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miércoles, 1 de abril de 2015

EN ESTO PENSAD -- abril 2015

LIBRES, ¿PERO EN QUÉ SENTIDO? 

William MacDonald

“Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (Gálatas 5:13).

La libertad de los hijos de Dios es una de sus posesiones más preciadas. Los libertados por el Hijo, son verdaderamente libres. Pero son llamados a una libertad responsable, y no al libertinaje.
    Los hijos quieren emanciparse de las restricciones del hogar. Los jóvenes desean liberarse de la disciplina del estudio. Los adultos quieren verse libres de sus votos matrimoniales. Muchos se quejan de sentirse encadenados a sus empleos cotidianos. Pero éstas no son las libertades a las que somos llamados.
    Las estrellas no son libres para dejar sus órbitas y vagar por el espacio. Un tren no tiene libertad para dejar la vía y andar por el campo sin rumbo fijo. Un avión no es libre para dejar la ruta previamente asignada; su seguridad depende de que el piloto obedezca las regulaciones.
    Jowett comentó: “No hay reino donde haya espacio para los anarquistas. Si deseamos descubrir la libertad a dondequiera que vayamos debemos aprender a sujetarnos. Un músico debe conocer y respetar las leyes de la armonía si desea regocijarse en su mundo fascinante. Un constructor debe estar al servicio de la ley de la gravedad, o de otro modo su  casa se convertirá en un montón de ruinas. ¿Qué clase de libertad puede disfrutar un hombre que desafía constantemente las leyes de la salud?  En todos estos ámbitos, traspasar sus límites es convertirse en un lisiado, mientras que respetarlos es llegar a ser un hombre libre”.
    Es verdad que el creyente está libre de la Ley (Ro. 7:3), pero esto no quiere decir que esté sin ley. Ahora es un siervo de Cristo, ligado por las cuerdas del amor, y comprometido a obedecer los numerosos mandamientos Suyos que se encuentran en el Nuevo Testamento.
    El creyente está libre de la esclavitud del pecado (Ro. 6:7, 18, 22), pero es siervo de Dios y de la justicia.
    El creyente es libre de todos los hombres (1 Co. 9:19), para llegar a ser siervo de todos, para ganar a un mayor número.
    Pero no es libre para usar su libertad como pretexto para hacer el mal (1 P. 2:16). No es libre para dar rienda suelta a la carne (Gá. 5:13) o hacer tropezar u ofender a nadie (1 Co. 8:9). Tampoco es libre para deshonrar el Nombre del Señor Jesús (Ro. 2:23-24). No es libre para amar al mundo (1 Jn. 2:15-17), o entristecer al Espíritu Santo que habita en él (1 Co. 6:19).
    El hombre no encuentra realización y descanso haciendo su propia voluntad. Tan sólo lo encuentra al tomar el yugo de Cristo y aprender de Él. “Servirle es perfecta libertad”.
 
de su libro DE DÍA EN DÍA, (CLIE), lectura para el 15 de enero.

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Repitiendo Los Errores de Salomón

A pesar del descubrimiento de Salomón, muchísmos padres por todo el mundo siguen gastando la mejor parte de su vida acumulando riqueza para dejársela a sus hijos. De modo altruista, dice que es su obligación moral. Pero Jamieson, Fausset y Brown sugieren: “El egoísmo es en gran parte la raíz de la supuesta provisión de los padres mundanos para sus hijos”.
    Lo primero que considerar es una buena provisión para su propio futuro en la vejez; el pensamiento es en ellos mismos. El hecho de que sus hijos hereden lo que queda es únicamente el resultado de la muerte de los padres y de las leyes hereditarias.
    Desde la perspectiva cristiana, no hay razón por la que los padres trabajen, se aprieten el cinturón y se sacrifiquen para dejarles dinero a sus hijos. La mejor herencia que se puede legar es espiritual, no económica. A menudo, el dinero que se deja en los testamentos, causa envidias y divisiones terribles en las que de otro modo serían familias felices y unidas. Muchos hijos se han arruinado espiritual y moralmente por haber heredado repentinamente grandes legados, y inevitablemente a esto le siguen muchos otros males. La estrategia espiritual es movilizar nuestro dinero para la obra de Dios ahora, y no dejárselo a hijos que a veces son indignos, desagradecidos e incluso incrédulos. Martín Lutero sabía que podía confiar en Dios para el cuidado de su familia, igual que se había entregado a sí mismo. En su testamento escribió: “Señor mi Dios, te doy gracias, porque te ha placido hacerme pobre e indigente sobre la tierra. No tengo casa, ni terrenos ni dinero que dejar atrás. Me has dado esposa e hijos, los cuales hoy pongo en Tus manos, Señor, aliméntales, enséñales y presérvales del mismo modo que lo has hecho conmigo”.
del Comentario Bíblico, William MacDonald (CLIE), págs. 380-381
 
