Entradas populares

martes, 22 de septiembre de 2020

EN ESTO PENSAD agosto 2020

 La Gimnasia Intelectual


“Profesando ser sabios, se hicieron necios” (Ro. 1:22)
 

La Biblia testifica que los hombres, a pesar de su conocimiento de Dios, cometieron el suicidio espiritual: “cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador” (Ro. 1:21-25). Aunque esos versos hablan de algo que sucedió en el pasado, la verdad es que hoy sucede. ¡Se suicidan espiritualmente! Realmente creen que el universo vino de un “big bang” y que el ser humano, finito y pecaminoso, puede solucionar los problemas del mundo y traer una nueva era de paz y seguridad mundial. Pero la Biblia advierte claramente que no será así, pues “...cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán” (1 Ts. 5:3).
    Desafortunadamente la insensatez espiritual no se limita a los del mundo. Muchos evangélicos, aun personas de “las asambleas”, juegan a la gimnasia intelectual con las Escrituras. Adoptan el rumbo mundano de nuestra época, ignoran las Escrituras como si no tuvieran relevancia, o las desvirtuan con sus propios razonamientos. Enfatizan la “libertad cristiana” y la usan como excusa para disfrutar el mundo y todos sus placeres. Aun introducen conceptos y prácticas del mundo en las iglesias para ponerse la día, y así supuestamente alcanzar a los del mundo.
    Vemos claramente esa gimnasia intelectual en la campaña liberal y feminista para la “igualdad de la mujer en la iglesia”, o como dijo un misionero inglés en España, "para potenciar el ministerio de la mujer". Muchos líderes eminentes se han manifestado a favor de grupos como “Cristianos A Favor De La Igualdad Bíblica”.  Ese nombre engaña, porque en realidad los del grupo promueven enseñanzas y prácticas no bíblicas. Juegan a la gimnasia intelectual con Gálatas 3:28, “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. Deducen que no hay cabeza en el matrimonio, la familia o la iglesia. Si fuera verdad, no solamente los hombres y las mujeres tomarían parte igual en el matrimonio y la iglesia, sino también los niños serían iguales con sus padres.   
    Esa organización presentó sus ideas en la revista Christianity Today (“El Cristianismo Hoy”, Abril 1990). Enseña que el liderazgo del varón sobre la mujer fue resultado de la caída y no es válido para creyentes. Pero 1 Timoteo 2:12-13 nos hace ver el fallo de esa enseñanza. Su publicidad llama a las mujeres a involucrarse en “el cuidado pastoral, la enseñanza, la predicación y la adoración”. No es el propósito de este artículo responder a todos esos errores, sino solo señalarlos y advertir que tales ideas entran en las asambleas mediante las escuelas bíblicas, los pastores, las organizaciones paraeclesiales, las reuniones de mujeres, los campamentos y retiros para jóvenes universitarios, etc. El razonamiento más común entre todos ellos es el argumento cultural, aunque carece de base bíblico. Traen sus suposiciones y predisposiciones a la Biblia como lentes que distorsionan la vista y no permiten que uno crea simplemente lo que ella dice. Sus argumentos complicados dependen de razones extra-bíblicas, porque no están en las Escrituras. Pocos vigilan lo que es enseñado en esos grupos. Los ancianos no asisten para oír y si es necesario corregir. Así la mala doctrina puede entrar y obrar como levadura. Cambiando de figura, los que asisten a los estudios de esos grupos o escuelas, salen con la mente contaminada.
    Quizás lo más espantoso sea que de más de doscientas personas que firmaron manifestando su acuerdo con las declaraciones de este grupo, aparecieron apellidos conocidos como: F.F. Bruce, Cole, Davids y Liefeld, que eran evangélicos conocidos en las asambleas de Norte América e Inglaterra. También están otras “eminencias evangélicas” como Stuart Briscoe, Antonio Campolo, William Hybels y otros.
    Está claro que esos hombres y mujeres no usan bien la Palabra de verdad (2 Ti. 2:15). No distinguen entre la posición del creyente bajo la gracia de Dios, y la función del cristiano bajo el gobierno de Dios, en la iglesia, el matrimonio y el hogar. Su texto favorito, Gálatas 3:28, está en la epístola que trata nuestra posición bajo la gracia de Dios, donde es absolutamente verdad que en Cristo todos somos iguales. Sin embargo, otras escrituras enseñan nuestra función como creyentes, y dan un orden que observar y seguir en el hogar y también en la iglesia. Este orden divino incluye papeles distintos para los hombres y las mujeres (1 Co. 11:3; 14:34-35; Ef. 5:22-25; 1 Ti. 2:11-14).
    Tristemente, el feminismo mundial y cada vez más iglesias descartan el orden que Dios estableció, llamandolo: “progreso”, “crecimiento” o “madurez”. Pero en realidad es una señal clara del fracaso. Los hombres fracasan respecto al liderazgo que debieran tomar, y las mujeres fracasan porque se rebelan contra el lugar y la función importante que la Biblia las asigna. En estos postreros tiempos cuesta mucho ser fiel a la Palabra de Dios cuando muchos  "evangélicos" la abandonan y no se someten a ella (Ap. 3:8). Procuremos con diligencia presentarnos a Dios aprobados, no teniendo de qué avergonzarnos, usando bien la Palabra de verdad, y persistiendo en ella (2 Ti. 2:15; 3:14).

