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sábado, 12 de noviembre de 2016

EN ESTO PENSAD -- diciembre 2016

El Problema Del Discernimiento

G. A. Lehman

Un niño pequeño le dijo a su padre: “Ahora sé de dónde vienen los caballos: el señor Sánchez, el herrero, los fabrica cerca de aquí”.
 “Oh, no”, le respondió su padre: “los caballos nacen como lo hacen las vacas, los pollos o la gente; no se fabrican”.
   “No señor”, insistió el niño: “el herrero los hace, yo le vi hacer uno”.
    El padre estaba preocupado por la insistencia del muchacho y le preguntó: “¿Exactamente, qué fue lo que viste? ¿Viste al herrero hacer todo un caballo?” Y recibió la sorprendente respuesta: “ No, no le vi hacer uno entero, pero vi cómo terminaba uno. Estaba clavándole los pies, cuando pasé por allí”.
    Sonreímos a causa de las observaciones inmaduras del jovencito, pero su historia ilustra uno de los grandes problemas que enfrentan los cristianos en una sociedad decadente. Es el discernimiento de lo verdadero y de lo falso, el discernimiento de lo correcto y de lo incorrecto. El problema está mezclado con la presencia de mundanalidad en la Iglesia, lo que tiende a difuminar las fronteras entre el bien y el mal. Crea una neblina espiritual en que las líneas de demarcación, como la piedad y la santidad, no son claramente discernidas. En este punto necesitamos buscar una definición.
    ¿Qué es el discernimiento? Las palabras griegas traducidas por las palabras “discernir”, “discernidor” o “discernimiento” dan las ideas de examen, discriminación, separación y determinación de juicio. El uso de estas palabras determina su significado. El ejercicio del discernimiento consiste en un examen de los hechos, la separación y la discriminación entre ellos, para poder llegar a una determinación o juicio.

EL PRONÓSTICO DEL TIEMPO

     Una excelente ilustración de discernimiento puede ser vista en la actividad del hombre del tiempo, del meteorólogo.
     Primero. Él examina los hechos evidentes. Si hay viento, observa su dirección, velocidad, altitud y duración. Si hay presencia de nubes, observa su formación, densidad, elevación y movimiento. Puede estar lloviendo, observa dónde, cuándo y que cantidad cae. Además de ello, debe considerar otros hechos como la temperatura, la presión barométrica, ¿sube, baja o permanece igual?
     Segundo. El meteorólogo debe separar y discriminar entre los hechos acumulados. Encuentra que la velocidad del viento sopla sin variaciones del sudoeste, densas nubes de lluvia se acercan por la misma dirección, como parte de un frente frío que va a tener una colisión inminente con el aire cálido que hay en la zona.
     Tercero. Llega ahora a una determinación o juicio, reuniendo todos los hechos, y predice que lloverá. El meteorólogo es así un discernidor que ha ejercido el discernimiento.
               
LA FALTA DE DISCERNIMIENTO

     La falta de aplicar al reino espiritual los principios de discernimiento, como los de nuestra ilustración, fue condenada por nuestro Señor Jesucristo. Así lo encontramos en Mateo 16:1-3 y en Lucas 12:54-56, “Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle”.
     En Mateo, nuestro Señor trataba con los líderes religiosos, en Lucas con el pueblo. La advertencia es pues a todos. Es importante que los cristianos se ejerciten en el discernimiento espiritual. Si el pueblo del día de Cristo hubiera hecho esto, lo hubiera reconocido como el Mesías. Los mensajes y escritos de los profetas eran bien claros. De veras son tristes las palabras de Juan 1:11, “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”.

continuará, d.v. en el siguiente número
 
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¡NO TIRES LA TOALLA!

