Entradas populares

viernes, 30 de agosto de 2019

EN ESTO PENSAD -- septiembre 2019

CLAVE PARA EL AVIVAMIENTO:
    "HE OÍDO TU PALABRA, Y TEMÍ" 
  

(parte 2)

Lucas Batalla


viene del número anterior

Texto: Habacuc 3:1-2 Ya que Dios obra por Su Palabra, naturalmente tenemos que dedicar tiempo a ella. No viene por voces, visiones, sueños o fuertes impresiones en nuestros pensamientos. ¡Está escrita! Debemos leerla, estudiarla, atesorarla en nuestro corazón y meditarla. Si trabajamos ocho horas, y dormimos ocho horas (yo duermo menos), nos quedan otras ocho horas cada día. Ahora bien, la pregunta es, ¿qué hacemos con esas horas? Usemos el tiempo para conocer mejor a nuestro Dios, obedecerle y servirle. Así se avivirá Su obra en medio de los tiempos.
    Habacuc dijo: “He oído tu palabra”. Es el primer paso. Hermanos, ¡ojalá sea así con nosotros! Habacuc oraba así pensando en las condiciones en sus tiempos (1:1-4). Pero hermanos, son así de problemáticos nuestros tiempos. Necesitamos volver a la Palabra de Dios si queremos avivamiento y bendición.
    Ella tiene autoridad, como vemos en Lucas 4:32, y será predicada así cuando la obra del Señor es avivada. Desaparecerán esos mensajes contemporáneos y del populacho, y escucharemos nuevamente la Palabra del Señor predicada con autoridad, llamándonos al arrepentimiento y la obediencia.
    En Lucas 4:33-36 vemos otra vez Su autoridad y poder. El Señor mandó y el espíritu inmundo obedeció y salió de aquel hombre. A veces parece que los demonios respetan más la Palabra de Dios que nosotros. Sin ella, no hay avivamiento, ni cambios para mejor. Recordemos que el gran avivamiento bajo el rey Josías fue después del descubrimiento del libro de la ley.
    En 2 Pedro 3:5 vemos el poder de la Palabra para crear el mundo. En Isaías 42:5 Jehová creó con Su Palabra. Hebreos 1:3 dice que sustenta todo con Su Palabra. ¡Seguramente puede sostenernos y guiarnos por ella, si la hacemos caso! En Isaías 55:11 la Palabra de Dios es presentada como eficaz, que cumple lo que Dios quiere.
    Luego vemos en Juan 6:63 que las palabras que Cristo habla son espíritu y vida. Esta semana todo el mundo habla del científico Steven Hawking, porque murió, y le alaban como un gran sabio, pero era necio porque rechazó la Palabra de Dios. Dijo: “Dios no creó el universo”. Pobrecito ignorante, se fue perdido a la eternidad, como todos los que rechazan la Palabra de Dios.
    1 Tesalonicenses 2:13 nos recuerda cuán importante es nuestra recepción de la Palabra. La recibieron, no la rechazaron. La recibieron no como palabra de hombres – reconocieron Su procedencia celestial y divina. La recibieron según es en verdad, “la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes”
    No es necesario estudiar una cátedra y tener títulos, sino oír con humildad y fe, temer a Dios y hacer caso a Su Palabra. Seamos como Habacuc: “he oído tu palabra, y temí”. Y que el Señor tenga en nosotros creyentes obedientes y fieles.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 

El Alcance del Evangelio:
¿Para pocos o para todos?

