Donald Norbie
En años pasados hubo mucho ejercicio personal del corazón
en cuanto a ofrendar. Individuos oraban específicamente por obreros y
misioneros y les ofrendaban. Después de una reunión, un obrero podía
recibir un afectuoso saludo y palabras de aprecio, y encontrarse con un
billete o un cheque en la mano. O recibiría una carta de ánimo que
incluía una ofrenda. Hoy en día esta costumbre personal se está
extinguiendo en muchos sitios, y toda ofrenda se hace a la asamblea.
Recuerdo cuando recibí un cheque y una carta de un misionero en Nueva Guinea. “Me enseñaste la Palabra en años pasados y me molesta el que nunca he compartido económicamente contigo. La Palabra dice: 'El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye' (Gá. 6:6).” Tales ejemplos de gratitud son tremendamente animadores para el obrero y también bendicen al dador.
Es verdad que muchas ofrendas de individuos serán mediante una asamblea local (1 Co. 16:1-2). Esto es correcto y es parte de nuestra adoración colectiva. Puede haber gastos para el mantenimiento del local, también la responsabilidad de apoyar a ciertos obreros y orar por ellos en la asamblea. Pero aún queda mucho espacio en el cual el Espíritu Santo mueve al creyente a orar y ofrendar personalmente. Es demasiado fácil caer en la rutina monótona de echar algo en la ofrenda los domingos, y dejar que otros se ocupen de la distribución de fondos.
Elías pide a la viuda de Sarepta un vaso de agua y añade: “Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano” (1 R. 17:11). Ella responde: “...no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija...” Su plan es de preparar una comida más para su hijo y ella, y morir. La sequía es severa en la tierra. Elías le dice: “No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo”. Elías le promete que la harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá.
El poner al siervo de Dios primero es poner a Dios primero. La mujer hace el fuego y prepara la torta. En una asombrosa muestra de fe, lo trae caliente del fuego y se lo da al hombre de Dios. ¡Dios primero! Su harina nunca se gastó, ni su aceite se acabó nunca. Dios es fiel.
Por medio de la predicación de Pablo y su compañía Lidia es convertida y bautizada. Entonces ella les suplica: “Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad”. La hospitalidad es una manera costosa de darse uno mismo y su casa a otros. Lidia es movida por la gracia de Dios a dar.
Cuando ofrendamos personalmente esto nos estimula a orar con más fervor por la obra y los obreros del Señor. “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mt. 6:21). Invierte dinero en la obra del Señor, y tu corazón cada vez más estará ocupado con las cosas del Señor. Se puede dar directamente en la mano, o transferencia bancaria, o enviar por correos o giro, o por alguna agencia cristiana que distribuye fondos, y también a través de la asamblea local. Pero viene de ti personalmente, de tu corazón, saturado con tus oraciones. Esto también te motivará a escribir y animar a los siervos de Dios: un ministerio animador y muy necesario. Ciertamente nuestros corazones deben ser motivados a ofrendar generosamente cuando recordamos lo que Dios nos ha dado. “¡Gracias a Dios por su don inefable!” (2 Co. 9:15).
Recuerdo cuando recibí un cheque y una carta de un misionero en Nueva Guinea. “Me enseñaste la Palabra en años pasados y me molesta el que nunca he compartido económicamente contigo. La Palabra dice: 'El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye' (Gá. 6:6).” Tales ejemplos de gratitud son tremendamente animadores para el obrero y también bendicen al dador.
Es verdad que muchas ofrendas de individuos serán mediante una asamblea local (1 Co. 16:1-2). Esto es correcto y es parte de nuestra adoración colectiva. Puede haber gastos para el mantenimiento del local, también la responsabilidad de apoyar a ciertos obreros y orar por ellos en la asamblea. Pero aún queda mucho espacio en el cual el Espíritu Santo mueve al creyente a orar y ofrendar personalmente. Es demasiado fácil caer en la rutina monótona de echar algo en la ofrenda los domingos, y dejar que otros se ocupen de la distribución de fondos.
Elías pide a la viuda de Sarepta un vaso de agua y añade: “Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano” (1 R. 17:11). Ella responde: “...no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija...” Su plan es de preparar una comida más para su hijo y ella, y morir. La sequía es severa en la tierra. Elías le dice: “No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo”. Elías le promete que la harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá.
