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jueves, 31 de agosto de 2017

EN ESTO PENSAD -- septiembre 2017

Las Cartas de Recomendación
por Alan Maunder, Cardiff, Gales, Reino Unido

Textos: Hch. 18:24-28; Romanos 16:1-2;
              2 Corintios 3:1-3
Está claro en los textos citados que la práctica de la iglesia apostólica era proveer de cartas de recomendación a los que se trasladaron permanentemente de un lugar a otro, o cuando visitaron temporalmente. Considero que en Hechos 18 Apolos deseaba residir en la región de Acaya durante un tiempo, y por eso los hermanos escribieron una carta recomendándole a los creyentes de esa zona. En Romanos 16, parece que Febe sólo estuvo de visita de Cencrea a Roma, y su carta era temporal. Lo mismo se aplicaría a lo que Pablo dijo en 2 Corintios 3, ya que él sólo estuvo visitando durante un tiempo. No obstante, vemos que las cartas de recomendación fueron empleadas para circunstancias permanentes y temporales.

¿Son Necesarias Esas Cartas?
    Ya que se hallan en las Escrituras como práctica de la iglesia primitiva, es apropiado que hoy también se empleen. De lo que Pablo escribe en 2 Corintios 3:1-2, vemos que reconocía el principio – los que visitaban en Corinto necesitaban traer consigo una carta de recomendación. Pero porque Pablo había sido usado por Dios para dar comienzo a la asamblea en Corinto, él no requería una carta para ellos.

¿Quién Hace La Recomendación?
 
    En circunstancias normales, la respuesta es: “la asamblea” a la que pertenece la persona. No son los ancianos que encomiendan, sino la asamblea o iglesia local. Normalmente los ancianos escriben y firman la carta, pero lo hacen de parte de toda la asamblea, y eso suele expresarse al final de la carta. Observamos que en Hechos 18 no eran Aquila y Priscila quienes encomendaron a Apolo, sino los hermanos que escribieron exhortando a los discípulos a recibirle (v. 27). Sería una práctica sabia que los ancianos responsables escribiesen la carta y que al menos dos de ellos firmasen de parte de la asamblea. Si la encomendación es permanente, deben hacerlo saber a la asamblea. El principio operativo siempre es: “hágase todo decentemente y con orden” (1 Co. 14:40).    
    También hay veces cuando un individuo recomienda a otro. Por ejemplo, vemos eso cuando Pablo escribió en Romanos 16:1, “Os recomiendo además nuestra hermana Febe...” Debe decirse que él tenía autoridad apostólica, y hoy nadie tiene esa autoridad. Sin embargo, vemos otro caso de un individuo hablando para recomendar a otro que deseaba ser recibido a la comunión – Saulo de Tarsis en Hechos 9 – “trataba de juntarse con los discípulos” (v. 26). Claramente la asamblea no estaba dispuesta a recibirle basado en su propia recomendación, pero Bernabé intervino a favor suyo, conociendo su caso, y les contó cómo se había convertido. Si por alguna razón no ha sido posible tener una carta, no debe haber por qué un hermano de confianza no puede avalar al que busca la comunión, siempre que conozca a la persona en cuestión.
   
¿Qué Información Debe Aportar La Carta?
 
    De Romanos 16 es evidente que la carta para Febe era especial. Pablo menciona cosas acerca de ella que no se aplicarían siempre a otros. El ejemplo que vemos en las Escrituras es que cada carta debe recomendar a la persona de manera personal, y mencionar algo de su experiencia espiritual y servicio. Semejante carta daría confianza a la asamblea receptora para que le brindara toda oportunidad para servir y ejercer su don.
    Una carta de recomendación también es una oportunidad para enviar los saludos de la asamblea a los hermanos en otro lugar. Es aconsejable poner fecha a tales cartas, para evitar abusos.                 
(continuará en el siguiente número)

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EL FIEL AMOR DEL SEÑOR

"¡Cuán dulce es conocer el amor del Salvador cuando nadie nos ama! ¡Cuando los amigos huyen, qué bendita cosa es ver que el Salvador no nos abandona y que, además, nos mantiene y nos sostiene con firmeza y se aferra a nosotros y no nos suelta!"
C. H. Spurgeon
 
