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sábado, 15 de octubre de 2011

EN ESTO PENSAD -- OCTUBRE 2011


APACENTAD LA GREY DE DIOS
(Parte III)


EL ESPÍRITU EN QUE DEBE HACERSE LA OBRA (1 P. 5:2)
“Cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente”


Podemos entender la reticencia de un hombre respecto al servicio como anciano, por un número de razones. Primeramente, los requisitos para el carácter del obispo son exigientes. El apóstol Pablo apunta 16 cualidades “necesarias” en un perfil que reta a cualquier hombre que aspira al liderazgo cristiano (1 Ti. 3:1-7). En segundo lugar, el tiempo requerido para hacer la obra correctamente le dejará menos tiempo para su familia o para relajarse. Y en tercer lugar, guiar al pueblo de Dios puede ser emocionalmente costoso: la preocupación, los desvelos, el cansancio y el desánimo, y a veces la crítica y murmuración son la porción del anciano.
A los que son reticentes debido al sacrificio que requiere, Pedro diría: “Acordaos de que el Señor sacrificó Su vida por Sus ovejas, y ahora Él os llama a pastorearlas, cuidarlas y poner sus intereses antes que los vuestros, como Él hizo. Así que ¡hacedlo! y ¡hacedlo voluntariamente!”

LA MOTIVACIÓN DETRÁS DEL COMPROMISO (1 P. 5:2)
“no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto”

La Biblia dice dos cosas acerca del dinero para personas que están en el servicio de Dios:
1) El que sirve al Señor debe ser remunerado económicamente por el trabajo que hace, de modo que sus necesidades materiales sean suplidas (1 Co. 9:7-11, 14; 1 Ti. 5:17-18).
2) El siervo de Dios debe vivir su vida enfocado en la importancia y el valor de su obra para el Maestro, sin ánimo de lucro ni provecho material (1 Ti. 3:3), y sin siquiera sombra de impropiedad en asuntos económicos.

LA MANERA EN QUE UN ANCIANO DEBE COMPORTARSE (1 P. 5:3)
“no como teniendo señorío...sino siendo ejemplos de la grey”

Un anciano es un líder en la iglesia, pero no es un señor. El que es señor tiene gente debajo suyo, pero el que es anciano considera a los creyentes como entregados a su cuidado.
Un señor protege su gloria, pero un anciano piadoso busca glorificar a Cristo.
Un señor le dice a la gente lo que tiene que hacer, pero un anciano debe enseñar al pueblo qué hacer, porque en todo aspecto de su vida se le requiere ser “ejemplo de la grey.”
Un anciano debe poder decir a los suyos: 
“Miradme y veréis cómo debéis vivir, porque Cristo está en el centro de todo lo que hago".
"Venid a mi casa y veréis cómo un hombre debe comportarse con su esposa e hijos".
"Venid conmigo al trabajo y veréis que Jesucristo es el Señor de mi trabajo y negocios".
"Considerad mi comportamiento en la iglesia. Soy un líder pero es obvio a todos que no codicio el poder ni la autoridad, sino que soy vuestro siervo".
"No busco posición. Mi preocupación es ayudaros a descubrir y ocupar la posición que el Señor tiene para vosotros en la vida de nuestra asamblea".
"No deseo alabanza. Más bien prefiero animaros a ser lo mejor que podáis para Dios, y que sepáis que sois importantes y de valor en la comunión de la iglesia”.

LA RECOMPENSA DE UN TRABAJO BIEN HECHO (1 P. 5:4)
“Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria”.

El Príncipe de los pastores viene, y Su recompensa para todos Sus fieles pastores es una corona de gloria. Esta corona no disminuirá ni se envejecerá; será eternamente la misma – no como las iglesias en que han servido los ancianos. Las iglesias cambian continuamente. Los miembros jóvenes se hacen mayores y se trasladan a otros lugares. El Señor llama a los creyentes viejos a Su hogar, al rebaño celestial. Algunos hermanos salen de la asamblea y van a otra donde esperan ser más felices. Otros salen y simplemente vagan. Este movimiento continuo de las personas puede causar tristeza a los ancianos. ¡Pero no hay tristeza en la corona! Ella no se marcha, ni envejece, ni cambia. Será eternamente igual.
“Lo que destaca de la ceremonia de recompensa”, podría decir Pedro, “es que recibirás la corona directamente de la mano del Señor. Pero, mis hermanos, cuando Él os la dé, pienso que vuestros ojos no mirarán la corona, sino las manos con las cicatrices del Calvario todavía visibles, y os postraréis delante Suyo en adoración, no porque Él es el Príncipe de los Pastores, sino porque Él es el Buen Pastor que dio Su vida”.
“Y continuando allí arrodillados delante de Él, la corona estará en la sombra de la cruz, y os alegraréis por cualquier pequeño sacrificio que hubiereis hecho en Su servicio. Y cuando Él diga: “Bien hecho”, vuestro gozo será completo, porque entonces sabréis que vuestra vida de fiel servicio ha dado placer a Aquel que todo lo dio por vosotros”.                     
concluido
John McQuoid era misionero en Etiopía, y ahora es editor de la revista misionera: "Echoes of Service" en el Reino Unido.  Él y su esposa Edith viven en Larne, Irlanda del Norte.

