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martes, 31 de mayo de 2022

EN ESTO PENSAD junio 2022

 ¿Es La Psicología Una Ciencia?

Dr. Martin Bobgan


El pueblo de Dios busca sabiduría y conocimiento tanto de la revelación de las Escrituras como del mundo físico. Pablo argumenta que todos somos responsables delante de Dios, porque la creación da evidencia de Su existencia:
“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Ro. 1:20).
    También el rey David declaró: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal. 19:1).
    El estudio científico es una manera válida de entender la obra de Dios, y puede ser muy útil en muchos aspectos de la vida. La verdadera ciencia desarrolla teorías en base a lo que es observado. Examina cada teoría con pruebas rigurosas para ver si cuadra con la realidad. El método científico funciona bien observando y anotando datos físicos y sacando conclusiones que confirman o invalidan una teoría.
    A mediados del siglo XIX, algunos expertos (filósofos, realmente) deseaban estudiar la naturaleza humana con la esperanza de aplicar el método científico para observar, anotar y tratar la conducta humana. Creían que si pudieran estudiar científicamente a las personas, luego podrían entender más precisamente su comportamiento actual, predecir su comportamiento futuro y alterarlo mediante una intervención científica.
    La psicología y su rama activa de la psicoterapia ciertamente han querido adoptar para sí una postura científica. Sin embargo, desde un punto de vista estrictamente científica, no cumplen los requisitos.
    La Asociación Americana de Psicología intentó evaluar el estado de la psicología. Designó a Sigmund Koch para planificar y dirigir un estudio subvencionado por la Fundación Nacional de Ciencia. Ese estudio empleó a ochenta eruditos eminentes para evaluar los datos, las teorías y los métodos de la psicología. Publicaron los resultados en siete tomos titulados: “Psychology: A Study of Science” (“La Psicología: Un Estudio de la Ciencia”). Koch describe el engaño de pensar en la psicología como ciencia:
“La esperanza de una ciencia psicológica les llegó a ser indistinguible de la realidad. Toda la historia posterior de la psicología puede verse como un intento ritualista a imitar las formas de la ciencia para sostener la delusión de ser científica”.1
Koch también dice:
“A lo largo de la historia de la psicología como ‘ciencia’, los conocimientos concretos que ha depositado son uniformemente negativos”.2

    Posiblemente podrían ser científicas las declaraciones psicológicas que describen la conducta humana o reportan los resultados de ciertas investigaciones. Pero si dejamos de describir la conducta humana y comenzamos a explicarlo, especialmente si intentamos cambiarlo, vamos de la ciencia a la opinión.
    ...Un aspecto de la psicología que está plagado de pseudociencia es la psicoterapia. Si la psicoterapia hubiera triunfado como ciencia, tendríamos un consenso en esa disciplina respecto a los problemas mentales-emocionales-conductuales y cómo tratarlos. Al contrario, la psicoterapia está llena de teorías y técnicas contradictorias, las cuales comunican confusión en lugar de algo parecido al orden científico.
    La psicoterapia se propaga usando muchas explicaciones conflictivas acerca del hombre y su conducta. El psicólogo Roger Mills comentó: “El campo de la psicología hoy es literalmente un caos. Existen tantos métodos, técnicas y teorías como investigadores y terapeutas. Personalmente he visto a terapeutas convencer a sus clientes que todos sus problemas vienen de sus madres, las estrellas, su composición bio-química, su dieta, su estilo de vida e incluso el ‘karma’ de sus vidas anteriores”.4
    ...El psiquiatra investigador E. Fuller Torrey habla sin pelos en la lengua al decir: “Las técnicas empleadas por los psiquiatras en el occidente, con pocas excepciones están exactamente al mismo nivel científico que las  técnicas empleadas por los hechiceros”.5

      Dr. Martín Bobgan es diplomado en psicopedagogía. Reside en Santa Barbara, California.
        texto abreviado del libro: La Psicología: ¿Ciencia o Religión?  Libros Berea
Las notas de referencia se hallan en el libro.

