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domingo, 31 de agosto de 2025

En Esto Pensad - septiembre 2025

 Enoc

por J. Alan Davidson


Enoc agradó a Dios (He. 11.5)

El primer hombre, Adán, se escondió de Dios. El “séptimo desde Adán” (Jud. 14), caminó con Dios. “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto” (Gn. 3.8). Adán tenía todas las oportunidades para caminar con Dios en las circunstancias más agradables, pues su entorno era el Paraíso.  Podía explorar los verdes prados del jardín, los valles de hierbas que daban semillas, las aguas llenas de vida, el cielo poblado de todo tipo de aves y los árboles que daban frutos. Podía oír la voz de Dios y caminar con Él, el Creador, junto a los ríos que salían del Edén. Adán debía labrar y guardar ese hermoso huerto (Gn. 2.8).Dios le concedió el privilegio de poner nombre a los seres vivos. La tierra producía oro, bedelio y ónice (Gn. 2.12). Dios declaró que todo lo que había hecho antes de crear al hombre era “bueno” (Gn. 1.25). Sin embargo, cuando creó al hombre y a la mujer, dijo “bueno en gran manera” (Gn. 1.31). Proporcionó a Adán una ayuda idónea, que había sido formada por la mano de Dios y probablemente era la mujer más hermosa que jamás había existido. Sin embargo, a pesar de todas estas ventajas, Adán pecó. “El Señor Dios llamó al hombre y le dijo. ¿Dónde estás tú?” (Gn. 3.9). Pero, “el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto” (Gn. 3.8).



“Caminó Enoc con Dios” (Gn. 5.22)

    Enoc caminaba con Dios habitualmente. Esta sencilla y breve afirmación revela la integridad de su vida. Vivía bajo la mirada de Dios, hablaba con Dios y no daba un paso sin apoyarse en Él. Dios era su guía en cada paso, por lo que no dio ninguno en falso ni se desvió de su camino. No tenía un corazón dividido por la doblez, ni doble ánimo (Stg. 1.8; 4.8), ni hablaba con doblez (Sal. 12.2), ni era hipócrita, ni cambiadizo. La compañía de Enoc era cercana, su comunión era dulce, su enfoque era claro y su camino con Dios era recto. Adán vivió 308 años después del nacimiento de Enoc. Es posible que Adán le contara la experiencia del Edén, pero Enoc vivió en circunstancias completamente diferentes.  La humanidad estaba ahora marcada por una gran maldad, había una rebelión abierta contra Dios y una manifiesta perversión sexual. En aquellos días de los antediluvianos, hubo una explosión demográfica de gente vil, tiranos y violencia.

“Caminó, pues, Enoc con Dios” (Gn. 5.24, repetido para enfatizar)

    Esto contrastaba enormemente con Caín, que era un fugitivo y un vagabundo que se apartó y habitaba en la tierra de Nod (que significa “errante”) al este del Edén. La gente buscaba migrar, vivir aventuras y sentir emoción. El desarrollo de la sociedad trajo consigo la construcción, el comercio, las artes, la música ruidosa, el placer y el entretenimiento. Estaban llenos de odio e inventaban armas de destrucción desafiando el castigo de Dios por el pecado. Enoc era como un oasis verde en medio de este desierto de corrupción. “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado” (Sal. 1.1).

Dios dijo:
“Anda delante de mí y sé perfecto” (Gn. 17.1), es andar con sinceridad; 

“En pos de Jehová vuestro Dios andaréis” (Dt. 13.4), es decir, andar con obediencia);

“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él” (Col. 2.6), es decir, andar en comunión. 


    Así, en el Nuevo Testamento leemos: 
    “Por fe andamos” (2 Co. 5.7)
    “Andad en el Espíritu” (Gá. 5.16)
    “Andad en amor” (Ef.  5.2)
    “Andad sabiamente” (Col. 4.5)
    “Andamos en luz” (1 Jn. 1.7); y “en la verdad” (3 Jn. 4)

    En esta referencia a Enoc hay algo más que una mera conformidad exterior. Se trata de la dicha de la compañía celestial. “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Am. 3.3). Esto evoca la idea de intimidad, de comunión con Dios, de gozo abundante y de descanso perfecto, como ante el propiciatorio. Esta es la realidad del verdadero sacerdocio. A Enoc podemos aplicar las palabras de Malaquías sobre su relación con Dios: “La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad” (Mal. 2.6). Enoc vivía en aquel mundo malvado y miserable de la época anterior al diluvio. Era un sacerdote y adorador, y vivía en comunión con Dios. 

    Querido amigo lector y apreciado compañero creyente: ¿Lamentas tu distancia de Dios? A menudo nuestra vida de oración es infrecuente, vaga y carente de sentido. Nuestra adoración no se centra en Cristo. El corazón está frío y el Espíritu se entristece.  De alguna manera, nos hemos desviado del camino, nuestros pensamientos se han alejado y nuestra mirada se ha vuelto mundana. No nos disculpemos diciendo que nadie es perfecto. Recordemos que, aunque era un ser humano como nosotros: “Enoc caminó con Dios”.    continuará, d.v. en el número siguiente

el hermano J. Alan Davidson reside en Irlanda del Norte
su artículo fue traducido de la revista Assembly Testimony

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 Suposiciones erróneas sobre la psicoterapia


viene del número anterior 

Un refrán español dice: “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Tiene muchas aplicaciones, y una de ellas es sobre la psicología. Martin Bobgan apunta las siguientes falsas suposiciones sobre la psicología y la psicoterapia:
    “Un primer paso para evitar ser intimidados o engañados por la psicología es el de contemplar con seriedad alguna de las falsas asunciones de la misma. Las personas que creen en estas asunciones populares sobre la psicología a menudo no saben dónde se originaron ni que estás ideas son meramente opiniones humanas. Por lo tanto, cuando estas ideas son combinadas con la Escritura, la gente asume erróneamente que son bíblicas. Las siguientes son algunas asunciones falsas que no tienen base bíblica ni científica.


· El id, ego y superego son partes reales de la psiquis humana.
· La mente inconsciente de la persona dirige su comportamiento más de lo que lo hace la mente consciente.
· Los sueños son indicios para entender al inconsciente, y a la persona misma por lo tanto.
· El comportamiento actual es determinado por conflictos no resueltos de la niñez.
· Las personas se encuentran en una negación debido a que han reprimido memorias no placenteras hacia el inconsciente.
· Se debe culpar a los padres por la mayoría de los problemas.
· La gente necesita conocer su pasado para poder realizar cambios significativos en sus pensamientos, actitudes, y acciones.
· Los niños deben pasar exitosamente a través de sus “etapas psicosexuales” de desarrollo, de lo contrario más adelante sufrirán una neurosis.
· Si es que voy a experimentar un cambio significativo, debo recordar y reexperimentar los incidentes dolorosos del pasado.
· Los primeros cinco años de vida determinan lo que la persona será cuando crezca.
· Todo lo que me ha sucedido está localizado en mi inconsciente.
· La gente utiliza mecanismos de defensa inconscientes para afrontar la vida.
· La gente necesita atribuirse valor a sí misma.
· La gente necesita una autoimagen positiva.
· La mayoría de los problemas se deben a la baja autoestima.
·La gente necesita una autoestima alta. Necesita sentirse bien consigo misma.
· El propósito principal de Dios es el de satisfacer las necesidades que las personas sienten.
· Los cristianos pueden aprender mucho sobre sí mismos estudiando a teóricos de la psicología como Sigmund Freud, Carl Jung, Alfred Adler, Carl Rogers, y Albert Ellis.
· Los cristianos deben formarse en psicología para poder ayudar de verdad a las personas.
· La gente necesita formarse, cursar estudios en consejería bíblica, ya que conocer la Biblia no es suficiente para ayudar a las personas con problemas graves.
· El mejor consejero es el que usa tanto la psicología como la Biblia.
· Alcohólicos Anónimos fue iniciado por cristianos y se basa en principios cristianos.
· Alcohólicos Anónimos y otros grupos de recuperación son necesarios para que los cristianos superen sus adicciones.
· El conocimiento de los tipos y los test del temperamento puede ayudar a los cristianos a entenderse mejor.
· Los psicólogos y terapeutas profesionales son mejores que los amateurs al lidiar con los problemas mentales, emocionales y de comportamiento.
· La gente debe pagar para obtener la mejor ayuda posible para los problemas mentales, emocionales y de comportamiento.
· Pagar por la consejería y terapia profesional motiva eficazmente a la gente a mejorar.
· La capacitación, credenciales y experiencia del psicoterapeuta son factores importantes para ayudar eficazmente a los demás con los problemas de la vida.

 

Fragmento del libro por Martin y Deidre Bobgan, Competent to Minister: 
The Biblical Care of  Souls 

(Santa Barbara, CA: EastGate Publishers, 1996), pp. 200-201.

