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martes, 4 de septiembre de 2012

EN ESTO PENSAD -- septiembre 2012


El Rey Ocozías


Texto: 2 Crónicas 22:1-9

Tenemos delante nuestro la historia triste y amarga de un hombre que duró poco como rey. Eran malos tiempos, y además, la maldad se metió en la casa real. Debemos recordar esto, que lo malo todavía es malo si lo hacen grandes personas. Delante de Dios todos son medidos igualmente, sin privilegios ni acepción de personas. Y en este caso, el maligno consiguió colocar a una mujer mundana en la casa y ella crió mal y aconsejó mal a su hijo Ocozías.
William McKinley, que fue presidente de los Estados Unidos de 1896 a 1901, atribuyó su vida a la Biblia y a su madre. Dijo que de su madre y la Biblia había aprendido todo lo bueno que sabía. Con el rey Ocozías fue el caso contrario, porque su madre era la perversa Atalía. El versículo 3 dice que “su madre le aconsejaba a que actuase impíamente”. Bastante maldad hay latente en el corazón de cada ser humano (Mr. 7:20-23), pero si también una madre enseña malamente a su hijo, la cosa es peor.
Otro caso de malos consejeros se presenta en 2 Crónicas 24:17 – los jóvenes amigos del rey Joas que le aconsejaron a dejar al Señor después de la muerte del sacerdote Joiada – después de todo el bién que éste le había hecho y todo lo que había aprendido, visto y recibido de él. La ingratitud, deslealtad y el deseo desmedido de lograr independencia han sido factores en la ruina de muchos jóvenes.
Respecto a Ocozías, su piadoso abuelo Josafat dio ejemplo a seguir, pues seguía al Señor, hacía el bien, y le invocaba en tiempos de pruebas. Pero Josafat tuvo el patinazo y mal juicio de emparentarse con la casa de Acab (2 Cr. 18:1), y de ese matrimonio no aprobado ni bendecido por Dios salió con tiempo el problema, en la persona de Atalía que ya estaba colocada dentro de la casa real de Judá. Así fue que Atalía superó cualquier influencia buena que Josafat podía haber tenido.
2 Crónicas 22:3 dice que “también él anduvo en los caminos de la casa de Acab”, y cita a su madre impía como causa de esto. El versículo 5 dice: “y él anduvo en los consejos de ellos” – esto es, de los de la casa de Acab, los que “después de la muerte de su padre, ellos le aconsejaron para su perdición” (v. 4).
Entonces en los versículos 5-9 leemos que fue a la guerra con Jorám hijo de Acab, fue herido y se refugió en Samaria. Luego Jehú lo mató, y esto es una advertencia a todos que existe la culpa por asociación. Él se junto con los de la casa malvada de Acab, y murió como ellos. 
Sí, mis hermanos, podemos ser influidos por el mal, y por eso debemos tener mucho cuidado con quiénes nos juntamos, pues podemos estar caminando con personas que tienen sentencia sobre sí – como la casa de Acab (v. 7). Proverbios 13:20 declara: “El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado”. El Salmo 1:1 declara la bienaventuranza del que “no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado”. Ésta es la separación práctica.
Juntémonos con los que invocan al Señor de corazón limpio (2 Ti. 2:22). Sí, Dios tiene derecho de escoger quiénes van a ser nuestros amigos, y Él sabe como nadie más los peligros de las malas amistades y malas asociaciones. A veces hay que cambiar de compañeros de viaje, para no andar con los que no andan con Dios. Coincidir, por ejemplo, en escuela o trabajo, es una cosa, pero andar juntos es otra. En el Salmo 101 David habla de la integridad del que ama y sigue al Señor, y menciona dos veces “el camino de la perfección”. Esto es, el camino de los que aman al Señor, aborrecen la maldad, y desean crecer en el conocimiento de Dios y la santidad personal que le agrada. En Génesis 17:1 Dios le dijo a Abraham: “Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto”. En el Salmo 101:3, David declara: “Aborrezco la obra de los que se desvían; ninguno de ellos se acercará a mí”.  ¿Podemos decir lo mismo? En el versículo 6 dice: “Mi ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo; el que ande en el camino de la perfección, éste me servirá”.  Esto nos enseña que nuestros compañeros de viaje deben ser los que andan en el camino de la perfección. Y el versículo 7 afirma: “No habitará dentro de mi casa el que hace fraude”. Si queremos seguir al Señor, servirle y agradarle, debemos tomar la postura de David, porque ella es la que honra al Señor.

