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martes, 1 de noviembre de 2016

EN ESTO PENSAD -- noviembre, 2016

EL PELIGRO DE LAS PRISAS
William MacDonald

“El que creyere, no se apresure” (Isaías 28:16).

Nuestra era, caracterizada por los viajes supersónicos y las comunicaciones de alta velocidad, tiene como contraseña la prisa. Sin embargo, cuando leemos la Biblia descubrimos que Dios rara vez se apresura. Rara vez, digo, porque hay un ejemplo donde el padre corre para encontrarse con su hijo pródigo que regresa, sugiriendo que Dios se apresura a perdonar. Pero de manera general, Dios nunca tiene prisa.
    Cuando David dijo: “la orden del rey era apremiante” (1 S. 21:8), usó de un subterfugio, y no debemos valernos de estas palabras para justificar nuestro frenético correr de aquí para allá.
    Nuestro texto nos enseña una verdad muy sencilla:  si confiamos en verdad en el Señor, no debemos tener prisa. La urgencia de nuestra tarea puede llevarse a cabo mejor si caminamos tranquilamente en el Espíritu que por el frenesí de la actividad carnal.
     Un joven tiene prisa por casarse. Supone que si no actúa rápidamente, alguien más podría quedarse con la chica. La verdad es que si Dios quiere que esa chica sea para él, nadie más podrá tenerla. Si ella no es la elección de Dios, entonces él tendrá que aprenderlo por el camino más difícil: “Cásate deprisa; arrepiéntete poco a poco”.
    Otro se apresura para dejar su trabajo e ir a servir al Señor, como se suele decir, “a tiempo completo”. Argumenta que el mundo está pereciendo y que no puede esperar. Pero el Señor Jesús no arguyó así durante los treinta años que pasó en  Nazaret. Esperó pacientemente hasta que Dios Padre le llamó al ministerio público.
    Muy a menudo tenemos prisa en nuestra evangelización personal. Estamos tan ansiosos por acumular profesiones que arrancamos el fruto antes de que  madure. Fallamos al no permitir que el Espíritu Santo convenza cabalmente de pecado a la persona. El resultado de este método es un rastro de falsas profesiones y de escombros humanos. Debemos dejar que: “la paciencia tenga su obra completa”, para que seamos perfectos (Stg. 1:4).
    La verdadera eficacia de nuestra vida está no en correr locamente en proyectos y misiones que nosotros mismos nos hemos designado, sino en tener parte en aquella actividad que el Espíritu dirige, y esperar pacientemente a que el Señor la determine.

del libro DE DÍA EN DÍA, Editorial CLIE
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    EL CIELO  (II)    
 Alex Ross, Aberdeen, Escocia

viene del número anterior
Su Belleza Es Insuperable
    “No habrá más maldición” (Ap. 22:3). Imagina el día más hermosa y brillante en la historia, con tranquilidad, sin tristeza para desfigurarlo, ni temor para oscurecerlo, ni hielo ni vientos fríos para arruinarlo, y sin tinieblas jamás. Paz perfecta, reposo perfecto, hermosura perfecta. En 1 Pedro 1:4 tenemos un retrato bello de esa Ciudad: “Incorruptible, incontaminada e inmarcesible”.
    Incorruptible – en cuanto a su hermosura.
    Incontaminada – respecto a su pureza.
    Inmarcesible – referente a su permanenencia y establilidad.

    Un himno reflexiona sobre como hablamos de ese lugar bendito, brillante y bello, y confesamos sus glorias, pero ¡oh, qué debe ser estar allí! Hablamos de su paz y amor, y sus santos en lino purísimo, de los cánticos de la multitud redimida, pero ¡oh, qué debe ser estar allí!

Su Sociedad Es La Mejor
    Los redimidos del Señor están allí, limpiados por la preciosa sangre derramada del Señor Jesús. Ahora están con el Señor en Su hogar, en sus cuerpos glorificados. No hay tristeza, ni dolor, ni lágrimas, porque Dios mismo “enjugará toda lágrima”. En Apocalipsis los vemos de cuatro maneras: sentados, vestidos, coronados y cantando. Todos los amados santos del Antiguo Testamento están allí. Abraham “esperaba la ciudad” (He. 11:10); David cantaba de ella, Moisés la estimaba, Job la deseaba con añoranza y Noé preparaba para ella. “Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra” (He. 11:13). Es una ciudad agraciada con multitudes de ángeles luminosos. Ellos adoran a Dios, sirven al Trono, y son compañeros ministradores de los redimidos. ¿Qué más diré de su sociedad selecta? En Hebreos 12:22-24 el escritor inspirado resume así: “...a Jesús...” Las calles de oro no brillarían sin Él, y el cántico de los redimidos carecería de fervor. Su dulce presencia es el perfume de la ciudad en cuadro. Como las estrellas a los cielos, como el sol a la tierra, así es Jesucristo, y mucho más, en la ciudad bella y dorada. Bien ha dicho alguien:

    La luz del cielo es el rostro del Señor Jesús.
    El gozo del cielo es la presencia del Señor Jesús.
    La melodía del cielo es el nombre del Señor Jesús.
    La armonía del cielo es la alabanza del Señor Jesús.
    El tema del cielo es la obra del Señor Jesús.
    El trabajo del cielo es el servicio del Señor Jesús.
    La plenitud del cielo es el Señor Jesucristo mismo.

    Finalmente, permíteme preguntarte sinceramente: “¿Vas a aquella ciudad, la ciudad del Dios vivo?” Cuentan que una vez la reina Victoria salió a visitar a la gente que vivía alrededor del Castillo Balmoral, y uno de ellos le preguntó: “¿Vuestra Majestad irá al cielo?” La reina bondadosa respondió: “Por la gracia de Dios y la preciosa sangre de Jesús, sí, iré allá”. ¿Y tú, estimado lector, adónde vas?

    Cuando entro en la ciudad hermosa,
    Y me uno a los redimidos allá,
    Espero que alguien me diga:
    Fuiste tú que me invitaste acá.


traducido de la revista “Ministry in Focus”, Plymouth, Michigan, EE.UU., 1975

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El Tiempo Devocional: 
Comunión Con Dios

Tal vez nos sorprenda ver en Marcos 1:35 que el Señor Jesucristo dejaba atrás las distracciones y el clamor de la multitud, incluso la mucha obra que le esperaba, para estar a solas con el Padre en oración. Verdaderamente podía usar las palabras del Salmo 42:1-2, que dice: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” Y si nuestro Señor perfecto necesitaba y buscaba esa comunión íntima con el Padre, ¿cómo podremos prescindir de ella nosotros Sus discípulos? Selah.
    Podrías decir: “Soy madre y tengo mucho que hacer en casa, cuidando niños, limpiando la casa, la ropa, cocinando, etc. Pero querida hermana, ¿amas al Señor? ¿Le quieres? Él sí que te quiere, y murió en una cruz por ti, ¿pero tú buscas comunión con Él? ¿Crees que Él te guió a casarte y te dio hijos y casa para que no tengas tiempo para Él? No puede ser. Podrías decir: “Soy marido y tengo que trabajar, y después tengo que estar con mi familia y hacer cosas en casa, y a veces no tengo tiempo”. ¿No tienes tiempo? ¿Para qué no tienes tiempo, o mejor dicho, para quién no tienes tiempo? El Señor te ama, te quiere, y Él es la vid y tú el pámpano. Separado de Él nada podrás hacer, ni trabajar bien, ni educar una familia bien, ni llevar tu pareja bien, ni servir bien en la iglesia. Tú necesitas al Señor como el pez necesita el agua. Podrías decir: “soy joven y tengo muchos estudios, y después quiero estar con mis amigos...” pero te preguntaré: ¿Y no es el Señor uno de tus amigos? Jesucristo dijo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Jn 15:13). Él lo hizo por ti, así que reflexiona si no deberías tener una amistad muy grande con Él. Pero ¿cómo vas a desarrollar una relación con el Señor si no inviertes el tiempo? ¿Tiempo para juegos, chateos, whatsapp, twitter, facebook, charlas, pelis, y no para Cristo? ¿Qué escala de valores es éste? Hay tiempo para Cristo, si quieres. Si has dejado este primer amor, el Señor te dice hoy: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras...” (Ap. 2:5). Haz memoria del amor del Señor, de la cruz del Calvario, y vuélvete en espíritu a ese lugar donde el Hijo del Altísimo derramó Su sangre por ti. Reconoce que Él te ama mucho y desea la comunión contigo. Pero la vida no te regalará el tiempo para estar con Cristo. ¡Tómalo tú!
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 EL LIBRO DEL MES
La Psicología: ¿Ciencia o Religión? por Martín y Deidre Bobgan
El primer informe que salió en 1987 advirtiendo a los creyentes del engaño de la psicología para que no fuera admitida en la iglesia. Los autores presentan amplia documentación para sostener que la psicología no es ni ciencia ni medicina. Es el texto completo de donde vienen los artículos presentados en EN ESTO PENSAD, con todas las referencias/notas finales.

disponible en:       www.editorial-berea.com
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 ¿Vivir Un Poco Más?