 


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 El Hombre Bendito


 J. B. Nicholson Jr.

Las imágenes de nuestro Señor en la Palabra son muchas y variadas, tomadas de todos los ámbitos. Él es el sol y la estrella de la astronomía; el león, el cordero, el gorrión y la cierva de la zoología; la piedra cortada sin manos y la roca golpeada de la geología. Sus títulos provienen de la medicina y la arquitectura, de la cocina y el ejército, de la realeza y el servicio.
    La botánica aporta más de lo que le corresponde. Él es “la raíz y el linaje de David” (Ap. 22.16); “el Renuevo” (Zac. 6.12); “la vid verdadera” (Jn. 15.1); el grano de trigo (Jn. 12.24) y la planta de renombre (Ez. 34.29). Podemos añadir la rosa de Sarón y el lirio de los valles (Cant. 2.1); un manojo de mirra y un racimo de flores de alheña (Cant. 1.13-14); así como Su condición de “primicias de los que durmieron” (1 Co. 15.20).
    En el Salmo 1, se le describe como un árbol. ¿Podría alguien objetar nuestra sugerencia de que esta descripción del Hombre Bendito es una representación del Señor Jesús? Si bien es benditamente posible que todo creyente confíe en los recursos espirituales que nos hacen semejantes al Hombre Bendito, ¿quién más podría ser descrito como un hombre que no se desvía por nada, agrada a Dios en todo y prospera en todo?
    El salmo se divide fácilmente en dos partes. Los versículos 1 al 3 describen cómo es el hombre bendito; los versículos 4 y 5 muestran en qué no se parece, y el versículo 6 presenta la conclusión de Dios. En el versículo 1, se le conoce por tomar las decisiones correctas: “Has amado la justicia y aborrecido la maldad” (He. 1.9). En el versículo 2, se le conoce por tener los deseos correctos. Se deleita en lo que Dios dice y piensa en Su palabra a todas horas. En el versículo 3, ha encontrado el lugar adecuado para florecer en su temporada, siempre verde. Este es el triple secreto del éxito: todo lo que hace prospera.
    Los impíos no son dignos: son paja sin valor en lugar de árboles fructíferos; son esparcidos por el viento en lugar de ser alimentados por el agua; son expulsados de los salones de la justicia y de la comunión de los justos en lugar de elegir alejarse de las asociaciones pecaminosas. Su destino es la perdición. Demos gracias a Dios por el hombre bendito. Todos éramos impíos antes de conocerlo. Ahora Él nos ha bendecido con Su propia vida, y nosotros también podemos mostrar nuestra lealtad, conocer Su Palabra, crecer y dar fruto para Él junto al río que sale de Su trono.

J. B. Nicholson Jr., del libro Day by Day Christ Foreshadowed 
(“Figuras de Cristo de día en día”), Precious Seed Publications.

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El Peregrino y los Peligros  (parte 2)
Lucas Batalla


viene del número anterior

Texto: Génesis 12.10-20
El verso 17 informa de que Jehová tuvo que intervenir para poner fin a la locura de Faraón y de Abraham. “Jehová hirió a Faraón y a su casa con grandes plagas, por causa de Sarai mujer de Abram”. Si Dios no hubiera intervenido Dios, la situación y el fracaso habrían sido mucho peores.  Estas fueron las primeras plagas de Egipto, que provocaron la salida de Abraham y Sara del país.
    Así que, Faraón el pagano reprendió a Abraham el patriarca (vv. 18-19), y lo hizo a través de tres preguntas:  


    1) “¿Qué es esto que has hecho conmigo?”  
    2) “¿Por qué no me declaraste que era tu mujer?” 
    3) “¿Por qué dijiste: Es mi hermana, poniéndome en ocasión de tomarla para mí por mujer?” 

 
Y el rey de Egipto le dijo: “Ahora, pues, he aquí tu mujer; tómala, y vete” (v. 19). Dios utilizó la voz de Faraón, un incrédulo, para guiar a Abraham, pues le dijo: “Vete”. El verso 20 dice que le acompañaron, es decir, hasta la frontera, para asegurarse de que se fuera. Parece que incluso esos egipcios entendían el valor de la separación.
    Al ir a Egipto y practicar el engaño, le salió el tiro por la culata. Podríamos describir el resultado con otra figura, y decir que salió de Egipto, rumbo a Israel, como un perro con el rabo entre las piernas. Fue avergonzado por sus errores. Ahora bien, en nuestro caso debemos recordar que, cuando cometemos errores, no basta con decir que no somos perfectos, para disculparnos, ni debemos atacar a otros y señalar sus errores, sino que debemos corregir los nuestros. Si estamos en un lugar o una situación como resultado de nuestra propia lógica e insistencia, y no porque Dios nos haya guiado, debemos volver al lugar donde Él quiere que estemos.
     “Subió, pues, Abram de Egipto hacia el Neguev”  (Gn. 13.1), a la tierra a la que Dios le había enviado. Volvió a la voluntad de Dios, como dice el verso 4, “al lugar del altar que había hecho allí antes; e invocó allí Abram el nombre de Jehová”. Durante su estancia en Egipto, no oraba ni edificaba altares. Estaba fuera de comunión. Pero Dios no lo abandonó, sino que lo corrigió y enseñó, como hará también con nosotros.
    Pero en la tierra prometida, tenía dos problemas: 1) “y con él Lot” (13.1), alguien que no debía estar ahí, y  2) las riquezas que había adquirido en Egipto: “todo lo que tenía” (v. 1). Los versos 6 y 7 relatan que “la tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar” (v. 6), y a raíz de eso hubo contienda. Pero recordamos que la tierra era suficiente para Abraham, pues Dios no había invitado a Lot. Esos problemas venían en parte por las riquezas de Egipto, y también por la presencia de Lot, que fue la desobediencia mencionada en Génesis 12.4. Quizás fue una decisión sentimental, pues son muchos los creyentes que favorecen indebidamente a sus familiares y amigos. Entonces parece que Abraham comenzó a ver este problema, y por eso dijo a Lot (vv. 8-9) que escogiera otro lugar y que se apartara de él. Estaba rectificando su error que cometió años atrás y que finalmente llevó a su separación.
    El verso 11 informa de que Lot, en lugar de actuar con desinterés y deferencia, “escogió para sí” todo lo que le parecía bonito y provechoso en la llanura del Jordán. Anduvo por la vista, no por fe, pues recordamos que no siquiera debía estar ahí, ya que debía haberse quedado en Ur de los caldeos. Lot salió de Ur, fue a Egipto, y luego se fue acercando cada vez más a Sodoma, donde al final dejó de vivir en una tienda y se instaló en una casa. El verso 13 dice: “Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera”. Vemos a Lot y a su mujer como personas sin criterio espiritual, y conocemos el triste final de su historia.
    Sin embargo, en los versos 14-17, Jehová volvió a hablar con Abraham después de separarse de Lot. Nunca habló a Lot, pero a Abraham le bendijo, y le prometió toda la tierra (vv. 14-15), una descendencia innumerable (v. 16), y le mandó: “Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré” (v. 17). No habló con Lot ni le dio nada. Esta tierra no se la ha prometido nunca a nadie más. Los llamados “palestinos”
1 son como los “ocupa” en España que invaden y viven en lugares que no son suyos. Dios da la tierra solamente a los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob. 
    Finalmente, en el verso 18 se lee: “Abram, pues, removiendo su tienda, vino y moró en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí altar a Jehová”. Vivía siempre en tiendas, como peregrino, y ahí edificó otro altar, que simboliza su testimonio y comunión con Dios. Hebreos 11 describe su vida de fe: “Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (vv. 9-10). Lot no habító por la fe en ningún lugar. Vivió en una casa en la ciudad perversa de Sodoma, pero Abraham seguía como peregrino, esperando la ciudad celestial que Dios prepara para todos los Suyos. Hermanos, no nos dejemos enredar en las cosas de este mundo, ni en amistades o relaciones familiares que perjudiquen nuestra vida espiritual.

de un estudio dado por Lucas Batalla 

  No hay ningún grupo étnico identificado como "palestino", pues los que han asumido ese título proceden de los países árabes alrededor de Israel, a veces expulsados de esos países, y se les mantiene en la tierra de Israel como una entidad política y religiosa para oponerse a Israel.

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El Divorcio Viola los Votos Matrimoniales

La palabra “desleales” (Ro. 1.31) describe a los que no cumplen los pactos o las promesas. Son traidores, personas cuya palabra no vale; en las que no se puede confiar. Las naciones firman tratados de paz y luego las incumplen. En 1938 los nazis firmaron el Acuerdo de Múnich, y el primer ministro del Reino Unido, Chamberlain, lo aclamó sonriente con las palabras: “Paz para nuestro tiempo”. Menos de un año después, las tropas de Hitler invadieron Polonia, y comenzó la Segunda Guerra Mundial. 
    Los matrimonios se dan el “sí, quiero” ante Dios y los testigos con la promesa de permanecer juntos “hasta que la muerte los separe”, pero luego rompen ese compromiso con la infidelidad, se divorcian y se vuelven a casar, tomando otros “votos” que entran en conflicto con los primeros, por lo que cometen adulterio (Mr. 10.11-12). Luego hablan de su “ex”, como si fuera algo totalmente normal, aunque su situación desagrada a Dios. En España se producen más de 100.000 divorcios al año. En Estados Unidos se calcula que el 50% de los matrimonios termina en divorcio, y en el Reino Unido, el 42% .

Carlos Tomás Knott, Romanos, La Justicia de Dios, Tomo 1, pág. 70

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¿Debemos perdonarnos a nosotros mismos?


El autoperdón es un concepto equivocado y egoísta. Se oye decir: "No puedo perdonarme a mí mismo", pero la Biblia ni siquiera menciona esta idea. El perdón judicial viene de Dios y se recibe por la fe (Hch. 10.43; Ef. 1.7; Col. 1.14). El perdón paterno, que mantiene la comunión con Dios, también proviene de Él (1 Jn. 1.9). Los creyentes también pueden y deben perdonar a los demás sus ofensas y no guardar rencor  ni animosidad (Mt. 6.14-15; 18.35; Lc. 17.4-5). Sin embargo, es egoísta pensar que uno se tenga que perdonar a sí mismo, ya que el perdón debe venir de los demás. Si Dios o un hermano nos perdona, ¿quiénes somos nosotros para no aceptarlo y dejar el asunto? 

