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domingo, 2 de enero de 2022

EN ESTO PENSAD - enero 2022

Gedeón
Un Joven Transformado En Un Siervo De Dios


Camilo Vásquez Vivanco


viene del número anterior

Gedeón Gozaba De La Presencia de Dios
“Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo...” Jue. 6:12.
    
El que estaba observando invisiblemente la vida privada de Gedeón se hace visible y le dice “...Jehová está contigo...”. La característica de los hombres de Dios es que Dios respalda su trabajo e invisiblemente les acompaña. Esta fue la característica de la vida de José que a pesar de sus sufrimientos nunca perdió su fe en Dios y por tanto la presencia de Dios con él fue su constante fuerza de vida: “Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero...” (Gn. 39:2); “Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano” (Gn. 39:3); “No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba” (Gn. 39:23). El hecho de haber sido vendido y traicionado como llevado injustamente a la cárcel no opacaron su integridad, y allí donde el ojo humano no veía, Dios estaba forjando un hombre verdaderamente de Dios.
    La vida solitaria de Abraham es otro ejemplo de la presencia de Dios junto a sus siervos obedientes: “Aconteció en aquel mismo tiempo que habló Abimelec, y Ficol príncipe de su ejército, a Abraham, diciendo: Dios está contigo en todo cuanto haces” (Gn. 21:22). De igual modo leemos de David: “Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él” (1 S. 18:14). También de Ezequías se nos dice: “Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía, prosperaba...” (2 R 18:7).
    Más aún encontramos esta compañía divina en el varón perfecto, nuestro Señor, que tiene Su delicia en la ley de Jehová: “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará” (Sal. 1:3). Por ello Él declaró: “Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (Jn 8:29). Tal compañía de Su Padre junto a Él le animó a mantener una constante vida de oración (Mr.6:46; Mt.14:23; Jn.6:15) por tanto todo cuanto hizo como cada milagro y cada decisión fue el resultado de la compañía de Dios Su Padre. Cuan bueno sería para cada uno de nosotros vivir requiriendo de Dios su presencia y compañía para que todo cuanto hagamos este respaldado por su gracia y el sello de su aprobación.
    Nada fue mejor para los siervos de Dios que tener Su presencia como resultado de su comunión con Él y con las promesas de Su Palabra. Es así que nuestro amado Salvador antes de ascender al cielo aseguró a Sus discípulos Su presencia para siempre: “...y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mt. 28:20) y nosotros podemos estar seguros que Su compañía no fallará. Un viejo hermano de la asamblea de Carlos Trupp en Talca (Chile), me dijo: “Ánimo hermano, en la Biblia existen 8.520 promesas para Usted”. No fallarán, y así descubrí que varias de ellas tienen que ver con la promesa de la presencia del Señor en nuestras vidas.
    
