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martes, 30 de septiembre de 2025

En Esto Pensad -- octubre 2025

El que Calma la Tormenta  


Los creyentes no estamos exentos de las tormentas de la vida. Jonás sufrió una tormenta por desobedecer. Sin embargo, Pablo sufrió una tormenta y un naufragio a pesar de ser obediente. Dios puede levantar las tormentas (Jon. 1.4), pero también puede calmar el viento y las aguas (Mt. 8.26). Pero, cuando vengan, tenemos un recurso del que carecen los inconversos. Nuestro Señor tiene poder para calmar cualquier tormenta. El artículo que viene a continuación nos anima a echar toda nuestra ansiedad sobre Él, porque Él cuida de nosotros (1 P. 5.7).
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Texto: Salmo 89.5-9
    El salmista se maravilla ante la excelencia y trascendencia del Señor (vv. 6-7), y reconoce Su poder y carácter (vv. 5, 8). Una manifestación única de Su naturaleza es que domina el mar embravecido y aplaca sus olas (v. 9). Dios puede controlar y calmar cualquier tormenta.

Una gran tormenta
    En su Evangelio Marcos habla de “una gran tempestad” (Mr. 4.37). Tanto en esta tormenta como en la otra ocasión registrada en la que se encontraban en el mar agitado (Jn. 6.18), los discípulos dudaron de su fidelidad y tuvieron miedo: “¿No tienes cuidado que perecemos?” (Mr. 4.38). Su poderosa palabra, “Calla, enmudece” (v. 39), y Su presencia calmaron la tormenta y afirmaron tanto Su carácter como Su poder. En ambas ocasiones adoraron a un Hombre incomparable, el Hijo de Dios.

Una tormenta mayor

     Las palabras “Jehová reina” (Sal. 93.1) introducen ocho salmos proféticos sobre el reino eterno venidero en tiempos de gran tempestad de impiedad. “Alzaron los ríos… los ríos alzaron su sonido; alzaron los ríos sus ondas (v. 3), pero el Señor “es más poderoso que el estruendo de las muchas aguas, más que las recias ondas del mar” (v. 4). “Como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto” (Is. 57.20), los impíos del mundo gentil (“las aguas” Ap. 17.15) se enfurecerán y se levantarán cual olas, a su mayor altura, “contra Jehová y contra su ungido” (Sal. 2.2). Pero entonces vendrá el “Fiel y Verdadero” (Ap. 19.11), y con la espada de Su boca herirá a las naciones (v. 15) y calmará la furiosa tormenta de la humanidad rebelde. Entonces, el mundo entero se postrará para adorar al Rey de reyes, cuyo carácter y poder brillarán gloriosamente. Solo Él puede calmar esa gran tormenta.

La mayor tormenta de todas
    Solo y maldito en la cruz, el Señor sufrió una tormenta que superó cualquier tormenta, tanto literal como figurada. Nunca habrá otra tormenta así, de origen sobrenatural. Las olas eternas del lago de fuego no igualarán lo que sufrió Su alma santa e infinita cuando todas las olas de Dios se abatieron sobre Él (Sal. 42.7). El amor que las muchas aguas no pueden apagar (Cnt. 8.7) motivó Su asombroso silencio, aunque Su poder superaba con creces el de doce legiones de ángeles que aguardaban Su petición. El cielo escuchaba el clamor de Su alma (Sal. 22.1), pero no hubo palabras que calmaran esa terrible tormenta. Su carácter y poder, mostrados en el Calvario, nunca serán superados. Él, que es el único que puede calmar las tormentas, soportó humildemente la mayor tormenta de todas, y lo hizo solo, para que nosotros pudiéramos disfrutar de la calma eterna con Él. Nuestros corazones redimidos le adorarán por siempre.

Michael Browne, Bath, Inglaterra
Day by Day, Christ Foreshadowed (“De Día en Día: Cristo Prefigurado”), Precious Seed Publications, Neath, West Glamourgan, Reino Unido, lectura 2 de agosto, traducido

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  Enoc    

parte 2
por J. Alan Davidson


viene del número anterior 

Enoc era agradable a Dios (He.11.5-6)

“… Antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios” (He. 11.5). Debido a su fe, su nombre aparece segundo en la venerable lista de personajes dignos de imitar del Antiguo Testamento en Hebreos 11. “El justo vivirá por fe” (He. 10.38). El énfasis del verso está en “vivirá”, pues se refiere  a la forma de vivir, la conducta diaria. La fe es el poder que perdura a través de todos los obstáculos y dificultades hasta llegar al reino de la preservación, la supervivencia y la conquista. Conduce a la luz del disfrute seguro de la bienaventuranza eterna. Abel adoró por la fe y Dios aceptó su ofrenda. Enoc caminó por la fe y fue aceptable para Dios. Por la fe, Enoc conoció a Dios. Pablo escribió sobre la conducta de los creyentes y su aceptabilidad ante Dios: “para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu... y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Ro. 8.4, 8). Pablo oró por los colosenses: “para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios” (Col. 1.10). A los tesalonicenses los exhortó diciendo: “cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más” (1 Ts. 4.1).

Enoc dio testimonio de Dios (Jud. 14-15)

    “De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él” (Jud. 14-15). En el verso 15, la palabra “impíos” aparece tres veces, en referencia a los hombres impíos, sus obras impías y sus palabras impías. La característica más destacada de la humanidad antes del diluvio, al igual que hoy en día, era la falta de reverencia o temor a Dios. Eran violentos, duros, ofensivos y desafiantes en sus palabras contra Dios. Enoc vivió piadosamente en una época impía. Fue el primer profeta que advirtió de la segunda fase de la venida del Señor, Su manifestación en poder para juzgar al mundo. Denunció su actitud irreverente, sus palabras duras, sus hechos desvergonzados y sus deseos ilícitos. Todos los que escucharon sus fieles advertencias sabían que el juicio venidero era divino, justo, recto y merecido.

“Enoc… desapareció, porque le llevó Dios” (Gn. 5.24)

    En Hebreos 11.5 se dice que “fue traspuesto”, es decir, trasladado, transformado, transportado, “para no ver muerte”. La afirmación de que “no fue hallado” implica que alguien lo buscó. Rompió la monotonía de vivir y morir, mencionada ocho veces en el capítulo 5 del Génesis. Enoc cambió de lugar, pero no de compañía, “porque le llevó Dios” (Gn. 5.24).  Esta es la culminación de los propósitos de Dios para los Suyos. Su fiel conducta y su vida de fe culminaron con una entrada victoriosa en la vida de perfecta comunión en el cielo. Esa grata compañía comenzó con el nacimiento de su hijo Matusalén, cuando Enoc tenía 65 años, y duró trescientos años. El nombre de su hijo, Matusalén, significa “cuando él muera, [el diluvio] vendrá”, y revela que los inventos y el comercio de un mundo condenado no interesaban a Enoc. La Tierra, contaminada con su maldad, ya no era un lugar adecuado para él (véase He. 11.16). Enoc vivió a la luz del juicio venidero. La duración de su vida se vio considerablemente reducida. Una vida más corta puede ser un alivio del trabajo y las pruebas que el pecado ha traído a este mundo.

“He aquí, vino el Señor” (Jud. 14)

    Al agradar a Dios, Enoc era una figura del Señor mismo. “Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (Jn. 8.29). En el caminar del Señor vemos los caminos de Dios. En Sus palabras oímos la sabiduría de Dios. En Sus obras se manifiesta la voluntad de Dios. En esta comunión sagrada e inquebrantable, Dios halla todo Su contentamiento, Su alegría y Su placer. Antes de morir en la cruz, el Señor dijo a sus acusadores: “desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo” (Mt. 26.64). “Enoc… desapareció, porque le llevó [recibió] Dios” (Gn. 5.24). El Señor dijo: “vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn. 14.3). Él ha prometido arrebatarnos antes de la Tribulación: “te guardaré de [“fuera de”] la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero” (Ap. 3.10). A los pocos creyentes fieles que moraban en Sardis, los que no habían contaminado sus vestiduras, les prometió: “Andarán conmigo en vestiduras blancas” (Ap. 3.4).



Derriba todas las barreras
Señor, y reina en triunfo.
Que cada latido de mi corazón
Armonice con el Tuyo:

Concédeme entrar
En el lugar secreto,
Para caminar contigo, como Enoc,
Hacia la eternidad.

                                                            –  B. Mullen

por J. Alan Davidson (Irlanda del Norte), traducido de la revista Assembly Testimony, May-June 2025, https://assemblytestimony.org/

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“Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo” (Sal. 119.165).

El que ama la ley de Dios sabe que ella es buena y santa, y dice la verdad. La ley nos da a conocer (1) el carácter de Dios, y (2) nuestro propio pecado (Ro. 3.20). Tales conocimientos afectarán nuestras actitudes. En esta vida siempre hay problemas, injusticias y ofensas, pero no debemos andar ofendidos y molestos, ni buscar la venganza. Dios tiene una ley y Él juzgará todo cuando sea tiempo, y no se equivocará. El que conoce esto no andará ocupado con las ofensas, sino como Cristo, encomendará todo al que juzga justamente (1 P. 2.23). El Señor tenía mucha paz, y nosotros también podemos tenerla, siguiendo el ejemplo de nuestro Señor.

"La cordura del hombre detiene su furor, 
y su honra es pasar por alto la ofensa"
(Pr. 19.11) 

"El amor es sufrido... no guarda rencor" (1 Co. 13.4-5). 

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En Mateo 22.21 nuestro Señor nos dio una instrucción muy importante. 

                        “Dad, pues, a César lo que es de César,                        y a Dios lo que es de Dios”. 

Según Romanos 13, tenemos una responsabilidad frente al gobierno. Pero tenemos una mayor responsabilidad con Dios. Israel había abandonado su responsabilidad hacia Dios, y se había convertido en la cola, y no la cabeza, de las naciones. Como la cuarta bestia de Daniel 7 –el Imperio romano– César gobernaba, porque Dios lo había establecido así.
    Pero eso no significa que los creyentes deban involucrarse en el gobierno de César para ejercer una buena influencia, como dicen algunos. La Biblia no enseña a los cristianos a participar en el gobierno, pues no es su función ni les corresponde, y tampoco está contemplado como parte de la buena voluntad de Dios. Los creyentes están sometidos a las autoridades del país, pero no forman parte del gobierno. En la Biblia los gobiernos del mundo son “bestias” (Dn. 7.3; Ap. 13.1, 11), y el Salmo 49.20 declara: “el hombre que está en honra y no entiende, semejante es a las bestias”. El creyente vive para servir a Dios, y su lugar está en la iglesia, no en la capital. 

