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domingo, 5 de diciembre de 2010

EN ESTO PENSAD -- DICIEMBRE 2010

SEIS SECRETOS SENCILLOS
PARA ESTUDIAR LA BIBLIA
(Parte V)
El quinto secreto se llama la repetición, y no es muy querido porque es muy aburrido y ocupa mucho tiempo. Pero es necesario si vas a estudiar bien la Biblia. Dios mismo repite cosas en Su Palabra, porque Él sabe que lo necesitamos y que la repetición nos ayuda. El Señor Jesucristo dio Sus enseñanzas muchas veces, de modo que a veces las cosas que los hombres “armonizan” en los evangelios son cosas distintas en vez de la misma enseñanza descrita por dos hombres. El Señor repite Sus enseñanzas pero en formas muy parecidas. Y el valor de la repetición se ve fácilmente en el hecho de darnos cuatro evangelios en vez de sólo uno. Los mismos apóstoles hacen referencia a la necesidad de la repetición en Filipenses 3:1 y 2 Pedro 1:12, cosa que ellos mismos practicaban.
    Para nosotros, es necesario y beneficioso repetir la lectura de un pasaje de la Biblia muchas veces. Lee la primera vez, y luego lee otra vez, y otra vez, y otra vez. Después de esto, vuelve a leerlo otra vez. ¡Y al final aún lo puedes leer otra vez más! Pero sobre todo LEE, no saltes palabras y frases, sino disciplina tu mente y tus ojos para ir leyendo cada versículo y fijándote en cada palabra del versículo una y otra vez. Este proceso de repetir no solamente ayuda a tu memoria, sino que también ayuda a tu observación del texto, de pequeños detalles que de otra manera se te escaparían. ¿Acaso no has oído a nadie decir que después de leer algo varias veces, de repente se dio cuenta de algo que no había visto antes? Pues, así funciona la repetición, pero es uno de los pasos del estudio de la Biblia que más personas se saltan, buscando un atajo o pensando que no es importante, y así se perjudican ellas mismas. Y si son maestros de la Palabra, no solamente se perjudican a sí mismos, sino también a los que les escuchan.
    El sexto secreto tampoco es muy profundo o misterioso, porque sencillamente es: ¡toma nota! Pero lo debes hacer literalmente. Los apuntes son una ayuda tremenda en el estudio. En primer lugar, cuando apuntas algo, lo tienes captado y no tienes que fiarte de tu memoria tanto. Acuérdate de esto: "Mejor tinta floja que memoria fuerte”.
    Quizás esto sea en parte la razón de la instrucción al rey en Deuteronomio 17:14-20. Los versículos 18-19 dicen: “Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas; y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios...” El hecho de tener que leer y escribir para hacer una copia, era algo que servía para fijar la Palabra de Dios en la mente del rey. Cuando leemos y escribimos, sea para hacer una copia, como el rey tenía que hacer, o nuestras observaciones y apuntes como alumnos, este ejercicio es una ayuda a la memoria. Todo buen maestro sabe que ver, oír y escribir son pasos claves para aprender. Por esto es aconsejable tomar apuntes cuando escuchas cualquier sermón, porque está comprobado que así retienes mejor la información.
    Hay quienes se jactan de su memoria y que casi se ríen de los que toman apuntes. Pero hubo un caso verídico de un predicador, que ilustra para nosotros el fallo despreciar los apuntes. Fue el predicador, un hombre de unos sesenta años, a la casa de un joven  predicador. Se sentaron para hablar de las cosas del Señor, y pronto el viejo predicador vio un cuaderno en la estantería. “¿Puedo mirarlo?” preguntó al más joven. “Sí”, respondió el otro, y después de mirarlo un poco, el viejo predicador dijo: “¿Así que en este cuaderno tienes notas y apuntes de tus estudios y mensajes?”. Cuando el joven dijo que sí, el viejo le ofreció dos veinte dólares por su cuaderno. “Oh, no”, dijo el joven. Entonces le ofreció cincuenta dólares, y después, cien, pero el joven todavía rechazaba la oferta. Entonces se rió el viejo predicador y dijo: “Claro que no, porque vale muchísimo más que cualquier cantidad de dinero. Cuando yo era joven como tú, me fiaba de mi memoria, porque era buena, pero ahora, cuánto dinero no daría yo para tener memoria de algunas de las cosas que observé entonces estudiando. La memoria me falla y no puedo recordarlo todo, y tú, hermano, haces bien en escribir. Es una buena disciplina y luego lo tendrás para refrescar la memoria y podrás seguir ministrando y enriqueciendo las vidas de los creyentes”.
    Aunque sea buena tu memoria, reconoce que es falible y no seas orgulloso por ella. El papel y la tinta son relativamente baratos, y por eso no cuesta mucho escribir las observaciones o los descubrimientos que uno halla estudiando la Biblia. Una vez que esté en marcha la mente, a veces las ideas te vienen volando y si no las escribes, seguro que perderás algunas de ellas. Pero escribiéndolas, las tendrás en el futuro para repasar, comparar y también te servirán de rampa de lanzamiento para otros estudios que irán más lejos en la Palabra de Dios.
    También los apuntes sirven para concretar exactamente qué es lo que has logrado descubrir, entender o apreciar en tus estudios. Si encuentras dificultad apuntando algo durante o después del rato estudiando, tal vez sea porque no tienes las ideas muy claras todavía y necesitas estudiar más. A veces el papel dejado en blanco refleja una mente que está más o menos en la misma condición. Puede indicar la necesidad de preparar tu corazón bien en oración y volver a estudiar en serio, confiando en la ayuda del Señor.
    Ahora que sabes cuáles son los seis secretos sencillos para el estudio de la Palabra de Dios, ¿qué vas a hacer con ellos? Yo te los puedo enseñar, y puedo exhortarte a ponerlos por obra, pero no puedo determinar por ti que vas a estudiar en serio, ni puedo estudiar por ti. Esta es la parte que te toca ahora, la de aplicar lo que has aprendido, para que crezcas en el estudio de la Palabra de Dios. (concluida la serie).


de  capítulo 7 de  LIBRO DIVINO, AMADA PALABRA, por Carlos Tomás Knott
 
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Se Busca Adoradores

“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Jn. 4:23).