Gedeón Evaluado Por Dios

“...varón esforzado y valiente” (Jue. 6:12).
    Estos calificativos vienen directamente de Dios para Gedeón. Si es esforzado Dios lo ha visto y si es valiente es porque los problemas no lo han hundido en la falta de diligencia. Allí estaba sacudiendo el trigo en el lagar para obtener los saludables granos de su sustento.
    Las tareas domésticas son a menudo los primeros inicios de un servicio mayor para la gloria de Dios. Los flojos no califican en el reino de Dios y mucho menos los cobardes. David antes de vencer a Goliat era diligente en cuidar las ovejas de su padre (1 S. 17:15-23) y nuestro amado Salvador antes de vencer a Satanás fue conocido como el carpintero (Mr. 6:3) lo cual significa que en su juventud aprendió el oficio de su padrastro (Mt. 13:55). A veces se nos habla de Él como cansado del camino (Jn. 4:6) y otras veces quedándose dormido en la popa de una embarcación (Mr. 4:38), lo cual fue por su abnegada labor como el enviado de Jehová. Por esto Él declaró: “...Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Jn. 5:17), fue por su infatigable empeño de buscar la salvación nuestra como un varón esforzado y valiente en todas las áreas de su vida. No creció entre almohadones ni sirvientes y tampoco tenía comodidades (Lc. 9:58), sino que fue en su juventud un abnegado trabajador. En nuestro caso como sus hijos hemos de imitarle siendo diligentes en nuestras responsabilidades domésticas, para nuestro sustento diario y de nuestra familia, como para ayudar a otros.
    El apóstol Pablo decía de sí como hombre diligente: “Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido” (Hch. 20:34). Nadie que quiera servir al Señor y es un flojo, será utilizado para la gloria de Dios. Es por esto que Pablo recomienda estos sabios consejos a los nuevos creyentes: “...ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada” (1 Ts. 4:11-12). Esta enseñanza llegó a ser un mandamiento entre las iglesias: “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2 Ts. 3:10). Es un hecho conocido que quienes muestran diligencia en sus trabajos no estarán delante de los de baja condición sino que delante de los reyes (Pr. 22:29) y lo mismo sucede aquí con Gedeón quien es llevado por el Señor a un servicio mayor y para su gloria.
    Muchos siervos del Señor de nuestro tiempo que han sido llamados a la obra a tiempo completo, fueron hombres diligentes y mostraron ser trabajadores fieles y hábiles en lo que realizaban secularmente. En cuanto a la Biblia Moisés fue llamado para servir al Señor de entre las ovejas que pastoreaba (Ex. 3:1-13), lo mismo vemos en David llamado de entre las ovejas de su padre para llegar a ser rey de Israel (2 S. 7:8). Por su parte Josué llegó a ser un gran hombre de Dios formado en un diligente servicio cerca de Moisés (Ex. 33:11) que ayudaba continuamente en la obra de Dios. Es destacable que Elíseo fue llamado para servir a Dios mientras araba con doce yuntas de bueyes (1 R. 19:19) y tal fuerza y valor fue indispensable para ponerla a servicio de Dios. Lea con detención los pasajes bíblicos que le sugeriré si Usted quiere servir al Señor y actualmente se encuentra bajo órdenes de algún empleador (1 Ti. 6:1-2; Tit. 2:9-15; 1 P. 2:18-20).
    En cuanto al tipo de trabajo dejado para servir al Señor no necesariamente tiene que ser una gran profesión como lo fue el caso de Nehemías copero del rey Artajerjes (Neh. 1:11), o como Lucas cuya profesión era la medicina (Col. 4:14). Para ser llamado a servir a Dios puede tenerse un trabajo sencillo pues la mayoría de los ejemplos bíblicos son casos desde el pastoreo hasta ser recolector de hongos como el profeta Amós. “Entonces respondió Amós, y dijo a Amasías: No soy profeta, ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero, y recojo higos silvestres” (Am. 7:14). De los apóstoles del Señor descubrimos lo mismo pues eran hombres de abnegado trabajo como Pedro, Andres, Juan y Jacobo pescadores de Betsaida, hombres de mucho esfuerzo en las tareas de la pesca (Mt. 4:18-22). Mateo o Levi también fue llamado para seguir al Señor y servirle desde su puesto de trabajo como recaudador de impuestos (Mr. 2:14).

