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sábado, 30 de noviembre de 2024

EN ESTO PENSAD - diciembre 2024

 La Avaricia

William MacDonald


“Mirad y guardaos de toda avaricia” (Lucas 12.15).
 


La avaricia es el deseo excesivo por la riqueza o las posesiones. Es una manía que atenaza a la gente, causándoles desear más y más. Es una fiebre que les lleva a anhelar cosas que en realidad no necesitan.
     Vemos la avaricia en el hombre de negocios que nunca está satisfecho, que dice que se detendrá cuando haya acumulado una cierta cantidad, pero cuando ese tiempo llega, está ávido de más.
    La vemos en el ama de casa cuya vida es una interminable parranda de compras. Amontona toneladas de cosas diversas hasta que su desván, garaje y despensa se hinchan con el botín.
    La notamos en la tradición de los regalos de navidad y también en algunos cumpleaños. Jóvenes y viejos igualmente juzgan el éxito de la ocasión por la cantidad de artículos que son capaces de acumular.
    La palpamos en la disposición de una herencia. Cuando alguien muere, sus parientes y amigos derraman unas lágrimas fingidas, para luego descender como lobos a dividir la presa, a menudo comenzando una guerra civil en el proceso.
    La avaricia es idolatría (Ef. 5.5; Col. 3.5). La avaricia coloca la propia voluntad en el lugar de la voluntad de Dios. Expresa insatisfacción con lo que Dios ha dado y está determinada a conseguir más, sin importar cuál pueda ser el coste. La avaricia es una mentira, que crea la impresión de que la felicidad se encuentra en la posesión de cosas materiales. Se cuenta la historia de un hombre que podía tener todo lo que quería con simplemente desearlo. Quería una mansión, sirvientes, un Mercedes, un yate y ¡presto! estaban allí instantáneamente. Al principio esto era estimulante, pero una vez que comenzó a quedarse sin nuevas ideas, se volvió insatisfecho. Finalmente dijo: “Deseo salir de aquí. Deseo crear algo, sufrir algo. Preferiría estar en el infierno que aquí”. El sirviente contestó: “¿Dónde crees que estás?”
      La avaricia tienta a la gente al riesgo, a la estafa y a pecar para conseguir lo que se desea.
    La avaricia hace incompetente a un hombre para el liderazgo en la iglesia (1 Ti. 3.3). Ronald Sider pregunta: “¿No sería más bíblico aplicar la disciplina eclesial a aquellos cuya codicia voraz les ha llevado al “éxito financiero” en vez de elegirles como parte del consejo de ancianos?”
    Cuando la codicia lleva a los desfalcos, la extorsión u otros escándalos públicos, exige la excomunión (1 Co. 5.11). Y si la avaricia no es confesada y abandonada, lleva a la exclusión del Reino de Dios (1 Co. 6.10).

del libro De Día En Día, CLIE

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La Prosperidad Es Peligrosa



“Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios... cuando todo lo que tuvieres se aumente”
(Deuteronomio 8.11, 13 BAS).

Como regla general, el pueblo de Dios no puede florecer en medio de la prosperidad material. Progresan mucho más en la adversidad. En su cántico de despedida, Moisés predijo que la prosperidad de Israel lo arruinaría espiritualmente: “Pero engordó Jesurún, y tiró coces (engordaste, te cubriste de grasa); entonces abandonó al Dios que lo hizo, y menospreció la Roca de su salvación” (Dt. 32.15).
    La profecía se cumplió en los días de Jeremías, cuando el Señor se quejaba de que: “...los sacié, y adulteraron, y en casa de rameras se juntaron en compañías” (Jer. 5.7).
    De nuevo leemos en Oseas 13.6: “En sus pastos se saciaron, y repletos se ensoberbeció su corazón; por esta causa se olvidaron de mí”.
    Después de volver del exilio, los levitas confesaron que Israel no había respondido adecuadamente a todo lo que el Señor había hecho por ellos: “...comieron, se saciaron, y se deleitaron en tu gran bondad. Pero te provocaron a ira, y se rebelaron contra ti, y echaron tu ley tras sus espaldas, y mataron a tus profetas que protestaban contra ellos para convertirlos a ti, e hicieron grandes abominaciones” (Neh. 9.25b-26).
    Somos propensos a considerar la prosperidad material como una evidencia innegable de la aprobación del Señor de lo que somos y hacemos. Cuando las ganancias en nuestros negocios se elevan, decimos: “El Señor en realidad está bendiciéndome”. Probablemente sería más exacto que consideráramos estas ganancias como una prueba. El Señor espera ver lo que haremos con ellas. ¿Las gastaremos para nuestro propio beneficio, o actuaremos como fieles administradores, empleándolas para enviar las buenas nuevas hasta las partes más remotas de la tierra? ¿Las acumularemos en un esfuerzo por amasar una fortuna, o las invertiremos para Cristo y Su causa?
    F. B. Meyer dijo: “Si se discutiera en cuanto a cuáles son las pruebas más severas para el carácter, si la luz del sol o la tormenta, el éxito o la dificultad, los observadores más agudos de la naturaleza humana nos dirían probablemente que nada muestra más claramente el material de que estamos hechos como la prosperidad, porque ésta es la más severa de todas las pruebas”.
    José hubiera estado de acuerdo. Él dijo: “Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción” (Gn. 41.52). Se benefició más de la adversidad que de la prosperidad, aunque se condujo favorablemente bajo ambas circunstancias.

William MacDonald, De Día en Día, CLIE

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 La Separación Buena y Necesaria

Hay separaciones que Dios no aprueba. Por ejemplo, acerca del matrimonio leemos: "lo que Dios juntó, no lo separe el hombre". (Mat 19:6 R60), y "que la mujer no se separe del marido" (1 Co. 7.10).

Pero hay otras que son buenas y necesarias. Un refrán dice: “Mejor estar solo que mal acompañado”. Pero hoy, para muchos, lo peor es estar solo o tener pocos amigos. De ahí que la palabra “separación” les suena mal. No quieren juzgar – discernir. Hablan de diferentes puntos de vista, no de lo que Dios dice. Dicen que el mundo y los tiempos han cambiado, y hay que aceptar, tolerar y respetar muchas cosas. “No se puede hilar tan fino”, dicen. Piensan en incluir, no en excluir. Pero su filosofía no tiene apoyo en la Biblia.
    En el principio, Dios separó el día de la noche (Gn 1.4, 14). Separó las aguas (Gn 1.7), separó la luz de las tinieblas (Gn 1.18). No había medias tintas, ni grises. La separación y la distinción son necesarias y forman parte de Su plan sabio.
    Abraham, después de años de estar acompañado por su sobrino Lot, por fin reconoció el problema, tomó la iniciativa y dijo a su pariente: “Yo te ruego que te apartes de mí(Gn. 13.9). No fue un momento agradable, pero después de eso, Jehová lo bendijo, indicándole así que había tomado la decisión correcta (Gn. 13.14-18). Muchos tienen dificultades para separarse de sus familiares.
    En Levítico 13.44-46 se enseñó a Israel a identificar a los que tenían lepra y a ponerlos fuera del campamento. La separación era por el bien de los que no estaban contaminados. En Números 5.1-3 leemos: “Jehová habló a Moisés, diciendo: Manda a los hijos de Israel que echen del campamento a todo leproso, y a todos los que padecen flujo de semen, y a todo contaminado con muerto. Así a hombres como a mujeres echaréis; fuera del campamento los echaréis, para que no contaminen el campamento de aquellos entre los cuales yo habito”. En el mundo actual, los médicos saben lo importante que es la separación. Recuerden la importancia del alejamiento y la cuarentena durante la pandemia de COVID. Además, un miembro gangrenoso o un órgano maligno debe ser extirpado si se quiere que el cuerpo sobreviva. No hay que pensar en el pobre miembro u órgano, sino en el cuerpo. Del mismo modo, la disciplina bíblica en la asamblea debe llevarse a cabo, no sólo para corregir lo que está mal, sino también por la pureza y el bien de la asamblea, para que no se contamine, pues el Señor está en medio de ella (1 Co. 5.13). 

