noticia, el Evangelio: borrón completo, vida nueva y eternidad feliz. ¿Estás interesado? Espero que sí. Espero tu respuesta, pero mientras tanto, como amigo te ruego: "no te hagas ningún mal".
escrito por Juan Soldado Medina y Carlos Tomás Knott

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martes, 1 de septiembre de 2009

EN ESTO PENSAD -- SEPTIEMBRE 2009

Aspectos De La Gloria De Cristo

William MacDonald

Cuando hablamos de las glorias de Cristo, nos referimos a la excelencia suprema de Su Persona, Su posición o Su obra. Podría significar Sus perfecciones morales y espirituales que vemos con los ojos de la fe mediante la Palabra de Dios. También podría significar Su visible magnificencia y esplendor en el cielo en el tiempo presente o cuando vuelva a la tierra como Rey de reyes y Señor de señores.
Es imposible enumerar las glorias del Señor Jesucristo. Sobrepasan el vocabulario humano. En este capítulo nos limitamos a siete aspectos de aquella gloria que se hallan en las sagradas Escrituras.

Su Gloria Personal, Original, Como Dios El Hijo

Esto se refiere a todas las excelencias y perfecciones de la deidad de Cristo. Es una gloria que es eterna e inherente. Él es nada menos que el resplandor de la gloria de Dios (He. 1:3). El Señor Jesús no podía vaciarse de esta gloria ni dejarla en el cielo, porque es una parte intrínseca de Su persona. Ella incluye todos Sus maravillosos atributos y virtudes. Al venir a la tierra, Él cubrió esta gloria con un velo – un cuerpo de carne – pero estaba allí todo el tiempo, y en ciertos momentos brilló, como por ejemplo en Su transfiguración (Mt. 17:1-8; Mr. 9:1-8; Lc. 9:28-36).

Su Gloria Posicional En El Cielo

Desde la eternidad el Señor Jesús ocupaba una posición de honor y de esplendor indescriptibles. Él era continuamente la delicia de Su Padre y el objeto de la adoración de los ángeles. Pero ante la necesidad de redimir a los seres humanos, Él no sintió que tenía que aferrarse a esa posición a todo coste. Al contrario, se despojó a sí mismo (Fil 2:7a), tomó forma de siervo, y vino al mundo hecho semejante a los hombres. Sin duda Carlos Wesley pensaba en esta gloria posicional al escribir estas palabras: “Manso, Su gloria deja, nace para que el hombre no muera”.1
Es de extremada importancia reconocer que al despojarse así el Salvador, se refiere sólo a Su posición en el cielo; no a Su Persona. Por ejemplo, un príncipe puede dejar el palacio para vivir en una selva, pero no hay forma en que pueda dejar de ser quién es, un príncipe.
En Juan 17:5, el Salvador oró así: “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”. En otras palabras, Él pedía la restauración de aquella gloria posicional que Él tuvo con el Padre pero que abandonó al venir al mundo.

La Gloria De Su Vida En El Mundo Como El Hijo Del Hombre

Como un hombre en el mundo, el Señor Jesucristo era glorioso en los milagros que hizo. Por esto leemos así: “Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria...” (Jn. 2:11a). Era glorioso en las perfecciones de Su carácter. No conoció pecado, no hizo pecado y no hubo pecado en Él (2 Co. 5:21; 1 P. 2:22; 1 Jn. 3:5). Era tan maravillosamente perfecto que no podía hacer nada por Su propia voluntad. Sólo podía hacer aquellas cosas que el Padre le diera (Jn. 5:19)2, y sólo podía hablar lo que el Padre le decía (Jn. 12:49; 17:8). Pilato tuvo que admitir que no hallaba pecado en Él (Lc. 23:14, 22; Jn. 18:38; 19:4, 6). La decisión de Herodes fue que Cristo no había hecho nada digno de muerte (Lc. 23:15). Uno de los ladrones crucificados al lado Suyo testificó que Jesús no había hecho nada malo (Lc. 23:41). Aun Judas confesó que había traicionado sangre “inocente” (Mt. 27:4).
El Salvador no sólo era glorioso en Su impecabilidad, sino también en Sus palabras. Las personas de Nazaret se maravillaron oyendo las palabras de gracia que salieron de Sus labios (Lc. 4:22). Los alguaciles enviados a detenerle confesaron: “Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre” (Jn. 7:46). Era glorioso en Su humanidad perfecta. Esto se conoce como la gloria moral de nuestro Señor Jesucristo.
continuará, d.v. en el siguiente número