continuará, d.v., en el siguiente número

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La Amistad Con Cristo
 

Lucas Batalla

viene del número anterior
 

Hoy se habla mucho del amor, pero es un amor antibíblico, porque es permisivo y falso. No es el amor de Dios, y del que quiere a Dios. Dios condena el amor permisivo y pecaminoso. No tiene solidaridad con los homosexuales, ni con los que practican el aborto, ni con fornicarios, aunque hoy en muchas familias toleran esas cosas “por amor”. Se junta la familia a comer, a pasar tiempo y divertirse, y ahí tienes a los que se dicen ser creyentes con los fornicarios, como si no pasara nada – sonrientes, tolerantes. Los hijos se juntan en relaciones inmorales y tienen hijos bastardos, que según la Real Academia significa: “nacido de una unión no matrimonial”, y nadie dice nada. Todos lo toleran supuestamente “por amor”, pero repito, es un amor que Dios rechaza y desaprueba porque es permisivo y falso. Hay que amar el bien y aborrecer el mal.
    No se puede convivir con los que no aman así a Cristo, le insultan, nos insultan, impiden, llevan la contraria y resienten la Persona y Palabra del Señor. La excepción es el matrimonio cuando uno llega a ser creyente y el otro no, porque sobre esta relación Dios dice: “Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone” (1 Co. 7:10, 13). Ante Dios no hay divorcio por incompatibilidad. El conyuge inconverso y los hijos (v. 14) son santificados por la presencia de la persona creyente. Pero eso no significa compartir sus pecados, pues hay que reprenderlos como Efesios 5:11 nos manda. El conflicto muchas veces está en casa, pues el Señor dijo que iba a ser así. Advirtió: “los enemigos del hombre serán los de su casa” (Miq. 7:6; Mt. 10:36). Ésta es la realidad, hermano mío, hermana mía. Tienes que hacerte la idea de que los tales no son tus amigos. Lo mismo pasa en las congregaciones. Entra el pecado, y nadie dice nada, por su amistad con las personas. Es triste cuando en una iglesia se tolera lo que el Señor prohibe y lo que le disgusta, por amistad con las personas. Se callan porque saben que si hablan, puede haber reacción fuerte y pérdida de amistad, de comunión o de “miembros”. En tales casos se antepone la amistad con las personas a la de Cristo. Ten por cierto que si claudicas o sacrificas en lo espiritual para mantener una “amistad” así, estás perdiendo el tiempo, y lo peor es que estás pecando.
    En Juan 15:15 el Señor dice: “os he llamado amigos”, y cuánto ánimo hay en Sus palabras. Pero no lo dijo a cualquiera, sino a Sus fieles discípulos. El compartió con ellos todas las cosas del Padre – y através de ellos nos las ha dado a conocer – es el privilegio de amigos.
    En el versículo 16 el Señor afirma que los eligió – a los discípulos – no para ser salvos, sino para que llevasen fruto. El Señor no elige a ningún incrédulo sino sólo a creyentes. Sus amigos llevan fruto porque andan en comunión con Él, le escuchan y le obedecen. Demuestran por los hechos que Él es más importante y viene antes que los demás. Los que viven así pueden pedir al Padre en Su nombre, y recibirán, porque incluso las oraciones eficaces y que pueden mucho surgen de corazones de los amigos del Señor.
    Pero en el mundo (vv. 18-20), mis hermanos, tengamos claro que no hay para nosotros sino rechazo, odio y persecución si somos realmente fieles a Cristo. Es el precio alto de Su amistad. Digo alto, pero en realidad, si pierdes una amistad o relación familiar porque eres fiel a Cristo, ¿qué has perdido? ¿Cuánto valor tiene para nosotros la amistad de Cristo? ¿Qué no estaríamos dispuestos a sacrificar por caminar en amistad con Él en esta vida? Reflexionemos en esto, y recordemos el dicho: “mejor solo que mal acompañado”.
    1 Pedro 4:14 dice: “Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados”. Esto indica que sufriremos en el mundo por ser fieles amigos de Cristo. La familia quiere que te juntes con ella, para cumpleaños, una cena, una visita, una salida, pero no para nada espiritual. Es bonito, humanamente hablando, pero no es espiritual. Y si les hablamos de Cristo cada vez que les vemos, pronto nos veremos solos. No esperes nada bueno del mundo ni de los que están en él, y esto incluye la familia inconversa y los “amigos” inconversos que muchos mantienen en perjuicio de su salud espiritual. No podemos nadar y guardar la ropa. No podemos ser amigos del Señor y andar en amistad y al criterio de los inconversos. Hay que escoger. Lee la Palabra de Dios y date cuenta de lo que cuesta ser amigo del mundo y amigo de Cristo.
    En Juan 15:18 el Señor dice: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros”. Él preveé para Sus amigos el aborrecimiento del mundo, entonces ¿por qué queremos evitar eso? Nos aborrecen porque vamos con Cristo, seguimos a Cristo. Es otra razón por la que un cristiano no debe meterse en el mundo de la política porque solo puede ser popular y ganar elecciones en la medida que niegue a Cristo. El versículo 19 declara: “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece”. El mundo ama lo suyo. Por eso vemos incluso esa amistad curiosa entre Pilato y Herodes que antes no se podían ver, pero a causa de su oposición a Cristo se hicieron amigos (Lc. 23:12). No seamos amigos de los que se oponen a Cristo. Hermano, no intentes quedarte neutral. Escoge, ¿cuál amistad quieres? Recuerda, hasta los “buenos amigos” pueden fallarnos porque son humanos, pero ¡cuánto más los “amigos” incrédulos! No nos conducen a nada bueno.
Son preciosas las palabras de los himnos sobre este tema:

    “Tengo un amigo que está conmigo, es Jesús...”
Y otro himno nos recuerda:
    “Oh qué amigo nos es Cristo, Él llevó nuestro dolor”
Y especialmente nos deben animar las palabras de éste:
    “Cristo está conmigo, qué consolación;
    Su presencia quita todo mi temor.
    Tengo la promesa de mi Salvador:
    ‘No te dejaré nunca; siempre contigo estoy’.
    No tengo temor, no tengo temor.
    Jesús me ha prometido: ‘Siempre contigo estoy’.