El consejo del salmista en el Salmo 34.14 es: “Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela”. Es necesario separarse del mal, si queremos agradar a Dios (ver también Sal. 37.27). Así aconseja el padre a sus hijos en Proverbios 3.7-8, “No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos”. Hoy muchos que se consideran sabios adoptan una postura de tolerancia y de “vista gorda” en sus amistades y su vida familiar, pero eso es un error. 
    El profeta Amós habló de la separación entre los que no están de acuerdo: “¿Andarán dos juntos si no estuvieren de acuerdo?” (Am. 3.3). En Mateo 22.12-13, sacaron de las bodas a un hombre que no tenía el vestido de los invitados. No hubo tolerancia. En Hechos 19.9, el apóstol Pablo separó a los discípulos de la gente incrédula y endurecida, para enseñarles sin estorbos de parte de los incrédulos. 
    Romanos 16.17 nos manda apartarnos de los que causan divisiones y tropiezos. “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos”. 1 Tesalonicenses 4.3 manda a los creyentes a separarse de toda inmoralidad. “Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación”.
    En 2 Tesalonicenses 3, el apóstol manda separarnos de los que andan desordenadamente (v. 6), y describe qué es desordenado en el verso 11, “… andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno”, esto es, en vidas y asuntos de otros. Deben conseguir un trabajo y ocuparse sosegadamente en él. A los que no obedecen la exhortación apostólica, primero dice: “tampoco coma” (v. 10). Además, nos manda hacer esto: “a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence” (v. 14).
    Debemos separarnos de los “cristianos” que aman el dinero y piensan que la piedad es fuente de ganancia: “disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales” (1 Ti. 6.5).
    También se nos exhorta a apartarnos de aquellos que 2 Timoteo 3 describe. Hay maldad en las iglesias en los postreros tiempos. El verso 4 los califica de “impetuosos” e “infatuados”, y luego añade: “que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita (v. 5). Algunos de ellos serán pastores (ancianos) y maestros malvados (Hch. 20.30; 2 P. 2.1).
    Los fieles siervos del Señor hablan claramente, como los profetas de antaño. No enseñan medias tintas, ni fomentan ninguna tolerancia del mal, ni ningún comportamiento que se asocie con el mal. La distinción y la separación bíblicas agradan a Dios. “Y enseñarán a mi pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano, y les enseñarán a discernir entre lo limpio y lo no limpio” (Ez. 44.23). 
    A los creyentes se nos ordena no estar unidos en yugo desigual con los incrédulos, y limpiarnos de toda contaminación (2 Co. 6.17-7.1). El versículo 17 nos exhorta: “Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré”. Cuando separamos de nuestra vida y asamblea a todas esas personas y cosas, aunque la separación sea dolorosa o cause alguna pérdida, entonces conoceremos de una manera especial la comunión y la bendición del Señor.

Carlos

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  ¡Corrige a Tu Hijo!


Es bueno cuando haya amistad entre los padres y sus hijos, pero tengamos claro, que Dios no enfatiza la amistad, sino la educación en el temor de Dios y la obediencia. Los padres deben obedecer y honrar a Dios, cumpliendo el deber que les ha dado, de criar a sus hijos "en diciplina y amonestación del Señor" (Ef. 6.4). Es un mandamiento. Y el mismo Dios manda a los hijos a honrar y obedecer a sus padres. Pero hoy, la psicología asigna una excusa a toda conducta incorrecta de los hijos. Hay etiquetas de "síndromes", trastornos y "enfermedades" para casi todo (por ej., TDAH disculpa a los niños "hiperactivos" y sin dominio propio). Pero la Biblia no nos llama a "explicar" su conducta, sino a educarlos en disciplina, amonestación del Señor. Dios manda: "Corrige a tu hijo, y te dará descanso" (Pr. 29.17). Bien observó William MacDonald:
    "Vivimos en una sociedad tolerante. Especialmente en el área de la educación de los hijos, la gente escucha el consejo de los psicólogos y sociólogos en vez de oír las enseñanzas de la Palabra de Dios. Muchos adultos que fueron criados por padres que se atrevieron a disciplinarles deciden que sus hijos vivan y se expresen libremente. ¿Cuáles son los resultados?
     ... Estos hijos luego serán ingratos, y algunos se alejarán de sus padres, los cuales suponían que al no castigarles, ganaban su amor eterno. Mas bien lo que han conseguido ha sido el odio y desprecio de ellos. ... Si los padres hubieran quebrantado sus voluntades al comienzo de su vida, los hijos habrían podido someterse más fácilmente en las áreas normales de la vida. La rebelión se extiende a las normas morales expuestas en las Escrituras. Los jóvenes rebeldes se ríen de los mandamientos que hablan de la pureza y se abandonan a una vida temeraria y sin restricciones. Manifiestan una aversión profunda por todo lo bueno, y amor por lo anormal, obsceno y aborrecible.
    Finalmente, los padres que fracasan en quebrantar la voluntad de un hijo por medio de la disciplina, dificultan la salvación de ese hijo. La conversión implica el quebrantamiento de la voluntad en su rebelión contra el gobierno de Dios. Susana Wesley, la madre de Juan y Carlos Wesley, decía: “El padre que estudia cómo quebrantar la voluntad de su hijo colabora junto con Dios en la renovación y salvación de un alma. Los padres indulgentes realizan la obra del diablo, hacen que la religión sea impráctica, la salvación inalcanzable y que todo lo que está en ellos se eche a perder, su cuerpo y alma, para siempre”.  

William MacDonald, De Día en Día, CLIE

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  La Palabra Escrita: El Libro de Dios


De todas las formas en que Dios podría transmitir Su mensaje a la humanidad, un libro parece ser la menos espectacular y eficaz. ¿Por qué eligió Dios la página escrita como medio principal para compartir Su verdad con la humanidad? A lo largo de la Escritura se encuentran referencias al registro de las palabras de Dios en papel, arcilla o piedra. La primera vez que leemos sobre el registro de la Palabra de Dios fue cuando los Diez Mandamientos fueron entregados a Moisés en dos tablas de piedra. De ese relato se desprende claramente que Dios mismo fue el primer grabador de la Palabra: “dio a Moisés... en el monte Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios” (Éx. 31.18).
    Sería difícil exagerar la importancia de la Palabra escrita incluso en las primeras etapas de la existencia de Israel. La revelación de Dios se memorizaba, se registraba y se transmitía a la siguiente generación. Moisés instruyó a los hijos de Israel: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Dt. 6.6-7).    
    Pasando al Nuevo Testamento, se da más instrucción para que los creyentes en Cristo sean diligentes en su estudio de la Palabra de Dios. Pablo da instrucción a Timoteo: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Ti. 2.15).
    También estaba la expectativa del propio Señor Jesús de que Sus discípulos leyeran y consideraran la Palabra de Dios, repitiendo en múltiples ocasiones a los fariseos y a otros: “¿No habéis leído?” (Mt. 12.3, 5; 19.4; 21.16, 42; 22.31). El reto nos llega hoy a nosotros. ¿Hasta qué punto tenemos en cuenta las mismas palabras de Dios mismo?