¿Qué debemos dar a César?    

    El Señor Jesús manda que demos a cada uno lo que le corresponde:  “a César lo que es de César” (el gobierno). Entonces, ¿qué le debemos a César? No debemos basar nuestra respuesta en la lógica, las deducciones ni las opiniones, sino en la Escritura.
    Primero, consideremos 1 Timoteo 2.1-2. “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”. Todo creyente debe orar por el gobierno, no buscar un puesto en él. Recuerda que, al tiempo de escribir este texto, el impío Nerón gobernaba el Imperio romano. Muchos desestiman el poder y la influencia de la oración, pero Dios nos manda rogar por todos los del gobierno. Debemos presentar oraciones, peticiones y acciones de gracias por los que están en eminencia. Los versos 3 y 4 dan a entender que no son creyentes, al decir que oremos por ellos porque Dios quiere que sean salvos. Debemos pedir por ellos, por las decisiones que toman, y por la manera en que los magistrados ejercen el juicio, para que haya condiciones favorables para nosotros: “para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”. Deben castigar a los malhechores y hacer que todos respeten las leyes. Oremos por ellos, para que no tomen decisiones pensando en sí mismos, su popularidad o futuro político, sino en el bien del país, y en el temor de Dios. Orar así es algo que “debemos” a César, pues el pobre necesita nuestras oraciones.
    Segundo, Romanos 13.1 indica que debemos someternos a las autoridades, y reconocer que Dios las ha establecido. El verso 3 añade: “Haz lo bueno”, es decir, obedecer las leyes. Nadie debe usar la fe cristiana como excusa para oponerse al gobierno, sino que debe respetar las leyes y vivir una vida ordenada. En lugar de revueltas, huelgas y disturbios, hacer lo bueno significa vivir “quieta y reposadamente”. Es vivir piadosa y honestamente.
    Romanos 13.7 añade: “pagad a todos lo que debéis”, porque los creyentes también pagan impuestos. El texto dice “tributo” e “impuesto”, que incluyen la declaración de la renta, los impuestos sobre las ventas, las contribuciones basadas en los bienes inmuebles y otras tasas. El creyente que tiene un negocio no debe mantener dos juegos de libros de contabilidad, sino ser honesto y transparente ante el gobierno. 
    También debemos a César “respeto”, y “honra”. Éxodo 22.28 manda: “No injuriarás a los jueces, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo”. Injuriar a los líderes es propio del mundo. Primero los votan y aplauden, luego los insultan, publican caricaturas y se burlan de ellos. En lugar de hablar como los inconversos, debemos orar por los gobernantes. “Honrad al rey” manda 1 Pedro 2.17, pues es un deber cristiano.
    1 Pedro 2.13-15 enseña otra cosa que le debemos a César. “Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. Porque ésta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos”. Nuestra obediencia a todas las leyes, es decir, a toda institución humana, pues es parte de nuestro testimonio. Esto incluye las leyes de inmigración, de empleo, de impuestos, de circulación y todas las demás. No debemos causar problemas como hacen los delincuentes, sino hacer bien.
    Si tenemos la oportunidad, debemos dar testimonio ante los gobernantes, como hizo Pablo en varias ocasiones (Hch. 22-26). Se presentó ante ellos, no por haber hecho nada malo, sino por acusaciones falsas, y aprovechó para dar testimonio. En una ocasión, cuando estaba en la cárcel de Filipos, en lugar de buscar un abogado y denunciar al Estado por daños y perjuicios, oraba y cantaba himnos. A medianoche, Dios le brindó una maravillosa oportunidad para evangelizar al carcelero y a su familia, y verlos convertidos. Dios guió a Felipe para que evangelizara al funcionario etíope (Hch. 8), y a Pedro para que lo hiciera con el centurión Cornelio y sus amigos romanos (Hch. 10). Ninguno de ellos tuvo que involucrarse en la política ni en el gobierno para hacerlo. Quienes dicen que necesitamos más cristianos en la política están muy equivocados, ya que ninguno debe dar sus esfuerzos a César. César está en una esfera, y los creyentes estamos en otra.
    El gobierno no está compuesto de creyentes, sino de “los príncipes de este siglo, que perecen” (1 Co. 2.6). No tienen ni entienden la sabiduría de Dios: “la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria” (1 Co. 2.8). Los sistemas políticos, judiciales y religiosos colaboraron en la crucifixión de Cristo. No olvidemos nunca que el mundo se pronunció sobre Cristo cuando lo crucificó.
continuará, d.v., en el número siguiente

Romanos: La Justicia de Dios, Tomo 3, sobre el capítulo 13, por Carlos Tomás Knott, Libros Berea.

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 ¿Eres un cristiano “S.D.M.”?


¿Qué significa esto? ¿Es una nueva denominación? No, es una descripción de ciertos cristianos, y hoy en día está muy extendida. S.D.M., “Solo Domingo Mañana”, se refiere a los cristianos que solo asisten a una reunión los domingos por la mañana y se ausentan de las demás.
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    No es un comportamiento bíblico, pues Hechos 2.42 describe la conducta de los primeros cristianos: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”.  No asistían ocasionalmente, sino que “perseveraban”. No consideraban que una reunión fuera más importante que las demás. Es típico entre los católicos pensar que si asisten a la misa ya han cumplido con Dios. Ellos quizás son los campeones de “S.D. M.”.  Pero esta misma actitud se manifiesta ahora entre los evangélicos, que solo asisten el domingo por la mañana, y se ausentan de las demás. No vienen el domingo por la tarde para apoyar la reunión de predicación del evangelio. No asisten a la reunión de oración y estudio bíblico entre semana. Aparentemente, consideran opcionales estas reuniones. No apartan tiempo para la comunión con los demás en estas reuniones. Quienes así actúan no han cumplido con Dios.     
    Sin embargo, la recepción a la comunión de una iglesia incluye todas sus actividades. La recepción no es al partimiento del pan, sino a la asamblea. Implica mucho más que la cena del Señor. Indica la aceptación e inclusión en todas las facetas de la vida de la iglesia, su doctrina y testimonio. Un hermano dijo que la recepción es mutua. La iglesia local recibe a la persona, y la persona recibe a la iglesia, lo que indica que la acepta y está de acuerdo con ella. De lo contrario, no debe haber recepción.
    Si la iglesia se reúne cada domingo por la mañana, son 52 reuniones al año, y si también el domingo por la tarde, son otras 52 reuniones al año. Además, hay una reunión entre semana para orar y estudiar la Palabra, que también son 52 al año. En total, son 156 reuniones al año, según este ejemplo. Pero los cristianos que solo asisten a la iglesia los domingos por la mañana se pierden 104 reuniones al año, es decir, faltan a dos tercios de las reuniones. No acuden para apoyar la predicación del evangelio, para orar o para estudiar la Palabra, y en todas esas ocasiones pierden la comunión con los demás. ¿De qué manera se puede considerar que esas personas están realmente en comunión en la iglesia, ya que no tienen tiempo para ella?
    Además, debemos recordar que el Señor Jesucristo nos enseña a poner a Dios en primer lugar en nuestra vida. “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt. 6.33). “Primeramente” indica preferencia y prioridad. ¿Qué importancia le damos a las actividades de la iglesia? El trabajo, las preocupaciones y las actividades sociales de la familia no deben tener preferencia sobre ellas. Si viene una visita, puede acompañarnos o esperar hasta que volvamos. Si un familiar nos pide un favor que nos impediría reunirnos, debemos decirle que ya tenemos una obligación previa.
    Considera el testimonio del Señor en Lucas 4.16, “... en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre”. Su costumbre y prioridad era reunirse con el pueblo de Dios en el lugar designado. No tenía que decidir en cada ocasión si se iba a reunir o no, pues esa decisión ya se había tomado. El cansancio y los compromisos con la familia no figuran en esta decisión. Si había reunión del pueblo de Dios, uno sabía dónde encontrar a Cristo, porque Él estaba presente, “conforme a su costumbre”. Debemos seguir Su santo ejemplo y tener esa misma costumbre. 
     El Señor todavía se reúne con los creyentes conforme a Su promesa. “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mt. 18.20).  Alguien dijo que el Señor está en todas las reuniones y que nos espera para compartir con nosotros. Debemos considerar que las reuniones son nuestras “citas previas” con el Señor.         

1 No se refiere a las personas que por enfermedad, trabajo o viaje no pueden congregarse. Pero no debemos aceptar otros compromisos, porque ya tenemos uno con el Señor.

                                       Carlos

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¿Cuáles Son las Reuniones de la Iglesia? 

Norman Crawford

Hay siete tipos de reuniones en el Nuevo Testamento. El partimiento del pan tenía primera importancia, y regularmente se reunían para orar (Hch. 2.42). La reunión para edificación (1 Co. 14) es nuestra autoridad para ministerio de enseñanza para creyentes. La reunión de ancianos era la única reunión segregada, y se describe en Hechos 20.17-38. En Hechos 14.26-28 vemos la reunión para escuchar un informe misionero, y 1 Corintios 5.4 describe una reunión convocada por cuestiones de disciplina. Con ella hay seis, y la séptima es una actividad de la asamblea con cara al mundo, es decir, la proclamación del evangelio (1 Ts. 1.8). Hemos apuntado algunas citas bíblicas, pero se podría citar muchos otros versos que apoyan esas siete reuniones.

del libro Congregados a Su Nombre, págs. 231-232Norman Crawford, Libros Berea

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 Han Llegado otra vez

los Días de Noé


La historia de Noé y el arca no es un cuento ni una alegoría. Jesucristo habló de Noé, de sus tiempos y del gran Diluvio. Lo mencionó como un hecho histórico y literal. Sabemos que no se trata de un cuento, una parábola o una alegoría, sino de un relato verídico sobre un suceso terrible ocurrido en la historia. Merece la pena leerlo. En Génesis 5.29 - 8.22 se narra la historia de Noé, que era un hombre piadoso que vivía en un mundo lleno de pecado. Salvó solo a los que entraron en el arca con él. 
    Dios envió un diluvio universal como castigo por la desenfrenada maldad que había en el mundo entero. No se trató de un desastre ecológico, sino de un juicio divino sobre un mundo que se parece mucho al nuestro. Se nos advierte que, antes de la segunda venida de Cristo, Dios juzgará a nuestro mundo, tan lleno de maldad, y no tendrá piedad de los culpables. La historia de la desobediencia de la humanidad se repite, y pronto caerá nuevamente el juicio de Dios tras siglos de paciente silencio. 
    Jesucristo habló de Noé y del terrible diluvio que destruyó el mundo antiguo: “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24.37-39). En el Evangelio según Lucas leemos:  “vino el diluvio y los destruyó a todos” (Lucas 17.27).  El apóstol Pedro también lo mencionó como un hecho histórico y literal: “... en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua” (1 Pedro 3.20).

