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miércoles, 3 de octubre de 2012

EN ESTO PENSAD -- octubre 2012


Viviendo Entre Muertos

Una señora, anciana de 90 años, fue entrevistada. Vivía sola y se gloriaba de estar muy bien físicamente. Vivía en un cementerio, lugar en que había pasado casi toda su vida.
Casada a los 18 años, su marido era enterrador; y desde entonces su hogar era la Casa de los Enterradores en aquel pueblo. Allí nacieron sus hijos, y en una palabra, allí tejió la corona de sus alegrías y penas, que constituían su larga vida, corriente como la de cualquier ser humano.
Un día le preguntaron si no tenía miedo de vivir en aquel lugar. “¡No!” respondió convencida. “Siempre estoy con todos los míos, y ellos, aunque muertos, están conmigo continuamente: mi marido, mis padres, todos están enterrados aquí y yo puedo visitarles, adornar sus tumbas... ¿no creen que es algo precioso?” ¡Parecía feliz, muy feliz entre los muertos!
De verdad que esa entrevista me ha impresionado, porque – yo creo – que muchos llamados creyentes se encuentran felices en medio de un mundo de muertos vivientes; gentes evangélicas que tienen nombre de que viven, pero que están MUERTOS espiritualmente (Ap. 3:1); muy bien lo expresaba Bécker: “Muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía”.
Las reuniones y tradiciones evangélicas no pueden otorgar vida espiritual ni garantizar la llegada al cielo de los que fielmente practican su religión. La Palabra de Dios nos advierte: “Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Jn. 5:11-12).
Consultados los versículos del 3 al 5 en el mismo capítulo, vemos que esta vida no se define únicamente en términos de duración, “eterna”, sino también en términos de lo que amamos, lo que hacemos y lo que vencemos: amor, obediencia, victoria. ¿No tienes esta clase de vida? Será porque no tienes al Hijo, y entonces estás muerto todavía. Por otra parte, si tienes al Hijo, tienes la vida, pues son inseparables. No existen cristianos que tengan al Hijo pero por alguna razón les falta la vida y las señales de vida. Entonces, ¿cuál es el veredicto en tu caso, amigo que profesas ser creyente? ¿Estás muerto o vivo?
Hermanos, los que tenemos al Hijo y la vida, debemos andar con cuidado, porque aún vivimos tiempos de decadencia espiritual. El adversario anda alrededor como león rugiente, buscando a quién devorar. Si no reposamos en el Señor Jesús, gozando de la comunión diaria con Aquel que murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación, entonces venimos a ser como los que son muertos pero tienen apariencia de vivientes (Ap. 3:1). El Señor Jesucristo nos invita aquí y ahora en Efesios 5:14, “Despiértate tú que duermes entre los muertos, y te alumbrará Cristo”.
Adaptado de material recibido del Centro Cristiano, Valencia

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El Invasor de Nuestros Hogares