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Las Promesas y el Carácter de Dios
A. W. Tozer

Cuando leo en mi Biblia, veo esta promesa: "Si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad [Dios], Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos,sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho". ¡Esa es una promesa que Dios nos hace! Leo también las palabras de Jesús: "Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo" (Jn. 14:13). ¡Esa es una promesa de parte de Dios! Pero, ¿cuán buenas son las promesas? Tan buenas como sea el carácter del que las hace. ¿Cuán bueno es? ¡Ah! Ahí está nuestra confianza. La fe dice: "¡Dios es Dios!" Él es el Dios santo que no puede mentir, el Dios que es infinitamente rico y que puede cumplir todas sus promesas. Él es el Dios que es infinitamente íntegro y honrado que nunca ha engañado a nadie. Es el Dios que es infinitamente verdadero; las promesas son tan buenas y verdaderas como el Dios que las hizo.
¿En qué, pues, nos equivocamos nosotros? ¿Que sucede con la confianza? Nos comportamos con Él de forma inacptable, tratamos de usarlo como una escapatoria del infierno. Lo usamos para que nos ayude cuando nuestro niño está enfermo, y después seguimos viviendo a nuestra manera. Luego tratamos de aumentar nuestra fe leyendo más promesas en la Biblia. ¿Pero eso funciona? Le puedo decir con seguridad que eso no va a funcionar. Tenemos que estar interesados en la persona y en el carácter de Dios, no en las promesas. Por medio de las promesas conocemos lo que Dios ha preparado para nosotros, nos enteramos de lo que podemos reclamar como nuestra herencia, aprendemos cómo debemos orar. Pero la fe misma debe descansar en el carácter de Dios.
¿Es difícil ver esto? ¿Por qué no hacemos hincapié en ello en nuestros círculos evangélicos? ¿Por qué tenemos temor de declarar a las personas en nuestras iglesias que deben conocer a Dios? ¿Por qué no les decimos que deben ir más allá de hacer de Dios un bote salvavidas para su rescate o una escalera para escapar de un edificio en llamas? ¿Cómo podemos ayudar a nuestro pueblo a superar la idea de que Dios existe para ayudarle a manejar su negocio o pilotar su aeroplano?
Dios no es un mozo de estación de ferrocarril para cargar con sus maletas y servirle a usted. Dios es Dios. Es el creador de los cielos y de la tierra. Él sostiene el mundo con sus manos y pesa el polvo de la tierra en balanza. Extiende el firmamento como un manto. Él es el Dios grande y todopoderoso. Él no es su siervo. Es su Padre y usted es su hijo. Él se sienta en el cielo y usted está en la tierra.
A. W. Tozer, de su libro Fe Más Allá De La Razón, Portavoz, págs.  37-38
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“¡NO!” al Ocultismo

“No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas...” (Dt. 18:10-12)

Sólo Dios sabe el futuro. Además, el Señor nos prohíbe consultar acerca del futuro a cualquier otra cosa o persona excepto la Biblia. Los que amamos al Señor podemos confiar en Él en cuanto al futuro. Él nunca nos desamparará. Sus misericordias son nuevas cada mañana (Lam. 3:23). Esto significa que Él siempre te amará y buscará tu bien. Nunca se equivocará, nunca te hará mal, nunca te abandonará. Lee el Salmo 23, Juan 14:1-3 y Apocalipsis 21:1-22:5 y verás el futuro que te espera como creyente.
Los del mundo muchas veces curiosean en cosas como cantaba Lola Flores: “Salud, dinero y amor”. Pero si eres creyente y discípulo del Señor Jesucristo, no te corresponde el leer los horóscopos (ni aun por curiosidad), consultar las cartas de Tarot, jugar con “oija”, escuchar los programas de radio acerca de cosas como “la cuarta dimensión”, ir a curanderos, consultar a los adivinos, involucrarte en el yoga o la meditación transcendental, ni usar las estampas, los amuletos o talismanes (aunque sean los adornos de moda). Si te preguntan de qué signo eres, diles que ninguno porque eres creyente en el Señor Jesucristo. Efesios 5:11-12 exhorta: “Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto”. No debes leer, mirar ni escuchar a todo esto que se ofrece hoy para saber el futuro, aconsejar o guiar la vida. Es el camino del mundo, de las tinieblas, y va contra las claras instrucciones y prohibiciones divinas (Lv. 20:6,8; Dt. 4:17-19, 23-24; Dt. 13:1-4; 18:20-21; Is. 8:19. 20, 22; Ez. 13:6-9; 18-23). El Señor quiere y merece ser el único objeto de tu confianza. Nadie te ama como Él, ni puede guiarte y cuidarte como Él.
No hay una forma inofensiva de celebrar "Halloween" el 31 de octubre, porque es una fiesta pagana, de ocultismo, de brujería y satanismo. Si quieres agradar al Señor y serle fiel, apártate de todo esto porque es abominación.
Hermano, hermana, lo tuyo es la Biblia, porque en ella Dios te habla. Tú le hablas en oración, y Él te habla a través de Su Palabra. Léela, conócela toda, domínala y sabrás todo lo que te hace falta. Deja lo oculto para los que no tienen la luz. Gózate con lo que Dios te ha dado: ¡Su Palabra! “Lampara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Sal. 119:105).