Las aflicciones no surgen sin razón, así que no seamos impacientes con ellas. "Se ahoga en un vaso de agua" es el dicho que corresponde a aquellos que se rinden ante la mínima prueba o dificultad. En la vida cristiana, necesitamos algo para ablandar esta vida tan dura. Las presiones de las aflicciones ayudan a mantenernos en buena forma. La aflicción nos beneficia porque nos anima a arrodillarnos, y consigue que abramos la Biblia a los pasajes precisos que tanto necesitamos.
    Si tú, hombre fuerte, pudiente, con cara radiante y los bolsillos llenos, abrieras la Biblia, a lo mejor no te significaría mucho. Pero para ti que eres una madre con el corazón quebrantado, o un niño enfermo, o una persona que ha sido abandonada o traicionada, la Biblia en tus manos se abre exactamente donde necesitas leer. Dame tu Biblia y te diré tu historia. La Biblia del rico y próspero es como él, bien preservada; demasiado bien.
    Dame la tuya, hombre de corazón quebrantado, ojos llenos de lágrimas y frente arrugada. Mírala cómo está con todas las marcas, las páginas dobladas, las notas, las estrellitas y los pasajes subrayados. No necesito una concordancia si quiero encontrar las promesas en esta Biblia: los Salmos de David, la descripción de gracia y gloria en Isaías, y mil lugares en Jeremías, incluso en Lamentaciones. Veo que la tristeza ha sido tu huésped, y la hospitalidad que tú le ofrecías fue la paciencia. Has acompañado al Varón de dolores, calcando Sus huellas en los Evangelios. Si quieres saber el valor de la Biblia en un hogar, consulta a los que la han necesitado más, y sé aconsejado por su respuesta.
    Cuando los peregrinos celestiales un día comparen notas, será descubierto entre ellos que la mayoría aprendieron esa lección en las llamas de la aflicción. Los golpes y quebrantamientos abren la corteza y dejan calar mejor en nosotros la lección del Maestro celestial.

Anónimo, traducido y adaptado de la revista UPLOOK, con permiso.
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La Prueba De La Espera

La palabra "ahora" describe bien nuestro mundo. ¡Queremos todo ahora! Hay restaurantes de comida rápida, cajeros automáticos, ordenadores personales, email y servicio de internet de alta velocidad. Y debido a estas conveniencias nos cuesta esperar.
    La impaciencia no se halla sólo en el mundo, sino también en el pueblo de Dios. Abraham y Sara vienen a la mente. Dios les había prometido un hijo, pero con el paso del tiempo se volvieron impacientes y tomaron las cosas en sus propias manos. Moisés intentó acelerar el horario de Dios, pero tuvo que esperar cuarenta años más para ser llamado por el Señor para sacar a Israel del cautiverio.
    A menudo la impaciencia es asociada con la juventud. Primeramente, ellos son los que más familiarizados están con el mundo de alta velocidad en que vivimos. A veces un joven puede pensar que debiera ser utilizado más en la asamblea o en algún ministerio, especialmente si ha recibido formación, pero los demás no ven las cosas de la misma manera. Algunos de los que pasan por esta situación simplemente se retiran, en lugar de tomar el lugar del siervo y esperar el desarrollo del plan del Señor. Es maravilloso considerar que el Hijo de Dios esperó treinta años antes de empezar Su ministerio público. Sin lugar a dudas, Él pasó Su tiempo de espera en completa paz, porque Él sabía que el tiempo de Su Padre siempre es perfecto.
    Cuando pensamos que los demás no nos tienen en consideración, quizá es porque estamos apurando el horario de Dios. Necesitamos ser pacientes como el Maestro, y continuar sirviendo humildemente a los demás, esperando pacientemente en el Señor. Su tiempo siempre es perfecto.
    “Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová” (Sal. 27:14).
      
                            Stephen Hulshizer
 
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¿CÓMO USAMOS EL TIEMPO?
 
Cada semana tienes las mismas 168 horas que los demás. Pero, ¿qué haces con ellas? Muchas estarán ocupadas con el trabajo o los estudios. Pensemos en las demás horas. ¿Cuánto tiempo pasas con la caja tonta? ¿Y cuánto con la Biblia, que te puede hacer sabio? ¿realmente crees que está bien gastar tu tiempo y ocupar tu mente con las telenovelas y las pelis? Si Dios nos habla por medio de Su Palabra, ¿Quién nos habla por medio de la tele? ¿No será el dios de este mundo? Hermanos, ¡Apaguemos la tele, mejor todavía, quítemosla de la casa, y leamos y estudiemos la Palabra de Dios! Aprovechemos el tiempo. Ef. 5:16
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LA MUERTE no toma vacaciones
 