En Romanos tenemos claras indicaciones de que el llamado y alcance del evangelio es a todo ser humano sin distinción. Para empezar, en Romanos 1:5 leemos que el evangelio es “para la obediencia a la fe en todas las naciones”, lo cual concuerda con Marcos 16:15 donde nuestro Señor manda a los Suyos: “Predicad el evangelio a toda criatura”. Debemos presentar la buena nueva a todos, “Porque de tal manera amó Dios al mundo” (Jn. 3:16). He aquí la obra misionera. Los objetos de Su amor no son pocos, sino todos. Romanos 5:6-10 indica que Dios manifesta Su amor a débiles, impíos, pecadores y enemigos – términos que describen a todo ser humano, no a unos escogidos.
    En Romanos 1:14 Pablo informa: “A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor”. Como heraldo del evangelio, reconoce que es deudor a todos – les debe el evangelio – debe predicarlo a todos. En Romanos 1:16 leemos: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree...”.  Observa que después de “para salvación” no menciona elección ni predestinación, sino la responsabilidad humana de creer: “a todo aquel que cree”. Tampoco dice: “a todo aquel a quien Dios da el don de fe” – otro mito – sino “a todo aquel que cree”. No añadamos a la Palabra de Dios. No hay que ser escogido para ser salvo. Hay que creer el evangelio.
    Romanos 2:11 declara que “no hay acepción de personas para con Dios”. Los que afirman que Dios escogió a algunos para salvar, sólo los ama a ellos y sólo ellos pueden ser salvos, van en contra de esta clara y sencilla declaración de la Escritura. La falsa doctrina de la elección para ser salvo enseña que Dios tiene acepción de personas – a unas escoge, ama y salva, y a otras no. Francamente, esto blasfema el carácter de Dios.
    En Romanos 3:22 leemos de la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, que es “para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia...” Nuevamente observamos que nada menciona de elección, sino habla de la capacidad y responsabilidad de todo ser humano a creer. Aunque es pecador arruinado, el ser humano todavía puede oír y creer. Puede y debe. “El que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído” (Jn. 3:18). No porque no ha sido escogido – ¡entonces Dios tendría la culpa!  Pero no hay diferencia. Todos pecaron, y el evangelio es anunciado a todos. La justificación viene por la gracia de Dios a los que creen.
    Romanos 5:19 enseña que “por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores”. Claramente son todos los seres humanos, como indica el versículo 12: “la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. En el versículo 15 leemos: “murieron los muchos”. No hay distinción. “Los muchos” habla de todo nacido de Adán. El versículo 19 dice: “los muchos” por segunda vez, así: “por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos”. Sabemos, no por deducción sino por el contexto cercano, versículo 17, que aquí no se refiere a todo ser humano sino a todo el que cree: “los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”. Romanos 4:5 indica que esa gracia y justificación son para el que "no obra, sino cree".
    Pasando a 2 Corintios 5:19 leemos “que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo”. Nuevamente esto indica el alcance y la potencia del evangelio. Hay amor, provisión y potencia para salvar a todos, pero eso no es universalismo. Sólo se salvarán los que creen. Sigue leyendo.
    1 Timoteo 2:4 declara que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos”. Ésta es Su divina y soberana voluntad. No se limita a querer la salvación de unos pocos, sino de todos. Por eso, Cristo “se dio a sí mismo en rescate por todos” (1 Ti. 2:6), no por unos poquitos escogidos y predeterminados. El que predica el evangelio debe declarar sin pelos en la lengua a toda persona que Cristo murió por ella. ¡Tenemos un gran mensaje! Dios es “el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen. Esto manda y enseña” (1 Ti. 4:10-11). El evangelio es para todos, porque Cristo gustó “la muerte por todos” (He. 2:9). Proveyó propiciación no solo por nuestros pecados, “sino también por los de todo el mundo” (1 Jn. 2:2). Cualquier otro evangelio es maldito según Gálatas 1:8-9. No tenemos permiso para alterar o restringir o cualificar el evangelio. Somos mandados a predicarlo “a toda criatura”. Es un mensaje de amor divino, sacrificio y salvación que Dios anuncia y ofrece genuinamente sin acepción de personas. No cerremos la puerta que Él abre.
Carlos Tomás Knott
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 