Déjà Vu
 

   Génesis 6.5 dice: “la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”. Más adelante, el verso 12 relata que “miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra”. Esta situación también describe nuestros tiempos. La incredulidad y el desenfreno están a flor de piel. 

Llaman bueno a lo malo y malo a lo bueno. 

Dictan leyes injustas. 

Aprueban lo que Dios prohíbe y condena.

    Cuando la desobediencia y la maldad alcanzan estos niveles y se extienden por todo el mundo, los gobiernos legalizan el pecado,  la gente pierde la vergüenza y el temor de Dios y volvemos a estar en los días de Noé. 
    Dios prometió no volver a juzgar el mundo por agua, es decir, no enviar otro diluvio universal. Pero no prometió no juzgar al mundo. Lo hará y muy pronto. El tiempo de Su paciencia se acaba. Se acerca la fecha del juicio divino. Romperá Su silencio e intervendrá en la historia para juzgar la maldad, la desobediencia y la impiedad desenfrenadas. Cuando el Señor Jesucristo venga por segunda vez, no vendrá manso ni humilde, sino como Rey con gran poder y gloria. El mundo conocerá la ira del Cordero de Dios (lee Apocalipsis 6.16-17). Amigo, tómatelo muy en serio y prepárate, porque estamos en los días de Noé, y el terrible juicio divino se aproxima.
    Al igual que Noé en su día, nosotros anunciamos el juicio venidero, y también predicamos el perdón de los pecados y la salvación por la gracia de Dios, mediante la fe en el Señor Jesucristo. Noé creyó a Dios y entró en el arca, con los suyos; y ocho personas fueron salvas. La mayoría, es decir, todo el resto del mundo, pereció. Dios el Juez del mundo “ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17.30-31).
    Aquel varón es el Señor Jesucristo, que murió por tus pecados, resucitó, y pronto volverá. Arrepiéntete de tus pecados, tanto de actitudes como de palabras, pensamientos, deseos y hechos, y clama a Jesucristo, el Señor, el Cordero de Dios, para que te perdone y te conceda una vida nueva. Solo Él puede perdonar tus pecados. Solo Él puede salvarte y darte vida eterna. Todavía estás a tiempo. 
    Pero pronto se abrirán los cielos y los grandes juicios de Dios sacudirán el mundo, y entonces será demasiado tarde para ti. No tardes más. No pierdas más tiempo. Él vino del cielo, se hizo hombre y actuó como tu Sustituto, pues llevó tus pecados y murió por ti. Fue sepultado, resucitó el tercer día conforme a las Escrituras, y vive para salvar a los que confían en Él. “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7.25). Murieron todos los que no entraron en el arca de Noé. Y se perderán eternamente todos los que no confían en Jesucristo. Nadie más puede salvarte. Como el arca de Noé en su día, ahora ¡solo Jesucristo puede salvarte del juicio y el castigo eterno!

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El origen pagano de Halloween



Calabazas, disfraces y jolgorio. Lo que hoy en día se conoce como Halloween (las costumbres que nos han llegado empaquetadas desde Estados Unidos gracias a las películas) poco tiene que ver con la fiesta de la que proviene.



    Y es que, el origen de esta celebración se encuentra en el Samhain o Samagín. Una conmemoración celta milenaria en la que los druidas de la antigua Britania pedían por las almas de los fallecidos al dios de la muerte; se encendían gigantescas fogatas para ahuyentar a los espíritus malvados y, además, se llevaban a cabo sacrificios humanos para ver el futuro. La barbaridad a la que llegó fue tal que, cuando los romanos arribaron a las islas, prohibieron parte de las actividades. 
    Con todo, los orígenes de la fiesta se han difuminado en el tiempo provocando que las interpretaciones sobre qué diablos se hacía en aquella celebración sean muchas. De hecho, se desconoce el momento exacto en el que se empezó a suceder. 
    Tan solo se sabe que tenía como protagonistas a los hechiceros britanos y que ya se practicaba antes de la conquista romana de las islas. Una campaña militar que comenzó con Julio César en el año 55 a.C. y que se empezó a materializar definitivamente en el 43 con Claudio. Independientemente de la fecha concreta, todas las fuentes coinciden en que el Samagín giraba alrededor de los druidas, los sacerdotes del pueblo celta. 
    “El pueblo céltico vivió en el norte de Francia y las Islas Británicas. Practicaba las artes ocultas y adoraba a la naturaleza, a la que atribuía cualidades animísticas o sobrenaturales”, explican los autores John Ankerberg y John Weldon en su libro “Facts on Halloween”.
    Por su parte, el arqueólogo e historiador decimonónico Henri Hubert explica en su obra “Los celtas y la civilización céltica” que este pueblo se mantenía unido gracias –entre otras tantas cosas– a los druidas, a los que se daba gran importancia como encargados de contentar a los dioses. “Eran una clase de sacerdotes expresamente encargados de la conservación de las tradiciones”, determina el experto.


Samagín y Belenus
    Como pueblo que basaba una buena parte de su existencia en la naturaleza, los celtas daban una importancia suma a los ciclos estacionales. Para ellos, el año se dividía en dos grandes épocas: el invierno y el verano. La primera, asociada con la muerte; la segunda con la vida. Y, para conmemorar el paso de una a otra, celebraban dos fiestas en honor a los respectivos dioses a los que asociaban cada una de ellas. “Los celtas adoraban al dios sol (Belenus) especialmente en Beltane, el primero de mayo. Y adoraban a otro dios, Samagín, el dios de la muerte o de los muertos, el 31 de octubre”, determinan los autores en su obra.
    De la segunda fiesta que se llevaba a cabo en honor de esta deidad es de la que proviene el actual Halloween. Según afirman la mayoría de las fuentes, el festival de Samagín duraba tres días y tres noches y en él se conmemoraba el “inicio de la estación muerta del año, en la cual campos y seres vivos dormían a la espera de la próxima primavera” (tal y como explica la doctora en historia Margarita Barrera Cañellas en su tesis “Halloween, su proyección en la sociedad estadounidense”). 
    Podría parecer que esta fiesta era entendida una celebración de segunda categoría, pero nada más lejos de la realidad. Al fin y al cabo, los propios druidas consideraban a su civilización y al pueblo britano descendientes del dios de la muerte. Con todo, tan cierto como esto es que existen autores partidarios de que Samagín era únicamente el nombre que se le dio a la festividad, y no el de ninguna deidad. “De los 400 nombres de dioses celtas conocidos, el que más se menciona es el de Belenus. Samagín, que es nombre específico del señor de la muerte, es incierto. No obstante, es posible que fuera la principal deidad druídica”, explican Ankerberg y Weldon.

Las creencias

    Las creencias de los druidas afirmaban que, en la noche del 31 de octubre, Samagín convocaba a los muertos para que pasasen "al otro lado". Es decir, del mundo de los fallecidos, al de los vivos. Sin embargo, estos espíritus podían llegar al “más acá” de dos formas diferentes atendiendo a si habían sido “buenos” o “malos” durante los últimos meses. “Los celtas creían que, el 31 de octubre, el velo existente entre el presente, el pasado y el futuro caía”.
    Si el dios consideraba que no habían cumplido con sus deberes, hacía que se reencarnasen en animales tras el ocaso. Por el contrario, aquellos que habían obrado acorde a lo que quería la deidad eran libres de visitar a sus familiares con su forma humana y pasar unas horas en sus antiguos hogares antes de regresar al limbo.
    Además, la noche del 31 era considerada especialmente esotérica por los druidas. “Creían que el velo existente entre el presente, el pasado y el futuro caía, siendo esta la razón de que se considerase como el momento más propicio para todas las clases de artes mágicas y, en especial, las adivinatorias y de predicción sobre el nuevo año”, completa la experta en su tesis. Era, en definitiva, una jornada mágica en el sentido más literal de la palabra en la que el miedo a los muertos se mezclaba con la esperanza de recordar a un familiar que hubiese dejado este mundo.

Sacrificios y hogueras


 Durante las celebraciones, los celtas practicaban varios rituales. Uno de los más básicos era apagar todos los fuegos que hubiese encendidos en las casas con dos objetivos. El primero era evitar que los espíritus errantes (los malvados) entrasen en las viviendas al considerarlas frías. El segundo, simbolizar la llegada de la estación "muerta" y oscura del año. De esta forma, los diferentes pueblos se quedaban totalmente a oscuras y solo eran iluminados por una cosa: las hogueras gigantescas que los druidas encendían en las colinas. 
    “Los druidas o clase sacerdotal celta encendían nuevos fuegos centrales en las colinas como símbolo del renacimiento de la Naturaleza y de la vida durante la noche de Samhain. En estos nuevos fuegos se quemaban principalmente ramas de roble, árbol sagrado para los celtas, y ofrendas de frutos, animales e incluso seres humanos. Al día siguiente en las cenizas y restos de huesos calcinados los druidas leían el futuro de la comunidad en el nuevo año que comenzaba”, completa la doctora en historia en su obra.
    Estas fogatas eran encendidas con todo tipo de objetos que los jóvenes reunían en los días previos a la celebración. ¿Cómo lo hacían? Mediante una tradición que se mantiene en la actualidad: pidiendo materiales de casa en casa para la gran hoguera. 
    Los fuegos eran un elemento central de la celebración, pues se creía que con ellos se lograba espantar a los espíritus malignos que, enfadados por haber sido castigados por el dios de la muerte, se dedicaban a hacer tretas a los vivos. “La gente se  ponía grotescas máscaras y danzaba alrededor de la gran fogata pretendiendo que eran perseguidos por los malos espíritus”, completan los autores ingleses. 
    Con todo, las gigantescas fogatas y las máscaras no era lo único que primaba durante esta festividad. Además de todo ello, esta fiesta era considerada un momento propicio para pedir por los espíritus de los fallecidos y para practicar la magia y las artes adivinatorias. Esta última praxis era realizada por los druidas, quienes consideraban que podían averiguar el futuro usando vegetales... o sacrificando seres humanos a los dioses. Una barbaridad que, a día de hoy, ha caído en el olvido durante la noche de Halloween.