Ruaridh Munro
de la revista Present Truth (“La Verdad Presente”), oct.-nov. 2024,  
www.truthdefended.com

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 Los Tiempos de los Gentiles

"Los tiempos de los gentiles" (Lc. 21.24) comenzaron con la toma de Jerusalén por Nabucodonosor (586 a. C.), y finalizarán con la segunda venida de Cristo en poder y gloria. Entonces, los fracasados reinos de los hombres – y del anticristo – caerán, y se establecerá el Reino de Cristo: el Milenio. El Señor Jesucristo reinará desde Jerusalén sobre toda la Tierra. Acerca de estos asuntos debemos consultar los libros de Daniel, 2 Tesalonicenses y Apocalipsis. A Daniel le fueron reveladas cosas acerca de los tiempos de los gentiles (Dn. 2, 7), que empezaron con Nabucodonosor (uno de los cuatro imperios mundiales). En 2 Tesalonicenses y Apocalipsis vemos el fin del gobierno y los tiempos de los gentiles. Toda la política y los gobiernos humanos conducen  inevitablemente al reino de la bestia, el anticristo (Ap. 13). Los creyentes no deben participar de ninguna manera en la política, sino esperar en el Señor. Primero, sacará a Su iglesia de este mundo, y luego destruirá al último dictador, el anticristo, en Su venida y manifestación.


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  La Segunda Venida de Cristo:
“en llama de fuego, para dar retribución”

2 Tesalonicenses 1.8

 


Muchas personas tienen ideas equivocadas acerca de la venida de Cristo. Piensan en Él como el niño Jesús, o como alguien tan bondadoso que es incapaz de ira u odio, y que nunca haría mal a nadie. Pero en sus fiestas de navidad celebran supuestamente el nacimiento de Aquel que no solo envía todos los terribles juicios  de  Apocalipsis 6-19, sino que también vendrá con gran ira y destruirá a todos Sus enemigos. De esa venida de Cristo habla Pablo en su segunda epístola a los tesalonicenses.
    El capítulo 1, verso 8, aclara que Cristo vendrá “en llama de fuego, para dar retribución”. Eso no es el arrebatamiento, sino Su segunda venida a la tierra, para reinar. Será el día de la ira del Cordero y temblará el mundo (Ap. 6.15-17). No será salvo todo el mundo, como algunos enseñan, porque Dios no perdonará a los no arrepentidos, a los incrédulos. En el verso 8 los llama: “los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo”. El mundo tiene muchas religiones y filosofías, pero no conoce a Dios. La humanidad es una raza rebelde y perversa. Ni siquiera desean oír el evangelio predicado, porque les dice como realmente son.
    Triste es que muchos hay en iglesias hoy que profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan (Tit. 1.16; 1 Jn. 2.4). Se llaman cristianos, pero no han obedecido al evangelio, pues algunos ni siquiera saben qué es. Comienzan sin obedecer, y siguen desobedientes. No quieren el señorío de Cristo – son como los de 2 Pedro 2.10 que “desprecian el señorío”. Han sido engañados por los predicadores y falsos maestros que forman “iglesias” sin el verdadero evangelio y la sana doctrina. Organizan y escuchan conciertos, ven obras de teatro, tienen cenas y excursiones y películas y vida social, y por eso asisten, porque no conocen al Señor. Pero todos esos quedarán en tierra en el arrebatamiento de la Iglesia, y luego serán juzgados por el Señor. Es peor ir a una iglesia falsa y mundana que no ir a ninguna, porque ahí la gente piensa que es cristiana y que todo está bien, cuando realmente está perdida. Es un gran engaño que les conduce a una sorpresa amarga.
    El verso 9 declara que Dios no los aceptará. “Los cuales sufrirán pena de eterna perdición”. Notamos que la perdición es eterna, así como el sufrimiento; no hay aniquilación. “Sufrirán pena”, dice, porque serán conscientes de sus dolores. Serán atormentados y “excluidos”. Hoy la gente habla de hacer una “sociedad inclusiva”, que acepta y da los mismos derechos a todos. El cielo no es así, ni tampoco el reino de Cristo en la tierra. Los incrédulos quedarán fuera de Su gloriosa presencia. El infierno es lugar de exclusión y de castigo eterno.
    Volvamos a considerar por un momento cuán terrible será la retribución de Dios cuando venga. Hay ejemplos en la historia de momentos cuando Dios pagó con ira y tomó venganza de los que maltrataron a los Suyos. Faraón y los egipcios maltrataron a Israel con dura servidumbre, y quisieron matar a todo varón que naciera. Pero Dios intervino con las plagas, arruinando el país, con la muerte de todo primogénito en Egipto, y finalmente Faraón perdió su ejército en el Mar Rojo. El país más potente en el mundo de entonces quedó aplastado. Amán trató de aniquilar a todos los judíos, pero al final fue ahorcado en la horca que hizo para Mardoqueo, y Mardoqueo fue exaltado. En los tiempos de Darío de los medos, los sátrapas quisieron acabar con Daniel, y formularon un plan para echarlo en el foso de los leones. Pero Dios cerró la boca de los leones hasta que Daniel saliera, y esos hombres fueron echados ahí y deshuesados por los leones. Dios sabe cómo y cuándo pagar y tomar venganza.
    A la iglesia en Tesalónica le tocaba soportar y padecer la persecución, pero en los versos del 5 al 9 Pablo les fortalece y anima con la esperanza de que Dios pagará a sus enemigos. Serán humillados, y vendrán a ser estrado de Sus pies (Sal 110.1; He. 1.13). Pensemos un momento en nosotros. ¿Sufrimos algún problema por ser fieles al Señor? Quizás algún hermano se pregunta: ¿El Señor tiene en cuenta mi situación, mi problema? ¡Claro que sí! Cuando sea tiempo, Él intervendrá. En 1 Pedro 5.10 el apóstol dice: “después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca”. Dios nos consolará y nos afirmará, y él dará el pago a los perseguidores. Los creyentes esperamos “la presencia del Señor y... la gloria de su poder” (v. 9). ¡Cuán diferente será Su venida para nosotros!

      del comentario sobre 2 Tesalonicenses, por Lucas Batallal y Carlos Tomás Knott, Libros Berea

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 Dios Juzgará los Pecados Secretos


Charlie Rich, un cantante norteamericano de estilo “country”, compuso una canción titulada: “Tras Puertas Cerradas”, en la que se repetía la frase: “Nadie sabe lo que sucede detrás de las puertas cerradas”. Pero no es cierto, porque Dios lo sabe todo. Las tinieblas y la luz le son las mismas. Todo lo ve, todo lo oye, y todo lo sabe. Puedes engañar a los hombres, pero no a Dios. Ante Él, no tienees ningún secreto. Y advierte que viene el día “en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres” (Romanos 2.16). Todo pecado será juzgado. William MacDonald escribe:

“Sabed que vuestro pecado os alcanzará” 
Números 32.23

Dios ha establecido ciertos principios inalterables en nuestro mundo y ningún hombre puede escapar de estos principios. Uno de ellos es que no se puede pecar sin ser castigado.
    Algunos de nosotros aprendimos esto en nuestra infancia cuando hurtábamos mermelada u otras golosinas que dejaban una marca reveladora que la madre descubría fácilmente. Pero esta verdad se aplica a toda la vida y está atestiguada en el diario de cada mañana. 
    El poema, “El Sueño de Eugenio Aram” es una notable ilustración de este asunto. Pensando que podía cometer un “crimen perfecto”, Aram asesinó a un hombre y arrojó su cuerpo al río: “unas aguas perezosas, negras como la tinta cuya profundidad era inmensa”. A la mañana siguiente descendió a la orilla del río donde había cometido el crimen.