Los Demás

“No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”
(Fil. 2:4).
    La esencia de la cortesía es mirar y considerar a los demás, no exclusivamente por lo nuestro, sino también por las necesidades de los otros. Tristemente fallamos a menudo de muchas maneras en cosas pequeñas.
    Por ejemplo, podríamos pensar en los demás y no pararnos en medio de un pasillo bloqueando el paso de otros. Cuando vamos de visita, podríamos llevar un regalito a la anfitriona. Cuando se sirve la comida, recordemos que hay otros que también desean comer, y preocupémonos por ellos. Al usar el servicio, podríamos pensar en los demás y dejarlo limpio cuando salgamos.
    Hay hermanos que les gusta hablar tanto que no dejan a los demás. Tienen algo que decir sobre casi cualquier tema. Sólo piensan en eso y no en escuchar a los demás. No entienden el arte de la conversación, que es un intercambio entre varias personas, no un monólogo. En las reuniones, nuestra participación debe ser breve para permitir que hablen otros hermanos. Evitaremos que nuestros niños estorben, para que los demás puedan oír bien. El amor piensa en y sirve a los demás, no a sí mismo (Mr. 10:45). 

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 



- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -    


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -     



EVITÓ EL SEPULCRO

Hannah Beckwith, una mujer anciana excéntrica que vivía en Manchester (Inglaterra) al final del siglo XVIII, tenía temor de ser enterrada viva, probablemente porque esto casi pasó a un miembro de su familia. Ella legó parte de sus bienes raíces a su médico, el Dr. Charles White, con la condición de no ser enterrada después de su muerte. Cuando ella murió en 1768, el médico cumplió su parte del trato, y Miss Beckwith fue embalsamada y guardada entre las preparaciones anatómicas del doctor. De ahí en adelante el doctor diariamente le retiraba las vendas y revisaba el cadáver por si aparecían signos de vida. Probablemente más por mantener su palabra de caballero que por fe (pues como médico era perfectamente consciente de que la dama no podía revivir), mantuvo esta rutina durante varios años. Con el tiempo guardó el cadáver en el cuerpo de un gran reloj de pared, y a partir de entonces le prestó atención sólo una vez al año. Para entonces ya Miss Beckwith era famosa. El escritor Thomas de Quincey no pudo evitar la curiosidad de ir a visitar a la anciana en el reloj. Pero al doctor White le debió parecer que no era muy gentil mostrar a la dama en semejante estado y ubicación, y le enseñó todas sus demás curiosidades científicas, pero no la momia. Cuando White murió, pasó el cadáver al Dr. Ollier, quien lo dio al museo de historia natural en Manchester donde fue exhibido hasta 1868, momento en que fue finalmente enterrado en el cementerio en Harpurhey (en contra de sus deseos).
    La anciana evitó el sepulcro pero no la muerte, ni el juicio. La Palabra de Dios nos dice que “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (He. 9:27). Hagamos muchos o pocos arreglos para nuestros restos físicos, está seguro que todos tenemos que comparecer ante Dios. Ningún amigo, sacerdote o médico puede ayudarnos a evitar este encuentro solemne. “Prepárate para venir al encuentro de tu Dios” (Am. 4:12). Apreciado lector: ¿estás preparado?


Nuestra vida acabará, cual las hojas caerá,
cual el haz se ligará. Busca a Dios.
Vuela cada día veloz, y volando da su voz:
Ven a dar tu cuenta a Dios. Busca a Dios.
Busca a Dios, Busca a Dios, 
Mientras tanto tengas tiempo busca a Dios.
Si te atreves a esperar, Dios la puerta cerrará,
Te dirá: "Es tarde ya". ¡Busca a Dios!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -  
DIOS EL ESPÍRITU
Parte 8
Camilo Vásquez Vivano, Punta Arenas, Chile