No encontramos semejante declaración en ningún otro lugar en las Escrituras. En ningún lugar dice que el Padre busca algo, pero aquí el Hijo de Dios hace saber que el Padre busca verdaderos adoradores, los que adoran en espíritu y en verdad. Durante toda esta dispensación, el Padre, por medio del Espíritu de Dios, busca adoradores verdaderos. Todos los que aceptan al Señor Jesucristo y son salvos son buscados del Padre como adoradores. Es verdad que somos salvos para servir; pero una verdad más sublime es que somos salvos para adorar. De hecho, sólo si adoramos bien podemos servir bien. Esta verdadera adoración se centra en el Señor Jesucristo. Los verdaderos adoradores no se congregan bajo nombres terrenales, instituciones, denominaciones, sectas o partidos, sino en el Nombre del Señor Jesucristo. Vendrá el día cuando termine “la hora” en que el Padre busca tales adoradores; esta dispensación en la que la verdadera Iglesia se congrega llegará a su final, como terminaron las demás dispensaciones. La verdadera iglesia será llevada a la gloria, y allí se ve, en el libro de Apocalipsis, como una compañía de adoradores (Ap. 4-5).    
Arno C. Gaebelein,  de Milk & Honey (“Leche y Miel”), agosto, 2001


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ANUNCIÁIS LA MUERTE DEL SEÑOR HASTA QUE ÉL VENGA
 
    SE HUMILLÓ y NACIÓ
    Filipenses 2:5-8 nos recuerda que el Señor, siendo en forma de Dios, se humilló para venir a este mundo. Vivía siempre con el Padre, como el Hijo eterno y Creador de todo. Pero llegó el momento de humillarse: la encarnación. El nacimiento de Jesús no era el comienzo de Su existencia. Dios es eterno, y por esto María no es madre de Dios, sino la madre de nuestro Señor (el instrumento de Su encarnación). Sólo los ángeles celebraron una noche Su venida. Ni durante Su vida ni en la Iglesia en todo el Nuevo Testamento hay celebración de Navidad. Lo que nos mandó hacer en memoria de Él es la Cena del Señor, que anuncia Su muerte hasta que El venga.

    MURIÓ y RESUCITÓ
    El propósito de encarnarse y nacer no era otro sino morir por nuestros pecados (1 Ti. 1:15). Vino para salvarnos. Tenía cita previa en el Calvario, en la cruz. La resurrección de Jesucristo demuestra Su divinidad, Su impecabilidad y Su poder. Era imposible que el sepulcro detuviera preso al Príncipe de vida. ¡Venció la muerte con poder!

    ASCENDIÓ y SE SENTÓ
    Corporalmente ascendió al cielo; visto por Sus discípulos. Subió triunfante. Fue recibido en gloria. Allí está, a la diestra de la majestad en las alturas, sentado, esperando...
 
    SE LEVANTARÁ, VENDRÁ y REINARÁ

    En Apocalipsis 5 vemos el momento cuando se levanta, porque Juan ve al Cordero "en pie". Entonces todo cambiará en este mundo. Para los creyentes, será mejor, y para los incrédulos, mucho peor. Su venida no será en secreto, sino en gloria y con gran poder. Todo ojo le verá. Cumplirá los planes divinos. Contestará la oración: "venga tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra".
    ¡Qué bueno es celebrar cada semana la fiesta que anuncia Su muerte hasta que Él venga! Es el único memorial mandado en el Nuevo Testamento, y es suficiente. 
Carlos
 
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Comentario del historiador Sergio Fuster
 
En Roma, la Saturnalia era una celebración gozosa pero a la vez nostálgica de aquel paraíso perdido.
Esta fiesta se celebraba del 17 al 25 de diciembre y luego durante los tres días subsiguientes tenía lugar el festejo de los nombramientos de los magistrados (11). Durante esta fiesta cesaba el trabajo y los amigos acostumbraban intercambiar regalos y saludos; se liberaban a los esclavos y hasta eran servidos por sus amos. El primer día se hacía un sacrificio a Saturno, y el día 19 se dedicaba a Odis (Rea), diosa de la abundancia y esposa de éste. En la época del Imperio, con el avance de la romanización, en Cartago se asoció a Saturno con Baal. En dicha fecha se efectuaban horrendas inmolaciones de infantes (12).                                           
www.yeshuanet.com/foro-cristiano
 
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El Llamado Divino 
Al Arrepentimiento Genuino
por Dr. Charles Stanley

1. La importancia del arrepentimiento.
    ¿Cómo sabemos que el arrepentimiento es clave para nuestro disfrute de la vida cristiana? Porque Jesús dijo: “Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones...” (Lucas 24:46-47). Él proveyó para el perdón de pecado mediante Su muerte en la cruz, y la manera de aceptar Su don es arrepentirnos de nuestros pecados–ponernos de acuerdo con Dios en que estamos destituidos de lo que Él espera de nosotros: Su gloria (Ro. 3:23).