Amigo, ¿qué pasará si mueres hoy? Mientras lees este tratado, puedes tener un leve dolor en el pecho o la cabeza; pero DENTRO DE POCAS HORAS, TÚ ESTARÁS MUERTO de un ataque de corazón o de una hemorragia cerebral. Pero estás pensando: “Esto nunca me pasará a mí”.
    “Cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Santiago 4:14).
    Puede que hoy por hoy tengas buena salud, sin problemas, pero EN EL CAMINO A TU CASA ESTA NOCHE PUEDES MORIR en un atraco, o accidente de coche. O cenando, te ahogas y caes muerto. ¿Te acuerdas de lo sobresaltado que estabas, la última vez que oíste acerca de alguien conocido que murió así? Puede que sean éstas las ÚLTIMAS PALABRAS que leas! ¡Seguro está que no puedes escaparte de la muerte!
    “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).
    Ahora a lo mejor piensas: “Si yo me muero hoy, estoy listo para ir; después de todo, no he hecho algo realmente malo. No creo que un Dios misericordioso me mande al infierno”. Pero, ¿cómo piensa Dios?
    “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). “Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21:8).
    De acuerdo a la Palabra de Dios, no importa cuán bueno hayas sido en comparación con otros, ¡lo que te mereces es arder en el lago de fuego por los siglos de los siglos, porque comparado con Dios, eres un pecador inmundo y condenado!

PERO DIOS TE HA DADO UN SALVADOR.

    “Mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23) “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16). ¿Cómo dice la Biblia que podemos tener vida eterna? ¡No por confiar en una iglesia o santo! ¡No por las buenas obras! Sólo por la fe en el Señor Jesucristo, el Cordero de Dios que murió por ti, y pagó tu condena..
    Escucha las palabras del apóstol Pedro: "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12). Amigo, necesitas ser salvo, y sólo el Señor Jesucristo puede salvarte. Él salva perpetuamente a todos los que por Él se acercan a Dios (Hebreos 7:25).

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INFORME ESPECIAL
Sobre La Psicología: ¿Ciencia o Religión?
V

Martin y Deidre Bobgan

(viene del número anterior) 
Según los psicologizadores del cristianismo, el impedimento más grande de una vida satisfactoria es la baja autoestima. En su afán por guiar a sus seguidores a la realización de toda su potencia (autoactualización), sustituyen una forma de egoísmo por otra (alta autoestima por baja autoestima). En cualquier caso, el yo es el centro de atención.
    La autoestima baja es popular porque es más agradable aceptar esa idea que confesar pensamientos malos, impíos y egoístas y luego arrepentirse creyendo lo que la Palabra de Dios dice. La baja autoestima necesita terapia psicológica para elevarla, mientras que los pensamientos pecaminosos requieren la confesión, el arrepentimiento, la restauración y el andar en la relación de amor con Dios que Cristo proveyó mediante Su cruz. Sugerimos que uno descubra en las Escrituras  su necesidad más grande, y la solución a sus problemas, y no use versículos para apoyar alguna moda psicológica. La necesidad más urgente y grande de la raza humana es el Señor Jesucristo, no la autoestima.
    Un autor y conferenciante comenta con tristeza: “Hoy en día el primer y más grande de los mandamientos parece ser: ‘Te amarás a ti mismo’”. Se queja con razón de que hoy “el máximo pecado ya no es deshonrar a Dios ni ser ingrato, sino no amarse uno a sí mismo”.21
    A menos que uno tuerce las Escrituras para conformarlas a las enseñanzas pro-egoismo, la Biblia claramente enseña que debemos centrarnos en Cristo y amar a los demás. Las exhortaciones principales de la Biblia son: amar a Dios por encima de todo y con todo el ser, y amar al prójimo como uno YA se ama a sí mismo. No existe la exhortación a amarse ni estimarse a sí mismo.
    Lejos de enseñar el amor propio como una virtud, las Escrituras enseñan que es una de las obras diabólicas de la carne. Pablo trata la cuestión del amor propio desde la perspectiva justamente opuesta a la de los hombres de nuestros tiempos tanto dentro como fuera de la Iglesia:

“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2 Timoteo 3:1-5).

