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martes, 30 de noviembre de 2021

En Esto Pensad, diciembre 2021

 CRISTO VIENE

William MacDonald

“Ciertamente vengo en breve”.   Apocalipsis 22:20

A medida que nos acercamos al fin de esta era, es predecible que muchos abandonarán la esperanza del regreso inesperado de Cristo. Pero la verdad sigue en pie, aunque los hombres no la crean.
    El hecho es que el Señor Jesús puede venir en cualquier momento. No sabemos el día o la hora del regreso del Novio a por Su novia; esto significa que podría venir hoy. No hay profecía que tenga que cumplirse antes de escuchar la voz de mando del Señor, la voz del arcángel y la trompeta de Dios. Cierto, la iglesia espera experimentar tribulación en toda su duración sobre la tierra, pero los horrores del periodo de la Tribulación no son parte de su destino. Si la iglesia debiera pasar por la Tribulación, eso significaría que el Señor no podría venir por lo menos en siete años, porque ciertamente ahora no estamos en la Tribulación y cuando ésta venga, durará siete años. Hay un gran número de textos en la Escritura que nos enseñan que debemos estar listos en todo tiempo para la aparición del Salvador. Consideremos los siguientes:

    “...está más cerca... que cuando creímos” (Ro. 13:11).
    “La noche está avanzada, y se acerca el día” (Ro. 13:12).
    “El Señor está cerca” (Fil. 4:5).
    “...aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará” (He. 10:37).
    “...la venida del Señor se acerca” (Stg. 5:8).
    “...el juez está delante de la puerta” (Stg. 5:9).
    “Mas el fin de todas las cosas se acerca” (1 P. 4:7).

    Parece que estos versículos fueron escritos para que cale en la mente que la venida del Señor es inminente y que se trata de un evento por el que debemos estar velando y esperando. Debemos estar ocupados sirviéndole fielmente como buenos administradores.
    R. A. Torrey dijo una vez: “El inminente retorno de nuestro Señor es el gran argumento bíblico para llevar una vida activa de servicio, pura, desinteresada, consagrada y no mundana. Con mucha frecuencia en nuestra predicación apremiamos a la gente a vivir santamente y a trabajar con diligencia porque la muerte llega de improviso, pero éste no es el argumento de la Biblia. El argumento bíblico es siempre: “Cristo viene; estad preparados para cuando Él venga”.
    Nuestra responsabilidad es clara. Nuestros lomos deben estar ceñidos, nuestras lámparas encendidas y debemos ser semejantes a hombres que aguardan a su Señor cuando regrese (ver Lc. 12:35-36). No sucumbamos ante aquellos que enseñan que no tenemos derecho a esperar que regrese en cualquier momento. Por el contrario, creamos en Su retorno inminente, enseñémoslo entusiastamente y dejemos que esta verdad brille en nuestras vidas.

de su libro: De Día En Día, CLIE

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Dios Nos Ha Acercado


En Génesis 21:10 Sara dijo a Abraham: “Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo”. A Abraham esto le pareció grave (v. 11), pero Dios confirmó que así debía ser (v. 12). Ismael no era el hijo de la promesa, sino el resultado carnal de la impaciencia y manipulación humana. No tenía derecho a la herencia y la bendición. Luego Gálatas 4:30 cita el mismo texto para enseñar la separación e incompatibilidad entre la ley y la gracia: “Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre”.
    De alguna manera estas palabras también describen nuestra condición como gentiles. Es como si Dios nos dijera: “¡Fuera!” Venimos a este mundo sin ninguna relación con Dios ni derecho a nada de Sus promesas y bendiciones. Efesios 2:11-12 dice:


    “Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo”.
 

