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viernes, 31 de julio de 2015

EN ESTO PENSAD -- agosto 2015

¡Rechazado!

Texto: Hechos 18:5-11

Duele mucho ser rechazado cuando testificamos, pero así es el mundo en que nos toca vivir. No podemos quedar bien con todos. No sólo le rechazan al Señor, que es lo peor, sino que también a nosotros – y esto nos hace difícil el trabajo, porque como seres humanos que somos, con nuestros debilidades y fallos, nos cuesta soportar el rechazo y mantener el ánimo.
    El apóstol Pablo aparentemente acabó tan dolido por esa reacción mencionada en el versículo 6, “oponiéndose y blasfemando”, que luego el Señor tuvo que acercarse (vv. 9-10) para animarle y prometerle protección. La promesa que le dio todavía está vigente en nuestros días.
    Cuando hablemos de Cristo el diablo se enfurece, y lo expresa en la cara y la voz de los inconversos – puede ser un vecino, un amigo o nuestra propia familia – pero nos trata con rechazo, desprecio, y hasta blasfeman a veces. Esto es duro de soportar, nos duele ver y sentir la dureza del ser humano ante el amor y la verdad de Dios. Pero recuerda que Dios lo tiene que ver y oír todos los días, muchísimo más que nosotros, y Él nos llama a la comunión con Él. Así que aun en lo que sufrimos porque testificamos tenemos comunión con el Señor. Mejor es identificarnos con Él, pues 2 Timoteo 2:12 promete: “Si sufrimos, también reinaremos con Él”.
     Cada día la gente está más dura, resistente y antipática, pero el Señor sufrió en la cruz para traernos el evangelio y debemos ser fieles anunciadores. A Él le tocó morir por los pecados de la humanidad; a nosotros nos toca anunciar Su muerte y resurrección. Visto así, es un privilegio y una gran responsabilidad. Debemos ser incansables y no tímidos en el trabajo que el Señor nos encargó. Él dio la cara por nosotros en la cruz, y podemos dar la cara por Él ante los inconversos, pues nunca vamos a sufrir tanto como Él. En 2 Timoteo 3:12 se nos dice que “todo el que quiere vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerá persecución”. Realmente debemos esperar esa reacción, pues el Señor mismo nos advirtió de antemano, en Juan 15:18-20 y 16:2 y 33.
     El Señor quiere que recordemos que si nos rechazan por Su causa, somos bienaventurados. Pero no si nos rechazan por nuestro carácter malo, fallos, inconsideración, etc., sino por causa de Cristo. Si un creyente se porta de forma descortés, falta respecto, no hace bien su trabajo u otros cosas así, luego no diga: “me persiguen” cuando la gente reacciona, pues es culpa suya y no tiene nada que ver con el Señor. No usemos el nombre del Señor como excusa para justificarnos si hacemos mal y sufrimos por ello. La Palabra dice: “ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno” (1 P. 4:15). Los que son castigos por un crimen, o bajo corrección paterno o disciplina eclesial por algún pecado, no son víctimas. 
    Pero somos todos llamados a seguirle al Señor y anunciar fielmente Su mensaje, aun pese a las reacciones negativas: la crítica, el rechazo, el ostracismo, la blasfemia y aun la violencia. Hechos 18 habla de la reacción violenta de la gente en Corinto, de la sinagoga, y debemos saber que los religiosos a veces se portan peores que otros. El Señor le dijo (v. 10) “estoy contigo” y “ninguno pondrá sobre ti la mano”. Con esto le motivó a seguir las órdenes del versículo anterior: “no temas, sino habla, y no calles” (v. 9). Había que seguir predicando en Corinto. Ora por los rechazadores (Mt. 5:44), encomienda el caso al Señor (1 P. 2:23), y sigue sirviendo al Señor. Antes, en Filipos Pablo había sido acusado falsamente, azotado y encarcelado. Luego en el templo en Jerusalén le asaltaron queriendo matarlo (Hch. 21:30-31), pero cuando le rescataron de la turba los soldados romanos, enseguida él quiso predicar a esa misma multitud. ¡Cuánto le agrada al Señor tener fieles mensajeros!  Hermanos, ¿sómos así?
    David dijo en el Salmo 23:5, “aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores”. El rechazo trae angustia – los familiares y amigos que no quieren escuchar, que murmuran, critican, se endurecen, incluso blasfeman – esto nos duele mucho porque ellos así se convierten en nuestros angustiadores. Pero el Señor da poder diario para sufrir cosas así y todavía serle fiel y seguir adelante. No bajemos la guardia, ni tiremos la toalla, porque es exactamente lo que el diablo quiere. Hagamos la voluntad del Señor, no la del diablo.
    David también afirmó: “mi copa está rebosando”. El que tiene sus fuentes en Dios tiene recursos suficientes para caminar en un mundo opuesto al Señor y al evangelio. El Señor nos apoya, nos anima, y nos dará bendición ahora y sobre todo en Su casa para siempre. Seámosle fieles ante la oposición y la dureza de otros. “No temas, sino habla, y no calles” (Hch. 18:9). Amén.
 