2. ¿Qué es el arrepentimiento genuino?
    Jesús dijo: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (Lucas 5:32). El llamado al arrepentimiento es realmente una invitación a la salvación y el apartarnos de nuestros caminos pecaminosos. Comenzamos el proceso de arrepentimiento reconociendo nuestra necesidad de un Salvador y confesando que nuestros hechos han sido contrarios a los mandamientos, los deseos y el plan de Dios. Sin embargo, esto es sólo el comienzo.
    En la Biblia, la palabra arrepentimiento tiene dos implicaciones. La primera tiene que ver con un remordimiento genuino, de corazón, porque hemos hecho mal. La segunda es un cambio de sentido respecto a nuestros hechos. Si no hay compromiso de apartarnos de nuestros pecados y andar en obediencia a Cristo, entonces no hay arrepentimiento auténtico.
    Uno de los problemas que muchos experimentan es que realmente no sienten tristeza por haber pecado contra Dios. En lugar de esto, su tristeza es porque en su pecado ha sido descubierto. Puede que lloren, que sientan vergüenza, e incluso que pidan perdón. Sin embargo, no se arrepienten de verdad a menos que reconozcan que han violado los requisitos santos de Dios, y abracen Sus normas de comportamiento. Como Isaías 55:7 instruye: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”.
3. Un ejemplo excelente – el hijo pródigo.
    Uno de los mejores ejemplos del arrepentimiento genuino se halla en Lucas 15:11-24 en la historia del hijo pródigo. El joven de la parábola le pidió a su padre la herencia para gastarla y vivir como a él le pareciese. Pero, antes de pasar mucho tiempo, ya lo había derrochado todo y se encontró en una situación terrible–apacentando cerdos y afrontando el hambre. Los versículos 16-17 nos dicen: “Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!”
    Aquel joven reconoció su condición desesperada– entendió que su manera de vivir era mala y destructiva. Por lo tanto, no sólo sintió remordimiento por sus hechos, sino que también cambió su comportamiento. Los versículos 18-19 informan de ello: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros”.
extracto de: "Life Principal Notes" ("Notas de Preceptos de Vida"), www.intouch.org
 
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TODO O NADA
(Parte IV)