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 ¿Contiendes con Dios?

“¡Ay del que pleitea con su Hacedor!"  Is. 45.9. 

 

Hoy en día hay hombres que quieren ser mujeres, y dicen que “se identifican como mujeres”, y mujeres que quieren ser hombres, y dicen que “se identifican como hombres”.1 Si los gobiernos “dictan leyes injustas” (Is. 10.1) son culpables de legalizar lo que Dios abomina. “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Is. 5.20). En las iglesias hay mujeres que desean predicar y liderar como hombres, y rechazan el papel que Dios sabiamente en Su soberanía les asignó. Cualquier cosa parecida a este tipo de pensamiento es absurda y perversa. En Génesis 1.27 y 5.2 se declara: “varón y hembra los creó”. Así nos ha hecho y no se ha equivocado. El tema del género de sexo no es un asunto relativo que se deje a la elección de cada uno. Romanos 1.24-28 presenta el origen de esos razonamientos vanos y pasiones vergonzosas.

de Romanos: La Justicia de Dios, Tomo 3, 2ª edición, 
pág. 52, Carlos Tomás Knott, Libros Berea

  No hay ninguna base bíblica para la ideología “Woke” (un extranjerismo que significa “concienciado”), que es una desviación que, entre otras cosas, protagoniza la libertad e igualdad en cuestiones de género y orientación sexual (LGBTQ).

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 ¡Qué Mundo Nos Ha Tocado!



Vivimos en un mundo enojado.
El mundo está en ebullición: la guerra entre Ucrania y Rusia, los enfrentamientos en la Franja de Gaza e Israel, y los disturbios en el Congo, el conflicto entre Corea del Norte y Corea del Sur, y las tensiones entre China, Taiwán y las Filipinas son ejemplos de cuatro zonas de conflicto actual en cuatro continentes diferentes. Las tensiones entre Oriente y Occidente son más profundas que nunca, y la hostilidad entre las naciones aumenta. El Señor Jesús nos advirtió de esta ira al decir que: “se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares” (Mateo 24.7).
    Vivimos en un mundo lleno de incertidumbre y temor. No se sabe cuándo se producirá un apagón y nos quedaremos sin luz ni agua. Se teme el colapso del sistema bancario, y la posibilidad de que se desate otra pandemia. A nivel personal, no se puede confiar en la palabra de nadie. Hoy se casan y mañana se divorcian. Hoy son amigos, pero mañana ya no lo son. Por eso, “No me fío” es el lema de muchos. Nuestro mundo está lleno de maldad. Hoy los gobiernos y la sociedad llaman malo lo que es bueno, y bueno lo que es malo. Hay corrupción y perversidad en todos los niveles de la sociedad. Cristo predijo esto: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24.12)
     Todos estos problemas han venido porque hemos arruinado el mundo con nuestros pecados. La culpa no es de Dios, sino nuestra. La respuesta no está en los políticos, la ciencia o las religiones. En cambio, Jesucristo promete, no a todos sino solo a aquellos que acudan a Él en busca de salvación, que podrán tener gozo aun en las pruebas de este mundo, sabiendo que pronto volverá para traer la paz a este mundo: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16.33).
    Vivimos en un mundo egoísta. Para muchos, las palabras “yo”, “mío” y “mía” parecen ser la norma. Hoy en día el amor propio se considera una virtud, a pesar de haber causado mucho daño. La gente ignora incluso las relaciones familiares y las amistades legítimas para perseguir sus propios intereses: ser el número uno, aunque eso suponga romper corazones. Pero el Señor Jesucristo dice: “Venid a mí... y yo os haré descansar” (Mateo 11.28). Su corazón está con todos los hombres y mujeres y quiere bendecirlos con el perdón de los pecados. El Señor Jesús estuvo dispuesto a morir, “el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3.18). Está dispuesto a aceptar a todos los que vienen a Él con arrepentimiento y fe, y darles la vida eterna como un regalo gratuito.
    Vivimos en un mundo perdido e infeliz. Es el resultado de la entrada del pecado. El pecado engaña a la gente, pues promete “deleites temporales” (Hebreos 11.25). Los que se complacen en los pecados se lo pasan bien a corto plazo, pero no se dan cuenta de que es un engaño que les conduce a un fin amargo.  Dios advierte: “la pasión, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1.15 RVR95). La gente está realmente confundida y asustada, y a menudo siente que no sabe a dónde acudir. El Señor Jesús nos dijo que no había venido al mundo para cambiarlo, ya que está destinado al juicio, sino para salvarnos del mundo: “para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3.17). Él no quiere que te pierdas, sino que seas salvo para toda la eternidad. La gente parece infeliz con su suerte en la vida y descontenta. Hay una falta de paz interior. Pero el Señor Jesús da paz interior a todos los que acuden a Él con fe. A los Suyos Cristo promete: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14.27).
    Es cierto que el panorama actual del mundo es preocupante. El mundo está abocado a la destrucción y no mejorará. El pronóstico divino es: “los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Timoteo 3.13). La religión, la filosofía, la psicología y la sociología son impotentes para erradicar la maldad que hay en el corazón humano. No podemos salvar el planeta. ¡Es una misión imposible!
    Sin embargo, pronto cada uno de nosotros se presentará ante el Dios santo y justo, para rendir cuentas. No nos corresponde arreglar el mundo, pues solo Dios puede hacerlo. Lo que Él quiere hacer contigo ahora es salvarte y darte una nueva vida y una nueva esperanza. ¿Por qué no acudir ahora al Señor Jesús para obtener la salvación?


martes, 31 de mayo de 2022

EN ESTO PENSAD junio 2022

 ¿Es La Psicología Una Ciencia?

Dr. Martin Bobgan


El pueblo de Dios busca sabiduría y conocimiento tanto de la revelación de las Escrituras como del mundo físico. Pablo argumenta que todos somos responsables delante de Dios, porque la creación da evidencia de Su existencia:
“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Ro. 1:20).
    También el rey David declaró: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal. 19:1).
    El estudio científico es una manera válida de entender la obra de Dios, y puede ser muy útil en muchos aspectos de la vida. La verdadera ciencia desarrolla teorías en base a lo que es observado. Examina cada teoría con pruebas rigurosas para ver si cuadra con la realidad. El método científico funciona bien observando y anotando datos físicos y sacando conclusiones que confirman o invalidan una teoría.
    A mediados del siglo XIX, algunos expertos (filósofos, realmente) deseaban estudiar la naturaleza humana con la esperanza de aplicar el método científico para observar, anotar y tratar la conducta humana. Creían que si pudieran estudiar científicamente a las personas, luego podrían entender más precisamente su comportamiento actual, predecir su comportamiento futuro y alterarlo mediante una intervención científica.
    La psicología y su rama activa de la psicoterapia ciertamente han querido adoptar para sí una postura científica. Sin embargo, desde un punto de vista estrictamente científica, no cumplen los requisitos.
    La Asociación Americana de Psicología intentó evaluar el estado de la psicología. Designó a Sigmund Koch para planificar y dirigir un estudio subvencionado por la Fundación Nacional de Ciencia. Ese estudio empleó a ochenta eruditos eminentes para evaluar los datos, las teorías y los métodos de la psicología. Publicaron los resultados en siete tomos titulados: “Psychology: A Study of Science” (“La Psicología: Un Estudio de la Ciencia”). Koch describe el engaño de pensar en la psicología como ciencia:
“La esperanza de una ciencia psicológica les llegó a ser indistinguible de la realidad. Toda la historia posterior de la psicología puede verse como un intento ritualista a imitar las formas de la ciencia para sostener la delusión de ser científica”.1
Koch también dice:
“A lo largo de la historia de la psicología como ‘ciencia’, los conocimientos concretos que ha depositado son uniformemente negativos”.2

    Posiblemente podrían ser científicas las declaraciones psicológicas que describen la conducta humana o reportan los resultados de ciertas investigaciones. Pero si dejamos de describir la conducta humana y comenzamos a explicarlo, especialmente si intentamos cambiarlo, vamos de la ciencia a la opinión.
    ...Un aspecto de la psicología que está plagado de pseudociencia es la psicoterapia. Si la psicoterapia hubiera triunfado como ciencia, tendríamos un consenso en esa disciplina respecto a los problemas mentales-emocionales-conductuales y cómo tratarlos. Al contrario, la psicoterapia está llena de teorías y técnicas contradictorias, las cuales comunican confusión en lugar de algo parecido al orden científico.
    La psicoterapia se propaga usando muchas explicaciones conflictivas acerca del hombre y su conducta. El psicólogo Roger Mills comentó: “El campo de la psicología hoy es literalmente un caos. Existen tantos métodos, técnicas y teorías como investigadores y terapeutas. Personalmente he visto a terapeutas convencer a sus clientes que todos sus problemas vienen de sus madres, las estrellas, su composición bio-química, su dieta, su estilo de vida e incluso el ‘karma’ de sus vidas anteriores”.4
    ...El psiquiatra investigador E. Fuller Torrey habla sin pelos en la lengua al decir: “Las técnicas empleadas por los psiquiatras en el occidente, con pocas excepciones están exactamente al mismo nivel científico que las  técnicas empleadas por los hechiceros”.5

      Dr. Martín Bobgan es diplomado en psicopedagogía. Reside en Santa Barbara, California.
        texto abreviado del libro: La Psicología: ¿Ciencia o Religión?  Libros Berea
Las notas de referencia se hallan en el libro.