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LA PROCEDENCIA HISTÓRICA 
DEL AMILENARISMO
      
Tiempo de Cristo:  Los judíos piadosos consideraban la Escritura como .................................................................................... Literal
(Hch. 1:6,  “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”)

Tiempo de Cristo: El Señor Jesús consideraba la Escritura como.................................................................................... Literal   
(Mt. 5:18, “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”)

Siglo II: La iglesia primitiva consideraba la Escritura como......................................................................................Literal (Los escritos de los incorrectamente llamados "padres apostólicos", tales como Policarpo e Ireneo, lo evidencian)

Siglo III:  Orígenes y Filo consideraban la Escritura como.................................................................................. Alegórica (Esto resultó al intentar reconciliar la teología con la filosofía de Platón. Este nuevo punto de vista se convirtió en el oficial para la Iglesia Católica Romana)

Siglo IV:  Agustín, obispo de Hipona (354-430 d.C.) consideraba la Escritura así:
si se refiere  al futuro, como...............................................Alegórica si no se refiere al futuro, como............................................Literal
 
Siglos VI al XII:  El Oscurantismo: El punto de vista Católico Romano revisado  de las Escrituras.............................. Agustiniano
 
Siglos XV y XVI:  La Reforma – Lutero, Calvino, etc. continuaron considerando las Escrituras desde el punto de vista.............................................................................. Agustiniano

Martín Lutero, cuando salió de la Iglesia Católica Romana, llevó consigo estas ideas contaminadas por el punto de vista agustiniano de las Escrituras. Es la base histórica del amilenarismo (Agustín, la iglesia Católica Romana, Juan Calvino, las iglesias reformadas: luteranas, presbiterianas, algunas bautistas,etc.).

Cometen, entre otros errores, éste: reemplazan a Israel con la Iglesia, y enseñan que la nación Israel no tiene futuro, que Dios no cumplirá literalmente Sus promesas hechas a ella en la Ley y los Profetas.

del libro: Claves Proféticas, por William Randolph, Editorial Berea
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"¡Ay de vosotros, ricos!"
 Lucas 6:24

Hay problemas graves y morales relacionados con el atesoramiento de riquezas en un mundo en el que varios miles de personas mueren a diario de hambre y donde una de cada dos personas está privada de las buenas nuevas de la salvación por medio de la fe en Cristo. Estas palabras del Señor Jesús deberían ser ponderadas cuidadosamente por los cristianos tentados a guardar tesoros en la tierra, a acumular y arrinconar para un futuro incierto. Hacer esto es vivir para el mundo equivocado. De otro lado, este ay sobre los ricos demuestra de manera concluyente que cuando el Señor dice en el versículo 20: “Bienaventurados vosotros los pobres”, no se refiere a los pobres en espíritu. En caso contrario, el versículo 24 tendría que significar: “ay de vosotros los ricos en espíritu”, y este significado está fuera de consideración. Los que tienen riquezas y no las emplean para el enriquecimiento eterno de otros ya han recibido la única recompensa que jamás tendrán – la egoísta gratificación actual de sus deseos”.

del Comentario Bíblico, William MacDonald (CLIE), pág. 620

Howard Hughes, el hombre más rico del mundo en su día, se diversificó y llegó a poseer muchas empresas, tierras y bienes materiales. Pero se rodeó de guardaespaldas, fieros perros guardianes, barras de acero, focos, campanas y sirenas. Tenía miedo de las enfermedades, la invalidez, la vejez y la muerte. Reconoció que el dinero no podía comprar la felicidad. ¡Todavía es verdad!

