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sábado, 31 de julio de 2021

En Esto Pensad - agosto 2021

NO SEAMOS TAN CRÉDULOS
William MacDonald


“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Juan 4:1).

Vivimos en una época cuando las sectas se multiplican con asombrosa rapidez. En realidad no hay nuevas sectas; son solamente variaciones de grupos heréticos que surgieron en los días del Nuevo Testamento. Es su variedad la que es nueva, no sus dogmas básicos.
        Cuando Juan dice que debemos probar los espíritus, quiere darnos a entender que debemos probar a todos los maestros por medio de la Palabra de Dios, para que podamos detectar a aquellos que son falsos. Hay tres áreas fundamentales donde las sectas quedan al descubierto como falsificaciones. Ninguna secta puede pasar estas tres pruebas.
        La mayoría de las sectas son fatalmente defectuosas en su enseñanza referente a la Biblia. No la aceptan como la inerrante Palabra de Dios, la revelación final de Dios al hombre. Igualan su autoridad con los escritos de sus propios líderes. Reclaman tener nuevas revelaciones del Señor y se jactan de esta “verdad nueva”.  Publican su propia traducción de las Escrituras que tuerce y pervierte la verdad. Aceptan la voz de la tradición a la par con la Biblia. Manejan la Palabra de Dios fraudulentamente.
        La mayoría de las sectas son heréticas en sus enseñanzas acerca de nuestro Señor. Niegan que es Dios, la segunda Persona de la Santa Trinidad. Admiten que es el Hijo de Dios, pero con esto dan a entender algo menos que igualdad con Dios el Padre. A menudo niegan que Jesús es el Cristo, enseñando que el Cristo es una influencia divina que vino sobre el hombre Jesús. Con frecuencia niegan la verdadera humanidad impecable del Salvador.
        Una tercera área en la que las sectas se condenan es en lo que enseñan tocante al camino de salvación. Niegan que la salvación es por gracia por medio de la fe en el Señor Jesucristo solamente. Cada una de ellas enseña otro evangelio, es decir, salvación por las buenas obras o buena conducta.
        Cuando los propagadores de estas sectas llegan a nuestra puerta, ¿cuál debe ser nuestra respuesta? Juan no nos deja en duda: “no lo recibáis en casa, ni le saludéis. Porque el que le saluda, participa en sus malas obras” (2 Juan 10:11 traducido de la Biblia parafraseada por Phillips).

"¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido".  Isaías 8:20  

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"Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren" (1 Ti. 4:16).

Esto fue dirigido en primer lugar a un joven adulto que tenía responsabilidad y ministerio en una asamblea. Pero es también aplicable a otros. ¡Cuán importante es guardar la integridad de nuestra vida personal mientras contendemos por las doctrinas de la fe. Todo creyente debe saber la importancia de estudiar las Escrituras (2 Ti. 2:15). Pero el conocimiento de la Palabra no garantiza nuestro éxito espiritual. Ni lo garantizan otras cosas como nuestra parentela, nuestros privilegios y nuestros logros en el pasado. Comenzar bien no es lo mismo que terminar bien. Muchos desvíos hay en el camino del peregrino.
    Devoción de corazón a Cristo, y el permanecer en comunión con Él, en Su amor, en obediencia a Su Palabra (Jn. 15:4, 7, 9) asegurarán nuestro bienestar espiritual y nos salvarán de muchas angustias. También salvarán "a los que te oyeren". Somos miembros de un cuerpo y tu vida y conducta afectan a los demás en la iglesia. Si a Timoteo le era necesaria una exhortación como ésta, ¡cuánto más a nosotros!

adaptado de un calendario devocional

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 Errores Populares Acerca de la Sana Doctrina