Tal vez hace muchos años que crees en Cristo. Puede que creas que Él es el Salvador. ¿Pero te has llegado a convertir verdaderamente a Él? ¿Eres ahora mismo una persona convertida? Sin la conversión no hay salvación.
    Puedes ser catequista, monja o sacerdote, devoto de algún santo, maestro de escuela dominical, monitor de jóvenes, miembro del coro, diácono o aún un pastor, ministro o presbítero en tu iglesia, pero ¿te has convertido verdaderamente? ¿Has entregado tu vida al Señor Jesucristo? ¿Vives para obedecerle y agradarle en todo? ¿Le preguntas cómo quiere Él que emplees tu vida? ¿Trabajas donde Él quiere?  ¿Deseas ir dondequiera que Él desee mandarte? ¿Haces o dejas de hacer cosas según Su voluntad? ¿Deseas que tus hijos sigan al Señor en todo, dondequiera que les guíe? ¿Los encaminas en los caminos del Señor con tu propio ejemplo además de con tus palabras? ¿Estás leyendo Su Palabra cada día para que puedas saber y hacer Su voluntad?
    El Nuevo Testamento está lleno de mandatos de Cristo y dados por el Espíritu Santo a través de los Apóstoles del Señor. ¿Cuál es tu actitud hacia estos mandamientos de nuestro Señor? ¿Has ido a Él en entrega absoluta e incondicional, dispuesto a confiar en Él el cuidado de tu vida además del cuidado de tu alma por toda la eternidad?
    ¿Siempre andas por tu propio camino de rebelión, de voluntad propia, aunque consideres tu rebelión que es cosa pequeña, acerca cosas de menor importancia?  CUALQUIER REBELIÓN ES LO OPUESTO A LA OBEDIENCIA!  Oh, bien puedes hablar de haber nacido de nuevo, y puedes saber todo el lenguaje correcto de los evangélicos, pero, ¿REALMENTE HAS NACIDO DE NUEVO?
    Alguien dijo que si Cristo no es Señor de todo, no es Señor en absoluto. Bueno, Él ya es Señor, y eso no depende del hombre, porque Dios le ha hecho Señor, y le ha dado el nombre que es sobre todo nombre. Pero otra cosa es si admites a Jesucristo el Señor práctica y personalmente en tu vida. Si quieres que Cristo sea tu Salvador, debes recibirle también como tu Señor. Todo o nada.
    En otros tiempos Dios ha permitido que gobiernos y filosofías anticristianos tomaran control en lugares donde solamente había un cristianismo muerto y otras formas de paganismo. ¡Puede hacerlo otra vez! Hoy en día en muchas iglesias se predica un evangelio “ligero”, “descafeinado”, y los llamados “cristianos” han sido dormidos con un sentido falso de seguridad, y siguen viviendo como a ellos les place. Amigo, ¿eres uno de ellos? Dios no reconocerá a tales personas como Suyas. Cristo dijo que seremos juzgados por Su palabra (Juan 12:48). Y el juicio de Dios te puede llegar antes de lo que piensas.
    Si este mensaje te ha chocado o inquietado, será muy fácil que halles a muchos predicadores o consejeros que te asegurarán que estás bien. Pero ¿qué dice nuestro Señor de los líderes que rehúsan aceptar toda la verdad? Tenemos Sus palabras en Mateo 15:14, donde dice: “son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo”.
    ¿Es esto lo que quieres – que te tranquilicen la conciencia un poquito?  ¡Piensa en las consecuencias! Si no estás seguro de si tengo razón o no, acude a la Biblia. Sobre todo, lee el Nuevo Testamento y pide al Señor que te ilumine con la verdad. Si has sido criado con el evangelio “ligero” del evangelicalismo moderno, te puede resultar difícil creer que todo este tiempo has estado equivocado. Querrás confiar en tu bautismo, en que otros te llaman creyente, en que llevas años en una iglesia, en que conoces a predicadores, en que disfrutas cantando himnos o yendo a conferencias, etcétera, ¡pero deja que Dios sea el juez! Ve a Él con un deseo honesto, sincero, de saber la verdad acerca de tu condición, y Él te enseñará con Su Palabra.
    Si Dios te ha convencido de las verdades que presentamos aquí, ahora mismo debes buscar Su perdón en una actitud de confianza, entrega y rendición incondicional. Ora y dile en tus propias palabras lo de tu error y pecado, qué crees acerca del Señor Jesucristo, y qué quieres que Él haga contigo. Confiesa que has sido un pecador rebelde, que has vivido tu vida como te placía, y ríndele tu corazón. Confía y acepta que Él murió por ti en la cruz del Calvario. Acéptale como tu Salvador, como aquel que te perdona y te limpia, y sométete a Él como tu Señor, como aquel que te gobierna. Él resucitó y vive para salvar y gobernar a todos los que en Él creen. Si crees así en tu corazón, confiésalo con tu boca, como Romanos 10:9-10 dice. Invoca el nombre del Señor y serás salvo.
    Tal vez querrás expresar más cosas en tu oración. Ábrele tu corazón y Él entrará en tu vida, te otorgará el perdón y la vida eterna. En Juan 14:23 el Señor Jesús dijo: “El que me ama, mi palabra guardará (obedece mis enseñanzas); y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”.
    Nota que Su venida en este texto depende de si Le amas y deseas obedecerle. Considera qué significado tiene esto a la luz de 1 Juan 5:12, que dice: “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”. No entrará en tu vida hasta que te rindas a Él. por fe. Y si no ha entra, no tendrá vida.
    El único momento que realmente tienes para asegurarte de la salvación es ahora mismo. No hay promesas acerca de mañana u otro día. Si esperas, puedes perder todo, y no ganas nada con la demora. Dios puede poner fin a tu vida esta noche. Acepta Su oferta tal como es, y gozarás por toda la eternidad.
    En seguida después de aceptar al Señor y Salvador Jesucristo en tu vida, debes dar esta noticia a alguien lo antes posible. Romanos 10:9-10 dice: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”. Una de las pruebas que Dios hace de tu sinceridad es probar tu disposición y tu deseo de hablar acerca de Él, sin vergüenza, de la misma forma que hablarías de tu madre o tu padre.