de un estudio dado por Lucas Batalla el 3 de mayo, 2012

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Carta A Un Amigo

Amigo..., gracias por escribirme. Comprendo lo que quieres decir con esto de que no has “ido por la Iglesia”, pero te recuerdo que sólo es un local de reunión, no “la Iglesia”, porque la iglesia se compone de personas redimidas por la sangre de Cristo, es un organismo vivo, una familia, una comunidad, no un edificio. Todos los que verdaderamente han nacido de nuevo forman parte de la iglesia. 
¿Y qué hacen? Hechos 2:41-42 dice: "Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones". Observa conmigo lo siguiente:
· Recibieron la palabra apostólica del evangelio que les fue predicada.
· Fueron bautizados. No después de largo tiempo de espera, sino en aquellos mismos días.
· Se añadieron. ¿Qué es esto de añadirse? ¿A qué se añadieron, y cómo? Amigo, se trata de la iglesia. Se añadieron a la iglesia, la comunidad/congregación de creyentes. Creyeron el evangelio para ser salvos, y se bautizaron en obediencia al Señor para identificarse con los Suyos. No se quedaron “sueltos” o aislados, sino que “se añadieron” a la iglesia. Hubo un compromiso personal bien definido en todos estos tres mil nuevos creyentes, y se manifestó en seguida, podemos decir, como señal de vida.
· Perseveraban todos esos nuevos creyentes, juntos, en ciertas cosas. Perseverar es dedicarse y continuar en algo, ser devoto, tomar compromiso y participar regularmente. ¿Continuar en qué? En cuatro cosas que hicieron juntos:
1. La doctrina de los apóstoles.
2. La comunión unos con otros.
3. El partimiento del pan.
4. Las oraciones.
Recuerda, eran tres mil nuevos creyentes, no uno o dos. No esperaban años, sino comenzaron en seguida. Y la situación era una de resistencia y persecución, es decir, un ambiente contrario. PERO esto es lo que hacen los que realmente han creído en el Señor para ser salvos y para seguirle como su Señor y Salvador. Se bautizan. Se añaden a la iglesia. Perseveran en estas cosas nombradas – la enseñanza, la comunión, el partimiento del pan y las oraciones. No a solas sino comunitariamente, en la congregación de los creyentes, la asamblea, la iglesia.
Ahora bien, mi amigo..., tú dices que has creído en el Señor, que has recibido la palabra del evangelio. Bien, espero de veras que sea así. Pero debo preguntarte, porque la Palabra de Dios me da el patrón que debo seguir: ¿Qué pasa con las demás cosas que les marca a los creyentes en Hechos 2:41-42? ¿O eres un nuevo tipo de creyente que no aparece en la Biblia, que "cree" solamente, pero que no sigue al Señor? No te enfades, porque no lo digo así con desprecio, sino con el sincero deseo de ayudarte a considerar tu situación a la luz de la Palabra de Dios. Si perteneces al Señor, amigo, le tienes que seguir, y le quieres seguir porque le amas, y si no le amas, no eres Suyo. Así de claro, sin medias tintas. 
Si no te bautizas como Él manda, ni obedeces ni te identificas con los Suyos.
Si no te congregas para recibir la doctrina apostólica, no creces, y parece que no te interesa aprender de la Palabra del Señor, ni la amas.
Si no te congregas para tener comunión con otros creyentes, no te fortaleces, y parece que no amas a los hermanos. 1 Juan 3:14 dice: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos”.
Si no te congregas para partir el pan en memoria del Señor, no le adoras como Él manda, y parece que no le amas. El dijo: “el que me ama, mi palabra guardará...el que no me ama, no guarda mis palabras” (Jn. 14:23-24).
Si no te congregas para orar, no tienes la ayuda que podrías del Señor, y parece que no te importa clamar al Señor como aquellos creyentes siempre hacían.
Así que, pregunto de corazón: ¿Quieres seguirle a Cristo o no? "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia" (Mateo 6:33) es lo que manda el Señor; no yo, ni nosotros, sino el Señor Jesucristo. Tendrás que contestar Su pregunta: “¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lc. 6:46). Jesucristo dijo a los que profesaron creer en Él: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos” (Jn. 8:31).
Carlos
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 ¿A esto lo llamas AMOR?

¿Puedes ver amor en la siguiente chica?
Paco está trabajando en otro país como emigrante. Cada tres días manda una carta a Susana, su novia. Después de volver, se quiere casar con ella. Por medio de las cartas desea que los dos estuvieran listos para una convivencia feliz. Susana ha leído la primera carta para contestar y pedir a Paco un poco de dinero para comprarse unos vestidos. Las cartas posteriores a esa primera, suman 66, están cerradas, en un cajón, ya que Susana ni siquiera las ha leído. Sin embargo, ella le escribe de vez en cuando, diciéndole cuánto le ama, y ya de paso, le pide un poco más de dinero. ¿Puedes ver amor en Susana? 
¿Entiendes el ejemplo? Jesucristo decía que volvería por los Suyos. Mientras tanto nos ha dejado Sus 66 cartas de amor en un libro. Él espera que tú leas cada día en Sus cartas. Él quiere prepararte para que puedas estar eternamente con Él. ¿Lees Sus cartas? ¿Sólo sabes pedirle favores? ¿A esto llamas amar a Dios? ¿No es más bien menospreciarle con engaño? Jesús decía: “El que me ama, mis palabras guardará” (Juan 14:23) y “El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios” (Juan 8:47). Proverbios 28:9 advierte: “El que aparta su oído para no oir la ley, su oración también es abominable”.