“Y buscó el maldito negro estanque, 
con un ojo receloso y delirante;
Y vio en su lecho al fallecido, 
porque el pérfido río se había secado”.

    Entonces, horrorizado, trató de cubrir el cuerpo con una enorme montón de hojas. Pero aquella noche sopló un gran viento por toda la zona, dejando el cadáver claramente al descubierto.

“Entonces caí rostro en tierra,
Y por primera vez comencé a llorar,
Pues entonces supe que mi secreto era uno
Que la tierra rehusaba guardar,
En suelo o mar, aunque estuviera
A diez mil brazas de profundidad”.

    Finalmente sepultó a su víctima en una remota cueva, pero años más tarde el esqueleto fue descubierto; y el culpable fue hallado, procesado por el crimen y ejecutado. Su pecado le había alcanzado.
    Pero hay otro modo en el que el pecado nos alcanza. E. Stanley Jones nos recuerda que: “el pecado se expresa en el deterioro interno, en el infierno interior de no ser capaz de respetarte a ti mismo, al empujarte a vivir clandestinamente en ciegos laberintos”.
     Aun si el pecado de un hombre pudiera permanecer de alguna manera sin ser visto en esta vida, es seguro que lo atrapará en la que sigue. A menos que el pecado haya sido limpiado por la sangre de Jesucristo, será expuesto a la luz de Dios en el Día del Juicio (Apocalipsis 20.11-15). Trátese de hechos, pensamientos, motivos o intentos, el pecado le será imputado así como el castigo ya anunciado. Esa pena, sin duda, es la muerte eterna.


    ¿Qué pecados ocultas? Saldrán a luz. No importa quién seas. Con Dios no se juega. Mejor arrepentirte ahora, y buscar perdón y limpieza, porque “El que sembrare iniquidad, iniquidad segará” (Proverbios 22.8). “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6.7).

“El que encubre sus pecados no prosperará; 

mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”.

  Proverbios 28.13

 

martes, 1 de mayo de 2012

EN ESTO PENSAD -- mayo 2012


LA CODICIA DE DINERO ES IDOLATRÍA

¿Qué tan codiciosos y deseosos de dinero somos? Después de todo, la codicia es la compuerta principal hacia el enredo y la esclavización en el presente sistema del fin de los tiempos. La depravación yu la codicia van de la mano. Pues, la Biblia dice: "Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas" (Lc. 12:31). Esto se podría decir también al revés: "Mas buscad el dinero, y todas sus contaminaciones y pecados se os pegarán". Sin lugar a dudas, Pablo también pensaba así, ya que escribió: "raíz de todos los males es el amor al dinero" (1 Ti. 6:10). Para decirlo lisa y llanamente: la codicia es idolatría, porque pone al dinero y al lucro en un lugar más alto que a Dios. Quien se entrega a la codicia, celebra en los altares al dios mamón y quebranta el primero de todos los mandamientos: "No tendrás dioses ajenos delante de mí" (Éx. 20:3). De ahí que la Biblia condene firmemente y sin concesiones la codicia: "Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idolatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios" (Ef. 5:5). La codicia busca su herencia en la tierra.
El mandamiento de Dios es inequívoco. Debemos "salir del mundo", es decir, soltarnos de sus trampas, o sea de las promesas y enredos de una estructura colosal de finanzas y comercio. "Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades" (Ap. 18:4-5). Si pasamos esto por alto, nos haremos culpables de ser cómplices del sistema. Lilberarse de esta trampa apocalíptica del dinero – caracterizada por idolatrar a la "Babilonia la Grande" – significa que no la adoraremos, ni le daremos nuestra confianza. "No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios" (1 Co. 10:21). Nuestro lugar está en la mesa del Señor, donde queremos agradecerle por Su provisión, y donde honramos y glorificamos solamente a Él.   

por Wilfred J. Hahn, directora por largos años del Grupo de Inversión Global del Royal Bank of Canadá. De la pág. 35 de la revista LLAMADA DE MEDIANOCHE, diciembre 2011.

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La Mujer Virtuosa: 
Diez Elementos Destacados
Proverbios 31:10-31

1. Su precio (v. 10)
Su valor es muy superior al de las piedras preciosas, aun de las más valiosas.

2. Su marido (vv. 11, 12, 23, 28)
Él tiene confianza en ella y la alaba. También confía en su diligencia e integridad.

3. Sus hijos (v. 28)
La reverencian y la bendicen. (Nota: Ella ya había dado consejo y orientación a sus hijos en siete aspectos – Pr. 31:3-9).

4. Su casa (vv. 15, 27)
Todos en la casa aprecian su abnegación e interés personal por el bienestar de ellos.

5. Sus manos (vv. 13, 16, 19, 20)
Ella está ocupada continuamente en la labor voluntaria: buscando, plantando, cosiendo y supliendo las necesidades de otros.

6. Su administración (vv. 14, 16, 18, 24)
Ella manifiesta diligencia y discreción en planificar y llevar a cabo [sus trabajos], y en comprar y vender.

7. Sus vestiduras (vv. 17, 21, 22, 25)
Representadas como vestiduras, sus virtudes duraderas de fuerza de carácter y honor son dignas de ser admiradas.

8. Su lámpara (v. 18)
Su testimonio personal brilla constantemente, teniendo la mecha despabilada y la provisión de aceite renovada.

9. Sus palabras (v. 26)
Ella habla con sabiduría y bondad.

10. Su renombre (v. 31)
Ella es ampliamente conocida por su hermosura espiritual y moral; es digna de ser alabada y será recompensada abundantemente por su temor de Dios y sus obras de justicia.

del libro MUJERES QUE PROFESAN PIEDAD, por E.L. Moore, págs.111-112

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Seamos Fieles A Cristo Y Su Palabra

El apóstol San Pablo, al despedirse de los obispos (fíjense en el plural) de una sola iglesia cristiana, la de Éfeso, les previene diciendo:

"Mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la Iglesia del Señor, la cual Él adquirió para sí por medio de su propia sangre, porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño, hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos" (Hechos 20:28-30).