     La invasión que ha afectado a nuestros hogares ha sido insidiosa, aunque ciertamente no silenciosa. Efectuó su entrada el día en que compramos un televisor. Recuerdo, cuando joven, que se nos prohibía ir al cine, a veces con dichos insensatos, como: "Si vas al cine va a regresar Jesús en las nubes y allí en el teatro te dejará". Temblábamos al cruzar por el frente de un cine, sin ni aun atrevernos a leer los carteles pecaminosos, al contrario, mirábamos hacia arriba, al cielo, para ver si acaso Jesús se asomaba. Pero ahora, ¿qué ha pasado? Un aparato en el lugar más central de la sala proyecta exactamente las mismas películas —a veces algunas mucho peores— y ahí inmóviles las tragamos todas.
"Oh, incongruencia, ¡eres una joya!" decía el sabio Shakespeare, sin imaginar que nosotros los evangélicos seríamos los más incongruentes con nuestras reglas morales.
Ese aparato nos hace posible viajar por el mundo sin límites de distancia ni de idiomas. Nos abre la puerta al pensamiento más raro y a las costumbres más extrañas, al punto que ya nada nos parece ni raro ni extraño. A don Francisco lo hemos hecho más real y atractivo que a los vecinos del barrio, y a Sábado Gigante el entretenimiento más gustoso de la semana —preferible antes que el culto dominical. Ya, al ver cómo se visten (o dejan de vestirse) las chicas en la televisión, ese modo de vestir es el mismo que lucen nuestras hijas en las calles. Y la lujuria en los ojos de los hombres que las admiran, es la manera aceptable de ver al sexo opuesto.
En nuestros hogares, por medio de un simple aparato, ha penetrado el mundo, y lo tildamos de "avances técnicos". Por esa pantalla —y no desde el púlpito— fluyen los conceptos de moralidad, de conducta, de pensamiento, de modernidad. Ese pequeño aparato toma los pensamientos de la gente más impía —antidiós— del mundo y los filtra, pedacito por pedacito, a nuestras salas en maneras que los podemos saborear, masticar y digerir, sin darnos cuenta de lo lejos que están de Dios y su Santa Palabra.
Con un poder casi omnipotente nos dominan esas imágenes que destellan hora tras hora, día tras día. Nuestra frágil psiquis, bajo el peso de tanta información, rápidamente pierde su capacidad para discernir entre lo bueno y lo malo.
¿Qué posibilidad tienen los pastores, una vez a la semana, de contrarrestar toda esa falsedad en cosa de una hora? Lo que hemos estado viendo, escuchando y aceptando un promedio de ochenta y seis horas a la semana es tan persuasivo que, cuando oímos la verdad divina los domingos, nos es casi imposible reconocerla como verdad de Dios. 
Bajo tal influencia, ¿quién gana? ¿Dios o el mundo?
Pregúntele a un joven cristiano promedio lo que opina acerca del divorcio. Hoy, para la mayoría es una opción aceptable, a pesar de que Dios dice que "odia" el divorcio (Mal 2:16). Pregúntele lo que opina del sexo fuera del matrimonio, diría que eso no es pecado, no importa lo que Dios dice. Pregúntele respecto a la mentira, el alcohol, la danza, las drogas, el placer y encontrará que para él todo es relativo, no hay una verdad absoluta. Pregúntele acerca de lo más importante en la vida, diría que es gozarse, disfrutar de la vida. Hoy, ¿a quién se le ocurre que lo más importante de la vida es agradar a Dios y buscar la voluntad de Él? La gran mayoría de las respuestas de la juventud cristiana moderna a las preguntas fundamentales de la vida es mucho más afín a lo que creen los no creyentes que a lo que enseña la Palabra de Dios.


Thompson, L. (2001). El arte de ilustrar sermones (145). Miami, Florida: Editorial Portavoz.

NOTA: ¿Cuántos creyentes teleadictos leerán esto pero no quitarán la tele de su casa?

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¡EL RAPTO ES INMINENTE!

      La palabra inminente viene del latín: "inmineo, inminere", y significa: "que amenaza y está para suceder prontamente".  De ahí que significa "pendiente" o "cercano". Un suceso inminente es como algo que pende sobre nosotros, que está a punto de caer, algo que podría suceder en cualquier momento.  Podrían suceder otras cosas antes, pero no es necesario que sucedan antes de lo que es inminente. 
La venida inminente de Cristo debe tener un efecto práctico increíble en las vidas de cristianos individuales y también la iglesia como entidad. El hecho de que el glorificado y santo Hijo de Dios podría venir por la puerta del cielo en cualquier momento, debería según Dios ser una motivación fuerte e incesante para vivir en santidad y servirle agresivamente (incluso misiones, evangelización e instrucción bíblica). También debería ser gran remedio para la letargia y apatía. Debe hacer una gran diferencia en los valores, las prioridades y las metas de todo cristiano”. Renald Showers, págs. 255-6 de su libro: Maranatha, Our Lord Come! (“Maranata, ¡Ven Señor Nuestro!”)
Spurgeon comentó respecto a 1 Juan 2:28. “Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados”. La fecha de esa venida nos es ocultada. Ningún hombre puede decir cuándo Él vendrá. Vela y está siempre preparado, para que no seas avergonzado en Su venida. ¿Debe el cristiano entrar en la compañía y las diversiones mundanas? ¿No tendría vergüenza si viniera su Señor y le hallara entre los enemigos de la cruz? No debo ir a donde me daría vergüenza ser hallado cuando venga repentinamente mi Señor”.