                  Steve Hulshizer, de un artículo en MILK & HONEY (“Leche Y Miel”), Nº 7, en julio de 1992. Han pasado 18 años y el problema es peor hoy que entonces. 

 -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  - 

¿Hay Obispos Sobre Las Iglesias?


En la iglesia católica romana existe una jerarquía bien definida:


    Pero en las iglesias neotestamentarias no hay nada similar. No hay Papa, sino Cristo. No hay cardenales, ni obispos. Todos los creyentes son sacerdotes y entre ellos, no sobre ellos, hay hermanos ancianos y otros que son diáconos. No hay religiosos ni laícos. Esto es todo. Sobre las iglesias locales está Cristo, nadie más. El que anda en medio de las iglesias es Cristo, no ningún hombre como obispo. Pero hoy hay hombres que quieren controlar a todas las asambleas de su zona o departamento. Están usurpando el lugar del Señor Jesucristo. No importa cuánto saben ni cuánto dinero tienen. No cedamos a los hombres el lugar de Cristo. No hay nadie entre las iglesias locales y el Señor. Recordemos la visión del apóstol Juan en Apocalipsis 1:13-16. 


"y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplan
dece en su fuerza".

    Los hombres que intentan andar como señores en medio de las iglesias son usurpadores. Por ejemplo, un hermano anciano en una iglesia en una ciudad no tiene ninguna autoridad sobre otras iglesias. Si hay varias otras iglesias en su localidad, él no manda en ninguna de ellas. No puede poner ni quitar ancianos en ninguna. Ninguna federación ni asociación tiene poder ni autoridad bíblica para mandar a las iglesias. La Palabra de Dios no reconoce a tales jerarquías. No hay obispos, cardenales ni papa en las asambleas. Si un hombre quiere actuar así, debe ser parado, como las palabras de 2 Crónicas 26:18, "No te corresponde a ti". 

                                         Carlos

-  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  - 

La Autonomía y el Señorío de Cristo
 

    Cada iglesia local es autónoma delante del Señor. No es gobernada por ninguna otra iglesia, grupo de iglesias, consejo de hombres, asociación de iglesias ni nada parecido. Pero sí es gobernada por el Señor Jesucristo.
    La autonomía es respecto a otras iglesias y hombres, pero ninguna iglesia es autónoma en el sentido de hacer lo que quiere, sino que todas deben someterse y obedecer al Señor de las iglesias. Mira en Apocalipsis 1:13-16 y recuerda quién está en medio de los siete candeleros que representan a las iglesias. ¿Quién se encarga de gobernar, animar y castigar a las iglesias según su comportamiento? Es el Señor Jesucristo.
    Él mismo dice: "¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?" (Lc. 6:46). Cristo gobierna cada iglesia local, incluso gobierna a los ancianos. Su Palabra es la guía y autoridad, Sus mandamientos deben ser obedecidos. Ninguna iglesia verdadera se libra del señorío de Cristo. Y Cristo nos manda qué hacer con los que lo intentan (Ro. 16:17-18). 