    Edward Carnell, 2º presidente de Fuller Seminario Teológico dijo: “Jesús nombra el amor, no la defensa de doctrina, como señal del verdadero discípulo”.
    Pastor Ted Haggard (New Life Church, Colorado Springs, y cabeza de la Asociación Nacional de Evangélicos) dijo: “Me gusta todo sabor de helado. A veces quiero vainilla con caramelo, nata, nueces y una guinda. A veces quiero banana o stracciatella. Por eso me gustan las heladerías de Baskin-Robbins. ... En Colorado Springs, Colorado, donde soy pastor, disfrutamos 90 sabores de iglesias... necesitamos apreciar las interpretacions respetadas de las Escrituras que existen en muchas denominaciones cristianas... creo que el Espíritu Santo nos está llamando a quitar nuestros muros y demostrar al mundo que estamos unidos” (de la revista “Carisma”, julio 1995).
    Joseph Stowell (presidente del Instituto Bíblico Moody), hablando en una conferencia de la Asociación Nacional de Evangélicos en marzo 1996, dijo: “Dios nunca deseó que nuestras diferencias nos dividieren. Si a Cristo le perteneces, estás por encima de las diferencias y todo lo demás viene a ser secundario. La conferencia para el clero, organizada por Promise Keepers (“Cumplidores de Promesas”), en Atlanta, mostró la unidad que es posible. Debemos arrepentirnos de nuestras actitudes como yo hice en Atlanta. Fui a un hombre que tenía diferente doctrina, y le pedí perdón... El avivamiento sucede cuando el pueblo de Dios trabaja unido”.
    Estos son solo unos ejemplos de los errores que circulan y tienen amplia aceptación entre los evangélicos. El hecho de que sean apoyados por personas de renombre no los valida. Vamos por partes:
    Primero, el señor Carnell, presidente del seminario Fuller, se equivocó. En primer lugar, habló de “Jesús”, no del Señor Jesucristo. En segundo lugar, nuestro Señor Jesucristo dijo otra cosa acerca del verdadero discipulado. Juan 8:31 dice: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos”. El que se ciñe a la Palabra del Señor y la obedece es Su discípulo. Es señal de amor (Jn. 14:15). Debemos contender por la fe una vez dada a los santos (Jud. 3).
    Segundo, Ted Haggard confunde gustos personales de alimentos con la importancia de la doctrina. No hay diferentes sabores de sana doctrina. “Un mismo sentir” es lo que enseñaron los apóstoles (1 Co. 1:10; 2 Co. 13:11; 1 P. 3:8), y ellos, no el señor Haggard, hablaron inspirados por el Espíritu Santo.
    Tercero, el señor Stowell, aunque era presidente del gran Instituto Bíblico Moody, también se equivocó. El apóstol Pablo instruyó a Timoteo que mandase a personas en Éfeso a no enseñar “diferente doctrina” (1 Ti. 1:3). Enseñó a los cristianos en Roma a marcar y separarse de los que iban en contra de la doctrina de los apóstoles (Ro. 16:17). Y se equivocó acerca del avivamiento. Para que venga, tiene que haber arrepentimiento y vuelta a la Palabra de Dios.
    Pedro advierte que habrá entre nosotros “falsos maestros”, lo cual indica que hay que vigilar la doctrina que es enseñada. Efesios 4:14 nos enseña a no ser “niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error”. Estos vientos de doctrina soplan aun en seminarios, institutos bíblicos y grandes iglesias. Seamos como los nobles creyentes en Berea, y escudriñemos cada día las Escrituras (Hch. 17:11).

Carlos

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 EL PODER DEL EJEMPLO

Los jóvenes no son tontos. Al contrario, son buenos jueces de la naturaleza humana. "Leen" a los adultos como a un libro abierto.
    Los creyentes adultos pueden predicar todo lo que quieran sobre la consagración, la dedicación y la devoción. Pueden hablar del campo misionero y de la dignidad del servicio cristiano. Pero, a juzgar por el modo en que viven, los jóvenes ven qué es lo que realmente valoran. Si ven a sus ancianos amasar una fortuna, dar prioridad a los negocios y vivir a todo lujo en grandes casas, no se sorprendan si ellos siguen el mismo ejemplo. Es inútil predicar el sacrificio cuando uno acumula tierras, casas y coches en lugar de dar todo al Señor. El joven rico no es el único que no obedece al Señor cuando manda: "vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz" (Mr. 10:21). Los hechos hablan más fuerte que las palabras.Y qué triste si algunos misioneros también viven en lujo, con grandes casas, siervos para atenderles, etc. ¡Quién no quisiera ser un misionero así!  Los jóvenes se fijan más que nada en el ejemplo que ven.
    Quizás pensemos que es nuestro derecho inalienable vivir así y retirarnos a una vida de inactividad después de cuarenta años de trabajo, ¡pero entonces no nos sorprendamos si nuestros hijos trabajan con el mismo objetivo mientras que el mundo se va al infierno! 
 

William MacDonald, Seguir Espejismos o Seguir a Jesús, adaptado

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RETORNO AL PAGANISMO

Domingo Fernández Suárez (1909-1999)