C. H. Spurgeon, 12 Sermons On The Second Coming of Christ (“12 Sermones Sobre La Segunda Venida de Cristo”), Baker Book House, pág. 134

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EL LIBRO DEL MES



La lectura es una parte importante de la vida cristiana. Considerad el ejemplo de un hermano hondureño, casado y trabajando, que se comprometió voluntariamente a leer dos libros cada mes, además de su lectura y estudio diario de la Biblia. Y en cambió en España muchos ni leen un libro al mes o al año, pero sí pasan horas incontables mirando la tele, el periódico, páginas en internet, chateando con su teléfono o con juegos como playstation, nintendo, xbox, etc. Es muy muy dudoso que tiempo gastado así pueda edificarnos, pero la lectura de un buen libro nos hace bien. ¡Hermanos, ánimo con la lectura de libros edificantes (¡comenzando con la Biblia!). Por ejemplo, este mes ofrecemos un libro excelente que ha sido revisado y mejorado. SÓLO UNA VIDA, por William MacDonald. ¡Uno al mes no es demasiado!

precio:  6 euros más IVA y gastos de envío

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¿Será Hoy Su Último Día?

    Amigo, no le deseo la muerte, pero ella alcanza a todos. ¿Cree Ud. que en aquella última mañana se despertará sabiendo que es su último día? Pese a cuánto intentamos alargar la vida con ejercicio, dieta buena y el mejor cuidado médico, el “último día” todavía llegará, y muchas veces sin aviso previo. ¿Cuántas personas antes de un choque fatal en carretera se imaginaban lo que venía? Y de los que miran la muerte por un segundo o dos antes de llegar, ¿cuántos supones tienen tiempo para dirigir sus pensamientos a Dios buscando la salvación? ¿No están más bien en terror extremo, o sufrimiento, buscando freneticamente cómo salir de una calamidad, despesperadamente intentando escaparse de la destrucción?
La tragedia con frecuencia viene repentinamente, sin aviso. Es chocante, sorprendente, y corta bruscamente todo placer y consuelo, destrozando la rutina normal de nuestra vida. “Como los peces que son presos en la mala red, y como las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos” (Eclesiastés 9:12). La tragedia “viene subita y repentinamente” (Isaías 30:13). Dios en Su misericordia no nos ha dejado sin aviso respecto a nuestro destino eterno, e implora a los pecadores que se arrepientan. “Volveos a mi reprensión; he aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, y os haré saber mis palabras” (Proverbios 1:23). “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 4:7).
Puede que hoy sea su último día. El pasado se fue. El futuro es desconocido. Hoy, ahora mismo, es el único tiempo seguro que tiene. Si Ud. se va a volver a Dios y dejar sus pecados, no lo hará mañana, porque mañana nunca viene. ¡Hoy es el único tiempo que dispone! “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6:2). “No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de sí el día” (Proverbios 27:1).
¿Se imagina que un día despertará y dirá: “Hoy voy a morir, así que ahora arreglaré mis cuentas con Dios”? No, no es así, sino que se despierta cada mañana y comienza su rutina normal, sin considerar el fin de su vida. Es peligroso postergar el asunto de su responsabilidad por sus pecados. Existe “tiempo de nacer, y tiempo de morir” (Eclesiastés 3:2). “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). ¡Usted comparecerá ante Dios!
Dios pacientemente le ha dado tiempo, pero ahora le llama al arrepentimiento.  ¿Aplazará su respuesta, a Dios le hará esperar? Llegará el tiempo cuando será demasiado tarde, porque Dios ha dicho:  “No contenderá mi Espíritu con el hombre para siempre” (Génesis 6:3). “Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois” (Lucas 13:25).
Estimado lector, hoy puede ser el último día que tiene para aceptar lo que Dios le ofrece en amor: el perdón de sus pecados y la salvación. Ante el Señor Jesucristo que murió por Ud. y resucitó, arrepiéntase de sus pecados. Confíe en Él para salva su alma. Hágalo ahora, ¡antes de que sea demasiado tarde! 