 -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  



 -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  

 


 
-  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  - 
¡Hay Que Cambiar!


En todas partes del mundo la gente demanda cambios. Seguramente hacen falta, como en los tiempos de Juan el Bautista. Pero ¿qué tipo de cambios? En el día lúgubre de Juan, él vino predicando la Palabra de Dios. ¿Cuál era el mensaje de Dios por medio de él?
    ¿Era el cambio de mejores salarios? ¿Esto remediaría la situación? Consideramos si todos los sindicatos, los grupos de presión y las huelgas han solucionado hoy todos nuestros problemas. La gente hoy gana más que nunca en la historia, y en algunos países también hay ayudas del gobierno. Pero en lugar de estar contentos, demandan más. El dinero no soluciona los problemas, pero el amor al dinero es raíz de todos los males.
    ¿Era el cambio de mejor gobierno? Si derrocas a un hombre pecaminoso y pones a otro pecador en su lugar, ¿qué provecho hay en esto?
    ¿Debían efectuar cambios a través de la desobediencia civil? ¿Ayudarían las marchas, protestas y los enfrentamientos? ¿Deberían tomar las carreteras y paralizar a sus ciudadanos para presionar al gobierno? ¿Qué realmente conseguirían así?
    ¿Y si lucharon para efectuar cambios por medio de mejor educación? ¿Esto ha menguado la población de nuestras prisiones, o solo son criminales con más conocimientos? ¿Son las escuelas y las universidades lugares de gran moralidad e integridad, o de lo contrario?
    ¿Predicaba el cambio violento de una revolución con armas y bombas? ¿Puede un masacre, un baño de sangre, lavarnos de nuestros pecados?
    A todo esto la respuesta es un “¡NO!” enfático. Juan el Bautista predicó el arrepentimiento personal, no esas otras cosas. El cambio necesario entonces y hoy no es del hombre externo o las condiciones externas. ¡Es necesario un cambio de corazón! La naturaleza de todo ser humano está contaminada con el pecado, “por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Cristo declaró que el mal está en el corazón: “Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Marcos 7:20-23). ¡El problema está en el corazón!
    Ni la política, ni la educación, ni la religión, ni el dinero ni la filosofía  cambian el corazón del hombre. Solo Dios puede hacer esto. Él obra en los que se arrepienten y confían en el Señor Jesucristo que murió por sus pecados, resucitó y vive en el poder de una vida indestructible. Cristo con gran poder salva y socorre “a todos los que por él se acercan a Dios” (Hebreos 7:25).

-  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  -  - 

 PREPÁRATE PARA
EL TRIBUNAL DE CRISTO 
(II)


viene del número anterior


Texto: Romanos 14:10-12  "...todos compareceremos ante el tribunal de Cristo... cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí".

3. Nuestra mayordomía de todo: el cuerpo, las fuerzas, la mente, los afectos, el tiempo, el dinero. Romanos 6:13 manda que presentemos nuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. 1 Corintios 6:20 nos manda a glorificar a Dios en nuestro cuerpo, y en nuestro espíritu, los cuales son de Dios. ¿Qué queda para nosotros? Nada, porque hemos sido comprados por precio. ¿Qué hacemos con el cuerpo? ¿Lo disciplinamos y lo ponemos en servidumbre (1 Co. 9:26-27), o proveemos para los deseos de la carne? (Ro. 13:14). ¿Lo vestimos como al Señor le gusta, o seguimos las modas del mundo? ¿Qué hacemos con el dinero? El Señor mandó: “No os hagáis tesoros en la tierra” (Mt. 6:19), pero es quizás el mandamiento más ignorado. William MacDonald dijo que a la mayoría de los cristianos es como si este versículo no estuviera en la Biblia. Manda: “sino haceos tesoros en el cielo” – no dice: “haced también tesoros en el cielo”, porque eso daría a entender que está bien tener tesoros en el mundo mientras que tengas también en el cielo. No enseña esto. Son lugares mutuamente exclusivos. O en el cielo, o en la tierra. ¿Vivimos vidas sencillas de fe e invertimos todo lo posible en el reino de Dios, o somos como aquellos ricos en Marcos 12 que echaron en la ofrenda lo que les sobraba? Cristo sabe lo que ponemos en la ofrenda, y lo que nos queda en el bolsillo, el bolso o la cuenta. Daremos cuenta a Él de todo eso. ¿Cómo usamos el tiempo? Todos tenemos 24 horas en cada día y 168 horas en cada semana. ¿Qué hacemos con esos días y horas que Dios nos confía? ¿Los redimimos o andamos como necios? (Ef. 5:15-16; Col. 4:5). Mejor orar: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Sal. 90:12), y aprender ahora, porque cada uno dará cuenta de sí delante del Señor.

