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domingo, 31 de diciembre de 2023

EN ESTO PENSAD - febrero 2024

 LA TRIBULACIÓN

parte 4, por Jeff Brown

EL ANTICRISTO

viene del número anterior

¿Qué Significa Anticristo?
    El prefijo “anti” puede significar “contra” (oposición) o bien “en lugar de” (sustitución). ¿Es esa persona el enemigo de Cristo (contra) o es un falso cristo (sustitución)? Las Escrituras dan a entender que será ambas cosas. Al comienzo del periodo de la Tribulación hará un pacto con la nación de Israel para protegerla (Dn. 9.27). No lo hará por amor a la nación, sino porque desea el poder y la manipulación política. A muchos les parecerá que es el Mesías que tanto esperaban. Cuando rompe el pacto a mediados de la Tribulación (Dn. 9.27), entonces verán claramente que odia a la nación. Comenzará a perseguir a los judíos en lugar de defenderlos.

Anticristo – Su Carácter General
    Muchos lugares en la Biblia describen el carácter del anticristo. Por ejemplo, es llamado “el hombre de pecado” (2 Ts. 2.3), “el pastor inútil” (Zac. 11.17), y el “príncipe que ha de venir” (Dn. 9.26). En el estudio cuidadoso de Daniel 2.31-49 con Daniel 7, apreciamos a un personaje con diez cuernos. En las Escrituras los cuernos siempre indican poder (p.e. Zac. 1.18-21), y el número diez está asociado con la administración. La Biblia describe los diez cuernos como diez reyes que darán su autoridad y poder al anticristo (Ap. 17.12-13). Por eso, hablamos de una persona que tendrá poder como dictador del mundo (Ap. 13.7), con un G-10 de naciones bajo su control. El sistema mundial, en este momento, está siendo preparado por manipulación satánica para ser entregado al control de un solo hombre literal. Controlará la mayor parte del dinero, educación, comida, sistema sanitario, fuerzas armadas y sistemas políticas del mundo. Será el más grande dictador en la historia del mundo. Será tan grande que hombres como Hitler y Stalin no tendrán punto de comparación. Éste será el último imperio gentil antes del final de “los tiempos de los gentiles” (Lc. 21.24).
    
Anticristo – Su Carácter Personal
     El escenario corriente en el mundo es de globalización y fusión. Al parecer hay cierta urgencia en el mundo para hallar a un líder fuerte que garantizará la paz y la prosperidad. Las Escrituras revelan muchas facetas del carácter del anticristo, que quizás nunca se han visto antes en una sola persona. Tendrá grandes poderes oratorios, gran inteligencia y además, buena apariencia (Dn. 7.20). También tendrá gran habilidad militar (Dn. 8.24), será un genio en el comercio (Dn. 8.25) y tendrá gran autoridad (Ap. 13.2). Subirá al poder con adulación o intriga, diciendo “Paz y seguridad” (1 Ts. 5.3), y engañará a muchos. Por lo tanto, es el maestro de la decepción (2 Ts. 2.9). La economía y el gobierno mundial serán controlados por el anticristo, con la ayuda y aprobación del líder de la religión mundial, el falso profeta – la segunda bestia (Ap. 13.11-18; 19.20).

¿Quién Podría Ser el Anticristo? ¿Vive Hoy?
    Es peligroso e inútil intentar predecir lo impredecible. Satanás, a lo largo de los siglos, ha preparado muchos posibles “candidatos” para llevar a cabo sus planes malvados. Muchos hombres han aparecido y desaparecido, porque Satanás no puede mover antes del tiempo de Dios, cuando el poder que detiene sea quitado (2 Ts. 2.6-7). No es útil ni provechoso calcular o sugerir fechas y candidatos como “posibles anticristos”. Ciertamente sabemos qué es, pero no sabemos quién es, ni lo sabremos. Tristemente, los millones de personas dejadas atrás después del rapto pronto conocerán al anticristo. Como creyentes, buscamos el retorno inminente de Cristo, en al aire, para llevar a los santos (el rapto). Si eso sucediera en nuestra vida, entonces el anticristo estaría vivo hoy en algún lugar. Pero es pura especulación cuando intentamos ver el futuro con ojos que miran al tiempo presente, sin inspiración divina. La respuesta es, no sabemos quién es el anticristo, ni si ya está vivo en la tierra. En lugar de especular, dejemos esos asuntos en manos de Dios.

continuará, d.v.

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Pablo, Siervo de Jesucristo

“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios”.   Romanos 1.1
 

 Aun la salutación del apóstol fue inspirada y tiene provecho para nosotros. Al dirigirse a los creyentes en Roma, Pablo emplea tres términos para darse a conocer. Hoy la gente llamaría esto su perfil personal.
    Primero: “siervo de Jesucristo”. Un siervo (gr. doulos) es alguien que vive para hacer la voluntad de su amo. No hace las cosas como le parece, ni para agradar a terceros, sino como le manda aquel a quien sirve. Nuestro Señor era así para con Su Padre celestial. “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mr. 10.45). Siervo malo es aquel que hace su propia voluntad. Pablo tomó el yugo de Cristo y aprendió de Él. Su vida era un continuo servicio a Dios. La dio como sacrificio vivo (Ro. 12.1). Vivimos tiempos caracterizados por el egoísmo, la independencia y la auto estima. No así los siervos de Jesucristo. El que desea servir primero debe morir a sí mismo, y presentar su cuerpo a Dios en sacrificio vivo. En otros textos Pablo lo expresó así: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gá. 2.20). “Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús” (2 Co. 4.5). “…ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Fil. 1.20-21). Estos textos indican las demandas innegociables de Dios sobre todo siervo Suyo.
    Segundo: “llamado a ser apóstol”. Pablo no escogió ser apóstol, como una vocación. A las familias católicas tradicionalmente les gustaba tener a un hijo sacerdote o una hija monja, y solían animarlos a escoger esa vocación. Pero no es así en la verdadera fe y servicio cristiano. Uno no escoge predicar porque su padre o abuelo predicaba, o porque su familia es una de las principales de la iglesia, o porque sus padres o su esposa le animan. No es cuestión de sueños, antojos, aspiraciones o sugerencias de otros. Pablo era un enemigo, e iba por otro camino, pero Cristo le llamó. “Llamado” – llamar (gr. kaleo), significa clamar, invitar, convocar. Dios intervino y llamó a Pablo, como antes había llamado a Samuel (1 S. 3.1-10). No es cuestión de decir: “Me gustaría dedicarme a la obra de Dios” o “…ser un misionero”. Dios siempre toma la iniciativa, conforme a Su voluntad, no la nuestra. El Señor dijo a Sus discípulos: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto” (Jn. 15.16). No es elección para ser salvo, sino para servir y llevar fruto. Con Pablo, Cristo le salió al encuentro inesperadamente en el camino a Damasco. Le paró sorprendentemente, interrumpió sus planes, le convirtió y le envió a predicar el evangelio. El Señor le puso en el ministerio (1 Ti. 1.12). Nada estaba más lejos de la mente de Pablo cuando se levantó esa mañana. Pero el llamamiento divino le dio propósito, estabilidad y perseverancia a lo largo de sus años de servicio y en medio de todas sus tribulaciones. El que se aventura sin llamamiento divino, pronto fracasará y tirará la toalla. “Apóstol” (gr. apostolos), significa delegado, o mensajero; uno enviado con órdenes. Cristo llamó así a los doce discípulos (Lc. 6.13). Luego Matías (Hch. 1.26), y Pablo. El mensajero que entrega una carta o decreto o telegrama no lo debe modificar, sino entregarlo tal cual. Cuando enseñó sobre la Cena del Señor, Pablo dijo: “Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado” (1 Co. 11.23). Fue mensajero fiel. Hoy no hay apóstoles,
1  sino evangelistas, pastores y maestros (Ef. 4.11-12). Todo anciano debe ser “retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada” (Tit. 1.9). No hay lugar para inventar ni modificar.
    Tercero: Pablo fue “apartado para el evangelio de Dios”. “Apartar” (gr. aforismenos), determinar, señalar, apartar con un propósito, por ejemplo, para servir. En Hechos 13.1-2 leemos cómo el Espíritu Santo mandó apartarle. Cuando Dios llama a uno a Su servicio, ese hombre no se encomienda ni se aparta a sí mismo,
2 ni tiene porqué anunciar ni protagonizar su llamamiento, pues Dios lo hace saber a la iglesia. Gálatas 1.15 indica que ése era siempre el plan de Dios para Pablo, lo cual indica Su presciencia. Saulo de Tarso, un judío celoso y perseguidor de los cristianos, estaba en su propio camino y carrera, cuando el Señor se le apareció. Las autoridades en Jerusalén le dieron cartas autorizando la búsqueda, detención y el trasporte a Jerusalén de los cristianos, para ser juzgados. Asolaba la iglesia (Hch. 8.3). Pero el Señor lo paró, lo convirtió y constituyó predicador, apóstol y maestro de los gentiles (Ro. 11.13; 1 Ti. 2.7; 2 Ti. 1.11). De modo que los cristianos decían: “Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba” (Gá. 1.23).
    Pablo había llegado a entender bien el propósito de su vida, y a cada creyente le debe interesar saber eso, y no andar a tientas por la vida, sin propósito (Sal. 119.105; Pr. 3.5-6; Mt. 6.33). Amigo lector, ¿Cuál es la voluntad de Dios para tu vida?

Carlos Tomás Knott, del comentario sobre Romanos,
próximamente disponible, d.v.

