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sábado, 1 de mayo de 2021

EN ESTO PENSAD - mayo 2021

  GLORIA E IMPERIO

por Carlos Knott

Toda la gloria de este mundo es en realidad vanagloria, falsa y efímera, porque nace de la raza descrita así en Romanos 3:12. “Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”. Por eso viene el día de juicio divino cuando “la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 P. 3:10).
    En cambio, gran gloria e imperio eterno son del Señor Jesucristo, y gozarán de ellos todos los que confían en Él. Considera lo que enseñan las Escrituras:


Isaías 9:7  “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite...ahora y para siempre”.
    ¿De quién es ese imperio universal e sin límite? El profeta Isaías le identifica.  El versículo anterior lo aclara: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”. El Mesías de Israel, el Señor Jesucristo, el Verbo hecho carne, es ese niño nacido e hijo dado. El Hijo eterno del Padre se encarnó y nació de María. Luego le vemos en Apocalipsis, no en humildad sino con gran gloria y gran poder (Mt. 24:30; Mr. 13:26), viniendo para juzgar la tierra, tomarla y reinar para siempre. “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Ap. 11:15).

1 Timoteo 6:16  “...al cual sea la honra y el imperio sempiterno”.
 

    El apóstol Pablo aclara que él que tendrá honra e imperio sempiterno es el Señor Jesucristo. Los versículos 14 y 15 del mismo texto lo identifican claramente: “...hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores”. ¡Hermosos títulos que no pertenecen a ningún otro! “El bienaventurado y solo Soberano” es Jesucristo. El Rey de reyes y Señor de señores también es Él. Los del mundo pelearán contra Él para resistir Su reino, pero será inútil. Dios le ha dado el reino. “Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes” (Ap. 17:14). Cuando Él sea revelado en el cielo, viniendo para conquistar y reinar, llevará este título: “REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” (Ap. 19:16).

1 Pedro 4:11 “...Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el  imperio por los siglos de los siglos. Amén”.

    El apóstol Pedro declara que además, la gloria y el impero le pertenecen, son Suyos, por la eternidad.  Por eso llama Su reino: “...el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 P. 1:11). La gloria nunca pertenece a los hombres, sino solo a Dios, eso es, al Señor Jesucristo. De ahí que los apóstoles sabían no gloriarse. “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (Gá. 6:14) Si bien Dios enseña que demos “...al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra” (Ro. 13:7), pero nunca debemos dar gloria a los hombres.


continuará, d.v., en el número siguiente

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“Conquista la Voluntad del Niño”
 
Consejo que la madre de Juan Wesley le dio:

Para formar la mente de los niños, la primera cosa que hacer es conquistar su voluntad y traerlos a una disposición obediente. Informar el entendimiento es un trabajo que requiere su tiempo, y con niños debe proceder lenta y gradualmente según puedan soportarlo. Pero la sujeción de la voluntad es algo que debe hacerse en seguida, y cuanto antes, mejor. Porque si descuidamos la corrección a tiempo, ellos contraerán una terquedad y obstinación que después a penas serán conquistadas, y nunca sin usar tal severidad que sería tan dolorosa a mí como al niño. En la estimación del mundo pasan por benignos e indulgentes aquellos a quienes yo llamo padres crueles, que permiten que sus hijos formen hábitos los cuales ellos saben que después tendrán que ser quebrantados. Además, algunos son tan neciamente dispuestos como para enseñar en broma a sus hijos a hacer cosas que más tarde los castigarán severamente si los hacen.
    Cuando se corrige a un niño, debe ser conquistado; y esto no será demasiado difícil si no se ha vuelto cabezón debido a demasiada permisividad. Y cuando la voluntad del niño es totalmente sojuzgada, y traída a reverenciar y respetar a sus padres, entonces muchas tonterías de niños e inadvertencias pueden ser evitadas. Algunas deberían ser pasadas por alto sin echarles cuenta, y otras reprendidas suavemente, pero ninguna transgresión voluntariosa debe serles perdonado a los niños sin castigo, más o menos según la naturaleza y circunstancias de la ofensa.
    Insisto en conquistar siempre la voluntad de los niños, porque es el único fundamento fuerte y razonable de una educación religiosa, y sin esto tanto precepto como ejemplo serán ineficaces. Pero cuando sea bien hecho, entonces el niño es capaz de ser gobernado por la razón y piedad de sus padres hasta que su propia comprensión llegue a madurez y los principios de la religión se hayan arraigado en su mente.
    Aún no puedo despedir este tema. Debido a que la voluntad propia es la raíz de todo pecado y miseria, cualquier cosa que favorezca o nutra esta voluntad en los niños asegura su mal estar y falta de piedad en el futuro. Lo que sirva para parar y hacer morir la voluntad propia también promueve su futura alegría y piedad. Esto está todavía más claro si consideramos además que la religión no es otra cosa que hacer la voluntad de Dios y no la nuestra. El gran impedimento singular a nuestra felicidad temporal y eterna es esta voluntad propia, así que ninguna indulgencia de ella puede ser trivial, y ninguna negación de ella carece de beneficio. El cielo y el infierno dependen sólo de esto. Por esto, el padre o la madre que estudia sojuzgarla en sus hijos colabora con Dios en la renovación y salvación de un alma. El padre que trata con permisividad e indulgencia a sus hijos hace el trabajo del diablo, hace impracticable la religión, inaccesible la salvación, y hace todo lo posible para condenar a sus hijos, alma y cuerpo, para siempre.