Israel tenía las bendiciones y promesas, y nosotros nada. “¡Fuera!”. Mira nuestras grandes carencias:
    · sin Cristo
    · alejados de la ciudadanía de Israel
    · ajenos a los pactos de la promesa
    · sin esperanza
    · sin Dios en el mundo

    Pero, a nuestras vidas desdichadas llegó el evangelio. Habiendo oído y creído, fuimos sellados con el Espíritu Santo de la promesa (Ef. 1:13-14). Ahora, como creyentes, Dios no nos dice “¡Fuera!” sino nos invita a acercarnos en plena certidumbre de fe (He. 10:22). Hebreos 4:16 nos invita: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. ¡Grandes bendiciones tenemos! Dios ha enviado el Espíritu de Su Hijo a nuestros corazones, clamando “Abba, Padre” (Gá. 4:6).
    Todas esas bendiciones nos vienen a precio muy caro. El Hijo de Dios se humilló, se encarnó y después de una vida perfecta Él llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero. Efesios 2:13 nos recuerda lo que le costó: “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo”. El resultado es: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Ef. 2:19).
    Los gentiles creyentes no somos de Israel. No somos “judíos espirituales”, ni “el Israel de Dios”. El texto dice que somos conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios. Esta es la dicha de todo judío creyente y todo gentil creyente. Estamos “en Cristo” y benditos para siempre. Por la gracia de Dios, mediante la fe somos hijos de Dios (Ro. 8:16), herederos de Dios y coherederos con Cristo (Ro. 8:17).

Carlos

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“Sean vuestras costumbres sin avaricia,
contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo:
No te desampararé, ni te dejaré”
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Hebreos 13:5

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DISCIPLINA POR AVARICIA

Norman Crawford


El “avaro”1  actúa por amor a ganancia u obtención de bienes materiales. No es posible que hombres espirituales juzguen los motivos o pensamientos internos, pero cuando alguien roba, o se involucra en actividades deshonestas o dudosas para obtener dinero o bienes, es culpable de avaricia o codicia y debe ser excomulgado.2 Los hermanos sabios deben examinar con cuidado el caso para determinar el grado de responsabilidad.
    En nuestros días los juegos de azar han sido legalizados, por ejemplo, las loterías, las quinielas y las apuestas sobre cosas como los deportes. Pero si un creyente de la asamblea se involucra en esas prácticas, es culpable de avaricia y debe ser juzgado por la asamblea donde está en comunión, según 1 Corintios 5:11. Es necesario que los hermanos sean sabios acerca de esos problemas modernos acerca de los cuales la sociedad es tan permisiva. Puede que los recién convertidos no hayan sido enseñados acerca de la maldad de esas prácticas. Pero si después de enseñarle y advertirle, alguien sigue voluntariamente en eso, y por ejemplo compra o acepta un cupón de lotería, seguramente debería ser disciplinado – sacado fuera – con cuidado sincero y oraciones fervientes para su restauración.

tomado del capítulo 19 del libro Congregados A Su Nombre

disponible de Libros Berea

1.  “avaro” – gr. pleonektes – adjetivo, 1 Co. 5:10-11; 6:10; Ef. 5:5. Según Vine: “ansioso de tener más...de ahí, ansioso de posesiones, codicioso. El sustantivo, pleonexia, según Vine: “codicia o avaricia, lit. deseo de tener más, siempre en mal sentido. Marcos 7:22 en plural, lit. “avaricias”. 

2. William MacDonald dijo que la avaricia es el pecado que nadie confiesa y que las asambleas no disciplinan, que durante toda su vida nunca conoció a un caso de excomunión por avaricia, pero había conocido a muchos avaros. Sin embargo, este pecado es tan malo como la fornicación.

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GEDEÓN
La historia de un joven transformado en un siervo de Dios.

por Camilo Vásquez Vivanco


“Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto” Proverbios 4:18.