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Familias Pródigas


“Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos” (Rut 1.1). Elimelec y su familia ilustran lo que sucede cuando no somos guiados por el Señor, es decir, cuando no vivimos por fe. Tristemente, su vida no es más que una serie de reacciones lógicas o impulsivas a sus circunstancias. Esta familia estaba donde Dios les había puesto, en su propio país y pueblo natal. Pero en la prueba de hambre y escasez, cometió el error de abandonar ese lugar y alejarse, buscando una vida mejor en un lugar que no le correspondió. No dijeron como Habacuc: “Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación” (Hab. 3.17-18). ¡Qué noble y admirable hubiera sido comportarse así, pero sin fe no es posible! El texto no menciona nada de orar y pedir la ayuda del Señor, ni de buscar el apoyo y la ayuda de sus hermanos en Belén. Se convirtió en la familia pródiga, ocasionando años de sufrimiento, pérdida y aun muerte, fuera de la voluntad de Dios. Samuel Ridout comenta que en la Biblia el hambre era el llamado divino al arrepentimiento (Dt. 28.15-17, 23, 38). Por el profeta Amós Dios dijo: “Os hice estar a diente limpio en todas vuestras ciudades, y hubo falta de pan en todos vuestros pueblos; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová” (Am. 4.6). Así fue el caso de Elimelec y familia. Debemos recordar que las decisiones tienen consecuencias. En las pruebas, lo primero no debe ser buscar cómo salir de ellas, sino humillarnos, examinarnos, y orar en palabras del Salmo 26.2, “Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón”. Y como dice el Salmo 139.23-24, “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”. De haber procedido así, Elimelec nunca habría abandonado Belén para ir a Moab.  Si aprendemos la lección, tampoco iremos a lugares donde Dios no quiere que estemos.
    Pero hoy también hay quienes deciden por su cuenta, y abandonan su país, su asamblea y a veces a su familia, para ir, incluso ilegalmente, a un lugar donde pretenden ganar dinero. Su guía no es “si el Señor quiere” (Stg. 4.15), sino lo que ellos quieren: el dinero y la comodidad. Así que, van a lugares donde no hay asamblea, porque no es una prioridad para ellos. Unos se atreven a entrar ilegalmente en otros países. Esto incluye el entrar fingiéndose turistas, cuando su plan es quedarse y trabajar, lo cual es ilegal. Las Escrituras hablan claramente: “Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores” (1 P. 2.13-14). Pero no se someten, porque como en los tiempos de los jueces, cada uno hace lo que le parece. Una persona llamó a un misionero preguntando dónde se podía congregar en cierta ciudad. En la conversación se descubrió que hacía dos años que vivía en ese lugar, y solo entonces buscaba donde congregarse. ¿Por qué? Porque francamente, no viajó pensando en su vida espiritual – porque no fue su prioridad. Poderoso caballero es don dinero, y muchos lo permiten dirigir sus vidas. Primero deciden dónde van a ir, vivir y trabajar, y luego, como un extra, tal vez preguntan dónde congregarse. La manera de hacer las cosas indica cuáles son sus valores y su condición espiritual. Todo tiene su explicación, pero no todo tiene bendición.
    Fuese como fuese, Elimelec, como cabeza de la familia, decidió y actuó malamente. Alejó a su familia de la tierra prometida para ir a morar en Moab, lugar de los descendientes del incesto de Lot (Gn. 19.36-37). Lot escogió ir a Sodoma, buscando ventaja para sí en el mundo. Moab es el resultado de ir al mundo y seguir la sabiduría carnal. Ese país adoraba a Quemos y a los baales. Pero ahí llevó Elimelec a su familia. Quizás dijo: “solo por un tiempo”, pero ni él ni sus hijos volvieron. Moab tenía pan, pero no tenía nada espiritualmente bueno. Pagaron gran precio por el pan de Moab. “No solo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová” (Dt. 8.3). Guárdenos el Señor de decidir y actuar como Elimelec y Noemí. Tozer, en su libro Fe Auténtica, comenta:


    
De la misma manera que un bebé no tiene propósito, veo que el cristiano inmaduro tampoco lo tiene. Vive para la siguiente lección. Quiere saber dónde estará el buen predicador, y va a escucharle. Quiere enterarse de dónde cantará ese coro tan estupendo, y va, se sienta y halaga su inmadurez escuchando a los mejores cantantes que encuentre. O bien quiere saber dónde se reúne el mayor número de personas, y la multitud le carga las baterías. Aquí no hay propósito alguno; nunca entró y cayó de rodillas para decir: ‘Dios, ¿para qué he nacido, y por qué he sido redimido? ¿Qué sentido tiene todo?’ Su vida carece totalmente de propósito”.

Carlos

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 Cuidado Con El Enojo

“La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa”. Proverbios 19.11

Este verso no nos enseña a ignorar la maldad, ni que las personas tienen libertad para pecar con impunidad, sino cómo debemos responder a algo hecho contra nosotros. Esto nos sucede a todos, pero lo importante es cómo reaccionamos. Lo natural es dar libre curso a una expresión de ira, y permitir que arda en nosotros. Algunos no reaccionan visiblemente así, pero la procesión va por dentro, y se llenan de resentimiento o rencor, lo cual tampoco es una respuesta espiritual. En cambio, Dios es “lento para la ira” (Sal. 103.8), y son incontables las ofensas contra Él. La persona que cultiva esa característica demuestra prudencia. Si pasa por alto la ofensa cometida en contra suyo, es digno de alabanza. Sabe que dar lugar a la ira, o albergar resentimiento, es dañino a los demás, a sí mismo, y al testimonio. “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Stg. 1.19-20).                                   

De la revista “Assembly Testimony”, mayo-junio 2021

“El necio al punto da a conocer su ira; mas el que no hace caso de la injuria es prudente” (Pr. 12.16).

“El que fácilmente se enoja hará locuras” (Pr. 14.17).

“La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor” (Pr. 15.1).

“El de grande ira llevará la pena; y si usa de violencias, añadirá nuevos males” (Pr. 19.19).

“El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno Es como el que toma al perro por las orejas” (Pr. 26.17).

“El necio da rienda suelta a toda su ira, mas el sabio al fin la sosiega” (Pr. 29.11).

 Algunas personas piensan que, porque no explotan delante de otros, no tienen un problema con la ira, pero se equivocan. La ira toma dos formas igualmente males. Una es que se ve enseguida, porque hierve y se manifiesta abiertamente, a veces de forma descontrolada. La otra es la ira que queda en el corazón, a fuego lento, y se manifiesta en la enemistad, la murmuración, el resentimiento, la antipatía, las mala actitudes, la oposición y la frialdad -- pero es igualmente ira y daña a los demás. Los que disimulan su ira no se libran de ella.

    Absalón, hijo de David, y Ahitofel consejero de David, son dos ejemplos de la ira disimulada, que arde lentamente durante quizás años, produce el resentimiento y la enemistad, y luego causa mucho daño. El precepto bíblico es: "Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo" (Ef. 4.26).

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 Gedeón: 

 Un Joven Transformado En Un Siervo De Dios

Camilo Vásquez Vivanco

viene del número anterior
Parte 7:  Gedeón Y Su Vellón Lleno De Rocío
    
“...yo pondré un vellón de lana en la era; y si el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda la otra tierra, entonces entenderé que salvarás a Israel por mi mano, como lo has dicho” (Jue. 6:36-37).
    