Susanna Wesley tuvo 19 hijos, de los cuales son Juan y Carlos que fueron predicadores del evangelio y compositores de himnos. Ella escribió estas y muchas otras instrucciones a su hijo Juan y aparecen en el libro The Journal of John Wesley (“El Diario de John Wesley”), Moody Press.
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"Hasta que la muerte nos separe".
 
Dios ha creado el matrimonio para que lo edifiquemos a la luz del Manual que el Diseñador nos ha dejado. Si lo leemos y lo obedecemos, de seguro que nuestra unión perdurará y seremos felices, y el amor entre nosotros irá en aumento. “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). Dios es sabio y en Su sabiduría dejó tajantemente escrito: NO al adulterio y NO al divorcio...

EXCUSAS PARA ROMPER NUESTRO MATRIMONIO
“Realmente no existe diálogo” (falta de comunicación entre nosotros)
“Somos tan diferentes”
“Somos incompatibles”
“No nos entendemos”
“No nos soportamos”
“No pensamos ni actuamos igual”

Éstas son sólo algunas de las muchas excusas que ponemos a la hora de desobedecer a Dios. Esto rompe la unidad del matrimonio, cosa que Él ha dicho que no hagamos. La desobediencia es pecado y trae serias complicaciones, porque repercute en los hijos que tienen que pagar las consecuencias de nuestras rebeldías y de nuestros pecados.


Pedro Martín, EL AMOR QUE TRANSFORMA LOS CORAZONES, págs. 102-103 
 
en Marcos 10:9 el Señor manda: 
"lo que Dios juntó, no lo separe el hombre"
 
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La Importancia de la Asamblea
y Nuestro Compromiso con Ella
parte 4


por David Rodgers





viene del número anterior
5. Carta de Cristo (2 Corintios 3:1-3)

“¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros? Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón”.