Notas:
1 De su himno en inglés: “Hark The Herald, Angels Sing”.
2 Esto de paso contesta la pregunta de algunos: “¿Jesús podía haber pecado?” Sólo podía hacer lo que veía hacer al Padre, y esto excluye el pecado. Él siempre hacía lo que agradaba al Padre (Jn. 8:29), y esto también excluye el pecado.
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LA MÚSICA ESPIRITUAL Y LA DE LA GRAN RAMERA
Es interesante notar que, en los pasajes del Nuevo Testamento en que se habla de la música, aparece también la música que está al servicio de Satanás, de la que encontramos dos menciones. En el relato de la caída de la gran Ramera, Babilonia, vemos que la música pagana desempeña un papel importante en la seducción de los hombres hasta el final. Junto a otros métodos, la gran Ramera utiliza la música para darles a beber el "vino del furor de su fornicación" (Ap. 18:3): "Y voz de tañedores de arpas, y de músicos, y de tañedores de flautas y de trompetas, no será más oída en ti..." (Ap. 18:22-23). También es relevante para la Iglesia la segunda mención de la música que es contraria a Dios; la hallamos en la advertencia que hizo el apóstol Pablo a los corintios para que se alejaran de toda participación en la idolatría pagana: "Ni seáis honradores de ídolos, como algunos de ellos, según está escrito: Sentóse el pueblo a comer y a beber, y se levantaron a jugar" (o tocar, cantar o bailar). (1 Co. 10:7).Más adelante hablaremos nuevamente de esta advertencia contra la música en la idolatría pagana.
El Nuevo Testamento nos permite contemplar el canto de alabanza de los redimidos del Cordero en la gloria celestial. En Apocalipsis 5:8-9 hallamos la nueva canción de los veinticuatro ancianos ante el Cordero, con acompañamiento de arpas; en Apocalipsis 14:2-3 hallamos la nueva canción de los arpistas y de los 144.000 delante del Cordero; en Apocalipsis 15:2-4 tenemos el cántico de Moisés entonado por los que vencieron a la bestia, con acompañamiento de arpas. Haremos bien en reflexionar a menudo sobre estas escenas de adoración celestial inspiradas por Dios, para comprender más profundamente el carácter de la verdadera adoración y para poder reconocer mejor su falsificación.
En dichas descripciones, hallamos reverencia y sometimiento, humildad y abstención de toda autorrealización; hallamos armonía celestial y un deseo de honrar y glorificar en el espíritu al Dios eterno y al Cordero. Si comparamos esta adoración celestial, a la que todos somos llamados, con el ruido de las guitarras eléctricas, batería y órganos electrónicos, combinado con baile y embriaguez extática, cosas que actualmente se valoran como "alabanza y adoración", el contraste nos debería abrir los ojos, nos debería avergonzar y asustar. ¡Cuánto nos hemos alejado ya de la verdad de Dios!

Rudolf Ebertshäuser, págs. 19-20 de su libro, La "alabanza" carismática y la adoración bíblica en Espíritu y en verdad. Ediciones Cristianas Bibliques
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¿Cómo Debemos Orar?

ORAR = Hablar Con Dios. Adorar. Alabar. Expresar Gratitud. Presentarle nuestros problemas y quejas. Pedir. 1 S. 1:26-27; Mt. 21:22; Stg. 1:5

Algunas Formas De Oración:
CLAMAR = Pedir con exigencia vehemente. Lam. 3:56; Lc. 18:7
IMPLORAR = Pedir con lágrimas. Is. 38:5; He. 5:7
INTERCEDER = Pedir a favor de otros. Est. 4:8; He. 7:25
INVOCAR = Pedir alegando lo prometido. Gn. 4:26; Ro. 10:13
ROGAR = Pedir con insistencia y ahínco. Éx. 33:13; 1 Ti. 2:1
SUPLICAR = Pedir con humildad y sumisión. 1 R. 8:38-39; Hch. 21:5
BENDECIR = Hablar bien. Alabar. Adorar.
IMPRECAR = Someter una queja, denunciar y pedir juicio.