La promesa de Dios es: “Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco” (1 S. 2:30).  

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Cuatro Señales de Pactos 

Carlos Tomás Knott

Dios en Su pura gracia y bondad ha hecho pactos con los seres humanos, para su bien. Además, ciertos de esos pactos son acompañados de señales divinamente establecidas

El Arco Iris


    El arco iris es un fenómeno de origen divino. Ezequiel 1:28 es el primer texto que utiliza la expresión “arco iris”, y es asociado con la gloria de Dios. Pero hallamos su origen en Génesis – naturalmente – el libro de orígenes. En Génesis 9:8-17, después del diluvio Dios prometió:
“Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. Y dijo Dios: Ésta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne” (v. 11-15).
    Dios no prometió no juzgar el mundo, sino no enviar otro diluvio destructor. Conoce la condición arruinada de la raza humana aun después del diluvio: “el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud” (8:21). Pero Dios ha honrado Su pacto. Nunca ha habido otro diluvio ni destrucción mundial. Su misericordia y paciencia son grandes. C.H. MacKintosh comenta:

“Toda la creación deriva su confianza – en cuanto a su exención de otro diluvio –  de la firmeza de ese pacto divino del cual el arco iris es la señal, y nos es grato pensar que toda vez que el arco de colores atraviesa las nubes, el ojo divino descansa sobre él, y no es simplemente el hombre el que se acuerda sino Dios también, cuya memoria no puede fallar jamás. Dios dice: ‘Me acordaré’”.

En estos postreros tiempos el arco iris ha sido diabólicamente empleado como bandera y símbolo de los homosexuales. Dios juzga el pecado, y no justificará al impío. Romanos 1:26-28 apunta los pecados del lesbianismo y el homosexualismo en la lista de pecados por los que los seres humanos son “dignos de muerte” (v. 32). El juicio vendrá. “La condenación no se tarda, y su perdición no se duerme” (2 P. 2:3). En Apocalipsis 4:3 y 10:1 el arco iris aparece, primero alrededor del trono de Dios, y después encima de un ángel fuerte. En ambos casos vienen terribles juicios sobre los moradores de la tierra.

    Hoy es día de gracia, porque Dios no quiere que ninguno perezca. Anuncia el evangelio y ofrece salvación. Pero en lugar de arrepentirse y creer, los seres humanos malinterpretan Su paciencia como indicación de que el pecado no es grave, o que Dios no existe o si existe no juzgará, porque, según ellos, Su amor hace imposible eso. De este modo menosprecian las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que Su benignidad les guía al arrepentimiento (Ro. 2:4). Atesoran para sí mismos “ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios” (Ro. 2:5). El arco iris no salvará a nadie del juicio de Dios. Solo Jesucristo salva.                                                                                                                                                           

continuará, d.v.

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¿Amamos Como Cristo?

Randal Amós, Oregón, EE.UU.


Seguramente a algunos les sorprenderá leer que el amor no siempre es bueno, y no es la solución de todos los problemas en el mundo. Algunos amores están equivocados, otros mal enfocados, otros superficiales, otros mundanos y aun positivamente malos. El autor del artículo que sigue, Randal Amos, nos invita a meditar en las cualidades del verdadero amor, para que apreciemos el amor de Cristo y para que reconozcamos nuestros amores erróneos y aprendamos a amar más como Él.
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Amor Con Verdad (Jn. 18:37; 1 Co. 13:6)
    Amor sin verdad es engañoso y dañino. Podríamos decir “feliz viaje” a alguien sin decirle la verdad desagradable de que hay peligro en el camino porque hay un puente caído. Sería tal vez una forma socialmente amistosa de hablar, pero no es un amor solícito. El Señor Jesucristo nunca sacrificó la verdad sobre el altar del amor, sino se sacrificó a sí mismo por amor de la verdad del juicio de Dios. Él vino para testificar de la verdad, y fue crucificado por ella. Pablo escribió: “el amor...se goza de la verdad”.
    