Gedeón: Talador y Guerrero 

     “¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas”  (He. 11:32).
    El nombre de este joven en hebreo significa talador (cortador) o guerrero y posiblemente aluda al corazón valiente y esforzado que lo caracterizará durante toda su vida. De ser un granjero Dios lo transformó en un soldado, de un hombre que titubea Dios lo hizo un hombre de fe. Así es la escuela de Dios donde llegamos para estar en la lista de los héroes de la fe.
    Gedeón es el quinto juez de los 14 levantados por Dios, si es que incluimos en ese listado a Samuel (Hch 13:20). Fueron más de 450 años de tiempos en que “...no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jue. 21:25; 17:6). Este ejemplo de Gedeón nos servirá para conocer lo que el Nuevo Testamento llama como “aprobados”, tal como nos dice Dios de Apeles un creyente de origen griego: “Saludad a Apeles, aprobado (aceptable – resiste la prueba) en Cristo. Saludad a los de la casa de Aristóbulo” (Ro. 16:10). Del mismo modo para la iglesia local se precisa de hermanos aprobados: “Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados” (1 Co. 11:19). Descubriremos que Dios necesita este tipo de creyentes y las dificultades que puedan presentarse como lo fueron en la iglesia de Corinto, con divisiones y mundanalidad, permitieron que se vieran los que verdaderamente son más que creyentes, sino que aprobados por Dios.
    Debemos distinguir entre ser aceptos y ser aceptables a Dios en que lo primero tiene que ver con la obra de Cristo que nos hace aceptos en Él (Ef. 1:6-7) y lo segundo tiene que ver con hacer lo que agrada a Dios (Ro. 14:17-18; Ef. 5:10; He. 13:20-21). Gracias a Dios que nada puede modificar el hecho de que somos aceptos en el Amado, no obstante, eso no significa que Dios es un abuelo bonachón que acepta todas nuestras tonteras. Si usted es de los que piensan que la vida cristiana es para hacer lo que quiera, descubrirá que si bien entrará al cielo por ser acepto por la sangre del Señor, sin embargo, allí en el cielo habrá pérdidas de coronas por no vivir para el agrado de aquel que pagó tan alto precio por nuestra salvación (2 Jn. 1:8; Ap. 3:11).
    La doctrina de los aprobados para la iglesia está en el NT, y nos dice: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Ti. 2:15). Debemos también aprender que quien más es digno de toda aprobación decidió vivir una vida para agradar al Padre. Él es el Señor Jesús que como hombre dijo de sí: “Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (Jn. 8:29). Por esto, Pedro en su discurso de Pentecostés se refirió al Señor como “varón aprobado por Dios” (Hch. 2:22). Esto significaba realizar la voluntad de Dios (He. 10:7), cumplir la obra de guardar la ley de Dios (Mt. 5:17), dar a conocer Su Nombre (Jn. 17:6) y quitar de la presencia de Dios el pecado de la humanidad con Su propio sacrificio (He. 9:26). Nosotros debemos buscar vivir para agradar a Dios imitando a nuestro Salvador (2 Co. 5:9-10) y tal búsqueda tiene que ver con la verdad de que los hombres tendemos a desagradar a Dios aun siendo hijos de Dios. Así sucedió con Salomón a quien Dios bendijo con tanta sabiduría y tanta gracia para que fuese uno de los reyes más grandes de la tierra. “E hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente a Jehová como David su padre ...Y se enojó Jehová contra Salomón, por cuanto su corazón se había apartado de Jehová Dios de Israel, que se le, había aparecido dos veces” (1 R. 11:6, 9).
    Los ejemplos de esta doctrina, de ser aprobados, los encontramos en el Antiguo Testamento como es el caso de Gedeón. En este libro de Jueces se hallan LAS TRES “A”:

    1.  Anarquía (espiritual y moral)
    2.  Apatía (La indiferencia)
    3.  Autosuficiencia (La justificación del pecado)

    Además, encontramos en este libro de Jueces las “Siete espirales de la desobediencia”, las cuales son señaladas por la cláusula: “los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová”. Vea esta expresión en Jueces 2:11; 3:7,12; 4:1; 6:1; 10:6; 13:1. En contraste de estas tendencias encontramos en Gedeón las tres “A” de un hombre de Dios, a saber, AMOR (por el pueblo de Dios), ABNEGACIÓN (en la obra de Dios), Aptitud (preparado por Dios).