1. En Hechos 1.21-23 vemos los requisitos de los apóstoles: “…que de estos hombres [gr. aner, comenta Vine: “no se usa nunca del sexo femenino”] que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección”. De todos los creyentes presentes solo había dos varones que cumplieron esos requisitos, y solo uno, Matías, fue escogido. Hoy hay “falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo” (2 Co. 11.13). Como Simón Mago, se hacen pasar por algún grande (Hch. 8.9). 

2. Sobre este tema recomendamos el libro de W.E.Vine: El Plan Divino Para Las Misiones, capítulo 5, “El Llamado a la Obra”. Publicado por Libros Berea.    

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 Manasés el Malvado
Lucas Batalla


Textos:
2 Reyes 21.1-18; 2 Crónicas 33.1-2

Solemos estudiar más los reyes buenos que los malos, pero es necesario saber también de ellos, y por eso el Espíritu Santo los incluye en los libros de Reyes y Crónicas. Hay lecciones importantes que aprender, para evitar sus desvíos y errores. Aunque pensemos que no haríamos como ellos, 1 Corintios 10.12 nos exhorta: “el que piensa estar firme, mire que no caiga”.
    El nombre “Manasés” significa “olvidar”, y fue el nombre del primogénito de José en Egipto. “Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre” (Gn. 41.51). Pero el rey Manasés cumplió el significado de su nombre en otro sentido, pues se olvidó de la ley de Jehová de modo que fue el peor de los reyes de Judá. Era hijo malo de padre piadoso – el rey Ezequías. No apreció ni imitó la piedad de su padre, sino que le deshonró.  Comenzó a reinar con 12 años de edad, por lo que estamos seguros de que tenía consejeros, buenos y malos. Lastimosamente, se encaminó pronto hacia el mal, por su propia culpa, pues escogió lo que quiso hacer, y manifestó que no temía ni amaba a Jehová. Reinó cincuenta y cinco años, más que otro rey de Judá, y en sus días abundó la maldad.
    2 Crónicas 33.2 informa que “hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a las abominaciones de las naciones”. El único análisis correcto del comportamiento es cómo lo ve Dios, cómo es ante Sus ojos. Así debemos evaluar todo. Pero se suele preguntar: “¿qué opinas de tal cosa?” en lugar de “¿qué enseña la Biblia?” Lo que importa no es nuestra opinión ni la voz de la mayoría, sino “¿qué dice la Escritura?” Muchos piensan que hacen bien cuando realmente no es así, pues miran las cosas desde otro punto de vista, no como Dios. Los aplausos y la aprobación de los hombres no tienen peso ante el Señor. Pero Manasés no reconoció esto, y siguió el rumbo de las naciones, esto es, el mundo.
    El verso 3 dice que “volvió a edificar los lugares altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a Baal, e hizo una imagen de Asera, y adoró a todo el ejército de los cielos, y rindió culto a aquellas cosas”. Sus obras eran una contrarreforma, en la que deshizo y cambió todo lo que su padre Ezequías había establecido, y excedió en hacer mal (vv. 3-5). Su desobediencia e infidelidad ganaron ímpetu, y resultaron en más desenfreno. “Un poco de levadura leuda toda la masa” (Gá. 5.9). No consultó la Palabra de Dios sino hizo lo que le pareció. Si se le preguntara a Manasés en qué parte de la ley de Dios se basaba para hacer esos cambios, no habría respuesta. Él no podía decir: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación” (Sal. 119.97).

    Algo similar ha pasado en las iglesias hoy, que, llegando una nueva generación a tomar el liderazgo, han efectuado cambios que no son para volver al patrón apostólico, sino para ser más contemporáneas. Como Manasés, no pueden decir:  “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación”. No consultan la Palabra de Dios ni desean ceñirse a ella, y a eso lo llaman “libertad”, y llaman “legalistas” a los que insisten en obedecer a la Palabra. Pero si se les pregunta hoy de qué parte de la Biblia sacan el feminismo, los conciertos, u otras cosas, no habría respuesta bíblica. El mundo evangélico es en gran parte mundano, regido por los valores del mundo, no por la Palabra de Dios. La sociedad promulga la ley de igualdad, pero la iglesia no debe andar al son del mundo. Esos grupos, como los homosexuales, o incluso como los feministas, primero quieren ser tolerados, después respetados, y después quieren ocupar puestos de poder e influencia, y cuando lleguen al poder, se vuelven todavía más exigentes. No respetan ni toleran a los que no son como ellos, sino demandan que todo cambie a gusto suyo, y sancionan a los que se resisten. No debemos ceder, sino seguir firmes hasta el fin, ceñidos a la Palabra de Dios.  

                                       continuará, d.v. en el próximo número

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LOS 144.000   ¿Quiénes Son?


El último libro de la Biblia habla de un grupo especial de personas, conocidas como “los 144.000”. Este grupo fascinante está compuesto de doce mil judíos, de cada una de doce tribus de Israel, que serán siervos de Dios.
    Durante la tribulación, un período de sufrimiento y juicio mundial que durará siete años y vendrá después del arrebatamiento de la Iglesia, ese grupo de judíos será preservado mediante un sello que tendrán en sus frentes. En los capítulos 7 y 14 de Apocalipsis aprendemos que serán “redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero (Cristo)” (Apocalipsis 14.4). Parece que su propósito como “siervos” será dar testimonio, lo cual resultará en la salvación de una multitud innumerable (Apocalipsis 7.9).
    Hay una secta activa hoy que niega la deidad de Cristo, y enseña que los 144.000 se componen solamente de los miembros más fieles de su organización multinacional. Hagamos una comparación entre los Mitos Humanos, y las Verdades Bíblicas:
 

MH: Cristo el Cordero, no es Dios, sino un ser creado.
VB: “Todo fue creado por medio de él y para él” (Colosenses 1.16).


MH: La mención del número de los testigos sellados es literal, pero su nacionalidad no.
VB: Cuando la Biblia habla de judíos según su tribu, siempre son judíos literales (Apocalipsis 7.5-9).

MH: Los más fieles son sellados, pero si fallan, pierden el sello.
VB: El sello de los 144,000 será divino y permanente. Asimismo, los creyentes en Cristo hoy, “después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de su salvación, y habiendo creído, fueron sellados en Él con el Espíritu Santo de la promesa, que nos es dado como garantía de nuestra herencia” (Efesios 1.13-14 NBLA).

MH: Los 144,000 son los únicos que van al cielo, por su fidelidad.
VB: Aunque con responsabilidad sobre la tierra nueva, todo creyente en Cristo de esta época irá al cielo primero, bien sea por la muerte (2 Corintios 5.8), o por el rapto (1 Tesalonicenses 4.14-17). Cristo salva a “todo aquel que en Él cree… por gracia… por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Juan 3.16; Efesios 2.8-9).

MH: No es posible saber con exactitud quiénes son los sellados.
VB: Los 144,000 serán sellados visiblemente con “el nombre de él (el Cordero) y el de su Padre escrito en la frente” (Apocalipsis 14.1). Los creyentes verdaderos hoy no tienen dudas, porque “el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Romanos 8.16).

¿Y usted, amigo? ¿Como responderá hoy al Evangelio? Solamente la salvación en Cristo da protección del juicio venidero contra los pecadores. Usted puede ser sellado, no por un ángel, sino por el Espíritu Santo; no por ser fiel, sino por creer en Cristo. Sea sabio y confíe en “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1.29).

Timoteo Woodford, Hermosillo, México
Publicaciones Pescadores


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Sé Diligente En Conocer Bien 

La Palabra De Dios


 

William MacDonald

Textos: Proverbios 2.3-9; 2 Timoteo 2.15

Todo creyente debe ser estudiante de la Biblia. Demasiados cristianos piensan que el estudio serio de las sagradas Escrituras es algo sólo para un pastor, anciano u obrero, y que no es necesario para los demás. Es un error colosal. Cada hijo de Dios necesita y debe diligentemente leer, estudiar y apropiar para sí la Palabra de Dios.
    Un segundo error es pensar que para estudiar la Biblia necesitas ir a aprender en un seminario o instituto. ¡Incorrecto! C. H. Spurgeon nunca tuvo formación formal en la Biblia, ni tampoco lo tuvieron G. Campbell Morgan ni Harry A. Ironside, ni A. W. Tozer, ni otros.
 

  “Eran estudiantes devotos de la Palabra, y aprendieron sus profundas verdades a través de horas de estudiar, meditar y orar. El primer paso hacia la plenitud de vida es la inteligencia espiritual—creciendo en la voluntad de Dios mediante el conocimiento de la Palabra de Dios”.