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Familias Pródigas


“Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos” (Rut 1.1). Elimelec y su familia ilustran lo que sucede cuando no somos guiados por el Señor, es decir, cuando no vivimos por fe. Tristemente, su vida no es más que una serie de reacciones lógicas o impulsivas a sus circunstancias. Esta familia estaba donde Dios les había puesto, en su propio país y pueblo natal. Pero en la prueba de hambre y escasez, cometió el error de abandonar ese lugar y alejarse, buscando una vida mejor en un lugar que no le correspondió. No dijeron como Habacuc: “Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación” (Hab. 3.17-18). ¡Qué noble y admirable hubiera sido comportarse así, pero sin fe no es posible! El texto no menciona nada de orar y pedir la ayuda del Señor, ni de buscar el apoyo y la ayuda de sus hermanos en Belén. Se convirtió en la familia pródiga, ocasionando años de sufrimiento, pérdida y aun muerte, fuera de la voluntad de Dios. Samuel Ridout comenta que en la Biblia el hambre era el llamado divino al arrepentimiento (Dt. 28.15-17, 23, 38). Por el profeta Amós Dios dijo: “Os hice estar a diente limpio en todas vuestras ciudades, y hubo falta de pan en todos vuestros pueblos; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová” (Am. 4.6). Así fue el caso de Elimelec y familia. Debemos recordar que las decisiones tienen consecuencias. En las pruebas, lo primero no debe ser buscar cómo salir de ellas, sino humillarnos, examinarnos, y orar en palabras del Salmo 26.2, “Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón”. Y como dice el Salmo 139.23-24, “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”. De haber procedido así, Elimelec nunca habría abandonado Belén para ir a Moab.  Si aprendemos la lección, tampoco iremos a lugares donde Dios no quiere que estemos.
    Pero hoy también hay quienes deciden por su cuenta, y abandonan su país, su asamblea y a veces a su familia, para ir, incluso ilegalmente, a un lugar donde pretenden ganar dinero. Su guía no es “si el Señor quiere” (Stg. 4.15), sino lo que ellos quieren: el dinero y la comodidad. Así que, van a lugares donde no hay asamblea, porque no es una prioridad para ellos. Unos se atreven a entrar ilegalmente en otros países. Esto incluye el entrar fingiéndose turistas, cuando su plan es quedarse y trabajar, lo cual es ilegal. Las Escrituras hablan claramente: “Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores” (1 P. 2.13-14). Pero no se someten, porque como en los tiempos de los jueces, cada uno hace lo que le parece. Una persona llamó a un misionero preguntando dónde se podía congregar en cierta ciudad. En la conversación se descubrió que hacía dos años que vivía en ese lugar, y solo entonces buscaba donde congregarse. ¿Por qué? Porque francamente, no viajó pensando en su vida espiritual – porque no fue su prioridad. Poderoso caballero es don dinero, y muchos lo permiten dirigir sus vidas. Primero deciden dónde van a ir, vivir y trabajar, y luego, como un extra, tal vez preguntan dónde congregarse. La manera de hacer las cosas indica cuáles son sus valores y su condición espiritual. Todo tiene su explicación, pero no todo tiene bendición.
    Fuese como fuese, Elimelec, como cabeza de la familia, decidió y actuó malamente. Alejó a su familia de la tierra prometida para ir a morar en Moab, lugar de los descendientes del incesto de Lot (Gn. 19.36-37). Lot escogió ir a Sodoma, buscando ventaja para sí en el mundo. Moab es el resultado de ir al mundo y seguir la sabiduría carnal. Ese país adoraba a Quemos y a los baales. Pero ahí llevó Elimelec a su familia. Quizás dijo: “solo por un tiempo”, pero ni él ni sus hijos volvieron. Moab tenía pan, pero no tenía nada espiritualmente bueno. Pagaron gran precio por el pan de Moab. “No solo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová” (Dt. 8.3). Guárdenos el Señor de decidir y actuar como Elimelec y Noemí. Tozer, en su libro Fe Auténtica, comenta:


    
De la misma manera que un bebé no tiene propósito, veo que el cristiano inmaduro tampoco lo tiene. Vive para la siguiente lección. Quiere saber dónde estará el buen predicador, y va a escucharle. Quiere enterarse de dónde cantará ese coro tan estupendo, y va, se sienta y halaga su inmadurez escuchando a los mejores cantantes que encuentre. O bien quiere saber dónde se reúne el mayor número de personas, y la multitud le carga las baterías. Aquí no hay propósito alguno; nunca entró y cayó de rodillas para decir: ‘Dios, ¿para qué he nacido, y por qué he sido redimido? ¿Qué sentido tiene todo?’ Su vida carece totalmente de propósito”.