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La Penitencia Sin Sentido
Hagamos una distinción importante entre la negación de uno mismo y la penitencia. La negación de uno mismo es dejar a un lado las comodidades para esforzarse por alcanzar un objetivo digno. La penitencia es el castigo que uno mismo se impone esperando ganar el favor de Dios, lo cual es absolutamente, cien por cien, imposible; y cien por cien innecesario. Nadie puede ser suficiente bueno, ni sentirse suficiente malo, para ganarse la entrada al cielo. Pero nadie tiene que hacerlo, porque Jesús pagó el precio completo de la entrada de todos los verdaderos creyentes.
    Aun así, la historia nos da muchos, muchos ejemplos grotescos de penitentes trágicamente equivocados. San Asepsumas pensaba que podía librarse del pecado mediante el dolor que se infligía, y se puso encima tantas cadenas que tenía que gatear sobre manos y rodillas. Macario el Joven se sentó desnudo en una marisma por seis meses, hasta que las picaduras de los mosquitos lo dejaron como si estuviera lleno de lepra. San Marín pasó once años en un árbol hueco. ¡Grandes contribuciones a la sociedad!   
    Agnes de Roucher era hija única de uno de los más acaudalados comerciantes de París, y todos admiraban su belleza y virtud. Su padre al morir le dejó todos sus bienes. Ella decidió convertirse en reclusa y pasó el resto de sus días en una celda estrecha construida dentro de la pared de una iglesia. El obispo de París, asistido por sus capellanes y cánones de Notre Dame, entró en la celda y celebró una misa pontifical. Luego, después de que la pobre se despidió de sus amigos y conocidos, Agnes ordenó a los albañiles que taparan la entrada dejando nada más que un pequeño agujero para poder ver y oír los cultos que se celebraban. Tenía dieciocho años cuando entró, y murió a los ochenta, sin haber salido jamás. Durante todo ese tiempo nadie le dijo que Jesús era la clave para la redención. ¡Que Dios se apiade de semejante piedad inútil!

John MacArthur, de su libro: Difícil de Creer, págs. 157-158

¿Sábe usted la diferencia entre la penitencia y el arrepentimiento? No son iguales. Muchos hacen penitencia cada año pero nunca se han arrepentido. Si le interesa, estaríamos contentos de explicarle la diferencia.

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La Iglesia y La Biblia

Mucha gente en realidad no sabe qué significa la palabra “iglesia”. Por eso se le oye hablar de la “iglesia protestante” o de la “iglesia católica” o de diferentes ramas de la “iglesia protestante”, como la “iglesia metodista” o la “iglesia bautista”. Otros piensan que la Iglesia es el edificio en que los cristianos se reúnen. La Biblia nunca usa la palabra “iglesia” con estos significados. Vamos a ver lo que dice la Palabra de Dios sobre este tema.
    La palabra griega traducida “iglesia” es “ecclesía” y significa una reunión de gente llamada de entre otra gente. En la Biblia la Iglesia está compuesta de los que han sido llamados del mundo a seguir a Cristo y la Iglesia debe llevar un testimonio a Él. Por lo tanto esta palabra nunca se refiere a la gente inconversa ni a un edificio (templo, catedral, capilla).
    El Nuevo Testamento usa la palabra Iglesia en dos maneras:
    1) Se usa de todos los creyentes en la tierra, sean de donde sean. Esta as la Iglesia que es llamada el cuerpo de Cristo en Colosenses 1:18, 24. A veces nos referimos a la Iglesia así como la “iglesia universal”, porque no se limita a una localidad, sino que consiste de todos los cristianos.
    2) Se emplea con referencia a todos los creyentes en cierto sitio. Por ejemplo, “la iglesia en Filipos”. Esta es la iglesia local.