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¿ES BÍBLICO EL SISTEMA UNIPASTORAL?
(Parte II)

Tristes Consecuencias (continuado del número anterior)

(3) Deja poco o nada de lugar para ejercitar los dones espirituales en las reuniones de la iglesia, aparte de los del pastor.

(4) Conduce a las iglesias a ser edificadas en la carne, con cosas como programas especiales y promociones, y la personalidad del pastor debe reemplazar los dones espirituales del cuerpo. 

(5) Produce un extendido desánimo en los pastores, porque están tratando formalmente de ocupar una posición y hacer un trabajo que no es bíblico.

(6) Niega a los pastores la comunión en el ministerio que tan desesperadamente necesitan. Normalmente la diferencia en la visión espiritual y la responsabilidad del ministerio entre el pastor y la congregación es tan grande que su única comunión significativa es con otros pastores, que no son colaboradores en el mismo campo, sino que tienen los suyos propios por los que preocuparse.

(7) Tiende a negar la presidencia del Espíritu Santo en la iglesia. Aunque puede que el pastor busque de verdad la mente del Espíritu, su percepción está nublada por su propia personalidad, deseos, etc. Cuánto mejor es, cuando hay que formular planes o tomar decisiones, para los ancianos como grupo, como los que representan el gobierno de Dios en la iglesia, ayunar y orar hasta que el Espíritu Santo obre en ellos para que tengan unanimidad, como en Hechos 13:1-3.

(8) Como toda la responsabilidad del ministerio de la iglesia se le ha dado a un solo hombre, y como es cierto que ningún hombre tiene todos los dones, los pastores (y los misioneros) se ven forzados a usar mucho de su tiempo llevando a cabo un ministerio en el que no han sido espiritualmente preparados por el Espíritu de Dios. La lástima es que si no lo hacen ellos, este ministerio se queda sin hacer.

(9) Crea una situación en la que una persona, el pastor, puede cambiar una iglesia sana doctrinalmente en una iglesia herética de la noche a la mañana. Teniendo varios ancianos, aunque no se asegura la inmunización absoluta en cuanto a los errores doctrinales, sí que se provee de un fuerte control contra la enseñanza herética.

(10) Conduce a una escasez paralizante de obreros cristianos nacionales en muchas áreas de misión, por la presunción de que estos obreros deben ser preparados profesionalmente e importados de fuera de la iglesia. ¿Dónde está la confianza en que Dios ya ha provisto al cuerpo con los dones de liderazgo necesarios?

(11) Pone excesiva presión en la esposa e hijos del pastor, ya que estos se encuentran forzados a vivir en un ambiente de “pecera” como la familia “del predicador”.

Éstas no son más que una muestra de las consecuencias de admitir creencias y prácticas no bíblicas respecto al ministerio.

Algunas Objeciones Contestadas

Objeción 1: El trabajo correcto del pastor no es asumir todo el ministerio de la iglesia, sino movilizar y equipar a los santos para hacer la obra del ministerio. Por lo tanto, la mayoría de los problemas que ha mencionado son resultados, no del sistema unipastoral por sí mismo, sino del abuso de este sistema.