Carlos

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 Cuidado Con El Enojo

“La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa”. Proverbios 19.11

Este verso no nos enseña a ignorar la maldad, ni que las personas tienen libertad para pecar con impunidad, sino cómo debemos responder a algo hecho contra nosotros. Esto nos sucede a todos, pero lo importante es cómo reaccionamos. Lo natural es dar libre curso a una expresión de ira, y permitir que arda en nosotros. Algunos no reaccionan visiblemente así, pero la procesión va por dentro, y se llenan de resentimiento o rencor, lo cual tampoco es una respuesta espiritual. En cambio, Dios es “lento para la ira” (Sal. 103.8), y son incontables las ofensas contra Él. La persona que cultiva esa característica demuestra prudencia. Si pasa por alto la ofensa cometida en contra suyo, es digno de alabanza. Sabe que dar lugar a la ira, o albergar resentimiento, es dañino a los demás, a sí mismo, y al testimonio. “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Stg. 1.19-20).                                   

De la revista “Assembly Testimony”, mayo-junio 2021

“El necio al punto da a conocer su ira; mas el que no hace caso de la injuria es prudente” (Pr. 12.16).

“El que fácilmente se enoja hará locuras” (Pr. 14.17).

“La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor” (Pr. 15.1).

“El de grande ira llevará la pena; y si usa de violencias, añadirá nuevos males” (Pr. 19.19).

“El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno Es como el que toma al perro por las orejas” (Pr. 26.17).

“El necio da rienda suelta a toda su ira, mas el sabio al fin la sosiega” (Pr. 29.11).

 Algunas personas piensan que, porque no explotan delante de otros, no tienen un problema con la ira, pero se equivocan. La ira toma dos formas igualmente males. Una es que se ve enseguida, porque hierve y se manifiesta abiertamente, a veces de forma descontrolada. La otra es la ira que queda en el corazón, a fuego lento, y se manifiesta en la enemistad, la murmuración, el resentimiento, la antipatía, las mala actitudes, la oposición y la frialdad -- pero es igualmente ira y daña a los demás. Los que disimulan su ira no se libran de ella.

    Absalón, hijo de David, y Ahitofel consejero de David, son dos ejemplos de la ira disimulada, que arde lentamente durante quizás años, produce el resentimiento y la enemistad, y luego causa mucho daño. El precepto bíblico es: "Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo" (Ef. 4.26).

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 Gedeón: 

 Un Joven Transformado En Un Siervo De Dios

Camilo Vásquez Vivanco

viene del número anterior
Parte 7:  Gedeón Y Su Vellón Lleno De Rocío
    
“...yo pondré un vellón de lana en la era; y si el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda la otra tierra, entonces entenderé que salvarás a Israel por mi mano, como lo has dicho” (Jue. 6:36-37).
    