LA IGLESIA EN TODO EL MUNDO (Universal)

    Pensemos acerca de cómo empezó la iglesia; quién puede pertenecer a ella, y cómo será en el futuro.
   
El principio de la Iglesia
    La Iglesia es el cuerpo de Cristo; no existió en los tiempos del Antiguo Testamento. Se formó cuando el Espíritu Santo vino del cielo a vivir en los creyentes en el día de Pentecostés. Dios siempre planeó edificar a Su Iglesia, pero este plan fue un secreto que Él había escondido por todas las edades pasadas (Ef. 3:9-11; Col. 1:24-26). Nuestro Señor fue el primero en contarlo y en Mateo 16:18 Él dijo que más tarde Él iba a edificar a Su Iglesia, con estas palabras: “...edificaré mi iglesia”. Esto muestra claramente que la Iglesia no fue hecha en aquel entonces. Este versículo y Mateo 18:17 son los únicos textos en los cuatro Evangelios que mencionan la Iglesia.
    En Hechos capítulo 2 leemos acerca de la venida del Espíritu Santo, después de que Dios había glorificado al Señor Jesucristo a Su propia mano derecha (v. 33). La Iglesia no podía ser cuerpo de Cristo en la tierra hasta que la Cabeza estuviera en el cielo. Cristo no tomó Su puesto allí como la Cabeza hasta que Él resucitó de la muerte y volvió al cielo. Estas cosas comprueban que el nacimiento de la Iglesia tuvo lugar en el día de Pentecostés (Ef. 1:20-23).
   
¿Quién puede pertenecer a la Iglesia?
    La Iglesia no es una organización como una empresa o un gobierno. Es un cuerpo viviente hecho de muchos miembros que son todos verdaderos creyentes en el Señor Jesucristo. Sólo los verdaderos creyentes, nacidos de nuevo por la fe en el Señor Jesucristo, pertenecen a la Iglesia. La verdad de la Iglesia se explica plenamente en Efesios donde ella es comparada a un cuerpo (1:23) y a una esposa (5:25). También está vista como un edificio en Efesios 2:20. Un cuerpo nos hace pensar en la vida; un edificio es un sitio en donde vivir; y una esposa nos recuerda del amor. El Espíritu Santo formó la Iglesia (1 Co. 12:13), y Él da la unidad (Ef. 4:3). Cristo es la Cabeza de la Iglesia (Col. 1:18), y la Palabra de Dios enseña a la Iglesia lo que debe hacer. Las epístolas de Pablo son especialmente importantes para la Iglesia, y componen gran parte del Nuevo Testamento.

¿Qué pasará a la Iglesia en el futuro?
    Dios ha planeado que la Iglesia debe compartir la gloria eterna de Jesucristo, y Cristo va a presentar la Iglesia a sí mismo en toda su belleza, sin ninguna imperfección (Ef. 5:27). Ella tomará parte en la fiesta de las bodas del Cordero cuando todos en el cielo se regocijarán. En aquel tiempo el Señor Jesucristo, el Esposo Divino, segará el fruto de todos Sus sufrimientos y estará satisfecho (Ap. 19:7-9; Is. 53:11). ¡Y nosotros estaremos muy contentos, porque estaremos siempre con el Señor!

LA IGLESIA LOCAL

    La palabra “iglesia” también es usada por los creyentes de una localidad. Las Escrituras nunca la usan para referirse a los creyentes de un país entero o un grupo étnico, como “la iglesia de España” o “la iglesia de los gitanos”, “la iglesia de los latinoamericanos” o “la iglesia de Andalucía”. Leemos de "las iglesias de Galacia"  (Gá. 1:2); las iglesias de Dios en Judea (1 Ts. 2:14), pero no la iglesia de Galacia o de Judea (ver 1 Co. 11:16; Ro. 16:4, 16).
    Estas iglesias no eran entonces ni ahora son miembros de ninguna organización central que les dice lo que deben hacer, pero todas tienen la misma Cabeza: el Señor Jesucristo. Todos son guiados por el mismo Espíritu y tienen el mismo oficio: deben testificar de Cristo, contar a otros las verdades de Dios y brillar como luces entre la gente de este mundo (Fil. 2:15-16).