¿SABES LA RESPUESTA?
¿verdad o falso?

1. En este relato, Susana está engañando a Paco y sólo quiere aprovecharse de él.

2. El que no lee la Biblia con entusiasmo menosprecia a Dios.

3. Si esta persona se tiene por religiosa, está engañada.

4. La persona que se excusa con no poder leer la Biblia, pero tiene tiempo, por ej., para ver la tele, internet, chatear, u otras cosas, engaña a Dios.

5. Sólo la persona que obedece a lo que Dios dice en Sus cartas antes que a los hombres, realmente ama a Dios, y los demás le menosprecian.

respuestas:  1. v   2. v   3. v   4.  v   5.  v  

Pregunta Personal:
¿Estás dispuesto a dejar de menospreciar a Dios, no poniendo nada más a Su lado (ni el dinero, la salud, la pareja, la diversión, las tradiciones religiosas, la ciencia, el trabajo, ni tu propia vida)?  

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LOS RECABITAS
(Parte II)


En el número anterior, vimos cómo Jeremías, dirigido por el Señor, llamó a los recabitas y les ofreció vino. Pero ellos lo rehusaron, y citaron las instrucciones dadas por su antepasado Jonadab. Los recabitas honraron así a su padre, atesorando y fielmente guardando su palabra a traves de los siglos. Entonces Dios le habló a Jeremías señalando la obediencia de  los recabitas a su padre, y la desobediencia de Israel a Dios. 
Mediante esto podemos aprender la lección del pasaje para aplicarla en nuestros tiempos, ya que estas cosas están escritas "para amonestarnos" (1 Co. 10:11). La manera de honrar al Señor todavía es oír, hacer caso de Su Palabra, y obedecer lealmente lo que Él nos manda. Los problemas que existen en el mundo evangélico y las iglesias hoy son en gran parte debido a que no hemos honrado a nuestro Padre. Algunos ignoran Su Palabra. Otros la conocen pero no la creen. Hasta refutan lo que Dios dice, argumentando que son “cosas culturales” que no se aplican hoy. Si se les dice algo de la obediencia, responden que eso es legalismo. Mucho de eso radica en el amor propio. ¡Pero no hablaron así los hijos de Jonadab! Descendientes suyos que ni siquiera le conocieron todavía le honraban guardando su palabra.
La lección termina en Jeremías 35:16-19, donde Jehová anuncia la conclusión del asunto. La desobediencia de Israel será castigada, y la obediencia de los recabitas será premiada. Esto no debe sorprendernos. En Levítico 26:3-39 Dios anunció que oír y guardar Su Palabra era el camino de bendición (vv. 1-13) y el no oír ni hacer Su palabra traería maldición y castigo (vv. 14-39). Luego, en Deuteronomio 28 Dios anuncia otra vez esta gran verdad. Los versículos 1-14 presentan las bendiciones de la obediencia, y los versículos 15-68 advierten de las maldiciones y los castigos que vendrán si no oyen ni guardan la Palabra del Señor. La historia de Israel a lo largo del Antiguo Testamento ilustra la verdad de estos textos. Dios bendice a los que le honran y obedecen. “Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco” (1 S. 2:30). Así que, en Jeremías 35:17 el Señor anuncia el castigo de Israel y la razón: “porque les hablé, y no oyeron; los llamé, y no han respondido”.  Entonces en los verículos 18-19 Jeremías da el mensaje de Dios a los recabitas. No les dice que son extremistas o fanáticos, ni legalistas, ni les enseña que siendo ya adultos no tienen por qué guardar las instrucciones personales de un hombre que vivió hace casi 300 años. ¡Al contrario, lo que les dice es como una felicitación, es una bendición! “Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Por cuanto obedecisteis al mandamiento de Jonadab vuestro padre, y guardasteis todos sus mandamientos, e hicisteis conforme a todas las cosas que os mandó; por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No faltará de Jonadab hijo de Recab un varón que esté en mi presencia todos los días”
Ahora, hermanos, reflexionemos. ¿Somos como los recabitas, o como Israel? A nivel personal, familiar y congregacional, consideremos nuestros caminos. No había premio por “ser de Israel”, ni lo hay por “ser evangélico” ni “hijo de evangélico”, ni siquiera "hijo de misionero o anciano".  Lo que importa no es nuestro apellido, tradición o creencias intelectuales, sino la realidad de nuestra vida, carácter y obras. Dios no busca a gente para llenar locales y asistir a cultos, sino que todavía anhela y busca hijos obedientes. Santiago 1:22 repite el mensaje dado tantas veces antes en ambos Testamentos: “Sed hacedores de la Palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”. ¿Nos engañamos creyendo que todo está bien porque asistimos a una iglesia evangélica, como los judíos asistían al templo? ¿Somos como los católicos que creen que han cumplido con Dios si van a misa? Entonces hora es de despertarnos. “Meditad bien sobre vuestros caminos” (Hag. 1:5, 7). Dios busca vidas obedientes, pues son ellas las que le honran, y Él es digno de ser honrado. 
Gracias damos a Dios por Su Hijo fiel, leal y obediente, el Señor Jesucristo. En Su vida terrenal honraba constantemente a Su Padre aun más que los recabitas honraron a Jonadab. ¡Ojalá fuéramos más como Él, y eso es lo que Dios desea! Escuchémosle decir en Juan 8:29, “no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada”. Si la humanidad fuera así, ¡qué mundo más diferente sería el nuestro! Todos nuestros problemas radican en el egoísmo; queremos agradarnos a nosotros mismos más que a Dios. Se ve esto en el matrimonio, en la familia y aun en la iglesia. Necitamos poner nuestros ojos en Cristo, y seguirle. En Juan 5:19 el Señor Jesús habló de Su perfecta sumisión a la voluntad del Padre: “De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente”. Tan fiel y leal a Su Padre era que podía decir: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn. 14:9). En Mateo 3:17 leemos: “hubo una voz de los cielos, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. He allí una vida de hermosa lealtad al Padre. Cuando el diablo le tentaba, respondía: “escrito está” y no deshonró a Su Padre. ¡Cuánto admiramos al “Recabita celestial”, y cuánto gozo daba continuamente al Padre! Y qué provecho sacamos de Su obediencia. “Estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil. 2:8).
Pero nuestro Padre celestial quiere más que admiración. Desea que sigamos el ejemplo de Su Hijo y caminemos como Él, siendo obedientes, recordando Sus instrucciones y honrándole con nuestra fidelidad en cada aspecto de nuestra vida. “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Jn. 2:6).  En Deuteronomio 30:14-15 declaró: “Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas. Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal”. Sólo hay estos dos caminos, uno de obediencia, ilustrado por los recabitas, y el otro de desobediencia, ilustrado por los israelitas. Más adelante, en los versículos 19-20 Moisés concluye diciendo: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti”. 
Estemos atentos a las palabras de nuestro Padre, seamos fieles y obedientes a Sus instrucciones, no olvidadizos ni cambiadizos. ¡Seamos como los recabitas a nuestro Padre celestial, pues Él lo merece!
              Carlos Tomás Knott