Gedeón poseía una fe imperfecta y su solicitud no es menos incrédula que la de los apóstoles del Señor Jesús que le dijeron: “Auméntanos la fe” (Lc. 17:5). Gedeón ya tenía la promesa de la presencia y ayuda del Señor que le había asegurado: “Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre” (Jue. 6:16). Además si el Señor ya le había dado una prueba visible de su poder extendiendo su báculo y quemando aquella ofrenda no era necesario otra señal (Jue. 6:21). Su fe es una fe coja que pide señal cuando la promesa ha sido dada, sin embargo esto es más desconfianza en sí mismo que en el Señor.
    Para los incrédulos, el principio bíblico quedó registrado por el mismo Señor siglos después de esta manera: “...La generación mala y adúltera demanda señal...” (Mt. 12:39). Gedeón necesitaba aprender que la fe no necesita pruebas visibles y principalmente el medio que usa ahora Dios para darnos seguridad es su palabra (1 Ts. 2:13). Si queremos tener la guía de Dios, no pidamos señales, pues hoy Él nos habla por Su Espíritu a través de Su Palabra (2 Ti. 3:16-17). Es evidente que Gedeón era un creyente sincero y por esto Dios condescendió a ayudale a crecer en su fe: “Y aconteció así, pues cuando se levantó de mañana, exprimió el vellón y sacó de él el rocío, un tazón lleno de agua” (Jue. 6:38). Así Dios tierno y misericordioso nos permite a veces estas muletas para perfeccionar nuestra débil fe.
    ¿Qué puede significar esto de este vellón lleno de rocío? El rocío es una hermosa figura del Espíritu de Dios: “Como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna” (Sal. 133:3). Fue allí en Hermon donde el Señor Se transfiguró mostrando Su gloria pues anticipaba que después de entrar en Su gloria es que enviaría Su Espíritu como un rocío celestial (Jn. 7:39). Es muy hermoso ver entonces que Gedeón recogió de ese vellón un tazón de rocío: “Y aconteció así, pues cuando se levantó de mañana, exprimió el vellón y sacó de él el rocío, un tazón lleno de agua” (Jue. 6:38). Esto nos muestra en primer lugar que esta señal apuntaba particularmente hacia la única Persona donde se encuentra el rocío de Dios en toda su plenitud, a saber en el Señor Jesús de quién dice Dios mismo: “...Tienes tú el rocío de tu juventud” (Sal. 110:3). Si toda la tierra quedó seca en esta señal de Gedeón así es Cristo entre el género humano, como raíz de tierra seca (Is. 53:2) sustentada por el rocío de Dios. Él ha recibido el Espíritu sin medida (Jn. 3:34), o como vierte otra traducción, “...porque Dios le da el Espíritu sin límites” (NTV).
     En segundo lugar, este vaso lleno de rocío nos habla de la medida de fe que poseía Gedeón y que es equivalente a la medida de capacidad que hoy hemos recibido del Espíritu para servir a Dios: “...conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”...úsese conforme a la medida de la fe” (Ro. 12:3 y 6). Esa medida de fe o de capacidad tiene que ver con el don o los dones que el Espíritu Santo nos ha dado en la conversión (1 Co. 12:11). No debemos confundir los dones o “carismas” (gr. charisma), con los talentos naturales dados por Dios cuando nacemos. Los dones tienen que ver con el segundo nacimiento y los talentos o habilidades naturales tienen que ver con el primer nacimiento. Es así que el ser hábil para las matemáticas o para algún deporte tiene que ver con los talentos sin embargo los dones son sobrenaturales que de manera normal nadie los puede ejecutar sino solo aquel que los recibe.
    Los dones no se piden, pues son dados por el Espíritu en la conversión de cada creyente en el momento de ser sellados (Ef. 1:13; 1 P. 4:10). Los talentos pueden ser usados para la gloria de Dios pero no son un indicador de espiritualidad y capacidad de servir a Dios. Es así que Aarón podía hablar naturalmente con facilidad, en contraste con Moisés que era tartamudo (Éx. 4:10). Sin embargo Aarón deshonró a Dios con su facilidad de hablar (Éx. 32:2) y fue finalmente Moisés el equipado con la presencia de Dios para guiar a Israel (Nm. 11:17).
    No dudemos de lo que el Espíritu de Dios nos ha dado y sirvamos a nuestro Dios con verdadera gratitud y solicitud. Esto quiere decir que no hemos de ser negligentes con esa medida de fe que nos dió: “No descuides el don que hay en ti...” (1 Ti. 4:14) y que debemos avivar este regalo para usarlo para la gloria de Dios. “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti...” (2 Ti. 1:6). Como vemos, los dones pueden despreciarse y no usarse, lo cual es un pecado contra el Espíritu de Dios (1 Ts. 5:19).
    También hemos de aceptar nuestra medida de fe o de capacidad para servir al Señor y no intentar ser como otros ni estar sobre otros: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Ro. 12:3). Esa medida de fe o de gracia recibida por el Espíritu Santo es el equipamiento particular y necesario para ser útiles a Dios en su pueblo: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 P. 4:10). La expresión “cada uno” reitera el vaso de rocío que cada cual ha recibido y hemos de ponerlo al servicio de Dios, Se llama aquí “medida de fe” o de confianza. “Medida” es la palabra “metron” de metro, tamaño, “de manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe” (Ro. 12:6). Como vemos, nuestro vaso de rocío es auténticamente personal y no debemos ser negligentes en no saber cuál o cuáles son nuestros dones (1 Ti. 4:14). Para esto se requiere saber el don que nos ha dado el Espíritu y esto requerirá descubrirlo, pues no existen creyentes sin uno o más dones.
    El Nuevo Testamento registra dieciseis dones espirituales, divididos entre dones permanentes y transitorios:
    
