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miércoles, 1 de enero de 2014

EN ESTO PENSAD -- enero 2014


RESOLUCIONES PARA EL AÑO NUEVO

“Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año”  (Éxodo 12:2).


    Las resoluciones y los propósitos del año nuevo son buenos pero frágiles, esto es, se rompen fácilmente. Las oraciones de Año Nuevo son mejores; ascienden al trono de Dios y ponen en movimiento las ruedas de la respuesta. Al llegar al comienzo de otro año, haremos bien en apropiarnos de las siguientes peticiones: 
Señor Jesús, este día me consagro a Ti una vez más. Deseo que tomes mi vida este año que empieza y que la emplees para Tu gloria. “Que mi vida entera esté consagrada a Ti, Señor”. 
Te pido que me guardes del pecado, de cualquier cosa que deshonre Tu Nombre.
Hazme dócil por el Espíritu Santo. Quiero avanzar hacia Ti. No permitas que quede atrapado en un bache a la mitad del camino.
Sea mi lema este año: “Es necesario que él crezca, y que yo mengüe”. Toda la gloria sea para Ti, y ayúdame a no tocarla.
Enséñame a hacer

de cada decisión un asunto de oración. Me aterroriza la idea de apoyarme en mi propia prudencia. “Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jer. 10:23).
Muera yo al mundo y aun a la aprobación o censura de los que amo o de mis amigos. Dame el deseo único y puro de hacer las cosas que agradan a Tu corazón. Guárdame de murmurar y criticar a los demás. Más bien ayúdame a hablar lo que es edificante y provechoso. 
Guíame a las almas necesitadas. Sea yo amigo de los pecadores, así como Tú lo eres. Dame lágrimas de compasión por los que perecen. “Miraré a la multitud como mi Salvador la vio, hasta que mis ojos de lágrimas se llenen. Contemplaré a las ovejas errantes con dolor, y por amor a Él,  las amaré”. 
Señor Jesús, no permitas que me vuelva frío, amargado o cínico a pesar de todo lo que pueda pasarme en la vida cristiana.
Guíame en la administración de mi dinero. Ayúdame a ser buen administrador de todo aquello que me has confiado.
Ayúdame a recordar momento a momento que mi cuerpo es templo del Espíritu Santo, y que esta tremenda verdad influya en toda mi conducta.
Y, Señor Jesús, pido que éste sea el año de Tu retorno. Ansío ver Tu rostro y caer a Tus pies en adoración. Durante el año que empieza, que la esperanza bendita se mantenga fresca en mi corazón, librándome de todo lo que pudiera detenerme aquí, y guárdame en la cúspide de la esperanza. “¡Ven, Señor Jesús!”

William MacDonald, del libro DE DÍA EN DÍA, (CLIE), lectura para el 1 de enero

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¡Seamos Todos Adoradores!

“Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios, diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado” (Ap. 11:16-17).
Para los que deseamos mejorar como adoradores, he aquí un aspecto de la adoración que frecuentemente es ignorada: es simplemente darle gracias al Señor por quién es y lo que hace. Las expresiones vocales de acciones de gracias forman parte de la adoración celestial. No es necesario pensar en algo elocuente que decir para adorar. Cualquier hermano puede dar gracias a Dios. En el cielo adoran todos, porque están todos agradecidos.¡Hermanos, que también se escuchen con frecuencia esas sencillas y sinceras acciones de gracias en nuestras reuniones aquí en la tierra!
Carlos
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Verdades Eclesiales 


Norman Crawford

¿QUÉ ES UNA IGLESIA LOCAL?

