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sábado, 4 de febrero de 2012

EN ESTO PENSAD -- febrero 2012


Los Discípulos A Medias

A. W. Tozer


Pensemos ahora en aquellos que son medio discípulos, es decir, que son en parte discípulos, mitad discípulos. Son hombres y mujeres que ponen su vida parcialmente bajo el señorío de Cristo, pero que dejan fuera de su control otros áreas. Hace muchos años que llegué a la conclusión de que si Cristo no tiene el control de todo mi ser, lo más probable es que no tiene nada de mí bajo su señorío.
Puede parecer extraño, pero me he encontrado con discípulos cristianos que eran medio salvos. No me pida, por favor, identificarlos teológicamente. No puedo. Doy gracias porque Dios no me pide que escriba cartas de recomendación por personas que Él no puede reconocer. No me pide que haga eso, porque Él sabe dónde está cada uno, dentro o fuera del reino, y yo no lo sé.
Sólo sé lo siguiente en cuando a estas personas a las que veo como medio discípulos: “Ellas permitirán que el Señor las inquiete en algunas cosas, pero en ningún modo en otras”. Obedecerán al Señor en ciertas áreas que seleccionan en su vida, pero lo desobedecerán consciente y obstinadamente en otras. El resultado es que no sé dónde poner a esas personas. No sé qué hacer con ellas...
En cuanto a mí, no quiero ser un cristiano a medias. Quiero que toda mi vida, todo mi ser, esté bajo el dominio del Señor Jesucristo. Un anciano predicador inglés acostumbraba a decir: “¡Si Cristo no puede ser Señor de todo, Él no será Señor de nada!” Ciertamente, Él quiere ser Señor de toda mi vida. Él quiere que yo sea un discípulo que le permita dirigir toda mi vida.
Supongamos que un hombre joven cristiano comienza su vida espiritual con un rostro resplandeciente. Se hinca de rodillas en la reunión de oración y dice: “¡Señor, soy tuyo, úsame!” Parece ser un hombre cristiano consagrado y ejemplar. Entonces aparece una señorita muy bonita. Ella no es cristiana, pero tiene una figura linda, una personalidad atractiva y una voz suave y dulce. El joven cristiano se interesa en ella y ella comienza a alejarlo del Señor. En su momento hay boda, ellos organizan su hogar y no tardando mucho aquel hombre deja de aparecer por las reuniones de oración. Le preguntas qué está sucediendo y contesta: “Pues que están surgiendo otros planes de familia que mi esposa organiza”. No pasará mucho tiempo sin que él termine siendo un cristiano a medias y un esposo a medias, sin esforzarse mucho en ningún lado.
No quiero parecer cruel, pero debo ser sincero. Cristo Jesús quiere ser y debe ser el Señor. Él debe ser Cabeza y Señor de todos los departamentos de nuestra vida. No podemos tener una novia o un esposo, un hogar o un empleo encerrados en un compartimiento hermético que Jesús no pueda controlar. Si Cristo Jesús no es Señor de todo nuestro ser, no somos verdaderos cristianos.
continuará d.v. en el siguiente número
A.W. Tozer, de su libro FE MÁS ALLÁ DE LA RAZÓN

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MEDITAD BIEN 
SOBRE VUESTROS CAMINOS
“Meditad bien sobre vuestros caminos. Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto.  Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos” (Hag. 1:5-7).


La obra de reedificar el templo había parado, sin embargo, los israelitas se edificaban casas bien acabadas. Como resultado, la pobreza, la esterilidad y la frustración habían entrado en sus vidas. Pero Hageo vino con un mensaje de esperanza y avivamiento, el cual depende de si el pueblo considera sus caminos, se arrepiente de su negligencia, y cambia sus prioridades y actividades. Ese mensaje es válido para nosotros también: “meditad sobre vuestros caminos”.
    W.H. Burnett del calendario devocional “Choice Gleanings”

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Aspire A Ser Como Jesús

William MacDonald    (Parte III)

Gozo 
El gozo del Hijo de Dios era hacer la voluntad de Su Padre, y llevar muchos hijos a la gloria. Con ese gozo en vista, soportó la cruz, menospreciando el oprobio. Su gozo no fue perturbado por las pruebas y tristezas que los hombres amontonaron sober Él.

Paz
La paz caracterizó la vida del Redentor. Independientemente de las adversidades que tuvo que enfrentar, mantuvo la calma y la serenidad. Las amenazas y los insultos de sus criaturas no lo perturbaban.