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Señor, Bendice a Miguel



La Oración De Los Apóstoles en Colosenses 1:9-13


"Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo".

“Señor, bendice a Miguel...y bendice a los Gutiérrez, y bendice a Marga, y bendice...”
Este es el décimo día del mes de enero, y mi lista de oración de la iglesia demanda que yo ore por las personas allí apuntadas para este día. Yo no conozco a algunas de estas personas, y a otras las conozco pero no muy bien, y no tengo noticias recientes de ellas, así que mi oración es rápida e impersonal: “...bendice a la familia Gómez, y bendice a...” ¡Espera un momento!
El siguiente nombre en la lista es el mío. Y yo me pregunto con sorpresa y horror si otros hoy están orando así: “bendice a Samuel, y bendice a María, y bendice a Juani, y...”  pues si es así no están orando por mi completamente. Necesito que intercedan con más comprensión y detalle.
El apóstol Pablo vivió en tiempos de pobre comunicación y pocas noticias. Él llevaba una carga pesada en oración por iglesias e individuos. Yo tengo la impresión de que su oración no era impersonal ni hecha con prisa. Se me ocurre que si yo uso la Escritura como una base para mi oración, esto puede traer a ella más sentido, más como la oración que yo necesito de otros.
¡De acuerdo, trataré con Colosenses 1!

"Señor, llena a Miguel del conocimiento de Tu voluntad.
Que tenga presente Tu opinión en todas las cosas. Guárdale de decisiones hechas para su propio beneficio o de acuerdo con la perversidad que impera en este mundo.

Dale sabiduría y entendimiento espiritual.
Líbrale de depender de la deshonestidad y astucia del hombre sabio, de la vanidad y jactancia. Concédele la sabiduría que viene de lo alto, la cual es pura, pacífica, amable, benigna (Stg. 3:17).

Concédele que traiga gloria a Tu nombre y Te complazca en todas las cosas.
Capacítale para esto, no sólo en su oración y testimonio, sino también en las fatigas de cada día. En los pequeños trabajos, en los ajetreos, las comidas que come, la ropa que lleva puesta, que todo te complazca a Ti.

Hazle fructificar en buenas obras.
Guárdale de estar pendiente de sí mismo o de su propio trabajo cuando éstos podrían impedirle actuar con amabilidad, bondad y generosidad.

Que él crezca en la gracia y en el conocimiento de Tu persona.
Que él pueda verte claramente en Tu Palabra, pueda tener comunión contigo en oración y meditación. Llénale con el Espíritu de santidad, para que él en verdad pueda conocerte.