El poner al siervo de Dios primero es poner a Dios primero. La mujer hace el fuego y prepara la torta. En una asombrosa muestra de fe, lo trae caliente del fuego y se lo da al hombre de Dios. ¡Dios primero! Su harina nunca se gastó, ni su aceite se acabó nunca. Dios es fiel.
Por medio de la predicación de Pablo y su compañía Lidia es convertida y bautizada. Entonces ella les suplica: “Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad”. La hospitalidad es una manera costosa de darse uno mismo y su casa a otros. Lidia es movida por la gracia de Dios a dar.
Cuando ofrendamos personalmente esto nos estimula a orar con más fervor por la obra y los obreros del Señor. “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mt. 6:21). Invierte dinero en la obra del Señor, y tu corazón cada vez más estará ocupado con las cosas del Señor. Se puede dar directamente en la mano, o transferencia bancaria, o enviar por correos o giro, o por alguna agencia cristiana que distribuye fondos, y también a través de la asamblea local. Pero viene de ti personalmente, de tu corazón, saturado con tus oraciones. Esto también te motivará a escribir y animar a los siervos de Dios: un ministerio animador y muy necesario. Ciertamente nuestros corazones deben ser motivados a ofrendar generosamente cuando recordamos lo que Dios nos ha dado. “¡Gracias a Dios por su don inefable!” (2 Co. 9:15).
Donald Norbie, traducido de la revista MISSIONS, enero 1993
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
"Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida".
Proverbios 4:23
Proverbios 4:23
Debemos guardar constantemente el corazón, el cual representa la vida interna. Si sus pensamientos, motivos y deseos son puros, entonces la conducta será lo que debe. A. W. Tozer en uno de sus escritos dio siete puntos que los creyentes pueden emplear para evaluarse. 1) Lo que más deseamos. 2) El tema más frecuente de nuestros pensamientos. 3) Cómo empleamos nuestro dinero. 4) Qué hacemos en nuestro tiempo libre. 5) La compañía que disfrutamos. 6) A quién y qué admirarmos más. 7) De qué nos reímos. Aplicando las palabras de Filipenses 4:8, haríamos bien si en estas cosas pensamos.
W. Ross Rainey de una lectura diaria del calendario “Choice Gleanings”
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Cuatro Testimonios Acerca de María
1. En el evangelio según Lucas leemos que el ángel Gabriel la llamó "muy
favorecida". Así que no era por mérito propio sino por favor de Dios.
La gracia es favor inmerecido. También le dijo: "bendita tú entre las
mujeres". María fue receptora de bendiciones, no es repartidora de
ellas.
2. En Lucas 1:38 María mismo se llamó: "la sierva del Señor". Su fe, humildad y obediencia dan ejemplo para todos. En Lucas 1:47 María dijo: "Mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador". Luego ella necesitaba un Salvador.
3. En Juan 2:4 el Señor Jesucristo la llamó, no "Santa Madre" sino "mujer", remarcando su humanidad. En Juan 19:26 Cristo dijo: "mujer, he ahí tu hijo...he ahí tu madre". La encomendó al cuidado de Juan porque sabía que ella necesitaba ese cuidado.
4. Elisabet y los apóstoles la llamaron: "la madre de mi Señor" (Lucas 1:43) y "la madre de Jesús" (Hechos 1:14), nunca dijeron: "la madre de Dios" ni la Purísima ni nada parecido. Debemos honrarle a María por su lugar único y especial en la historia, pero no darle títulos más allá de las Sagradas Escrituras.
2. En Lucas 1:38 María mismo se llamó: "la sierva del Señor". Su fe, humildad y obediencia dan ejemplo para todos. En Lucas 1:47 María dijo: "Mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador". Luego ella necesitaba un Salvador.
3. En Juan 2:4 el Señor Jesucristo la llamó, no "Santa Madre" sino "mujer", remarcando su humanidad. En Juan 19:26 Cristo dijo: "mujer, he ahí tu hijo...he ahí tu madre". La encomendó al cuidado de Juan porque sabía que ella necesitaba ese cuidado.