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Los Pasos De Alejamiento Del Señor

ilustrados en la vida de Simón Pedro.

1. Una voluntad no sometida, que no actúa como súbdita.

     La esencia de toda verdadera piedad es la sumisión absoluta de la voluntad humana para unirse con la divina. La falta de esta sumisión es prueba de un corazón santificado imperfecta o incompletamente, y eso podemos calcar en la vida de Pedro. Él no era tan reverentemente sumiso a la palabra de Cristo como tenía que ser. Eso se ve en dos incidentes. El primero fue cuando Cristo anunció Su muerte venidera y entonces Pedro le empezó a reconvenir. El segundo fue cuando se negó a dejar al Señor lavar sus pies, y después, cuando se vio obligado a permitírselo, él quiso ir más allá de la voluntad de Cristo y tener lavadas también su cabeza y manos.

2. Una confianza indebida en sí mismo.

La misma ley de piedad, la sumisión de nuestra voluntad a la de Dios, hace que abandonemos nuestra fuerza para tener el poder de Dios, y se manifiesta en cierta humildad y desconfianza en cuanto a nosotros mismos. Por eso Pablo declara: “Cuando soy débil, soy fuerte”, porque así anunció una gran ley de la vida cristiana, que la confianza en nuestro poder es debilidad, y el sentido de nuestra propia debilidad es poder porque nos conduce a asirnos de Dios. Pero esta vana confianza fue una de las características de Pedro. “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré” (Mt. 26:33), fue su jactancia precipitada. Él era totalmente honesto en su declaración, pero estaba descansando demasiado sobre su propia fuerza. Al hablar así manifestó el pecado de auto-confianza, y se desnudó de la protección que Dios da a los pobres y humildes que confían y suplican.

3. Negligencia en la oración.

El alejamiento comienza en el corazón, pero pronto se manifiesta en al aposento de la oración. Produce desgana y falta de fervor en cuanto a la oración, tanto en privado como en las reuniones; ocasiona negligencia en la oración, y resulta en la falta de ella. Así fue con Pedro. Nuestro Señor le pidió que orara junto con Jacobo y Juan en Getsemaní, mientras Él pasaba Su agonía de oración, pero en lugar de velar y orar, Pedro se durmió.

4. Inatención a las advertencias, resultando en hechos precipitados ante la tentación.

La impaciencia cuando uno es reprendido es una marca segura de alejamiento del Señor. La negligencia o inatención a las advertencias es el precursor seguro de una caída. Nuestro Señor advirtió a Pedro repetidas veces acerca de su peligro, y le aseguró de que Satanás le había pedido para zarandear como a trigo. Aun le declaró que le negaría tres veces antes que el gallo cantara. Pero a pesar de esas advertencias, él se precipitó y cayendo en tentación, pecó. Es una historia que se repite mucho.

5. Siguiendo a Cristo de lejos.

Pedro no se separó completamente de Cristo, ni tampoco se juntó completamente a Él. Era demasiado creyente para dejarle completamente, y demasiado incrédulo o alejado de corazón para seguirle completamente. Por eso le siguió de lejos, más cerca del mundo que del Señor. Así es con el creyente que se aleja. No puede renunciar a Cristo abiertamente, ni tampoco quiere renunciar abiertamente al mundo, así que con timidez sigue a Cristo de lejos, tanto que no se le puede distinguir del mundo.