Este texto al igual que la mayoría de las Epístolas, evidencian que ya desde la época más primitiva de la Iglesia ésta tuvo que hacer frente a las arremetidas de doctrinas descabelladas y falsos profetas que intentaban apartar a los creyentes del fundamento de la verdad evangélica. Uno de los grandes objetivos del enemigo desde el principio de la comunidad cristiana ha sido, al parecer, la desvalorización de la persona de Jesucristo, como lo demuestran las primeras desviaciones de grupos mencionados en capítulos anteriores como gnósticos, los docetistas, los marcionitas y otros que avanzaron hasta el I y II siglo, y algunas vertientes doctrinales todavía llegan hasta nuestros días.
A finales del siglo III y durante buena parte del IV fue muy popular el arrianismo, un movimiento herético, que sin caer en los extremos de otras sectas, proclaman como su enseñanza primordial que Jesucristo era simplemente una criatura de Dios y no el Verbo Eterno que estaba con Dios y era Dios desde el principio (doctrina que es hoy fundamento también de los "Testigos de Jehová").
Ya en el tiempo cuando un sector de la Iglesia había degenerado en un movimiento político-religioso, detentador del poder del Imperio Romano, podemos encontrar también otros movimientos al margen de la Iglesia "oficial", que luchaban contra la corrupción moral y espiritual que se había introducido en el cristianismo. Estos movimientos sostenía lo que podríamos denominar las herejías de la verdad, a algunos de los cuales nos hemos referido ya como los montanistas, los donatistas y los novacianos. Una característica de dichos grupos, algunos obedientes a Roma y otros tildados de herejes, era el hecho de que consideraban la Palabra de Dios como la única norma infalible de fe, contrariamente a los sectores oficiales que cada día introducían nuevas doctrinas y dogmas, la mayoría de ellos contrarios a la verdadera fe.
extracto del libro ¿SE RENUEVA LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA? por Samuel Vila, CLIE

(Nota: Lo arriba citado nos recuerda la necesidad de vigilar la doctrina y luchar contra todo intento a corromperla o desviarla. Cristo es la Cabeza de la Iglesia y Su Palabra nuestra Guía. ¡Seamos fieles a Él y Su Palabra!).
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¿Fue María Siempre Virgen?



¿Qué dicen las Escrituras?

1. Salmo 69:8-9

2. S. Mateo 12:46; S. Marcos 3:31; S. Lucas 8:19

3. S. Mateo 13:55

4. S. Marcos 6:3

5. S. Juan 2:12

6. S. Juan 7:3-5

7. Hechos de los Apóstoles 1:14

8. 1 Corintios 9:5
9. Gálatas 1:19

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A LAS FUENTES DEL CRISTIANISMO
por Samuel Vila



Introducción 

FUENTES Y ARROYOS 

«Esto dice el Señor: Paraos en los caminos, y ved, y preguntad sobre las sendas antiguas, cuál sea el camino bueno, y andad por él; y hallaréis refrigerio para vuestras almas» (Jeremías 6:16). 
Supongamos que la ciencia médica nos ordenara, para librarnos de alguna enfermedad grave, la permanencia en uno de esos parajes privilegiados por la naturaleza con una fuente de aguas medicinales. ¿Nos conformaríamos con ir a bebería de algún arroyuelo procedente del manantial, después de haber estado expuesta al polvo e inmundicia de un cauce abierto? ¿No es más probable que querríamos ir al origen mismo, al lugar preciso de donde brota la esperanza de nuestra salud: de las entrañas mismas de la tierra? De otra manera no tendríamos garantía de que nuestro esfuerzo va a ser coronado por el éxito. 
He aquí la imagen de la religión. Únicamente acudiendo a las Fuentes del Cristianismo podemos alcanzar la seguridad de que nuestra fe es lo que debe ser según Dios, y no marchamos por un camino equivocado en asunto de tantísima importancia. 

¡Fuera indiferencia! 

Es lamentabilísimo el poco interés que hay en nuestros días por las investigaciones de carácter religioso. El pueblo se interesa por conocer los secretos de las artes, de las ciencias y las reglas y principios de los modernos juegos, pero no estudia los fundamentos de la religión de un modo inteligente. En este supremo asunto se le ha enseñado a no preguntar por temor de caer en herejía, y realmente ha caído en el extremo opuesto, el del indiferentismo religioso. 
A excepción de algunas almas piadosas en cada parroquia, la generalidad no piensa en la religión más que para los actos oficiales, y millares de católicos, así como también muchos millares de protestantes, en ciertos países, no debieran llevar el nombre de cristianos, porque no creen en los dogmas de su iglesia. No quieren distinguirse como militantes de alguna secta, pero blasonan de que ellos toman de la religión lo que les parece; y el resultado de este credo, flojo e inseguro, es la más desastrosa indiferencia, rayana en la incredulidad. 

Los deseos de un buen católico 

Afortunadamente, y sobre todo después de las mejoras introducidas por el Concilio Vaticano II, existe hoy día un buen número de católicos que se preocupa por las esencias de su religión, personas cuyas aspiraciones y deseos espirituales no son satisfechos, originando dudas que no se atreven a abrigar por temor a caer en herejía. Haciendo el asunto personal: ¿No es verdad, amigo lector, que quisieras tener una seguridad absoluta de cuál será tu destino al abandonar este mundo, apartando de tu vista el terrible espectro del purgatorio, acerca del cual tienes fundadas dudas? 
Quisieras ver el cielo más cerca. Por esto te alegras cuando encuentras algún buen trozo del Evangelio en las hojas parroquiales, o cuando el sacerdote predica un buen sermón en lengua vulgar. Quisieras que el Concilio Vaticano II se hubiera pronunciado de un modo más claro y más avanzado acerca de muchos puntos débiles o dudosos de la Iglesia Católica, a fin de poder tapar la boca de los que echan en cara a la Iglesia enseñanzas de tipo medieval, que comprendes son una rémora para la fe en el siglo XX; pero no te atreves a separarte de la religión que te enseñaron tus padres, pues reconoces que hay deberes para con Dios que te conviene cumplir. 
Todos faltamos muchas veces a la ley divina, y ¿quién se atreverá a rehusar la ayuda que ofrece la religión en asuntos del alma? 
Además, nunca te ha convencido la incredulidad, pues es imposible negar la existencia de Dios ante un universo ordenado con sabiduría. 
Por eso, aunque veas lagunas en la religión católica, la aceptas sin vacilaciones. Es la que lleva el sello apostólico, es la que Cristo fundó, es la que te enseñaron los padres. ¿Dónde hallarías otra mejor? 
Ciertamente, lector querido, no vamos a buscar para salvarnos la religión budista, como algunos pretenden, cuando tenemos el cristianismo en casa; y esas lagunas que ves en el cristianismo no provienen de su divino origen, como vamos a demostrarlo en seguida, sino del polvo y barro del camino que la religión cristiana viene arrastrando en el transcurso de los siglos. 
Lo probable es que el lector no se ha dado cuenta todavía de la gran cantidad de estos elementos que entran en el arroyo que se llama Iglesia Católica Romana. 

Un examen necesario

Estamos seguros de que el lector no confiaría su fortuna o ahorros, caso que los tuviera, a algún banco de cuya solvencia no estuviera bien seguro; y, aun después de esto, continuaría vigilando las operaciones de dicha entidad para asegurarse de que ningún peligro amenaza sus intereses. 
Y en cuanto al asunto de la salvación del alma, ¿no debemos examinar seriamente si la fe que profesamos es la que Dios quiere, y la que puede llevarnos con toda seguridad a la felicidad eterna? 
La doctrina de Cristo, sus milagros, su resurrección de entre los muertos y la sinceridad de los santos apóstoles, sellada con su sangre, son cosas bastante bien garantizadas por la Historia y la experiencia cristiana para que nadie pueda negarlas. 