4. Elisabet y los apóstoles la llamaron: "la madre de mi Señor" (Lucas 1:43) y "la madre de Jesús" (Hechos 1:14), nunca dijeron: "la madre de Dios" ni la Purísima ni nada parecido. Debemos honrarle a María por su lugar único y especial en la historia, pero no darle títulos más allá de las Sagradas Escrituras.
Carlos
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
El Milagro Del Libro
por Dyson Hague
por Dyson Hague
Cuanto más aumenta nuestra experiencia, tanto más el milagro de este
Libro se nos abre; porque cuanto más intensamente escudriñamos en él,
tanto más sólido llega a ser el conocimiento de que la Bíblia no es
simplemente un libro, sino que es el Libro. Cuando Sir Walter Scott, en
su hora de muerte, pidió que se le leyera en el Libro, su yerno le
preguntó: “¿En qué libro?” Dio como respuesta: “Tan sólo hay un Libro,
la Biblia”. En el mundo entero éste es “el Libro”. Comparados con él,
todos los demás libros no son más que hojas y pedazos. Sí, es el único
libro perfecto, el Libro eterno — la voz de la cual todos los demás a lo
sumo son el eco. Es el libro que se halla en inalcanzable y excelsa
altura, en gloria solitaria, siendo misterioso en su influencia, tan
soberano, muy por encima de todos los demás libros como el cielo está
por encima de la tierra, como el Hijo de Dios por encima de los hijos de
los hombres.
traducido del libro "The Wonder of the Book"
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Daniel En El Foso de los Críticos
Debido a sus milagrosas revelaciones proféticas de los reinos de Cristo,
ningún otro libro de la Biblia ha sido atacado como el libro de Daniel.
Durante más de 1.100 años el libro ha estado en “el foso de los
críticos”, y ha sido asaltado ferozmente por escritores escépticos.
Alegan que en lugar de haber sido escrito por Daniel en el sexto siglo
antes de Cristo, es una falsificación escrita en el tiempo de los
macabeos, cerca del año 168 a.C.
Pero no cabe duda de que el libro de Daniel existía mucho antes de lo que dicen los críticos. Josefo, el historiador judío, nos informa acerca de Alejandro Magno, predicho en las profecías de Daniel (Dn. 8:5-8). Cuando en sus conquistas llegó a Jerusalén en 332 a.C. Jaddua, el Sumo Sacerdote, le enseñó la porción de Daniel que habla de él. Alejando estaba tan contento que perdonó a la ciudad. Según esto, Daniel tenía que ser escrito antes de 332 a.C.
Además, Ezequiel era contemporáneo de Daniel, y escribió en Babilonia el libro que lleva su nombre. Tres veces menciona a Daniel (Ez. 14:14, 14:20; 28:3). Así que Ezequiel testifica de la existencia de Daniel, y que era tan conocido por su justicia que fue clasificado con Noé, y por su sabiduría fue asociado con Job.
Pero la autoridad más alta respecto a la autenticidad del libro de Daniel es la de nuestro Señor Jesucristo, que dijo: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel...” (Mt. 24:15). Así que cualquiera que niega la autenticidad del libro de Daniel pone en tela de juicio la integridad y sabiduría del Señor Jesucristo.
Pero no cabe duda de que el libro de Daniel existía mucho antes de lo que dicen los críticos. Josefo, el historiador judío, nos informa acerca de Alejandro Magno, predicho en las profecías de Daniel (Dn. 8:5-8). Cuando en sus conquistas llegó a Jerusalén en 332 a.C. Jaddua, el Sumo Sacerdote, le enseñó la porción de Daniel que habla de él. Alejando estaba tan contento que perdonó a la ciudad. Según esto, Daniel tenía que ser escrito antes de 332 a.C.
Además, Ezequiel era contemporáneo de Daniel, y escribió en Babilonia el libro que lleva su nombre. Tres veces menciona a Daniel (Ez. 14:14, 14:20; 28:3). Así que Ezequiel testifica de la existencia de Daniel, y que era tan conocido por su justicia que fue clasificado con Noé, y por su sabiduría fue asociado con Job.
Pero la autoridad más alta respecto a la autenticidad del libro de Daniel es la de nuestro Señor Jesucristo, que dijo: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel...” (Mt. 24:15). Así que cualquiera que niega la autenticidad del libro de Daniel pone en tela de juicio la integridad y sabiduría del Señor Jesucristo.