4. Nuestra vida de soltero/a. 1 Corintios 7 dice: “El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor” (v. 32), y “La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en cuerpo” (v. 34). El propósito de esta etapa de la vida es tener cuidado de las cosas del Señor, agradarle y ser santo. ¿Dónde está hoy esta clase de solteros? Muchos aparentemente piensan que esa etapa de su vida es para sí, para divertirse con sus amigos, para preparar una carrera y planificar su futura vida cómoda. Se equivocan, y el Señor examinará todo esto. C. T. Studd dijo: “Solo una vida, pronto pasará, solo lo hecho para Cristo durará”.


5. Nuestro matrimonio y familia. Siendo que el matrimonio es una institución divina, y que Él ha dado amplia instrucción al respecto, nuestro comportamiento matrimonial será juzgado. Para empezar, el yugo desigual está prohibido (2 Co. 6:14-7:1). Si hemos “convertido” a alguien para casarnos “cristianamente”, el Señor lo sabe y lo juzgará. Luego en el matrimonio cristiano, ¿los maridos se han portado como cabeza, fielmente, han dirigido y pastoreado, en amor como Cristo? (Ef. 5:25-29). ¿Las esposas han sido ayudas idóneas, castas, cuidadosas de su casa, sujetas a sus maridos, y los han reverenciado como “aquellas santas mujeres que esperaban en Dios”, como Sara que obedeció a Abraham llamándole “señor”? (1 P. 3:5-6) Hoy hay mujeres "cristianas" que morirían antes de hablar así a su esposo. Tienen una actitud dominante en su casa y matrimonio. Pero la agenda feminista no es aprobada por Cristo.  Dios también ha dado instrucciones acerca de los hijos y los padres. Proverbios contiene instrucciones de padre a hijos. Proverbios 1:8 manda: “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre”. A los hijos se les manda honrar y obedecer a sus padres, y aunque en el mundo hoy no se enseñan esas cosas, en la Palabra de Dios sí. En el Tribunal de Cristo nuestro comportamiento en familia será examinado a la luz de Su Palabra.

 
6. Nuestros amores y gustos. 1 Juan 2:15-17 nos manda: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo”. Pero en los postreros días las personas que profesan piedad – profesan ser cristianas – serán “amadores de sí mismos”, “avaros” (literalmente: amadores de plata), y “amadores de los deleites” (2 Ti. 3:2-4), no de Dios. El amor de Dios ha sido derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha sido dado (Ro. 5:5), y es fruto del Espíritu Santo (Gá. 5:22), pero no es para lo del mundo sino lo de Dios. El salmista exclamó: “¡Oh cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación” (Sal. 119:97). ¿Es así con nosotros? Viene el juicio, y daremos cuenta al Señor.

7. Nuestros amigos y compañeros. Muchos piensan que tienen derecho a escoger sus amigos, pero esto también está bajo el señorío de Cristo. No escogemos a los que van a la escuela o el lugar de trabajo, ni a nuestros vecinos, pero debemos tener cuidado de escoger bien los amigos conforme al mandato del Señor. El Salmo 1:1 da tres tipos de personas que no deben ser nuestros amigos. El Salmo 119:63 dice: “Compañero soy yo de todos los que te temen y guardan tus mandamientos”. ¿Usamos el criterio divino para nuestras amistades? 2 Timoteo 2:22 manda: “sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor”. Debemos ser amables con todos, pero nuestra amistad debe estar reservada para los que temen al Señor, guardan Su Palabra y de corazón limpio le invocan. En el Tribunal de Cristo darás cuenta de tus amistades.