    Siete dones permanentes:
    1.  Enseñanza                                   5.  Ayudar
    2.  Exhortación                                 6.  Repartir, dar
    3.  Presidir, gobernar, administrar    7.  Hacer misericordia
    4.  Servir
                
    Nueve dones transitorios:
    8.  Profecía                    13. Lenguas
    9.  Ciencia                     14. Interpretación de lenguas
    10. Sabiduría                 15. Sanidades
    11. Fe                            16. Hacer milagros
    12. Discernimiento de espíritus    
    
    Los dones transitorios ya no están con nosotros. Fueron necesarios para cimentar la iglesia al comienzo. Por ello se les conoce también como dones de fundación (1 Co. 13:8). Esos dones de fundación tuvieron que ver con la aparición del misterio del evangelio (Ro. 16:25) y de la iglesia (Ef. 3:4), misterios que una vez revelados ya no necesitaron de la presencia de señales y milagros o del don de ciencia y sabiduría tan esenciales al comienzo.
    Como ya hemos mencionado los dones pueden despreciarse y descuidarse entonces es fundamental conocerlos y descubrirlos con la guía del Espíritu de Dios. Para descubrir los dones que hemos recibido puede ser útil conocer la regla de las tres Fs., a saber:
    
Facultad, es un equipamiento personal de parte del Espíritu     (Jue.6:14).
•  Fervor, es un llamado personal para servir en un área, el cual no se puede apagar (Jer. 20:9; Ro. 11:29).
•  Fruto, es el resultado del servicio ejecutado (Hch. 6:3; 16:2; Col. 4:13).
    
    Es hermoso cuando un creyente descubre su tazón de rocio y de ese modo tiene la horma de su zapato y sirve al Señor con gratitud y dedicación. Estas tres “F” servirán para descubrir lo que el Espíritu Santo nos ha dado y tal descubrimiento es en la iglesia local, pues Dios el Espíritu allí tiene libertad y suministra Su gracia para que le sirvamos. El Espíritu Santo confirmó el llamado de Bernabé y de Saulo en la iglesia y del mismo modo lo hará con cada siervo en el presente. Entonces si el Espíritu no ha confirmado a la iglesia local donde uno sirve, que seamos apartados para algún servicio especial, debemos esperar esa confirmación y no obrar por cuenta propia.

continuará, d.v. en el siguiente número

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ESCOGE LO MEJOR

Seguimos examinando los textos en Proverbios que hablan de lo mejor.
    Dice la sabiduría: "Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; y mi rédito mejor que la plata escogida" (Pr. 8:19). Otra vez, como en el 8.11, la sabiduría vale más que las riquezas de este mundo. Según 1 Pedro 3.3 el creyente no debe llevar adornos de oro. Nuestro Señor Jesús se hizo pobre (2 Co. 8.9), y a Sus seguidores no les corresponde llevar cadenas, brazaletes, o pendientes, ni de oro ni de plata ni de otras cosas. En lugar de esas cosas que el mundo busca, debemos ser conocidos por la santidad, la piedad y la sabiduría que es de lo alto (Stg. 3.17). 

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 "No Lo Separe El Hombre"

Pedro Martín

Dios ha creado el matrimonio para que lo edifiquemos a la luz del Manual que el Diseñador nos ha dejado. Si lo leemos y lo obedecemos, de seguro que nuestra unión perdurará y seremos felices, y el amor entre nosotros irá en aumento. “Y vio Dios todo lo que había hecho y he aquí que era bueno en gran manera” (Gn 1:31). Dios es sabio, y en Su sabiduría dejó tajantemente escrito: NO al adulterio y NO al divorcio...

EXCUSAS PARA ROMPER NUESTRO MATRIMONIO
“Realmente no existe diálogo” (falta de comunicación entre nosotros)
“Somos tan diferentes”
“Somos incompatibles”
“No nos entendemos”
“No nos soportamos” (discutimos constantemente)
“No pensamos ni actuamos igual”

    Éstas son sólo algunas de las muchas excusas que ponemos a la hora de desobedecer a Dios. Esto rompe la unidad del matrimonio, cosa que Él ha dicho que no hagamos. La desobediencia es pecado y trae serias complicaciones, porque repercute en los hijos que tienen que pagar las consecuencias de nuestras rebeldías y de nuestros pecados.