I — Una definición de la iglesia
El sentido del vocablo “iglesia”, ekklesía, es un llamado a salir afuera. No es el tipo de término que puede aplicarse a un edificio, ni lo emplea el Nuevo Testamento para referirse a una organización compuesta de varias congregaciones que constituyen una denominación eclesiástica. 
La palabra “iglesia” figura 115 veces en la Versión Reina-Valera (Revisión 1960). Tres veces se refiere a una reunión municipal en la ciudad de Éfeso, Hechos 19:32, 39 (traducida “congregación”, “asamblea”), por lo menos una vez a Israel, Hechos 7:38 (“congregación”) y las demás veces bien a la iglesia que es el cuerpo de Cristo, Efesios 1:22-23 (“… lo dio por cabeza sobra todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo”), o a una iglesia en una localidad determinada, compuesta de un grupo de creyentes quienes se reúnen con regularidad en el Nombre del Señor Jesucristo como una iglesia de Dios. Por el contexto de cada pasaje debemos determinar de cuál de los dos aspectos de la iglesia se trata. 

La iglesia que es su cuerpo 
En Mateo 16:18 Cristo habla de una iglesia que quedaba aún en el futuro: “sobre esta roca edificaré mi iglesia”. El tiempo futuro simple del verbo —“edificaré”— da a entender claramente que la iglesia no existía antes del día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo bautizó a los creyentes en el cuerpo de Cristo. “Por un solo cuerpo fuimos todos bautizados en un cuerpo … y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”, 1 Corintios 12:13. Esto marcó un nuevo comienzo y dio lugar al cuerpo espiritual de Cristo. 
“Sois … conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor, en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”, Efesios 2:19 al 22. 
Observamos que se denomina “su cuerpo”, “un templo santo” y “morada de Dios”. El “cuerpo de Cristo” se compone de todos los creyentes en esta edad de la Iglesia. Todos los que han sido salvos en esta época de la gracia han sido bautizados por el Espíritu “en” Su cuerpo. No se trata de un privilegio reservado para los creyentes más avanzados espiritualmente, ya que aun los corintios, quienes eran carnales, fueron bautizados en ese cuerpo y participaron del Espíritu Santo, según 1 Corintios 12:13. 
La época o edad actual es un paréntesis en el programa profético de Dios, un lapso de tiempo de duración indeterminada, y no se encuentra mencionada en el Antiguo Testamento. Las grandes profecías del Antiguo Testamento que definen ciertas épocas  –Levítico 23:4 al 44, Daniel 9:24 al 27 – y las parábolas acerca del misterio del reino en el Nuevo Testamento  – Mateo 13:1 al 58 – dejan en claro que el rechazo del Rey y su muerte en cruz pararon el reloj profético al final del septenio (“semana”) número 69, 483 años desde lo que Daniel 9:25 llama: “la orden para restaurar y edificar a Jerusalén”. Se quitó la vida al Mesías, mas no por sí, 9:26. El resto del programa profético espera el septenio número 70, el cual identificamos como “tiempo de angustia”, Daniel 12:1 y “la gran tribulación”, Apocalipsis 7:14. 
Esta “edad del Espíritu” o “época de la iglesia” no forma parte del plan divino de los tiempos, el cual gira en torno de los propósitos de Dios para Israel, el pueblo terrenal que Él ha escogido. No obstante el uso una vez del vocablo ekklesía para referirse a Israel (en Hechos 7:38), Israel nunca era la iglesia. Esteban emplea el término para afirmar que el pueblo de Israel fue llamado a salir de Egipto para congregarse a Dios en el desierto. Aquellos en Israel que fueron salvos para formar parte del testimonio primitivo, o llegan a ser salvos en nuestros tiempos, dejan de ser parte de Israel y se constituyen miembros del cuerpo de Cristo; véase 1 Corintios 12:13 y Efesios 2:14 al 22. 
Este paréntesis que es “la época de la iglesia” cumple el propósito de Dios de tomar de entre las naciones —los gentiles— un pueblo para Su nombre, Hechos 15:14. Todo lo que pudiera verse ahora en cuanto a los propósitos de Dios para con Israel no es sino las sombras de acontecimientos venideros. 

Del librito Assembly Truths (Verdades Eclesiales), por Norman Crawford, Truth and Tidings Publishers, Jackson, Michigan, Estados Unidos, 1984
(continuará, d.v., en los siguientes números).