NO SE HA ENCONTRADO en el mundo un pueblo o nación sin religión. La historia nos enseña que cuando el hombre desconoce a Dios, al Dios vivo y verdadero, inventa un dios o una constelación de dioses y diosas, y crea un sistema de culto o forma de adoración. A estas religiones inventadas por el hombre se les ha dado el nombre de mitología o paganismo.
    La palabra mitología viene de mito que significa fábula o invención. Los pueblos que componían el Imperio Romano adoraban numerosos dioses y semidioses o dioses de diferentes categorías. Dioses que se caracterizaban por padecer de los mismos vicios y pasiones que sus inventores. Los griegos personificaban los elementos de la naturaleza: El aire, el agua, el trueno, el fuego y otros elementos. El término “paganismo” fue dado por los primeros cristianos a todos los adoradores de ídolos o dioses inventados por el hombre. De modo que el término paganismo es sinónimo de ignorancia, idolatría, superstición, falsedad, error y mentira.
    El paganismo religioso fue creado por hombres inspirados por el príncipe de las tinieblas. San Pablo se refiere al paganismo y a los paganos, diciendo: “Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia...ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador” (Ro. 1:22-25).
    Las últimas palabras del Señor Jesús a Sus discípulos, antes de ascender al cielo, fueron las siguientes: “Me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hch. 1:8). “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere ... será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Mr. 16:15-16).
    Cuando el Señor dio esta orden a Sus discípulos cada pueblo o nación del mundo tenía su religión, sus dioses, y su sistema de adoración. Jesucristo estampó a todos los sistemas religiosos del mundo con el calificativo de mito, mentira e invención humana. El evangelio de Cristo es la única verdad religiosa debajo del cielo. El que quiera salvarse debe creer al evangelio y renunciar a todo otro sistema doctrinal de fabricación humana.
    Obedientes a la orden recibida, los discípulos del Salvador irrumpieron en la esfera del paganismo con impulso incontenible. Iban por todas partes predicando, enseñando y hablando del evangelio de Cristo. Habían visto al Salvador resucitado, vencedor de la muerte y del sepulcro, y habían oído el anuncio que Él vendría otra vez.
    El evangelio, como mensaje de salvación, estaba respaldado por un poder sobrenatural: una virtud iluminadora, vivificadora, regeneradora y transformadora que impartía nueva vida a los paganos que abrían su corazón a la gracia de Dios.
    Con el correr de los años las autoridades del paganismo se alarmaron. Sus templos se estaban quedando vacíos. Y como los gobernantes eran paganos apelaron a la persecución, a la intimidación, a la tortura, a las fieras del circo, a la decapitación y al fuego, tratando de ahogar y matar el avance del cristianismo.
    Por aquel tiempo un destacado apologista del cristianismo dijo a los paganos: “La sangre de los mártires es la sementera del cristianismo”. Cuantos más mataban más surgían por todas partes. Y después de 300 años de oposición a sangre y fuego las autoridades paganas del Imperio Romano se dieron cuenta de que el cristianismo era invencible, y se rindieron.
    Para el año 500 de la era actual los cristianos pensaron que habían llegado a la meta que les había fijado el Salvador. Pudieron decir que habían llevado el mensaje de la cruz hasta el último rincón de Europa y Asia Occidental. Y que todas las provincias o naciones que habían integrado el extenso Imperio Romano se consideraban nominalmente cristianas.
    De allí en adelante perdieron el interés y el celo misionero que había animado a las generaciones anteriores. No se lanzaron a nuevas empresas misioneras. Y por espacio de mil años se limitaron a mantener el territorio conquistado. Con la pérdida del interés misionero perdieron también la visión espiritual. Y se olvidaron de alimentar el alma con el pan de la Palabra de Dios. El cristianismo abrió las puertas a muchos errores procedentes del paganismo, y cayó en un ritualismo y ceremonialismo formalista y frío que no impartía vida espiritual a sus profesantes.
    Con el renacimiento de las letras y la invención de la imprenta en el siglo XV surgió también un despertar espiritual que culminó en la llamada Reforma Religiosa del siglo XVI. Aquella reforma sacó a muchas almas de las tinieblas a la luz, y de la muerte espiritual a la vida en Cristo. Y surgió de nuevo en el ánimo de las almas regeneradas la necesidad de dar testimonio de Cristo y predicar el evangelio. Pero aquel despertar misionero se limitó a los ámbitos que permanecían bajo la bandera del Vaticano. Y pronto se mezcló con la política y doctrinas erróneas, y desvaneció.
    A fines del siglo XVIII algunos cristianos evangélicos sintieron que pesaba sobre ellos el deber y la responsabilidad de ir a predicar el evangelio en aquellas regiones del mundo que permanecían sumidas en las tinieblas de la ignorancia, la superstición y el error. Y se inició una corriente de abnegados y valientes misioneros que partiendo de algunas naciones europeas y de Norte América se internaron en los diferentes países de Asia, África, y América Latina. Dios sabe cuántos sufrimientos tuvieron que afrontar aquellos pioneros de la obra misionera evangélica. La labor misionera se mantiene en todos los países donde se cree necesaria y es permitida.