    Otra prueba de tu sinceridad es tu disposición en ser identificado con Cristo en Su muerte por ti. Él murió por causa de tu pecado. Si te has convertido a Él, has tomado tu cruz y has muerto al pecado. Como Señor, nuestro Salvador ha mandado a cada creyente testificar de Su muerte por nosotros y de nuestra muerte al pecado, a través del bautismo en agua. Como comenta el sexto capítulo de Romanos que antes citábamos entero, el bautismo simboliza el entierro de nuestra vida vieja, y nuestra resurrección para vivir una vida nueva.
    Esto puede sonar contrario a lo que has aprendido, pero es así, y pedimos que consultes honestamente tu propia Biblia. El libro de los Hechos de los Apóstoles tiene muchas referencias al bautismo. Consulta Hechos 2:38,41; 8:12,38; 10:47-48; 16:15; 18:8 y 22:16. Cada persona convertida que se menciona en el libro de Hechos fue bautizada.
    ¿Es tan importante el bautismo? Sí, lo es. ¡Todos los mandamientos de Cristo son importantes! Desobedecer a cualquier mandamiento Suyo es vivir en rebelión. Algunos israelitas podían haber pensado que no era necesario rociar la sangre del cordero pascual sobre las puertas de sus casas. ¿Qué hubiera pasado si ellos hubieran ignorado este mandamiento?  Obedeciendo, ellos se identificaron con el pueblo de Dios y así escaparon de Su juicio (Éxodo 11 y 12).
    Sigue a Cristo todo el camino, del todo, de lleno, no a medias, y entonces tendrás esta certidumbre gozosa de que le perteneces, y que Su promesa de perdón y vida eterna es tuya.
    Viviendo para el Señor, habrá momentos que te darás cuenta que has fracasado en algo. ¡No dejes al diablo usar este fracaso como un látigo sobre ti! Pero en seguida debes ir a Dios en oración, y contrito, confesarle tu pecado para ser perdonado y limpiado (1 Juan 1:9). Un niño, cuando aprende a andar, tropieza o pierde el equilibrio y se cae muchas veces. Pero no se queda allí en el sueo, sino que se levanta y anda otra vez. Y como todos ya sabemos, cada vez cae menos.
    Alguien escribió: “El verdadero cristiano no es uno que haya perdido su capacidad para pecar, sino el deseo y la disposición a pecar. Aunque un cristiano no es perfecto en sus hechos, sí que lo debe ser en sus intenciones”.
    Desánimos y desconsolaciones pueden venir aún cuando estés viviendo sinceramente para el Señor. Pero déjame recordarte que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28). Todas las cosas. Esto que te desanima, la pérdida de un ser querido, aún cuando los demás te interpretan mal y no te comprenden, y aún la experiencia más triste de tu vida – todas las cosas – están obrando juntas para tu bien si tú, de verdad, amas a Dios y eres Suyo.
    Hay algunas cosas que debes tener en cuenta para vivir una vida eficaz para tu Señor ahora. La primera de ellas es que necesitas alimento espiritual. Esto lo vas a recibir mediante la lectura de la Biblia, la Palabra de Dios para ti, y mediante tu meditación en ella. Pero Dios también provee para que otros creyentes y discípulos del Señor Jesucristo te alimenten con Su Palabra, dando enseñanza, exhortación y consolación bíblicamente. Efesios 4:11-12 y 1 Pedro 5:2 recalcan la importancia de ser alimentado con la sana enseñanza bíblica.
    En segundo lugar necesitas comunión con tu Señor y Dios, y puedes gozar de ella mediante la oración y la alabanza personal. Una palabra que Dios emplea para describir a los impíos es: “ingratos” (2 Timoteo 3:2). El amor de Dios hacia ti y el tuyo hacia Él, son apreciados cuando pasas tiempo orando, conversando con Él, alabándole y dándole gracias.
    Después, necesitas espiritualmente lo equivalente a “aire fresco y sol”. Esto ilustra lo que recibes cuando estás en comunión con otros creyentes y discípulos del Señor. ¡Qué bueno es poder hablar con otros creyentes acerca de las cosas que son reales, maravillosas y eternas! ¡Las cosas temporales de esta vida son tan insignificantes cuando consideramos lo que Dios ha preparado para los que le aman!  No digas que no necesitas a la iglesia, porque esto sería despreciar lo que Cristo ha hecho – la iglesia es Su cuerpo y las congregaciones de Sus discípulos son una expresión local de este gran y único cuerpo de Cristo: la Iglesia. Hebreos 10:24-25 nos instruye acerca de esta necesidad espiritual de cada verdadero hijo de Dios. Así que debes entregarte, reunirte y formar parte de una congregación donde la verdadera Palabra de Dios es predicada y practicada, y así recibirás fortaleza, ayuda y ánimo en el camino. Pero necesitas esta comunión y compañerismo no sólo un par de horas cada semana, sino también fuera de las reuniones de la iglesia. Abre tu corazón y casa para recibir a tus hermanos y hermanas en Cristo, y escoge estar con ellos y no solo. Visítalos, no a tus favoritos sino a todos los hermanos, sin parcialidad ni preferencia. Estos son requisitos espirituales para todo el año.
    Considera la vida que comienza ahora en cuanto a ti mismo, y entrégate a vivirla para la gloria de Dios. Vive en lo presente, no en la memoria pecaminosa y triste del pasado. ¡Dedícate a edificar tu nueva vida, no a soñar sobre el futuro o amargarte recordando el pasado! El apóstol Pablo dijo: “una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14). Deja que las experiencias tristes de tu pasado sirvan como avisos y para fortalecerte en el presente. Si el fervor se ha apagado, avívalo. No estés contento con una existencia pasiva, sino entrégate de nuevo a vivir, ¡a realmente vivir, esta vez, para Cristo y cosas eternas!
    He procurado hacer como el apóstol Pablo, quien dijo: “Nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros” (Hechos 20:20). ¿Serás tan fiel con los demás?  Si alguien da direcciones que solamente dicen la mitad de la verdad, esto ocasiona que se pierda la gente que intenta seguirlas – y en cosas espirituales las enseñanzas que son como direcciones a medias traen tropiezos y muerte.
    Permíteme animarte a volver a leer este librito. ¡Que las verdades presentadas aquí se apoderen de ti, agarrando tu alma y arraigándose profundamente en tu corazón, ¡y que el resultado sea fruto eterno para el Señor Jesucristo en tu vida!