Es el termómetro: revelador del calor y la salud espiritual en la iglesia.
Es el diálogo: medio de comunión consciente con nuestro Padre celestial.
Es la mano: que pide Sus bendiciones, consejos, guía, sabiduría.
Es la mejor arma: para combatir el diablo, acercándonos a Dios en oración.
Es la respiración: el aliento vital del creyente. Una de las señales de una conversión verdadera es la oración (Hch. 9:11). ¿Cómo va tu vida de oración?
Carlos

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Una calurosa bienvenida cristiana te espera entre los hermanos de la
ASAMBLEA BÍBLICA "BETEL"
Calle Torreblanca, nº6 (detrás de la muralla Macarena), 41003 Sevilla
Correspondencia: Apartado 1313, 41080 Sevilla, España

Horario de cultos semanales:
domingo: 11:00 mañana - Cena del Señor y Exposición Bíblica
7:00 tarde Predicación
jueves: 8:00 tarde - Oración y Reflexión de la Palabra

"Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones". Hechos 2:42
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martes, 4 de agosto de 2009

EN ESTO PENSAD -- AGOSTO 2009

La Expiación: Antes y Ahora (Parte II)

William MacDonald

Una Excepción A La Norma

Hay al menos un lugar en el Antiguo Testamento donde la palabra "expiar" puede significar claramente quitar el pecado:

“Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos” (Dn. 9:24).

En este versículo “expiar la iniquidad” es correctamente traducido en la Reina Valera, la Biblia de las Américas y la Nueva Versión Internacional. En algunas traducciones en otros idiomas, pone lo equivalente a “hacer reconciliación por el pecado”, que es la idea, pero “expiar” lo expresa más claramente.
El pasaje anticipa la segunda venida del Señor Jesús cuando la iniquidad de Su pueblo Israel por fin será solucionada. Realmente el sacrificio necesario fue ofrecido en el Calvario, pero Israel como entidad no entra en el bien de esto hasta que miren a Aquel que traspasaron, lloren y se aflijan por Él como uno se aflige por su unigénito (véanse Zac. 12:10; Jn. 19:37). Lo que la expiación cubrió en el Antiguo Testamento, Cristo quitó completamente y para siempre en la Cruz.

El Sentido Adquirido

“Expiación” no es una palabra neotestamentaria, y “expiar” sólo aparece en Hebreos 2:17 donde quizás sería mejor traducida “hacer propiciación”, “ser propicio” o “hacer reconciliación”. La idea de la expiación como en el Antiguo Testamento nunca se halla en el Nuevo Testamento. Nunca menciona nada hecho para cubrir ni a personas ni a cosas inanimadas.
En nuestros días la palabra expiación tiene un sentido adquirido. Hablamos de la expiación de Cristo, queriendo decir que mediante Su muerte, sepultura y resurrección hay satisfacción respecto al pecado. En sermones y canciones nos regocijamos en que mediante Su sangre expiatoria nuestros pecados han sido quitados de una vez por todas. Pero recordemos que este sentido es completamente poético, y que no tiene conexión alguna con el sentido usual de la palabra en el Antiguo Testamento.
Nos ahorrará mucha confusión y malentendidos si distinguimos entre el significado de expiación en el Antiguo Testamento y el significado que ha adquirido hoy en día por el uso que se da. No es incorrecto hablar de la obra expiatoria de Cristo, siempre que reconozcamos que Su obra fue perfecta, final e interna, mientras que la expiación en el Antiguo Testamento fue, salvo la excepción notada, imperfecta, repetida y externa.

La Expiación en el Reino

Ezequiel emplea la palabra en relación con los servicios en el futuro templo milenario (Ez. 43:21, 26; 45:15, 17, 20). Anticipando el reino, Ezequiel habla de expiar el altar, el pueblo, es decir, la casa de Israel, y el templo. Esto representa un problema para algunos, porque parece que contradice Hebreos 10:12, “pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios”, y Hebreos 10:18, “Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado”.
El problema surge porque damos al término “expiar” su definición del diccionario moderno en lugar de su significado básico. No sugiere que los sacrificios en el templo milenario sean eficaces en quitar la culpa y la pena del pecado, como tampoco eran en la época del Antiguo Testamento. Simplemente formarán parte del rito del templo. Al cumplir las ceremonias, Israel redimido verá la debilidad de los ritos contrastada con la perfección de la obra de Cristo. Reconocerá que los sacrificios eran sombras, mientras que la realidad es Cristo. Como los sacrificios del Antiguo Testamento ilustraban anticipadamente la obra de Cristo, así los del milenio recordarán el sacrificio hecho en el Calvario, como hace la Cena del Señor en nuestro caso. Simplemente serán memoriales.
traducido por Carlos Tomás Knott
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HUDSON TAYLOR: LA OBEDIENCIA A LOS PADRES