     Cuando pusieron en tela de juicio su apostolado, Pablo afirmó a los corintios que ellos mismos constituían su carta de recomendación. Podemos ir un poco más adelante y ver que cada asamblea es también carta de Cristo, y debemos preguntarnos: ¿Cómo es Cristo, según nosotros? Si Cristo es exhibido y evidenciado a través de Su pueblo, ¿qué leen las personas en las “letras y páginas” de nuestros hechos, dichos y actitudes? Me repitieron hace poco un comentario de un hermano disgustado que dijo: “No quiero ir a la reunión de la iglesia, porque en ella encuentro gente igual como en el mundo”. No sé hasta qué punto él aportaba un carácter diferente; no creo que fuese tan superior a quienes criticaba tan ácidamente. Sin embargo, todos y cada uno de nosotros debemos confesar que en alguna medida es la verdad.
     Un hermano obrero del Señor en Canadá nos relató una vez que estaba tratando con un matrimonio nuevo. Decidió repasar las Escrituras para saber cómo presentarles la enseñanza bíblica de la iglesia local. Se sorprendió al ver que la primera mención de la asamblea, la iglesia local, en el conocido pasaje de Mateo 18, ¡está en el contexto de un conflicto entre hermanos! ¡No era exactamente lo que tenía en mente para impresionar al matrimonio nuevo! Luego comentó: “El problema somos nosotros, con nuestro orgullo y espíritu indispuesto a someternos a la transformación por la Palabra de Dios como demanda Romanos 12:1-2. “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
    Este proceso de ser conformado al mundo, metido a la fuerza en su molde, comienza prácticamente al nacer y sin que nos demos cuenta. Satanás es “el dios de este siglo” (2 Co. 4:4) y desea tenernos como instrumentos para sus fines. ¡Este proceso debe parar! Ha de reemplazarse por un proceso nuevo, en base a la renovación de nuestro entendimiento por la Palabra de Dios, bajo la guía y obra del Espíritu Santo en nosotros. El producto será nuestra transformación – “hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Ro. 8:29).   
    Hermanos, para que Cristo sea formado en nosotros (Gá. 4:19), es necesario que Su Palabra permanezca en nosotros y nos transforme a la imagen de Él. Así seríamos carta verídica de Cristo, dando testimonio fiel de Sus características. Las personas verán en nosotros un reflejo hermoso de Cristo.
    Es en el contexto de la asamblea con su nutrición en la Palabra, la actividad de adoración y servicio, que Su carácter es formado en nosotros, para que seamos “carta de Cristo”. Si esto realmente nos interesa, permaneceremos en comunión cada vez más activa en nuestra propia asamblea, dándonos cuenta de su suma importancia.
 
6. Virgen pura (2 Corintios 11:2)

“Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo”.

    “Celo de Dios” es el celo del Padre protegiendo al Hijo. ¡¿Qué sentiría yo como padre hacia alguna persona cuya intención era de terciar en el matrimonio de mi hijo o hija?!
    El concepto de pureza en el testimonio del pueblo de Israel tenía que ver con su enseñanza y consecuente práctica religiosa. El ir tras la idolatría de las naciones paganas era espiritualmente adulterio (Jer. 3:9; Ez. 16:38) y fornicación (Ez. 6:9; Os. 1:2; 2:2; 4:15).
    Al parecer el concepto aquí es similar. Pablo teme que los corintios estuvieran prestando sus oídos y mentes a otros enseñadores, y asimilando lo contrario a la fidelidad a Cristo. ¿Es una posibilidad para una asamblea hoy? ¡Sí! Hay más error que nunca, y a menudo se disfraza en un manto de cristiandad. Peligramos cuando quitamos los ojos del Señor y Su Palabra y empezamos a mirar alrededor. El apóstol aquí advierte de la astucia de la Serpiente que engañó a Eva con “media mentiras”, con todas sus consecuencias nefastas. Hay suficiente actividad en la evangelización, en el cuidado mutuo, y el hacer bien al prójimo para ocuparnos por los pocos años que dura nuestra vida. La doctrina y práctica apostólica contenidas en las Escrituras, y traspasadas a nosotros por fieles siervos de Dios, han de ser nuestra ocupación. Lo que necesitamos hacer en lugar de andar buscando algo entretenido, novedoso o polémico es ocuparnos activamente en lo que sabemos y tenemos que hacer.
    A veces nos desalentamos ante la aparente falta de fruto. Jeremías en el capítulo 15 de su libro se desanimó al ver resultados magros en su ministerio, y se quejó de los reproches que había cosechado: “¿Por qué fue perpetuo mi dolor, y mi herida desahuciada no admitió curación? ¿Serás para mí como cosa ilusoria, como aguas que no son estables?” (Jer. 15:18). Estaba a punto de tirar la toalla. Pero el Señor le respondió: “Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos (Jer. 15:19).
    La doctrina y práctica del patrón bíblico en la asamblea son buenas. Lo que falta es que nosotros nos ocupemos en ellas, no por tradición, sino con verdadero amor y consagración, como a lo que es nuestro primer amor e interés. Hemos de estudiarlas, asimilarlas y hacerlas nuestras en convicción personal. Luego debemos practicarlas y promulgarlas dondequiera que estemos. Así la asamblea será preservada como virgen pura, no contaminada por religión extraña, ni arrimada al mundo, como hoy está tan de moda. La asamblea se verá como virgen pura, desposada con Cristo, ocupada y viviendo en la gozosa expectación de la llegada de su amado Señor y Novio.