    Aprende a disciplinar tu uso del tiempo. Aparta un tiempo específico, y un lugar donde puedes estudiar sin distracción. Apaga el teléfono. Algunos encuentran que las horas tempranas del día son las mejores. Otros prefieren la tarde o la noche. Pero lo importante es que cada vez que guardes esta cita, fortaleces el hábito. Cada vez que fallas, lo debilitas. También puedes disciplinarte a utilizar los ratos libres para continuar los estudios donde antes habías parado. Pero eso no toma el lugar del tiempo dedicado.
    La motivación es tremendamente importante. El incentivo más grande para estudiar la Biblia es el hecho de que ella es la Palabra de Dios. En ella oyes a Dios hablándote, y podrás conocerle mejor. Cuando vivas consciente de eso, estudiar la Biblia se convierte en gozo, no una tarea pesada.
    ... Ahora bien, no debes pensar que estudiar la Biblia va a ser algo fácil. Es trabajo, pero merece la pena. Prepárate para profundizar, buscar, comparar e investigar. Determina poner por obra lo que aprendas, como Esdras. (Esd. 7.10)
    Comienza con oración. Pide a Dios que Su Espíritu Santo te guíe al leer la Palabra, y te enseñe cosas maravillosas en Su Palabra (Sal. 119:18). Sométete a Él como tu Maestro, y dispónte a aprender.
    Entonces, decide cuál libro de la Biblia vas a estudiar. Eso dependerá en parte de dónde estás en tu vida cristiana, si eres creyente nuevo o si ya tienes algún conocimiento de las Escrituras.
    No intentes hacer demasiado en una sesión. Es mejor tomar pocos versículos y sacar algo provechoso de ellos que leer un capítulo y olvidar de pronto lo que habías leído. Generalmente un capítulo es demasiado.
    Lee el pasaje una y otra vez hasta que llegue a ser parte de ti. La familiaridad íntima con las mismas palabras de la Biblia es una cosa invaluable.
    Apunta cosas que no entiendes y preguntas o dudas que tengas. Cuando me preguntan cómo estudio la Biblia, digo: “con la mente hecha un interrogante”. Eso no quiere decir que dudes de la veracidad de la Palabra de Dios. Simplemente significa que al leer y estudiar, siempre preguntas: “¿Qué significa esto?”
    Escribe tus propias notas y observaciones sobre cada versículo. Realmente no has captado el sentido hasta que puedas explicarlo en palabras sencillas y fáciles de entender... A menos que las personas puedan expresarse bien usando un vocabulario ordinario de su idioma, realmente no conocen bien el tema que tratan.
    Luego, toma ayuda de los comentarios de confianza, los diccionarios bíblicos, las enciclopedias, buenas traducciones de la Biblia, las versiones parafraseadas, libros de estudios de palabras y otras obras de consulta. Yo acepto toda la buena ayuda que encuentre. Pero un comentario no debe usarse como un atajo. Leer un comentario no es suficiente para decir que has estudiado.
    Sigue buscando respuestas a tus preguntas. Algunas preguntas serán contestadas durante el tiempo de tu estudio de la Biblia, otras quizás sean contestadas después de un tiempo, al hablar del tema con otras personas, o más adelante en tus lecturas y estudios. Puede que a algunas no halles respuesta completa.
    A veces los eventos de la vida cotidiana arrojan luz sobre las Escrituras. Podemos aprender en las pruebas y tribulaciones. Por ejemplo, los creyentes en un campo de concentración perciben tesoros en la Biblia que los demás no ven.
 
  Aprovecha con ánimo las oportunidades que tengas para compartir los resultados de tus estudios. Esto puede bendecir y ayudar a otros, y además, te librará de vivir en un mundo de cosas triviales. Ahora, ¡manos a la obra!

William MacDonald
adaptado de su libro: Manual del Discípulo

 

 

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Pedro: de Pescador a Predicador



Su Condición
    Pedro era un hombre trabajador. Había trabajado toda la vida en su oficio, la pesca, que aprendió de su padre. Vivía en un pueblo cerca del mar de Galilea. No había máquinas ni motores para los pescadores. Tenía que remar y subir una vela para mover el barco, y manualmente lanzaban y recogían las redes. Vivía en su pueblo y se ocupaba en ese oficio hasta que vio y oyó a Jesucristo, y entonces, quizás por primera vez se dio cuenta de su problema.
    “Soy hombre pecador” (Lucas 5.8), confesó en presencia de Cristo. Muchos, como él, se comparan con sus vecinos o compañeros y creen que están más o menos bien. Pero si se comparan con Cristo, son pecadores. Pedro, al decir eso, describió la condición que heredó de Adán, así como todos nosotros. Dice Romanos 5.12, “Como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. Aunque no es nuestra culpa que hayamos nacido en esa condición espiritual, sí somos culpables por lo que hemos hecho desde entonces. ¿Ha entendido usted la gravedad de su condición pecaminosa delante de Dios?

Su Conocimiento
    En su segunda carta, Pedro habla de personas que tienen un “conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 2.20), pero no son creyentes. Su conocimiento de Cristo y su historia es intelectual y superficial, pues no lo han aplicado personalmente para ser perdonados. Pedro describe la condición de ellos, diciendo que “su postrer estado viene a ser peor que el primero” (2 Pedro 2.20). Por un tiempo en su vida, Pedro también tenía cierto conocimiento de Cristo, pero sin ser creyente ni seguidor. Era como muchos hoy que tienen la religión de su familia o cultura, pero sin una fe personal en Cristo. ¿Qué tipo de conocimiento tiene usted del Señor Jesucristo?


Su conversión
    Andrés, el hermano de Pedro, oyó a Juan el Bautista proclamar: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1.29). Andrés creyó en Cristo, el Cordero de Dios, y luego halló a Pedro y “le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús” (Juan 1.41-42). Ese fue el momento de su conversión. Pedro, al reconocer al Señor Jesucristo como su Salvador, recibió el perdón de sus pecados y fue convertido.  Ese pescador pasó varios años con Cristo, y luego fue enviado a predicar. Años después, él mismo predicó en Hechos 10.43, “Todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre”. ¿Usted se ha arrepentido y confiado en Cristo para ser perdonado y convertido?

Su consideración
    Pasados algunos años, Pedro escribe en su primera carta lo que creyó para ser perdonado y tener vida nueva. Había considerado la crucifixión y resurrección de Jesucristo, su Salvador. “Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3.18). Es cierto que hay mucho sufrimiento en el mundo, pero solo hay Uno que sufrió por los pecados de los demás. Es cierto que muchos han muerto, pero Uno solo murió por los pecadores de todo el mundo. Pedro declaró acerca de Cristo: “Quien llevó el mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2.24). ¿Ha considerado usted la muerte de Cristo en la cruz, que fue por ti? ¿Ha considerado Su sepulcro vació?

Su convicción
    Pedro estaba convencido de que la salvación de su alma no se hallaba en sí mismo, ni mucho menos en una religión, sino en el Señor y Salvador Jesucristo. Por eso predicó en Hechos 4.11-12, “Este Jesús... y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. La salvación no está en una religión, ni en los sacramentos, ni en la devoción a los santos, sino solo en Jesucristo. Solo Él es “el Salvador”. El Señor fue paciente “con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3.9). ¿Cuál es su respuesta a la noticia de que Jesucristo padeció en la cruz llevando sus pecados? ¿Se ha arrepentido para confiar en Él y ser salvo?

Timoteo Stevenson
adaptado del tratado de Publicaciones Pescadores
otros tratados en formato digital: https://publicacionespescadores.com/folletos

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jueves, 30 de noviembre de 2023

En Esto Pensad - enero 2024


 LA TRIBULACIÓN

parte 3
por Jeff Brown

viene del número anterior

Setenta Semanas

Esas setenta “semanas” (heb. shavuim, literalmente “sietes”, o heptad) son semanas de años proféticos, esto es, setenta de esos “sietes”, que equivalen a 490 años bíblicos. La profecía no tiene explicación si significa semanas de días, o de meses. Un mes bíblico es treinta días (Gn. 7.11, 24; 8.3-4), y un año bíblico es 360 días (Ap. 11.2-3; 12.6, 14). En Daniel 9 esas setenta semanas de años se dividen en tres grupos, de 7, 62 y 1 semana. El primer grupo, de 7 semanas (49 años) se refiere al tiempo ocupado en la reconstrucción de Jerusalén después del cautiverio. Empezó con el mandamiento de Artajerjes, rey de Persia, como enseña el capítulo 2 de Nehemías. Desde el tiempo de terminar la muralla y la ciudad hasta “Mesías príncipe” parece indicar la entrada “triunfante” de Cristo en Jerusalén, montado sobre una asna, un pollino, hijo de animal de carga (Mt. 21.5, 9). El año que eso sucedió fue cuando se cumplieron las 62 semanas de años, esto es, 434 años. Así que, desde el mandamiento de Artajerjes a reedificar la ciudad, hasta la entrada del Mesías en ella, fueron 7 + 62 = 69 semanas de años, que son 483 años. Este cálculo goza del apoyo de la historia. Después de las 69 semanas de años, el Mesías fue cortado (Dn. 9.26) y esto concluyó la semana 69. Ahora bien, si consideramos las 70 semanas como un reloj, diríamos que ese reloj se paró después de la semana 69, cuando murió el Mesías. Así que, todas las 69 semanas de la profecía han pasado a la historia, y solo queda por cumplirse la última “semana”. En esa “semana” se establecerá un pacto que conducirá a la “paz” (1 Ts. 5.3) y al restablecimiento de la adoración en el templo en Jerusalén, pero solo durará 3,5 años (“la mitad de la semana”). Entonces el “hombre de pecado” romperá el pacto de paz, profanará el templo (“abominación”) y se proclamará Dios (Dn. 9.27; 2 Ts. 2.4). Todo eso sucederá después del arrebatamiento de la Iglesia (2 Ts. 2.1; 1 Ts. 4.14-5.9)
   
El Lapso Profético
    ¿Por qué se han cumplido ya las 69 semanas, y queda pendiente de cumplirse la semana 70? La razón es que en la profecía de Daniel hay un lapso o intervalo de tiempo entre la semana 69 y la 70. Ese periodo de intervalo es la edad de la Iglesia, la que nos ha tocado vivir. La septuagésima semana (7 años) tiene que ver con la nación de Israel: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad” (Dn. 9.24). No menciona a la Iglesia, porque estará en el cielo cuando se cumpla esa última semana de la profecía de Daniel (el periodo de la Tribulación).

