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martes, 1 de septiembre de 2009

EN ESTO PENSAD -- SEPTIEMBRE 2009

Aspectos De La Gloria De Cristo

William MacDonald

Cuando hablamos de las glorias de Cristo, nos referimos a la excelencia suprema de Su Persona, Su posición o Su obra. Podría significar Sus perfecciones morales y espirituales que vemos con los ojos de la fe mediante la Palabra de Dios. También podría significar Su visible magnificencia y esplendor en el cielo en el tiempo presente o cuando vuelva a la tierra como Rey de reyes y Señor de señores.
Es imposible enumerar las glorias del Señor Jesucristo. Sobrepasan el vocabulario humano. En este capítulo nos limitamos a siete aspectos de aquella gloria que se hallan en las sagradas Escrituras.

Su Gloria Personal, Original, Como Dios El Hijo

Esto se refiere a todas las excelencias y perfecciones de la deidad de Cristo. Es una gloria que es eterna e inherente. Él es nada menos que el resplandor de la gloria de Dios (He. 1:3). El Señor Jesús no podía vaciarse de esta gloria ni dejarla en el cielo, porque es una parte intrínseca de Su persona. Ella incluye todos Sus maravillosos atributos y virtudes. Al venir a la tierra, Él cubrió esta gloria con un velo – un cuerpo de carne – pero estaba allí todo el tiempo, y en ciertos momentos brilló, como por ejemplo en Su transfiguración (Mt. 17:1-8; Mr. 9:1-8; Lc. 9:28-36).

Su Gloria Posicional En El Cielo

Desde la eternidad el Señor Jesús ocupaba una posición de honor y de esplendor indescriptibles. Él era continuamente la delicia de Su Padre y el objeto de la adoración de los ángeles. Pero ante la necesidad de redimir a los seres humanos, Él no sintió que tenía que aferrarse a esa posición a todo coste. Al contrario, se despojó a sí mismo (Fil 2:7a), tomó forma de siervo, y vino al mundo hecho semejante a los hombres. Sin duda Carlos Wesley pensaba en esta gloria posicional al escribir estas palabras: “Manso, Su gloria deja, nace para que el hombre no muera”.1
Es de extremada importancia reconocer que al despojarse así el Salvador, se refiere sólo a Su posición en el cielo; no a Su Persona. Por ejemplo, un príncipe puede dejar el palacio para vivir en una selva, pero no hay forma en que pueda dejar de ser quién es, un príncipe.
En Juan 17:5, el Salvador oró así: “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”. En otras palabras, Él pedía la restauración de aquella gloria posicional que Él tuvo con el Padre pero que abandonó al venir al mundo.

La Gloria De Su Vida En El Mundo Como El Hijo Del Hombre

Como un hombre en el mundo, el Señor Jesucristo era glorioso en los milagros que hizo. Por esto leemos así: “Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria...” (Jn. 2:11a). Era glorioso en las perfecciones de Su carácter. No conoció pecado, no hizo pecado y no hubo pecado en Él (2 Co. 5:21; 1 P. 2:22; 1 Jn. 3:5). Era tan maravillosamente perfecto que no podía hacer nada por Su propia voluntad. Sólo podía hacer aquellas cosas que el Padre le diera (Jn. 5:19)2, y sólo podía hablar lo que el Padre le decía (Jn. 12:49; 17:8). Pilato tuvo que admitir que no hallaba pecado en Él (Lc. 23:14, 22; Jn. 18:38; 19:4, 6). La decisión de Herodes fue que Cristo no había hecho nada digno de muerte (Lc. 23:15). Uno de los ladrones crucificados al lado Suyo testificó que Jesús no había hecho nada malo (Lc. 23:41). Aun Judas confesó que había traicionado sangre “inocente” (Mt. 27:4).
El Salvador no sólo era glorioso en Su impecabilidad, sino también en Sus palabras. Las personas de Nazaret se maravillaron oyendo las palabras de gracia que salieron de Sus labios (Lc. 4:22). Los alguaciles enviados a detenerle confesaron: “Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre” (Jn. 7:46). Era glorioso en Su humanidad perfecta. Esto se conoce como la gloria moral de nuestro Señor Jesucristo.
continuará, d.v. en el siguiente número