6. Entreteniendo la tentación.

Pedro tenía que reconocer su propia debilidad, y por eso mismo él tenía que haber evitado la tentación. Pero en lugar de evitarla, se quedó delante de ella, cerca de ella y bajo su influencia hasta que se rindió, que es otra historia que desgraciadamente se repite mucho. Primero estuvo codeando con los enemigos de Cristo, a la puerta. Después entró en el palacio, y se sentó con los siervos delante del fuego para calentarse, escuchando sus injurias, burlas e insultos acerca de Cristo, sin decir una palabra en defensa de su Señor. Pensaba que se podía escapar en silencio, pasar desapercibido, pero fue reconocido y desafiado. Pretendió ignorar el sentido de la acusación de la criada. Fue acusado por segunda vez, y negó su discipulado. Otra vez fue acusado con más convicción, y entonces, para aparentar como un hombre vil entre ellos, comenzó a emplear la lengua sucia del pescador que hace mucho tiempo no había aparecido en él. Así llegó a lo más profundo del abismo. 
Los primeros pasos de alejamiento son como el comienzo de una avalancha. Primero hay las gotas que caen en silencio mientras que el hielo se derrite poco a poco. Después, cuando el último punto de resistencia cede, se deslizan unas piedras, va rodando un poco de tierra, por un momento tiembla toda la masa, y entonces todo se mueve, y desciende al abismo tronando horriblemente y con fuerza salvaje. Así es con los pasos sucesivos del alejamiento, y tristemente lo vemos ilustrado en el caso de Pedro.

T.V.  Moore, The Last Days of Jesus (Los Últimos Días de Jesús), 
1858, reimpresión por Estandarte de la Verdad, 1981, págs. 51-53. Traducido y adaptado.

Algunos Síntomas de Alejamiento del Señor

· pérdida de apetito espiritual 
· pereza y cansancio de lo espiritual 
· apatía, desgana en la vida espiritual
· crecido interés en las cosas del mundo
· mal humor, desánimo
· ingratitud, quejas y críticas constantemente
· debilidad, consentimiento de pecado 
· falta de gozo y gratitud al Señor
· falta de alabanza, por ej., no canta los himnos
· ojo vago que mira las cosas del mundo
· duerme o no presta atención en la reunión

"pruébese cada uno a sí mismo"  (1 Co. 11:28)

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Protección Bajo Autoridad

Bill Gothard, Jr.

      El uso de un paraguas o parasol para simbolizar la protección es algo comunmente entendido y aceptado. En algunos sectores de la industria aseguradora, la cobertura completa o “a todo riesgo” se llama “póliza paraguas”. En la Biblia, símbolos similares enseñan los conceptos de provisión, protección, gobierno y liderazgo.
Usamos este símbolo en relación con la familia para dar ánimo especial a los padres a proteger, instruir, liderar y proveer para sus esposas, hijos e hijas. También debe recordar a la familia que ningún padre es perfecto, pero si ellos oran por él y le animan, pueden aumentar su habilidad y motivación para cumplir las responsabilidades que Dios le otorga.
Además de lo de un padre, las Escrituras tienen otras comparaciones con un paraguas. Unos ejemplos son: la nube de protección que Dios dio a Israel durante sus cuarenta años en el desierto (Éx. 13:21-22), la sombra de la mano de Dios sobre Su pueblo (Is. 51:15-16), “la sombra del Omnipotente” (Sal. 91:1), y las alas de la gallina (Mateo 23:37).
Entendiendo el concepto del paraguas aumenta nuestro amor a Dios y nos asegura de Su amor, protección y provisión para nosotros como Sus hijos.

Ejemplos Bíblicos de “Paraguas” de Protección

Bajo cada “paraguas” de protección, Dios establece el liderazgo que desea, tal como puso a Moisés de líder bajo el “paraguas” que estaba sobre Israel. Así debajo de cada “paraguas” Dios pone el gobierno humano que le representa delante del pueblo. Estos gobernadores vienen a ser nuestros “paraguas” humanos, que son responsables a Dios por la administración de sus responsabilidades.

El “Paraguas” Sobre Israel 

Durante 40 años, Dios dio protección y dirección a la nación de Israel mediante una nube de día y una columna de fuego de noche. Cuando se movía la nube, ellos se movían. Los que quedaron atrás fueron atacados y destruidos por sus enemigos (véase Dt. 1:33 y 25:17-19). Además del paraguas de protección divina, Dios proveyó liderazgo por medio de Moisés. De modo que cuando el pueblo murmuraba contra Moisés, en realidad murmuraba contra Dios, como dijo: “¿Hasta cuándo oiré esta depravada multitud que murmura contra mí, las querellas de los hijos de Israel, que de mí se quejan?” (Nm. 14:27).
La figura de una gallina con sus polluelos también ilustra el paraguas de protección divina sobre el pueblo de Dios. “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta” (Mt. 23:37-38). 