Respuesta: Ya que el sistema unipastoral no está en la Escritura, y está universalmente rodeado por estos problemas, los que lo defienden deberían reconocer que el sistema en sí es un error, y no tiene ni apoyo ni garantía en la Escritura. El concepto de una iglesia guiada por un pastor (o misionero) que moviliza a los santos para la obra del ministerio suena muy atractivo, pero la experiencia de miles de pastores frustrados testifica que esto simplemente no funciona. Hay una percepción profundamente arraigada en las mentes de  la congregación de que la obra cristiana es para un grupo especial. El vacío del clero es el gran inmovilizador de los santos. Cualquiera que trata de abolir este vacío es condenado al fracaso mientras se agarra a un sistema en el que un hombre, preparado y acreditado profesionalmente, es visto como “el predicador” o “el siervo (único) de Dios”. A propósito, los que se adhieren al concepto del pastor normalmente tienen una noción muy limitada de lo que incluye la “obra del ministerio”. Por ejemplo, aun el pastor que está equipando a los santos con un énfasis en su ministerio, llamará normalmente a un compañero del clero – no a alguien de la congregación – para ocupar el púlpito mientras él no está.

Objeción 2: Lo mejor que produciría lo que ha sugerido sería un liderazgo incompetente en la iglesia, y lo peor una mutilación doctrinal.

Respuesta: Ésta es una acusación seria porque implica que el Espíritu Santo es incompetente al colocar los dones del liderazgo correctamente dentro del cuerpo de la iglesia. ¿Es la educación de un seminario lo que cualifica a un hombre para el liderazgo de la iglesia, o los dones del Espíritu? A menudo hemos sido culpables de dar servicio de labios a lo segundo, poniendo mayor peso sobre lo primero.

Objeción 3: La palabra “sobreveedor” (obispo) aparece en singular en 1 Timoteo 3:2 y en Tito 1:7 donde las cualidades del oficio son descritas. Esto sugiere por lo menos la posibilidad de que “sobreveedor” sea el oficio de un hombre. 

Respuesta: Es el uso más natural del lenguaje el emplear el singular cuando se están describiendo las cualidades de un oficio. Por ejemplo, puedo decir: “Un miembro del Parlamento o Congreso, (o aun, el miembro del Parlamento o Congreso) debe ser un hombre de integridad y honor, etc”, sin la mínima implicación de que haya un único miembro del Parlamento o Congreso, o que haya una limitación de uno por provincia. Recalcar el uso perfectamente explicable que hace Pablo del singular, ignorando la evidencia arrolladora del resto del Nuevo Testamento, sería una extraña exégesis. Una mirada más de cerca a Tito 1:5-7 descarta toda posibilidad de que Pablo fuera partidario del sistema unipastoral. ¿Cómo puede el uso de “sobreveedor” en singular en el versículo 7 tener la posible implicación de que cada congregación debe tener un solo sobreveedor, cuando dos versículos antes Pablo ha introducido el tema recordándole a Tito sus instrucciones para que “establecieses ancianos (plural) en cada ciudad”? A mi parecer, esto es conclusivo.

Objeción 4: ¿No estaban las “Epístolas Pastorales” dirigidas a individuos por separado?

Respuesta: Esta objeción está basada en el común concepto erróneo de que Timoteo y Tito eran “pastores” u obispos de iglesias locales. Esto, simplemente no es verdad. Veamos una cita del Zondervan Pictorial Bible Dictionary: “Aunque estas cartas sí que suministran instrucciones que merecen la pena para los pastores, no era a pastores a quienes estaban dirigidas en el sentido moderno del término. Más bien, estaban dirigidas a los enviados especiales de Pablo, para cumplir misiones específicas y a quienes se les confiaban tareas concretas según las necesidades del momento”.
continuará, d.v., en el siguiente número

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martes, 23 de agosto de 2011

EN ESTO PENSAD -- AGOSTO 2011


Apacentad La Grey De Dios
Las Instrucciones de Pedro a los Ancianos

escribe John McQuoid




1 Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada:  2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;  3 no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.  4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.  1 Pedro 5:1-4 

El texto arriba citado contiene las instrucciones del apóstol Pedro a los ancianos de las iglesias, inicialmente a los que estaban en las asambleas en el área geográfica nombrada en el primer versículo del capítulo 1, pero también a todos los ancianos, en todo lugar, tanto entonces como ahora.
Pedro primero dice a sus lectores algo acerca de sí mismo (v. 1); y luego acerca de la obra que un anciano es llamado a hacer, el espíritu en que debe hacerse la obra, y el motivo por el cual se hace (v. 2). El versículo 3 trata la manera en que los ancianos deben guiar a su pueblo; y el versículo 4 promete una recompensa para el trabajo bien hecho.

TRES COSAS ACERCA DE PEDRO (1 P. 5:1)

1) Pedro mismo era anciano. Tenía una larga experiencia personal en la obra pastoral; de hecho, era el primer hombre designado por el Señor para el cuidado de Su rebaño (Jn. 21:15-17). Así que, Pedro tenía empatía con los hombres a los cuales escribía. Sabía muy bien que aun los mejores líderes cristianos son meros humanos como todos los demás. Tienen sus propias luchas y preocupaciones. Pueden equivocarse, sentirse inadecuados y llegar a estar cansados e incluso desanimados. Además, lamentablemente, a veces a los ancianos les falta fervor y esmero en su trabajo en las asambleas, con el resultado de que hacen mal un trabajo muy importante. De ahí que Pedro sintió la necesidad de exhortarles a dar lo mejor en su ministerio.