    Las enseñanzas del amor propio, la autoestima y el autoaprecio son cosecha del mundo, no de las Escrituras. Son productos de psicólogos humanistas; no la verdad de la Palabra de Dios.
    Hay numerosos ejemplos de psicólogos cristianos que ahora son ministros ordenados. Comienzan con el deseo de cristianizar la psicología, pero acaban psicologizando el cristianismo. El Dr. Richard Dobbins, fundador y director de Emerge Ministries (“Ministerios Emerge”), es un ejemplo de muchos obreros que se han vuelto a la psicología.
    En su película de instrucción: The Believer and His Self-Concept (“El Creyente y Su Concepto de Sí”), Dobbins guía a su audiencia en una serie de pasos que terminan repitiendo esto: “Soy una persona amable, soy una persona digna, soy una persona perdonable”.22 En este ejercicio de Dobbins hallamos la confusión entre la verdad bíblica de que Dios nos ama, valora y perdona, y la mentira psicológica de que somos intrínsecamente amables, dignos y perdonables. Si tuviéramos una pizca de amabilidad, dignidad o mérito del perdón, entonces no tiene sentido que Cristo tuviera que morir por nosotros.
    Dios escoge amarnos debido a Su carácter, no el nuestro, aun cuando somos creyentes. Su amor, el valor que Él nos imputa y Su perdón nos vienen sólo por la gracia. Son completamente inmerecidos. No es por quiénes somos ni por ningún valor intrínseco nuestro, ni por nuestra propia justicia.
    La verdad paradójica, profunda y poderosa de las Escrituras es ésta: aunque en sí no somos amables, valiosos ni perdonables, Dios nos ama, nos valora y nos perdona. Ésta es la pura teología de las Escrituras y el poderoso mensaje de la muerte y resurrección de Jesucristo. La verdad bíblica se presenta así: “No soy una persona amable, ni tengo valor, ni soy perdonable, ¡pero Cristo murió por mí!”
    La alternativa al amor propio no es el odio propio, sino amor hacia Dios y los demás. La alternativa a la autoestima no es la autodenigración, sino un aprecio de la grandeza del Dios que mora en nuestro vaso débil de carne. La alternativa a la autorealización no es una vida vacía y sin sentido. Es aceptar la invitación divina a vivir identificado con la voluntad y los propósitos de Dios, y encontrar satisfacción en una relación con Él, y no en nosotros mismos.
    Al reconocer que el Dios y Creador del universo ha escogido poner sobre nosotros Su amor debería engendrar en nosotros amor y estima de Él, no de nosotros. La maravillosa verdad es que Él nos ha llamado a una relación con Él, para hacer Su voluntad, y eso sobrepasa con creces los pequeños y débiles sueños de autorealización.
    Los que intentan psicologizar a la Iglesia no dan sustancia espiritual a los que ellos intentan acomodar en su egoísmo. Al contrario, les privan de riquezas en Cristo que son para todo aquel que se humille delante de Él.
    La humildad no es muy común al lenguaje de la psicología. Dobbins se atreve a animar a la gente a expresar ira a Dios. Dice: “Si estás enojado con Dios, díle que estás enojado. Venga, díselo. Él puede soportarlo”.23 ¿Dónde en las Escrituras tenemos un solo ejemplo de que esté bien enojarse con Dios? Jonás se enojó en detrimento suyo, pero no hay ejemplo de consentir el enojarse contra Dios, ni mucho menos aconsejarlo.
    El sabio rey Salomón aconseja:

“No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras” (Ecl. 5:2).
    Al mezclar la psicología con las Escrituras, la Palabra es diluida y la Iglesia es engañada. La ira es más compleja que la sencillez peligrosa que Dobbins retrata. Su base supuestamente bíblica para expresar nuestra ira es débil en el mejor caso, y engañadora en el caso peor. Los artículos y libros de Dobbins se basan en sus propias opiniones psicológicas sin pruebas. Desafortunadamente, sus opiniones y conclusiones no cuadran con la realidad. Aparentemente a él le gustaría que creyéramos lo que él dice porque sí. Pero lo que aconseja no es bíblico, sino una desfasada teoría llamada “hidráulica-ventilación” que prescribe cosas como pegar al colchón o al saco de boxeo, y enojarse con Dios, y todo sin investigaciones ni puebas bíblicas. Eso es científicamente inexcusable y bíblicamente no fiable.
 
continuará, d.v., en el número siguiente
 
NOTA: El libro entero está disponible de Editorial Berea:  www.editorial-berea.com
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