Condensado de The Book of Daniel (“El Libro de Daniel”), por Clarence Larkin
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
El Susto Del Cura
En Ecuador se cuenta que en el convento de San Diego vivía hace algunos siglos un joven sacerdote, el padre Almeida, cuya particularidad era su afición al aguardiente y la juerga. Cada noche, el padre Almeida sigilosamente iba hacia una pequeña ventana que daba a la calle, pero como ésta se hallaba muy alta, él subía hasta ella apoyándose en la escultura de un Cristo yacente.
Se dice que el Cristo, cansado del diario abuso, cada noche le preguntaba al juerguista: “¿hasta cuándo padre Almeida?”, a lo que él respondía: “hasta la vuelta, Señor”. Una vez alcanzada la calle, el joven sacerdote daba rienda suelta a su ánimo festivo y el aguardiente corría por su garganta sin control alguno, y con los primeros rayos del sol volvía al convento.
Aparentemente los planes del pródigo eran seguir ese ritmo de vida eternamente, pero el destino le jugó una broma pesada que le hizo cambiar. Una madrugada el falso maestro volvía tambaleándose por las empedradas calles quiteñas rumbo a su morada, cuando de pronto vio que un cortejo fúnebre se aproximaba. Le pareció muy extraño este tipo de procesión a esa hora. Decidió ver en el interior del ataúd, y al acercarse observó su propio cuerpo en el féretro.
Ahora, no es mi ánimo hablar de la vida disoluta de aquel señor, ni la de no pocos “profesionales” más de su religión y otras religiones que el ser humano ha inventado. No estaría demás observar que “por sus frutos los conoceréis” como dijo Cristo, y lamentar que muchos ciegos guían a ciegos (¿y al lector de este folleto?), pero dejaremos el punto allí.
Lo que sí nos interesa es el hecho de que la historia/leyenda prosigue a una breve conclusión que de aquella noche en adelante el pródigo acuatoriano se comportó mejor.
¿Y esto es lo único que uno debería aprender al supuestamente ver a su propio cuerpo en un ataúd? “Aprender” realmente no es la palabra adecuada, porque de nuestra muerte segura todos ya sabemos. “Recordar” or “darse cuenta” o “reflexionar muy seriamente” es lo que realmente quiero decir.
El hecho es que “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” dice la Biblia en Hebreos 9:27. Cura borracho, hija de María, hombre de negocios, sabihondas posiblemente ilustrado pero indiferente, alumna concienzuda de la escuela secundaria, ama de casa, religioso cumplido en su culto moderno o antiguo: todos por igual.
Y usted lo sabe. “He visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres...y ha puesto la eternidad en el corazón de ellos” (Eclesiastás 3:10-11). Esto destaca la segunda parte de Hebreos 9:27 citado arriba: “después de esto el juicio”. No es cuestión de morir una sola vez, sino también del juicio que viene después de la muerte.
Pero qué gusto da seguir leyendo en Hebreos 9:28 y encontrar estas palabras: “Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos”. O, diría el apóstol Pablo: “Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos” (Romanos 5:6). O el apóstol Pedro: “Llevó Él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24).
Para qué enfrentar juicio y eterna condenación si Dios le ofrece eterna salvación al depositar su fe (confianza) en el Señor Jesucristo y sólo en Él, al recibirle cual pecador indigno, necesitado y contrito, como su propio Señor y Salvador?Amigo, asómese a su propio féretro, y pregúntese qué provisión ha hecho para su alma.
Se dice que el Cristo, cansado del diario abuso, cada noche le preguntaba al juerguista: “¿hasta cuándo padre Almeida?”, a lo que él respondía: “hasta la vuelta, Señor”. Una vez alcanzada la calle, el joven sacerdote daba rienda suelta a su ánimo festivo y el aguardiente corría por su garganta sin control alguno, y con los primeros rayos del sol volvía al convento.
Aparentemente los planes del pródigo eran seguir ese ritmo de vida eternamente, pero el destino le jugó una broma pesada que le hizo cambiar. Una madrugada el falso maestro volvía tambaleándose por las empedradas calles quiteñas rumbo a su morada, cuando de pronto vio que un cortejo fúnebre se aproximaba. Le pareció muy extraño este tipo de procesión a esa hora. Decidió ver en el interior del ataúd, y al acercarse observó su propio cuerpo en el féretro.