Prohibida y cambiada
    La barbarie de Samagín continuó hasta el siglo I d. C., cuando los romanos llegaron hasta Britania de manos de Claudio y sus legiones Augusta, Hispana, Gemina y Valeria Victrix. Después de pisar tierras isleñas, estos “civilizaron” la festividad erradicando los sacrificios humanos. En su lugar, cambiaron a los condenados por efigies. Posteriormente, y en un intento de romanizar todavía más la celebración, la cambiaron por el festival de Pomona (en honor de la diosa de las manzanas y el otoño). La fiesta aceptada, pero el pueblo jamás olvidó sus creencias. “La gente se ponía grotescas máscaras y danzaba alrededor de la gran fogata pretendiendo que eran perseguidos por los malos espíritus”
    Con el paso de los años, y usando como vía de entrada la civilización romana, la Iglesia Católica trató de dar una vuelta de tuerca más al festival para acabar definitivamente con las creencias celtas. Así fue como, en el año 610, el Papa Bonifacio IV instauró la fiesta de los “Mártires Cristianos” el 13 de mayo. “Esta medida no tuvo mucho éxito, por lo que en el siglo VIII d.C. el Papa Gregorio III, implantó la fiesta de los Mártires Cristianos el día 1 de noviembre, haciéndola coincidir de esta forma con la fecha de la celebración de Samhain, y más adelante, el Papa Gregorio IV amplió esta celebración a todos los santos del panteón cristiano”, añade la experta. En esos años fue cuando se cambió el nombre del festival a “All Hallow's Eve”, término que derivaría posteriormente en el actual Halloween. 

Separación, no imitación

    A los creyentes, como seguidores del Señor Jesucristo, no nos toca adaptarnos al mundo, ni participar en esas actividades tan obviamente paganas y ofensivas a Dios. “No os conforméis al mundo” es la instrucción de la Palabra de Dios (Romanos 12.2). En 2 Corintios 6.14-15 el apóstol Pablo, al enseñar la separación, pregunta: “¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?” La única respuesta correcta es “¡Ninguna!”.


adaptado de: https://www.finanzas.com/hemeroteca/el-origen-oculto-de-halloween-cuando-los-druidas-ingleses-asesinaban-y-quemaban-a-ninos_13509972_102.html

domingo, 31 de agosto de 2025

En Esto Pensad - septiembre 2025

 Enoc

por J. Alan Davidson


Enoc agradó a Dios (He. 11.5)

El primer hombre, Adán, se escondió de Dios. El “séptimo desde Adán” (Jud. 14), caminó con Dios. “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto” (Gn. 3.8). Adán tenía todas las oportunidades para caminar con Dios en las circunstancias más agradables, pues su entorno era el Paraíso.  Podía explorar los verdes prados del jardín, los valles de hierbas que daban semillas, las aguas llenas de vida, el cielo poblado de todo tipo de aves y los árboles que daban frutos. Podía oír la voz de Dios y caminar con Él, el Creador, junto a los ríos que salían del Edén. Adán debía labrar y guardar ese hermoso huerto (Gn. 2.8).Dios le concedió el privilegio de poner nombre a los seres vivos. La tierra producía oro, bedelio y ónice (Gn. 2.12). Dios declaró que todo lo que había hecho antes de crear al hombre era “bueno” (Gn. 1.25). Sin embargo, cuando creó al hombre y a la mujer, dijo “bueno en gran manera” (Gn. 1.31). Proporcionó a Adán una ayuda idónea, que había sido formada por la mano de Dios y probablemente era la mujer más hermosa que jamás había existido. Sin embargo, a pesar de todas estas ventajas, Adán pecó. “El Señor Dios llamó al hombre y le dijo. ¿Dónde estás tú?” (Gn. 3.9). Pero, “el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto” (Gn. 3.8).



“Caminó Enoc con Dios” (Gn. 5.22)

    Enoc caminaba con Dios habitualmente. Esta sencilla y breve afirmación revela la integridad de su vida. Vivía bajo la mirada de Dios, hablaba con Dios y no daba un paso sin apoyarse en Él. Dios era su guía en cada paso, por lo que no dio ninguno en falso ni se desvió de su camino. No tenía un corazón dividido por la doblez, ni doble ánimo (Stg. 1.8; 4.8), ni hablaba con doblez (Sal. 12.2), ni era hipócrita, ni cambiadizo. La compañía de Enoc era cercana, su comunión era dulce, su enfoque era claro y su camino con Dios era recto. Adán vivió 308 años después del nacimiento de Enoc. Es posible que Adán le contara la experiencia del Edén, pero Enoc vivió en circunstancias completamente diferentes.  La humanidad estaba ahora marcada por una gran maldad, había una rebelión abierta contra Dios y una manifiesta perversión sexual. En aquellos días de los antediluvianos, hubo una explosión demográfica de gente vil, tiranos y violencia.

“Caminó, pues, Enoc con Dios” (Gn. 5.24, repetido para enfatizar)

    Esto contrastaba enormemente con Caín, que era un fugitivo y un vagabundo que se apartó y habitaba en la tierra de Nod (que significa “errante”) al este del Edén. La gente buscaba migrar, vivir aventuras y sentir emoción. El desarrollo de la sociedad trajo consigo la construcción, el comercio, las artes, la música ruidosa, el placer y el entretenimiento. Estaban llenos de odio e inventaban armas de destrucción desafiando el castigo de Dios por el pecado. Enoc era como un oasis verde en medio de este desierto de corrupción. “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado” (Sal. 1.1).

Dios dijo:
“Anda delante de mí y sé perfecto” (Gn. 17.1), es andar con sinceridad; 

“En pos de Jehová vuestro Dios andaréis” (Dt. 13.4), es decir, andar con obediencia);

“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él” (Col. 2.6), es decir, andar en comunión. 


    Así, en el Nuevo Testamento leemos: 
    “Por fe andamos” (2 Co. 5.7)
    “Andad en el Espíritu” (Gá. 5.16)
    “Andad en amor” (Ef.  5.2)
    “Andad sabiamente” (Col. 4.5)
    “Andamos en luz” (1 Jn. 1.7); y “en la verdad” (3 Jn. 4)

    En esta referencia a Enoc hay algo más que una mera conformidad exterior. Se trata de la dicha de la compañía celestial. “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Am. 3.3). Esto evoca la idea de intimidad, de comunión con Dios, de gozo abundante y de descanso perfecto, como ante el propiciatorio. Esta es la realidad del verdadero sacerdocio. A Enoc podemos aplicar las palabras de Malaquías sobre su relación con Dios: “La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad” (Mal. 2.6). Enoc vivía en aquel mundo malvado y miserable de la época anterior al diluvio. Era un sacerdote y adorador, y vivía en comunión con Dios. 

    Querido amigo lector y apreciado compañero creyente: ¿Lamentas tu distancia de Dios? A menudo nuestra vida de oración es infrecuente, vaga y carente de sentido. Nuestra adoración no se centra en Cristo. El corazón está frío y el Espíritu se entristece.  De alguna manera, nos hemos desviado del camino, nuestros pensamientos se han alejado y nuestra mirada se ha vuelto mundana. No nos disculpemos diciendo que nadie es perfecto. Recordemos que, aunque era un ser humano como nosotros: “Enoc caminó con Dios”.    continuará, d.v. en el número siguiente

el hermano J. Alan Davidson reside en Irlanda del Norte
su artículo fue traducido de la revista Assembly Testimony

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 Suposiciones erróneas sobre la psicoterapia


viene del número anterior 

Un refrán español dice: “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Tiene muchas aplicaciones, y una de ellas es sobre la psicología. Martin Bobgan apunta las siguientes falsas suposiciones sobre la psicología y la psicoterapia:
    “Un primer paso para evitar ser intimidados o engañados por la psicología es el de contemplar con seriedad alguna de las falsas asunciones de la misma. Las personas que creen en estas asunciones populares sobre la psicología a menudo no saben dónde se originaron ni que estás ideas son meramente opiniones humanas. Por lo tanto, cuando estas ideas son combinadas con la Escritura, la gente asume erróneamente que son bíblicas. Las siguientes son algunas asunciones falsas que no tienen base bíblica ni científica.


· El id, ego y superego son partes reales de la psiquis humana.
· La mente inconsciente de la persona dirige su comportamiento más de lo que lo hace la mente consciente.
· Los sueños son indicios para entender al inconsciente, y a la persona misma por lo tanto.
· El comportamiento actual es determinado por conflictos no resueltos de la niñez.
· Las personas se encuentran en una negación debido a que han reprimido memorias no placenteras hacia el inconsciente.
· Se debe culpar a los padres por la mayoría de los problemas.
· La gente necesita conocer su pasado para poder realizar cambios significativos en sus pensamientos, actitudes, y acciones.
· Los niños deben pasar exitosamente a través de sus “etapas psicosexuales” de desarrollo, de lo contrario más adelante sufrirán una neurosis.
· Si es que voy a experimentar un cambio significativo, debo recordar y reexperimentar los incidentes dolorosos del pasado.
· Los primeros cinco años de vida determinan lo que la persona será cuando crezca.
· Todo lo que me ha sucedido está localizado en mi inconsciente.
· La gente utiliza mecanismos de defensa inconscientes para afrontar la vida.
· La gente necesita atribuirse valor a sí misma.
· La gente necesita una autoimagen positiva.
· La mayoría de los problemas se deben a la baja autoestima.
·La gente necesita una autoestima alta. Necesita sentirse bien consigo misma.
· El propósito principal de Dios es el de satisfacer las necesidades que las personas sienten.
· Los cristianos pueden aprender mucho sobre sí mismos estudiando a teóricos de la psicología como Sigmund Freud, Carl Jung, Alfred Adler, Carl Rogers, y Albert Ellis.
· Los cristianos deben formarse en psicología para poder ayudar de verdad a las personas.
· La gente necesita formarse, cursar estudios en consejería bíblica, ya que conocer la Biblia no es suficiente para ayudar a las personas con problemas graves.
· El mejor consejero es el que usa tanto la psicología como la Biblia.
· Alcohólicos Anónimos fue iniciado por cristianos y se basa en principios cristianos.
· Alcohólicos Anónimos y otros grupos de recuperación son necesarios para que los cristianos superen sus adicciones.
· El conocimiento de los tipos y los test del temperamento puede ayudar a los cristianos a entenderse mejor.
· Los psicólogos y terapeutas profesionales son mejores que los amateurs al lidiar con los problemas mentales, emocionales y de comportamiento.
· La gente debe pagar para obtener la mejor ayuda posible para los problemas mentales, emocionales y de comportamiento.
· Pagar por la consejería y terapia profesional motiva eficazmente a la gente a mejorar.
· La capacitación, credenciales y experiencia del psicoterapeuta son factores importantes para ayudar eficazmente a los demás con los problemas de la vida.

 

Fragmento del libro por Martin y Deidre Bobgan, Competent to Minister: 
The Biblical Care of  Souls 

(Santa Barbara, CA: EastGate Publishers, 1996), pp. 200-201.