Paciencia
Jesús fue paciente con sus discípulos, y con aquella generación "incrédula y perversa" (Lc. 9:41). Él es paciente con la humanidad perdida, "no queriendo que ninguno perezca" (2 P. 3:9). Cualquier otra persona hubiera desistido con el ser humano hace mucho tiempo.

Benignidad
Vemos la benignidad del Señor Jesús en la forma en la cual trató a las personas. Era su gran placer bendecirles y conceder alivio a quienes lo necesitaran. Su consideración hacia aquellos que conocía lo acercaba más a ellos.
Bondad
Incluso sus enemigos concedieron que nuestro Señor era bueno, que mostraba amabilidad sin poarcialidad. Él "anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo" (Hch. 10:38). Pensaba en los demás, no en sí mismo. Nadie jamás podrá igualarlo en cuanto a su benignidad. Se empobreció para enriquecer a otros.

Fidelidad
Él es fiel con respecto a sus promesas, en cumplir sus tareas, en el cuidado inmutable hacia su pueblo. No hay peligro cuando se confía en Él. Jamás ha decepcionado a nadie. 

Gentileza
Esta palabra nos lleva al momento en el cual sus discípulos quisieron alejar de Él a los niños. Dijo: "Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos" (Mt. 19:14).
Compasión
Cristo tuvo compasión de la multitud y envió a los Doce a la cosecha (Mt. 9:36). Tuvo compasión de la multitud y alimentó a 5.000 personas (Mt. 14:14). Nuevamente tuvo compoasión de la multitud y alimentó a 4.000 (Mt. 15:32). Debido a su compasión, dos ciegos recibieron la vista (Mt. 20:34), un leproso fue sanado (Mr. 1:41), un endemoniado fue librado (Mr. 5:19) y una viuda recibió nuevamente a su hijo con vida (Lc. 7:13). Vemos su compasión como el Buen Pastor (Lc. 15:4-7), como el Buen Samaritano (Lc. 10:33) y como el padre del hijo pródigo (Lc. 15:20). Vemos sus lágrimas de compasión ante la tumba de Lázaro (Jn. 11:35) y en el Monte de los Olivos cuando lloró sobre Jerusalén (Mt. 23:37-39). Tenemos un Salvador compasivo.
¡Cuánto necesitamos ese tipo de compasión! Debemos orar así:

"Que pueda mirar a la multitud como miró mi Salvador,
Hasta que mis ojos se nublen por las lágrimas, 
Que pueda ver con piedad a las ovejas errantes,
Y amarlas por amor a Él".       
                                              anónimo

William MacDonald, del libro EL MANUAL DEL DISCÏPULO, págs. 98-99, traducción corregida

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MEJOR QUE LOS DULCES

¿Qué es mejor que los dulces, más hermoso que una mariposa y lleno de amor como nada que has conocido? No hablo de galletas de chocolate recién hechas, ¡sino del cielo! El cielo es mucho mejor que cualquier cosa que hemos visto o conocido.

¿Qué Es El Cielo?
El cielo es un lugar maravilloso que Dios hizo para los que le aman. La Biblia lo describe como un lugar donde todos están siempre felices, donde no hay lágrimas ni dolores. Es un lugar muy hermoso, y los que lo han visto lo describen con palabras como “gloria”, “puro” y “oro”. Allí nadie pasará hambre, ni estará cansado, ni será pobre.

¡Estupendo! ¿Cómo Llego Allá?
No puedes llegar al cielo en un automóvil o bus, ni en avión ni nave espacial. No se venden billetes al cielo, ni hay manera de entrar sin permiso. Sólo hay un camino para llegar al cielo, y ese camino es el Señor Jesucristo. Nadie puede ir al cielo sin Jesucristo.
El cielo es uno de dos lugares donde Dios pondrá a la gente después de la muerte. El otro lugar se llama el infierno, o lago de fuego. Es el peor lugar que podrías imaginar. ¿Cómo decide Dios quién va al cielo y quién al infierno? La Biblia dice que Dios tiene libros donde apunta todo lo que la gente hace. ¿Alguna vez has dicho una mentira, aunque fuera muy pequeña? Todos hacemos cosas malas como mentir o cosas peores. A esto Dios lo llama “pecado” y apunta todos los pecados en Sus libros.
El problema es que el pecado no puede estar en el cielo donde Dios mora. Porque todos hemos pecdo, todos estamos en el camino al infierno.  Pero Dios nos ama mucho y no quiere que nada vaya allá. Por eso envió a Su Hijo Jesucristo para sustituirnos y morir por nuestros pecados. Debido a esto que Jesucristo hizo cuando murió y resucitó, Dios perdonará los pecados de las personas que confían en Jesucristo para ser salvas.