    El paganismo se ha limitado siempre a los países donde se ha originado. En el pasado no han mostrado interés en paganizar a los llamados países cristianos. No han enviado misioneros a otros países. Pero ahora, por primera vez en la historia, el paganismo africano, asiático, y del Medio Oriente está invadiendo, con sus predicadores y agentes, a los países considerados nominalmente cristianos. ¿No constituye este fenómeno una señal de los tiempos?
    Vivimos en una ciudad que está siendo invadida por el más rústico paganismo africano. Hombres y mujeres que han nacido en un país llamado cristiano cierran sus ojos a la luz del cielo, desprecian el evangelio de Jesucristo, vuelven la espalda al Dios verdadero, y en lugar de buscar la verdad en las páginas de la Sagrada Escritura prefieren consultar a unos caracoles. Y en lugar de poner su confianza en el Dios vivo y verdadero que ha creado los cielos y la tierra, prefieren encomendarse a alguna de las llamadas “siete potencias africanas”: o a un coco o una piedra.
    La religión musulmana, que siempre se ha limitado a defender, por medio de la espada, los países conquistados hace siglos; ahora se ha lanzado a la conquista de adeptos fuera de sus fronteras naturales. Y pretende persuadirnos a que sustituyamos la Biblia por el Corán de Mahoma. No vienen a adaptarse, sino a conquistar. Actualmente levantan mezquitas en España y muchos otros países, que cuestan millones de euros, en terrenos a menudo regalados por los ayuntamientos.
    Los agentes de diferentes cultos hindúes y budistas se han lanzado a una activa labor proselitista en Europa y Norteamérica. Anunciando sus actos y prácticas (por ejemplo, meditación y yoga) por todos los medios de difusión que les brindan los modernos métodos de comunicación.
    El espiritismo, como arma del Diablo, se conoce desde hace miles de años. Pero La Historia de las Religiones toma el año 1848 como el punto de partida del moderno movimiento espiritista. La teosofía, prima hermana del espiritismo, constituye un sistema filosófico-espiritista de fabricación oriental o asiática. Surgió en 1875. Fue fundada por una mujer rusa llamada Elena Petrona de Blavatsky, que había ejercido durante varios años como médium espiritista. Al principio dijo que la teosofía era el mismo espiritismo pero con otro nombre.
    El movimiento Rosacruz o Rosacrucianismo, que en la práctica es pariente muy cercano de la teosofía, del espiritismo y del gnosticismo, fue creado en el siglo XVII. Pero hizo su entrada en los continentes americanos a mediados del siglo XIX (1842).
    En la primera mitad del Siglo XVIII nació la llamada Iglesia de Cristo que suena cristiana pero está bajo anatema porque predica y practica otro evangelio: la regeneración bautismal – dicen que sin bautizarse uno no es salvo.
    La organización llamada mormones o Santos de los Últimos Días fue fundada por José Smith en 1830. Esta organización, aunque de reciente invención, se presenta como la única agencia de Dios en la tierra. Como la organización que pretende tener en sus manos las llaves del cielo.
    El movimiento adventista del séptimo día, que tiene a una mujer (Elena White) como su profetisa, teóloga y legisladora, entró en la esfera religiosa en 1831, con profecías erróneas acerca de la fecha de la venida de Cristo, y doctrinas no bíblicas que Elena White propagó en sus libros que todo adventista debe leer.
    Charles Russell fundó en 1872 la organización conocida como Testigos de Jehová, y pocos saben que antes había estado con los adventistas. “La Sociedad Atalaya” a pesar de sus errores garrafales, las predicciones fallidas, y las contradicciones manifiestas, profesa ser profeta de Jehová, y pretende poseer el monopolio exclusivo de la interpretación de la Biblia, es decir, su propia versión de ella. Pocas son las puertas no visitadas por sus agentes que venden sus revistas: “Atalaya” y “Despertad”.
    Otra secta que hizo su aparición por la misma fecha —1875— es la llamada Ciencia Cristiana, fundada por una mujer: Mary Baker Eddy. El aspecto fundamental de esta “ciencia” consiste en negar la realidad de la materia, la enfermedad y el dolor. Expone el aspecto panteísta de que Dios es el conjunto de todos los seres que existen en el mundo. De manera que, según ellos, Dios y el hombre no son seres de existencia independiente, sino una misma cosa. La Ciencia Cristiana ni es cristiana, ni es ciencia.
    Otra organización de reciente creación es la llamada UNITY, rama desgajada de la llamada “Ciencia Cristiana”. El énfasis de este grupo estriba en la meditación o en concentrar la mente humana en lo que llaman la mente universal.
    A mediados del siglo XIX surgió en Persia un falso mesías llamado Baha Ullah, quien por supuesto fundó su propia religión:  Bahai. Tienen un templo en Haifa, Israel. Sus discípulos, poco conocidos, también intentan ganar adeptos en todos lados.
    También surgió en Norteamérica un movimiento que se caracteriza por sus extravagancias negativas y heréticas. La Iglesia de Dios Universal, gira en torno a la figura de un hombre, Herbert W. Armstrong, e inunda al mundo con ríos de literatura que distribuye gratis. El título más conocido de sus publicaciones es la revista “La Pura Verdad”, que es la verdad de su director, no la verdad de Dios.
    Y hay mucho más, pero por último, mencionamos el movimiento pagano que ha experimentado mayor crecimiento en los últimos años; movimiento que crece como la espuma; que cuenta con el respaldo publicitario gratuito de miles de periódicos y emisoras de radio. Nos referimos a la astrología, que no pasa de ser una farsa, una invención humana sin fundamento alguno, un engaño que está apartando a millones de la confianza en Dios e induciéndoles a poner su fe en objetos inanimados e insensibles.