 


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 El Hombre Bendito


 J. B. Nicholson Jr.

Las imágenes de nuestro Señor en la Palabra son muchas y variadas, tomadas de todos los ámbitos. Él es el sol y la estrella de la astronomía; el león, el cordero, el gorrión y la cierva de la zoología; la piedra cortada sin manos y la roca golpeada de la geología. Sus títulos provienen de la medicina y la arquitectura, de la cocina y el ejército, de la realeza y el servicio.
    La botánica aporta más de lo que le corresponde. Él es “la raíz y el linaje de David” (Ap. 22.16); “el Renuevo” (Zac. 6.12); “la vid verdadera” (Jn. 15.1); el grano de trigo (Jn. 12.24) y la planta de renombre (Ez. 34.29). Podemos añadir la rosa de Sarón y el lirio de los valles (Cant. 2.1); un manojo de mirra y un racimo de flores de alheña (Cant. 1.13-14); así como Su condición de “primicias de los que durmieron” (1 Co. 15.20).
    En el Salmo 1, se le describe como un árbol. ¿Podría alguien objetar nuestra sugerencia de que esta descripción del Hombre Bendito es una representación del Señor Jesús? Si bien es benditamente posible que todo creyente confíe en los recursos espirituales que nos hacen semejantes al Hombre Bendito, ¿quién más podría ser descrito como un hombre que no se desvía por nada, agrada a Dios en todo y prospera en todo?
    El salmo se divide fácilmente en dos partes. Los versículos 1 al 3 describen cómo es el hombre bendito; los versículos 4 y 5 muestran en qué no se parece, y el versículo 6 presenta la conclusión de Dios. En el versículo 1, se le conoce por tomar las decisiones correctas: “Has amado la justicia y aborrecido la maldad” (He. 1.9). En el versículo 2, se le conoce por tener los deseos correctos. Se deleita en lo que Dios dice y piensa en Su palabra a todas horas. En el versículo 3, ha encontrado el lugar adecuado para florecer en su temporada, siempre verde. Este es el triple secreto del éxito: todo lo que hace prospera.
    Los impíos no son dignos: son paja sin valor en lugar de árboles fructíferos; son esparcidos por el viento en lugar de ser alimentados por el agua; son expulsados de los salones de la justicia y de la comunión de los justos en lugar de elegir alejarse de las asociaciones pecaminosas. Su destino es la perdición. Demos gracias a Dios por el hombre bendito. Todos éramos impíos antes de conocerlo. Ahora Él nos ha bendecido con Su propia vida, y nosotros también podemos mostrar nuestra lealtad, conocer Su Palabra, crecer y dar fruto para Él junto al río que sale de Su trono.

J. B. Nicholson Jr., del libro Day by Day Christ Foreshadowed 
(“Figuras de Cristo de día en día”), Precious Seed Publications.

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El Peregrino y los Peligros  (parte 2)
Lucas Batalla


viene del número anterior

Texto: Génesis 12.10-20
El verso 17 informa de que Jehová tuvo que intervenir para poner fin a la locura de Faraón y de Abraham. “Jehová hirió a Faraón y a su casa con grandes plagas, por causa de Sarai mujer de Abram”. Si Dios no hubiera intervenido Dios, la situación y el fracaso habrían sido mucho peores.  Estas fueron las primeras plagas de Egipto, que provocaron la salida de Abraham y Sara del país.
    Así que, Faraón el pagano reprendió a Abraham el patriarca (vv. 18-19), y lo hizo a través de tres preguntas:  


    1) “¿Qué es esto que has hecho conmigo?”  
    2) “¿Por qué no me declaraste que era tu mujer?” 
    3) “¿Por qué dijiste: Es mi hermana, poniéndome en ocasión de tomarla para mí por mujer?” 

 
Y el rey de Egipto le dijo: “Ahora, pues, he aquí tu mujer; tómala, y vete” (v. 19). Dios utilizó la voz de Faraón, un incrédulo, para guiar a Abraham, pues le dijo: “Vete”. El verso 20 dice que le acompañaron, es decir, hasta la frontera, para asegurarse de que se fuera. Parece que incluso esos egipcios entendían el valor de la separación.
    Al ir a Egipto y practicar el engaño, le salió el tiro por la culata. Podríamos describir el resultado con otra figura, y decir que salió de Egipto, rumbo a Israel, como un perro con el rabo entre las piernas. Fue avergonzado por sus errores. Ahora bien, en nuestro caso debemos recordar que, cuando cometemos errores, no basta con decir que no somos perfectos, para disculparnos, ni debemos atacar a otros y señalar sus errores, sino que debemos corregir los nuestros. Si estamos en un lugar o una situación como resultado de nuestra propia lógica e insistencia, y no porque Dios nos haya guiado, debemos volver al lugar donde Él quiere que estemos.
     “Subió, pues, Abram de Egipto hacia el Neguev”  (Gn. 13.1), a la tierra a la que Dios le había enviado. Volvió a la voluntad de Dios, como dice el verso 4, “al lugar del altar que había hecho allí antes; e invocó allí Abram el nombre de Jehová”. Durante su estancia en Egipto, no oraba ni edificaba altares. Estaba fuera de comunión. Pero Dios no lo abandonó, sino que lo corrigió y enseñó, como hará también con nosotros.
    Pero en la tierra prometida, tenía dos problemas: 1) “y con él Lot” (13.1), alguien que no debía estar ahí, y  2) las riquezas que había adquirido en Egipto: “todo lo que tenía” (v. 1). Los versos 6 y 7 relatan que “la tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar” (v. 6), y a raíz de eso hubo contienda. Pero recordamos que la tierra era suficiente para Abraham, pues Dios no había invitado a Lot. Esos problemas venían en parte por las riquezas de Egipto, y también por la presencia de Lot, que fue la desobediencia mencionada en Génesis 12.4. Quizás fue una decisión sentimental, pues son muchos los creyentes que favorecen indebidamente a sus familiares y amigos. Entonces parece que Abraham comenzó a ver este problema, y por eso dijo a Lot (vv. 8-9) que escogiera otro lugar y que se apartara de él. Estaba rectificando su error que cometió años atrás y que finalmente llevó a su separación.
    El verso 11 informa de que Lot, en lugar de actuar con desinterés y deferencia, “escogió para sí” todo lo que le parecía bonito y provechoso en la llanura del Jordán. Anduvo por la vista, no por fe, pues recordamos que no siquiera debía estar ahí, ya que debía haberse quedado en Ur de los caldeos. Lot salió de Ur, fue a Egipto, y luego se fue acercando cada vez más a Sodoma, donde al final dejó de vivir en una tienda y se instaló en una casa. El verso 13 dice: “Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera”. Vemos a Lot y a su mujer como personas sin criterio espiritual, y conocemos el triste final de su historia.
    Sin embargo, en los versos 14-17, Jehová volvió a hablar con Abraham después de separarse de Lot. Nunca habló a Lot, pero a Abraham le bendijo, y le prometió toda la tierra (vv. 14-15), una descendencia innumerable (v. 16), y le mandó: “Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré” (v. 17). No habló con Lot ni le dio nada. Esta tierra no se la ha prometido nunca a nadie más. Los llamados “palestinos”
1 son como los “ocupa” en España que invaden y viven en lugares que no son suyos. Dios da la tierra solamente a los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob. 
    Finalmente, en el verso 18 se lee: “Abram, pues, removiendo su tienda, vino y moró en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí altar a Jehová”. Vivía siempre en tiendas, como peregrino, y ahí edificó otro altar, que simboliza su testimonio y comunión con Dios. Hebreos 11 describe su vida de fe: “Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (vv. 9-10). Lot no habító por la fe en ningún lugar. Vivió en una casa en la ciudad perversa de Sodoma, pero Abraham seguía como peregrino, esperando la ciudad celestial que Dios prepara para todos los Suyos. Hermanos, no nos dejemos enredar en las cosas de este mundo, ni en amistades o relaciones familiares que perjudiquen nuestra vida espiritual.

de un estudio dado por Lucas Batalla 

  No hay ningún grupo étnico identificado como "palestino", pues los que han asumido ese título proceden de los países árabes alrededor de Israel, a veces expulsados de esos países, y se les mantiene en la tierra de Israel como una entidad política y religiosa para oponerse a Israel.

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El Divorcio Viola los Votos Matrimoniales

La palabra “desleales” (Ro. 1.31) describe a los que no cumplen los pactos o las promesas. Son traidores, personas cuya palabra no vale; en las que no se puede confiar. Las naciones firman tratados de paz y luego las incumplen. En 1938 los nazis firmaron el Acuerdo de Múnich, y el primer ministro del Reino Unido, Chamberlain, lo aclamó sonriente con las palabras: “Paz para nuestro tiempo”. Menos de un año después, las tropas de Hitler invadieron Polonia, y comenzó la Segunda Guerra Mundial. 
    Los matrimonios se dan el “sí, quiero” ante Dios y los testigos con la promesa de permanecer juntos “hasta que la muerte los separe”, pero luego rompen ese compromiso con la infidelidad, se divorcian y se vuelven a casar, tomando otros “votos” que entran en conflicto con los primeros, por lo que cometen adulterio (Mr. 10.11-12). Luego hablan de su “ex”, como si fuera algo totalmente normal, aunque su situación desagrada a Dios. En España se producen más de 100.000 divorcios al año. En Estados Unidos se calcula que el 50% de los matrimonios termina en divorcio, y en el Reino Unido, el 42% .

Carlos Tomás Knott, Romanos, La Justicia de Dios, Tomo 1, pág. 70

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¿Debemos perdonarnos a nosotros mismos?


El autoperdón es un concepto equivocado y egoísta. Se oye decir: "No puedo perdonarme a mí mismo", pero la Biblia ni siquiera menciona esta idea. El perdón judicial viene de Dios y se recibe por la fe (Hch. 10.43; Ef. 1.7; Col. 1.14). El perdón paterno, que mantiene la comunión con Dios, también proviene de Él (1 Jn. 1.9). Los creyentes también pueden y deben perdonar a los demás sus ofensas y no guardar rencor  ni animosidad (Mt. 6.14-15; 18.35; Lc. 17.4-5). Sin embargo, es egoísta pensar que uno se tenga que perdonar a sí mismo, ya que el perdón debe venir de los demás. Si Dios o un hermano nos perdona, ¿quiénes somos nosotros para no aceptarlo y dejar el asunto? 

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 ¿Contiendes con Dios?

“¡Ay del que pleitea con su Hacedor!"  Is. 45.9. 