Según el reportaje de un periódico prestigioso:
    “Los jóvenes de ahora podrían vivir hasta los 100 años”.

Pero a continuación pone tres condiciones:
1. Si tienen los genes correctos.
2. Si viven vidas sanas.
3. Si la tecnología médica se desarrolla un poco más.

    Así es la gran esperanza que la ciencia ofrece: unos pocos años más de vida, quizás, tal vez... nada seguro. Con los genes correctos, y viviendo una vida sana (la dieta, el ejercicio) y contando con unos avances en la medicina, ¡al final moriremos!
    Es así porque Dios lo ha estabecido: “Porque de cierto morimos, y somos como aguas derramadas por tierra...” (2 Samuel 14:14). La Biblia nos recuerda: "Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan, y volamos" (Salmo 90:10).
    Amigo, Dios advierte solemnemente que: “de cierto morimos”.  En los mortuarios y cementerios no faltan clientes. Las religiones y filosofías no saben ni pueden asegurar qué pasará después, pero Dios sí. "Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio" (Hebreos 9:27).
    La Palabra de Dios, nuestro sabio Creador, no falla. No sirve de nada vivir unos añitos más y luego ir a la perdición eterna. Por eso, considera ahora la pregunta: ¿Estás preparado para morir? Haz tuya la oración del Salmo 90:12 "Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría". Sé sabio. Busca a Dios mientras pueda ser hallado.  Si confías en tu juventud, vigor y salud, y aunque no tengas nada ahora, reconoce que podrías morir en cualquier momento. Nadie te garantiza la vejez ni cierto número de años. “No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de sí el día” (Proverbios 27:1). El Señor Jesucristo hoy te ofrece perdón, salvación y vida eterna. La vida está en Él. 
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INFORME ESPECIAL
Sobre La Psicología: ¿Ciencia o Religión?

IV
Martin y Deidre Bobgan

(viene del número anterior)
¿Existe Una Psicología Cristiana?
La Asociación Cristiana Para Estudios Psicológicos (su acrónimo en inglés es CAPS – “Christian Association for Psychological Studies”) es un grupo de psicólogos y consejeros psicólogos que profesan ser cristianos. Declararon lo siguiente en una de sus reuniones:

“Frecuentemente nos preguntan si somos ‘psicólogos cristianos’, y es difícil contestar porque no sabemos qué implica la pregunta. Somos cristianos y somos psicólogos, pero hoy por hoy no existe ninguna psicología cristiana aceptable que sea marcadamente distinta a la psicología no cristiana. Es difícil insinuar que funcionamos de manera fundamentalmente distinta a nuestros colegas no cristianos... hasta ahora no hay una teoría, modo de investigación ni metodología de tratamiento que sea distintamente cristiana”.17