   Ray W. Johnson,
Publicado originalmente por Life Messengers, Seattle, Washington, EE.UU.   
 

miércoles, 1 de septiembre de 2010

EN ESTO PENSAD, Septiembre 2010


SEIS SECRETOS SENCILLOS
PARA ESTUDIAR LA BIBLIA
(Parte II)

El segundo secreto tiene que ver con nuestros ojos; deben ser “ojos para ver”. En Mateo 6:22-23 nuestro Señor nos dice:

“La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?”

El ojo bueno es el que no tiene la vista impedida por nada, que deja entrar la luz y ve claramente. ¿Qué puede impedir la vista? Si examinamos el contexto, lo que viene justo antes y después de estos dos versículos, encontramos que antes el Señor hablaba de “tesoros”(vv.19-21), y después hablaba de “riquezas” (v. 24). El materialismo y los afanes que trae son un gran impedimento en cosas espirituales. A los ricos, y a los avaros que quieren ser ricos, esto no les gusta, pero es así. Muchos tienen problemas viendo lo que la Biblia dice claramente, porque tienen intereses que defender, como por ejemplo un afán, o un estilo de vida, o posesiones que no quieren desprenderse de ellas, como fue el caso del joven rico (Mt.19:16-30). ¿Sabes que una moneda pequeña puede bloquear la luz del sol de tal manera que no ves nada? Sí, si la colocas justo delante del ojo, puedes hacer que la luz no entre. Y hay personas cuya vista está bloqueada, y que no ven claramente la luz de la Palabra de Dios porque ponen su mirada en el dinero, casas, coches, ropa, u otras cosas materiales. El Señor llama al ojo de estas personas: “maligno”. Evidentemente es un problema que existe cada vez más en la profesada Iglesia del Señor. El Señor habla a la iglesia de Laodicea en Apocalipsis 3:17, donde vemos otra vez una relación entre las riquezas y la ceguera:

“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad: y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”.

En el versículo 18 el Señor aconseja lo que esta iglesia debe hacer para que Él no la vomite de Su boca:

“Por tanto, yo te aconsejo... unge tus ojos con colirio, para que veas”.