Pedro Martín, del libro EL AMOR QUE TRANSFORMA LOS CORAZONES

págs. 102-103

    Además, el divorcio desagrada y deshonra a Dios. “Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio” (Mal. 2.16). Jesucristo enseñó a los judíos: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así (Mt. 19.8): “Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre (Mt. 19.6; Mr. 10.9). El inspirado apóstol Pablo escribió: “Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera” (Ro. 7.2-3).

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¿CUÁL LADRÓN?
Muchos ignoran que había dos.


Una vez cuando hablaba con un joven adulto acerca del evangelio, me dijo: “Sí, pues, quiero ir al cielo, pero no hay prisas. Primero quiero vivir mi vida. Creo que como el ladrón en la cruz, tendré una oportunidad más al final”. Entonces le respondí: “¿Cuál ladrón? Porque había dos”. Me dijo: “Oh, pues, se me había olvidado que había dos. Me refería al que se salvó”. Pero notaba en su cara una expresión pensativa.
    “Sí”, le dije, “uno fue salvo y ahora está en el cielo. Los dos tuvieron la misma oportunidad, pero uno de ellos está en el infierno. ¿Qué garantía tienes de que no terminarás como ése en lugar del otro?”
    Miles de personas como él no se acuerdan de que había dos malhechores. Se acuerdan de que por la misericordia de Dios uno fue perdonado y salvo, pero se les olvida que el otro halló el juicio de Dios. De esa manera viven, creyendo que de alguna manera al final serán salvas, pero al final morirán sin perdón e irán a la condenación eterna. Los dos ladrones probablemente habían oído a Cristo hablar del perdón y el reino de Dios, y conocieron a Cristo en la cruz, pues estaba entre ellos. Pero solo uno se salvó. La dura realidad es que la mayoría de la gente muere como vive. Vive sin Cristo, y también muere sin Él, como ese otro ladrón.
    ¡Qué malo es acostumbrarse a escuchar el evangelio, y saber de Jesucristo, sin arrepentirse y confiar en Él! Cuando uno rehúsa creer, aunque piense que solo lo posterga hasta más tarde en la vida, empieza a formarse un callo en su conciencia y corazón. Se acostumbra a no creer, y luego, cuando llegue al final de la vida, no cambiará, porque está endurecido. El malhechor que no creó es una advertencia a todos los que rehúsan creer.
    Vemos en esos dos ladrones que desde el lado de Jesucristo uno puede ir al cielo y el otro al infierno, y no es por predestinación sino por su propia decisión. Escucha y haz caso de las advertencias y exhortaciones de Dios, porque si no, en tu endurecimiento te quedarás atrapado y condenado:
“Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, sino que desechasteis todo consejo mío y mi reprensión no quisisteis... Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán” (Proverbios 1.24-25, 28).

“...que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado” (Hebreos 3.12-13).

“Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 4.7).

Jesucristo advierte:
“Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir” (Juan 7.34).

    Hoy, ahora mismo, Dios te llama. No desaproveches la oportunidad, ni te presumes de Su misericordia futura. Hoy, en este momento, te identificas con uno de esos dos ladrones. ¿Cuál es? Jesucristo murió cargado con tus pecados. Sufrió por ti, pagó tu condena, después resucitó y ahora, vivo, te ofrece la salvación. No mañana, sino hoy. Si hoy crees en el Señor Jesucristo, serás salvo. Y si no, hoy ya estás perdido y condenado por no creer. Ni Dios mismo te podrá salvar si no crees en el Señor.
    La gran pregunta es:
“¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” (Hebreos 2.3).

Y esa pregunta no tiene respuesta. Simplemente por descuidar la salvación te perderás y no escaparás el juicio de Dios. Éste es el peligro y la condenación del otro ladrón, y muchos caen en eso. Él descuidó la salvación, desaprovechó su última oportunidad, por su propia insensibilidad y la mala costumbre de no creer.
    Así que, no digas “mañana”, porque el camino de mañana conduce a la ciudad de nunca.