Gedeón poseía una fe imperfecta y su solicitud no es menos incrédula que la de los apóstoles del Señor Jesús que le dijeron: “Auméntanos la fe” (Lc. 17:5). Gedeón ya tenía la promesa de la presencia y ayuda del Señor que le había asegurado: “Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre” (Jue. 6:16). Además si el Señor ya le había dado una prueba visible de su poder extendiendo su báculo y quemando aquella ofrenda no era necesario otra señal (Jue. 6:21). Su fe es una fe coja que pide señal cuando la promesa ha sido dada, sin embargo esto es más desconfianza en sí mismo que en el Señor.
    Para los incrédulos, el principio bíblico quedó registrado por el mismo Señor siglos después de esta manera: “...La generación mala y adúltera demanda señal...” (Mt. 12:39). Gedeón necesitaba aprender que la fe no necesita pruebas visibles y principalmente el medio que usa ahora Dios para darnos seguridad es su palabra (1 Ts. 2:13). Si queremos tener la guía de Dios, no pidamos señales, pues hoy Él nos habla por Su Espíritu a través de Su Palabra (2 Ti. 3:16-17). Es evidente que Gedeón era un creyente sincero y por esto Dios condescendió a ayudale a crecer en su fe: “Y aconteció así, pues cuando se levantó de mañana, exprimió el vellón y sacó de él el rocío, un tazón lleno de agua” (Jue. 6:38). Así Dios tierno y misericordioso nos permite a veces estas muletas para perfeccionar nuestra débil fe.
    ¿Qué puede significar esto de este vellón lleno de rocío? El rocío es una hermosa figura del Espíritu de Dios: “Como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna” (Sal. 133:3). Fue allí en Hermon donde el Señor Se transfiguró mostrando Su gloria pues anticipaba que después de entrar en Su gloria es que enviaría Su Espíritu como un rocío celestial (Jn. 7:39). Es muy hermoso ver entonces que Gedeón recogió de ese vellón un tazón de rocío: “Y aconteció así, pues cuando se levantó de mañana, exprimió el vellón y sacó de él el rocío, un tazón lleno de agua” (Jue. 6:38). Esto nos muestra en primer lugar que esta señal apuntaba particularmente hacia la única Persona donde se encuentra el rocío de Dios en toda su plenitud, a saber en el Señor Jesús de quién dice Dios mismo: “...Tienes tú el rocío de tu juventud” (Sal. 110:3). Si toda la tierra quedó seca en esta señal de Gedeón así es Cristo entre el género humano, como raíz de tierra seca (Is. 53:2) sustentada por el rocío de Dios. Él ha recibido el Espíritu sin medida (Jn. 3:34), o como vierte otra traducción, “...porque Dios le da el Espíritu sin límites” (NTV).
     En segundo lugar, este vaso lleno de rocío nos habla de la medida de fe que poseía Gedeón y que es equivalente a la medida de capacidad que hoy hemos recibido del Espíritu para servir a Dios: “...conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”...úsese conforme a la medida de la fe” (Ro. 12:3 y 6). Esa medida de fe o de capacidad tiene que ver con el don o los dones que el Espíritu Santo nos ha dado en la conversión (1 Co. 12:11). No debemos confundir los dones o “carismas” (gr. charisma), con los talentos naturales dados por Dios cuando nacemos. Los dones tienen que ver con el segundo nacimiento y los talentos o habilidades naturales tienen que ver con el primer nacimiento. Es así que el ser hábil para las matemáticas o para algún deporte tiene que ver con los talentos sin embargo los dones son sobrenaturales que de manera normal nadie los puede ejecutar sino solo aquel que los recibe.
    Los dones no se piden, pues son dados por el Espíritu en la conversión de cada creyente en el momento de ser sellados (Ef. 1:13; 1 P. 4:10). Los talentos pueden ser usados para la gloria de Dios pero no son un indicador de espiritualidad y capacidad de servir a Dios. Es así que Aarón podía hablar naturalmente con facilidad, en contraste con Moisés que era tartamudo (Éx. 4:10). Sin embargo Aarón deshonró a Dios con su facilidad de hablar (Éx. 32:2) y fue finalmente Moisés el equipado con la presencia de Dios para guiar a Israel (Nm. 11:17).
    No dudemos de lo que el Espíritu de Dios nos ha dado y sirvamos a nuestro Dios con verdadera gratitud y solicitud. Esto quiere decir que no hemos de ser negligentes con esa medida de fe que nos dió: “No descuides el don que hay en ti...” (1 Ti. 4:14) y que debemos avivar este regalo para usarlo para la gloria de Dios. “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti...” (2 Ti. 1:6). Como vemos, los dones pueden despreciarse y no usarse, lo cual es un pecado contra el Espíritu de Dios (1 Ts. 5:19).
    También hemos de aceptar nuestra medida de fe o de capacidad para servir al Señor y no intentar ser como otros ni estar sobre otros: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Ro. 12:3). Esa medida de fe o de gracia recibida por el Espíritu Santo es el equipamiento particular y necesario para ser útiles a Dios en su pueblo: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 P. 4:10). La expresión “cada uno” reitera el vaso de rocío que cada cual ha recibido y hemos de ponerlo al servicio de Dios, Se llama aquí “medida de fe” o de confianza. “Medida” es la palabra “metron” de metro, tamaño, “de manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe” (Ro. 12:6). Como vemos, nuestro vaso de rocío es auténticamente personal y no debemos ser negligentes en no saber cuál o cuáles son nuestros dones (1 Ti. 4:14). Para esto se requiere saber el don que nos ha dado el Espíritu y esto requerirá descubrirlo, pues no existen creyentes sin uno o más dones.
    El Nuevo Testamento registra dieciseis dones espirituales, divididos entre dones permanentes y transitorios:
    
    Siete dones permanentes:
    1.  Enseñanza                                   5.  Ayudar
    2.  Exhortación                                 6.  Repartir, dar
    3.  Presidir, gobernar, administrar    7.  Hacer misericordia
    4.  Servir
                
    Nueve dones transitorios:
    8.  Profecía                    13. Lenguas
    9.  Ciencia                     14. Interpretación de lenguas
    10. Sabiduría                 15. Sanidades
    11. Fe                            16. Hacer milagros
    12. Discernimiento de espíritus    
    
    Los dones transitorios ya no están con nosotros. Fueron necesarios para cimentar la iglesia al comienzo. Por ello se les conoce también como dones de fundación (1 Co. 13:8). Esos dones de fundación tuvieron que ver con la aparición del misterio del evangelio (Ro. 16:25) y de la iglesia (Ef. 3:4), misterios que una vez revelados ya no necesitaron de la presencia de señales y milagros o del don de ciencia y sabiduría tan esenciales al comienzo.
    Como ya hemos mencionado los dones pueden despreciarse y descuidarse entonces es fundamental conocerlos y descubrirlos con la guía del Espíritu de Dios. Para descubrir los dones que hemos recibido puede ser útil conocer la regla de las tres Fs., a saber:
    
Facultad, es un equipamiento personal de parte del Espíritu     (Jue.6:14).
•  Fervor, es un llamado personal para servir en un área, el cual no se puede apagar (Jer. 20:9; Ro. 11:29).
•  Fruto, es el resultado del servicio ejecutado (Hch. 6:3; 16:2; Col. 4:13).
    
    Es hermoso cuando un creyente descubre su tazón de rocio y de ese modo tiene la horma de su zapato y sirve al Señor con gratitud y dedicación. Estas tres “F” servirán para descubrir lo que el Espíritu Santo nos ha dado y tal descubrimiento es en la iglesia local, pues Dios el Espíritu allí tiene libertad y suministra Su gracia para que le sirvamos. El Espíritu Santo confirmó el llamado de Bernabé y de Saulo en la iglesia y del mismo modo lo hará con cada siervo en el presente. Entonces si el Espíritu no ha confirmado a la iglesia local donde uno sirve, que seamos apartados para algún servicio especial, debemos esperar esa confirmación y no obrar por cuenta propia.

continuará, d.v. en el siguiente número

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ESCOGE LO MEJOR

Seguimos examinando los textos en Proverbios que hablan de lo mejor.
    Dice la sabiduría: "Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; y mi rédito mejor que la plata escogida" (Pr. 8:19). Otra vez, como en el 8.11, la sabiduría vale más que las riquezas de este mundo. Según 1 Pedro 3.3 el creyente no debe llevar adornos de oro. Nuestro Señor Jesús se hizo pobre (2 Co. 8.9), y a Sus seguidores no les corresponde llevar cadenas, brazaletes, o pendientes, ni de oro ni de plata ni de otras cosas. En lugar de esas cosas que el mundo busca, debemos ser conocidos por la santidad, la piedad y la sabiduría que es de lo alto (Stg. 3.17). 

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 "No Lo Separe El Hombre"

Pedro Martín

Dios ha creado el matrimonio para que lo edifiquemos a la luz del Manual que el Diseñador nos ha dejado. Si lo leemos y lo obedecemos, de seguro que nuestra unión perdurará y seremos felices, y el amor entre nosotros irá en aumento. “Y vio Dios todo lo que había hecho y he aquí que era bueno en gran manera” (Gn 1:31). Dios es sabio, y en Su sabiduría dejó tajantemente escrito: NO al adulterio y NO al divorcio...

EXCUSAS PARA ROMPER NUESTRO MATRIMONIO
“Realmente no existe diálogo” (falta de comunicación entre nosotros)
“Somos tan diferentes”
“Somos incompatibles”
“No nos entendemos”
“No nos soportamos” (discutimos constantemente)
“No pensamos ni actuamos igual”

    Éstas son sólo algunas de las muchas excusas que ponemos a la hora de desobedecer a Dios. Esto rompe la unidad del matrimonio, cosa que Él ha dicho que no hagamos. La desobediencia es pecado y trae serias complicaciones, porque repercute en los hijos que tienen que pagar las consecuencias de nuestras rebeldías y de nuestros pecados.

Pedro Martín, del libro EL AMOR QUE TRANSFORMA LOS CORAZONES

págs. 102-103

    Además, el divorcio desagrada y deshonra a Dios. “Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio” (Mal. 2.16). Jesucristo enseñó a los judíos: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así (Mt. 19.8): “Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre (Mt. 19.6; Mr. 10.9). El inspirado apóstol Pablo escribió: “Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera” (Ro. 7.2-3).

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¿CUÁL LADRÓN?
Muchos ignoran que había dos.


Una vez cuando hablaba con un joven adulto acerca del evangelio, me dijo: “Sí, pues, quiero ir al cielo, pero no hay prisas. Primero quiero vivir mi vida. Creo que como el ladrón en la cruz, tendré una oportunidad más al final”. Entonces le respondí: “¿Cuál ladrón? Porque había dos”. Me dijo: “Oh, pues, se me había olvidado que había dos. Me refería al que se salvó”. Pero notaba en su cara una expresión pensativa.
    “Sí”, le dije, “uno fue salvo y ahora está en el cielo. Los dos tuvieron la misma oportunidad, pero uno de ellos está en el infierno. ¿Qué garantía tienes de que no terminarás como ése en lugar del otro?”
    Miles de personas como él no se acuerdan de que había dos malhechores. Se acuerdan de que por la misericordia de Dios uno fue perdonado y salvo, pero se les olvida que el otro halló el juicio de Dios. De esa manera viven, creyendo que de alguna manera al final serán salvas, pero al final morirán sin perdón e irán a la condenación eterna. Los dos ladrones probablemente habían oído a Cristo hablar del perdón y el reino de Dios, y conocieron a Cristo en la cruz, pues estaba entre ellos. Pero solo uno se salvó. La dura realidad es que la mayoría de la gente muere como vive. Vive sin Cristo, y también muere sin Él, como ese otro ladrón.
    ¡Qué malo es acostumbrarse a escuchar el evangelio, y saber de Jesucristo, sin arrepentirse y confiar en Él! Cuando uno rehúsa creer, aunque piense que solo lo posterga hasta más tarde en la vida, empieza a formarse un callo en su conciencia y corazón. Se acostumbra a no creer, y luego, cuando llegue al final de la vida, no cambiará, porque está endurecido. El malhechor que no creó es una advertencia a todos los que rehúsan creer.
    Vemos en esos dos ladrones que desde el lado de Jesucristo uno puede ir al cielo y el otro al infierno, y no es por predestinación sino por su propia decisión. Escucha y haz caso de las advertencias y exhortaciones de Dios, porque si no, en tu endurecimiento te quedarás atrapado y condenado:
“Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, sino que desechasteis todo consejo mío y mi reprensión no quisisteis... Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán” (Proverbios 1.24-25, 28).