Gedeón Y El Ángel De Jehová

    “Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas” (Jue. 6:11).
    Este visitante forastero no es un ser creado ni un ser alado sino alguien con la apariencia de hombre que viene caminando y busca la sombra debajo de esta encina o roble. El título “el ángel de Jehová” alude a su oficio como el Eterno enviado del Padre. Incluso en el relato se deja ver como si fuera Dios mismo hablando con Gedeón: “Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?” (Jue. 6:14).
    Es el Señor Jesús, el Hijo eterno, que aparece en estas llamadas Cristofanías o apariciones antes de Su encarnación. No queremos decir que sea un ángel como malinterpretan los falsos Testigos de Jehová, sino que como significa el vocablo ángel o mensajero, corresponde a la divina Persona del Hijo eterno tomando forma en la historia del hombre. Él trae directamente la palabra de Dios pues no solo es su representante, sino que goza de su misma naturaleza, por esto es Dios mismo hablando por Él: “Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre” (Jue. 6:16).
    Una Cristofanía es una aparición de Cristo preencarnado, como después de Su resurrección y corresponde a lo conocido también como Teofanía, la aparición de Dios entre los hombres. ¿Quién más puede estar presente y ser Dios a la vez? Sin lugar a dudas solo el Hijo eternamente engendrado. Él aseguró a Sus discípulos poseer una unión y naturaleza indivisible con el Padre, aun siendo hombre. “¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras” (Jn. 14:10).
    En cada una de estas apariciones como el mensajero o ángel de Jehová, el personaje aludido habla como siendo el mismo Dios y Su Persona parece confundirse con la de Dios (Gn. 16:7, 10; 18:10, 13-14, 33; 22:11-12, 15-16; 31:11, 13; Ex. 3:2, 4; Jos. 5:13-15; 6:2; Jue. 6:12-22; 13:13-22; Zac. 1:10-13; 3:1-2). El vocablo ángel, como hemos dicho es “mensajero” y aquí se refiere al eterno mensajero de la deidad. Él no es una criatura ni el primer ser creado como mal suponía “Arrio” sacerdote libio que incorporó la aberración de sostener que Jesús es la primera criatura creada por Dios. De tal pensamiento proceden los falsos testigos de Jehová (TJ) en sus afirmaciones de que Jesús es un ángel confundiéndolo con el arcángel Miguel.
    Sus apariciones como “el ángel de Jehová” nos hablan de Su eterna forma de hacerse visible como mensajero divino. Si el apóstol Pablo nos dice que el Señor es el “primogénito de toda creación” (Col. 1:15), eso no indica que es la primera criatura, sino que es lo que da origen a “toda creación”. De hecho, aquí el vocablo “primogénito” (gr. prototókos) no debe aplicarse en su sentido usual como “primero en nacer” (Mt. 1:25), sino como “supremo” o “principal”. Él es el supremo sobre toda creación pues es el Creador de todo lo que existe: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él” (Col 1:16). Es así como se traduce para referirse al reinado de David: “Yo también le pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra” (Sal 89:27). Este mismo concepto de “supremo” aparece referido a Su Persona como el “primogénito de los muertos” (Ap. 1:5) es decir el más importante “el primogénito de entre los muertos” (Col.1:18) donde dicha supremacía se debe a que Él no murió como los otros hombres por su propio pecado, pues no tenía ningúno, y además, resucitó debido a Su santidad y poder sobre la muerte.

Gedeón En Lo Privado

    “Los ojos de Jehová contemplan la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él...” (2 Cr. 16:9).
    ¿Qué hacía Gedeón en lo privado?  “... Estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas” (Jue. 6:11).
    Mientras todos van en una escalada de desobediencia hay uno que está siendo fiel en medio de la crisis que se describe así: “Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová...” (Jue. 6:1). Era muy fácil ser arrastrado por la mundanalidad y la desobediencia, pero Gedeón no es arrastrado por esa deslealtad a Dios. Trabaja para su familia con abnegada preocupación y esconde el trigo de los madianitas. No está sacudiendo el trigo con el uso de algún animal que usualmente pisa el trigo para separar el grano de su cáscara. Está haciéndolo en un lugar inusual, en un lagar escondido, sin hacer mayor ruido para no ser visto por los enemigos. Además, trabaja por amor a su pueblo y quiere hacerlo disponible a los necesitados. Este carácter abnegado en medio de la crisis nacional no queda oculto de la mirada de Dios que envía su mensajero Santo: “Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra...” (Jue. 6:11).
    Aprendamos esta lección que Dios está evaluando nuestra vida privada cuando nadie nos ve. Ser fiel y ser santo a Dios en lo privado atrae Su mirada. La razón de esto es que es en lo privado cuando demostramos a Dios quiénes somos, “no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios” (Ef. 6:6). Así el tiempo que ocupamos en oración o las horas que usamos en privado para meditar en Su Palabra dicen mucho a Dios de quiénes somos; “Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal” (1 P. 3:12). Pero no solo esto sino también el tiempo y dedicación que usamos para bendecir privadamente al pueblo de Dios sin la mirada de otros.
     Qué hermoso es lo que escribe el Apóstol Pablo sobre Onesíforo: “sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló” (2 Ti. 1:17). Este acto silencioso y oculto de la mirada de los hombres no quedó olvidado por aquel que todo lo observa y es así que Pablo asegura que Dios recompensará un día a Onesíforo por este gesto silencioso: “Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Éfeso, tú lo sabes mejor” (2 Ti. 1:18). No nos olvidemos además de la necesidad de llevar el trigo celestial a aquellas almas que no conocen al Señor, y que podemos hacer silenciosamente sin que otros se enteren. Como vemos hermanos, todo esto está siendo observado por aquel a quién hemos de dar cuenta.  