de un estudio dado por Lucas Batalla el 25 de julio, 2013

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¿Qué Hacer Con Las Riquezas?

“Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?” (1 Juan 3:17).

En círculos médicos sería inconcebible tener la medicina para el cáncer y no compartirla con los enfermos cancerosos que hay en todo el mundo. Retener la medicina sería mostrar una cruel e inhumana falta de compasión.
    El apóstol Juan pinta un cuadro paralelo en el ámbito espiritual. Supongamos que hay un hombre, un creyente profesante que ha acumulado una buena cantidad de riqueza y vive en lujo y comodidad. Todo a su alrededor es un mundo de enorme necesidad física y espiritual. Hay millones por todo el mundo que nunca han oído el evangelio y viven en oscuridad, superstición y desesperación. Muchos de ellos sufren los estragos del hambre, la guerra y el desastre natural. Pero este hombre se olvida de toda esta necesidad. Es capaz de borrar de su mente los gemidos de una humanidad que sufre y solloza. Podría ayudar si quisiera, pero prefiere guardarse su dinero.
    En este punto Juan deja caer la bomba. Pregunta: “¿Cómo mora el amor de Dios en él?” La pregunta implica, ciertamente, que el amor de Dios no mora en él. Y si el amor de Dios no mora en él, existe una razón válida para dudar que se trate de un verdadero creyente.
    Esto es muy grave. La iglesia en nuestros días exalta al rico, le coloca en el consejo de ancianos y le pone como ejemplo a los visitantes. El sentimiento carnal prevalece: “Es bonito ver cristianos ricos”. Pero Juan pregunta: “Si es un cristiano verdadero, ¿cómo puede aferrarse a esa riqueza desmedida cuando tantos carecen de pan?”
    Me parece que este versículo nos obliga a tomar una de dos opciones de acción. Por una parte podemos rechazar el sencillo sentido de las palabras de Juan, ahogar la voz de la conciencia y condenar al hombre que se atreve a predicar este mensaje. O bien podemos recibir la Palabra con mansedumbre, emplear nuestra riqueza para hacer frente a la necesidad del hermano y tener una conciencia limpia de ofensa para con Dios y el hombre. El creyente que está satisfecho con un estilo modesto de vida y, destinando todo lo que está más allá de esto a la obra del Señor, puede vivir en paz con Dios y con su hermano necesitado.        
           
 William MacDonald, del libro DE DÍA EN DÍA (CLIE)

La abundancia es una prueba de nuestra fe, amor y obediencia. "...Para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad, como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos" (2 Co. 8:14-15).
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HONRAD AL HIJO COMO AL PADRE
 
"Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida" (Jn. 5:21).
      Aquí tenemos otra clara declaración respecto a la igualdad del Hijo con el Padre. Los judíos acusaron a Jesús de hacerse Él mismo igual con Dios. Él no negó la acusación, sino que expuso las inmensas pruebas del hecho de que Él y el Padre son uno. Así como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. ¿Podría decirse esto de Él si fuese meramente un hombre? Hacer esta pregunta es contestarla.
 

"Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió" (Jn. 5:22-23).
      Muchas personas pretenden adorar a Dios, pero niegan que Jesucristo es Dios. Dicen que fue un buen hombre, o más acorde a Dios que culaquier hombre que jamás haya vivido. Pero este versículo lo pone en igualdad absoluta con Dios y demanda que los hombres le den el mismo honor que le dan a Dios Padre. Si alguien no honra al Hijo, entonces no honra al Padre. Es inútil pretender amar a Dios si no se tiene el mismo amor para con el Señor Jesucristo. Si el lector nunca se ha dado cuenta de quién es realmente Jesucristo, que considere entonces este versículo con todo cuidado. Recuerda que es la Palabra de Dios, y acepte la gloriosa verdad de que Jesucristo es Dios manifestado en carne.
 William MacDonald, Comentario Bíblico (CLIE)


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 ¿POR QUÉ MURIÓ EL BURRO?

Una vez viajando por el campo, vi un burro cerca de la carretera, tan flaco que parecía sólo cuero y huesos. “¡Pobre burro!” - me dije - “Seguramente está enfermo”.
    Al acercarme vi que alguien le había amarrado la boca. ¡Pobre animal! No la podía abrir; la cuerda le cortaba como cuchillo; la sangre le pintaba la nariz. Frené y me acerqué con deseos de ayudarlo. Quise librarlo de la cuerda. Sentía satisfacción de poder tratarlo con misericordia. Pero de repente el animal comenzó a correr, dejando una nube de polvo tras sí. Ni siquiera pude tocarlo. Menos quitarle la cuerda.
    Tristemente regresé al coche. Una semana después pasé por el mismo sitio. Encontré el cadáver del burro. La cuerda, teñida de sangre, todavía le ataba la boca. Me pregunté entonces: “¿Por qué murió el burro?” ¡Pues porque alguien le amarró la boca! Era cierta la respuesta, pero no me dejaba satisfecho. Pues, a pesar de ellos, el burro tuvo una oportunidad de escapar de la muerte. Yo hubiera podido librarlo.
    Me vino una segunda respuesta: El burro murió por interpretar mal mis intenciones. Temía que le iba a hacer algún daño. Desgraciadamente ese error le costó la vida. Si el  pobre hubiera comprendido mi deseo, habría aceptado mi oferta.
    Realmente, reflexionando un poco más, se entiende el comportamiento del animal: ¡era un burro! ¿Cómo podía entenderme? Comprendo su error y desconfianza.
    Amigo, sin ánimo de ofenderle ni llamar "burro" a nadie, observo que igual error cometen muchos seres humanos, seres racionales, muy especialmente en lo espiritual. La Palabra de Dios nos enseña que Dios no quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9); y que Él “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4). Casi no hay quién no sepa que Cristo murió por nosotros. Saben que “Cristo murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:3); que en Él “tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados por las riquezas de su gracia” (Efesios 1:7); que Cristo invita: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28); y que Él afirma: “Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).
    Miles de personas alrededor del mundo han aceptado estas promesas de Dios, y por la fe han sido libradas del pecado. Han encontrado vida abundante y eterna. Pero cuando Cristo vino, hubo quienes interpretaron mal sus intenciones. Él les dijo: “Y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:40).
    No eran burros, por supuesto, pero se portaron como el animal del relato. Hoy en día hay muchos que cometen semejante error. El burro murió por interpretar mal mis intenciones. Por favor, no haga usted como él.

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 JEHOVÁ – JESUCRISTO
Parte II
 
(viene del número anterior)

ALGUNOS TEXTOS CONFLICTIVOS

Después de estudiar los textos anteriormente citados en Jehová y Jesús, tenemos honestamente que admitir el encontrarse entre ellos algunos versículos que parecen presentar problemas a nuestro modo de pensar y razonar. Si Jesucristo es Jehová Dios, tal como nuestro estudio bíblico nos está verificando, entonces ¿qué significan los versículos siguientes?  Parecen probar lo contrario.

Marcos 13:32
Se oye decir: "Cristo no puede ser Dios porque no tiene la omnisciencia  de Dios."

Respuesta: Aquí Jesús está hablando como el Hijo del Hombre bajo las limitaciones a las que Él mismo voluntariamente se sujetó en la encarnación, tales como el crecimiento físico, mental, y moral. La clave está en Juan 15:15, "el siervo no sabe lo que hace su señor". Como siervo Cristo estuvo subordinado al Padre, aunque sin ser inferior, y en este oficio no Le fue dado saber "el tiempo" y darlo a conocer a los demás. Cuando bajó del cielo, "se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres, y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Filipenses 2:7-8).