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Una Buena Meta Para El Año Nuevo
ESTE AÑO, lee la Biblia entera. Sólo son 4 capítulos diarios, y terminarás antes del fin de noviembre. "Creced en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo..." (2 P. 3:18).
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¿TIENES PROBLEMAS?


¿Y quién no tiene problemas? La vida es un verdadero lío, y para muchos es una auténtica tragedia. Problemas económicos, problemas de salud, problemas de trabajao y... vaya, todos los que quieras. Lo que más choca es pensar que a nadie le gustan los problemas, nadie los desea, y sin embargo se nos vienen encima antes de que nos demos cuenta.
¿Te has parado a pensar en lo hermosa que sería la vida sin problemas? No me refiero simplemente a problemas de dinero, porque hay quien no tiene esa clase de problemas y sin embargo no es feliz. Me refiero a una vida completamente libre de enfermedades, guerras, hambre, miseria, dolor, odio... La verdad es que algunos piensan que una especie de Paraíso terrenal se puede conseguir con el esfuerzo de todos, con la buena voluntad y solidaridad de toda la sociedad. Pero desde los orígenes de la humanidad se está esperando eso, y no llega. 
Para ser sinceros, tenemos que decir que nunca llegará por la voluntad y el esfuerzo de los hombres. No seamos ingenuos. No pongamos la esperanza en los vaivenes de la política, o en los avances de la ciencia. Hace miles de años que la humanidad busca la solución por ese camino, y no consigue más que agravar su situación.
Entonces, ¿no hay solución para tantas injusticias, violencias y sufrimientos? ¿Nunca habrá remedio para las enfermedades? ¿Siempre andaremos por un valle de lágrimas?
Amigo, tengo una buena noticia. Lee estas palabras: “...y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor” (Apocalipsis 21:4). Me preguntarás: ¿Dónde? ¿Cuándo? En respuesta, te invito a leer un libro único, excepcional. Es un libro que te explica todo lo que necesitas saber para tener PAZ en medio de la aflicción, y ESPERANZA en medio de la desesperación. Me refiero a la BIBLIA. Sí. No te sorprendas ni te enfades, por favor. No te hablo de beaterías ni historias infantiles. Te hablo del único libro que tiene un mensaje de VIDA porque es la Palabra de Dios. Explica de dónde vienen los problemas y cuál es la solución. Es un libro maravilloso, una verdadera historia de amor, la más gloriosa que jamás haya existido. Este libro divino te enseñará a conocer a tu Creador y la forma de poder comunicarte con Él.
La Biblia nos habla del pasado, del futuro y también nos enseña cómo debemos vivir ahora. Además, en la Biblia descubrimos la explicación del mal y sus consecuencias. El mal es una realidad innegable, y debemos enfrentarnos a el con la única solución para vencerlo: la VERDAD.

¿Problemas? Sí, muchos. Pero tienen solución cuando entendemos la raíz de ellos y el camino de la salvación mediante un nuevo nacimiento. Jesucristo dijo: “os es necesario nacer de nuevo”. No nos aconsejó la religión, sino el nuevo nacimiento, y la Biblia explica cómo. Te invitamos a leer la Biblia, comenzando con el Evangelio según S. Juan. Encontrarás en ella la respuesta a muchas preguntas y dudas.