    El paganismo está reviviendo y se está lanzando a la conquista del mundo. En los últimos 150 años han surgido numerosas organizaciones de fondo pagano. El paganismo de este siglo constituye un reto para el cristianismo. ¿Qué estamos haciendo los que creemos que el evangelio de Cristo es la verdad? Sí, ¿qué estamos haciendo? Es hora de despertar del letargo, de la modorra que nos enerva, mientras el paganismo avanza. Este resurgir del paganismo constituye una señal de los tiempos, una evidencia de que la venida del Señor se acerca.      

                                                    Domingo Fernández, adaptado

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 ¿Cuál Es Tu Santuario o Lugar De Adoración? 

Norman Crawford


Cuando un cristiano invita a un vecino a asistir a una reunión de la asamblea, suele oír algo así en respuesta: “Oh, ya tengo mi propia iglesia” o “...mi propio lugar de adoración”. El propósito de este capítulo es contestar con las Escrituras esta pregunta: “¿Cuál es el verdadero y bíblico lugar de adoración?”

    Alrededor nuestro en el mundo religioso hay muchos llamados “lugares de adoración”. A veces hemos podido entrar  entrar y ver cómo son esos lugares que la gente suele llamar “iglesias”. Quizás entonces nos preguntaban: “¿Queréis ver el santuario?” Nos conducen a un gran auditorio, con un altar y otros símbolos religiosos que caracterizan tales lugares. Es posible que alguna persona verdaderamente convertida que ignoran las verdades de la iglesia asista en alguno de esos lugares, y crea que está en un lugar consagrado, un santuario de Dios en la tierra.
    Dios tuvo un santuario en la tierra. Hebreos 9:1 dice: “Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal”. Este texto se refiere al tabernáculo que tenía Israel en el desierto (v. 2). El patrón y diseño de todo fue dado por Dios a Moisés (He. 3:2-5). Era una figura terrenal del verdadero santuario en el cielo (He. 9:23-24). Era terrenal, no en sentido negativo o moralmente malo, sino simplemente en sentido físico – hecho de materiales de esta creación (9:11). Dios escogió los materiales. Toda estaca, cuerda, columna, tabla, cortina, cubierta, vaso y mueble en el tabernáculo era figura de las glorias y hermosuras de Cristo. Todo su servicio y ritual representaban Su Persona y obra. Era una maravillosa parábola, un relato terrenal con un sentido celestial. Hebreos 9:9 dice: “Lo cual es símbolo para el tiempo presente”.
    Hubo otro santuario terrenal en el Antiguo Testamento que era todavía más atractivo al ojo y de mucho más valor material que el tabernáculo. Salomón lo edificó en Jerusalén. Dios también dio el diseño de todo ese templo (1 Cr. 28:19), y él a su vez lo dio a Salomón. Estiman en los precios de 1984 que el valor del oro y la plata en el templo sería 48,5 mil millones de dólares (EE.UU.), que hoy son más de 857 mil millones de euros. Así lo calculan los hebreos estudiosos en Israel. Ese hermoso templo fue destruido cuando Judá fue llevado cautivo a Babilonia. Años más tarde fue reedificado por el remanente que volvió bajo Zorobabel, pero no tenía el valor ni la gloria primera (Hag. 2:3). Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, llamó a aquel templo: “la casa de mi Padre” (Jn. 2:16), aunque había sido renovado y adornado por Herodes.
    Habrá santuarios terrenales en el futuro. Durante el periodo de la tribulación habrá un templo en el cual se colocará la abominación desoladora. En la tierra durante el milenio estará el templo que el profeta Ezequiel describió (Ez. 41-44). Entonces suman cinco santuarios en la tierra, pero la cuestión es: “¿Tenemos hoy un santuario físico que es nuestro lugar de adoración?”
    Una de las grandes verdades halladas en el libro de Hebreos es que el santuario terrenal ha sido reemplazado con otra cosa. La verdad de los capítulos 9 y 10 es que todo el sistema asociado con el santuario terrenal ha sido quitado. En el libro de Hebreos el Antiguo Testamento es visto como un bosquejo de verdades divinas que no se podían cumplir. Hebreos 7:18-19 declara: “Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios”. En esta epístola, al comparar las cosas del Antiguo Testamento y la ley con las verdades del Nuevo Testamento, aparecen palabras como “mejor”, “más alto” y “mayor”. Son expresiones comparativas, pero Hebreos no dice que la revelación del Nuevo Testamento solo se compara con el Antiguo, sino que aparece en contraste. La idea expresada por la frase “para siempre” es uno de los temas principales del libro*. En Cristo hay perfección – el bosquejo del Antiguo Testamento ha dado lugar a una revelación completa de Él.