Fortalécelo con todo Tu glorioso poder, el poder que levantó a Cristo de entre los muertos.
Toma su debilidad e impotencia, que ellas puedan perderse en el océano profundo de Tu propia omnipotencia".

¡Mucho mejor orar así!


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¿Cómo Debemos Orar?

ORAR = Hablar Con Dios. Adorar. Alabar. Expresar Gratitud. Presentar Problemas y Quejas. Pedir. 1 S. 1:26-27;                         
                Mt. 21:22
Formas De Oración:

CLAMAR = Pedir con exigencia vehemente.  Lam. 3:56; Lc. 18:7

IMPLORAR = Pedir con lágrimas.  Is. 38:5; He. 5:7

INTERCEDER = Pedir a favor de otros. Est. 4:8; He. 7:25

INVOCAR = Pedir alegando lo prometido. Gn. 4:26; Ro. 10:13

ROGAR = Pedir con insistencia y ahínco. Éx. 33:13; 1 Ti. 2:1

SUPLICAR = Pedir con humildad y sumisión. 1 R. 8:38-39; 
                        Hch. 21:5

BENDECIR = Hablar bien. Alabar. Adorar. Dar gracias. 
                        Sal. 103:1-2

IMPRECAR =  Someter una queja, denunciar y pedir juicio. 
                       Sal. 120:3-5

Es el termómetro: revelador del calor en la iglesia.

Es el diálogo: con nuestro Padre celestial.

Es la mano: que pide Sus bendiciones.

Es la mejor arma: para combatir el diablo.

Es la respiración: el aliento vital de creyente.

Cuando la reunión de oración no tiene la misma asistencia e interés que las reuniones de domingo, la iglesia está espiritualmente enferma y defectuosa. Probablemente los miembros no son fervientes en oración personal los demás días. Orar es una expresión de necesidad y dependencia, y es la iglesia de Laodicea la que dice: "de ninguna cosa tengo necesidad".


viernes, 3 de agosto de 2012

EN ESTO PENSAD -- agosto 2012


Demas en Tres Tiempos
  
La historia de la humanidad es un estudio provechoso y las Sagradas Escrituras constituyen el mayor texto de historia que el mundo tiene. En ellas encontramos el origen del universo, la formación y caída de civilizaciones, la historia de pueblos y naciones y las experiencias personales de muchos hombres y mujeres. Algunos individuos abren sendas beneficiosas para los que siguen en sus pisadas pero otros brillan como faros de advertencia para que sepamos evitar las rocas que les llevaron al desastre.  
Entre estos últimos está Demas. La Biblia narra su trayectoria muy escuetamente en tres etapas. Le encontramos (1) bien, (2) fallando y (3) ido. 

Demas en la corriente 
“Te saludan Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores”   (Flm. 24). La primera mención de este hombre, cronológicamente, le presenta como consiervo del apóstol Pablo en los días difíciles de su encarcelamiento en Roma. Demas está visto entre excelentes compañeros: Pablo, Juan Marcos, Lucas y Aristarco. Acertadamente se dice en el mundo, “Dime con quién andas, y te diré quién eres”. Las Escrituras lo habían dicho antes: “El que anda con sabios, sabio será” (Pr. 13.20).  
Todo creyente debe escoger sus amistades con cuidado. Aun entre cristianos se hace importante buscar a los espirituales: aquellos que  enfilan a uno hacia la Biblia y lo celestial, y no abajo y afuera a lo mundano. Sin embargo, andar en buena junta no basta; no es una garantía de prosperidad del alma si no está acompañado de comunión con Dios. Esto se insinúa en la próxima etapa de la vida de este hermano en Cristo.

Demas a la deriva 
“Os saluda Lucas el médico amado, y Demas” (Col. 4.14). Cada palabra en el Santo Libro ha sido escogida por designio y no por casualidad. En Colosenses 4 encontramos a ocho hermanos asociados con Pablo y siete de ellos reciben algún voto de confianza. Demas está entre los ocho, pero de él nada se dice. Tíquico (Col. 4.7), es un amado hermano y fiel ministro y consiervo en el Señor. Onésimo (v. 9), es amado y fiel hermano. Aristarco es “mi compañero de prisiones”. A Juan Marcos se le recomienda y de él se escribe nota aparte. Justo, 4:11, es un consuelo también. Epafras se describe como fervoroso intercesor y creyente celoso. Lucas es “el médico amado”. ¿Y Demas? Nada.  
Parece que Marcos, después de un problema en su vida años antes, ha ganado la confianza del anciano apóstol, pero que Demas, después de un tiempo de servicio en las cosas del Señor, está fallando.  