El “Paraguas” Del Gobierno

A pesar de las muchas pruebas que sufrió el apóstol Pablo a mano del gobierno pagano romano, todavía afirmó que todos están sujetos a la autoridad superior (véase Romanos 13). Los líderes del gobierno eran la protección divinamente provista para el pueblo, y a su turno, el pueblo debía interceder en oración por sus líderes. La Escritura enseña: “Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. Porque ésta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos” (1 P. 2:13-15, véase también 1 Timoteo 2:1-2).
Había otro símbolo de protección en el ejército romano: el escudo que llevaban los soldados. Avanzando contra una ciudad fortificada, alzaron los escudos para protegerse de las saetas ardientes que lanzaron los defensores. Se refiere a este símbolo en Efesios 6:16, “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno”

El “Paraguas” De La Iglesia

Es significante que Dios emplea la analogía del cuerpo físico con su cabeza para ilustrar la relación que todos los miembros del Cuerpo tienen en la Iglesia, con Cristo su Cabeza. “Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,  de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Ef. 4:15-16). 
Dios también ha provisto liderazgo para Su pueblo con el propósito de edificar a cada miembro. “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso” (He. 13:17).
Además, Dios emplea el ejemplo del pastor que protege a sus ovejas. “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 P. 5:2-4). Los pastores a menudo hacían una cerca para proteger a las ovejas, tal vez de piedras o zarzas con pinchos. No tenía puerta porque el mismo pastor era la puerta, se colocaba en la entrada y guardaba al rebaño.
El “Paraguas” Del Liderazgo

La responsabilidad de la protección es una de las funciones primarias del liderazgo. Esto es verdad en cuanto a los que gobiernan en una congregación, la cabeza de una familia, de una nación o una empresa.
El liderazgo incorpora varios niveles de responsabilidad. En los negocios hay niveles de administración. En un gobierno hay niveles de jurisdicción. En las fuerzas militares hay grados de autoridad, una jerarquía; y cada uno opera en la cadena de mando que desciende del comandante supremo.
Jesucristo añadió una dimensión nueva e importante al concepto del liderazgo cuando explicó que los que ocupan posiciones de autoridad deben aprender a servir a los que están bajo su responsabilidad. Demostró esta paradoja cuando puso Su vida por el mundo. Él reta a los maridos a seguir Su ejemplo y su relación con su esposa (véase Efesios 5).
Las Escrituras identifican el concepto del liderazgo y sus diferentes niveles en la creación, en el siguiente pasaje. “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo” (1 Co. 11:3, también Ef. 5:23). 

La Protección De La Familia

La misma relación que Dios estableció para creyentes en Cristo debe existir entre el marido y la esposa. El liderazgo del marido se compara al liderazgo de Cristo, y de la manera que Cristo se sacrificó por la Iglesia, el marido debe poner su vida por su esposa (Ef. 5:23-25).
La familia de la Iglesia y la familia del padre también tienen relación en lo referente al liderazgo y la protección. “Pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?” (1 Ti. 3:5).
La recompensa para los hijos que permanecen bajo la protección de sus padres se describen en el quinto mandamiento y se reafirman en Efesios 6:2-3. “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”. Hay consecuencias serias para cualquier hijo o hija que salga de esa protección. “El ojo que escarnece a su padre y menosprecia la enseñanza de la madre, los cuervos de la cañada lo saquen,  lo devoren los hijos del águila” (Pr. 30:17). 
En el libro de Job habla de la protección provista bajo el liderazgo que Dios quiere para cada familia. “Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra” (Job 1:9-10).  

Conclusión

Todos estos ejemplos e ilustraciones explican qué significa el paraguas de protección. Dios es nuestro último “paraguas”. Sin embargo, como Él delega la responsabilidad a los de varias jurisdicciones, también les da la responsabilidad de proteger a los que están a su cuidado.
Todo “paraguas” humano tiene sus faltas y limitaciones. Por esto se les instruye a los que están bajo autoridad que oren por ellos. “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Ti. 2:1-4).

traducido de:  http://billgothard.com/teaching/authority