2) Pedro había sido testigo de los sufrimientos de Cristo. Había estado con el Señor en el huerto de Getsemaní (Mr. 14:32-34), y había visto Su angustia al acercarse la hora de Su muerte. Había observado el arresto del Señor Jesús y cómo fue llevado ante el Sanedrín, acusado falsamente, escarnecido, escupido, azotado y condenado.
Pedro podría decir: “Le vi sobre la cruz, y nunca se me olvidará aquella escena”. Su cuerpo santo fue herido, contusionado e increíblemente desfigurado. Sus pies, que le habían llevado de lugar en lugar mientras predicaba el mensaje de Dios, de paz y esperanza, entonces fueron traspasados por clavos y manchados con sangre. Sus manos, que habían sanado a los enfermos, alimentado a los hambrientos, y señalado a la gente el camino al cielo, entonces pendieron inmóviles. Su rostro, siempre radiante con la gloria de Dios, acabó pálido y angustiado. Pero este tormento físico, aunque horroroso, quedó pequeño en comparación con el sufrimiento de Su alma cuando Dios cargó en Él nuestro pecado y Él murió, el Justo por los injustos, para llevarnos a Dios”.
Pedro continuaría: “Al pensar en todo lo que el Señor tan voluntariamente sufrió, he comenzado a entender cuánto ama a Su manada pequeña, todos y cada uno de ellos: los fieles, los que vagan, los difíciles y aun los que desobedecen y le entristecen como yo hice la noche que le negué. Y si Él ama así a su pueblo, entonces nosotros los ancianos también debemos amarlo, y por causa de Él debemos hacer todo lo posible para guiarlo en Sus caminos, como Él nos ha encargado.

3) Pedro compartirá la gloria venidera. Cuán difícil puede ser la obra del anciano, pero a pesar de las demandas del trabajo y lo desanimador que puede ser a veces, todo terminará gloriosamente cuando Cristo venga (Ro. 8:17-18). Pedro ya había tenido una visión breve de la gloria cuando vio a Cristo transfigurado (2  P. 1:16-17), y la esperanza de realmente compartir aquella gloria con Él le maravilló e hizo la obra del liderazgo cristiano una carga que él felizmente llevó.          continuará, d.v., en el siguiente número

John McQuoid era misionero a Etiopía y es editor de la revista misionera “Echoes of Service”. Él y su esposa Edith viven en Larne, Irlanda del Norte.


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EL DECAIMIENTO ESPIRITUAL

William MacDonald

“¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?” (Sal. 85:6).

Un estado de decaimiento es a menudo como un cáncer; no sabemos que lo tenemos. Podemos enfriarnos espiritualmente de forma tan gradual que no nos damos cuenta lo carnales que hemos llegado a ser. Algunas veces se necesita una tragedia, una crisis o la voz de algún profeta de Dios para comprender nuestra desesperada necesidad. Sólo entonces podemos reclamar la promesa de Dios: “Derramaré aguas sobre el sequedal y ríos sobre la tierra árida” (Is. 44:3).
Necesito un avivamiento cuando he perdido mi entusiasmo por la Palabra de Dios, cuando mi vida de oración ha caído en una insulsa rutina (o cesado por completo), cuando he dejado mi primer amor. Necesito un nuevo toque de Dios cuando tengo más interés en los programas de televisión que en la reunión de la asamblea local, cuando llego a tiempo al trabajo pero tarde a las reuniones, cuando no falto en mi trabajo pero mi asistencia a la asamblea es irregular. Necesito avivamiento cuando estoy dispuesto a hacer por el dinero lo que no estoy dispuesto a hacer por el Salvador, cuando gasto más dinero en autocomplacerme que en la obra del Señor. 
           Necesitamos avivamiento cuando guardamos rencores, resentimiento y amargura. Cuando somos culpables de chismorrear y murmurar, y recibimos como dulces las palabras chismosas. Cuando no estamos dispuestos a confesar nuestros errores o a perdonar a otros cuando nos confiesan sus faltas. Necesitamos ser avivados cuando peleamos como perros y gatos en casa, y luego aparecemos en la  reunión de la iglesia con una “fachada espiritual” como si fuéramos dulzura y luz. Necesitamos ser avivados cuando nos hemos conformado al mundo en nuestro hablar, nuestro caminar y todo nuestro estilo de vida. ¡Cuán grande es nuestra necesidad cuando somos culpables de los pecados de Sodoma, soberbia, saciedad de pan y abundancia de ociosidad! (Ez. 16:49).
Tan pronto como nos damos cuenta de nuestra frialdad y esterilidad, podemos reclamar la promesa de 2 Crónicas 7:14, “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. ¡La confesión es el camino que lleva al avivamiento!