continuará, d.v., en el siguiente número

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 La Amistad De Cristo
Lucas Batalla

Texto: Juan 15:12-20


La amistad de Cristo aquí tiene una condición: “si hacéis lo que yo os mando” (v. 14). La palabra amistad significa afecto compartido con otra persona, cariño, entrañabilidad, apego. En este pasaje está la mejor amistad – la de Cristo. Está abierta a todos, pero muy pocos entran en ella. En Proverbios 18:24 leemos: “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano”. La expresión: “amigo hay más unido que un hermano” indica que la familia no es todo, ni podemos siempre fiarnos de ella. Puede haber otros amigos más unidos, más fieles. Pero más allá de todo amigo humano, está el Señor. Su amistad es mejor que la familia, y debemos cultivarla como dice el texto: “ha de mostrarse amigo”. Hermano, hermana, ¿te muestras amigo de Cristo? ¿Sabes cómo hacerlo? Cristo es tu Salvador, pero ¿es tu mejor amigo? En muchos casos lo dudo seriamente. Apliquémonos este texto en Proverbios a Juan 15:12. Si queremos a Cristo como Amigo, hay que mostrarnos amigos – esto es – quererle más que todo ser humano, serle obedientes y leales, y así mostrarle nuestro afecto. En Juan 14:15 es Cristo que habla y pone la condición: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”.
    La amistad de Jesucristo es un aliento al corazón. Pero le cuesta al ser humano recibirla porque intervienen otros amores e intereses. La amistad de Cristo es sobre todo espiritual, no carnal. En Juan 15:13 el Señor declara: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”. Cristo hizo precisamente esto, pero ¿qué de nosotros? ¿Sólo recibimos este amor, y no lo damos? ¿No estamos dispuestos a sacrificar nada para Él? Entonces, ¿cómo pensamos tener Su amistad? Muchos que profesan ser cristianos no quieren sacrificar nada, ni dejar nada ni nadie, ni serle obedientes, ni darle ninguna prioridad en su vida. Entonces, ¿quiénes realmente son tales personas? No son amigos de Cristo, y sin temor a equivocarme os digo que Él no es amigo de ellas.

    Muchas veces la misma familia es donde origina el conflicto. La gente suele decir: “la familia antes que los demás” y vemos en los hechos que ponen a la familia antes que Dios. Es un error muy popular y que pocos están dispuestos a reconocer y arrepentirse de él. Pero en la Biblia tenemos instrucción y advertencias sobre este conflicto entre la familia y Dios. Primero, en Edén, Adán escuchó la voz de su esposa en lugar de ser fiel a lo que Dios le había dicho (Gn. 3:17). ¡Ese error de anteponer el matrimonio o la familia ha costado caro a la raza humana hasta el día de hoy. Más adelante en Génesis tenemos otros ejemplos. Caín mató a su hermano Abel (Gn. 4). El conflicto entre Ismael e Isaac enseña la lucha que hay muchas veces en la familia (Gn. 21:9; Gá. 4:29).  Hay que meditar esto y tener claro que ser fiel a Dios y obedecerle puede costarnos la familia. Muchos no parecen dispuestos a pagar tan alto precio por ser amigos de Dios. Triste es eso, porque las amistades humanas y aun la familia pueden fallarnos, pero Dios nunca. Él es siempre fiel.

       continuará, d.v. 