    A pesar del revoltijo de opiniones no científicas y contradicciones, los “psicólogos cristianos” proclaman: “toda verdad es de Dios”. Emplean ese dicho para apoyar su uso de psicología, pero no tienen claro qué es la verdad de Dios. ¿Son verdades divinas las declaraciones de Freud acerca de la neurosis obsesiva? ¿O tal vez sea una verdad divina la teoría de Jung acerca de la estructura de los arquetipos? ¿O son verdades de Dios las ideas de Rogers sobre el amor humano? ¿O tal vez el conductismo de B. F. Skinner, o el análisis transaccional de Eric Berne expresado en su libro: “Yo estoy bien; Tú estás bien”?
    La psicología, como todas las religiones, incluye elementos de verdad. Aun Satanás mezcló alguna verdad con la mentira cuando tentó a Eva. Lo atractivo del lema erróneo: “toda verdad es de Dios” está en la similitud entre enseñanzas bíblicas y algunas ideas psicológicas. Pero las semejanzas no hacen compatibles la psicología y el cristianismo, como tampoco lo hacen las semejanzas entre el cristianismo y otros sistemas religiosos. Incluso los escritos de las religiones hindúes, budistas y musulmanas contienen algunos dichos acerca de actitudes y comportamiento que parecen similares a algunos versículos bíblicos.
    Las similitudes entre la psicología y el cristianismo son superficiales. Meramente indican que los sistemas de consejería psicológica son en verdad religiosos. Los cristianos no deberían ir a los psicólogos buscando sabiduría y ayuda, como tampoco irían a los líderes de las religiones no cristianas.
    Dado que no existe ninguna forma estándar de psicología cristiana, cada llamado “psicólogo cristiano” decide por sí cuál de las muchas opiniones y métodos psicológicos constituyen su idea de “la verdad de Dios”. Al proceder así ponen la Palabra inspirada de Dios al mismo nivel que las observaciones subjetivas y prejuiciadas de meros mortales.
    La Biblia contiene la única y pura verdad de Dios. Todo lo demás está distorsionado por las limitaciones de la percepción humana. Todo lo que pueda ser descubierto acerca de la creación de Dios es solamente conocimiento parcial y comprensión parcial. De ninguna manera puede igualarse a la verdad de Dios.
    La mera sugerencia de que las teorías conflictivas de hombres no redimidos como Freud, Jung, Rogers, etc. sean la verdad de Dios, quita la autoridad de la Palabra de Dios. Su Palabra es divinamente revelada, y no necesita el apoyo ni la ayuda de declaraciones psicológicas. Ella sola permanece como la verdad de Dios. Que los psicólogos que profesan ser cristianos agarren ese dicho para justificar su uso de la psicología indica la dirección de su fe.
    El dicho: “toda verdad es de Dios” es tratado en la publicación “cristiana” popular: Baker Encyclopedia of Psychology (“Enciclopedia Baker de Psicología”). El libro informa que sus contribuidores están “entre los mejores expertos evangélicos en la especialidad”.18 En su resumen del libro, el Dr. Ed Payne, asistente profesor de medicina en el Medical College of Georgia (“Instituto Médico de Georgia”), dice: “Casi ciertamente el mensaje del libro y sus autores es que la Biblia y la literatura psicológica están en el mismo nivel de autoridad”.19 También escribe:

“Muchos pastores y laicos pueden ser engañados por la apariencia cristiana de este libro. La psicología presentada por cristianos es una plaga en la iglesia moderna, distorsiona la relación del creyente con Dios, retarda su santificación y debilita severamente a la iglesia. Ningún otro área de conocimiento parece tener un dominio tan completo sobre la iglesia. Este libro fortalece ese dominio individual y corporalmente”.20

    La “Enciclopedia Baker de Psicología” simplemente refleja lo que la Iglesia ha llegado a aceptar. Las opiniones no científicas y no corroboradas de hombres han entrado cual levadura en la Iglesia mediante la hechicería semántica del dicho: “toda verdad es de Dios”. Equiparar la psicología y la teología indica que la levadura se ha extendido a todo la masa.

El Evangelio Del Yo
   
Uno de los temas más populares en la psicología es la autorealización. Aunque es un tema extremadamente popular, es de origen reciente, habiendo surgido durante los últimos cuarenta años, fuera de la Iglesia, y en los últimos veinte años ha entrado en la Iglesia.
    Al moverse la sociedad de la autonegación a la autorealización, un nuevo vocabulario emergió que revela una nueva actitud interna y una visión distinta de la vida. El vocabulario nuevo vino a ser la materia de una nueva psicología conocida como psicología humanista. Su enfoque mayor es la autoactualización y llama claramente a todos a la autorealización. Y la autorealización, con todos sus “parientes”: autoamor, autoaceptación, autoestima y autoaprecio se constituyen la nueva tierra prometida. Así, al psicologizarse la Iglesia, el énfasis ha cambiado de Dios al yo.
    Los libros cristianos comenzaron a reflejar lo que la sociedad  ya aceptaba. Algunos ejemplos son: Ámate Siquiera Un Poco (circulado por G.B.U.), The Art of Learning to Love Yourself (“El Arte De Aprender a Amarte”), Loving Yourselves (“Amandoos a Vosotros Mismos”), Celebrate Yourself (“Celébrate”), You’re Someone Special (“Eres Alguien Especial”), Self Esteem: You’re Better than You Think (Autoestima: Eres Mejor de lo que Piensas”), y probablemente el mejor conocido: Self-Esteem: The New Reformation (“Autoestima: La Nueva Reforma”) por Robert Schuler. Son numerosos los libros y ejemplos de la mentalidad de autocaricia psicológica.

continuará, d.v., en el número siguiente 

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