Ahora, no es mi ánimo hablar de la vida disoluta de aquel señor, ni la de no pocos “profesionales” más de su religión y otras religiones que el ser humano ha inventado. No estaría demás observar que “por sus frutos los conoceréis” como dijo Cristo, y lamentar que muchos ciegos guían a ciegos (¿y al lector de este folleto?), pero dejaremos el punto allí.
Lo que sí nos interesa es el hecho de que la historia/leyenda prosigue a una breve conclusión que de aquella noche en adelante el pródigo acuatoriano se comportó mejor.
¿Y esto es lo único que uno debería aprender al supuestamente ver a su propio cuerpo en un ataúd? “Aprender” realmente no es la palabra adecuada, porque de nuestra muerte segura todos ya sabemos. “Recordar” or “darse cuenta” o “reflexionar muy seriamente” es lo que realmente quiero decir.
El hecho es que “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” dice la Biblia en Hebreos 9:27. Cura borracho, hija de María, hombre de negocios, sabihondas posiblemente ilustrado pero indiferente, alumna concienzuda de la escuela secundaria, ama de casa, religioso cumplido en su culto moderno o antiguo: todos por igual.
Y usted lo sabe. “He visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres...y ha puesto la eternidad en el corazón de ellos” (Eclesiastás 3:10-11). Esto destaca la segunda parte de Hebreos 9:27 citado arriba: “después de esto el juicio”. No es cuestión de morir una sola vez, sino también del juicio que viene después de la muerte.
Pero qué gusto da seguir leyendo en Hebreos 9:28 y encontrar estas palabras: “Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos”. O, diría el apóstol Pablo: “Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos” (Romanos 5:6). O el apóstol Pedro: “Llevó Él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24).
Para qué enfrentar juicio y eterna condenación si Dios le ofrece eterna salvación al depositar su fe (confianza) en el Señor Jesucristo y sólo en Él, al recibirle cual pecador indigno, necesitado y contrito, como su propio Señor y Salvador?Amigo, asómese a su propio féretro, y pregúntese qué provisión ha hecho para su alma.
D. R. Alves
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
DIRECTIVAS ANTE EL DOLOR
DE TENER HIJOS IMPÍOS
DIRECTIVA 1: Considere como un gran pecado desmayar ante este sufrimiento, es decir, sufrir tanto que no puede cumplir sus obligaciones o que deja de sentir gozo en su vida. Porque desmayar ante esta calamidad significa que ha basado demasiado de su felicidad en sus hijos. Sólo argumentaré con usted como Joab lo hizo con David cuando se lamentaba tan amargamente por su hijo Absalón en 2 Samuel 19:6: “Hoy has declarado que nada te importan tus príncipes y siervos”. Lo mismo le digo a usted que si su alma desmaya bajo la carga de un hijo desobediente declara usted que Dios y Cristo no le importan.
DIRECTIVA 2: Considere... que este es un dolor común entre los hijos más queridos de Dios. Usted piensa en esto como si fuera el primer padre piadoso que ha tenido un hijo impío, como si fuera raro lo que le ha sucedido. Confieso que donde una calamidad parece singular o extraordinaria, tiene más posibilidad de que el que sufre se sienta abrumado porque piensa que ha desagradado grandemente a Dios, de modo que dice con la iglesia: “Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido; porque Jehová me ha angustiado en el día de su ardiente furor” (Lam. 1:12). Pero este dolor es común y coincide con la gracia salvadora y electiva de Dios hacia ellos, y es una prueba que por lo general le toca a los justos.
DIRECTIVA 3: Considere que le hubieran podido pasar desgracias peores que esta. Le voy a dar tres males peores que lo hubieran hecho sufrir más. Primero, podría haber sido usted mismo un infeliz malo e impío. Y que el gran Jehová lo hubiera maldecido y condenado para siempre; lo hubiera hecho sufrir mucho más que sentirse atormentado por un tiempo por un hijo impío. Segundo, hubiera podido tener un cónyuge que fuera como podredumbre en sus huesos. Salomón parece decir que un cónyuge pendenciero es peor que un hijo impío. Proverbios 19:13, “Dolor es para su padre el hijo necio, y gotera continua las contiendas de la mujer”. Es como una gotera constante en la casa cuando llueve que pudre el edificio, destruye los alimentos y arruina tanto a la casa como a los que en ella viven...