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 El 25 de Diciembre – Fecha y Fiesta Pagana
W. E. Vine


Las iglesias ya habían comenzado en gran medida a observar los días de fiestas paganos... Como hemos observado, el 25 de diciembre era observado en todo el mundo pagano como el nacimiento del dios sol. Fue una de las fiestas más importantes de los romanos, y se celebraba con grandes juegos del circo romano. Pero la Iglesia llena de ambiciones mundanas no quería quedarse atrás. Así que decretó que el nacimiento de Cristo debía celebrarse ese mismo día. Crisóstomo (347-407 d.C.) comentó que Roma fijó ese día como el “nacimiento de Cristo”, y él apoyó la decisión. Argumentó que como los paganos llamaron el día “el nacimiento del Sol Invictus”, el dios sol, era razonable que la Iglesia lo observara porque Cristo, como “sol de justicia”, venció la muerte.
    Pero cierto es que el 25 de diciembre no fue cuando nació nuestro Señor. El establecimiento de ese día en el calendario religioso de Roma fue causa de tantos abusos que a mediados del siglo V Leo el Grande acusó a los cristianos de causar tropiezo a los débiles con sus festividades. No que celebrasen el nacimiento de Cristo, pues la celebración era del nacimiento del sol.  ¿Pero qué más se podía esperar cuando todo el rumbo y la política del día era la combinación del cristianismo y el paganismo?
    ¡Qué poca atención habían prestado a las advertencias del apóstol Pablo con referencia a la apostasía de Israel de la Palabra de Dios en otros tiempos! Se volvieron de Dios a las tradiciones y costumbres de las naciones paganas alrededor de ellos, y adoraron a los ídolos. “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Co. 10:11).
    Hoy, hermanos, tenemos la doble advertencia, de Israel y de la Iglesia. Ahora vemos de modo especial los efectos malignos de tan temprana salida de las iglesias de la voluntad de Dios que Él reveló por Sus apóstoles... Nos urge atender nuevamente la advertencia: “Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor” (2 Co. 6:17). Seguramente el Señor nos está llamando muy encarecidamente hoy a separarnos de la mundanalidad y de la apostasía religiosa de la Palabra de Dios. 
  

Del capítulo 4 de: The Origen and Rise of Ecclesiasticism and the Papal System (“El Origen y Auge del Ecelsiasticismo y el Sistema Papal”).W.E. Vine, págs. 26-30, disponible en Libros Berea. 

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 ¿Qué Parte No Entiendes De 

"No Te Harás Imagen"?           

El escenario llamado "belén" o "nacimiento" no viene de los apóstoles. Fue protagonizado por Francisco de Asís en 1223 d.C., en Greccio, Italia. Pero es una violación de la ley de Dios: "no te harás imagen". El belén no tiene apoyo bíblico. No es de los verdaderos cristianos, sino de paganos e idólatras.
    Pero algunos, empeñados en defenderlo y practicarlo en lugar de admitir y corregir su error, se excusan diciendo: “No lo adoro como un ídolo. No significa esto para mí. Simplemente me recuerda el Señor”. A los tales les recordamos dos cosas. Primero, que ésa es la misma excusa que usan los católicos para cualquier imágen (ídolo) suyo, que “solo es una ayuda para la memoria”. Segundo, que el Señor ya nos dijo claramente qué debemos hacer en memoria de Él. “Haced esto en memoria de mí”, dijo cuando instituyó la Cena del Señor (Lc. 22:19; 1 Co. 11:24-25). ¿Puede los belenistas producir un texto bíblico que enseña o apoya su uso de figuras?
    Imagínete que uno tuviera una imagen de Baal o de Buda en su casa, y dijera: “solo es arte, no es un ídolo para mí”.  Tales excusas no valen. Al Señor le es un ídolo, una imagen de algo en el cielo, la tierra o debajo de la tierra. No dijo que prohibía “algunos tipos de imágenes”, sino cualquiera y todas ellas. La frase “No te harás imagen”  (Éx. 20:4) no es difícil de entender.
    En la Epístola a los Romanos leemos como los hombres insultaron y ofendieron a Dios, provocándole a ira con sus imágenes. “Y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles” (Ro. 1:23). ¡Parece un belén! “...Ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador” (Ro. 1:25). ¿Con qué posible razón quisiera un supuesto cristiano imitar cosas tan aborrecibles? El mandamiento esá claro: “Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén” (1 Jn. 5:21).
 

 


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