La Iglesia primitiva y otras iglesias 

Es cierto que Cristo estableció su Iglesia sobre el fundamento de los apóstoles, pero tienes que llegar a darte cuenta —si no te la estás dando ya a medida que lees el Nuevo Testamento— que aquélla no era la Iglesia Romana, sino una Iglesia muy diferente de ésta, en muchos sentidos y aspectos. 
Aquella Iglesia Apostólica podía llevar con razón el título de Católica o Universal, porque agrupó en sus principios a todos los verdaderos cristianos, pero tras una enconada disputa acerca de la supremacía de los obispos, se formaron diversas ramas del cristianismo, agrupándose unas iglesias alrededor del obispo de Roma; otras, alrededor del patriarca de Constantinopla, y otras quedaron independientes de una y otra jurisdicción. 
     Hacer depender la salvación del alma de la adhesión personal a una u otra de estas ramas es el colmo del partidismo y del absurdo. No hay ni una palabra de Cristo que autorice semejante principio. La salvación y perdición del alma, en el Evangelio, se hace depender, no de la adhesión exterior a una iglesia, que nada cuesta, sino de la doctrina que domina la conciencia y la vida. 
Cualquier desviación de las enseñanzas recibidas por revelación divina es un pecado grave, del que no sólo las autoridades religiosas, sino cada creyente, somos responsables, desde el momento que nos percatamos de ello. 
Por esto, la unidad de la Iglesia es y será imposible en tanto exista alguna desviación de las doctrinas de Cristo; pues el cristiano sincero sacrifica todos los reparos de conveniencia y de tradición ante la pureza de la fe. 

continuará, d.v., en el siguiente número

NOTA:
Hace años que el excelente libro A LAS FUENTES DEL CRISTIANISMO, por el respetado autor Samuel Vila, publicado por Editorial CLIE, pero ahora agotado y fuera de circulación. Puede obtenerse en algunos lugares en internet en formato PDF para leer como libro electrónico. La quinta y última edición fue impreso en 1989 por CLIE.

puede obtener el libro en formato electrónico en varios lugares en internet. Uno de ellos es: 
http://www.scribd.com/doc/73029897/A-Las-Fuentes-Del-Cristianismo-Samuel-Vila







jueves, 3 de noviembre de 2011

EN ESTO PENSAD -- NOVIEMBRE 2011

El Amor Al Dinero


El amor al dinero es la raíz de todos los males. Por ejemplo, es la raíz de las mentiras. J. H. Jowett cuenta que le pidió ayuda a un hombre acaudalado en Nueva York a favor de una cause extremadamente digna.

"Su expresión cambió inmediatamente ante mi apleción, y habló como quien está al borde de la miseria: 'En realidad no puedo darte dinero. Con todo lo que está sucediendo no sé en qué vamos a terminar'. Pocas semanas después murió y en su testamento había más de 60 millones de dólares. Me pregunto si al final de su útlimo día escuchó al mensajero del Señor diciéndole: 'Necio, esta noche viene a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?"

El amor al dinero conduce al fraude, al robo e incluso al homicidio. Arruina matrimonios y a los hijos. Causa trastornos nerviosas y emocionales, y ha llegado a desembocar en el suicidio. Las personas acaudaladas viven en el temor del robo, el secuestro y la extorsión. Les preocupa la inflación y el colapso mercantil. Sufren de estrés, aburrimiento, insatisfacción y envidia. A veces caen en la prisión y en la desgracia. Debido a que las Escrituras condenan todo ese estilo de vida, se apartan de la fe en lugar de lograr un verdadero cambio. Tergiversan, cambian y reescriben la Biblia para justificar su opulencia. No sólo eso, sino que son traspasados con muchos dolores. Cuando Howard Hughes murió, dejó un estimativo de unos 2.300 millones de dólares. Sin embargo, una revista informó:

"A pesar de todo su poder, llevó una vida sombría, sin alegría y medio lunática ... Un recluso emparedado por sus propios temores y debilidades paralizantes. En otro tiempo un personaje dinámico y vibrante, descuidó su aspecto y su salud durante los últimos quince años de su vida, hasta convertirse en un espectro patético ... Hughes era drogadicto ... Su apariencia física era terrible ... Si bien cuatro médicos rotaban para cuidarle, su condición era espantosa ... Su principal diversión era ver películas ... Aunque vivía semana tras semana a base de una dieta que un empleado de una tienda de "todo a 10 centavos" hubiese desdeñado, era tan melindroso en cuanto a su preparación como un cliente del Maxim's ... Tomaba una o dos cucharadas [de sopa], [y] se volvía a enfrascar en la película ... En ocasiones llegaba a calentarle la misma lata de sopa diez o doce veces." 
http://www.time.com/time/magazine/article/0,9171,918526-1,00.html
http://www.time.com/time/magazine/article/0,9171,918527-1,00.html

...¿Qué concluimos? Ronald Sider nos lo dice en su libro: Rich Christians in an Age of Hunger ("Cristianos Ricos en una Época de Hambre"):

"El rico necio es el epítome de la persona codiciosa. Él tiene la compulsión avara de adquirir más y más posesiones a pesar de no necesitarlas. Y ese éxito fenomenal de amontonar más y más posesiones conduce a la conclusión blasfema que las posesiones pueden satisfacer sus necesidades. Pero desde la perspectiva divina, esta actitud es una tremenda locura. Él no es más que un necio".
William MacDonald, de su libro El Manual del Discípulo,  págs. 79-80, traducción corregida.

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Tuyo Es el Reino, y el Poder, y la Gloria

En Mateo 6:9-11 el Señor enseñó a Sus discípulos cómo orar correctamente, no como los hipócritas que oran para ser vistos por los hombres, ni como los paganos con su vana palabrería. El Padrenuestro es bueno. Es un patrón para la oración de los discípulos, los creyentes, porque comienza con "Padre". Si uno no ha nacido de nuevo Dios no es su Padre y no tiene derecho al Padrenuestro. Esta corta pero elegante oración comienza con Dios, Su nombre, reino y voluntad. Pasa de ahí a presentar nuestras peticiones, y termina diciendo: "porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén".
Notemos en particular esta palabra "porque". Es una conjunción que indica una explicación o razón. Viene al final y explica por qué podemos y debemos hacer tales peticiones. ¡El máximo gobernador del universo, el todopoderoso y eternamente glorioso es nuestro Padre! Tenemos el privilego del acceso familiar. Nuestro Padre tiene reino, poder y gloria. ¿Quién como Él? Los reyes, presidentes y dictadores de este mundo no son como Él ni duran como Él. ¿Para qué vamos a confiar en un gobierno u otros hombres, por ricos y poderosos que sean a plazo corto? ¡No son como nuestro Padre! Los creyentes tenemos un gran privilegio, el de orar al Dios eterno, nuestro Padre. Suyo es todo, para siempre. ¡Animo, y acerquémonos a Él en oración!
Carlos

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UNA CABAÑA EN MELONAR

"Y queda la hija de Sion como enramada en viña, y como cabaña en melonar, como ciudad asolada" (Is. 1:8).