Notas:
1 De su himno en inglés: “Hark The Herald, Angels Sing”.
2 Esto de paso contesta la pregunta de algunos: “¿Jesús podía haber pecado?” Sólo podía hacer lo que veía hacer al Padre, y esto excluye el pecado. Él siempre hacía lo que agradaba al Padre (Jn. 8:29), y esto también excluye el pecado.
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LA MÚSICA ESPIRITUAL Y LA DE LA GRAN RAMERA
Es interesante notar que, en los pasajes del Nuevo Testamento en que se habla de la música, aparece también la música que está al servicio de Satanás, de la que encontramos dos menciones. En el relato de la caída de la gran Ramera, Babilonia, vemos que la música pagana desempeña un papel importante en la seducción de los hombres hasta el final. Junto a otros métodos, la gran Ramera utiliza la música para darles a beber el "vino del furor de su fornicación" (Ap. 18:3): "Y voz de tañedores de arpas, y de músicos, y de tañedores de flautas y de trompetas, no será más oída en ti..." (Ap. 18:22-23). También es relevante para la Iglesia la segunda mención de la música que es contraria a Dios; la hallamos en la advertencia que hizo el apóstol Pablo a los corintios para que se alejaran de toda participación en la idolatría pagana: "Ni seáis honradores de ídolos, como algunos de ellos, según está escrito: Sentóse el pueblo a comer y a beber, y se levantaron a jugar" (o tocar, cantar o bailar). (1 Co. 10:7).Más adelante hablaremos nuevamente de esta advertencia contra la música en la idolatría pagana.
El Nuevo Testamento nos permite contemplar el canto de alabanza de los redimidos del Cordero en la gloria celestial. En Apocalipsis 5:8-9 hallamos la nueva canción de los veinticuatro ancianos ante el Cordero, con acompañamiento de arpas; en Apocalipsis 14:2-3 hallamos la nueva canción de los arpistas y de los 144.000 delante del Cordero; en Apocalipsis 15:2-4 tenemos el cántico de Moisés entonado por los que vencieron a la bestia, con acompañamiento de arpas. Haremos bien en reflexionar a menudo sobre estas escenas de adoración celestial inspiradas por Dios, para comprender más profundamente el carácter de la verdadera adoración y para poder reconocer mejor su falsificación.
En dichas descripciones, hallamos reverencia y sometimiento, humildad y abstención de toda autorrealización; hallamos armonía celestial y un deseo de honrar y glorificar en el espíritu al Dios eterno y al Cordero. Si comparamos esta adoración celestial, a la que todos somos llamados, con el ruido de las guitarras eléctricas, batería y órganos electrónicos, combinado con baile y embriaguez extática, cosas que actualmente se valoran como "alabanza y adoración", el contraste nos debería abrir los ojos, nos debería avergonzar y asustar. ¡Cuánto nos hemos alejado ya de la verdad de Dios!

Rudolf Ebertshäuser, págs. 19-20 de su libro, La "alabanza" carismática y la adoración bíblica en Espíritu y en verdad. Ediciones Cristianas Bibliques
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¿Cómo Debemos Orar?

ORAR = Hablar Con Dios. Adorar. Alabar. Expresar Gratitud. Presentarle nuestros problemas y quejas. Pedir. 1 S. 1:26-27; Mt. 21:22; Stg. 1:5

Algunas Formas De Oración:
CLAMAR = Pedir con exigencia vehemente. Lam. 3:56; Lc. 18:7
IMPLORAR = Pedir con lágrimas. Is. 38:5; He. 5:7
INTERCEDER = Pedir a favor de otros. Est. 4:8; He. 7:25
INVOCAR = Pedir alegando lo prometido. Gn. 4:26; Ro. 10:13
ROGAR = Pedir con insistencia y ahínco. Éx. 33:13; 1 Ti. 2:1
SUPLICAR = Pedir con humildad y sumisión. 1 R. 8:38-39; Hch. 21:5
BENDECIR = Hablar bien. Alabar. Adorar.
IMPRECAR = Someter una queja, denunciar y pedir juicio.

Es el termómetro: revelador del calor y la salud espiritual en la iglesia.
Es el diálogo: medio de comunión consciente con nuestro Padre celestial.
Es la mano: que pide Sus bendiciones, consejos, guía, sabiduría.
Es la mejor arma: para combatir el diablo, acercándonos a Dios en oración.
Es la respiración: el aliento vital del creyente. Una de las señales de una conversión verdadera es la oración (Hch. 9:11). ¿Cómo va tu vida de oración?
Carlos

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domingo: 11:00 mañana - Cena del Señor y Exposición Bíblica
7:00 tarde Predicación
jueves: 8:00 tarde - Oración y Reflexión de la Palabra

"Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones". Hechos 2:42
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