[La Editorial Peregrino omitió la Directiva 4 por razones editoriales desconocidas.]
DIRECTIVA 5: Deje que las Escrituras y la razón guíen su dolor, a fin de no provocar a Dios, envilecer su alma y herir su conciencia con quejas y lágrimas pecaminosas. Con este fin, observe dos reglas: Primero, laméntese más por los pecados de sus hijos con los que provocan y deshonran a Dios y se corrompen y se destruyen a sí mismos y destruyen a otros, que por cualquier vergüenza o pérdida de cosas materiales que le puedan suceder. De este modo, demostrará que el amor a Dios y al alma de sus hijos, y no el amor al mundo, tiene la mayor influencia sobre su dolor. Porque me temo que por lo general hay en padres buenos demasiada aflicción carnal y no suficiente aflicción espiritual cuando sufren esta gran calamidad. Segundo, no deje que su dolor enferme su cuerpo y afecte su salud. Dios no requiere que se lamente por los pecados de sus hijos más que por los propios, y tampoco jamás nos pide que por dolor destruyamos nuestro cuerpo, que es el templo del Espíritu Santo. La verdad es que el dolor santo es la salud del alma y nunca perjudica al cuerpo. Porque la gracia siempre es una amiga y nunca una enemiga de la naturaleza. Por lo tanto, no se prive de ninguna oportunidad de honrar a Dios y servir a su iglesia. No cause el desconsuelo de su cónyuge ni que sus hijos queden huérfanos por culpa de un dolor que no agradará a Dios, no lo tranquilizará a usted ni les hará ningún bien a sus hijos malos y desgraciados.
DIRECTIVA 6: Esfuércese por fortalecer sus gracias personales bajo esta gran aflicción; porque necesita usted más conocimiento, sabiduría, fe, esperanza, amor, humildad y paciencia para capacitarlo y hacerlo apto para sobrellevar esta aflicción más que los que necesita para sobrellevar otras. Y tiene que ver y disfrutar más de Dios y Cristo a fin de mantener el ánimo bajo este sufrimiento más que la mayoría de los demás sufrimientos. Por el poder de Cristo será no sólo capaz de sobrellevar esta tribulación sino también de gloriarse en ella. Y más grande sea el problema, más grande será lo bueno que de él derive usted.
DIRECTIVA 7: Consuélese en que las cosas más grandes y mejores por las que usted más ha orado, confiado, esperado y principalmente amado y anhelado están a salvo y seguras. Dios es y será bendecido y glorioso para siempre, pase lo que le pase a su hijo. Todas sus perfecciones infinitas están obrando para su gloria. Cristo mismo es de Dios y cumple toda la obra de Mediador como su siervo y para su gloria. Todos los ángeles y santos benditos le honrarán, admirarán, amarán y alabarán para siempre. Dios el Padre, Hijo y Espíritu Santo – son suyos para siempre y será glorificado en toda la eternidad haciendo que usted sea bendito y glorioso. Tiene usted un hijo malo, pero un Dios bueno. Toda su obra acabará, sus pecados serán perdonados y aniquilados, sus gracias perfeccionadas y su cuerpo y alma glorificados. ¿Y cree que un hijo impío podría empequeñecer todas sus consolaciones?
DIRECTIVA 8: Por último, considere que este dolor durará sólo por un tiempo. Confieso que no conozco ni podría encontrar aunque investigara, nada que pueda elevar al corazón por sobre este dolor fuera del conocimiento y el sentido del amor infinito de Dios en Cristo hacia el hombre y de la eternidad santa y gloriosa a la cual pronto lo llevará este amor. Decirle que esto es y ha sido el caso de otros padres píos, puede aplacar algo de su dolor. Pero ¿qué valor tiene decirle que otros están y han estado tan afligidos como usted o contarle que hijos tan malos como los suyos han sido santificados y salvados, más que darle algo de esperanza sin fundamento? No tiene más valor que pensar que pueden ser salvos o pueden ser condenados, porque hay razón justificada para creer lo primero y tener esperanza en lo último. Pero para que el hombre tenga una muerte victoriosa, esté listo para vivir en ese mundo donde no hay nada de este dolor y saber que en el Día del juicio... él mismo se sentará con Cristo para juzgarlos, y que amará y se gozará en la santidad y justicia del juez de todo el mundo quien les dará aquella sentencia: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt. 25:41) – esto basta para superar todo dolor inmoderado por sus hijos impíos.