Ejemplos del Intervalo Profético
    El intervalo es la edad de la Iglesia, también llamada la edad de la Gracia. En este tiempo los tratos divinos están principalmente con la Iglesia, cuando Dios toma de los gentiles “pueblo para su nombre” (Hch. 15.14). Pero pronto después del arrebatamiento de la Iglesia para estar con el Señor, la septuagésima de Daniel comenzará su desarrollo. Al lector le animamos a leer Mateo 10.1-42 donde el intervalo profético aparece entre los versos 15 y 16. La primera sección (vv. 1-15) se ha cumplido mediante la comisión del Señor a los discípulos; sin embargo, la segunda sección (vv. 16-42) es completamente distinta y todavía futura. En Hechos 1.6 los discípulos preguntaron al Señor si restauraría el reino a Israel. El Señor respondió que los tiempos y las sazones están en la potestad del Padre (v. 7), y que mientras tanto, recibirían poder cuando viniera sobre ellos (v. 8). Ese tiempo de la operación del Espíritu Santo para formar la Iglesia es el intervalo, hasta que en el futuro el Señor restaure el reino. En Romanos 11.17-24, Israel es como ramas de olivo que han sido desgajadas. El intervalo ocupa este tiempo, porque luego Dios volverá a injertar las ramas naturales (Ro. 11.23). Isaías 9.6 declara: “un niño nos es nacido, hijo nos es dado”. En este punto, antes de seguir el verso, cabe el intervalo profético, porque luego se cumplirá el resto del texto: “y el principado sobre su hombro”. Animamos al lector a considerar también Zacarías 9.9-10, donde el verso 9 se ha cumplido, pero no ha venido todavía el cumplimiento del verso 10. El intervalo profético está entre esos dos versos.

La Secuencia de Eventos
    La Tribulación solo comienza después del arrebatamiento de la Iglesia (santos vivos y muertos, desde el día de Pentecostés hasta el momento del rapto). Terminará en la segunda venida de Cristo en poder y gran gloria. La Tribulación (sus juicios) ha sido profetizada desde los días de Enoc (Jud. 14-15). También aparece al final del Antiguo Testamento (Mal. 4), y en otros libros proféticos que advierten del “día de Jehová”, y el “tiempo de angustia” (Jer. 30.7; Dn. 12.1). El Nuevo Testamento también habla de ese terrible periodo (Mt. 24; Mr. 13; Lc. 21; Ap. 6-18). Será de ira divina sin igual en la historia de la humanidad, pero no para la Iglesia, “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Ts. 5.9, ver también Ap. 3.10).

Después del Rapto – el Ascenso del Anticristo

   El arrebatamiento  es la primera profecía que se cumplirá en el futuro plan profético divino. Habrá conmoción y asombro cuando millones de cristianos vivos en la tierra (junto con los muertos en Cristo) desaparecerán del escenario (1 Ts. 4.13-18). Lo que quedará en la tierra será una combinación de ateos y farsantes religiosos. Ese vacío espiritual facilitará la subida rápida del anticristo al lugar de poder. El espíritu de anticristo ha estado trabajando en la tierra durante los últimos 2.000 años, haciendo todo lo posible para negar, rechazar y minar la realidad y verdad acerca de Jesucristo. La Palabra de Dios nos recuerda que el espíritu de anticristo siempre ha buscado invadir e infectar a la iglesia cristiana. Ha habido y habrá muchos individuos que manifiestan ese carácter (1 Jn. 2.22; 4.3). Pero se nos dice que solo habrá una persona específica que será llamada “el anticristo” (1 Jn. 2.18). Así que, al comienzo del periodo de la Tribulación, una persona subirá y ocupará el lugar de protagonista en todo el mundo – el anticristo.

continuará, d.v., en el número siguiente

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El Peligro del Fracaso Espiritual



El fracaso espiritual del rey Uzías, y también el del pueblo en general, presenta un contraste considerando la prosperidad material que gozaba la nación en ese tiempo. En eso hay lecciones para nosotros. La prosperidad material a menudo es seguida por un debilitamiento espiritual. Empiezan a acumular bienes y acomodarse en el mundo, y su vida espiritual es perjudicada. No son espiritualmente lo que antes eran. Quisás todavía ocupan sus puestos de responsabilidad, pero no son dignos de imitar. Los del pueblo de Dios que están en autoridad pueden tener un efecto profundo para bien o para mal en las vidas de otros. En los postreros años de su reino, cuando Uzías fracasó, la nación le siguió en su descenso espiritual. ¡Hoy también, los ancianos y maestros del pueblo de Dios tienen una responsabilidad solemne! Es triste ver el fracaso y la caída de hombres que antes fueron usados por Dios. No solo el rey Uzías, sino también Salomón cayó en ese error. Después de un comienzo prometedor en su juventud, en su vejez cedió a los deseos de la carne, y tomó decisiones insensatas. Hoy solemos pensar en todas las tentaciones que rodean a los creyentes jóvenes, ¡y es cierto que hay muchas! Pero también hay tentaciones en la mediana edad y en la vejez. ¡Uzías y Salomón deben ser tomados como una advertencia a todos nosotros!  Con razón Pablo escribió a Tito: “Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia” (Tit. 2.2).  

traducido y adaptado de un artículo por Jeff Brown
en la revista Assembly Testimony, septiembre-octubre 2023

Salomón, en su vejez y prosperidad, se desvió del camino recto (1 R. 11.1-9)
Uzías, cuando era fuerte y próspero, se enalteció, pecó contra Jehová y fue herido con lepra (2 Cr. 26.16-21)
Josafat, cuando tenía riquezas y gloria en abundancia, contrajo parentesco con Acab (2 Cr. 18.1; 19.2)
Himeneo y Alejandro naufragaron en cuanto a la fe (1 Ti. 1.19-20)
Juan Marcos tuvo el privilegio de ser escogido para salir con Pablo y Bernabé, pero se volvió atrás de la obra misionera (Hch. 13.13)
Demas desamparó a Pablo, amando al mundo (2 Ti. 4.10)

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El Reino del Resucitado

Un día Jesucristo reinará literal y físicamente en el mundo, pues después de Su muerte y resurrección, ascendió al trono de Dios (Jn. 6.62; Ef. 4.10). Pronto se sentará en Su propio trono. El Padre le dijo: “Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” (Sal. 110.1). También le dijo proféticamente: “Domina en medio de tus enemigos” (Sal. 110.2). Entre esos dos versos han pasado dos mil años. Pero de la manera que el primer verso se cumplió, también se cumplirá el segundo. Esto sucederá cuando terminen la edad de la gracia, y el tiempo de la angustia de Jacob – los siete años de la Tribulación. Entonces el Señor se manifestará en gloria, a fin de tomar para sí el honor y la responsabilidad de Rey de reyes y Señor de señores. El Hijo de David se sentará sobre el trono de David, y será suyo. Entonces este mundo conocerá por fin un reino de justicia. El Hombre bienaventurado, que una vez fue colgado entre dos ladrones en el Calvario, que fue tratado tan injustamente por la humanidad, tomará las riendas del gobierno mundial, y será también Sacerdote sobre su trono. La justicia y la paz caracterizarán el maravilloso reino de mil años, y Él llevará gloria (Zac. 6.13).

de un artículo por Dennis Williamson, Irlanda del Norte,
en la revista “Assembly Testimony”, septiembre-octubre 2023, págs. 129-130

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¿Puedes Hacer Lo Que Quieras Con Tu Cuerpo?

Debemos presentar nuestros cuerpos “en sacrificio, vivo, santo, agradable a Dios”, Romanos 12.1. Son templos del Espíritu Santo, 1 Corintios 6.19, que Dios valora, y nosotros debemos hacer lo mismo. La gente del mundo le dice a Dios y al gobierno que sus leyes no deben “meterse con el cuerpo de uno”, pero el creyente sabe que es sólo un administrador del cuerpo,y no su dueño. “Habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”, 1 Corintios 6.20.
    No debemos dejar que ellos sean adictos a las drogas y otros hábitos malsanos; nunca debemos valernos de los derechos de Dios al modificar nuestros cuerpos con tatuajes, perforaciones o cirugía cosmética que no sea necesaria por razones médicas.
1 “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia”, Romanos 6.12-13.

de un número viejo del Mensajero Mexicano

Lamentablemente, muchísimas mujeres, y ahora hombres también, creen que está bien perforar las orejas para llevar pendientes, pero es una práctica del mundo, como los piercings. Ed.