Demas naufragado
“Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido” (2 Ti. 4:10).  Transcurrieron algunos años,* y ahora llegamos al Capítulo III en el relato. Pablo, fiel y anciano guerrero de la cruz, yace en un calabozo romano en espera del martirio. Cristo llena su corazón; su fe y esperanza no admiten derrota pero él es muy humano y anhela el compañerismo de sus hermanos. Pide a Timoteo y Marcos que vengan porque, “sólo Lucas está conmigo”. Bajo estas circunstancias, ¡cuánto le dolió que Demas le haya dejado!
¿Cuál fue la causa? No fue un caso de haber sido vencido por la presión y persecución. Fue amor a “este mundo”. La expresión está en contraste con la del versículo 8 acerca de la corona que el Señor dará a “todos los que aman su venida”. Demas se ha marchado y nada más sabremos de él en la historia bíblica.  
Seamos de los que demos todo nuestro tiempo a la obra del evangelio, seamos ancianos en las asambleas o creyentes maduros, o seamos nuevos en los caminos del Señor, tengamos todos el mismo cuidado, acaso el amor para Cristo en nuestro corazón sea desplazado por el amor al mundo.  
     El mundo luce atractivo y próspero. Los poderes de Satanás se hacen sentir, pero la venida del Señor se acerca. Que nunca sea dicho de nosotros que “él / ella se ha ido, amando a este mundo”.  

* La opinión general es que la carta a Filemón en Colosas y la carta a la asamblea de los colosenses fueron escritas en el mismo año, y 2 Timoteo seis o siete años más tarde.
A. W. Joyce, Toronto; de la revista "Truth & Tidings", junio 1956

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MORIR PARA LLEVAR FRUTO

En Juan 12:24 el Señor dice: “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”. La vida está en la semilla. No obstante, la semilla está rodeada de una cáscara, una corteza dura. Mientras esta cáscara no se quiebre, la semilla no podrá crecer. “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere...” ¿A qué se refiere esta muerte? Es la acción del calor y la humedad de la tierra sobre la semilla, lo cual ocasiona que la cáscara se rompa. Cuando la cáscara se rompe la semilla brota. Por lo tanto, no depende de si la semilla tiene vida o no, sino de que la cáscara exterior se rompa. El siguiente versículo añade: “El que ama la vida de su alma la perderá; y el que la aborrece en este mundo, para vida eterna la guardará” (v. 25). De acuerdo con la Palabra del Señor, la cáscara exterior es nuestra vida, y la vida interior es la vida eterna que El nos imparte. Para que la vida interior pueda brotar, la vida exterior debe sufrir pérdida. Si lo exterior no es quebrantado, lo interior no puede ser liberado.
       Entre toda la gente del mundo, hay algunos que tienen la vida del Señor. Y entre éstos, encontramos dos condiciones de vida. En unos la vida se encuentra atada, circunscrita y aprisionada; pero en otros, el Señor ha abierto una brecha y la vida puede brotar. El problema de nosotros hoy no radica en cómo obtener vida, sino en cómo permitir que esta vida emane de nuestro interior. Cuando decimos que el Señor tiene que quebrantarnos, no es sólo una figura retórica ni una doctrina; el quebrantamiento tiene que llevarse a cabo. La vida del Señor puede propagarse por toda la tierra, pero está encerrada en nosotros. El Señor puede bendecir a la iglesia, pero Su vida se encuentra aprisionada, restringida y bloqueada por nuestro hombre exterior. Si el hombre exterior no es quebrantado, no traeremos bendición a la iglesia, ni podemos esperar que el mundo reciba la gracia de Dios por medio de nosotros.
Watchman Nee, de su libro La Liberación del Espíritu

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CONVICCIÓN Y CONVERSIÓN

"No hay verdadera conversión sin convicción de pecado. Una cosa es estar intelectualmente de acuerdo que soy un pecador; pero otra cosa es experimentar el ministerio de la convicción del Espíritu Santo en mi vida. Muchos han olvidado que el mensaje es arrepentimiento para con Dios y fe en nuestro Señor Jesucristo".             
William MacDonald   (véase Hch. 20:21)

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El Arrepentimiento

"El verdadero arrepentimiento es más que un juego mental. Es un cambio decisivo de sentido. Es un cambio de mente, de forma de pensar, de actitud y de valores que produce un cambio en tu forma de vivir". Ray Pritchard

"Arrepentirse es adoptar el punto de vista de Dios en lugar del tuyo". William Temple

"Reconocer el pecado y sentir tristeza no es el arrepentimiento. De diez personas en la Biblia que dijeron: "He pecado", sólo cinco realmente se arrepintieron".  H.G.B.

"El arrepentimiento es la estimación que uno forma de su pecado y sus propios caminos, por medio de la entrada de la luz de Dios en su alma". J.N. Darby

"El arrepentimiento no está opuesto a la gracia. Es el reconocimiento de la necesidad de la gracia". H.A. Ironside

"El arrepentimiento es un cambio de mente de carácter profundo y práctico. Al hombre le hace amar lo que antes odiaba, y odiar lo que antes amaba".  C.H. Spurgeon

"El ser humano, caído, no es simplemente una criatura imperfecta que necesita mejora. Es un rebelde que debe abandonar sus armas. Rendirse, sintiendo contrición, reconociendo que has estado equivocado y en mal camino, y estando preparado para tomar otro rumbo y planificar nuevamente tu vida, es lo que los cristianos llamamos 'arrepentimiento' ". C.S. Lewis

"El arrepentimiento es una nota perdida en nuestras predicaciones y nuestra experiencia, y su falta llena nuestras iglesias con pecadores bautizados que nunca han sentido la culpa del pecado ni la necesidad del Salvador".  Vance Havner.