* Nota del editor:“indestructible”, 7:16; “para siempre” 5:6; 6:20; 7:3, 17, 21, 24, 27, 28, etc., “eterna”, 5:9; 9:12, 15.
    Los sacerdotes antiguos tenían divinamente prescrito el modo de acercarse a Dios, y es mencionada en Hebreos 9. Una vez al año el Sumo Sacerdote entró en el lugar santísimo, en el día de expiación, pero no sin sangre (9:2-8). De Hebreos 9:17 que ya hemos citado, se ve que la introducción de una mejor esperanza ha dado un nuevo camino para acercarnos a Dios. Es importante reconocer que ese es el contexto del capítulo 9. Hay un camino nuevo para entrar en el santuario, pero ¿es el mismo velo y el mismo santuario? La respuesta es “no”.
    Éste es el tema del capítulo 9. El viejo santuario terrenal tenía ordenanzas de servicio divino. Relacionados con el tabernáculo había oro, plata, cobre, azul, púrpura, escarlata, lino fino y vestiduras de gloria y hermosura. Había joyas de gran precio, una mesa con panes, el incensario, un candelero de oro, la urna de oro que contenía el maná, el incienso sagrado, dos altares – uno de oro y el otro de bronce, y la fuente de bronce. Había sangre de toros, cabras, ovejas y aves. Había cenizas de la vaca alazana, trompetas de plata, bocinas, campanillas, címbalos y arpas. Todas esas cosas era figuras o sombras de cosas venideras. Todo ese sistema ha sido quitado, porque solo era una parábola – “símbolo” – para ese tiempo (9:9). Nunca podía hacer perfectos a los que así se acercaban, aunque todo fue instituido por Dios. Solo tenía valor hasta el tiempo de reformar las cosas (v. 10). En Hebreos éste es el punto al cual el Espíritu Santo quería llegar. Todo ha sido quitado para hacer lugar para Cristo. El verso 11 es enfático: “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación”. La última frase indica que el sumo sacerdocio del Señor Jesús está relacionado con un tabernáculo que es superior al santuario terrenal de Israel. Él no cumple Su ministerio sacerdotal en un santuario material. “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” (v. 24).
    El capítulo 10 desarrolla más este gran tema, y describe el velo que efectivamente impidió el acceso de Israel a Dios. Fue un velo de restricción, y está contrastado con el camino que ahora está abierto. “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos....” (He. 10:19-22). El velo de restricción no está, y ahora el camino está abierto mediante la muerte de nuestro bendito Salvador. Podemos comprender las palabras “a través...de su carne” en sentido instrumental, es decir, el velo no es Su carne, pero fue mediante lo que sufrió en Su carne que podemos entrar en el santuario celestial. ¿Es este lugar santísimo donde entramos por la sangre de Cristo el mismo lugar donde entraba el sumo sacerdote de Israel en el día de expiación? Seguramente no. Aquel lugar era solo una sombra, o figura. Éste es el santuario.

tomado del capítulo 6 de su libro: Congregados A Su Nombre (Libros Berea)

Otros libros de interés sobre la iglesia, disponibles mediante Libros Berea:

El Pecado del Sectarismo, por Andrew Stenhouse        Iglesia y Familia, por Robert Gessner
Preparados para la Cena del Señor, vv.aa.                     Cristo Amó a la Iglesia, por Wm. MacDonald
Siguiendo el Patron, por John Smart                             Haced Esto En Memoria de Mí, por W. H.
La Asamblea Modelo, por Dr. E. A. Martin                 La Rebelión de Uzías, por Carlos Tomás Knott
La Iglesia Primitiva, por Donald Norbie                      Pastores y Siervos, por K.T.C. Morris           

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 "TENGO MI PROPIA RELIGIÓN"

"Cada uno puede creer lo que quiera: todo es válido".
"Todo el mundo tiene su propia creencia".
"Con tal que crea en algo, es suficiente".
 