¿Quiénes son los miembros de la iglesia local?
    La asamblea en Filipos estaba compuesto de todos los que creyeron en el Señor Jesucristo, incluyendo a los líderes de la iglesia y los ayudantes (ancianos y diáconos, Fil. 1:1). Este versículo y otras Escrituras muestran claramente que una asamblea de Dios incluye a todos los creyentes verdaderos en cualquier sitio. En el principio todos los creyentes de un lugar estaban en comunión en la misma congregación, y así leemos de la iglesia que estaba en Corinto. Hoy en día no siempre se encuentra esto, porque muchos creyentes y otros que profesan serlo están asociados con diferentes grupos o denominaciones cuyos pensamientos acerca de la adoración y otros puntos importantes pueden ser muy diferentes. Sin embargo, todos los creyentes verdaderos en cualquier localidad componen la iglesia de Dios en ese sitio. Aún un grupo pequeño de creyentes reuniéndose en una casa puede ser llamado una iglesia, según 1 Corintios 16:19 y Colosenses 4:15. Tal grupo no es llamada la Iglesia de Dios allí, sino la Iglesia en esa casa. En los tiempos de los apóstoles y hasta el siglo III las iglesias se reunían en casas, y no tenían edificios especiales como locales de reunión.
    La iglesia en cualquier lugar se reúne entorno a la persona del Señor Jesucristo. Él está en medio de dos o tres que se congregan en Su Nombre (Mt. 18:20).
    El cuerpo de Cristo está compuesto enteramente de creyentes verdaderos. Somos miembros de Su Cuerpo – la única clase de miembros de que leemos en la Biblia. La Cena del Señor es una ilustración de esta unidad (1 Co. 10:16-17). El Espíritu Santo es capaz de guiar a los miembros de la iglesia local (la asamblea) en adoración, y usarlos en la enseñanza de la Palabra de Dios.
    Los ancianos son los administardores de Dios en la asamblea. Como tales, son responsables de guiar los asuntos de la asamblea de una manera ordenada, cuidar la iglesia, apacentar la grey de Dios por amor y según manda el Señor, y  ejercer juicio bíblico en el caso de cualquier creyente que haya caído en pecado. Deben poner ejemplo con su propia vida y carácter y tener cuidado de no enseñorearse de la asamblea porque no es suya sino de Dios.

El propósito de la iglesia local
    El candelero de oro en Apocalipsis 1:20 es una figura de la iglesia local. El oro habla de la justificación divina y la lámpara nos recuerda que el propósito verdadero de una asamblea es servir de luz y dar testimonio de Cristo en este mundo pecaminoso entre tanto que vivamos aquí en espera de la venida del Señor. El propósito de la asamblea no es hacer de este mundo un lugar mejor en que vivir, sino hablar a la gente del mundo acerca del Señor Jesucristo y la obra que Él hizo en la cruz para que todos puedan ser salvos. Por lo tanto, la asamblea debe dar testimonio a las personas entre las cuales está situada, y debe enviar a algunos creyentes a llevar el mensaje de la salvación a los de otros países.

El poder de la iglesia local
    La iglesia local no recibe su poder de los hombres, ni del estado, ni de otras iglesias. El Señor Jesucristo es Señor de la Iglesia universal y de las iglesias locales. Debe ser consultado, obedecido y honrado en todo. La vida y misión de la iglesia son sobrenaturales, y por lo tanto necesita el poder del Espíritu Santo. Él es quien ayuda y habilita a cada creyente a adorar a Dios (Fil. 3:3), y a testificar de Cristo (Hch. 4:31; 13.2; 1 Co. 3:16). La iglesia local necesita el Espíritu Santo para ayudarla a seguir los principios que Dios nos ha dado en Su Palabra, y para potenciarla y guiarla a proclamar el evangelio del Señor Jesucristo.
C.E. Tatham
extracto adaptado de su libro: 12 Botellas de Leche para Nuevos Creyentes,
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