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¡TEME EL JUICIO DE DIOS!


"Visión dura me ha sido mostrada... por tanto, mis lomos se han llenado de dolor; angustias se apoderaron de mí, como angustias de mujer de parto; me agobié oyendo, y al ver me he espantado. Se pasmó mi corazón, el horror me ha intimidado; la noche de mi deseo se me volvió en espanto".  Isaías 21:2-4

"¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!" Hebreos 10:31

"Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?"  Apocalipsis 6:12-17 

"Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego". Apocalipsis 20:15

Amigo, puede que no te guste esto porque lo encuentras desagradable. Pero la verdad no depende de nuestros gustos. Jesucristo sufrió el terrible juicio de Dios, y lo hizo por ti, sufrió por tus pecados, en tu lugar, en la cruz. Ahora bien, si arrepentido confías en Él como tu Señor y Salvador, serás perdonado y tendrás vida nueva. Pero, si no quieres reconocer tu pecado y culpa, y confíar en Él, ten por cierto que no escaparás el juicio de Dios. No habrá esperanza para ti. Teme el juicio de Dios. Humíllate ahora, arrepiéntete y clama al Señor para que te perdone y salve. Porque sí no, ciertamente perecerás.

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LOS RECABITAS


La manera de honrar a Dios es hacer lo que Él pide. La motivación de honrar a Dios es el amor. En Jeremías 35 tenemos el hermoso ejemplo de los recabitas en los tiempos del profeta, cuando Jerusalén estaba sitiada por los babilonios. El capítulo presenta un gran contraste con el anterior donde los de Jerusalén hicieron un pacto en nombre del Señor y luego le deshonraron rompiéndolo.
En los versículos del 1 al 11 vemos el ejemplo de Jonadab y sus hijos obedientes (véase Jue. 1:16; 2 R. 10:15, 23; 1 Cr. 2:55). Jonadab, hijo de Recab, vivió en los tiempos de Jehú, el que derrotó la casa de Acab. Siglos después, sus descendientes todavía seguían sus instrucciones. Dios señala ejemplos así para enseñar a Su pueblo. La obediencia es un principio de la vida espiritual y clave para la bendición. Es una muestra de confianza, lealtad y sumisión. Es algo que agrada y honra al Señor, y además es una muestra de amor.
Como tiene que ver con el ejemplo de los recabitas, consideremos unos pasajes donde Dios enfatiza la obediencia, Éxodo 20:12 demanda: “Honra a tu padre y a tu madre”. Proverbios 3:1-2 dice: “Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán”. No se dice esto sólo a los niños, sino también a los hijos adultos. En Malaquías 1:6 Dios declara: “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos...”. Luego en el Nuevo Testamento, Efesios 6:1-3 expresa lo mismo en forma de doctrina apostólica: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”. 1 Pedro 1:14-17 dice: “como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros ...y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación”. En cambio, Romanos 1:30, describiendo la condición pecaminosa de la raza humana, apunta entre otros pecados: “desobedientes a los padres”. 1 Timoteo 1:9 declara: “la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores”. Éstos entre muchos otros textos bíblicos demuestran claramente la voluntad de Dios al respecto. Quería que los hijos de Israel le obedecieran, y hoy quiere que los creyentes le obedezcan.
Volviendo a la primera sección de nuestro texto (vv. 1-11), el primer versículo nos dice el tiempo de este incidente: “en días de Joacim hijo de Josías”, que era uno de los tres hijos rebeldes de Josías. El versículo 2 repite las instrucciones dadas a Jeremías. “Ve a casa de los recabitas y habla con ellos, e introdúcelos en la casa de Jehová, en uno de los aposentos, y dales a beber vino”. Se refiere al vino (no mosto) empleado en ofrenda (“libación”: Éx. 29:40-41, etc.). En los versículos 3-5 Jeremías obedeció y los trajo a una de las cámaras (“aposento”) del templo (v. 4). 1 Crónicas 28:12 habla de esas “cámaras alrededor” del templo. Jeremías como buen siervo de Jehová hizo cómo el Señor le había mandado, sin preguntar “¿por qué?”.  