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No Te Metas En La Política

Carta de John Newton, compusor del himno "Sublime Gracia", a un amigo que expresó interés en la política:
Apreciado amigo,
      Permíteme decir que oír que un ministro cristiano como usted piensa que merece la pena intentar reformas politicas, me ha causado asombro y preocupación. Cuando veo alrededor mío el estado de la nación, semejante intento me parece nada menos que vano y necio,¡como sería pintar la cabina mientras se hunde el barco!
         Cuando nuestro Señor Jesús estuvo sobre la tierra, Él rehusó meterse en disputas o la política: “¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor?” (Lc. 12:14). “Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí” (Jn. 18:36). Los hijos de Dios pertenecen a un reino que no es de este mundo; son extranjeros y peregrinos sobre la tierra, y parte de su carácter bíblico es que son “los mansos de la tierra” (Sal. 35:20).
          ¡Satanás tiene muchos artilugios e inventos para divertir y ocupar a la gente, para ocultar de sus pensamientos el verdadero peligro en que están!
         Mi apreciado señor, mi oración a Dios por usted es – que Él le induzca a emplear los talentos que le ha dado para señalar al pecado como la gran causa y origen de todo mal que existe, y para motivar a los que le aman a suspirar y llorar por nuestras abundantes abominaciones, en lugar de malgastar el tiempo en especulaciones políticas por las cuales pocos de ellos son competentes. Anímeles a ponerse en la brecha orando que pueda ser detenida la ira de Dios y prolongada Su misericordia a nuestra nación. Esto, creo yo, es el patriotismo verdadero – la mejor manera en que los ciudadanos privados pueden servir a su patria”.

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 El Anciano Modelo
 
En 1 Pedro 5:1, Pedro se llama “anciano”, no “Papa”. “Anciano” no es en el sentido de haber sido “ordenado”, porque el Señor Jesús le ordenó ser apóstol y esto fue mucho más que anciano. Pero era anciano en otro sentido; un creyente viejo, porque eso fue aproximadamente treinta años después de que el Señor Jesús le llamó a dejar su barca y redes. Dice a los otros ancianos: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros”. ¡Qué hermoso es ver a los ancianos en medio de la grey, y la grey en medio de ellos. No tienen señorío sobre la herencia de Dios, sino como pastores y trabajadores, apacientan y guían este rebaño en el cual Dios les ha puesto, porque lo aman y aman a su Dueño.
    El Señor dijo a Pedro: “¿Me amas?... pastorea mis ovejas”. El rebaño es de Cristo, no de los ancianos. Él lo compró con Su sangre, y no lo ha dado a otros. Los que le sirven en Su rebaño deben obedecerle y hacer bien el trabajo. Deben hablar de Él, Sus virtudes y la importancia de seguirle.
    ¿Qué recompensa hay para tal servicio? En este mundo, quizá ninguno, a veces ni el reconocimiento y la estimación que el Señor manda. Sin embargo, como Pablo, pueden decir: “Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos” (2 Co. 12:15). Sirven motivados por amor, y no se quejan de tener que gastar lo suyo y a sí mismos, puesto que al que ama el sacrificio es un placer. Pero cuando aparezca el Príncipe de los pastores, entonces ellos serán recompensados (1 P. 5:4). ¿Qué recompensa habrá? No dinero, sino algo mucho mejor: “La corona incorruptible de gloria”.
    A los demás creyentes, y aquí especialmente a los jóvenes, se les exhorta a sujetarse a los ancianos. Esto agrada a Dios, especialmente en este día de autonomía, insumisión, injusticia y egoísmo cuando muchos se jactan diciendo que no se sujetan a nadie.
    En 1 Timoteo 3:1-7 tenemos el carácter de los que aspiran a semejante trabajo. ¿Dice alguien: “me gustaría ser anciano”? He aquí los requisitos en los versículos del 2 al 7, las cualidades necesarias. Según Dios, ninguno de los que les faltan estas cosas es obispo..
    ¡Qué lugar más importante y responsable! ¡Qué temor reverente debe llenarle a cualquiera que sirve así, y este temor debe marcar todo lo que hace! ¡Su actitud y forma de proceder, lejos de enfatizar su propia importancia, deben ser como quienes quitan el calzado de sus pies en la casa de Dios!
 