"Nunca he conocido un caso de desobediencia a un mandamiento definitivo de un padre que no trajera retribución, aun en el caso de que ese padre estuviese equivocado. Conquista através del Señor. Él puede abrir cualquier puerta. En tal caso la responsabilidad es del padre, y es una responsabilidad grave. Cuando el hijo o la hija puede decir en toda sinceridad: “Estoy esperando, Señor, a que Tú abras el camino”; el asunto está en Sus manos y Él lo resolverá".

Hudson Taylor (1832-1905) fue misionero a China. Esta cita viene de su libro Hudson Taylor's Spiritual Secret (El Secreto Espiritual De Hudson Taylor).
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NO EXISTE LA MÚSICA "NEUTRAL

Según el testimonio de la Biblia hay una música que estáal servicio de Dios, para Su gloria, marcada y determinada por el Espíritu de Dios; y hay una música que está al servicio de Satanás y del hombre caído, marcada y determinada por el espíritu de este mundo. Por eso tenemos que distinguir muy bien la clase de música que permitimos en la Iglesia de Dios. En el antiguo pacto, era impensable utilizar la música de los pueblos paganos, dedicada a la idolatría y al desenfreno sensual, para la adoración del Señor.
La Biblia nos enseña que todo lo que sale del hombre pecador separado de Dios, pertenece a este mundo. Como este mundo está espiritualmente en tinieblas, y no en la luz, y bajo el dominio y la influencia del príncipe de este mundo, todas las expresiones culturales del hombre pecador, por consiguiente, están influenciadas en mayor o menor grado por el pecado y las tinieblas espirituales del corazón de los que las producen, ya la pintura, la literatura, el teatro o el cine, y, naturalmente, también la música (comp. Mt. 12:34-35; 15:18-20; Jn. 8:34-47; Ro. 3:9-18; 8:5-8; 1 Co. 2:6-16; Ef. 2:1-3; 4:17-19; 1 Jn. 2:15-17; 4:5).
La capacidad del hombre de componer y escuchar música es un don de Dios, y los elementos musicales básicos, en cierto sentido, se pueden calificar de "neutrales"; pero la música que el hombre produce utilizando estos elementos, ya no es neutral, pues es la expresión de su ser y pensamiento. Es corriente suponer que toda clase de música es un don de Dios y que cada estilo musical puede servir para las canciones espirituales de los hijos de Dios. Pero, como hemos visto, esto no tiene fundamento bíblico y abre una puerta peligrosa por la que puede introducirse la influencia del mundo en la Iglesia de Dios.

Rudolf Ebertshäuser, pág. 21 de su libro, La "alabanza" carismática y la adoración bíblica en Espíritu y en verdad. Ediciones Cristianas Bibliques
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Algunos Beneficios de Memorizar
Porciones de la Biblia

Muchos ni siquiera estudian la Biblia, pero entre los que sí lo hacen, los estudiantes livianos de la Biblia son olvidadizos. Pero los estudiantes cuidadosos memorizan las cosas que estudian y así recuerdan mejor las lecciones y sacan más provecho. He aquí algunos beneficios de memorizar versículos bíblicos.

Prevención de Pecado: El Salmo 119:11 dice: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti”. Como dice el refrán: “Más vale prevenir que curar”.

Victoria sobre Satanás: Efesios 6:17 nos llama a combatir con “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (véase el ejemplo del Señor Jesús en Mateo 4:1-10).

Prosperidad Espiritual: Salmo 1:2-3 describe la bienaventuranza del que medita en la Palabra de Dios día y noche: “será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace prosperará”.

Consejo Personal: Salmo 119:24 dice: “Tus testimonios son mis delicias y mis consejeros”. Isaías 25:1 declara: “Tus consejos antiguos son verdad y firmeza”.

Ayuda para Otros: En Proverbios 22:20-21 leemos: “¿No te he escrito tres veces en consejos y en ciencia, para hacerte saber la certidumbre de las palabras de verdad, a fin de que vuelvas a llevar palabras de verdad a los que te enviaron?”

Adaptado de Lorne Sanny, citado en el libro Turning Toward Integrity (“Volviendo a la Integridad”), por David Jeremiah, págs 53-54.