Entonces, los versículos 6-11 dan la respuesta de los recabitas a la invitación a beber vino. Podían haber pensado que al estar en las cámaras del templo, y siendo el profeta Jeremías quien les daba el vino, podían beberlo como una excepción. Pero no fue así.  Dijeron en el versículo 6: “no beberemos vino porque Jonadab hijo de Recab nuestro padre nos ordenó diciendo: No beberéis jamás vino vosotros ni vuestros hijos”. El versículo 7 da el resto de sus instrucciones, acerca de casas, huertos, viñas, y la vida de peregrinos que debía caracterizarles. En los versículos 8 y 10 afirman: “Y nosotros hemos obedecido a la voz de nuestro padre Jonadab hijo de Recab en todas las cosas que nos mandó...”. Observemos que lo que Jonadab les mandó no fue ley de Dios, sino ley suya, “mi ley” como dice el padre a sus hijos en Proverbios 3:1; 4:2 y 7:2. Les mandó acerca de cosas realmente legítimas, es decir, de otro modo podían haber participado de esas cosas, porque nada en la ley de Dios las prohibía. Podían haber dicho algo como: “No puedes mandarnos esto, pues Dios no lo hace”. O, “Son cosas de gustos personales”. O tal vez pudieran razonar así: “Esto de Jonadab fue para otro tiempo y cultura. Han pasado casi trescientos años y las cosas han cambiado”. O si tuvieran la actitud deplorable de muchos jóvenes adultos hoy, dirían: "Ya somos mayores de edad, no tenemos que obedecer". Pero no, los recabitas eran todos fieles a la ley de su padre Jonadab. Después de tantos años todavía le honraban. ¡Y Dios lo vio!
Ilustran la fiel obediencia por amor, guardando no los mandamientos de Dios, no las Escrituras, sino los mandamientos de su padre, un antepasado, acerca de cosas que les eran legítimas. En contraste, los tres hijos del piadoso rey Josías eran rebeldes, independientes y desleales. No obedecieron ni guardaron ni la palabra de su padre ni la de Dios siquiera por una sola generación. Hay gente como ellos en nuestras iglesias hoy en día, hijos infieles que deshonran a sus padres piadosos y hacen lo que les parece (Miq. 7:6). Ni consultan ni respetan los deseos de sus padres. Y en las iglesias hallamos a “creyentes” infieles que no siguen el buen ejemplo y la sana instrucción de los hermanos que los precedieron. ¡Y Dios los ve!
Entonces en la segunda sección, los versículos del 12 al 15, se nos presentan Jehová y Sus hijos desobedientes. Este es el punto al cual el Señor quería llegar. “Ve y di a los varones de Judá, y a los moradores de Jerusalén: ¿No aprenderéis a obedecer mis palabras? dice Jehová” (v. 13). En Lucas 6:46 el Señor hizo lo que algunos llaman Su pregunta más embarazosa: “¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” No hay buena respuesta a esa pregunta. Dios busca más que conocimiento y cumplimiento superficial de ciertos ritos. Quiere que Su pueblo aprenda a obedecer Sus palabras. En el versículo 14 expone Su queja: “Fue firme la palabra de Jonadab hijo de Recab, el cual mandó a sus hijos que no bebiesen vino, y no lo han bebido hasta hoy, por obedecer al mandamiento de su padre; y yo os he hablado a vosotros desde temprano y sin cesar, y no me habéis oído”.  Los hijos de Jonadab guardaron las palabras de su padre, pero tristemente, los hijos de Jehová no guardaron Sus palabras. Al pueblo de Dios no le faltaba información, pues les había hablado “desde temprano y sin cesar”, pero no había hecho caso: “no me habéis oído”. Hoy pasa lo mismo, porque el pueblo evangélico tiene toda la Biblia, y mucha enseñanza disponible, en persona, en libros, en estudios especiales, en la radio, en la televisión, en internet y hasta en el teléfono se puede leer la Biblia y recibir estudios y notas. Nuestro problema no es falta de información, sino falta de atención, o falta de voluntad, o peor todavía, deslealtad. El Señor recalca en el versículo 15: “Y envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde temprano y sin cesar, para deciros: Volveos ahora cada uno de vuestro mal camino, y enmendad vuestras obras, y no vayáis tras dioses ajenos para servirles, y viviréis en la tierra que di a vosotros y a vuestros padres; mas no inclinasteis vuestro oído, ni me oísteis”. En el versículo 16 lamenta la actitud de Su pueblo: “Ciertamente los hijos de Jonadab hijo de Recab tuvieron por firme el mandamiento que les dio su padre; pero este pueblo no me ha obedecido”. Es como si dijera: “¡Ojalá que mi pueblo me honrara como los hijos de Jonadab le honran!” Es como si preguntara: “¿Por qué los hijos de Jonadab le son tan fieles y los míos me son tan infieles? ¿Qué he hecho para merecer esto?” (véase Jer. 2:2-5).
Bueno sería que pensáramos en como responder a semejantes preguntas, porque la forma en que Israel procedió tiene sus paralelos hoy en el mundo evangélico -- en la familia y la iglesia. Hoy la gente piensa en sus derechos, su libertad, su independencia, y no en sus obligaciones. Se ama a sí mismo, no a Dios, justamente como dijo el apóstol Pablo que sería en los postreros tiempos (2 Ti. 3:1-5). Los recabitas ponían ejemplo a seguir en Israel, y también en la iglesia.
Carlos Tomás Knott
continuará, d.v., en el número siguiente