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La genética y la personalidad


 
    El debate sobre la importancia relativa de lo innato versus lo adquirido debe incorporar una tercera influencia: el nuevo nacimiento. De las tres, sin duda el nuevo nacimiento puede imponerse sobre las otras. Dios ha hecho una variedad de personalidades; no produjo cristianos en serie. Todos tenemos nuestra propia personalidad, pero todos debemos aprender a tener el mismo carácter. Si la personalidad es la suma total de mis características emocionales, entonces el carácter es la suma total de mis virtudes morales. Todos diferimos emocionalmente, pero pese a esto, todos debemos ser como Cristo en carácter. Ese carácter, a su vez, debería controlar nuestras emociones.
    Esto quiere decir que uno no se esconde detrás de la excusa que se oye tan a menudo: “Así es como Dios me hizo”. Efectivamente, la naturaleza “me hizo” egoísta y pecaminoso. Las experiencias de la vida, comienzos familiares difíciles y la crianza, o la falta de ella, que he tenido posiblemente hayan provocado ciertas tendencias emocionales en mi vida. Pero soy adulto y no puedo excusar el pecado en mi vida cuando Dios me ha dotado, por la vía de un nuevo nacimiento, con la capacidad de vencer.
    Decir: “Es que soy así”, es solo confesar la naturaleza del problema. El problema es exactamente eso: lo natural para usted es perder los estribos, ser egoísta, comportarse neciamente, herir a otros y un sinfín de pecados más. Pero contamos con una promesa que el Señor Jesús nos ha dado en relación con el desarrollo de nuestro carácter. Al hablar de fomentar el fruto que nos hace semejantes a Él en nuestras vidas, el Señor Jesús nos dijo que podríamos pedir al Padre y Él respondería a nuestra petición, Juan 15.7-8. Los recursos para un cambio están disponibles. El asunto crucial es nuestra disposición a ser cambiados.
    Eso quiere decir que uno nunca debe conformarse con verse como “un cristiano de mal genio”, o “un cristiano con una debilidad por la pornografía”, o un “cristiano homosexual”. No nos definimos por el pecado; hacerlo sería negar que estamos en Cristo y justificar nuestro pecado y falta. En Corinto había aquellos que en un tiempo se caracterizaban por tener los estilos de vida más inmorales que uno se pudiera imaginar, pero habían sido lavados, santificados y justificados, 1 Corintios 6.9-11. “Esto erais algunos…” Ahora no. Declararnos incapaces ante las tendencias pecaminosas es negar el poder del Espíritu de Dios para vencer y para cambiar vidas. Él no está a nuestra disposición para gestionar nuestro pecado o controlar nuestros pensamientos, sino para transformarnos.
 ...
    Finalmente, como creyentes que posiblemente queramos justificar nuestras propias prácticas, nunca debemos escondernos detrás del escudo falso de la composición genética. Sea enojo, celos, envidia, egoísmo, mentira, lujuria, o cualquier otro pecado, debemos reconocerlo honestamente por lo que es y presentarlo ante Dios en confesión. Entonces, en dependencia del Espíritu de Dios, podemos pedir gracia para vencer y ser lo que nuestra naturaleza pecaminosa no era capaz de hacernos: santos y semejantes a Cristo.

extracto de un artículo escrito por el Dr. A. J. Higgins, Barrington, EE.UU.
y publicado en el Mensajero Mexicano, nº 149, septiembre 2021

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 "¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?"   Mt. 2.2

Muchos han nacido para ser reyes, pero nadie era rey cuando nació. Ningún rey fue tan plenamente prometido. Ninguno nació tan humilde, ni fue anunciado tan gloriosamente, ni ubicado tan milagrosamente. También Cristo es único en que ningún otro rey ha sido tan rechazado, humillado, despreciado y abandonado. ¡Qué maravilla que el Hijo de Dios viniera así, y muriera así. Ningún otro rey ha sido resucitado poderosamente, exaltado tan sublimemente, y adorado tan elocuentemente. De todos los reyes y gobernadores que jamás ha habido, ninguno sino Él es amado tan fervientemente, y universalmente adorado. ¡No hay otro como nuestro Rey!

J. B. Nicholson Sr

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 Hefzi-bá y Beula

Para Dios, Israel es Su amada. Su amor no fue causado por Israel, ni será apagado por ella. Moisés declaró al pueblo:

“Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó” (Dt. 7:6-8).

Es un amor eterno, soberano, inmerecido. Dios ama a Israel y nada puede cambiar esto.
    R.E. Harlow, maestro de la Biblia y fundador de Publicaciones Cotidianas en Canadá, tenía un gran interés en la obra misionera. Escribió un artículo titulado: “Israel, Mi Amada”. Puede servir para orientarnos respecto a esta nación única:

    Hefzi-bá – “Mi deleite está en ella”, y Beula – “desposada” – son nombres que el Señor dio a Su antiguo pueblo (Is. 62:4). Los dieciséis profetas reciben gozosos cientos de profecías de bendición para Israel. El Señor Jesús lloró sobre Jerusalén (no sobre Tiro y Sidón) y muchas veces quería juntarla como la gallina a sus polluelos. La Palabra de Dios nos instruye a orar por la paz de Jerusalén.
    Hoy algunos israelíes están muy dispuestos a sacrificarse por el proceso de la paz. En cambio, otros dan sus vidas en asesinatos suicidas a fin de hacer un sabotaje a esa misma paz.
    Nosotros los creyentes de la Iglesia anticipamos la venida de nuestro Señor, esperanzados por los eventos que suceden en Israel. Nuestro interés en el arrebatamiento se centra en el Señor, Sus recompensas, Su novia, y el día de la boda. Seguramente Sus pensamientos también están centrados en esto. Pero Él también Se preocupará intensamente por Su amado Israel. ¿Qué dicen las Escrituras acerca de los próximos siete años después del rapto?
    Los israelíes nacidos de nuevo, por supuesto, ascenderán en las nubes para encontrarse en el aire con el Señor. Desgraciadamente, es evidente que estos serán sólo una minoría pequeña de los 18.000.000  judíos que hoy viven. Pronto la nación hará un pacto de siete años con el futuro dictador mundial, y comenzarán la construcción del templo. Hoy se rumorea que los planes y las preparaciones se están finalizando, lo cual quiere decir que muy pronto comenzará la construcción. Acto seguido se inaugurarán los sacrificios.
    Antes de que los ángeles de ira divina comiencen a derramar los juicios de la Tribulación, otros sellarán con el nombre del Padre a 144.000 varones jóvenes de las tribus de Israel (Ap. 7). Aunque nunca aceptarán el número 666 del hombre de pecado, sus vidas serán preservadas durante la Tribulación. El Cordero se regocijará con ellos en el Monte de Sión, cantando un cántico nuevo que nadie más puede aprender (Ap. 14:1-5).
    Estos varones jóvenes son vírgenes, y no se halla en ellos ningún engaño. Están sin mancha delante de Dios. Son las primicias del periodo de la Tribulación y siguen al Cordero dondequiera que Él va. La novia también estará con el Cordero, de modo que esos jóvenes le serán a la novia como un compañero.
    Suponiendo que más o menos un 10% de los 9.000.000 de varones en Israel se pueden considerar “jóvenes”, la sexta parte de estos son los 144.000. A menos que nuestras esperanzas de la segunda venida del Señor estén muy equivocadas, es posible que hoy los 144.000 estén vivos. Si es así, están viviendo vidas puras, todavía no entregados a Cristo, pero listos para creer cuando el Espíritu obra en ellos. Es un grupo interesante.
    Su tarea después de ser sellados parece ser propagar el evangelio eterno. El fruto de este ministerio se verá en los muchos designados como ovejas en Mateo 25, a la diestra del Señor, cuando Él en Su venida se sentará para juzgar a las naciones gentiles. Pero antes que el Señor intervenga, morirán muchos más creyentes nuevos, tanto judíos como gentiles durante los terribles años de la Tribulación.
    Cuando se abre el quinto sello, los israelíes creyentes que hayan sido muertos durante los siete años se ven bajo el altar – los mártires (Ap. 6). Muchos más sobrevivirán los terrores de la Tribulación y le verán al Señor cuando Él aparezca. Ellos también creerán, con lagrimas de remordimiento por su rechazo nacional de su Rey. (Zac. 12:10). Muchas ovejas gentiles heredarán el reino que les fue preparado desde la eternidad (Mt. 25:34), pero Israel será la nación predominante en el Milenio. Los apóstoles reinarán sobre las tribus (Mt. 19:28), y rápidamente construirán el templo, como se describe en Ezequiel. Pronto vendrán días grandes para Israel y para toda la humanidad. Todavía más felices pueden ser todos aquellos israelíes y todos los que aceptan a Cristo en la edad de la gracia. Así que, nunca dejemos de orar e interceder fervientemente en apoyo de todos los que trabajan para llevarle la luz del evangelio a Hefzi-bá , la nación amada de Dios.

R. E. Harlow,  de un número viejo de la revista “Missions”,
y la introducción del libro Israel, Nación Única, impreso por Libros Berea

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85 Años, y Todavía Fuerte

“Hoy soy de edad de ochenta y cinco años...Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza...” (Jos. 14.10-11).
Caleb es el campeón del segundo tiempo. Escúchale hablar con sus ochenta y cinco años: “Dame pues, ahora, este monte” (v. 12). Probablemente dijo esto delante de un grupo de hombres jóvenes que intentaban conseguir porciones más fáciles de poseer en la Tierra Prometida. Los montes de Israel estaban llenos de ciudades fortificadas y gigantes. ¿Quién quiere esto? ¡El abuelo!
    Quizás tu vida hasta ahora no ha sido muy impresionante. Quizás no hiciste muy bien en la educación de tus hijos, o puede que hayas desaprovechado el matrimonio y seguido prioridades de segunda clase, y ahora lo sientes. No te quedes demasiado tiempo en ese valle de los sentidos. ¡Servimos a un Dios que puede redimir nuestros errores!
    E. Stanley Jones pasó más de 50 años en la India. Con 83 años de edad, sufrió un derrame debilitador... En sus últimos meses de vida, llegó a hablar con labios casi paralizados, y dictó el manuscrito de un libro extraordinario.
    Un párrafo asombroso dice: “Mi fe tiene cicatrices, pero debajo de esas cicatrices no hay dudas. Cristo me tiene con todo el consentimiento de mi ser. Tengo 83 años, ¡y estoy más entusiasmado hoy con ser cristiano que lo era cuando con 18 años puse mis pies por primera vez en este camino!”
    ¿Lo oyes? Entonces, necesitamos retomar la carrera y correr por fe. Con Dios, correr sin tropezar no te convierte en ganador; ¡pues para eso es necesario acabar fuerte!                             
 

    traducido de la revista “PRECIOUS SEED”, mayo 2006

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 Una Gran Carga

“Cristo... llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”.  