Oh Espíritu Santo, el avivamiento viene de Ti;
Envía un avivamiento, comienza la obra en mí.
Tu palabra declara que suplirás  la necesidad.
Tus bendiciones ahora, imploro con humildad.
– J. Edwin Orr

William MacDonald, de su libro De Día En Día, CLIE

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Romanos 15:4 y 1 Corintios 10:6 enseñan la necesidad y el valor de leer el Antiguo Testamento: nos da instrucción, esperanza y ejemplos de santidad.

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El Viejo Predicador

Hoy en día casi no se oye predicar sobre tales antiguas ideas como la caída espiritual del hombre, el pecado y la ruina moral de la humanidad. Poca advertencia hay en el sentido de que el ser humano es un pecador culpable ante un Dios santo.
Pero queda por to menos un predicador de la antigua calaña, uno que habla hoy tan potente y claramente como siempre. Por supuesto, tal predicador no es muy amado. Sin embargo, el mundo entero es su parroquia. Lo mismo visita a los pobres que entra en la casa de los ricos; se presenta en asilos de los indigentes así como entre los más distinguidos de la sociedad. Predica a religiosos y a no religiosos por igual. Este predicador tan omnipresente y universal se llama... La Muerte.
¿Quién no ha escuchado alguna vez a este viejo predicador? Toda lápida le sirve de púlpito. Los diarios le reserven mucho espacio. Todos los días en diferentes lugares se puede ver su congregación camino al cementerio.
En ocasiones él se ha dirigido a usted personalmente: la repentina partida de un vecino, la solemne despedida de un apreciado pariente o un querido familiar – su esposa amada o un hijo adorado; todos han sido llamados urgentes de parte del viejo predicador.
Un día, quizás muy pronto, usted mismo será el texto de su sermón: en medio de su familia afligida y sobre su tumba él hará oír su penetrante voz.
Usted puede librarse de la Biblia, rechazar al Salvador de quien ella le habla y menospreciar sus advertencias. Si quiere, puede evitar a los predicadores del evangelio, y hasta puede quemar esta hojita y todo to que se le parezca. Pero, ¿qué hará con aquel viejo predicador? Inevitablemente, usted le enfrentará – tendrá usted que morir.
No podemos pensar en la muerte sin tener que concluir: hay algo terriblemente anormal con el ser humano. ¿Porqué to decimos? Pues, la respuesta es el sermón incesante del viejo predicador: "El pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Romanos 5:12).
Así, la sentencia de muerte ha sido pronunciada contra todos-contra usted. Un hombre inocente puede exigir que se le haga justicia, pero para un culpable to justo es el castigo. La gracia es la única esperanza del pecador, quien sólo puede ser perdonado por Aquel que tiene el poder de condenarlo. Si reconoce su propio estado rogará: "Dios, ten misericordia de mí, pecador" (Evangelio según  S. Lucas 18:13).
Es a tal confesión y a tal sentido de su necesidad de piedad que el viejo predicador debe conducirle a usted. Es innegable que "la paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23), pero a ese terrible sermón responde el mensaje de la gracia de Dios.
Desde que el ser humano cayó en pecado se ha anunciado un Libertador, Jesucristo, el Hijo de Dios que vino, murió y resucitó. Dios promete que los que confían en Él no vendrán a condenación (Evangelio según S. Juan 5:24). Nunca habló el viejo predicador tan solemne y elocuentemente como en el Calvario. Allí el santo e impecable Hijo de Dios murió como Sustituto que tomó el castigo por nuestros pecados.
Amigo, Dios le ofrece la vida eterna que Jesucristo aseguró con Su muerte y resurrección. Deje, pues, de confiar en cualquier otra cosa —santos, sacramentos o sus buenas obras. Confíe única y exclusivamente en Aquel que sufrió por Ud. en la cruz. Él, sin duda ni demora, le aceptará y le salvará.

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Los Pactos Principales De Las Escrituras

En varios momentos de la historia humana Dios hizo acuerdos o pactos con la humanidad. Algunos de ellos, como la Ley, fueron condicionales. Dios guardaría Su parte del pacto si ellos guardaban la suya. Los pactos condicionales son débiles “por la carne” (Ro. 8:3), y el hombre invariablemente fracasa e incumple las condiciones.

Afortunadamente, la mayoría de los pactos divinos eran incondicionales. En ellos, todo dependía del Señor, y esto garantiza su cumplimiento. La mayoría de los pactos fueron hechos con Abraham y sus descendientes. Ninguno fue hecho directamente con la Iglesia, aunque la Iglesia está implicada en algunos, como hemos de ver.