continuará, d.v. en el siguiente número 
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TIEMPOS MALOS
Lucas Batalla


“Destruction” por Thomas Cole

“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón”.
Génesis 6:5-6

Hay un refrán que dice: “Cuánto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro”. No es difícil de entender, porque hay mucha maldad y engaño en los seres humanos, tanto hombres como mujeres, jóvenes y ancianos.
    El mundo no siempre ha sido así, pero casi siempre. Llegó a esta triste condición en las generaciones después del pecado de Adán y Eva. Primero Caín mató a su hermano. Luego vino la arrogancia, la violencia, y otros pecados en sus descendientes. El pecado corrió y arruinó la raza humana como un virus agresivo contra el cual no hay defensas naturales. El versículo 5 dice que la maldad de los hombres era mucha en la tierra. El versículo 11 dice: “Y se corrompió la tierra delante de Dios, y la tierra estaba llena de violencia”. Así que, en pocas generaciones el mundo llegó a corromperse de tal manera que Dios resolvió castigarlo con el diluvio. Los versículos 6 y 7 documentan el disgusto y el propósito de Dios.
    Si la lectura terminara allí, no habría esperanza, pero no es así. El versículo 8 comienza con la palabra “pero”, la cual indica un cambio, un contraste. Contra este trasfondo de corrupción, maldad, violencia y el juicio inminente, luce la gracia de Dios. “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”. Cuando el hombre ha fracasado del todo, Dios viene buscándolo para salvarlo porque no quiere su perdición. Por esto, aparece la gracia de Dios en el versículo 8, en este momento de la historia. La gracia de Dios no es cosa sólo del Nuevo Testamento como algunos suponen. Como atributo de Dios siempre ha estado presente. Como vocablo divino, aparece por primera vez en la Biblia en nuestro texto.
    Miremos otra vez el contexto histórico en el cual aparece por primera vez la gracia de Dios. El versículo 11 dice: “se corrompió la tierra”. El versículo 12 informa que “toda carne había corrompido su camino”. En el versículo 13 Dios declara que “la tierra está llena de violencia” y que había decidido “el fin de todo ser”. Es decir, se acabó el tiempo de la paciencia. Otra vez pasará esto en el futuro no lejano, cuando en cumplimiento de Apocalipsis 10:6 el cielo declara que “el tiempo no sería más”, esto es: “no más tiempo”.
    Hermanos míos, hoy vivimos en medio de un mundo tan corrompido y violento como en los días de Noé. El Señor dijo que así serían los tiempos de Su segunda venida (Mt. 24:37; Lc. 17:26). Por un lado esto debe llenar nuestro corazón de esperanza, sabiendo que antes del retorno de Cristo viene el arrebatamiento de la iglesia, cosa que está a punto de suceder en cualquier momento. Como el Señor arrebató a Enoc antes del diluvio, así hará con la Iglesia. Por otro lado, nos debe dar un sentido de urgencia respecto a la proclamación del evangelio, porque al mundo no le queda mucho tiempo.
    Noé era varón justo, declara el versículo 9, y “con Dios caminó Noé”. Así describe la Biblia a Enoc en Génesis 5:22-24, “Enoc caminó con Dios”. Las circunstancias eran malísimas, pero caminaron con Dios, y ambos fueron usados por Él para predicar y advertir a los de su generación. En el mundo antediluviano, se veían las cosas en blanco y negro, no en medias tintas. Uno andaba con Dios o con el mundo. No podía nadar y guardar la ropa, ni entonces ni ahora. Dios estaba disgustado con el mundo, y podemos estar seguros de que los que caminaban con Él también sentían lo mismo. No amaban al mundo ni deseaban sus placeres superficiales.
    Todavía eso es así, y ahora cada uno de nosotros debe hacerse la pregunta: “¿Con quién camino yo?” Aquí se aplica otro refrán: “Dime con quien andas, y te diré quién eres”.  ¿Quiénes son nuestros compañeros?
    El cristiano verdadero no puede tener comunión con el mundo. El mundo está corrompido, denunciado y a punto de ser juzgado por Dios. El príncipe de este mundo no es nadie menos que el mismo diablo. Él y el mundo son enemigos de Dios. ¿No sabemos que la amistad del mundo es enemistad con Dios? (Stg. 4:4) ¿No sabemos que la Palabra de Dios nos manda: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo”? (1 Jn. 2:15). ¿No sabemos que porque pertenecemos a Cristo, el mundo nos aborrece y que esto tiene que ser así? (Jn. 15:18-19). Lo que el mundo necesita no es lo que quiere. Necesita a personas que como Enoc y Noé, predicarán y anunciarán el juicio venidero, y llamarán a los hombres al arrepentimiento y la fe. Porque el juicio viene, pero el Dios de toda gracia ofrece perdón y vida nueva en Cristo Jesús. Dios ama a los pecadores, pero sólo busca amistad con ellos a través de la cruz de Cristo y el evangelio. Sin arrepentimiento y fe, no hay amistad con Dios, ni escapatoria del juicio que pronto será desencadenado.
    Hermanos, ante la maldad de nuestros tiempos, vivamos en separación y santidad, y con amor divino derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo, prediquemos el evangelio y advirtamos a los hombres, poniendo delante suyo la verdad de que el tiempo es corto y el Señor viene con sus santas decenas de millares para juzgar a los impíos. Vivimos en el tiempo justo antes de otro gran juicio de Dios, la tribulación. Seamos fieles a Dios hasta que Él venga a sacarnos de aquí.
Lucas Batalla dio este estudio a la asamblea en Sevilla
 