 1 Pedro 2.24

El 27 de septeimbre de 2019, en el Campeonato Mundial de Halterofilia en Pattaya, Tailandia, el levantador georgiano, Lasha Taljadze, estableció un récord mundial en arrancada, 220 Kg, y dos veces 264 Kg, sumando un total fenomenal de 484 Kg. Tal logro nunca había sido registrado en la historia humana.
    El 17 de octubre de 2011, en Ulsan, Corea del Sur, una máquina levantó las 23,600 toneladas (23.6 millones Kg) de la plataforma “North Rankin B” para que luego fuera instalada mar adentro al noroeste de Australia para la extracción de petróleo en el mar. Esto fue un récord mundial.
    El escarabajo pelotero supera a estos dos: ¡tiene la fuerza para levantar más de 1,141 veces su propio peso! Sería como si un ser humano promedio fuera capaz de transportar casi 91,000 Kg, ¡aproximadamente doce elefantes africanos machos!
    Sin embargo, el apóstol Pedro señala una hazaña de Cristo que fue mucho mayor que éstas: “Cristo… llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero (la cruz)”, 1 Pedro 2.24. El profeta Isaías dice: “Jehová (Yavé) cargó en él el pecado de todos nosotros”, Isaías 53.6. Juan dice: “El Cordero de Dios… quita el pecado del mundo”, Juan 1.29. ¡Jamás ha sido llevada una carga tan pesada! Era tan grande que se necesitaba al Señor omnipotente para que la llevara. Era la carga del pecado y su castigo.  Un himno lo expresa así:

¡Qué carga inmensa, oh Señor, fue impuesta sobre Ti!
Tú padeciste por amor el mal que merecí,
Cuando en la cruz, Señor Jesús, moriste en vez de mí


    Pero amigo lector, el hecho de que fuera tan fuerte no quiere decir que no afectara a Cristo. Al contrario, le dolió en extremo. Él dijo: “Sobre mí reposa tu ira, y me has afligido con todas tus ondas”, Salmo 88.7.
    Fíjese que un cordero no es un animal de carga, pero piense en la carga que llevó Cristo, el Cordero de Dios. Si usted no es salvo, aún está llevando sus propios pecados. Pero si confía en Cristo, la carga ya no será suya. Tampoco la culpa, ni la condenación. Cristo ya las llevó a su favor. Así se cumplirá Su promesa: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”, Mateo 11.28. ¡Qué alivio sentirá si sus pecados le fueran quitados!
    En una cirugía, el doctor hiere a su paciente para sanarlo, pero el Doctor divino (Cristo) fue herido para sanarlo a usted; “por cuya herida, fuisteis sanados” (1 Pedro 2.24). Una vida convertida de la maldad a la justicia muestra una verdadera sanación: “para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia”.
    ¿Qué prefiere usted: seguir cargado y trabajado o dejar que Cristo lleve la carga de su pecado?

    Tomás Kember
    Publicaciones Pescadores

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martes, 31 de octubre de 2023

En Esto Pensad -- noviembre 2023

 "Abba Padre"

Un hermano nuevo en la congregación asistía cada sábado a un estudio de varones. Para animarlo, le pidieron que la próxima semana abriera la reunión en oración, pues no quisieron sorprenderlo. Pero andaba toda la semana preocupado por qué diría en oración, ya que los hermanos iban a escucharle por primera vez. Había oído las oraciones largas y elocuentes de ellos. Consideraba que era un gran privilegio el poder orar delante de ellos, y quiso causar una buena impresión. Así que comenzó a componer una oración, por escrito, con textos bíblicos y expresiones tomadas de himnos, para que fuera muy elocuente. La memorizó, y cuando llegó el día del estudio, todos inclinaron la cabeza y ese hermano “oro”, recitando con emoción su oración compuesta, haciendo subir y bajar el tono de voz como había oído hacer otros hermanos, pues pensaba que así debía hacer para ser más espiritual. Todos dijeron “Amén” y él sentía alivio y quedó satisfecho. Pero luego, al final del tiempo del estudio, el que presidía dijo: “Hermano, como has orado tan bonito al principio, queremos pedirte que ores otra vez para terminar la reunión”.
    ¡Qué horror! Le entró un pánico y sentido de desmoronamiento, porque no sabía orar, y no podía repetir lo que ya había recitado. Pero los hermanos inclinaron sus cabezas y esperaron. Entonces él, con voz temblante comenzó a decir, como niño: “Oh Padre, gracias por el día, y las flores, y el sol, y por los hermanos, y bendícenos. Amén” – con un gran suspiro al final. Sabía que le habían descubierto, pero los hermanos se despidieron sin decirle nada. Cuando se iba, el hermano que presidía le tomó aparte y dijo: “Hermanito, ¿sabes qué? La segunda oración fue la mejor, porque salió del corazón, y en ella no intentabas impresionar a nadie. En la oración, habla siempre con Dios, con la confianza de que Él te conoce y ama y oye. Recuerda, ‘Abba Padre’ es lenguaje de niños, no de oradores profesionales. ‘Abba’ es lo que los niños llaman a su papá. Acercate a tu Padre celestial confiado que eres amado y aceptado. “Por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!” (Gá. 4.6). No tienes que ser elocuente, sino sincero y sencillo, como un niño con su padre”.
    Don J. Eddie Schwartz, un siervo de Dios durante muchos años en los Estados Unidos, relató ese incidente de su vida joven, para animar y ayudar a los hermanos en la oración.
...habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Ro. 8.15)
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    Algunos han sido adoctrinados con la idea de que hay que luchar para entrar en la presencia de Dios. En una reunión de oración, una persona de esa persuasión oraba así: “Oh Dios, oh santo Dios eterno. Eres tan alto, tan santo, tan inescrutable, y Tus pensamientos no son nuestros. ¡No podemos acercarnos a Ti! ¿De qué modo podríamos atrevernos a presentarnos ante Tu trono soberano, donde en Tu perfecta justicia nos miras a nosotros unos meros hombres? No sabemos como dirigirnos a Ti, y ¿quiénes somos nosotros para hablar con Tu Alteza? ¿Qué podriamos decirte, pues eres omnisciente, omnipresente, omnipotente y perfecto en sabiduría y santidad. ¡Delante de ti son como nada todas las naciones, oh Altísimo! No podemos acercarnos a ti, pues somos indignos. No sabemos cómo dirigirnos a ti, y ¿quiénes somos nosotros para hacerlo?” Paró, y hubo un muy largo silencio.
    Pareció que ahí terminó su oración. Seguro que a algunos hablar así suena muy espiritual y profundo. Pero entonces un hermano sencillo oró así: “Abba Padre, gracias por amarnos y recibirnos para que hablemos contigo”. Después, de forma sencilla, directa y confiada, como un niño con su padre, presentó sus peticiones y no habló de teología. Dejémonos de altilocuencias y sigamos su ejemplo.

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 ¡EL FIN VIENE!
 

William Macdonald

Indicaciones de que han llegado los últimos tiempos


Hay muchas indicaciones de que el arrebatamiento puede estar cerca. Podemos considerar las siguientes como indicios:

1. La constitución del Estado de Israel en 1948 (Lc. 21.29). La higuera (Israel) está brotando, es decir, sacando sus hojas (Lc. 21.29–38). Por vez primera durante siglos, los judíos tienen una existencia nacional en su propia patria. Esto significa que el reino de Dios está cerca.
2. El surgimiento de muchas otras naciones (Lc. 21.29). Jesús predijo que no sólo la higuera brotaría, sino que también lo harían todos los árboles. Hemos sido recientemente testigos del fin de gobiernos coloniales y de la proliferación de nuevas naciones. Es una era de renovados nacionalismos.
3. El regreso de Israel a la tierra en incredulidad (Ez. 36.24-25). Ezequiel profetizó que sólo sería tras el regreso de ellos que serían purificados de sus pecados. En la actualidad, Israel es mayormente una nación de agnósticos; sólo un segmento muy pequeño (aunque muy vocal) de la nación son judíos ortodoxos.
4. El movimiento ecuménico (Ap. 17 y 18). Entendemos que la Gran Babilonia es un inmenso sistema religioso, político y comercial compuesto de cuerpos religiosos que profesan ser cristianos, quizá una fusión del catolicismo apóstata con el protestantismo apóstata. La cristiandad se está volcando más y más hacia la apostasía (1 Ti. 4.1; 2 Ts. 2.3) y está de camino a ser una super iglesia mundial.
5. El crecimiento mundial del espiritismo (1 Ti 4.1–3). En la actualidad se está esparciendo por amplias zonas del mundo.
6. La drástica decadencia de las normas morales (2 Ti. 3.1–5). La prensa diaria da abundante prueba de esto. El mundo ahora acepta o tolera toda clase de pecado sexual. Se juntan parejas sin matrimonio. Los casados rompen sus votos y se divorcian, luego se vuelven a casar. Sin vergüenza se practica la homosexualidad, el lesbianismo y otras perversiones.
7. Abundan la violencia y desobediencia civil (2 Ts. 2.7-8). Hay un espíritu de anarquía en los hogares, en la vida nacional e incluso en la iglesia.
8. Las iglesias están pobladas de personas con una forma de piedad, pero niegan su poder (2 Ti. 3.5). Hay muchas profesiones falsas y superficiales.
9. Ha surgido del espíritu anticristiano (1 Jn. 2.18), que se manifiesta en la multiplicación de falsas sectas que profesan ser cristianas, pero que niegan todas las doctrinas fundamentales de la fe. Engañan por imitación (2 Ti. 3.8). Hablan de prosperidad económica y piden dinero (2 P. 2.2)
10. La tendencia de las naciones a confederarse en corrientes que se aproximan a la alineación de los últimos días. La Comunidad Económica Europea, basada en lo que se conoce como el Tratado de Roma, ha dado paso a la Unión Europea, y puede conducir al avivamiento del Imperio Romano —los diez dedos de hierro y barro (Dn. 2.32–35).
11. La negación de la inminente intervención de Dios en los asuntos del mundo por vía de juicio (2 P. 3.3-4). A esto se podrían añadir indicaciones como terremotos en muchos países, la amenaza de un hambre mundial, y la creciente hostilidad entre las naciones (Mt. 24:6, 7).