W. S., de un viejo ejemplar de la revista Counsel (“Consejos”).
 
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EL LIBRO DEL MES


Lobos Vestidos de Ovejas,                                                       por Carlos Tomás Knott
No sólo hay lobos carnívoros que no perdonan las ovejas, sino también los que no perdonan los rebaños del Señor (Hch. 20:29). Entran encubiertamente en iglesias (Jud. 4), fingiéndose hermanos, pero sus intenciones son malévolas. ¡Hoy más que nunca necesitamos buen discernimiento espiritual!                                    
precio 5 euros



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¡Ay de ti, el Infierno te espera!


El infierno no es un cuento. No es una nebulosa posibilidad del futuro. No es simplemente un relato en la Biblia. El infierno es MUY real, y ahora mismo, mientras lees este artículo, sus llamas arden y su humo sube. En este momento hay personas en el Hades, la antesala del Infierno, condenadas,perdidas, sufriendo tormentos y esperando el día del gran juicio y la condena eterna al lago de fuego, el infierno. Es un lugar real, de agonías indecibles e interminables. Todos los perdidos, durante su vida mortal, pensaban en el infierno tal vez como una exageración, una historia para asustar a la gente, o como mínimo un futuro muy lejano del cual había tiempo sobrante para evitar. Pero ahora el castigo eterno es realidad para ellos.
     Y como a ellos les llegó su momento, también a tí te llegará, amigo. Por muy larga que sea tu vida, inevitablemente llegará tu partida a la eternidad. No hay escapatoria. No importa que la gente no crea en el juicio de Dios. El que ellos lo ignoren no lo cambia para nada. Tristemente se encontrarán un día tarde o temprano con la realidad.
    Te advierto de parte de Dios, recapacita mientras puedas. Mientras todavía habites en el mundo donde hay misericordia, mientras aún la mano de Cristo se extiende hacia ti, ¡aprovéchate! ¡No seas necio! Recuerda, vivirás con tu propia decisión por toda la eternidad.
    Si consiguieras todo lo que anhelas, hasta el colmo de tus ilusiones, con cada deseo cumplido – y perdieras tu alma, te pregunto: ¿de qué te servirá? Cuando hayas pasado de este mundo al mundo del cual acabas de leer, ¿para qué te valdrá todo lo que conseguiste? Un título... una carrera... una posición... una amistad... un amor... unos placeres... la comodidad... un buen nombre... libertad.... Piensa en ellos, o lo que sea que te importe sobre todo, por un momento, y haz los cálculos. ¿Hay algo en esa lista, aún la lista entera combinada, que puede valer más que tu alma? ¿Algo que puede quitar el juicio que le espera a cada humano, algo que puede acaso pagar la condena?
    ¿Vale más para ti cualquiera de estas cosas que Cristo? ¿Tan bajo concepto tienes tú del Hijo de Dios, como para preferir antes tu propia “comodidad”? ¿Acaso no te das cuenta de quién es Él?
    Te ruego como si Dios mismo te rogase por medio de mí, reconcíliate con Dios. Y hoy que has oído de nuevo Su voz llamándote con la intensidad de la urgencia de tu situación, no endurezcas tu corazón.
 

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El Cristiano Y La Política,  Capítulo 2