Marcos 15:34
Se oye decir: "El Padre le ha desamparado; clama a alguien que era su Dios."

Respuesta: Ora como hombre, como el Mesías, no como Dios. Se dirigió al Padre dándonos el ejemplo perfecto a imitar. Más que nada está llamándonos a la atención del por qué Le había desamparado, es decir, porque estaba llevando el pleno castigo del pecado sobre Sí mismo.

Juan 5:19-20
Más que crear una alusión a la desigualdad entre el Padre y el Hijo, este pasaje claramente afirma una unidad entre ellos. No hay problemas de desobediencia de parte del Hijo, ni problemas de falta de comunicación entre ellos. Claramente muestra Su dependencia del Padre, que Cristo está ligado al Padre como ningún otro. Mas vemos que Cristo, en Sí mismo, hace las mismas cosas que ve al Padre hacer.

Juan 5:26-27
Cuando entendemos lo que significa la encarnación (Jn.1:1,14; Fil.2:6-8; etc.), que Cristo tomó forma de siervo, fue hecho semejante a los hombres y dejó Su gloria que tenía en el cielo, uno entiende que Jesucristo tenía ciertas limitaciones auto-impuestas (no resplandecía con toda Su gloria, pudo morir como hombre, etc.). Pero en estos versículos, se afirma que el tener vida en sí mismo y el tener autoridad de hacer juicio fueron dos cosas no incluidas en aquella lista. Es otra declaración que afirma la unidad entre Padre e Hijo, y no conlleva en absoluto la idea de que había un tiempo en el pasado cuando tenía tal atributo (idea que no se encuentra en ningún lugar en la Biblia), sino hace notable para nosotros un atributo intrínseco y propiamente Suyo.

Juan 10:32-36
Es un argumento de menor a mayor. Si Dios llamó a los jueces injustos "dioses" (obviamente con sarcasmo según el contexto de Salmo 82:6 que citó), cuánto más debemos llamar a Jesucristo el Dios verdadero. El versículo 38 nos aclara Su intención: "el Padre está en mí, y yo en el Padre", una proclamación que sólo Jesucristo podía hacer.

Juan 14:28
No dice "mejor es que yo", sino "mayor". En las Escrituras la sujeción no comunica necesariamente la idea de inferioridad. [La mujer creyente debe someterse a su marido, pero los dos son iguales delante de Dios (1 P. 3:7). De igual modo debemos someternos al gobierno, pero no quiere decir que los gobernantes sean mejores que nosotros.] Por otro lado vemos claramente que el Padre mismo a Jesucristo le exaltó hasta lo sumo, etc. en Filipenses 2:9-11.

Juan 17:3 
De nuevo nos da el ejemplo perfecto como Hombre y Siervo cuando Él lleva peticiones al Padre celestial.

En resumen, está claro que el Hijo y el Padre no son "dos dioses" como algunos sugieren, sino que forman juntos (con el Espíritu Santo), el único Dios eterno (y Trino). Observa cómo la Sagrada Escritura dice que Cristo se sienta a la diestra del Padre, pero en todas las referencias, la mayoría encontradas en el libro de Apocalipsis, siempre hay un solo trono, entre los cuatro seres y no aparece ningún otro a la diestra.
    Estudia las siguientes citas en el Apocalipsis:

    7:17     "el Cordero que está en medio del trono". Aquí sólo hay un trono.
       
    11:15    "Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará", hablando del Señor y su Cristo, dice que él reinará, no ellos reinarán. Ya hemos comprobado que Cristo es el Rey de Reyes y Señor de Señores. Si todavía no aceptas que Cristo es Jehová, aquí tendrás que entender que Jehová deberá someterse a Cristo.

    22:1       "el trono de Dios y del Cordero", no "los tronos".

    22:3    "el trono de Dios y del Cordero estará en ella" no "estarán en ella".
   