 

Hoy en día hay hombres que quieren ser mujeres, y dicen que “se identifican como mujeres”, y mujeres que quieren ser hombres, y dicen que “se identifican como hombres”.1 Si los gobiernos “dictan leyes injustas” (Is. 10.1) son culpables de legalizar lo que Dios abomina. “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Is. 5.20). En las iglesias hay mujeres que desean predicar y liderar como hombres, y rechazan el papel que Dios sabiamente en Su soberanía les asignó. Cualquier cosa parecida a este tipo de pensamiento es absurda y perversa. En Génesis 1.27 y 5.2 se declara: “varón y hembra los creó”. Así nos ha hecho y no se ha equivocado. El tema del género de sexo no es un asunto relativo que se deje a la elección de cada uno. Romanos 1.24-28 presenta el origen de esos razonamientos vanos y pasiones vergonzosas.

de Romanos: La Justicia de Dios, Tomo 3, 2ª edición, 
pág. 52, Carlos Tomás Knott, Libros Berea

  No hay ninguna base bíblica para la ideología “Woke” (un extranjerismo que significa “concienciado”), que es una desviación que, entre otras cosas, protagoniza la libertad e igualdad en cuestiones de género y orientación sexual (LGBTQ).

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 ¡Qué Mundo Nos Ha Tocado!



Vivimos en un mundo enojado.
El mundo está en ebullición: la guerra entre Ucrania y Rusia, los enfrentamientos en la Franja de Gaza e Israel, y los disturbios en el Congo, el conflicto entre Corea del Norte y Corea del Sur, y las tensiones entre China, Taiwán y las Filipinas son ejemplos de cuatro zonas de conflicto actual en cuatro continentes diferentes. Las tensiones entre Oriente y Occidente son más profundas que nunca, y la hostilidad entre las naciones aumenta. El Señor Jesús nos advirtió de esta ira al decir que: “se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares” (Mateo 24.7).
    Vivimos en un mundo lleno de incertidumbre y temor. No se sabe cuándo se producirá un apagón y nos quedaremos sin luz ni agua. Se teme el colapso del sistema bancario, y la posibilidad de que se desate otra pandemia. A nivel personal, no se puede confiar en la palabra de nadie. Hoy se casan y mañana se divorcian. Hoy son amigos, pero mañana ya no lo son. Por eso, “No me fío” es el lema de muchos. Nuestro mundo está lleno de maldad. Hoy los gobiernos y la sociedad llaman malo lo que es bueno, y bueno lo que es malo. Hay corrupción y perversidad en todos los niveles de la sociedad. Cristo predijo esto: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24.12)
     Todos estos problemas han venido porque hemos arruinado el mundo con nuestros pecados. La culpa no es de Dios, sino nuestra. La respuesta no está en los políticos, la ciencia o las religiones. En cambio, Jesucristo promete, no a todos sino solo a aquellos que acudan a Él en busca de salvación, que podrán tener gozo aun en las pruebas de este mundo, sabiendo que pronto volverá para traer la paz a este mundo: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16.33).
    Vivimos en un mundo egoísta. Para muchos, las palabras “yo”, “mío” y “mía” parecen ser la norma. Hoy en día el amor propio se considera una virtud, a pesar de haber causado mucho daño. La gente ignora incluso las relaciones familiares y las amistades legítimas para perseguir sus propios intereses: ser el número uno, aunque eso suponga romper corazones. Pero el Señor Jesucristo dice: “Venid a mí... y yo os haré descansar” (Mateo 11.28). Su corazón está con todos los hombres y mujeres y quiere bendecirlos con el perdón de los pecados. El Señor Jesús estuvo dispuesto a morir, “el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3.18). Está dispuesto a aceptar a todos los que vienen a Él con arrepentimiento y fe, y darles la vida eterna como un regalo gratuito.
    Vivimos en un mundo perdido e infeliz. Es el resultado de la entrada del pecado. El pecado engaña a la gente, pues promete “deleites temporales” (Hebreos 11.25). Los que se complacen en los pecados se lo pasan bien a corto plazo, pero no se dan cuenta de que es un engaño que les conduce a un fin amargo.  Dios advierte: “la pasión, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1.15 RVR95). La gente está realmente confundida y asustada, y a menudo siente que no sabe a dónde acudir. El Señor Jesús nos dijo que no había venido al mundo para cambiarlo, ya que está destinado al juicio, sino para salvarnos del mundo: “para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3.17). Él no quiere que te pierdas, sino que seas salvo para toda la eternidad. La gente parece infeliz con su suerte en la vida y descontenta. Hay una falta de paz interior. Pero el Señor Jesús da paz interior a todos los que acuden a Él con fe. A los Suyos Cristo promete: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14.27).
    Es cierto que el panorama actual del mundo es preocupante. El mundo está abocado a la destrucción y no mejorará. El pronóstico divino es: “los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Timoteo 3.13). La religión, la filosofía, la psicología y la sociología son impotentes para erradicar la maldad que hay en el corazón humano. No podemos salvar el planeta. ¡Es una misión imposible!
    Sin embargo, pronto cada uno de nosotros se presentará ante el Dios santo y justo, para rendir cuentas. No nos corresponde arreglar el mundo, pues solo Dios puede hacerlo. Lo que Él quiere hacer contigo ahora es salvarte y darte una nueva vida y una nueva esperanza. ¿Por qué no acudir ahora al Señor Jesús para obtener la salvación?


miércoles, 20 de agosto de 2025

En Esto Pensad - agosto 2025

 La Psicología: ¿Ciencia o Pseudociencia?

Martin  Bobgan


A través del estudio y la imaginación, los psicólogos han soñado con aplicar los métodos científicos para observar, explicar y transformar el comportamiento humano. Este sueño de desarrollar un estudio científico sobre la naturaleza humana y un método científico para tratar los problemas de la vida es muy seductor. Esta tan anhelada ciencia del comportamiento promete mucho a aquellos que luchan por resolver las vastas complejidades de la personalidad de los individuos en circunstancias igualmente complejas. Sin embargo, la psicología no ha alcanzado este anhelado estatus científico, principalmente si se trata de la psicoterapia.
    Si bien una parte de la psicología utiliza el método científico, existe un área de la disciplina de la misma en la que impera la pseudociencia, o más bien: la psicoterapia. El diccionario define la pseudociencia como “un sistema de teorías, asunciones y métodos erróneamente considerados como científicos”.1 A la pseudociencia le gusta usar un rótulo científico para proteger y promover opiniones que no son ni demostrables ni refutables.
    Si la psicoterapia se hubiese establecido como una ciencia, habría consenso en este campo con respecto a los problemas mentales, emocionales y de comportamiento, así como a su respectivo tratamiento. Sin embargo, este campo continúa expandiéndose con teorías y técnicas contradictorias, que generan más confusión que algo que se aproxime al orden científico.
    La psicoterapia continúa proliferando y ofrece cada vez más variedad de explicaciones a los conflictos y el comportamiento de los seres humanos. El psicólogo Roger Mills dice lo siguiente en su artículo “Psychology Goes Insane, Botches Role as Science” (la psicología se vuelve loca y fracasa como ciencia): 

El campo de la psicología hoy día está literalmente desordenado. Existen tantas técnicas, métodos y teorías en nuestro entorno como investigadores y terapeutas. Personalmente he visto a terapeutas convenciendo a sus pacientes de que todos sus problemas provienen de sus madres, de las estrellas, de su conformación bioquímica, de su dieta, de su estilo de vida e incluso del “karma” de sus vidas pasadas.

    En lugar de agregar conocimiento (basado en descubrimientos recientes fundamentados en información sólida) al conocimiento anterior, un sistema contradice a otro, un conjunto de opiniones es cambiado por otro y un conjunto de técnicas reemplaza a otro conjunto.
    La psicoterapia cambia según las corrientes culturales predominantes. El hecho de que existan más de cuatrocientos sistemas diferentes, y que cada uno proclame ser superior al resto, debería desanimar a cualquiera a pensar que tantas opiniones diferentes pudieran ser científicas o estén basadas en hechos. Las psicoterapias y sus respectivas psicologías de respaldo están llenas de confusión, y sus pseudo conocimientos y pseudo teorías resultan an una pseudociencia. Profesan ser sabios, pero son necios.

¿Pseudociencia?
    Los psicoterapeutas afirman poder proporcionar patrones de comportamiento ventajosos para la vida cotidiana, una nueva consciencia sobre las posibilidades del yo, y una adaptación a la vida y las circunstancias. Se centran tanto en los fenómenos internos, tales como los pensamientos, los miedos y las ansiedades, como en el comportamiento externo, tales como la interacción social, el aislamiento y la agresión. Sin embargo, al intentar abarcar y cambiar tanto el comportamiento interno como el externo, la psicoterapia cae en la subjetividad. No obstante, sus promotores la denominan científica y la disfrazan con una jerga profesional. Por lo tanto, se la considera ciencia y se la presenta con un vocabulario que parece ser profesional, pero la psicoterapia opera descaradamente basándose en la opinión personal, que está influida por los muchos sistemas teóricos (y a menudo conflictivos).
    ¿La psicoterapia es ciencia o superstición? ¿Es objetiva o subjetiva? ¿Se basa en hechos o es un invento subjetivo? Dichas preguntas son importantes ya que hemos aprendido a confiar casi en cualquier cosa que tenga el sello de “ciencia”. Nuestra sociedad tiene una gran admiración por la ciencia, ya que nos ha permitido elevarnos por encima de lo común y corriente, llevar la humanidad a la luna y explorar los distantes planetas y el funcionamiento interno del cerebro. Nos hemos quedado impresionados, sorprendidos, e incluso quedamos admirados por las maravillas de la ciencia. La ciencia y la tecnología que la acompaña nos han impulsado hacia un estilo de vida más cómodo, aunque no necesariamente hacia una mayor paz mental.
    La ciencia nos ha hecho sentir que tenemos conocimiento, ya que nos ha permitido descubrir y describir muchas de las leyes naturales y físicas del universo. De la misma forma, sentimos ansiedad ante la posibilidad de que existan leyes similares que describan la naturaleza humana. Por lo tanto, debido a que la psicoterapia se ha identificado a sí misma con la ciencia y se ha definido como una ciencia del comportamiento, muchos la consideran científica en su descripción, análisis y tratamiento de la condición humana. 
    Muchas disciplinas fuera del campo de la ciencia pueden resultar fascinantes y atractivas, pero no generan la misma confianza que la ciencia. La gente tiende a asociar la palabra científico con conceptos tales como “verdadero”, “preciso”, y “confiable”. Si la psicoterapia y las psicologías que la respaldan son científicas, deberían provocar nuestro respeto y atención. Sin embargo, si no lo son, tenemos buenas razones para cuestionar y dudar de sus afirmaciones y métodos.
    Debido a que la psicoterapia se basa en teorías psicológicas, cabría preguntarse si estas pueden considerarse científicas. En un esfuerzo por evaluar el estatus de la psicología, la American Psychological Association (Asociación Psicológica Americana) eligió al Dr. Sigmund Koch para planificar y dirigir un estudio, el cual fue subsidiado por la Fundación Nacional de Ciencia. Este estudio contó con la participación de ocho profesores eminentes encargados de evaluar los hechos, teorías, y métodos de la psicología. Los resultados de este extenso esfuerzo se publicaron en siete volúmenes titulados “Psychology: A Study of a Science” (La Psicología: Un estudio de una ciencia).
    Al examinar los resultados, Koch expresa sus preocupaciones en los siguientes términos: “no digo que no haya subcampos de la psicología que no puedan ser considerados como parte de la ciencia”. Sin embargo, la psicoterapia es uno de los campos que Koch tiene en la mira cuando afirma: “Creo en este momento y de manera total y final, que la psicología no puede ser una ciencia coherente” (Itálicas en original, negritas agregadas). Koch sugiere que, “como punto de partida de una humildad terapéutica, deberíamos renombrar la psicología y llamarla estudios psicológicos”6 (Itálicas en original).
    Koch ciertamente criticaba la psicoterapia por estar bajo “el engaño de que ya es una ciencia” cuando en realidad no lo es. Y, ciertamente confirmaría que la psicoterapia “no puede ser una ciencia coherente”. Una razón por la que la psicoterapia no puede denominarse legítimamente como una ciencia coherente es porque intenta lidiar con la complejidad humana, que no puede observarse ni anticiparse de manera consistente. Además, el terapeuta y el paciente son individuos únicos y su interacción agrega una variable adicional. Cuando se añaden los factores del tiempo y las circunstancias cambiantes, no es de extrañar de que la relación terapéutica escape del riguroso estudio de la ciencia.
    Al considerar el dilema entre la ciencia y la individualidad personal, el Dr. Gordon Allport dice:
El individuo, sea quien sea, consiste en una organización interna y única de procesos corporales y mentales. Pero debido a su carácter único, la ciencia lo considera algo vergonzoso. Se dice que la ciencia se ocupa de leyes amplias, preferentemente universales... por lo que la individualidad no puede ser estudiada por ella, sino únicamente por la historia, el arte, o la biografía.