Amor Con Justicia  (Os. 12:6; Ro. 3:26 Ef. 5:2)
    Amor sin justicia destruye su valor. Oseas dijo: “guarda misericordia y juicio”, porque van juntos. No hay que escoger entre ellos. Si perdonas a un violador sin acusarle legalmente, esto puede ser misericordia para él, pero destruye el alma de la víctima. Si el castigo judicial no es pagado, en lugar de mostrar el valor de la víctima se le desprecia. Para que Dios perdonase al pecador, la paga legal de muerte debía ser ejecutado en el Señor Jesús. Por eso la Biblia declara que “Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios” (Ef. 5:2). Es la única base sobre la que Dios puede ser justo y él que justifica al que es de la fe de Jesús. El amor legal valora a Dios y al hombre.

Amor Que Aborrece (Sal. 97:10; Ap. 2:15)
    En nuestro mundo, el mal no solo existe, sino es dañino y destructivo, y no glorifica al Dios santo. ¿Es santo y bueno amar el mal? Si un niño se divierte jugando con una víbora, ¿no sería amor interrumpir y parar ese placer? La Biblia exhorta así: “Los que amáis a Jehová, aborreced el mal” (Sal. 97:10). Otra vez Dios manda: “Aborreced el mal”  (Am. 5:15). El Señor Jesucristo habló de “la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco” (Ap. 2:15), y reprocha a la iglesia por su tolerancia. El amor aborrece el mal, porque ama el bien.

Amor A Su Tiempo (2 Co. 2:6-8; Ecl. 3:8)
    Para valorar correctamente la justicia, el arrepentimiento viene antes de otorgar el perdón. El evangelio del amor de Cristo no perdona a nadie hasta que se arrepienta del pecado. Cuando alguien es sacado de la comunión de la iglesia por su pecado, solo debemos administrarle el perdón después de ejecutar la disciplina y ver luego fruto de su arrepentimiento. Entonces, no antes, debemos perdonarle y confirmar el amor para con él (2 Co. 2:7-8). Como en muchas otras cosas, el tiempo de actuar es importante. Salomón nos recuerda que hay “tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz” (Ecl. 3:8).

Amor Que Juzga (He. 12:6; Fil. 1:9).
    Porque amamos a nuestros niños, diariamente juzgamos lo que es mejor para ellos – su comida, su desarrollo físico, sus juguetes, su desarrollo mental. Si no hacemos esos juicios sino les dejamos hacer lo que les parece, esto no es amor. El amor que no juzga es locura imprudente. El Señor ama a Sus hijos, y Él hace muchos juicios para nuestro bien. También nos juzga (disciplina) para que aprendamos, pues “el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo” (He. 12:6). Su amor no tolera el mal. Él no cree en el amor ciego, sino quiere que nuestro amor “abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento”.

Amor Que Obedece (Jn. 14:15, 31)
    Muchos profesan amar al Señor, quizás en oración o en los himnos que cantan. ¿Es verdad si un hijo dice a los padres que les ama, pero nunca les obedece? El Señor Jesús demostró Su amor al Padre en que obedecía Su voluntad hasta el extremo de la cruz: “para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago” (Jn. 14:31). El amor se sacrifica, y el que ama se sacrifica a sí mismo. El Señor dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. Es más que hablar bonito. El amor sin obediencia es como un árbol sin fruto.

Amor Inmerecido (Ef. 2:4, 8-9; Ro. 5:6-10)
    Muchas personas aman a lo que es amable. La “bondad” de otros merece nuestro amor, y hace fácil que les amemos. Pero ¿cuántos aman a los que no lo merecen, o a sus enemigos? Un soldado podría morir por un buen compañero, pero no lo haría por el enemigo que intenta herirle o matarle. El amor de Dios se expresó cuando Él dio a Su Hijo unigénito como la ofrenda perfecta por el pecado – por nosotros, impíos pecadores, Sus enemigos. Este amor que salva es una demostración de gracia. El amor que salva, Su gran amor, no requiere mérito. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras...” (Ef. 2:8-9).
    Deseo que esta sencilla meditación profundice nuestro aprecio del amor del Señor, y para que aprendamos a amar correctamente.

 

traducido de la revista Precious Seed, mayo 2021

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“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos [amor propio], avaros [amor al dinero], vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites [placeres] más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”.