¿Estaré Allá?
El cielo es un lugar maravilloso, ¿pero sabes por cierto si estarás allá? La Biblia aclara que nos reconocemos como pecadores, nos arrepentimos y vamos a Jesucristo para perdón, confiando totalmente en Él, seremos salvos de nuestros pecados.  El momento que confías en Jesucristo para salvarte, Dios lavará tus pecados y escribirá tu nombre en Su “libro de vida”. ¡Estarás en el camino al cielo!
Algunos no irán al cielo porque no creen lo que Dios ha dicho en la Biblia. Otros no llegarán porque creen que pueden hacer buenas obras para ganar la entrada. Otros sufrirán en el infierno por toda la eternidad porque no quieren confiar en Jesucristo para salvarles. ¡No seas como ellos! Cree a la Palabra de Dios. Reconoce que eres pecador y arrepiéntete. Confía en el Señor Jesucristo como Señor y Salvador y da gracias a Dios por enviarle al mundo para quitar tus pecados al morir por ti en la cruz.
     Confía en Jesucristo hoy como tu Señor y Salvador, y tendrás algo mucho mejor que los dulces. ¡Todos tus pecados serán perdonados, tu nombre estará en el Libro de Vida y estarás en el camino al cielo!

Citas Bíblicas  1-1 Corintios 2:9  2- Apocalipsis 21:4  3- Apocalipsis 21:9-21  4- Apocalipsis 7:16; 1 Pedro 1:3,4  5- Juan 14:6  6- Juan 8:24  7- Apocalipsis 20:10, 14, 15  8- Apocalipsis 20:12  9- Salmo 5:4  10- Romanos 3:23  11- 2 Pedro 3:9 12- Isaías 53:1-6   13- Hechos 16:30,31; Marcos 1:15; Hechos 20:21 14-  Lucas 10:20; Filipenses 4:3; Apocalipsis 21:27  15- Apocalipsis 21:8  16- Efesios 2:8-9  17- Juan 3:36

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El Soldado de Chocolate
por C. T. Studd
parte III


PABLO

Pero he aquí otras huellas profundas que sólo pueden ser de un hombre “único”. La más grande de las paradojas cristianas, el pequeño gigante Pablo, cuya cabeza era tan grande como su cuerpo y su corazón más que los dos. Por un tiempo, creyó y trató a todo cristiano como una combinación de tontos y locos. Luego, él mismo se volvió como ellos. Se le llamaba “tonto” porque su comportamiento estaba fuera de los límites del raciocinio humano y “loco” por su ardiente celo por Cristo y los hombres.
Pablo fue un intelectual de primera, pero supo utilizar su intelecto, pues lo dejó de lado, anunciando que la sabiduría de los hombres no era más que insensatez, por lo cual determinó conocer sólo a Jesucristo y a Él crucificado. 
¿El resultado? Volvió el mundo al revés, lo trastornó. Su vida consistía en arriesgarse continuamente por Dios. 
Se enfrentó diariamente a la muerte por Cristo. En repetidas ocasiones se paró firme ante los que anhelaban su sangre. 
Compareció delante de reyes y gobernadores sin vacilar. Ni siquiera titubeó ante Nerón, el vicepresidente del infierno. Sus sufrimientos fueron espantosos. 
Léelos. Siguió los pasos de su Maestro y recibió los mismos cumplidos que su Señor, porque Dios siempre es fiel y justo en sus recompensas. 
“Todos lo abandonaron”. Pues en aquel entonces también había algunos cristianos de chocolate. Tuvo que haber sido de chocolate quien abandonó a Pablo. Por supuesto, los chocolates se excusaron como lo hacen hoy en día.
¿Quién podría soportar a un tonto tan fanático y ferviente? ¿De carácter tan testarudo? ¡Nadie podía colaborar con él, ni él con nadie! (¡Qué mentira! Jesús lo hizo, y formaron un buen equipo). 
Un entusiasta sin diplomacia, consideraba que era responsabilidad suya decirles a todos la cruda verdad, sin tener en cuenta las consecuencias.
Se graduó sin competencia ni escuela. ¡Y qué grado! Un hacha al cuello, superado sólo por la cruz.