¿Y qué medicina es ésta, sino la Palabra de Dios aplicada a nosotros con el poder del Espíritu Santo? Así ella puede sanar el ojo maligno, poniendo las cosas de este mundo en su lugar, y convenciéndonos y limpiándonos de codicia, avaricia, materialismo, amor al mundo y lo que está en el mundo. Bueno, ¿cómo está tu ojo? ¿Ves bien? ¿Hay algo a lo que siempre miras o contemplas que está bloqueando, impiediendo la luz de la Palabra de Dios en tu vida? Luego nuestro Señor dice, en Lucas 16:11-12:

“Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?”

Los verdaderos tesoros y las verdaderas riquezas son las cosas espirituales, y entre ellas está el entendimiento y la apreciación de las riquezas de la Palabra de Dios, que son verdaderas joyas espirituales. Pero evidentemente el Señor no descubre estas joyas a la persona infiel en el asunto de sus bienes materiales, específicamente el dinero. Éste es un secreto poco conocido, y todavía menos querido, por cierto. Nuestra mayordomía afecta de alguna manera a nuestra capacidad para entender la Biblia. Alguien puede objetar diciendo que esto suena como si fuera posible comprar con dinero un buen entendimiento de la Biblia. Pero no es así, amigo, no es cuestión de comprar nada. El que da dinero como Simón el mago (Hch. 8) esperando comprar algo de Dios, se equivoca gravemente. Dios ve los motivos del corazón, y sabe si lo que estamos haciendo es por amor hacia Él y con un verdadero interés en servirle bien y serle un buen mayordomo o no. A los que se muestran fieles en lo muy poco, el dinero, dice el Señor, Dios les tiene por fieles en lo más, y les da una mayor iluminación y entendimiento de la Biblia. Piensa ahora en tu mayordomía del dinero. ¿Eres fiel o infiel? Espero que no seas como algunos que aman el dinero y los bienes materiales, y esperan que Dios también les dé un profundo entendimiento de Su Palabra. No quieren seguir al Señor que se hizo pobre, pero quieren que Él les ayude a saber mucho de la Biblia. No funciona así. Repasa tu uso del dinero y cómo lo empleas respecto al reino de Dios, el avance del evangelio y el crecimiento de la iglesia. El judío bajo la ley debía un diezmo (10%) a Dios. No era una ofrenda sino una deuda. ¿Ofrendará menos un creyente bajo la gracia? El amor al que nos redimió y enriqueció eternamente no conduce a la mezquindad. Piénsalo bien cómo administras lo que Dios te da, y no le robes (Mal. 3:8-10; 2 Co. 9:6-7).

(continuará, d.v.)
de LIBRO DIVINO, AMADA PALABRA, por Carlos Tomás Knott

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LOS PELIGROS DE
LA EDUCACIÓN MUNDANA


William MacDonald

“La educación, el gran abracadabra y fraude de todos los tiempos pretende prepararnos para vivir, y se prescribe como la panacea universal para todos los males, desde la delincuencia juvenil hasta el envejecimiento prematuro. En su mayor parte sólo sirve para incrementar la estupidez, inflar la arrogancia, promover la incredulidad y dejar a los que están sujetos a merced de lavacerebros que tienen prensa, radio y televisión a su disposición”.
(De “Jesus Rediscovered” por Malcom Muggeridge)

“Con demasiada frecuencia los jóvenes criados en hogares cristianos son formados para el mundo en lugar de para el Salvador; para el infierno más que para el cielo. Pregunta hoy a unos padres cristianos corrientes con qué propósito están formando a sus hijos. Muchos de ellos contestarán: “Para que tengan un buen empleo”, o “Para que sean independientes económicamente”, o “Para que puedan mantener una familia y vivir con cierta comodidad”.
“Queremos que asistan a las escuelas de renombre, cuanto más prestigiosas, mejor. Queremos que consigan trabajo en alguna institución que tenga prestigio en la comunidad. Queremos verlos bien casados, es decir, que consigan a alguien con cierto estatus social... Queremos además que dediquen sus noches libres y los domingos a la iglesia local”.

William MacDonald, En Pos De Sombras, pág. 3

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POR QUÉ OFRENDAR SACRIFICADAMENTE

AL SEÑOR Y A SU OBRA

Porque Él se dio en sacrificio por nosotros al venir a morir por nuestros pecados y nos hizo ricos espiritualmente (2 Co. 8:9).

Porque Él nos ofrece la oportunidad de hacer tesoros en el "Banco del Cielo" (Lc. 16:9; Mt. 6:20).

Porque donde está nuestro tesoro, allí estará centrado el interés de nuestro corazón (Lc. 12:33-34).

Porque todo lo que tenemos pertenece a Dios (1 Cr. 29:14), debemos dejar que Él lo use libremente.

Porque retener los diezmos y las ofrendas es “robar a Dios” (Mal. 3:8).

Porque en la medida que demos, Dios nos dará (Lc. 6:38; 2 Co. 9:6).

Porque ofrendar generosamente a Dios conduce a bendición, y el no dar lleva a pérdida (Pr. 11:24-25).

Porque Jesús dijo que es más bienaventurado dar que recibir (Hch. 20:35).

Porque después de que hayamos dado liberalmente, el Señor promete suplir todas nuestras necesidades (Fil. 4:18-19).

Porque el Señor nos manda ofrendar regular, sistemática y proporcionalmente (por porcentaje) (1 Co. 16:2). La forma normal de ofrendar es a través de la iglesia local.

Porque Dios ama al dador alegre (2 Co. 9:7).

Porque es mejor amar y dar a Dios que amar y atesorar dinero (Mt. 6:24).