2 Timoteo 3:1-5

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El Adivino



Un amigo mío viajaba en tren. Cinco de las nueve personas en el vagón comenzaron a jugar a las cartas con una baraja francesa/americana. Invitaron a los demás a unirse a ellos y jugar, pero todos rehusaron. Vieron a mi amigo mirando y le dijeron: “Usted sabe jugar. Venga y juegue”.
    “Sí, una vez sabía cómo jugar, pero hace mucho”, respondió. Pensando que podrían ganar su dinero, siguieron animándolo hasta que al final dijo: “No puedo jugar, pero puedo decirles su futuro”. Intrigados por esta oferta, le animaron a hacerlo. “Si en verdad lo desean, pero les advierto que puede que no sea muy agradable”. Insistieron, así que él dijo: “Denme el cinco de picas”. Se la dieron. “Necesitaré una cosa más, si no les importa”. Al preguntarle qué era, la respuesta fue: “una Biblia”, pero dijeron que no tenían ninguna. “No, pero en el pasado cada uno de ustedes la tenía”, dijo el adivino, “y de haber seguido sus preceptos, no serían lo que hoy son. Pero tengo una conmigo”. Al sacar la Biblia de su bolsillo, sintió que ellos hubiesen estado más contentos si él hubiera sacado una pistola.
    El adivino comenzó: “¿Ven las dos picas de arriba en esta carta? Ellas representan sus dos ojos. La del medio representa su boca, y estas otras dos de abajo representan sus rodillas. Ahora bien, en Apocalipsis 1:7 leemos: ‘He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá’. Aquí habla de Jesús, que una vez estuvo rojo con Su sangre derramada por pecadores como ustedes y yo. Los ojos son los ojos de ustedes, que le verán cuando estén delante de Él para ser juzgados. Éste es el futuro de sus ojos”.  Entonces, continuó: “Respecto a su boca y sus rodillas, leemos: ‘para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre’ (Filipenses 2:10-11).
    Ellos ya habían oído más de lo que querían, pero él continuó: “Ésta sólo es la primera lectura de esta carta. Ahora la segunda: Estas cinco picas representan cinco palas que puede que dentro de poco caven los fosos de ustedes cinco pecadores. Entonces sus almas estarán en el infierno clamando en agonía con gran añoranza de una sola gota de agua.
 
   Después de una pausa en silencio, dijo: “Yo sin duda era peor que todos ustedes, y ustedes se escaparán de esta terrible fortuna si hacen lo que yo hice. Con los ojos vi que Jesucristo había muerto en una cruz por mí, llevando mi condenación. Mi lengua le confesó como Señor, y mis rodillas se doblaron a Él en humilde sumisión. Si hacen esto, puedo predecirles lo contrario de todo lo que he dicho anteriormente”. Entonces, el tren paró y aquellos cinco hombres salieron corriendo como si estuviera ardiendo el vagón.
    Años después, mi amigo fue saludado por alguien que le deseó “buenas noches”. “Son buenas noches si usted tiene todos sus pecados perdonados”, él respondió.
    “Me alegro de ver que usted todavía adivina el futuro”, dijo el extraño. Mi amigo le aseguró de que él no hacía nada así, pero el hombre insistió. “Usted me dijo el futuro hace más de diez años”, y le recordó aquel viaje en tren.
    “¡Ah! Recuerdo” dijo. “¿Le dije la verdad?” El hombre le dijo que tres palas ya habían cavado tres fosos de los cinco, y que el cuarto hombre estaba ansioso de ser salvo de la fortuna que le había sido declarada. Curioso, mi amigo pregunto: “¿Y usted?”
    “Cuando usted nos encontró, mi madre acabó de morir. Las últimas palabras que ella me dijo eran éstas: ‘He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá’. Cuando usted citó estas mismas palabras, no me lo podía creer. Intenté ahogarlas con bebida, pero continuamente escuchaba: ‘todo ojo le verá’. Un día paré en la calle para escuchar a algunos que cantaban, y uno de ellos se puso a predicar, diciendo: ‘He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá’. Fue más de lo que podía soportar. Aquella noche mis ojos vieron a Jesucristo como mi Salvador, entonces doblé mis rodillas en sumisión a Él y con mi lengua le confesé como mi Señor.       – W. L.

“Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.  Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Epístola a los Romanos 10:9-10). 

 

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