Tomado de Concerns for Their Unsaved Children, reimpreso por Soli Deo Gloria,
DE TENER HIJOS IMPÍOS
Edward Lawrence (1623-1695)
DIRECTIVA 1: Considere como un gran pecado desmayar ante este sufrimiento, es decir, sufrir tanto que no puede cumplir sus obligaciones o que deja de sentir gozo en su vida. Porque desmayar ante esta calamidad significa que ha basado demasiado de su felicidad en sus hijos. Sólo argumentaré con usted como Joab lo hizo con David cuando se lamentaba tan amargamente por su hijo Absalón en 2 Samuel 19:6: “Hoy has declarado que nada te importan tus príncipes y siervos”. Lo mismo le digo a usted que si su alma desmaya bajo la carga de un hijo desobediente declara usted que Dios y Cristo no le importan.
DIRECTIVA 2: Considere... que este es un dolor común entre los hijos más queridos de Dios. Usted piensa en esto como si fuera el primer padre piadoso que ha tenido un hijo impío, como si fuera raro lo que le ha sucedido. Confieso que donde una calamidad parece singular o extraordinaria, tiene más posibilidad de que el que sufre se sienta abrumado porque piensa que ha desagradado grandemente a Dios, de modo que dice con la iglesia: “Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido; porque Jehová me ha angustiado en el día de su ardiente furor” (Lam. 1:12). Pero este dolor es común y coincide con la gracia salvadora y electiva de Dios hacia ellos, y es una prueba que por lo general le toca a los justos.
DIRECTIVA 3: Considere que le hubieran podido pasar desgracias peores que esta. Le voy a dar tres males peores que lo hubieran hecho sufrir más. Primero, podría haber sido usted mismo un infeliz malo e impío. Y que el gran Jehová lo hubiera maldecido y condenado para siempre; lo hubiera hecho sufrir mucho más que sentirse atormentado por un tiempo por un hijo impío. Segundo, hubiera podido tener un cónyuge que fuera como podredumbre en sus huesos. Salomón parece decir que un cónyuge pendenciero es peor que un hijo impío. Proverbios 19:13, “Dolor es para su padre el hijo necio, y gotera continua las contiendas de la mujer”. Es como una gotera constante en la casa cuando llueve que pudre el edificio, destruye los alimentos y arruina tanto a la casa como a los que en ella viven...
[La Editorial Peregrino omitió la Directiva 4 por razones editoriales desconocidas.]
DIRECTIVA 5: Deje que las Escrituras y la razón guíen su dolor, a fin de no provocar a Dios, envilecer su alma y herir su conciencia con quejas y lágrimas pecaminosas. Con este fin, observe dos reglas: Primero, laméntese más por los pecados de sus hijos con los que provocan y deshonran a Dios y se corrompen y se destruyen a sí mismos y destruyen a otros, que por cualquier vergüenza o pérdida de cosas materiales que le puedan suceder. De este modo, demostrará que el amor a Dios y al alma de sus hijos, y no el amor al mundo, tiene la mayor influencia sobre su dolor. Porque me temo que por lo general hay en padres buenos demasiada aflicción carnal y no suficiente aflicción espiritual cuando sufren esta gran calamidad. Segundo, no deje que su dolor enferme su cuerpo y afecte su salud. Dios no requiere que se lamente por los pecados de sus hijos más que por los propios, y tampoco jamás nos pide que por dolor destruyamos nuestro cuerpo, que es el templo del Espíritu Santo. La verdad es que el dolor santo es la salud del alma y nunca perjudica al cuerpo. Porque la gracia siempre es una amiga y nunca una enemiga de la naturaleza. Por lo tanto, no se prive de ninguna oportunidad de honrar a Dios y servir a su iglesia. No cause el desconsuelo de su cónyuge ni que sus hijos queden huérfanos por culpa de un dolor que no agradará a Dios, no lo tranquilizará a usted ni les hará ningún bien a sus hijos malos y desgraciados.