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Dios Triunfa Sobre El Mal

Texto: 2 Pedro 3:1-13


El Señor no quiere el mal de nadie – quiere que todos se arrepientan. Él ha dejado señales de Su venida para que veamos que Él vendrá; aunque muchos (v. 4) no quieran creerlo, es así. Mirad lo que pasó con el volcán que dio un soplo ardiente, pequeña cosa en el planeta, pero con esto paró a mucha gente y dejó paralizadas las lineas aéreas. Dios da avisos y el hombre debe prestar atención. No habrá ningún lugar en el mundo donde se podrán esconder de Sus juicios. Él es soberano y prevalecerá.
Ahora bien, en 1 Pedro 2:13-14, Romanos 13:1-10 y Tito 3:1-2, el Dios soberano nos manda sujetarnos a los gobiernos, porque Él los ha puesto. El enemigo, Satanás, se rebeló contra el gobierno de Dios y vino a este mundo a arruinar y hacer rebeldes a los seres humanos. Habiendo hecho rebelión en el cielo, vino a hacerla en la tierra. Arruinó la vida de Job pero sólo con permiso del Señor, y cuando salen gobernantes malos, y no son pocos, no son enviados por el Señor, sino permitidos por Él. Cuando se levantan las fuerzas del mal no desesperemos sino oremos y confiemos en el Señor, porque Él está por encima de todos. El diablo controla los sistemas políticos, pero Dios está por encima de él y de ellos.
En Daniel 4 vemos al idólatra Nabucodonosor rey de Babilonia (vv. 27-37). Dios le dio un sueño y después en la interpretación de Daniel, un consejo solemne en los versículos 26-27. Pero en los versículos 29-30 vemos que un año más tarde, él desechó ese consejo, y en los versículos 31-33, sin más aviso, el juicio de Dios cayó repentinamente sobre él. Dios puede juzgar a los reyes y poderosos, porque Él es soberano. Y cuenta con esto, que Él que gobierna a los reyes y poderosos también puede tocar nuestras vidas en cualquier momento. Es juez de todos, y este pensamiento debe animarnos a andar en el temor de Dios. Entonces, cuando Dios castigó al rey Nabucodonosor, fue bien humillado hasta que en los versículos 34-35 alzó sus ojos al cielo reconociendo la soberanía de Dios. De la misma manera podemos ver cómo Dios hará caer Su juicio sobre toda la soberbia humana y al final aun los incrédulos aprenderán y se someterán a Él – doblarán la rodilla. O podemos humillarnos ahora delante de Él, o ser humillados al final por Sus juicios.
Dios juzgó a los cananeos, descendientes de Cam (Gn. 9:20-29). Cam era el hijo de Noé que despreció a su padre y fue maldito. No por ser Noé gran persona, sino porque Dios no quiere que los hijos desprecien a sus padres. Entonces, los cananeos nacieron malditos y vivían en la maldición, cometiendo terribles pecados aun en la práctica de sus religiones. Pero Dios no los juzgó hasta 400 años después de Abraham (Gn. 15:13). En Deuteronomio 7:1-6 instruyó a Israel que no debía tener misericordia de ellos ni relacionarse con ellos. “Y consumirás a todos los pueblos que te da Jehová tu Dios; no los perdonará tu ojo” (vv. 16-17). En Deuteronomio 20:17 dice: “los destruirás completamente...como Jehová tu Dios te ha mandado”. Esto no es venganza, sino justicia divina. Dice en el versículo 18, “para que no os enseñen a hacer según todas sus abominaciones que ellos han hecho para sus dioses”. Dios no quería que Su pueblo se mezclara con los pueblos condenados por sus pecados. No lo quería entonces ni lo quiere ahora. Cuando no respetamos esto dañamos el testimonio y nos quedamos espiritualmente impotentes, porque estamos fuera de comunión con el Señor (Am. 3:3).
Es importante recordar que en Génesis 15:13-16 el Señor había dado largo plazo de tiempo a los cananeos. Durante esos años se formó la nación de Israel, y en ese mismo tiempo los cananeos podían haberse arrepentido, pero no quisieron. Creyentes como Abraham, Melquisedec, Isaac y Jacob había vivido entre ellos y habían tenido buen testimonio. Pero cuando uno rechaza la luz, sólo le quedan las tinieblas. Y al final vino el juicio sobre ellos. Dios es paciente como dice 2 Pedro 3:9, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. Dios no desea que nadie se pierda, ni predestina a nadie a la condenación.