Puede parecernos bonita la idea de "enramada en viña", pero aquí es diferente. El dueño hacía la enramada para el tiempo de la vendimia, algo temporal, en el melonar u otro campo. Pero al terminar la cosecha, estas son abandonadas. Terminan derrumbándose y presentan una escena triste. Si no estamos alertas nuestro testimonio puede colapsar bajo los rigores de la vida cotidiana, el trabajo y las diversiones. Tengamos cuidado, hermanos, de no descuidar la vida espiritual porque es frágil como una enramada. Mantengámonos cerca del Señor, en comunión con Él, leyendo y meditando en Su Palabra, orando siempre y buscando la comunión de los santos.
Roy Hill, del calendario devocional "Choice Gleanings"

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Píldoras antipentecostales
H. W. Graham; adaptado de La Sana Doctrina, número 51, 1967

"Habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina" (la 
doctrina sanadora), Tito 2.1

Píldoras para combatir la confusión sobre el Día de Pentecostés
· El Espíritu Santo fue enviado por el ruego del Señor y no por la oración de los creyentes; Juan 14.16 
· La Escritura no dice que los discípulos pasaron diez días en el aposento alto orando por el Espíritu; Hechos 2.1, Lucas 24.51 al 53 
· Cuando vino el Espíritu no hubo viento ni fuego. La experiencia fue “como” viento y fuego; Hechos 2.1 al 4. Quedan por verse varios detalles mencionados en Joel capítulo 2, cuando en el futuro esa profecía reciba su cumplimiento pleno.
· El bautismo de fuego es de juicio, y no de bendición; Mateo 3.10 al 12 
· Las señales que acompañaron la venida del Espíritu Santo no se repiten continuamente, como tampoco se repiten las que acompañaron la venida del Señor Jesús; Lucas 2.9 al 14 
· Las señales de Pentecostés fueron repetidas en la casa de Cornelio para convencer a los hermanos judíos que los creyentes gentiles efectivamente habían recibido al Espíritu igual que ellos; Hechos 10.45, 11.12 al 18 
· Estas señales se repitieron también en Efeso para convencer a los discípulos de Juan el Bautista que Cristo y el Espíritu Santo ya habían venido tal como Pedro les anunció; Hechos 19.1 al 7 

Píldoras para combatir ideas erróneas sobre el antiguo don de lenguas
· Solamente los apóstoles estuvieron juntos en Pentecostés y hablaron lenguas; Hechos 1.26, 2.1,7,14 
· Pedro no predicó en lenguas. Los tres mil recibieron al Espíritu sin hablar en lenguas. Las lenguas oídas en Pentecostés eran idiomas vivos y propios de los oyentes; Hechos 2.6,7,11,14,38 
· En ninguna parte de las Escrituras consta que una mujer haya hablado en lenguas. 
· La iglesia menos espiritual, la que había en Corinto, es la única que recibió una epístola que hablara de lenguas. La exhortación es de buscar los mejores dones, y no dice que el de las lenguas es uno de ellos; 1 Corintios 12.31;14.39 
· Cuando existía el don de lenguas se permitía que hablasen solamente dos o tres hermanos en cada reunión, uno a la vez, ninguna mujer, y sólo con intérprete; 1 Corintios 14.27, 28, 34 
continuará, d.v., en el siguiente número


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Las Etiquetas

La rosa, si es llamada otra cosa,
Todavía huele bien, es verdad.
Pero si de “rosa” etiquetamos,
A petunias y geranios,
Siguen siendo lo que son,
La etiqueta nada cambia.

     Nos gustan las etiquetas, porque nos ahorran el trabajo de pensar. Muchos se llaman socialistas o demócratas o republicanos sin saber qué significa la etiqueta. Uno puede llevar la etiqueta de “éxito” si ha ganado mucho dinero, aunque su vida personal sea un fracaso colosal. 
Una etiqueta popular pero poco precisa es la de “cristiano”. Mucha gente, si se le pregunta: “¿es usted cristiano?” diría que sí. Esto es porque la etiqueta incluye a tales como:
1. Cristianos Hereditarios. Personas cuyos padres eran cristianos y por lo tanto ellas piensan que también lo son. Puede que asistan ocasionalmente a una iglesia, o quizá van con regularidad, especialmente a la iglesia de sus padres.
2. Cristianos Éticos. Personas que son buenas. Viven vidas decentes y quieren que los demás también vivan así. Son ciudadanos respetuosos, buenos vecinos, buena gente. Les gusta la Regla de Oro que enseñó Jesús. Piensan que si uno hace lo mejor que puede, eso es todo lo que se le puede pedir.
3. Cristianos Culturales. Personas que viven en una comunidad o nación que se llama “cristiana”, donde predomina una religión “cristiana”. Les gustan la música y las ceremonias, especialmente para bautizos, bodas y entierros.
4. Cristianos Sociales. Personas que les gusta encontrar a sus amigos en los cultos de la iglesia. Les gusta que sus hijos hagan buenas y sanas amistades allí, y disfrutan las actividades sociales. Los hombres de negocio encuentran que asociarse con una iglesia va bien para el negocio.
5. Cristianos Verdaderos. Personas que creen que Jesucristo es el Hijo de Dios que murió en la cruz para obtener el perdón de sus pecados. Creen como dijo uno: “yo soy el pecador por quien Cristo murió en la cruz”. Los cristianos verdaderos han reconocido que son pecadores, se han arrepentido y le han aceptado como su Señor y Salvador.
Puede que este último grupo también tenga padres cristianos, intenten vivir vidas decentes, asistan a los cultos de una iglesia y disfruten actividades culturales y sociales cristianas. Pero reconocen que ninguna de estas cosas les constituye “cristianos”. Un cristiano, un creyente de verdad, ha experimentado un cambio tan radical y completo que es llamado “nacer de nuevo”. ¿Es así contigo, amigo lector?
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¿ES BÍBLICO EL SISTEMA UNIPASTORAL?
(Parte III)

Algunas Objeciones Contestadas (continuación)

Objeción 5: Y ¿qué me dice del papel de liderazgo de Jacobo en Jerusalén (Hch.12:17), Epafras en Colosas (Col. 4:12), y Epafrodito en Filipos (Fil. 2:25)?

Respuesta: Esta objeción, la cual he oído en defensa del sistema unipastoral, es un ejemplo patente de estar leyendo la Palabra de Dios a través de las lentes distorsionadas de la tradición. Jacobo, el hermano del Señor, era un varón piadoso junto con los apóstoles (Gá.1:19), no el pastor de la iglesia. Epafras era un evangelista, el “consiervo amado” de Pablo, quien llevó el evangelio a los colosenses (Col. 1:7). ¡Es extraño que él fuera “pastor” de la iglesia de Colosas, ya que nunca se le ve presente allí, sino siempre con Pablo, como en Colosenses 4:12 y  Filemón 23!  Epafrodito es descrito simplemente como uno de los colaboradores de Pablo, que fue enviado por la iglesia de Filipos para ministrar a sus necesidades. ¿Es todo esto evidencia para el sistema unipastoral?

Objeción 6: ¿No se refieren los “ángeles” de las iglesias en Apocalipsis 2-3 a los pastores (“Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso...” etc.), y sólo hay uno por iglesia?