viene del número anterior

La invitación para Rebeca como para nosotros de la guía del Espíritu no es impuesta sino que es resultado de obedecer los cinco mandamientos de la libertad del Espíritu. Además esta actividad no es solitaria sino que siempre es comunitaria y dependiente de la actividad de todo el pueblo de Dios; por esto los mandamientos son dados en plural “sed llenos” y “no apaguéis”. La actividad de la asamblea local es indispensable en esta guía: “de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Ef. 4:16).
    El Espíritu nos guiará para encontrar respuestas en toda área de nuestra vida, pues es en todo aspecto que necesitamos tomar decisiones para la gloria de Dios. En la Biblia está la mente de Cristo (1 Co. 2:16) revelada por el Espíritu de Cristo.  De ese modo tenemos con nosotros el equipamiento necesario. Los principios y prohibiciones nos otorgan la capacidad de conocer el bien y el mal sin que tengamos que ejercitar un aprendizaje experimental, porque obedeciendo sabemos que es lo correcto por hacer. Si Salomón indagó e investigó en la sabiduría, en locuras y desvaríos (Ecl. 1:17), nosotros no necesitamos recorrer el mismo camino pues ya él lo recorrió para que nosotros seamos guiados. Dios con Su Espíritu indaga y conoce todo lo del hombre de modo que la Biblia contiene todo lo necesario para conocer Su voluntad en este mundo pecaminoso. Además Dios nos puede guiar con Su Espíritu a formas menos obvias según lo que Él ha creado y usa a diario para comunicar Su voluntad. Veremos que estas formas menos obvias tienen que ver con las circunstancias que nos rodean y que son usadas por el Espíritu para encaminarnos a toda verdad. El Señor dijo a Nicodemo: “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Jn. 3:8), en que se destaca la libertad que posee el creyente para ser guiado por el Espíritu de Dios. Podemos decir que en términos generales Dios nos guía en primer lugar por Su Palabra, luego por la oración, en tercer lugar por el consejo de algún hermano (a) espiritual, en cuarto lugar por la exposición de la Palabra de Dios en la iglesia y en quinto lugar por las circunstancias. Este orden es importante mantenerlo para nunca decidir primero por las circunstancias, pues es la última guía que comprueba y asegura la guía del Espíritu. Ejemplo de esto lo vemos en el caso de Gedeón quien primero fue guiado por la Palabra del Señor (Jue. 6:14), además por la oración (Jue. 6:36-40) y luego por las circunstancias (Jue. 7:10-15).

Ejemplos de la guía con libertad del Espíritu
    Veremos algunos ejemplos prácticos de esta guía sobre nuestras vidas.

En la esfera del trabajo el Señor dijo a Pedro:
    “...Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía” (Lc. 5:4-6).
    Fue el Señor que dió la instrucción de volver a entrar al mar y echar las redes siendo que ya habían estado toda la noche en esta faena. Así obedeciendo a la Palabra del Señor la pesca fue milagrosa. Cada creyente que desea saber la voluntad para su futuro trabajo y ora al Señor buscando un trabajo para la gloria de Dios, podrá ser guiado a lo que es mejor para su caso. Que un trabajo sea para la gloria de Dios significa que podrá testificar de su Salvador y que le permitirá congregarse con libertad en el lugar donde el Señor ha colocado Su nombre (Dt. 12:5). Del mismo modo permitirá el poder ayudar a sus hermanos necesitados (Ef. 4:28; 1 Jn. 3:17). En otra ocasión por segunda vez el Señor guió a Pedro para saber dónde pescar: “Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces” (Jn. 21:6). En estos casos el Señor procuró el sustento de Sus discípulos mediante sus trabajos como pescadores y lo mismo hará con Su Espíritu guiándonos para obtener un trabajo que sostenga a nuestras familias. Él siempre favorecerá a aquellos que han buscado primeramente el reino de Dios (Mt. 6:31-33). Así sucedió con Daniel quien llegó a un elevado puesto en Babilonia guiado por el Espíritu de Dios: “Y este Daniel prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el persa” (Dn. 6:28). Tal honor de ser prosperado en los negocios se debió para Daniel en que fue un hombre intachable en todo lo que hizo (Dn. 6:4 y 22). Lo mismo vemos en Nehemías en todas sus funciones como copero y como gobernador, un hombre intachable que tuvo éxito en todo lo que emprendió (Neh. 1:11; 5:14).