“...que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado” (Hebreos 3.12-13).

“Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 4.7).

Jesucristo advierte:
“Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir” (Juan 7.34).

    Hoy, ahora mismo, Dios te llama. No desaproveches la oportunidad, ni te presumes de Su misericordia futura. Hoy, en este momento, te identificas con uno de esos dos ladrones. ¿Cuál es? Jesucristo murió cargado con tus pecados. Sufrió por ti, pagó tu condena, después resucitó y ahora, vivo, te ofrece la salvación. No mañana, sino hoy. Si hoy crees en el Señor Jesucristo, serás salvo. Y si no, hoy ya estás perdido y condenado por no creer. Ni Dios mismo te podrá salvar si no crees en el Señor.
    La gran pregunta es:
“¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” (Hebreos 2.3).

Y esa pregunta no tiene respuesta. Simplemente por descuidar la salvación te perderás y no escaparás el juicio de Dios. Éste es el peligro y la condenación del otro ladrón, y muchos caen en eso. Él descuidó la salvación, desaprovechó su última oportunidad, por su propia insensibilidad y la mala costumbre de no creer.
    Así que, no digas “mañana”, porque el camino de mañana conduce a la ciudad de nunca.

 

 

  

sábado, 30 de abril de 2022

EN ESTO PENSAD mayo 2022

 ¿Debemos Ser Vegetarianos?


Personalmente, me encanta casi toda clase de vegetales. Espero impaciente la llegada del verano y la abundancia de verduras. Pero, ¿debo rehusar la carne? El vegetarianismo está de moda hoy, y crece la forma más estricta: el veganismo. Los veganos rehúsan no solo la carne, sino el pescado y todo producto animal. Hoy es popular como una filosofía de vida, de no violencia, y casi diría que es una religión naturalista de convivir en paz con los animales y en armonía con el planeta. No sé por qué los que piensan así se permiten matar a plantas y comerlas, ¡pero supongo que tienen que comer algo! ¿Cuál debe ser la postura del cristiano?
    Algunos citan Génesis 1-2 y la dieta sin carne en Edén. Pero de los 1.188 capítulos en la Biblia, tienen que limitarse a esos dos primeros. En el capítulo 3, tras la entrada del pecado en el mundo, todo cambió. Observamos que Dios hizo túnicas de pieles de animales para Adán y Eva (v. 21), y ¿de dónde sacó esas pieles si no de animales que Él mató? Se supone que fue entonces que Dios los enseñó cómo matar y sacrificar un animal. En Génesis 4.3 Caín presentó a Dios una ofrenda “vegetariana” – “los frutos de la tierra”, y Dios no lo aceptó. En el siguiente verso Abel trajo el sacrificio “de los primogénitos de sus ovejas”, y Dios lo aceptó. Como reacción, Caín, el “vegetariano”, se enojó y mató a Abel. Probablemente le degolló cómo había visto hacer a los animales. No mataba a un animal, pero a su hermano sí. Caín fue el primer homicida y fratricida.
    Luego en Génesis 9.3-4, después del Diluvio, Dios enseñó a Noé y sus descendientes acerca de su dieta. No les instituyó la dieta de Edén, sino ésta: “Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis” (vv. 3-4). Es decir, podían comer de todo.
    Cuando el ángel de Jehová y dos otros ángeles visitaron a Abraham, él les invitó a comer y preparó “un becerro tierno y bueno”, mantequilla y leche, y lo comieron (Gn. 18.7-8). No eran vegetarianos. No rehusaron la comida, ni le reprocharon por ofrecerles tales cosas.
    Siglos después, en el libro de Levítico, enseñó a Israel acerca de los sacrificios que deberían presentar a Dios. La oblación (Lv. 2) era de pan, y la libación (Lv. 23.13) era de vino, pero los demás eran animales que debían ser degollados y quemados sobre el altar: becerros, ovejas, cabras, tórtolas, palominos, vacas, bueyes, machos cabríos y corderos. No solamente los sacrificaban, sino debían comer parte de ciertos sacrificios.
    En Levítico 11 y Deuteronomio 14 Dios prohibió que los israelitas comiesen ciertos animales designados como inmundos, pero no prohibió comer carne. Esos textos de la Ley enseñan qué animales, peces y aves, ellos  podían comer.
    El Señor Jesucristo, cuando estuvo en el mundo, comió carne (el cordero de la pascua) y pescado. Además, en Marcos 7.19 declaró limpios todos los alimentos. Es decir, quitó toda restricción dietética. Enseñó así a los apóstoles: “Comed lo que os pongan delante” (Lc. 10.8).
    El apóstol Pablo advirtió que en los postreros tiempos algunos apostarían de la fe, escuchando a espíritus engañadores y doctrinas de demonios (1 Ti. 4.1). Dijo: “y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad” (1 Ti. 4.3). La verdad es que los creyentes no son vegetarianos, sino deben comer de todo, porque, dice el apóstol: “todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias”. Está claro que la Biblia no enseña el vegetarianismo. Se comprende que por alergias o cuestiones médicas algunos deben evitar ciertos alimentos. Por ejemplo, algunos no pueden consumir nada con glúten. Son necesarias dietas especiales para los que tiene problemas sobrepeso, de cloresterol, o de azúcar en la sangre. Pero esa clase de dieta es por razones médicas, no por el veganismo, y son excepciones. La norma es “todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse”. Es normal que cada uno tenga sus gustos y preferencias, pero a pesar de eso deben comer lo que le den, excepto cuando sería perjudicial. No debemos tratar de asignamos valores espirituales a ciertas comidas. Aceptemos la instrucción apostólica, demos gracias, y comamos, “para la gloria de Dios” (1 Co. 10.31).     

                                                                                                                                                          Carlos

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Gedeón:Un Joven Transformado En Un Siervo De Dios
parte 6
Camilo Vásquez Vivanco

viene del número anterior
GEDEÓN PUESTO A PRUEBA
    

“...le dijo Jehová: Toma un toro del hato de tu padre, el segundo toro de siete años, y derriba el altar de Baal que tu padre tiene, y corta también la imagen de Asera que está junto a él”  (Jue. 6:25).
    