Y así continúa el relato. Donde sea que leas en las Escrituras o libros de historia, encontrarás que quienes realmente conocían a Dios y no sólo lo confesaban, eran invariables ejemplos de valor y de esperanza, atrevidos por la causa de Jesús, arriesgándose por Dios. 
“Necios y locos”, les gritan el mundo y los chocolates. “Sí, por causa de Cristo” agregan los ángeles.
Noblemente lucharon por ganar el premio,
ascendieron las escarpadas alturas del cielo,
a través del peligro, penas y dolor.
¡Concédenos la gracia, Señor
para nosotros también imitarlos!

Por lo menos, los cristianos de chocolate de hoy, Pueden hacer alarde de antiguos linajes. 

CHOCOLATES A LA RUBEN

Hay “Chocolates a la Rubén” que escudriñan sus corazones y hacen también grandes resoluciones, pero, por alguna razón, permanecen entre los “rebaños”, oyendo las melodías de sus amados pianos y coros eclesiásticos.
Es bueno escudriñar nuestro corazón, pero es mejor tomar decisiones de corazón. 
No obstante, si en lugar de obedecer, nos escondemos entre las ovejas y abandonamos a nuestros hermanos en la lucha contra los lobos, dejándolos solos y cargados de trabajos, no somos más que cristianos de chocolate.
Hace varios años resolviste ir al África por Cristo. ¿Dónde estás ahora? ¿En Inglaterra todavía? ¡Sí! ¡Sí! ¡Caramelo! “¿Por qué te quedaste entre los rediles, para oír los balidos de los rebaños? Entre las familias de Rubén hubo grandes propósitos del corazón” (Jue. 5:16).

CHOCOLATES A LA MEROZ

Hay “chocolates a la Meroz”, que son como aquellos que merecieron la maldición del ángel del Señor.  La guerra se declaró, la batalla estaba por empezar, las esperanzas eran minúsculas y Meroz se quedó en Inglaterra para asistir a unas convenciones hasta que terminó la contienda.
Luego salió cómodo y seguro como un turista. Sin duda decía: “No podré luchar sin antes estar debidamente preparado. Además, hay tanto que hacer en la abundancia y plenitud de Meroz, y sabemos que alimentar un rebaño de ovejas gordas siempre se ha considerado el entrenamiento perfecto para la guerra”, ¡Como si el mejor entrenamiento para un soldado fuera el de ponerse en el papel de niñera!
“Maldecid a Meroz, dijo el ángel de Jehová; maldecid severamente a sus moradores, porque no vinieron al socorro de Jehová contra los fuertes” (Jue. 5:23).

CHOCOLATES A LA BALAAM

Los “chocolates a la Balaam”, empiezan como de primera clase y son conocidos como profetas. Luego, comienzan a desviar la mirada y se derriten. Finalmente, salen huyendo de la sartén y caen en el fuego, como Balaam.
Un día, su ojo izquierdo no pudo mirar hacia Dios. Estaba observando el mundo y sus riquezas, y a esa chica, la señorita popularidad. Él debería haber hecho lo que Dios le dijo, sacarse el ojo, pero decía que eso era demasiado. Además, quería lo mejor de ambos mundos. Deseaba de todo corazón morir como un justo, pero no estaba dispuesto a pagar el precio de una vida justa. No se atrevía a maldecir al pueblo de Dios, de manera que trazó planes para que otros los llevaran a cabo por él. Pero un día, cuando sus siervos estaban haciendo los preparativos, Balaam cayó junto con ellos (Ver Nm. 22-24).

“Te aconsejo que unjas tus ojos con colirio para que veas, que vuelvas a tener una mirada clara y te des cuenta de lo necio que es coquetear con el mundo” (véase Ap. 3:18).

CHOCOLATES A LA DEMAS

Este “chocolate a la Demas” abandonó al candente y ferviente Pablo por seguir otro sendero menos peligroso. Pensaba que Pablo debía tolerar el pecado o fingir no verlo, para no tener que reprenderlo, pues ¿sabes? “Era tan aficionado al cuchillo que nunca usaba vendajes pues decía que no sanaban, sino que hacía crecer la llaga por debajo, la empeoraban, la agrandaban y la hacían más peligrosa” (véase 2 Ti. 4:10).
hallado en www.scribd.com, continuará d.v. en el siguiente número

C.T. Studd nació  de padres ricos en Inglaterra en el año 1860 y fue educado en Cambridge.  Era jugador de crickett en la selección nacional de Inglaterra. Luego renunció una gran  herencia y servía como misionero en China, la India y al final en Africa donde murió en 1931.