EXPRESIONES CONFLICTIVAS

1. Hijo de Dios – Puede ayudarnos si recordamos que Jesuscristo también se llamó: "el Hijo del Hombre". Dando a entender que Él había llegado a ser parte de la humanidad. De la misma manera, "Hijo de Dios" significa que Él es una expresión de la Deidad. Escudriña Juan 10:36 y luego haz una comparación con los versículos 30 y 33 del mismo capítulo. Hablar de Jesús como el Hijo no quiere decir que tiene un punto de origen, como tenemos nosotros, o que procede de una unión física entre un hombre y una mujer, o que es inferior. Significa que procede de una relación eterna con el Padre. Tal intimidad nos es revelada en la expresión "en el seno del Padre" (Jn. 1:18, compara  Lc. 16:22-23).

2. Unigénito, engendrado, primogénito –  El Hijo nació en Su humanidad en Belén, pero como Dios era desde la eternidad (Mi. 5:2). El término "unigénito" (Jn. 1:14,18, 3:16) quiere expresar único, el único de su género. La misma palabra se emplea en Hebreos 11:17 hablando de la relación entre Isaac y Abraham, cuando Isaac no era el único hijo de Abraham (estaba también Ismael). La palabra "engendrado" cuando se usa de Jesús en Hechos 13:33, Hebreos 1:5 y 5:5 se refiere al Salmo 2:7 y no tiene que ver con nacimiento, sino con la idea de presentación para exaltación. La palabra "primogénito", cuando es usada en referencia a Cristo en Colosenses 1:15-16, tiene que ver con Su superioridad sobre la creación y no significa el primer creado o nacido. En Colosenses 1:18 y Apocalipsis 1:5 entendemos que quiere decir que Él era el primero que vivió una vida resucitada e inmortal en un cuerpo resucitado, porque es evidente que había otros resucitados antes de Él (Lázaro) mas esos tenían que volver a morir de nuevo. La idea de superioridad se ve más clara en Salmo 89:27, donde la palabra en la versión griega (LXX) es "prototokos". En contraste, si la Biblia quisiera enseñarnos que el Hijo de Dios fue meramente un ser creado, habría empleado una palabra diferente, o sea "protoktistos" (ver un diccionario del griego bíblico para entender el asunto mejor). En resumen, el Hijo de Dios no fue un ser creado, sino el Creador (Col. 1:16; Jn. 1:10;  He. 1:2).

3. La Diestra de Dios – Colosenses 3:1, 1  Pedro 3:22, es una expresión que indica poder y autoridad, no un orden de los tronos en el cielo. "Diestra" en nuestro idioma suele ser usado como una locución de autoridad ejecutiva. "Sentado a la diestra del poder de Dios" es una locución que también indica poder y autoridad. El trono de Dios y el del Cordero es lo mismo (Ap. 22:3 con 3:21; 4:10; 7:17). El Hijo oraba al Padre en aquel entonces y también ahora lo hace. Esto es porque hay una interacción entre los Santos miembros de la Deidad, lo cual enfatiza Su distinción, en lugar de en Su unidad. Véanse también: Juan 14, 15 y 16;  también Salmo 110:1 y Hechos 2:34, Hebreos 1:8-9, e Isaías 48:16.

CONCLUSIÓN:

     ¿A qué conclusión has llegado? ¿A las tuyas propias, predeterminadas por tus asociaciones, tus sentimientos, o por una organización que piensa por ti? ¿Has dejado hablar la Palabra de Dios y la has respetado? Espero que hayas permitido que la Palabra de Dios no solamente hable sino que también te guíe e indique cómo pensar. Leemos en ella: "Lámpara es a mis pies tu palabra" (Sal. 119:105). Es lámpara, por supuesto... si quieres y amas la luz. El estudio de la Biblia puede aclarar cosas para aquel que ama a Dios en verdad y, como los de Berea, se esfuerza "escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así" (Hch. 17:11). Por otra parte  para nosotros los de mente finita, siempre quedarán misterios en cuanto a la Persona de Dios, Su naturaleza y Deidad, simplemente porque no somos Dios. Él es infinito, único, incomparable, y nosotros somos una creación finita. Por eso es imposible que lleguemos al conocimiento pleno de Dios en toda Su complejidad. Ante los incógnitos, no intentemos reducir al gran Dios Eterno al tamaño de la lógica o la sabiduría humana, porque, como nuestro Señor Jescucristo dijo:
    "...nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre..."
    Lucas 10:22

La reacción correcta sería humillarnos como el discípulo Tomás y decir:
"¡Señor mío, y Dios mío!"
Juan 20:28
 
 

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