Siempre Dios pondrá a prueba nuestra integridad. Gedeón no podía servir en público antes de enfrentar el mal en su casa y acabar con él. Dios prueba a Gedeón ordenándole tres cosas claras, sacrificar el segundo toro de su padre, derribar el altar de Baal de su padre y destruir él mismo la imagen de Asera que existía en su propia casa.
    Gedeón no participaba de esta idolatría pero no había tenido coraje para testificar contra ese mal. Inicialmente Gedeón había edificado un altar para Dios, llamándolo “Jehová salom” (“El Señor es paz”, Jue. 6:24). Pero había otro altar en su hogar, un altar a Baal, y tenía que ser quitado. Los dos no podían existir a la vez y veremos que Dios demanda una clara definición también para nosotros en nuestro servicio espiritual: “No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios” (1 Co. 10:21). Un verdadero siervo de Dios debe saber que la obediencia a Dios está por encima de las costumbres familiares. Por muy amados que sean los padres es necesario antes obedecer a Dios. Así dijo el Señor: “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lc. 14:26).
    Su padre y Gedeón mismo habían tolerado esa idolatría en su propia casa, ¿Porqué lo hicieron? Viendo el contexto de Jueces es lo que estaba de moda y así les permitía tener más gente en el culto a Dios. Existía una mezcla entre lo que ellos conocían del verdadero culto a Dios y de esta tradición popular a Baal. Posiblemente nosotros nos hemos deslizado en lo mismo con el culto a Dios mezclado con tradiciones del mundo que hacen más popular el culto a Dios. Revisemos qué cosas hemos traído a nuestras vidas y a la iglesia que no son del agrado de Dios. Sucede que muchas de esas cosas que traemos a la iglesia son copias de otros lados. Hemos ido de visita a conferencias y hemos visto algo novedoso y lo copiamos como si eso ayudara a tener más popularidad y éxito. Así hizo el rey Acaz (2 R. 16:7-12), no solo sacó la plata y el oro del templo sino que copió el diseño del Altar de los asirios. Cambió las glorias de la redención representadas por El Oro y la plata en el templo por algo llamativo y popular. ¿Es esto lo que está pasando en su vida o en su iglesia?
    Imagínemos si Gedeón venciese a los madianitas teniendo esos ídolos en su casa ¿A quien atribuirían éxito los familiares de Gedeón? ¿A Baal o a Dios? Evidentemente a Baal y habrían seguido en su idolatría. Si nosotros confiamos en las estrategias humanas en nuestras reuniones como la entretención, la música instrumental, las actividades sociales, etc., ¿a quién atribuiríamos éxito en nuestro testimonio? Evidentemente a los agregados y no a Dios. ¿Qué nos aconseja Dios? “...Ésta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zac. 4:6). Por favor no vayamos a pensar que es necesario un “proyector” para el funcionamiento de las reuniones en la iglesia, ni ningún otro implemento tecnológico. Pueden ser útiles, pero no son necesarios ni deben ser la atracción de una reunión, pues la edificación espiritual de un alma descansa en el poder del Espíritu Santo. Él usa al hombre que ha pasado tiempo en oración, y estudia y obedece a la Palabra de Dios. Sin esto, la tecnología es una vana diversión.
    Hoy existen muchos buenos cristianos ineficaces por no ser valientes en sus iglesias y en sus hogares enfrentando la idolatría o algún pecado permisivo, como también por vivir en una mezcla con el mundo.  Están con sus labios sellados por ser cobardes y no ser luz en sus lugares de trabajo, en su oficina o en su propias casas. ¿Por qué esto? Por el miedo a perder la aprobación de sus conocidos además de  perder la paz familiar. Permítame decirle que los creyentes más infelices son los cobardes pues han inutilizado sus vidas por el miedo a perder la seguridad familiar. El Señor fue claro en decirnos: “Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido?...¿Pensáis que he venido para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensión. Porque de aquí en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos, y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra” (Lc. 12:49-53).
    Es cobardía no identificarnos con nuestra fe dando un claro testimonio del Señor, y eso nos coloca entre los que niegan al Señor (Mt. 10:32-33). Por su parte quien sea valiente y coloque en primer lugar al Señor y su fe en Él, recibirá la corona de la vida (Ap. 2:10). Todo esto será el precio a pagar por ser fieles al Señor, evitarlo será colocarse al lado de Satanás para ayudarle a llevar al infierno a nuestros seres queridos. Gedeón obedeció a pesar de su temor, y derribó el altar pagano de su padre. “...Mas temiendo hacerlo de día, por la familia de su padre y por los hombres de la ciudad, lo hizo de noche” (Jue. 6:27). No importó el modo de romper con aquella idolatría pero actuó en fe con el peligro de perder su propia vida.
    Ahora había que sacrificar primero el segundo toro y esto significaba mucho para una familia de trabajo en el campo. Posiblemente el primer toro había sido ya sacrificado a Baal o se lo habían llevado los madianitas que saqueaban no solo los graneros, sino que también los corrales llevándose los animales. Dios le pide el segundo toro, ¿No es mucho pedir? Es un toro de siete años con toda su vitalidad y años de cuidado en que sacrificarlo aparentemente es una gran pérdida. Sin embargo la obediencia a Dios incluye sacrificar aquello que nos da seguridad pues Dios no solo es digno de lo mejor de nuestras vidas, sino que debe tener el primer lugar como pidió Dios por Elías a aquella viuda que tenía solo un puñado de harina y un poco de aceite (1 R. 17:12-14). Además ese segundo toro es del todo probable que sería sacrificado a Baal demostrándonos que casi siempre lo más vital y mejor de nuestras vidas lo sacrificamos al mundo y no a Dios. Quien quiera honrar y servir a Dios deberá aprender primero a gastar todo lo que posee en la obra de Dios, pues no solo es digno de esto, sino que Él mismo se encargará de sostenernos y proveer para nuestro sustento. Es sugerente el hecho que los hombres que siguieron al Señor “lo dejaron todo” (Lc. 5:11 y 28), y esto incluía el bienestar y comodidad totalmente lícito.
    Fijemonos que por este acto de obediencia a Dios, Gedeón ganó a su padre para Dios (Jue. 6:29-31). Es el mismo padre de Gedeón que encara a sus amigos de idolatría para que digan a Baal que si es Dios que se defienda solo. Lo que parecía imposible Dios lo revierte en una bendición pues su padre de idólatra pasó a ser un creyente en el único Dios verdadero. Esto ha ocurrido con muchos hombres rescatados de la religión popular debido al testimonio de sus esposas o de sus hijos, “porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero” (1 Ts. 1:9). No seamos cobardes y atrevámonos a ser luz donde quiera que estemos.
    Además se nos relata que Gedeón fue apodado “Jerobaal”, esto es, enemigo de Baal (Jue. 6:32) y es solo entonces que el Espíritu de Dios embiste a Gedeón dotándole de gracia para que un gran segmento de Israelitas se unieran a su causa (Jue. 6:34-35). No se nos dice que fue lleno del Espíritu, experiencia solo hecha realidad tras la resurrección del Señor y solo efectiva para la iglesia (Ef. 5:18). La experiencia de Gedeón, como la de todos los creyentes del Antiguo Testamento, no indica que el Espíritu Santo moraba en ellos (Sal. 51:11), sino solo les capacitaba puntualmente, ayudándoles en su servicio a Dios (Nm.11:17; Jue. 3:10; 11:29; 14:6). El Antiguo Testamento registra solo a algunos creyentes llenos del Espíritu y tal experiencia fue soberana de Dios con un motivo especial (Éx.31:2-5; 35:30-35; Dt.34:9). La llenura del Espíritu es un mandamiento solo para la iglesia, pues ahora el Espíritu mora en el creyente, y Él solo actúa en quién se predispone a ser controlado por Su Persona, y obedece a la Palabra de Dios.

continuará, d.v. en el número siguiente

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Buen Consejo De Los Proverbios

“El simple todo lo cree; mas el avisado mira bien sus pasos” (Pr. 14.15).
En la vida estamos constantemente bombardeados con las ideas, teorías y opiniones de personas: en conversación, en los medios de comunicación, en la prensa y en el internet. Suelen ser presentadas con confianza y fuerza, y el mensaje implicado es: “Créeme, porque sé lo que digo”. Ya sea el que habla un incrédulo que ofrece sabiduría mundana, o un profesado cristiano que habla de lo que él cree es doctrina bíblica, no debemos ser crédulos. No debemos aceptar ingenuamente la palabra de un hombre, ni siquiera de la mayoría, aunque hable con aparente autoridad o experiencia. Cada uno de nosotros debe ser “el avisado” que, en lugar de creer todo lo que oye, examina todo a la luz de la Palabra de Dios, que es la única norma. No deben figurar emociones ni amistades, ni cuántas personas piensan así, sino lo que Dios ha dicho. Solo debemos aceptar lo que oímos cuando así estemos convencidos de que es verdad. Esto es como mirar bien nuestros pasos y encaminarnos bien, y evitar los errores y sus consecuencias. 

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Crezcamos en el Conocimiento de Dios

parte 2
Lucas Batalla

En cuanto al apóstol, aunque tenía mayor conocimiento de Dios que nosotros, es impresionante que deseaba conocer más y mejor al Señor. Consideramos sus palabras en Filpenses 3:8, “aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor”. Y en el verso 10, “a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos”.
    Debemos pensar, hermanos, si realmente conocemos a Dios como debemos. El conocimiento de Dios viene por medio de Su Palabra, pues en el evangelio se manifiesta la justicia de Dios (Ro. 1:17). El verdadero creyente tiene este conocimiento de Dios, es decir, del Señor y Salvador Jesucristo, a quién conocer es vida eterna. En Su oración en Juan 17, el Señor dijo: “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Jn. 17:3). Jeremías profetizó así acerca de la conversión de Israel: “Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y me serán por pueblo” (Jer. 24:7). Cuando habló del nuevo pacto que hará con Israel, dijo: “todos me conocerán” (Jer. 31:34). Esto es conocer a Dios por medio de la salvación, y tener la iluminación del Espíritu Santo. Nosotros por la fe ya experimentamos esto, y un día será así con la nación de Israel. El que realmente conoce a Dios por el evangelio, por la fe, lo manifiesta con una vida cambiada – no intachable – pero sí marcadamente diferente a su vida de antes. “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (1 Jn. 2:3-4). Decir: “yo le conozco” es profesar ser creyente. Pero si realmente conocemos a Dios, nuestra vida lo demuestra. Tito 1:16 advierte de personas peligrosas en las iglesias: “Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan”. Esto es así porque el conocimiento de Dios nos cambia. Tito 1:1 habla del “conocimiento de la verdad que es según la piedad”. Es más que saber información teológica.
    Pero además del conocimiento fundamental mediante el evangelio y la conversión, debemos seguir creciendo en el conocimiento de Dios. Ahí es donde muchos fallan. Creen, se bautizan, asisten a las reuniones, y más o menos esto es todo. No crecen espiritualmente, no profundizan, no maduran, no progresan mucho porque su conocimiento de Dios y Su Palabra es – sin ánimo a ofender a nadie – infantil. Son inmaduros en su conocimiento de Dios. Son inexpertos en la palabra de justicia, y niño (He. 5:13). Pedro exhorta a los cristianos a esforzarse y aplicarse para seguir creciendo: “vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento” (2 P. 1:5). En éste y los siguientes versos nos hace ver la importancia del desarrollo del conocimiento de Dios y de crecer en nuestro carácter y conducta como cristianos. “Poniendo toda diligencia” dice, no a los predicadores sino a cada creyente, y por eso cada uno debe preguntarse: “¿Qué hago, qué diligencia pongo para añadir a mi fe? ¿Cómo y en qué estoy creciendo en el conocimiento de Dios?”
    La Biblia tiene mucho más que decir acerca del conocimiento de Dios y lo importante que es. Es más importante que conocer a las personas. Si queremos conocer a una persona, sabemos que tenemos que pasar tiempo con ella, conversar, observar, y a través de ese acercamiento y contacto vamos aprendiendo. Pues lo mismo pasa con el conocimiento de Dios. Es importante recordar cómo Pedro termina su segunda epístola, porque es una exhortación que todos necesitamos. Debe ser una meta principal en nuestra vida en este año nuevo – el conocimiento de Dios. “Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén” (2 P. 3:18).