    Podríamos agregar que el individuo no solo se escapa de las fórmulas científicas, sino que también desafía las descripciones literarias. Sin embargo, si tuviéramos que elegir entre una y otra, parecería que la literatura ha sido más capaz de revelar la complejidad de los seres humanos. El lenguaje describe las complejidades del individuo mucho mejor que las fórmulas.  El lenguaje y la literatura reflejan mejor la naturaleza humana y la profundidad del alma que las teorías de la personalidad y la psicoterapia. 
continuará, d.v. en el siguiente número

del capítulo 1 del libro El Fin de la “Psicología Cristiana”, por Martin Bobgan,
 publicado por Llamada de Medianoche disponible gratuitamente en formato PDF en 
https://archive.org/details/ElFinDeLaPsicologaCristianaMartinBobgan

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Aléjate de los Malos

“No tengas envidia de los hombres malos, ni desees estar con ellos; porque su corazón piensa en robar, e iniquidad hablan sus labios” (Pr. 24.1-2).
 
Esta doble instrucción (no desear ser como los que practican la maldad, ni juntarse con ellos) se respalda con una razón (el carácter destructivo de lo que traman en sus corazones y declaran con sus labios). Otros  proverbios contienen exhortaciones similares, con razones adicionales. “No envidies al hombre injusto, ni escojas ninguno de sus caminos. Porque Jehová abomina al perverso” (Pr 3.31-32). “No te entremetas con los malignos, ni tengas envidia de los impíos; porque para el malo no habrá buen fin, y la lámpara de los impíos será apagada” (Pr. 24.19-20). El contraste positivo para los piadosos se expresa en 23.17-18. “No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo; porque ciertamente hay fin, y tu esperanza no será cortada” (Pr. 23.17-18).
    Pero tenemos un problema a la hora de aplicar esta sana enseñanza. Es posible pensar que solo significa no imitar a ladrones, asesinos o drogadictos. Pero entre los impíos que no debemos imitar ni estar con ellos están los políticos, los ricos y famosos, como por ejemplo los deportistas, actores y cantantes que muchos admiran y desean imitar. No debemos ocupar nuestro tiempo con ellos, ni desear ser como ellos, ni tener lo que ellos tienen. Algunos piensan que es importante tener muchos amigos y ser populares. No recuerdan de las palabras de Cristo: “¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!” (Lc. 6.26). A los jóvenes les encantan los héroes de ficción como Spiderman, Superman, Batman y otros. Pero estos son los héroes que han creado el diablo y el mundo. No son inofensivos, sino engañosos y falsos, e indignos de la atención de los creyentes. En la Biblia encontramos los verdaderos héroes, que son personas que fueron fieles a Dios, como Abel, Enoc, Noé, Abraham, Rut, Ester, los hombres valientes del rey David, y los apóstoles del Señor Jesucristo. 
    Nuestros ejemplos a seguir son los piadosos de la Biblia, los hombres y las mujeres que agradan a Dios, y, sobre todo, debemos admirar, seguir e imitar al Señor Jesucristo. Pablo dijo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Co. 11.1). “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados” (Ef. 5.1). “Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros” (Fil. 3.17). Nuestros compañeros deben ser personas creyentes y piadosas. Es más importante tener amigos espirituales que amigos de nuestra misma edad o nivel económico. Pablo le mandó algo importante a Timoteo, un joven creyente, que es válido para creyentes de cualquier edad: “sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Ti. 2.22). Revisemos nuestros valores y amistades según el criterio divino. Como dice el refrán: “Mejor solo que mal acompañado”.

Traducido y adaptado de un artículo en la revista Assembly Testimony, enero 2025

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Jesucristo y el dinero

“Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento” (1 Timoteo 6.6). Por eso el Señor Jesucristo no era posesivo ni controlador con el dinero. Él jamás codició el dinero; más bien dejó que Judas tuviera “la bolsa del dinero” (Juan 12.6 NBLA). Cuando quería ver la imagen de César, dijo: “Traedme la moneda” (Marcos 12.15); obviamente no tenía ninguna. Jamás pidió ni tomó prestado dinero. Él les enseñó a sus discípulos a orar: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Lucas 11.3) y vivió hablando solo con Dios de sus necesidades. Cuando h
abía que pagar los impuestos, le dijo a Pedro que tomara el dinero y se lo diera “por mí y por ti” (Mateo 17.27). Cumplió con sus responsabilidades financieras y, además, ayudó a otros. Dios lo vio y lo amó, porque “Dios ama al dador alegre” (2  Corintios 9.7). ¿Sigues tú su magnífico ejemplo de administración del dinero?

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Judas Iscariote, el tesorero malvado



Judas “tenía la bolsa del dinero” (Juan 12.6 NBLA). Sin ninguna vergüenza robaba al Salvador, y el Señor lo permitió. A veces el Señor permite que la gente sea hipócrita. Judas, el traidor, se acercó a Jesús, “le besó” y le entregó a Sus enemigos (Mateo 26.49). ¡Qué fraude! A veces Él permite que la gente engañe. “Entonces uno de los doce, q
ue se llamaba Judas”
(Mateo 26.14), profesaba ser creyente, predicaba, y quizás hacía milagros. Cuando Jesús habló de su traición, todos preguntaron: “¿Soy yo, Señor?” (Mateo 26.22). Judas había engañado completamente a sus condiscípulos. Puede que el Señor permita que la gente peque, sea hipócrita, y engañe, pero recuerda que Él ha prometido: “A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8.28). Al final, el Señor siempre vence, y también castiga a los infieles. Por eso, “Dejad lugar a la ira de Dios” (Romanos 12.19). Cristo triunfó en la cruz, ¡y lo hará también en tu vida!

         del libro Devoción a Diario, por Juan Dennison, lecturas del 17 y 18 de junio,  

Publicaciones Pescadores, y Libros Berea 

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 La Voluntad de Dios


“... Para que con gozo llegue a vosotros por la voluntad de Dios” (Ro. 15.32).

El apóstol Pablo no quería hacer su propia voluntad, sino la del Señor Jesucristo. Es importante hacer las cosas por la voluntad de Dios, y no según la nuestra. 
    ¡Cuántas veces los creyentes, impulsados por sus propios deseos, o reaccionando ante las circunstancias, toman decisiones y actúan diciendo que Dios les guió, cuando no es así! En tiempos de hambre, el patriarca Abraham bajó a Egipto en busca de alivio (Gn. 12.10-20), actuando fuera de la voluntad de Dios. Luego, en Génesis 16, él y Sara decidieron por su cuenta lo de Agar, y el triste resultado fue Ismael. Elimelec abandonó a Belén en tiempos de hambre, y llevó a su familia a Moab (Rut 1), donde perecieron él y sus dos hijos fuera de la voluntad de Dios. Muchos se van a otro país en busca de comida y una vida mejor, sin tener en cuenta realmente la voluntad de Dios. El profeta Jonás intentó ir a Tarsis (Jonás 1), también fuera de la voluntad de Dios. Consiguió plaza en el barco y, por las circunstancias, todo parecía irle bien hasta que se desató la tormenta. Pero las circunstancias por sí solas no son una indicación fiable de la voluntad de Dios. Aunque David había sido ungido por Dios, se cansó de huir de Saúl y se fue al rey Aquis en Gat de Filistea (1 S. 21.10; 27.2). El profeta Elías se cansó del conflicto, se dejó atemorizar por las amenazas de Jezabel, y huyó a Sinaí, donde Jehová le preguntó: “¿Qué haces aquí, Elías?” (1 R. 19.9, 13). Esta es una pregunta que deben hacerse los que dejan su lugar de origen: “¿Realmente he sido guiado por el Señor?” Hay quienes dicen que harán algo “si el Señor quiere”, o “en el nombre del Señor”, pero a veces solo lo hacen para disimular y hacer su propia voluntad. Quizás hablan así porque no saben distinguir entre su voluntad y la de Dios. El hecho de desear mucho hacer algo no lo convierte en voluntad del Señor. Dicen que quieren la voluntad de Dios, pero si esta no se corresponde con la suya, no la quieren. Sin embargo, avanzan, quiera el Señor o no, y no en Su Nombre, pues Él no avala lo que hacen. Dirigen sus propios pasos, pero luego dicen que el Señor les ha guiado, pues al decir esto, nadie se atreverá a cuestionar o criticar lo que han hecho. Debemos aplicar Proverbios 3.5-7 y esperar pacientemente a que Dios muestre Su voluntad, no que apruebe la nuestra. Como Israel en Números 9.17-22, debemos permanecer atentos a la voluntad de Dios. Esta puede incluir pruebas y contratiempos, como le sucedió a Pablo, pero si Él realmente guía nuestros pasos, también nos sostendrá.