Hoy se escuchan muchas expresiones como éstas. Suenan bien, y ayudan a la gente a sentirse bien, pero los que dicen tener "la verdad" son menospreciados como arrogantes e intolerantes. Por alguna razón, la gente acepta la idea de que cualquier religión es válida siempre y cuando no sea considerada como la única religión verdadera. ¿Sabes por qué? Así Satanás logra que la gente crea cualquier cosa excepto la única que le libraría de su control.
    No es cierto que todas las creencias son válidas. Ni es la sinceridad suficiente para validar algo. El hecho de que todo el mundo tenga su propia creencia es, según Dios, el problema más grande de los seres humanos. Hemos cambiado Su verdad por nuestras creencias. "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino" (Isaías 53:6). Esto no es una virtud, sino un error, y pecado. El camino del hombre es amplio, tolerante, ignora el pecado y termina en destrucción. "El camino del necio es derecho en su opinión" (Proverbios 12:15). Cristo advirtió: "Espacioso [es] el camino que lleva a la perdición" (Mateo 7:13)
    En un sentido es cierto que no importa lo que tú creas. ¡Tus creencias no cambian la verdad de la Palabra de Dios! Creer algo no lo hace cierto. Saltar de un rascacielos te matará, sin importar cuán enfática o sinceramente creas lo contrario. Entrar a la eternidad confiando en que Dios no existe, o creyendo que tus prácticas religiosas y buenas obras son suficientes para merecer la aprobación divina, no cambiará el desenlace. "El que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego" (Apocalipsis 20:15).
    Amigo, no es cuestión de tu opinión ni de la mía. Jesucristo no dijo: "Yo soy un camino", sino "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6). No por filosofía ni religión, sino por Cristo.
    Nadie puede salvarse a sí mismo, porque la salvación no es por obras, y porque solo Jesucristo es el Salvador. Esta es la verdad, y si decides no creerla, sufrirás las consecuencias de tu decisión, eternamente. Jesucristo vino, murió como tu Sustituto, pagó por tus pecados, y está dispuesto ahora mismo a salvarte. No sigas en tu camino, en tus opiniones y tradiciones, si realmente quieres ser salvo. "Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte" (Proverbios 14:12).

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 LAS ETIQUETAS


 ¿Qué clase de "cristiano" eres?

Un verso popular de William Shakespeare en la obra Romeo y Julieta se convirtió en un aforismo: “La rosa no dejaría de ser rosa, y de esparcir su aroma, aunque se llamase de otro modo”. Esto es verdad, pero si un jardinero colocara etiquetas de “rosa” en petunias o begonias, eso no les convertiría en rosas.
    Nos gustan las etiquetas, porque nos ahorran el trabajo de pensar. Muchos usan etiquetas políticas sin saber realmente su significado. Puede que alguien sea llamado “exitoso” porque ha ganado mucho dinero, aunque su vida personal sea un gran fracaso.
    “Cristiano” es una etiqueta imprecisa. Si preguntamos: “¿Es usted cristiano?”, muchas personas responderían “sí”, aunque no tengan claro exactamente qué es un cristiano. Esto es porque hoy el término incluye:

1. Cristianos hereditarios
    Son personas cuyos padres eran cristianos, y por eso ellas también creen que siempre han sido cristianas. Podrían llamarse cristianos por tradición. Similares son los que piensan que son cristianos porque sus maridos o esposas lo son – por asociación. Es posible que hayan pertenecido a cierta iglesia desde su nacimiento, y que se hayan bautizado. Algunos aun tienen cargas religiosas en su iglesia. Algunos rezan y recitan el credo de los apóstoles, o son devotos de un santo. Quizás asisten ocasionalmente a las reuniones de una iglesia, o incluso sean miembros de una iglesias, especialmente la de sus padres.

2. Cristianos éticos
    Son personas que procuran ser buenas. Dicen que viven por “la regla de oro” y que procuran hacer bien y ser buenos vecinos y ciudadanos. Creen en “hacer el bien y no mirar a quién”, y que si uno hace lo mejor que puede, nadie puede pedirle más.

3. Cristianos culturales
    Son personas que viven en una nación o cultura que se considera “cristiana”. Cuando dicen “soy cristiano” quieren decir que no son musulmanes, hindúes u otros. Les gustan la música religiosa, el ambiente de la iglesia, y las ceremonias – especialmente para bodas y funerales.

4. Cristianos sociales
    Son personas que les gusta encontrar a sus amigos en las reuniones, y que sus hijos hagan buenas amistades y estén en ese círculo social. Los negociantes encuentran que asociarse con la iglesia les produce contactos y les favorece en el negocio.
    También son los que creen que el cristianismo consiste en obras sociales, programas para ayudar a los pobres, etc. Reparten ropa y comida, o ofrecen atención médica, y creen que eso es ser cristiano.