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La Pregunta de Job
 
"Perecerá el hombre, ¿y dónde estará él?"  Job 14:10

Apreciado lector, ¿dónde pasarás la eternidad? Debes afrontar esta pregunta, porque a la velocidad de sesenta segundos por minuto te acercas a la muerte. Los días pasan rápidamente. Pronto entrarás en la eternidad, y ¿dónde estarás?
    No hablo de tu cuerpo, sino de ti. Moras en tu cuerpo, pero no eres un cuerpo, sino mucho más. Al expirarse el cuerpo, lo abandonarás instantáneamente. ¿Dónde estarás tú cuando tu cuerpo exale su último? Los creyentes en el Señor Jesucristo tenemos una segura y firme esperanza: "ausentes del cuerpo, y presentes al Señor" (2 Corintios 5:8). Pero si no te has arrepentido de tus pecados y creído en el Señor Jesucristo que murió por ti para darte perdón y vida eterna, entonces al abandonar el cuerpo irás al lugar de tormentos. Jesucristo explicó esto en Lucas 16:22-24. No hay más opciones. No existe el purgatorio. No hay nirvana. No hay reencarnación. Hay cielo e infierno. Perecerás, ¿y dónde estarás tú?
    Dios guarda libros en el cielo. ¿En cuál de ellos aparece tu nombre? Tu nombre puede estar escrito en la lista de los bautizados en una iglesia, o de los galardonados y reconocidos en la sociedad, pero esos libros no estarán en la eternidad. Solo vale lo que está escrito en el cielo. Ahí está el libro de la vida del Cordero (Apocalipsis 13:8; 21:27). Jesucristo dijo que los que confían en Él tienen vida eterna. Son los únicos inscritos en ese libro.
    Los demás libros que Dios guarda son los registros de las obras (Apocalipsis 20:12). Éstos serán consultados en el juicio de todos los que no creen en el Señor Jesucristo. Ahí están escritos todos tus pecados, y esos libros con horrible detalle demostrarán que eres pecador. "La paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23). "El alma que pecare, esa morira" (Ezequiel 18:4). Todo está escrito en los libros de Dios.
    Amigo, no hay misterio acerca de qué te pasará después de la muerte. Dios lo deja todo claro, para que no te confundas. "Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio" (Hebreos 9:27). No son opiniones, teorías, filosofías ni puntos de vista, sino cosas divinamente establecidas y ciertas. Prepárate ahora. Arrepiéntete y confía en el Señor Jesucristo.
 

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