Edén (Gn. 1:28-30; 2:16-17)
El pacto edénico hizo al hombre, en su inocencia, responsable de multiplicarse, poblar la tierra y sojuzgarla. Se le dio autoridad sobre toda vida animal. Debía cultivar el huerto y comer de todo lo que producía, excepto el fruto del árbol del conocimiento del bien y el mal. La desobediencia a este último mandamiento traería la muerte. Por lo tanto, fue un pacto condicional.

Adán (Gn. 3:14-19)
Después de la caída del hombre, Dios maldijo a la serpiente y puso enemistad entre la serpiente y la mujer, y entre Satanás y Cristo. Satanás heriría a Cristo, pero Cristo destruiría a Satanás. La mujer experimentaría dolores en los partos y estaría bajo la autoridad de su marido. La tierra fue maldita; al cultivarla el hombre tendría que contender con espinos y abrojos. Esto incluiría sudor y cansancio, y su cuerpo al final volvería al polvo de donde vino.

Noé (Gn. 8:20-9:27)
Dios prometió a Noé que no maldeciría la tierra otra vez ni la destruiría con otro diluvio, y dio como señal el arco iris. Este pacto decreta la pena de muerte por el crimen de homicidio, y esto, por supuesto, implica que tiene que haber un gobierno para juzgar el caso y ejecutar la pena. Así que, realmente el pacto con Noé establecía el gobierno humano. Dios garantizó la regularidad de los tiempos y las sazones, dirigió al hombre a volver a poblar la tierra, y reafirmó su dominio sobre los animales. Ahora el hombre podía añadir carne a su dieta, previamente vegetariana. Respecto a los descendientes de Noé, Dios maldijo a Canaán el hijo de Cam(1), haciéndole siervo de Sem y Jafet. Dio a Sem el lugar de honor, el cual sabemos ahora que incluye estar en el linaje del Mesías. Jafet gozaría de gran expansión, y moraría en las tiendas de Sem. El pacto con Noé fue incondicional y nunca ha sido revocado. Fue “por siglos perpetuos” (Gn. 9:12).

Abraham (Gn. 12:1-3; 13:14-17; 15:1-5; 17:1-8)
Este pacto incluye las siguientes promesas incondicionales a Abram, llamado más tarde Abraham, y a sus descendientes: Una gran nación (Israel); bendición personal a Abraham; renombre; fuente de bendición a otros (12:2). El favor divino estaría sobre sus amigos y una maldición sobre sus enemigos; y traería bendición a todas las naciones (cumplido en Cristo) (12:3). Le prometió posesión eterna de la tierra conocida entonces como Canaán y luego como Israel, y más tarde “Palestina” por los romanos (15:18). También le prometió abundante prosperidad tanto natural como espiritual (13:16; 15:5). Le dijo que sería padre de muchas naciones y reyes (por medio de Ismael e Isaac; 17:4, 6), y le prometió una relación especial con Dios (17:7b).

La Ley, también llamada el Pacto Mosaico (Ex. 19:5, 20-31)
En su sentido más amplio, la Ley de Moisés incluye los Diez Mandamientos que describen los deberes ante Dios y ante el prójimo (Éx. 20), numerosas reglamentos acerca de la vida social de Israel (Éx. 21:1-24:11); y ordenanzas detalladas sobre la vida religiosa (Éx. 24:12-31:18). Fue dada a la nación de Israel, no a los gentiles, y fue confirmada con sangre (Éx. 24:8; He. 9:19-20). Fue un pacto condicional que requería la obediencia del hombre, y por lo tanto fue “débil por la carne” (Ro. 8:3). El Decálogo nunca tuvo el propósito de proveer salvación, sino de producir convicción de pecado y fracaso (Ro. 3:20). Nueve de los diez mandamientos son repetidos en el Nuevo Testamento (todos excepto el día de reposo), no como ley acompañada de castigo, sino como comportamiento que corresponde a los que son salvos por la gracia. El creyente está bajo la gracia, no la ley, pero está bajo la ley de Cristo (1 Co. 9:21), que es un estándar más alto. La ley no anuló el pacto con Abraham (Gá. 3:17-18).

Palestina (Dt. 28:1; 29:1- 30:20)
Este pacto (nota del traductor: quizás mejor llamado "de la tierra prometida") se halla en forma embrionaria en Génesis 15:18, donde Dios prometió a Abraham la tierra “desde el río de Egipto [el arroyo de Egipto, no el Nilo] hasta el río grande, el río Éufrates”. Prevé la dispersión de Israel entre las naciones por su desobediencia e infidelidad, su retorno al Señor en Su segunda venida, su arrepentimiento y conversión, el castigo de sus enemigos y su morada segura en la tierra bajo el reino del Mesías.
Israel nunca ha ocupado completamente la tierra. Durante el reino de Salomón, los países en la parte oriental pagaron tributo (1 R. 4:21), pero esto no debe ser contado como posesión ni ocupación. El cumplimiento del pacto Palestino es todavía futuro.