5. Cristianos emocionales
    Son los que han tenido una experiencia emocionante. Uno dijo que había estado de ánimo muy bajo, desilusionado con la vida, y luego pensó en Cristo y sintió alivio. Otro dijo que en un tiempo de desánimo comenzó a reírse y que eso era nacer de nuevo.
    De esos también son los que se han curado de una enfermedad grave, o han salido de una crisis en la vida, y creen que por eso son cristianos.

6. Cristianos confusos
    Son los que se llaman cristianos pero no entienden el evangelio ni saben cómo ser salvos. Uno de esos dijo que el evangelio es “Dios es amor”. Otro dijo que el evangelio es: “Mateo, Marcos, Lucas y Juan”. Otra persona que profesaba ser cristiana dijo que el evangelio es que Cristo murió por nuestros pecados”. Suena bien, pero cuando le preguntaron qué quiere decir esto, respondió: “¡No sé! Es lo que me dijeron en una iglesia. ¿No es verdad?”
    Estos “cristianos” son como alguien que tiene las piezas de un puzle, pero no sabe cómo juntarlas correctamente. Tienen Biblia, cierto vocabulario y costumbres que han aprendido, pero no acaban de entender realmente qué es un cristiano y cómo llegar a serlo.

7. Cristianos intelectuales
    Son los que conocen algo de la Biblia, o el evangelio. Han recibido enseñanzas, quizás de sus padres, o quizás de haber aprendido en una iglesia o de haber leído algunos libros cristianos. Quizás creen en la creación, no la evolución, y creen en Dios, Cristo, el cielo, etc. Quizás conocen a predicadores u otros cristianos. Pero son conocimientos sin vida. “El que tiene al Hijo, tiene la vida” (1 Juan 5:12). Sin fe es imposible agradar a Dios.

8. Cristianos verdaderos
    Son personas que creen a Dios, lo que dice en Su Palabra la Biblia. No solo saben específicamente qué es el evangelio, sino que lo creen. La Biblia declara que somos pecadores por naturaleza, alejados de Dios y sin poder para agradarle. La paga del pecado es muerte, y todos somos dignos de muerte. Pero el evangelio, la buena nueva, es que Jesucristo, el Hijo de Dios, vino para salvarnos. Él murió cargado con nuestros pecados, en sacrificio para pagar nuestra pena de muerte ante Dios. Los verdaderos cristianos son los que, viéndose perdidos y condenados, se arrepienten, confían en Cristo como su Señor y Salvador, y con su boca le confiesan como Señor. Como resultado, saben que tienen vida eterna.
    Asisten a las reuniones de una iglesia, para adorar, aprender de la Biblia, y gozarse de la comunión y amistad con otros cristianos verdaderos. Viven para agradar a Dios, y son honestos en el trabajo y considerados con sus prójimos. Pero reconocen que ninguna de esas cosas les constituye cristianos. Viven así porque por el evangelio han experimentado un cambio radical que es llamado nacer de nuevo.
    Amigo, si crees que eres un cristiano, ¿por qué lo crees? Si tuvieras hoy que presentarte ante Dios, y Él te preguntara: “¿Por qué debo permitirte entrar en el cielo?”, ¿cuál sería tu respuesta? Piénsalo bien. 

Resumiendo, un cristiano verdadero:
a. Sabe que por naturaleza era un pecador, separado de Dios.
b. Reconoce que es digno de muerte – el castigo eterno en el infierno.
c. Reconoce su propia culpa, y se arrepiente de sus pecados.
d. Sabe que no puede salvarse por reformas o buenas obras.
e. Reconoce que Jesucristo es Dios encarnado.
f. Sabe que Dios le ama tanto que envió a Su Hijo Jesucristo para salvarle.
g. Acepta la paga que Cristo efectuó por sus pecados cuando murió en la cruz.
h. Confiesa a Jesucristo como Señor, con la boca, y también en el bautismo.
i. Cree que la Biblia es la Palabra de Dios, y la obedece.
j. Vive agradecido por la salvación.
k. Es morada del Espíritu Santo, y vive en santidad, no en pecado.
l. Ama a los demás como Dios le ha amado.
m. Se congrega con otros verdaderos cristianos, como Hechos 2:42 indica.
n. Espera la venida del Señor para llevarle al cielo.

    Si no eres una de esas personas, no importa qué etiquetas llevas o qué piensan otras personas. Si no eres un cristiano verdadero, ninguna etiqueta te ayudará. Reflexiona seriamente en las palabras de Jesucristo: “Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:20-23).
    Jesucristo dijo: “Por sus frutos los conoceréis”. Proverbios 20:11 afirma: “Aun el muchacho es conocido por sus hechos, si su conducta fuere limpia y recta”. Por eso el apóstol Pablo escribió: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Si según esta descripción no eres un cristiano verdadero, te imploramos que te reconcilies con Dios.  

 

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