En la esfera del evangelio el Espíritu guía y aprueba:
    “El Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro” (Hch. 8:29).
    Siendo Felipe uno de aquellos siete diáconos llenos del Espíritu Santo y de sabiduría (Hechos 6:3), el Espíritu Santo encontró un canal por el cual alcanzar para salvación a un hombre etíope. Es el Espíritu que habla directamente a Felipe como tiesto lleno de Él.  Tal hablar del Espíritu no lo podemos reducir a algo paranoico, sino que es la voz del Espíritu cual persona que guió a Sus siervos de forma íntima. Así también sucedió con Pedro guiado por el Espíritu para abrir la puerta de salvación de los gentiles llevándolo a casa de Cornelio: “Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varón” (Hch. 11:12). Un psiquiatra le dirá que Dios no habla y menos que el Espíritu pueda hablarnos por tanto hemos de tener claro que es por la Biblia que un creyente llega a tales convicciones de oír la voz del Espíritu. Esto será el resultado de la oración constante que traerá paz y un obrar templado y no paranoico (Ro. 14:5).
    De igual modo el Espíritu guió al apóstol Pablo para llevar el evangelio hasta Filipos prohibiéndole pasar en esta ocasión por Asia: “Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido (obstaculizar) por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron (probaron) ir a Bitinia, pero el Espíritu (de Jesús) no se lo permitió ( no dejar tranquilo)” (Hch. 16:6-7). Aquí como dice el texto original es el Espíritu de Jesús quien prohíbe y aprueba los pasos del que lleva el evangelio abriendo surcos para establecer asambleas. Tal prohibición fue momentánea, pues Pablo en su tercer viaje misionero entra hasta Asia para fundar iglesias (Hch. 19:10). Luego de esta prohibición o estorbo de parte del Espíritu Pablo es guiado por una visión que aclara los pasos a seguir. Así juntando las evidencias llega a una conclusión para seguir hasta Macedonia: “Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio” (Hch. 16:10). Esta expresión: “dando por cierto”, significa “uniendo las evidencias” , es decir juntando lo dicho por la Palabra de Dios, sus oraciones y las circunstancias es que Pablo da por cierto la voluntad de Dios.

En la esfera del llamado de siervos a tiempo completo:
    Varios siervos de Dios fueron llamados y guiados por el Espíritu Santo para sus oficios como profetas (Ez. 2:2; Miq. 3:8; Zac. 7:12). Allí está Isaias: “Acercaos a mí, oíd esto: desde el principio no hablé en secreto; desde que eso se hizo, allí estaba yo; y ahora me envió Jehová el Señor, y su Espíritu” (Is. 48:16). En el Nuevo Testamento está el llamado del Espíritu a Saulo y a Bernabé: “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado” (Hch. 13:2). Tal llamado aquí es comunicado a la iglesia local sobre hombres que ya están en la obra del Señor. Es de notar que este llamado del Espíritu no fue para Juan Marcos que también acompañaba a Saulo y Bernabé (Hch. 13:5). A ellos es el Señor quién les llama (Lc. 6:13-16), y es el Espíritu quién confirma y guía a la iglesia a reconocerles. Es importante destacar la expresión: “dijo el Espíritu Santo”, que significa “comunicar por un discurso sistemático”. Esto significa que es el ministerio expositivo lo que habla y confirma este llamado, de allí que se diga que se estaba “ministrando” cuando el Espíritu habla a la iglesia. También eso de “apartadme” es literalmente “delimitar”, separando a Saulo y Bernabé para una tarea especial. La iglesia debe oír este llamado y reconocer a quiénes el Espíritu ha señalado y tal reconocimiento no es solo por parte de los ancianos de la iglesia local, sino de toda la iglesia: “...que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan” (1 Ts. 5:12). Este principio de “reconocer” se mantiene también en otra esfera para el reconocimiento de los ancianos como de los diáconos pues es la iglesia local quiénes les elige (Hch. 6:5-6) no por votación sino por reconocer su trabajosa labor.
    A estos siervos como obreros a tiempo completo el Espíritu los envía al campo misionero: “Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre” (Hch. 13:4). Esto significa que dependen absolutamente de Dios para su sustento como para sus decisiones y no de alguna institución que los financie o marque sus directrices. Es así que se nos dice: “De allí navegaron a Antioquía, desde donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido” (Hch. 14:26).

continuará, d.v., en el siguiente número