Porque la ofrenda es un acto de adoración a Dios (Mt. 26:7-11).

Porque el Señor resaltó y mandó ofrendar de manera sacrificial (Lc. 21: 1-4).

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TODO O NADA
(Parte I)

De repente el suelo debajo de mí empezaba a moverse, escuché un sonido como un viento recio y alguien gritó:: “¡Terremoto!”
Yo estaba en la oficina de correos en Seattle, Washington cuando esto sucedió. Toda la gente empezó a correr del pánico que le sobrecogió, pero no había donde esconderse. Si el terremoto hubiera durado un poquito más, casi seguro que hubiese derrumbado aquel edificio aunque era de piedra.
Pocos días después, alguien llamó a la puerta de nuestra casa. Abriéndola, vi delante de mí a un hombre de unos 45 años de edad, fumando mientras esperaba. Me saludó y empezó a hablar con palabrotas, y enfatizaba sus puntos con palabras que tomaban en vano el nombre de Dios y del Salvador Jesucristo. Decía que había observado que el terremoto rompió parte de la chimenea de nuestra casa. Él, como dueño de una empresa de albañiles, me pedía que le concediera el trabajo de reparar la chimenea. Le pregunté cuánto costaría esto. Cuando me dio el precio le dije que eso era más de lo que yo podía pagar, y además como no la usábamos, había pensado subir y quitarla yo mismo.
El hombre era un buen vendedor, e intentaba hacerme ver el valor de repararla correctamente. Así de esa manera seguimos hablando un rato más en la puerta, y todo el tiempo él seguía usando palabrotas.
Finalmente le dije: “No puedo aceptar tus servicios pero tengo algo de valor que me gustaría obsequiarle”. Le ofrecí un librito que explicaba el evangelio. Lo aceptó y lo abrió en seguida con la curiosidad de ver qué era. Cuando vio que era literatura cristiana, me preguntó: “¿De qué iglesia eres?”
Le contesté, y él, sonriente, me dio la mano y dijo: “Te ofrezco la mano como miembro de otra congregación de la misma denominación - ¡somos de la misma fe!”
Le miré un momento, dudando si darle la mano o no. Finalmente le di la mano y dije: “Puede que seas miembro de una iglesia evangélica, pero no eres cristiano. Tú necesitas nacer de nuevo. Necesitas convertirte de ti mismo al camino de Dios”.
“¿Qué quieres decir con esto de que no soy cristiano?” me preguntó.
“Tu forma de hablar me dice qué tipo de hombre eres,” le contesté. “Me refiero a la forma en que usas el nombre de Dios; esto me demuestra que no eres cristiano”.
“Mi forma de hablar no tiene nada que ver con que yo sea cristiano o no”, replicó. “Somos salvos por medio de la fe en Cristo, no por buenas obras. Dios nos ha prometido vida eterna como un regalo gratuito en base a lo que Cristo hizo. No podemos obrar para merecer un regalo”.
“De acuerdo,” le dije, “pero Dios ha establecido ciertas condiciones que tenemos que cumplir para recibir Su regalo de vida gratuitamente. Aunque tú no demandes nada de la persona que le haces un regalo, esto no significa que Dios sea así, que Él no tenga requisitos o que no haga demandas solamente porque tú no lo harías. La Biblia enseña claramente que hay condiciones que tienen que cumplirse en los que desean recibir la dádiva divina de vida eterna”.
Hablamos un poquito más, pero ninguno de los dos tenía el tiempo para profundizar y tratar el asunto en este encuentro. Pero ahora, querido lector, tú y yo podemos hacerlo. Vamos a considerar en qué consiste esto de recibir la vida eterna como dádiva de Dios.
La posesión más importante que tienes es la vida. Pero más allá de eso, la posesión más grande que podrías tener es la vida eterna. Entonces, lo más trágico es equivocarse en cuanto a cómo recibir la vida eterna.
Miramos a los paganos y pensamos: ¡qué trágico, qué triste!, que ellos pongan su confianza en esas religiones falsas y están tan engañados. Pero hay una tragedia peor todavía; la de los millones que profesan ser cristianos - aún evangélicos - pero sin saber de qué va. ¡Profesan tener vida eterna a través de Cristo el Salvador, pero todavía están perdidos - perdidos pero con una certeza falsa que les induce a pensar que todo está bien!
El Apóstol Pablo nos advierte de esto en 2 Timoteo 4:3-4, diciendo:
“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oir, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”.
Los pecadores dan la bienvenida a cualquiera que pueda manejar engañosamente la Palabra de Dios para decirles con aparentes pruebas que pueden continuar en sus pecados y todavía ser salvos si solamente creen en Cristo como su Salvador.
Esta advertencia es para ti, y para mí. ¿Realmente has sido convertido de una vida egoísta y pecaminosa a la verdadera fe y la obediencia a Cristo?
¿Qué es lo que la Biblia realmente enseña acerca de cómo obtener la vida eterna? Primero, permíteme darte unos datos fundamentales que a lo mejor ya sabías, pero hay otras personas que no lo saben.
El hombre era perfecto cuando Dios le creó. Algo maravilloso que leemos en la Biblia es que Dios creó al hombre a Su imagen. Él nos creó para ser como Él es. Entonces, Él es nuestro Padre en un sentido mucho más real que nuestros padres terrenales. El futuro de los hijos de Dios está absolutamente fuera de este mundo.
No obstante, leemos en Génesis, el primer libro de la Biblia, que la humanidad no permaneció en este estado perfecto en que Dios la creó. Como nuestro Padre y Creador, es tanto el derecho como la esperanza de Dios que nosotros le honremos y le obedezcamos. Pero desde el primer hombre, Adán, hasta cada uno de nosotros, hemos ido por nuestro propio camino en lugar de caminar en el camino de Dios. ¿No se oye mucho a la gente decir cosas como: “cada uno tiene sus ideas”, “tengo mi propia religión”, “cada uno es libre”, y cosas por el estilo? Es así, ¿verdad que sí?
Prácticamente lo que hemos dicho es: “No voy a dejar a Dios que me diga lo que tengo que hacer. Voy a vivir mi vida como a mi me plazca. Tengo ciertos deseos y ambiciones, y voy a asegurarme que sean realizados”. Aunque no hayas usado estas mismas palabras, sí que lo has dicho de otras formas.
Todos nosotros hemos manifestado que: “No tendré a Dios como Rey de mi vida. Yo soy el rey, el gobernador de mi vida”. Entonces, en nuestras vidas hemos destronado al que tiene derecho de ser el Rey sobre nosotros, lo cual es crimen de traición, de rebelión contra el gobierno del cielo. ¡Cada uno en nuestra propia vida, hemos usurpado el trono que a Dios le pertenece!
¿Qué pasa en el mundo cuando un súbdito se rebela contra su rey y se pone a sí mismo como rey? La respuesta, por supuesto, es que el verdadero rey usa todo su poder y derecho para sujetar la rebelión. Esto es exactamente lo que ocurrió en nuestro caso en nuestra relación con Dios. Nos hemos rebelado contra Dios, aunque de maneras muy distintas, pero lo hemos hecho, cada uno por su camino. Y Dios dice que debido a eso nosotros seremos castigados con la muerte. ¿Qué pasaría en el reino celestial de Dios si Él dejara a los rebeldes entrar allá? La respuesta es obvia; si Él hiciera esto, Su reino entero estaría en peligro.
Dios es sabio, potente y justo. Él ha pronunciado sentencia de muerte sobre todos los pecadores, diciendo: “El alma que pecare, esa morirá”. Ezequiel 18:4 es solamente un ejemplo de los textos bíblicos donde Dios pronuncia esta sentencia. Con estas y muchas otras palabras Dios ha decretado la muerte de los que se rebelan contra Él como su Rey y Señor.
Ahora bien, un rey terrenal puede ser quitado y uno nuevo tomar su lugar, pero no es el caso con Dios. Él permite a los rebeldes vivir por cierto tiempo, para buscar la reconciliación. Esto es porque Dios, además de ser Dios de sabiduría, poder y justicia, es también Dios de amor. Dios nuestro Padre ama a los que Él creó a Su imagen. Él desea que todos ellos sean verdaderos hijos Suyos, hijos que Él pueda bendecir con vida eterna. Aunque la humanidad está perdida y bajo condenación por su propia culpa, Dios ha provisto un camino por medio del cual los hombres perdidos pueden ser salvados.
Esto es lo que Dios ha hecho para salvarnos de nuestra perdición. Él envió a Su Hijo, Jesús, de las cortes celestiales, para hacerse semejante al hombre. El plan de Dios fue profetizado en los escritos del Antiguo Testamento centenares de años antes de que aconteciera. Sucedió cuando Jesucristo nació milagrosamente de una virgen en Belén de Israel hace ahora casi dos mil años. Dios envió a Su Hijo, al que sabía que no se rebelaría contra Él. Envió al que siempre había sido Su fiel compañero.
Leemos que “todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23), pero Jesucristo fue la excepción. Acerca de Cristo leemos lo siguiente: “el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca” (1 Pedro 2:22).
Dios envió a Su Hijo para vivir una vida que sería una bendición a la humanidad, y para dar testimonio de Su fidelidad a Dios Padre. Después, Dios permitió que hombres malvados (¡y religiosos!) crucificasen a Su Hijo sobre una cruz. Fue clavado al madero, y allí derramó Su sangre. El justo, que no tenía pecado, murió por los pecados de los demás. En el Nuevo Testamento, en Juan 3:16, tenemos estas palabras: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Jesucristo el Hijo de Dios dio Su vida en los padecimientos y muerte en la cruz, por tus pecados y por los míos.
Dios promete aceptar este sacrificio hecho y consumado ya por Su Hijo, en tu lugar, para que en vez de ejecutar sobre ti la sentencia de muerte que ha sido decretada, puedas ser perdonado y salvado. Esto lo hará si aceptas a Jesucristo como tu Salvador y como tu Señor. Queremos enfatizar esto, que debes recibirle como Señor además de Salvador. Hay muchos hoy día que quieren a Cristo como su Salvador, porque quieren escapar del castigo de sus pecados, pero no están dispuestos a rendirse a Él como su Señor para que Él gobierne su vida. ¡Qué triste!
Dios no promete perdón por medio de Jesucristo a los que no están dispuestos a volverse de su rebelión en contra de Él. La condición sobre la cual Dios ofrece el perdón de pecados y vida eterna es que el pecador se rinda a su Dios y esté dispuesto a obedecerle y honrarle como su Señor y como su Gobernador.
Hay dos cosas necesarias para la salvación de un alma perdida. Muchas veces se ha dicho que solamente hay una cosa necesaria, y es confiar en Cristo como Salvador personal. Pero eso no es exactamente correcto. Somos salvos por la gracia por la fe, es verdad. Considero que la salvación por la fe incluye dos cosas muy necesarias y te invito a considerar este tema conmigo.

continuará, d.v., en el siguiente número

Escrito por Ray W. Johnson. Traducido y adaptado por Carlos Tomás Knott. Editado originalmente por Life Messengers (Mensajeros de Vida), Seattle, Washington, EE.UU.