Entonces, volviendo a lo de hoy, Dios nuevamente con terremotos, tornados, volcanes, inundaciones y cosas así está dando avisos. Manda señales hoy de que viene juicio y los hombres no pueden pararlo ni protegerse contra el juicio divino. El Creador dispone de toda Su creación cuando y como Él quiere. Manda señales de esto, pero los hombres no quieren verlas.
En Deuteronomio 18:9-14 Dios señaló las malas prácticas de los cananeos. Adoraban a los palos, las estatuas con cara de vaca, etc. Eran crueles y perversos hasta con sus propios hijos, quemándolos en brazos de ídolos y tocando trompetas y tambores para tapar los chillidos de agonía de los infantes sacrificados a dioses como Moloc, dios de éxito. Hoy en día muchos padres sacrifican a sus hijos a los dioses de éxito y materialismo, aunque en otro sentido, pero viene a ser casi lo mismo. En 2 Crónicas 33:2-6 vemos la maldad de Israel, aprendida de las naciones. Por esto les vino el castigo.
En Levítico 18:22-25 Dios prohíbe la perversión sexual, pero ahora los gobiernos de los hombres la legalizan – la homosexualidad y el lesbianismo. Aun algunos del mundo no lo consienten – una juez en Granada se negó a autorizar la adopción de una niña por dos lesbianas, y le han hecho un juicio y condenado a años de cárcel por esto. La corrupción y perversidad están a flor de piel en todas partes. Pero nosotros los creyentes todavía más tenemos que resistir a la injusticia. A Dios lo que es de Dios, y al gobierno lo que es suyo, pero nunca al gobierno lo que es de Dios. Nunca. No somos revolucionarios, sino ciudadanos respetuosos y obedientes. Queremos someternos a toda institución por causa del Señor, pero como dijeron los apóstoles, hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
En cuanto a Amalec (Gn. 36:12, 16), su nombre significa “gente que estorba”. Amalec atacó a Israel en la retaguardia, y le hizo daño (Ex. 17:8-9). Es otro ejemplo de un mal que Dios permitió pero no mandó, pero que luego mandó su destrucción. El rey Saúl desobedeció, no hizo caso de la clara orden divina (1 S. 15:1-23), y Dios lo quitó. No debemos presumir de ser más misericordiosos o sabios que Dios, porque cada vez que alguien haga esto, acaba mal. En Deuteronomio 25:17-19, vemos que Dios no olvida las cosas. El tiempo no cambia nada. Dice: “Acuérdate de lo que hizo Amalec”. Dios no quiere que olvidemos quiénes son los enemigos, pero el rey Saúl lo olvidó. ¿Y cuál fue el resultado? Al final la enemistad perpetua de Amalec brotó en Amán en el reino de Persia. Amán era descendiente de Amalec. Ester 3:1 le llama: “agagueo”, esto es, descendiente de Agag rey amalecita (1 S. 15:8, 20, 32). Amán era enemigo de los judíos y conspiraba para exterminarlos. Aquí una applicación nuestra es que cuando no seguimos las instrucciones del Dios soberano, causamos mal a los demás con nuestra permisividad, pero el Dios soberano no perderá el control. El mal lo consentimos y lo sufrimos nosotros, tal vez creyéndonos misericordiosos, pero no es misericordia justa y santa, sino carnal. Dios no es así. No consiente el mal. Él tiene Su calendario y tiempo marcado para juzgar el mal. Y Él nos manda separarnos del mal, reprenderlo y no tener ninguna clase de comunión. Obedezcamos y no disculpemos nuestra tolerancia desobediente diciendo que es misericordia. No hay que filosofar acerca de esas cosas. Simplemente recordemos que Dios no creó el mal y no lo aprueba ni tiene comunión con los que lo hacen. Él lo ha permitido existir en este tiempo, pero como hemos visto, lo juzgará terminantemente. Hermanos, ten por cierto que el mal no triunfará. Triunfará Dios sobre el mal, el maligno y todos los malos. Entonces, hagamos caso de la Palabra de nuestro Soberano.

de un estudio dado por Lucas Batalla, el 25 de abril, 2010

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