    El fracaso de los gobiernos en el mantenimiento de la ley y del orden y en la supresión del terrorismo lleva a un clima para el surgimiento de un dictador mundial. La acumulación de arsenales atómicos da un significado adicional a preguntas como: “¿Quién podrá luchar contra ella?” (Esto es, contra la bestia; Ap. 13.4). Las instalaciones mundiales de televisión, internet y redes sociales podrían ser el medio para cumplir Escrituras que describen acontecimientos que serán vistos simultáneamente en todas partes del planeta (Ap. 11.9).
    La mayor parte de estos acontecimientos son predichos en la Biblia como cosas que acaecerán justo antes que Cristo regrese a la tierra para reinar. La Biblia no dice que tendrán lugar antes del arrebatamiento, sino antes de Su manifestación gloriosa. Puesto que es así, y que ya vemos el abierto desarrollo de esas cosas, hay una conclusión inevitable: el arrebatamiento de la iglesia debe estar muy cerca, a las puertas. El apóstol Pedro, inspirado por Dios, nos exhorta así: “¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir” (2 P. 3.11) 

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La Herejía “Amigable”

Mark Frees

Para muchos, la cuestión de la impecabilidad del Señor Jesucristo no es cosa de gran importancia. “Jesucristo no pecó”, afirman, y a continuación preguntan: “¿Para qué discutir si le era posible pecar o no?” Otros declaran llanamente que opinan que a Cristo le era posible pecar, aunque no pecó. Un reciente “best-seller” en las librerías evangélicas de Norteamérica afirma que no solo le era posible pecar, sino que, sin la ayuda del Espíritu Santo, probablemente habría pecado. Es alarmante saber que miles de cristianos que profesan creer la Biblia, aparentemente leen tal declaración sin pestañear.
    Al cristianismo moderno no se le conoce por su discernimiento doctrinal. La superficialidad y el sentimentalismo abundan y predominan. Así que, quizás no debe sorprender que, en la actual teología popular, muchos evangélicos asentirían o tolerarían la idea de que nuestro Señor fuese capaz de pecar, y dirían: “a fin de cuentas lo importante es que no pecó”.
    Quizás este punto de vista parece inofensivo a muchos. Puesto que sabemos que Él no pecó, ¿no sentimos consuelo al saber que nuestro Señor Jesús también luchaba con la tentación como nosotros? ¿No nos ayuda a identificarnos con Él, viéndole más genuinamente humano? Si tenemos claro que Él no pecó, ¿que hemos perdido si decimos que en teoría Él era capaz de pecar?
    Ahí está el problema, que no entendemos la importancia de la impecabilidad, y nos parece inofensivo. Pero mirándolo más detenida y cuidadosamente, esta enseñanza es un semillero lleno de innumerables doctrinas perniciosas que pueden brotar y atacar, al menos en principio, muchas otras doctrinas de la Palabra de Dios.
    Asumamos, por causa del argumento, que tienen razón los que enseñan que Cristo podía haber pecado (aunque no es cierto). Entonces sigamos el hilo de esa enseñanza para ver cuáles son las consecuencias lógicas. Me da cierto temor aun escribir tales pensamientos, pero si así podemos mostrar la verdadera naturaleza de esta falsa enseñanza, entonces quizás será provechoso.
    Para comenzar, si Cristo pudiera haber pecado, casi todos Sus atributos divinos quedarían en entredicho. Si la tentación pudiera vencerlo, Él no sería omnipotente. Si pudiera ser engañado por el tentador, no sería omnisciente. Si el inmaculado Hijo de Dios pudiera haberse tornado un pecador común, no sería inmutable. Y por supuesto, Su santidad tampoco sería genuina ni divina.
    Además, Sus credenciales como Salvador serían seriamente debilitados. ¿Podría ser el Salvador de los pecadores uno que, solo por una fracción de segundo, pudiera ser atraído por la idea de postrarse y adorar a Satanás? ¿No necesitaría también éste un salvador? Tal es el Cristo que pretenden ofrecernos los que insisten que nuestro Señor “luchaba” con la tentación.
    ¿No es cierto que cada fibra de Su santo ser repulsaría con disgusto y horror la mera idea de inclinarse a Satanás? ¿Puede negar esto cualquiera que ama verdaderamente al Señor Jesucristo? No cabe duda de que esa fue la propuesta más descarada del tentador. Pero para el Señor, seguramente era vil y abominable la mera sugerencia de salirse en lo mínimo del camino de la obediencia perfecta. Su santa alma no pudo entretener semejante idea.
    Pero vayamos más allá y preguntemos a los que enseñan la “pecabilidad” de Cristo: Ya que decís que Cristo pudo haber pecado, ¿habéis considerado las consecuencias de tal cosa? Repito, es terrible pensarlo simplemente, y peor dejarlo grabado. Pero ya que algunos insisten tanto en que Cristo pudo haber pecado, es obligatorio y conveniente preguntar: ¿qué, si Él lo hubiese hecho?
    Primero, todas las promesas gloriosas y profecías del Antiguo Testamento resultarían falsas, caducas, y más que inútiles. Se derrumbaría la veracidad de Dios. El gran plan de la redención colapsaría en un desorden total, porque el fracaso del postrer Adán sería peor que el del primero. La doctrina bíblica del Dios Trino se hundiría en desastre y confusión desesperanzada. Se iniciaría una guerra civil en la santa y divina trinidad, porque el Hijo estaría en enemistad con el Padre y el Espíritu Santo. Dios se convertiría en el hazmerreír de un universo rebelde, tanto tiempo como el universo pudiese soportarlo.
    ¿Impensable? Sí. ¿Inconcebible? Claro. Pero con el simple hecho de postular o declarar que Cristo podía haber pecado, están declarando que Él no era divino ni perfecto. Por eso, creo que insistir en la impecabilidad de Cristo es más que un concepto teológico, o una manera de buscarle tres pies al gato, como algunos alegan. Su impecabilidad es de gran importancia.

continuará, d.v., en el siguiente número

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La Edad De La Música

M. R. DeHaan (1891-1965)

 

¿igualito como en los días de los apóstoles?

 

...La sexta marca de los días de Noé fue ésta: Era una edad caracterizada por la música. En Génesis 4.21 leemos: “Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta”.
    De nuevo recuerdo a mis lectores que esta es la primera mención en toda la Biblia de los instrumentos musicales y de la música, y es un rasgo típico de los tiempos antes del diluvio. ¡Cuán grande es la similitud de aquel día con el día en que vivimos nosotros! Las palabras de nuestro Señor: “Como en los días de Noé”, vienen de nuevo a nuestra mente, porque sin duda nuestro día puede ser llamado la edad de la música. Ciertamente necesitamos decir poco acerca del tiempo presente al respecto. Nunca ha habido más música en el aire. Sintonizamos nuestras radios y la gran mayoría de los programas son de música, y ¡vaya música! Nuestra edad es predominante y preeminentemente una edad de jazz, rock, salsa y rap. El desarrollo de ritmos marcados por tambores como en ritos paganos y sensuales, va más allá de nuestros poderes descriptivos. ¡Música, música, música en todos los lugares! Los “cantantes” se lanzan en puro protagonismo y egoísmo, pavoneando con chillidos, gruñidos, susurros y balbuceos. Acarician y besan el micrófono como si fuera su verdadero amor, y ¿quién sabe?, ¡a lo mejor lo es! Su música provoca el nerviosismo, el sensualismo, la rebelión, los trances y otras locuras. Además, crea una generación de adictos que demandan más y más de su droga, la música. En lugar de satisfacer, crea apetito para más, y algunos gastan gran porción de su dinero en conciertos y colecciones personales de música.
    Parece que ya no se puede hacer nada sin acompañamiento musical. Vendemos nuestros productos con música, lanzamos nuestras ofertas con música, anunciamos nuestra presencia con música. Pero lo triste es que ha invadido nuestras iglesias y los lugares sagrados de nuestras reuniones, sustituyendo música por la predicación de la Palabra. Aunque no hubo en todo el Nuevo Testamento ni siquiera un sólo concierto ni grupo musical, hoy en día estos proliferan entre los llamados “evangélicos”. ¿Qué patrón siguen si no está en el patrón neotestamentario? Está claro que los conjuntos y los conciertos proceden del mundo,  y son para diversión y fines lucrativos, no para edificación. ¿Quién autoriza y promueve esto en las iglesias del Señor Jesucristo?
    En lugar de cantar himnos espirituales, éstos y los himnarios desaparecen, dejando lugar para canciones  graciosas, conciertos y otros programas musicales que pretenden preparar el corazón del hombre para recibir el Evangelio. Son populares los “coritos” que alguien llama “los 7-11”, esto es, siete palabras repetidas once veces, que no tienen mucha miga de mensaje, pero son divertidos.  Se repiten frases huecas una y otra vez al ritmo de la síncopa, hasta que los de emociones inestables ceden bajo el estrés y se imaginan que hayan oído una voz del cielo. Dicen que Dios les ha hablado, pero no se refieren a la Palabra de Dios. Sí, es verdad que “Como en los días de Noé, así será...”