Los Agujeros Negros



Muchos de nosotros hemos oído de los “agujeros negros” u hoyos negros en el espacio. Son el resultado de estrellas colapsadas o contraídas, extremadamente densas, y su atracción gravitacional chupa aun la luz de estrellas cercanas, que entra y desaparece para siempre. Nada que entra un agujero negro aparece otra vez.
    Esto parece ilustrar lo que sucede cuando los cristianos son atraidos y se meten en la política, entregando todo su tiempo y energía. Es un esfuerzo vano y desesperado, destinado al fracaso. Pensemos en esto. ¿Cuántos años de historia registrada hay en el planeta? Algo como cuatro mil años. Y en esos años, ¿cuántos de los problemas básicos de la humanidad son los mismos que al principio? La respuesta es, todos. Selah. No hablamos de inventos o medicinas, sino de problemas básicos. ¿Cuántos pecados han sido eliminados por el hombre en esos miles de años? Ninguno.
    Es impresionante pensar en las miríadas de reyes, gobernadores, presidentes, dictadores, parlamentos, congresos, tribunales, legisladores, policías, oficiales y otras formas de gobierno que ha habido. En todo el mundo, en todas las edades y cada circunstancia concebible, han experimentado con la política en toda forma posible para seres humanos, y todavía no han podido solucionar los problemas básicos de la humanidad.
    Amado creyente, la política no merece ni un centavo de dinero ni un segundo del tiempo que Dios nos ha entregado como mayordomos Suyos que un día daremos cuenta a Él. Todo ese tiempo y dinero, toda esa energía y todos esos recursos desaparecen en el agujero negro de la política, y el mundo sigue hacia abajo en su rumbo al imperio de la bestia y al gran día del juicio de Dios.
    En contraste, pensemos en el evangelio. ¿Cuántos de los problemas básicos de la humanidad soluciona el evangelio? Dejemos contestar las Escrituras: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co. 5:17). ¿Qué puede transformar a las personas, hacerles honestas, rectas y benignas? El evangelio. ¿Qué puede salvar y reparar matrimonios? El evangelio. ¿Que puede reformar para siempre a los presos? El evangelio. ¿Qué puede afectar para bien las relaciones entre los empleados y los gerentes? El evangelio. ¿Qué puede garantizar el cuidado de los ancianos y enfermos? El evangelio. ¿Qué puede transformar el corazón del ser humano? ¡El evangelio! Toda persona salva por la gracia, en ese mismo momento viene a ser templo del Espíritu Santo, y los cambios no son sólo internos sino también externos. Por eso, sus cambios afectan a los de su alrededor. Considera, entonces, cuál es la mejor inversión de tiempo y otros recursos para tratar al mundo y sus problemas, ¿la política o el evangelio? Pero no te equivoques tratando de mezclarlos, porque son como aceite y agua, o más biblicamente dicho, como luz y tinieblas (2 Co. 6:14-7:1).
    A continuación traducimos el comentario de David Hunt en la página 85 de su libro: Whatever Happened To Heaven? (¿Qué Pasó Con El Cielo?)

    ...La eternidad siempre debe tener máxima prioridad en la distribución de tiempo y recursos.
    Nuestra compasión natural y el deseo de hacer algo en concreto para mejorar este mundo caído puede conducirnos a actitudes y hechos que al momento parecen ayudar, pero en verdad pueden ser insensatas a largo plazo, especialmente para la eternidad. Sin embargo, no hay enseñanza en la Escritura – explícita o implicada– a favor de esfuerzos organizados para influir la postura y las prácticas del gobierno.

    En las páginas 119-120 del mismo libro, comenta acerca de las raíces católica romanas del activismo político.

    Los activistas cristianas de hoy pueden argumentar que la separación y piedad que ellos combaten con su activismo eran las cosas que causaron el colapso del imperio romano. Se equivocan porque no toman en cuenta la corrupción que la “cristianización” del imperio trajo a la iglesia. El imperio fue debilitado por su alianza con el cristianismo. El genuino cristianismo del Nuevo Testamento no está diseñado para gobernar a una sociedad secular, y nunca fue la intención divina que la iglesia entrara en colaboración con el mundo para hacer eso. Nada parecido en absoluto puede ser hallado en la conducta de Cristo, y Él es nuestro ejemplo perfecto.
    En algunos aspectos, la iglesia del siglo IV estaba mejor que en los siglos previos cuando sufría persecución. Los cristianos podían congregarse libremente para adorar juntos, edificar y animarse unos a otros. Antes no era así, pues tenían que hacer todo en secreto y bajo circunstancias difíciles. Ahora era también posible predicar libremente el evangelio...
    Pero pese a tales ventajas, a la larga la asociación entre la iglesia y el mundo romano no fue bueno ni para el cristianismo ni para el imperio. Lo que al principio parecía a muchos como una bendición otorgada a la iglesia, realmente resultó ser una oportunidad única aprovechada por Satanás para pervertir la verdad. Con la asociación entre la política y la religión, lo que beneficiaba a uno también beneficiaba al otro. Como consecuencia, consideraciones políticas comenzaron sutilmente a influir la vida y doctrina cristiana, porque lo que favorecía al estado ocupaba un lugar prominente en asuntos eclesiásticos. La iglesia segaría el fruto amargo de descuidar la solemne advertencia de Santiago: “Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Stg. 4:4).                                
    Ningún sistema político o religioso puede erradicar el pecado, cambiar la naturaleza humana ni jamás traerá el Milenio, aquel glorioso y literal reino de mil años de Cristo. El posmilenarismo y el reconstruccionismo enseñan que los cristianos deben tomar control del mundo y reformarlo mediante el esfuerzo unido de la iglesia y el estado. Proponen algo parecido al experimento de Juan Calvino con el gobierno de Ginebra, olvidando los errores, abusos y fracasos de ese sistema. También ignoran u ofrecen interpretaciones erroneas de las claras afirmaciones bíblicas acerca del rumbo descendiente de la historia y la ruina final de todo sistema de este mundo. ¡La corriente de la historia de este mundo avanza constantemente hacia el anticristo! Todo sistema político es un río tributario que desemboca al final en el gobierno de la trinidad satánica. Cuando eso suceda, Dios no hará una campaña de publicidad para persuadir a la mayoría a cambiar, sino traerá un final violento al sistema de este mundo, diseñado y encabezado por el diablo, e instalará el reino eterno prometido en Daniel 2:44, “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre”. ¡El Milenio sólo será el comienzo! El futuro de la política es ser despedazado, desmenuzado y consumido. La escritura está sobre la pared, y dice: “MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN... Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin... Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto”. Excepto esta vez no será dado a los medos y persas, sino al Rey de reyes y Señor de señores, el Señor Jesucristo.
    Citamos nuevamente del excelente libro de John Walvoord: The Millennial Kingdom (“El Reino Milenario”), pág. 134:

    El concepto premilenario de la edad corriente hace del periodo entreadvenimiento algo único e impredecible en el Antiguo Testamento. La edad presente es cuando el evangelio es predicado a todo el mundo. Relativamente pocos son salvos. De hecho, marchando el tiempo, el mundo se vuelve todavía más malo. La vista premilenario no alberga ideas de una edad de oro antes de la segunda venida, ni presenta mandamiento alguno a mejorar la sociedad. Los apóstoles particularmente guardan silencio resepecto a programas políticos, sociales, morales o de mejora física del mundo inconverso. Pablo no realizó ningún esfuerzo para corregir los abusos sociales ni para influir para bien al gobierno político. El programa de la iglesia primitiva consistía en evangelización y enseñanza de las Escrituras. La misión era salvar almas y rescatarlas del mundo, no rescatar al mundo. No era posible ni estaba en el programa de Dios que esta edad llegara a ser el reino de Dios en la tierra.
    El mismo Señor Jesucristo personalmente introducirá aquella era bendita cuando venga a reinar con gran poder y gloria, y Sus santos con Él. Hasta entonces nos toca evangelizar, enseñar y esperar. Dios ya ha decidido qué hacer y lo ha decretado (Sal. 2:6-7). En el Salmo 110:2 leemos: “Domina en medio de tus enemigos”. No nos toca a nosotros ahora dominar en medio de nuestros enemigos. Los versículos 5 y 6 dicen: “Quebrantará a los reyes en el día de su ira. Juzgará entre las naciones”. Al creyente no le toca quebrantar reyes y gobiernos, ni participar en revoluciones. Lo suyo es orar, pagar tributos, honrar y obedecer. Pero un día Dios mandará al Rey y le pondrá sobre Su santo monte de Sión. No consultará a la O.N.U. ni el “grupo de ocho” (G-8) ni a ningún otro grupo. No habrá campaña, referendum, ni acuerdos y pactos a puerta cerrada con los corredores de poder. Las oraciones de los creyentes a lo largo de los siglos serán por fin contestadas. “Venga tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mt. 6:10).
    La historia demuestra que los políticos reorganizan los problemas, los dan un sesgo positivo, o echan la culpa a otros. Tal vez por eso escuchamos dichos como éste: “Los políticos son los mismos perros llevando distintos collares”. Como mucho pueden tratar los síntomas del pecado, y a plazo corto tal vez impedir un poco el avance del mal, pero no lo pueden eliminar. Por lo tanto, el creyente que se involucra en la política y el gobierno de este mundo verá todo su tiempo, dinero y eficacia espiritual desaparecer en ese “agujero negro”, cuando podía haber invertido todo en el evangelio que es el poder de Dios para salvación (Ro. 1:16) y da resultados eternos. La política no puede dar resultados así. ¿Por qué? Porque el problema básico de la humanidad es de naturaleza espiritual, y no tiene relación alguna con la ciencia política. Si alguien tiene pulmonía, necesita medicina interna, no un parche. El evangelio ofrece la medicina interna tan necesitada, pero la política sólo ofrece una cajita de parches.
 
Carlos Tomás Knott, del libro El Cristiano Y La Política
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