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LA MEJOR INVERSIÓN

Queremos ayudarle a invertir su dinero. No, no se preocupe. No le vamos a hablar de porcentajes, intereses u otros números. Sólo queremos orientarle citando unas palabras de uno de los hombres más ricos que han existido jamás. Era conocedor a fondo del mercado “exportar-importar” de su país y un sabio y hábil inversor, y dijo así: “El que ama el dinero no se saciará de dinero y el que ama el tener mucho no sacará beneficios; esto es frustración. Dulce es el sueño del obrero – coma mucho o poco –, pero al rico no le deja dormir la riqueza”. Luego continuó diciendo: “El hombre, tal como salió del vientre de su madre, (desnudo), así vuelve, yéndose tal como vino. Y nada saca de su trabajo para llevarse consigo. Esto es un gran mal; ¿de qué le aprovechó trabajar en vano?”. Evidentemente hay quien entiende muy bien de finanzas, y es la muerte. ¿Por qué digo la muerte? Porque ella se queda con todo lo que dejamos cuando volvemos –desnudos, como vinimos– al polvo. La muerte sabe que usted está invirtiendo a su cuenta durante toda su vida. Su negocio no falla.
Por último, ese hábil inversor dijo: “El fin de todo el discurso oído es éste, Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre, porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala”.
Este hombre, ya es hora que lo digamos, fue Salomón, rey de Israel y uno de los hombres más ricos, sabios y poderosos que jamás han existido.
Estas palabras están registradas en la Sagrada Biblia junto con muchos otros escritos que le pueden ayudar a invertir bien no sólo su dinero, sino también su tiempo, persona, en una palabra: su vida. Sólo tiene una vida, y pronto pasará. Y después, no le importará lo que haya acumulado en esta vida, porque lo dejará todo. Amigo, busca a Dios mientras haya tiempo, y déjele gobernar su vida. Será la mejor inversión que habrá hecho en la tierra y que seguirá proporcionando rentas por toda la eternidad.
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Una Oportunidad Única de Testificar al Mundo

D. M. Lloyd-Jones (1899-1981)

El apóstol nos recuerda que en las épocas de apostasía, en las épocas de gran impiedad e irreligiosidad, cuando los fundamentos mismos tiemblan, una de las manifestaciones más destacadas de desorden es ser “desobedientes a los padres” (2 Ti. 3:2)... ¿Cuándo aprenderán las autoridades civiles de que existe una conexión indisoluble entre la impiedad y la falta de moralidad y de conducta decente?... La tragedia es que las autoridades civiles – sea cual fuere el partido político que esté en el poder – parecen estar todas gobernadas por la psicología moderna en lugar de las Escrituras. Todos están convencidos que pueden solucionar directamente y solos la falta de justicia y de rectitud. Pero eso es imposible.
La falta de justicia y rectitud es siempre el resultado de la impiedad, y la única esperanza de volver a tener alguna medida de justicia y rectitud en la vida es tener un avivamiento de la piedad. Eso es precisamente lo que les está diciendo el apóstol a los efesios y nos está diciendo a nosotros (Ef. 6:14). Los mejores y más morales periodos en la historia de este país, y de cualquier otro país, siempre han sido esos periodos después de poderosos avivamientos religiosos. Este problema de anarquismo y falta de disciplina, el problema de niños y jóvenes, no existía hace cincuenta años como existe ahora. ¿Por qué? Porque todavía operaba la gran tradición del avivamiento evangélico del Siglo XVIII. Pero como ya ha desaparecido, estos terribles problemas morales y sociales están volviendo, como nos enseña el apóstol, y como siempre han vuelto a lo largo de los siglos.
Por lo tanto, las condiciones presentes demandan que observemos la declaración del apóstol. Yo creo que los padres e hijos cristianos y las familias cristianas tienen una oportunidad única de testificar al mundo en la actualidad siendo simplemente distintos. Podemos ser verdaderos evangelistas al mostrar esta disciplina, esta ley y este orden, esta relación auténtica entre padres e hijos. Podríamos ser los medios, bajo la mano de Dios, de lleva a muchos al conocimiento de la Verdad. Por lo tanto, creamos que así es.

Tomado de Life in the Spirit in Marriage, Home & Work: An Exposition of Ephesians 5:18-6:9. Artículo publicado en Portavoz de la Gracia, nº 204s

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