traducido y adaptado de las págs. 46-47 del libro:
The Days of Noah (“Los Días de Noé”), Zondervan, 1963

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Los Varones No Deben Tener Pelo Largo

una vergüenza y deshonra
Dios declara: “La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello” (1 Co. 11.14-15). No es una cuestión de gustos pesonales, ni de cultura. En la misma epístola, Pablo afirma más adelante: “lo que os escribo son mandamientos del Señor” (1 Co. 14.37). Los padres cristianos deben ser buenos ejemplos también en esto, y enseñar a sus hijos, pues es su responsabilidad. No deben ser como Elí que consentía en sus hijos cosas que desagradaban a Dios, y no los estorbó (1 S. 2.29; 3.13).

    El mundo tiene sus modas, pero no debemos seguirlas. Tenemos un mandamiento: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (Ro. 12.1-2) 

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Jeff Brown

 Introducción

 
    La Tribulación es un periodo futuro de tiempo que durará siete años. Comenzará después del arrebatamiento de la Iglesia, y terminará en la batalla de Armagedón y la segunda venida de Cristo en poder y gloria para establecer Su reino en este mundo. Será un tiempo de intervención divino en juicio sobre la tierra. A lo largo de la historia del mundo ha habido tiempos de sufrimiento, horror y terror, pero el periodo de la Tribulación (especialmente los últimos 3,5 años) será sin paralelo respecto a la extensión y la intensidad del sufrimiento (Mt. 24.21). La Palabra de Dios tiene más que decir sobre esos siete años que sobre cualquier otro periodo en la profecía. Será el tiempo más terrible en la historia de la humanidad, de sufrimiento y mortandad. Pero también será un tiempo de misericordia y gracia, porque los juicios de la Tribulación tendrán dos propósitos: castigarán a los pecadores endurecidos, pero también moverán a otros a arrepentirse. Esos santos de la Tribulación (posiblemente será millones de personas), se convertirán al Señor y saldrán “de la gran Tribulación” (Ap. 7.14; Jl. 2.30-32).

El Reloj Profético


    La existencia de la Iglesia, desde Pentecostés hasta el arrebatamiento, no fue revelada a los profetas del Antiguo Testamento. No fue una idea posterior, sino siempre estaba en la mente de Dios y Sus propósitos eternos. Era un misterio que solo fue revelado en tiempos del Nuevo Testamento. Los profetas en el Antiguo Testamento profetizaron de eventos futuros que afectarían a Israel y las naciones gentiles. Muchos de ellos no comprendieron que la nación rechazaría al Mesías, y ninguno sabía que esas profecías serían temporalmente suspendidas – no canceladas. El reloj profético paró y solo se pondrá nuevamente en marcha cuando suceda el arrebatamiento. Después de eso, pronto se cumplirán una serie de profecías y comenzará la Tribulación.

El Significado de “Tribulación”

 
    La Biblia enseña que hay tiempos cuando los creyentes estarán sujetos a pruebas y tribulaciones (Jn. 16.33; 2 Ti. 3.12). Muchos de nosotros hemos experimentado pruebas en la familia, presiones económicas, problemas de salud y posiblemente también el ser marginados o perseguidos debido a nuestro testimonio cristiano. En ciertas partes del mundo, los creyentes están muy familiarizados con esas cosas. En el pasado (especialmente el principio de la Edad de la Iglesia y hasta la Edad Media), muchos de los santos experimentaron sufrimientos por causa de Cristo. Así que, los creyentes de cada generación tienen tribulaciones de tiempo en tiempo. Pero “la Tribulación” es algo muy diferente. Es un tiempo todavía futuro, de duración específica, de los más horribles y extensas sufrimientos y muerte sin igual en la historia humana.

¿Pasaremos por la Tribulación? 


    Creemos que las Escrituras dicen claramente que nosotros (los creyentes – la Iglesia) no pasaremos por la Tribulación ni la experimentaremos de ninguna manera. Las persecuciones y tribulaciones corrientes en esta Edad de la Iglesia/la Gracia no son la ira de Dios. El futuro periodo de la Tribulación será un tiempo de la ira de Dios sobre el mundo que le ha dado la espalda. Se nos ha prometido que no pasaremos por la ira venidera (Ap. 3.10; 1 Ts. 1.10; 5.9). En Apocalipsis 2-3 Cristo siete veces apela con estas palabras: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Apocalipsis 6-19 describe en detalle la tribulación, pero apela de manera diferente: “Si alguno tiene oído, oiga” (Ap. 13.9). No menciona las iglesias. ¿Por qué? ¡Porque no están presentes en el periodo de la Tribulación!
    La Iglesia no es mencionada, ni hay referencia alguna a ella en esos capítulos de Apocalipsis sobre la Tribulación. Es mencionada luego, en 19.7, como “la esposa del Cordero”, cuando Cristo retorna en poder y gloria al final de la Tribulación.  


traducido de la revista Assembly Testimony 

continuará, d.v. en el siguiente número

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La Maravilla de la Regeneración


Cuando Dios creó el cuerpo humano, le dio una asombrosa capacidad especial para sanarse. El proceso ocurre por medio de la regeneración de células que crecen en los lugares afectados. Si uno se corta el dedo, la piel se separa y la herida sangra. Pero dentro de pocos días, el corte desaparece, porque se regeneran células nuevas para reemplazar las dañadas. La capa de piel exterior, la epidermis, pierde aproximadamente cincuenta millones de células diarias, que pronto son reemplazadas por células nuevas. Los científicos dicen que la epidermis se reemplaza totalmente cada veintisiete días. Otros órganos también se regeneran. Existen informes que dicen que el hígado puede crecer a su tamaño original después de que más de la mitad haya sido removido por intervención quirúgica. ¡Qué maravilloso es el cuerpo que Dios creó!
    Sin embargo, la realidad es que nuestros cuerpos están muriéndose. Aun con la capacidad de regenerar ciertas partes, el cuerpo se sigue degenerando, culminando con la muerte física. El conocido dicho: “Lo único seguro en la vida es la muerte”, es acertado, hasta cierto punto. La Biblia dice en Hebreos 9.27 que “está establecida para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”.
    ¿Por qué se está muriendo nuestro cuerpo? La culpa la tiene el pecado. En Romanos 6.23 la Biblia dice que “la paga del pecado es muerte”. Es inevitable que nuestros cuerpos mueran, porque todos hemos pecado. ¿Pero qué del alma? ¿Qué efecto tiene el pecado en ella? La Biblia enseña en Efesios 2.1 que ya estamos muertos en nuestros delitos y pecados. El pecado no solo trae la muerte física, sino que también, por causa del pecado, estamos muertos espiritualmente, y en esa condición no podemos agradar a Dios.
    Pero ¡no pierda esperanza! Dios quiere regenerarlo a usted espiritualmente. En ese mismo pasaje (Efesio 2.1), también dice: “El os dio vida a vosotros” (se dirige a los creyentes). Aun estando nosotros muertos en delitos y pecados, Dios puede darnos vida espiritual. Ninguna iglesia ni sacramento ni filosofía puede hacer esto, sino solo Dios. Sin la regeneración, por religiosas o filosóficas que sean las personas, todavía están espiritualmente muertas. Solo Dios tiene el poder para regenerar a una persona.

    ¿Y cómo lo hace?

    La respuesta está en Tito 3.5, “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración”. Dios nos puede regenerar, y nadie más puede hacer esto. Puede darnos vida por medio de un lavamiento. Pero no en agua. No es el bautismo, sino el lavamiento señalado en Apocalipsis 1.5, “Jesucristo... nos lavó de nuestros pecados con su sangre”. Esa es la clave: la sangre de Jesucristo. ¿Por qué?
    Porque el Señor Jesús murió en la cruz para pagar por nuestros pecados, ya que la justicia de Dios demanda muerte como paga del pecado. Su sangre fue derramada, y así podemos ser lavados de nuestros pecados. No lavados literalmente en sangre, sino espiritualmente. Quiere decir que de esa manera Dios quita la condenación del pecado que causó nuestra muerte espiritual, y somos regenerados, hechos vivos. ¡Solo así podemos obtener perdón y tener vida eterna!
    Nos impresiona el poder de la regeneración del cuerpo físico, pero la maravilla de la regeneración espiritual es ayun mayor. El Hijo de Dios vino al mundo para derramar Su sangre, con el fin de lavarnos de nuestros pecados. Entonces, permítame preguntar: ¿Ha sido usted lavado? ¿Tiene perdón y vida eterna? ¿Es salvo? La Biblia dice: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16.31).

tomado de un tratado escrito por d. Felipe Moore, de Hickory, Carolina del Norte, EE.UU.