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 ESCOGE LO MEJOR


En Proverbios aparece mucho la expresión "mejor es", para ayudarnos a escoger bien.
"Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus frutos más que el oro fino" (Pr. 3.14). Habla de la sabiduría y la inteligencia (v. 12), que solo vienen de Dios (Pr. 2.6). Nuestra prioridad debe ser obtener la sabiduría antes que bienes materiales, porque puede hacer cosas que la plata no puede. Pero hay que buscarla y obtenerla como el capítulo 2 enseña. Léela y verás.
"Mejor es la sabiduría que las piedras preciosas" (Pr. 8.11). He aquí el valor sublime de la sabiduría. Muchos desean joyas, pero no el adorno interno de la sabiduría. ¿Qué valor práctico tienen las joyas? Ninguno. ¿Qué joyas llevaba Cristo? Ninguna. Pero la sabiduría nos ayuda cada día de nuestra vida, ¡y también en la eternidad! Es mejor, pero ¿qué prioridad tiene en tu vida? 

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Matrimonio, Divorcio y Adulterio

Curtis Thigpen

La Palabra de Dios expresa claramente la santidad del matrimonio:
    · Dios lo diseñó y originó (Gn. 2.21-24).
    · Dios prohíbe su disolución por el hombre
       (Mr. 10.9).
    · Dios declara que aborrece el repudio
      (Mal. 2.15-16).
    · El matrimonio ilustra la relación entre
      Cristo y Su iglesia (Ef. 5.22-33; Ap. 19.7-8)


    Según Marcos 10.6-9 es bastante obvio que desde el principio la intención divina es que la unión matrimonial sea permanente, y que solo podía terminarse legítimamente por la muerte.

“pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”.

    Además, uno de los propósitos principales del matrimonio es la institución y el establecimiento del hogar, que es la base de una sociedad ordenada. Cuando es minada la dignidad y santidad de esa unión y del hogar, los resultados son trágicos y tristes. Es así no solo en las familias afectadas, sino también afecta el bienestar de la sociedad en general, y contribuye a la desintegración y el colapso de naciones fuertes.
    En el Antiguo Testamento, Dios estableció reglas acerca del divorcio y asuntos relacionados, en Deuteronomio 22-24. Se permitía el divorcio en el caso de la decepción en cuanto a la pureza moral, pero solo si se había contaminado antes de consumar el matrimonio (Dt. 24.1). Por otra parte, si había pruebas de inmoralidad después del matrimonio, ambas personas debían ser apedreadas (Dt. 22.22). La excepción mencionada por nuestro Señor en Mateo 5.32 y 19.9 evidentemente se basa en estos principios.
    De esas palabras del Señor, algunos estimados maestros de la Biblia han deducido y enseñado que cuando el matrimonio ha sido contaminado por el adulterio, se permite bíblicamente el divorcio, y que la parte “inocente” está libre para casarse nuevamente. Pero, un examen honesto de los términos empleados por el Señor revela que esa excepción no es el adulterio. Observa que Sus declaraciones en los siguientes pasajes no admiten excepciones.

“y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio” (Mr. 10.11-12).

“Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera” (Lc. 16.18).

    En general el Nuevo Testamento obviamente no hace concesiones para el concepto corriente del divorcio y nuevo matrimonio de personas divorciadas. El precepto del Nuevo Testamento está claramente expresado en pasajes como Romanos 7.2-3 y 1 Corintios 7.39, y lógicamente alza la pregunta: “¿Respira aún el esposo?”, porque mientras viva, ante Dios sigue en vigor el matrimonio. La violación de este precepto es el pecado  llamado “adulterio”. Según 1 Corintios 6.9-10 los adúlteros “no heredarán el reino de Dios”, pues los juzgará Dios (He. 13.4).
    Algunos piensan que 1 Corintios 7.11 implica, y por lo tanto, permite el divorcio. Pero podría ser simplemente una separación física que no disuelve del matrimonio. Debe notarse que no es mencionado como una solución a los posibles casos citados en los versos 10-16. Ha sido observado que en la ruptura matrimonial, es muy posible que la pareja haya descuidado las instrucciones dadas en 1 Corintios 7.1-6, y en la mayoría de los casos ninguno de los dos puede afirmar con razón que es la “parte inocente”.
    1 Corintios 7.12-16 trata el caso del cónyuge incrédulo que se separa, y el verso 15 declara que “no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso”. Pero interpretar que eso significa que el hermano o la hermana entonces estaría libre del lazo matrimonial es algo opuesto a las declaraciones de Romanos 7.2-3 y 1 Corintios 7.39. Según el Diccionario Expositivo de W. E. Vine, la palabra “servidumbre” significa esclavizar. Así que una interpretación probable es que el esposo o la esposa creyente no está bíblicamente obligada a servir al incrédulo que se separó. Etimológicamente las palabras “sujeta” en Romanos 7.2-3 y “ligado” 1 Corintios 7.27 no tienen relación alguna con la frase “sujeto a servidumbre” en 1 Corintios 7.15 que puede indicar cualquier tipo de atadura u obligación. (véanse otros ejemplos en Mt. 13.30 “atadla”; Jn. 18.12 “ataron”; Hch. 20.22 “ligado”). Algunos alegan que al entrar en una nueva relación matrimonial, queda automáticamente disuelto el lazo matrimonial de la unión original. Pero no pueden citar ninguna Escritura para justificar esa conclusión.
    Alabado sea el Señor, “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Ro. 8.1). Sin embargo, a menudo permanecen las cicatrices del pecado. Esto es verdad respecto al divorcio, y el nuevo matrimonio de personas divorciadas. En muchos casos la acción del divorcio es instigada por egoísmo y resentimiento, deseando huir de algo desagradable y olvidando los votos hechos ante Dios y testigos. Causa daño a terceros, pues deja a los niños dolidos, frustrados, desconfiados y rebeldes. También mancha el nombre de la familia y la iglesia, y todos los involucrados tendrán una conciencia culpable. Además, divorciarse es hacer algo que Dios aborrece. Es bastante obvio que el divorcio crea más problemas que los que soluciona. Por eso, los que están contemplando el divorcio deberían parar, reflexionar cuidadosamente a la luz de las Escrituras, y hacer de su parte todo lo posible para preservar su matrimonio.
    Si una persona divorciada contempla la posibilidad de volverse a casar, debe parar y hacer caso de la Palabra de Dios – Hebreos 13.4 y Proverbios 13.15b, “El camino de los transgresores es duro”.
    El divorcio y el matrimonio de personas divorciadas están generalizados hoy en nuestra sociedad. En la sabiduría del mundo son consideradas como alternativas aceptables, y aun muchas iglesias se han dejado influir por el mundo y ahora permite esas cosas. No es sorprendente que los egoístas del mundo recurran al divorcio, pero es chocante que haya llegado a ser común entre los que profesan ser cristianos.
    No obstante, según las normas de Dios esas cosas son PECADO. Si los creyentes y las iglesias desean ser fieles al Señor, no deberían andar modificando la definición del pecado. Las iglesias no deben envanecerse ni jactarse de permitir algo que Dios aborrece. “Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso” (Ro. 3.4).

Curtis Thigpen sirve fielmente al Señor durante muchos años en la asamblea en Avera, Georgia, EEUU. Su matrimonio duró 67 años, hasta la muerte de su esposa Agnes con 102 años de edad. Su tratado original en inglés se titula: Divorce: Solution or Problem? (“El Divorcio: ¿Solución o Problema?”)


Para leer más, recomendamos el libro Fornicación y Adulterio, Libros Berea 

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EL DINERO HABLA... ¿QUÉ DICE?


 “El dinero habla” es simplemente una versión moderna del antiguo proverbio: “El dinero sirve para todo” (Eclesiastés 10.19). Es el lenguaje internacional. ¿Sabes algo de japonés? ¿No? Pero conoces la palabra “yen”. ¿Y hebreo? Todos reconocemos la palabra “shekel”. Lo mismo pasa con “peso”, “euro" y “dollar”. Los viajeros que no pueden comunicarse por medio del dialecto local, simplemente tienen que alargar sus carteras... e instantáneamente, ¡todo el mundo comprende!
    El dinero habla, pero ¿qué dice? El rey Salomón fue la persona que más dinero tenía para escucharlo hablar, y esto es lo que él oyó:
    1. El dinero no puede evitar que el “gran evento” suceda. Aunque el sabio va a la muerte con los ojos abiertos y el necio se hunde en la oscuridad, el último enemigo es insobornable. “Un mismo suceso acontecerá al uno como al otro” (Eclesiastés 2:14). El dinero habla elocuentemente en la sala de juntas, es adulador en el banquete, pero mudo en el lecho de muerte.
    2. El dinero no puede acompañarnos en nuestro viaje final (1 Timoteo 6.7). Dejamos el mundo con las mismas posesiones que cuando llegamos (Eclesiastés 5.15). Y así es trágicamente posible ser sabio para este mundo pero necio para la eternidad.
    3. Cuanto más dinero tengas, más importancia parece tener. Si el dinero va tomando más y más lugar en mi vida, entonces a esta misma medida él va expulsando gozo, amor y contentamiento de mi vida. El dinero hace un buen siervo, ¡pero un maestro cruel!
    El hombre que “lo tenía todo” declaró: “todo es vanidad”. Luego, ¿es malo el dinero? Pues, lo necesitamos para funcionar. ¿Es malo vivir para el dinero? Claro que sí. Es la manera más segura de convertirse en uno que vive en la pobreza espiritual. Escucha a tu dinero y verás.
    Un refrán dice: Cuando el dinero habla, la verdad calla, porque el dinero ha interferido muchas veces con la verdad, aun en las iglesias.
    Jesucristo preguntó: “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8.36). ¿Quieres ser realmente rico?  “La dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6.23).