Respuesta: Nadie que leyera el Nuevo Testamento, a menos que lo hiciera con  nociones preconcebidas, se imaginaría jamás que los “ángeles” de Apocalipsis 2-3 hacen referencia a pastores. Aunque la palabra griega angelos puede traducirse como “mensajero”, todas las demás veces que aparece esta palabra en Apocalipsis, ¡y ocurre 76 veces! – incuestionablemente hacen referencia a ángeles literales. Si significa “mensajero” en Apocalipsis 2-3, aun podría llegar a abarcar con dificultad el significado de “pastor”. En todos los casos que el Nuevo Testamento usa la frase “mensajero de...” (“mensajero de Satanás,” “mensajeros de Juan”, etc.), siempre describe por quién ha sido enviado el mensajero, y nunca a quién. En otras palabras, “el mensajero de la iglesia en Éfeso” probablemente no significaría un mensajero enviado a la iglesia, sino un mensajero enviado por la iglesia, quizá como parte de una delegación para ministrar al apóstol en su exilio en Patmos y para recibir sus instrucciones.

Objeción 7: Quizá las muchas referencias que el Nuevo Testamento hace a ancianos múltiples se deben a que, mientras que cada iglesia tenía un solo anciano o sobreveedor, cada ciudad tenía varias iglesias diferentes. Por ejemplo, cuando Pablo escribe a: “los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos” (Fil.1:1), puede que hubiera unas cuantas congregaciones en Filipos, cada una con su propio sobreveedor.

Respuesta: Este razonamiento puede parecer ser la respuesta a ciertos pasajes, pero desde luego falla en vista de otros, como Hechos 14:23 (“Constituyeron ancianos en cada iglesia...”), Santiago 5:14 (“Llame a los ancianos de la iglesia”), etc.

Objeción 8: Incluso si se pudiera demostrar que las iglesias del Nuevo Testamento tenían varios ancianos, no tendría por qué ser normativo en la iglesia actual. A fin de cuentas, todos estamos de acuerdo en que los creyentes en la iglesia de Jerusalén vendieron sus bienes y tenían todas las cosas en común, pero nadie sugere que sigamos ese modelo hoy.

Respuesta: Decir que el modelo de la iglesia del Nuevo Testamento no es normativo para las iglesias actuales es equivalente a decir que Dios nos ha dejado completamente sin modelo. ¡Doloroso pensamiento! ¿Nos ha dejado realmente Dios a la merced de la inventiva humana en decidir cómo debe conducirse el ministerio de Su iglesia? Al contrario, digamos con el salmista: “estimé rectos todos tus mandamientos sobre todas las cosas” (Sal. 119:128). En cuanto al sistema comunal de la iglesia de Jerusalén, está claro que no era el modelo de todas las demás iglesias del Nuevo Testamento. Las acciones de los primeros creyentes de Jerusalén fueron mandadas por circunstancias específicas que no se repitieron, que sepamos nosotros, en ninguna otra asamblea del Nuevo Testamento, (se supone que incluso en Jerusalén el sistema no tardó mucho en interrumpirse). Este ejemplo no puede utilizarse para justificar el haber fallado en conformarse al modelo del Nuevo Testamento cuando está tan claramente revelado.
Objeción 9: No puede negar que a través de los años Dios ha bendecido poderosamente a muchos pastores e iglesias que han usado el sistema unipastoral, y aún continúa haciéndolo hoy.

Respuesta: A nadie se le ocurriría negar tal cosa. Aun así, los problemas mencionados antes tampoco pueden ser negados razonablemente. Y ¿quién diría que el fruto y utilidad de la iglesia en conjunto están cerca del nivel divinamente deseado? Además, es un error pensar que porque Dios en su gracia esté bendiciendo a alguien que opera bajo ciertas creencias o prácticas, Él las aprueba. Dios ha usado grandemente, por ejemplo, a algunos predicadores, maestros, y misioneros que mantenían la doctrina que los creyentes pueden perder la salvación. Pero ¿quién de nosotros sugeriría  que esta idea tiene la aprobación de Dios, o que no es importante sostener la doctrina bíblica de la salvación? Gracias a Dios, Él no requiere que seamos perfectos en nuestra interpretación de la Escritura antes de usarnos. De ser así, ¿quién podría esperar ser usado? Pero conforme vamos recibiendo más luz, es nuestro deber y gozo cambiar para conformar nuestras creencias y prácticas a la Palabra de Dios.

Objeción 10: Un sistema de varios ancianos puede resolver algunos problemas, pero a la vez crea otros.

Respuesta: Lo reconozco de buena voluntad. De todas maneras, cuando se actúa conforme al modelo bíblico los problemas que surgen son bíblicos. Es decir, son problemas ya anticipados por la Escritura, y en ella encontramos orientación para afrontarlos. Además, no olvidemos que muy al margen de la cuestión de los problemas que pudieran resolverse o crearse, debemos seguir el modelo del  Nuevo Testamento simplemente porque es el modelo del Nuevo Testamento. Nos conformamos a la autoridad de la Escritura como cuestión de principios, no por razones pragmáticas. Pero cuando lo hacemos, encontramos invariablemente que el camino de Dios es el mejor.

Objeción 11: No piensará que todos los problemas mencionados desaparecerían con tal de que nuestras iglesias cambiesen su modelo de liderazgo.

Respuesta: Desafortunadamente, no. Al menos, no de la noche a la mañana, particularmente donde la mentalidad del clero/laico ha estado firmemente arraigada durante décadas. Pero incluso en esos casos, un regreso al modelo nuevotestamentario, adoptado sin reservas por la iglesia local, tendría un efecto espectacular. Por lo menos se podrían empezar a resolver las actitudes no bíblicas y los numerosos problemas cultivados por la falsa distincción entre el clero y el laico. En otras situaciones, donde fuese posible un nuevo comienzo (como en el campo misionero, en iglesias nuevas, o con nuevos convertidos), estos problemas pueden evitarse completamente. 

¿Qué diremos entonces? El pastoreo de un solo hombre, lejos de tener la sanción de la Escritura, es esencialmente una repetición “protestantizada” del sistema sacerdotal Católico Romano. Para los que proclamamos la Biblia – no la tradición – como nuestra autoridad, es hora de escudriñar fervientemente las Escrituras para ver si estas cosas son así (Hch. 17:11).
Quisiera que cada lector de este librito compartiese la bendición que yo encontré cuando “volví mis pies a tus testimonios” (Sal.119:59), y escogí reunirme en comunión con los que se congregan en la sencillez y el orden del Nuevo Testamento.
      Mark Frees

Observación del editor:
Algunas iglesias, aunque en teoría tienen un consejo de ancianos, en la práctica funcionan como si tuviesen un pastor. Uno de los ancianos ejerce su influencia y toma las decisiones casi sin consultar a los demás. Todos deben consultarle a él, pero él no consulta casi a nadie. En vez de trabajar como equipo, ese anciano actúa como el pastor y el otro o los otros como sus pastores asistentes. Quizás porque él empezó la obra, o porque es el más viejo, o  es quien compró o edificó el local, o porque es el más rico y quien más contribuye, o porque pertenece a cierta familia. Pero ninguna de esas excusas le hará salir aprobado delante de Dios porque no debe haber un sólo hombre gobernando en una iglesia, ni en título ni en la práctica. El Señor dice: "ancianos en cada iglesia", y nadie tiene derecho a modificarlo.