DIRECTIVA 6: Esfuércese por fortalecer sus gracias personales bajo esta gran aflicción; porque necesita usted más conocimiento, sabiduría, fe, esperanza, amor, humildad y paciencia para capacitarlo y hacerlo apto para sobrellevar esta aflicción más que los que necesita para sobrellevar otras. Y tiene que ver y disfrutar más de Dios y Cristo a fin de mantener el ánimo bajo este sufrimiento más que la mayoría de los demás sufrimientos. Por el poder de Cristo será no sólo capaz de sobrellevar esta tribulación sino también de gloriarse en ella. Y más grande sea el problema, más grande será lo bueno que de él derive usted.
DIRECTIVA 7: Consuélese en que las cosas más grandes y mejores por las que usted más ha orado, confiado, esperado y principalmente amado y anhelado están a salvo y seguras. Dios es y será bendecido y glorioso para siempre, pase lo que le pase a su hijo. Todas sus perfecciones infinitas están obrando para su gloria. Cristo mismo es de Dios y cumple toda la obra de Mediador como su siervo y para su gloria. Todos los ángeles y santos benditos le honrarán, admirarán, amarán y alabarán para siempre. Dios el Padre, Hijo y Espíritu Santo – son suyos para siempre y será glorificado en toda la eternidad haciendo que usted sea bendito y glorioso. Tiene usted un hijo malo, pero un Dios bueno. Toda su obra acabará, sus pecados serán perdonados y aniquilados, sus gracias perfeccionadas y su cuerpo y alma glorificados. ¿Y cree que un hijo impío podría empequeñecer todas sus consolaciones?
DIRECTIVA 8: Por último, considere que este dolor durará sólo por un tiempo. Confieso que no conozco ni podría encontrar aunque investigara, nada que pueda elevar al corazón por sobre este dolor fuera del conocimiento y el sentido del amor infinito de Dios en Cristo hacia el hombre y de la eternidad santa y gloriosa a la cual pronto lo llevará este amor. Decirle que esto es y ha sido el caso de otros padres píos, puede aplacar algo de su dolor. Pero ¿qué valor tiene decirle que otros están y han estado tan afligidos como usted o contarle que hijos tan malos como los suyos han sido santificados y salvados, más que darle algo de esperanza sin fundamento? No tiene más valor que pensar que pueden ser salvos o pueden ser condenados, porque hay razón justificada para creer lo primero y tener esperanza en lo último. Pero para que el hombre tenga una muerte victoriosa, esté listo para vivir en ese mundo donde no hay nada de este dolor y saber que en el Día del juicio... él mismo se sentará con Cristo para juzgarlos, y que amará y se gozará en la santidad y justicia del juez de todo el mundo quien les dará aquella sentencia: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt. 25:41) – esto basta para superar todo dolor inmoderado por sus hijos impíos.
Tomado de Concerns for Their Unsaved Children, reimpreso por Soli Deo Gloria,
una división de Reformation Heritage Books, www.heritagebooks.org
Recopilado de la revista semestral: “Portavoz de la Gracia”, impreso por cortesía de la organización evangélica CHAPEL LIBRARY y de Editorial Peregrino.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Instruya Bien A Sus Hijos
Quiera el Señor enseñarles a todos ustedes qué valioso es Cristo y qué obra poderosa y completa ha realizado en pro de nuestra salvación. Estoy seguro de que entonces usarán todos los medios para traer a sus hijos a Jesús para que vivan por medio de él. Quiera el Señor enseñarles todo lo que necesitan para que el Espíritu Santo renueve, santifique y vivifique sus almas. Estoy seguro de que entonces instarán a sus hijos a que oren sin cesar por tener a Jesús, hasta que ha entrado en sus corazones con poder y los ha convertido en nuevas criaturas. Quiera el Señor conceder esto, y si así sucede, tengo esperanza de que realmente instruirán bien a sus hijos -- que los instruirán bien para esta vida y los instruirán bien para la vida venidera, los instruirán bien para la tierra y los instruirán bien para el cielo; los instruirán para Dios, para Cristo y para la eternidad.
– J. C. Ryle (1816-1900)
No hay comentarios:
Publicar un comentario