Carlos

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 El Pecado de Oponerse a la Autoridad

Romanos 13.2 dice: “De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos”. Puesto que Dios estableció el gobierno, la autoridad, “quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste. Recordemos que Dios está detrás de la autoridad que Él establece. 
    “Se opone” significa ponerse en contra, y es un término militar que significa: “disponer batalla en contra” (según Vine), es decir, “ordenar la batalla, la línea de combate”. Aparece dos veces en el verso. En Hechos 18.6 se traduce como “oponiéndose”. En Santiago 4.6; 5.6 y 1 Pedro 5.5 se traduce como “resiste”, y nos advierte que Dios resiste a los soberbios. La advertencia de Gamaliel, aunque no se refirió al gobierno, es válida aquí: “no seáis tal vez hallados luchando contra Dios” (Hch. 5.39). Oponerse y resistirse a la autoridad es resistirse a Dios. El contexto es la autoridad del gobierno, pero este precepto es aplicable en la iglesia, el matrimonio, la familia y el trabajo. Uno puede oponerse tanto activamente, mediante protestas y enfrentamientos, como pasivamente, con resentimiento, murmuraciones y haciendo lo mínimo cuando se le llama la atención, pero ambas formas son pecado. La Palabra de Dios es clara, quienes se oponen al gobierno, a los ancianos, al marido, a los padres, o al jefe o al amo en el trabajo, resisten a Dios y son culpables, pues Él estableció la autoridad. 
    Esto incluye las leyes de inmigración. Para su vergüenza algunos cristianos se burlan de ellas y se consideran una excepción. Entran ilegalmente en otro país y evitan a las autoridades. Otros tal vez entran como turistas de visita, pero se quedan más tiempo del permitido. En su pasaporte pone: “permiso para 90 días”, pero no se someten al gobierno. Toman trabajos ilegalmente, y buscan quedarse. Las excusas de: “otros lo hacen”, o “busco una vida mejor”, no sirven ante Dios. Cada país tiene un proceso correcto y legal que debe seguirse si se desea inmigrar y vivir allí. Dios dice: “Sométase toda persona” (Ro. 13.1), y, “Por causa del Señor someteos a toda institución humana” (1 P. 2.13).

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 El Peregrino y los Peligros
Lucas Batalla



Texto: Génesis 12.10-20

Este pasaje demuestra  que incluso los creyentes se equivocan y pecan a veces. Abraham era un hombre de Dios, pero tomó una serie de decisiones equivocadas sin consultarle y, por ello, no hizo Su voluntad. Estaba matriculado en la escuela de la fe, donde todos tenemos que aprender y crecer.
    Antes el patriarca  había obedecido en gran medida, como se ve en el capítulo 12, ya que salió de Ur tal y como Dios le había indicado, sin embargo, se llevó a Lot consigo. Génesis 12.4 menciona brevemente este error: “Y Lot fue con él”. ¿Por qué estaba Lot con Abraham?, pues Dios no llamó a Lot a salir. Dios prometió bendecir a Abraham y darle “esta tierra” (v. 7), pero no prometió nada a Lot.
    En los versos 10-20 vemos otra equivocación: respondió al hambre con la lógica, y se fue a Egipto sin la guía de Dios. Allí, temiendo que le mataran para quedarse con su esposa, Sara, inventó una mentira para protegerse (vv. 11-13). Era una media verdad, que también es una media mentira. Pero antes de juzgar a Abraham, pensemos si nosotros siempre decimos toda la verdad o si a veces también la callamos.
    En el verso 10, vemos el error que lo inició todo. Hubo hambre en la tierra, y a Abraham se le ocurrió  ir a Egipto, donde las condiciones eran mejores, pero no oró ni se dejó guiar por Dios, sino que se dejó llevar por sus deseos, por la lógica y las circunstancias. Llegó a Egipto, pero eso no significa que Dios lo aprobara. El hecho de pasar necesidad en tu país no es necesariamente una razón para salir de él. Se puede salir por motivos egoístas, porque no te gusta la escasez, o por motivos de envidia, porque deseas tener una vida mejor, como la de otros. Pero no debemos dar un paso sin saber qué quiere Dios. “No se haga mi voluntad, sino la tuya”, debe ser siempre nuestra oración, y debemos esperar pacientemente y aceptar la respuesta de Dios.
    En los versos 11-13, cuando llegó a Egipto, no tenía hambre pero sí miedo y tensión, porque pensaba que lo matarían para llevarse a su mujer Sara, porque era bella. Tenía temor del hombre (v. 12) y Proverbios 29.25 dice que ese temor trae lazo. Por miedo, en lugar de orar, se inventó una mentira, y así puso a Sara en peligro, ya que podía haberse quedado como esposa de Faraón. Mateo 1.2 señala a Abraham e Isaac, su hijo con Sara, como antepasados de Cristo. Sin embargo, Abraham solo pensaba en su situación actual y en las circunstancias, así que, sin consultar a Dios, decidió, fabricó la mentira, y le dijo a Sara que alegara que era su hermana. La excusa que esgrimó fue: “Para que me vaya bien”, pues pensaba en sí mismo.
    En los versos 14-16, parecía que todo le iba bien, pues consiguió bienes y riquezas, “y él tuvo ovejas, vacas, asnos, siervos, criadas, asnas y camellos” (Gn. 12.16). Es posible enriquecerse fuera de la voluntad de Dios, pero recuerda que las riquezas no indican que estemos en Su voluntad. No siempre son una bendición. Ganó todo eso, pero a cambio de que llevaran a su esposa a la casa de Faraón (v. 15). Todos estos problemas en los que se vio envuelto Abraham se debían a que había actuado sin ser guiado por Dios. Fue un capítulo oscuro en su historia espiritual. Pero es más fácil ver los problemas de Abraham o de otros que los nuestros. Debemos considerar si nuestras dificultades se deben a que estamos fuera de la voluntad de Dios y hemos hecho lo que queríamos. Recordemos a Jonás, que consiguió escapar de la voluntad de Dios y subirse a un barco con destino a su elección, pero eso solo le trajo problemas. También debemos recordar que el corazón es engañoso (Jer. 17.9), por lo que podemos decir “en el Nombre del Señor voy a hacer tal cosa”, y así convencernos de que Dios nos guía, cuando realmente no es así. Nuestro lema debe ser: “Ni un paso sin Tu ayuda”.

continuará, d.v. en el siguiente número

 

 Peregrino Tú mi hiciste, este mundo no es mi hogar;

Me llamaste a seguirte y contigo un día morar.

Guíame... guíame, por el pedregal

Tenebroso de la vida, a la patria celestial. 

 

 
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 LA MARCA DE LA BESTIA
  
 

¿Recibirá usted la marca? Piénselo, porque se acerca el momento en la historia de la humanidad en que toda compraventa dependerá de tener esta marca. Sin ella, nadie podrá comprar ni vender. Y si la recibe, ya sea  alegremente o a regañadientes, será bendecido por el Anticristo, pero maldito por Dios. Siga leyendo y se lo explicaré.    
    Debe saber que en el mundo habrá un gran líder universalmente admirado que ocupará el lugar de cabeza de todos los gobiernos y naciones. La Sagrada Biblia, Palabra de Dios, predijo esto hace más de dos mil años y ahora está a punto de cumplirse. Dios llama a este hombre “la bestia”, “el Anticristo”, “el hombre de pecado”, y “aquel inicuo”. Pero el mundo lo conocerá por otros nombres buenos, y será muy popular. Prometerá “paz y seguridad”, y todos le admirarán (Apocalipsis 13.4, 8). Su compañero, un religioso profesional de las relaciones públicas (la “otra bestia” de Apocalipsis 13.11-15) hará grandes señales, y muchos le creerán. 
    Pero sabemos por experiencia que los políticos dicen una cosa y hacen otra. El caso del Anticristo y su colega será el peor de todos, porque una vez que tengan el poder,  lo ejercerán con violencia. Harán una imagen y matarán a todos los que no la adoren. Muchos ya están acostumbrados a inclinarse ante imágenes religiosas y rendirles culto; ¡el camino está allanado! Obligarán a todo el mundo a ponerse la marca de la bestia, que se usará para controlar la economía, ya que será necesaria para comprar o vender. Todavía no se sabe cómo será exactamente la marca, pero se pondrá en la mano derecha o en la frente (Apocalipsis 13.16-17). Dejarán de lado la tolerancia de la que tanto hablan ahora. Tendrá dos opciones: ¡la marca o la muerte!
    PERO quienes reciban la marca provocarán la ira del Dios Omnipotente, y serán rechazados eternamente por Él. La ira de Dios se derramará sobre el mundo gobernado por el Anticristo, durante el tiempo que la Biblia llama “la Tribulación”, cuando Dios castigará a la humanidad por su rebeldía y maldad. El mundo está lleno de personas que rechazan a Jesucristo, Su salvación y Su señorío (autoridad), pero recibirán alegremente al Anticristo. ¡Fíjese! Dios envió a Jesucristo y fue rechazado. El diablo enviará al Anticristo y será aceptado y adorado. ¡Observe si esto está bien o mal, y si no demuestra la maldad del corazón humano! Y Dios advierte sobre la marca, pero la mayoría no le hace caso. En Apocalipsis 14:9-11 un ángel de Dios clama a gran voz para advertir:



    La única manera de escapar de estos horribles juicios que pronto caerán es obedecer el evangelio proclamado en la Palabra de Dios. Esto significa arrepentirse de sus pecados, incluso de la religión falsa, y confiar única y exclusivamente en el Señor Jesucristo para ser perdonado y salvarse. No le puede salvar ninguna religión, filosofía ni ningún político. Pero si se arrepiente y deposita su confianza en el Señor Jesucristo, que murió en la cruz por usted, por su culpa, que resucitó y vive para siempre, ¡él le salvará! Jesucristo le hará nacer de nuevo. Le perdonará y le dará vida eterna. Así, usted dejará este mundo cuando Jesucristo arrebate a Su pueblo y lo lleve al cielo (S. Juan 14:1-3). Él viene pronto para llevarse consigo a todos los suyos. ¿Será usted uno de ellos o se quedará en el mundo con la mayoría y recibirá la marca de la bestia? La decisión es suya, así como las consecuencias.