David (2 S. 7:1-17)
Dios le prometió a David no sólo que su reino duraría para siempre, sino que también habría uno de sus descendientes sentado sobre el trono (2 S. 7:12-16). Fue un pacto incondicional, que no dependía en  manera alguna de la obediencia de David ni de su justicia. Cristo es el heredero legal al trono de David por medio de Salomón, como vemos en la genealogía de José en Mateo 1. José adoptó a Jesús como su hijo. Cristo es un descendiente lineal de David por medio de Natán, como vemos en la genealogía de María en Lucas 3. Porque Él vive para siempre, no puede haber otro pretendiente al trono. Su reino es eterno. Su reino de mil años sólo será la primera parte, y a continuación será el reino eterno.

Salomón (2 S. 7:12-15; 1 R. 9; 2 Cr. 7)
El pacto con Salomón fue incondicional en cuanto al reino eterno, pero condicional en cuanto a si sus descendientes se sentarían sobre el trono (1 R. 9:4-5; 2 Cr. 7:17-18). A uno de los descendientes de Salomón, Conías (también llamado Jeconías y Joaquin), le fue negado el tener descendiente sobre el trono de David (Jer. 22:30). Jesucristo no es descendiente de Salomón, como hemos indicado. De otro modo habría caído bajo la maldición de Conías.

El Pacto Nuevo (Jer. 31:31-34; He. 9:7-12; Lc. 22:20)
El pacto nuevo está claramente prometido a la casa de Israel y la casa de Judá (Jer. 31:31), y desplaza el viejo pacto (mosaico). Tiene un mejor sacerdocio,  mejor Sumo Sacerdote, mejor sacrificio, mejor altar, y se fundamenta sobre mejores promesas (He. 7-9; 13:10). Todavía era futuro cuando Jeremías escribió su libro (Jer. 31:31a). No es un pacto condicional, como la ley de Moisés, que Israel rompió (Jer. 31:32). En este pacto Dios incondicionalmente promete (nota la repetición de la idea de lo que Él hará): la futura regeneración de Israel (Ez. 36:25-26), la venida del Espíritu Santo en ellos (Ez. 36:27); un corazón favorablemente dispuesto a hacer la voluntad de Dios (Jer. 31:33a); conocimiento universal de la ley en Israel (Jer. 31:34a); el perdón y el olvido de los pecados (Jer. 31:34b) y la continuación de la nación para siempre (Jer. 31:35-37).
Como nación, Israel todavía no ha recibido los beneficios del nuevo pacto, pero los recibirá en la segunda venida del Señor. Mientras tanto, los verdaderos creyentes disfrutamos algunas de las bendiciones de este pacto. Disfrutamos el perdón y el olvido de nuestros pecados (He. 10:16-17), y somos capacitados para cumplir la justicia que la ley demanda (Ro. 8:4). El hecho de que la Iglesia tenga relación con el pacto nuevo se ve en la Cena del Señor, donde la copa representa el pacto y la sangre por la cual fue ratificado (Lc. 22:20; 1 Co. 11:25) (2). También Pablo hizo referencia a sí mismo y a otros apóstoles como “ministros competentes de un nuevo pacto” (2 Co. 3:6), lo cual quiere decir el evangelio de la gracia de Dios.

William MacDonald , del capítulo 15 su libro HERE’S THE DIFFERENCE, Gospel Folio Press. Traducido por Carlos Tomás Knott


NOTAS:
1. Una maldición generalmente revertía al padre de la persona maldita, mostrando así su responsabilidad por la educación de su hijo. Arthur Custance escribe: “Noé no podía pronunciar ninguna clase de juicio contra su propio hijo Cam, el que ofendió, sin emitir juicio contra sí mismo, porque como su padre, la sociedad le tenía como responsable por el comportamiento de su hijo (Noah’s Three Sons, [“Los Tres Hijos de Noé”] pág. 195). A. W. Pink apunta: “El pecado de Cam fue que totalmente fracasó en lo de honrar a su padre...y marquemos las consecuencias terribles: él segó exactamente como había sembrado – Cam pecó cómo hijo, y fue castigado en su hijo (Gleanings in Génesis, pág. 124).
2. J.N. Darby comentó que la Iglesia conoce personalmente al Mediador del nuevo pacto, lo cual es mejor que ser el recipiente principal del pacto.
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