8. Las Iglesias. En Apocalipsis 2-3 hay siete cartas del Señor Jesucristo a siete iglesias. Tratan temas del Tribunal, es decir, del juicio divino, aunque todavía esas iglesias tenían tiempo para cambiar y mejorar. Reconocía las cosas bien hechas, y reprendía las demás cosas. Efectivamente el Señor mandó a cinco de las siete a arrepentirse. Tarea difícil es ésta. Los creyentes predicamos a los pecadores que deben arrepentirse, pero se nos olvida que nosotros también tenemos que arrepentirnos. Hay asambleas que deben arrepentirse porque no agradan al Señor. Se parecen más como las denominaciones que como asambleas de santos. Y eso porque no practicamos lo que predicamos.  ¡Qué iglesia quiere arrepentirse! Pero el Señor dice: “porque si no...”  Es lenguaje de ultimátum. Advierte que si no hay cambios, quitará el candelero, que vendrá como ladrón, que peleará contra la iglesia y a una dice: “te vomitaré de mi boca”. ¡Le dan nausea, asco!
    Hermanos, no somos señores de las iglesias ni podemos hacer lo que nos parece. Ningún anciano, obrero ni misionero tiene autoridad para cambiar lo que el Señor manda en Su Palabra. Recordemos que Dios compró a la iglesia con la sangre de Cristo. Es Suya, no nuestra. Cristo es su Señor y la juzgará en el Tribunal. ¿Qué usará en el juicio? Su Palabra. Todos la tenemos, y no hay excusa, sobre todo hoy cuando hasta en el teléfono uno puede leer la Biblia. Pablo advirtió a los corintios que las cosas que él les escribió son “mandamientos del Señor” (1 Co. 14:37). Entre esos mandamientos del Señor está éste: “vuestras mujeres callen en las congregaciones” (v. 34), válido en “todas las iglesias de los santos” (v. 33). Pero el feminismo ha invadido las iglesias, y los hombres liberales o cobardes que lo han permitido darán cuenta y sufrirán pérdida en el Tribunal de Cristo.
    “Es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios” (1 P. 4:17). Todavía estamos a tiempo para arrepentirnos y volver obedientes a la Palabra de Dios. No cometamos el error de Israel, como vemos en Jeremías 6:16-17. “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos. Puse también sobre vosotros atalayas, que dijesen: Escuchad al sonido de la trompeta. Y dijeron ellos: No escucharemos”.

    Amados, Dios nos ha dado todos los recursos necesarios para regocijarnos en el Tribunal de Cristo. Hemos sido justificados por la fe. Tenemos paz para con Dios. El amor de Dios ha sido derramado en nuestro corazón. Hemos sido quitados de Adán y el reino del pecado y la muerte (Ro. 5), y puestos en Cristo donde abunda la gracia. Hemos muerto con Cristo y resucitado con Él, y por eso hemos sido librados del dominio del pecado (Ro. 6). También hemos muerto a la ley, y no estamos bajo su condenación (Ro. 7). Además, tenemos el Espíritu Santo, para vivir para Dios, dar fruto y agradarle (Ro. 8). Tenemos Su Palabra para guiarnos y librarnos de la sabiduría humana y la corriente del mundo.
    Pero vivimos en los postreros tiempos, tiempos peligrosos, cuando los profesados cristianos no sufren la sana doctrina (2 Ti. 4:3-4). Hermanos, seamos sobrios. Prediquemos y obedezcamos la Palabra. Seamos fieles al Señor y esperemos Su venida, porque “aun un poquito y el que ha de venir vendrá, y no tardará” (He. 10:37). Y “es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo” (2 Co. 5:10).
 

Carlos Tomás Knott 

No hay comentarios: