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domingo, 2 de octubre de 2016

EN ESTO PENSAD -- octubre 2016

EL CIELO

Alex Ross, Aberdeen, Escocia


Las ciudades siempre han tenido gran atractivo en todo el mundo. Prestamos atención ante la mención de Londres, Nueva York, París, Roma u otra gran ciudad. Pero quisiera invitarte a pensar en la más grande de todas las ciudades. La Biblia la llama: “la ciudad del Dios vivo” (He. 12:22), y la describe en los últimos dos capítulos de la Biblia, Apocalipsis 21 y 22. La gloriosa ciudad de Dios es hecha de oro puro, edificada sobre doce cimientos, siendo cada uno una masiva piedra preciosa. Las murallas son de piedra de jaspe y miden 65 metros de alto. Hay doce puertas, cada una es una perla, y un ángel atiende cada puerta. Mirando al interior de esta maravillosa ciudad, vemos una hermosa calle de oro puro. Pero, como el oro no es valorado allá, el encanto suyo es su belleza y pureza. Antes de invitarte a entrar en la ciudad, y estás invitado, permíteme decirte algo más de sus maravillas.

Sus Dimensiones
    Un ángel midió la ciudad con una caña de medir, de oro. "La ciudad se halla establecida en cuadro"; su longitud, anchura y altura son iguales, doce mil estadios (Ap. 21:16), eso es: 1.500 millas ó 2.414 kilómetros. Su simetría es perfecta. Pero, ¿te diste cuenta de que no sólo la longitud y la anchura son iguales, sino también la altura? ¡Tiene 2.414 kilómetros de altura! Esa maravillosa ciudad es más grande que las Islas Británicas. Ciertamente hay lugar allá para todos los que aceptan la invitación divina.

Su Iluminación Es Inigualable
    “El Cordero es su lumbrera” (Ap. 21:23). En la tierra tenemos luz natural y artificial. Cuando la luz de día se cambie en tinieblas, entonces la inteligencia humana ha inventado varias formas de luz artificial. Pero en la Ciudad del Dios Vivo no se requiere ninguno de esos tipos de luz, porque allá la luz es “la gloria de Dios y del Cordero”.

Su Salud Es Perfecta
    Allí no existen hospitales. No se necesitan médicos ni enfermeras. No hay dolor, ni plaga, ni enfermedad de ninguna clase. No hay cementerios allá porque no existe la muerte. No se requieren residencias de ancianos, porque no hay ancianos. Los habitantes del cielo gozan eternamente de la juventud porque respiran el aire etérea de la nueva creación, sin ninguna clase de contaminante. En medio de la Ciudad está el árbol de vida que lleva doce frutos, cada uno en un mes, y las hojas del árbol son para la salud de las naciones. ¿Es verdad todo eso?  Dios lo ha declarado, y Él no puede mentir.
continuará, d.v.
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NO JUZGUÉIS
“No juzguéis, para que no seáis juzgados” (Mateo 7:1).

    Aquellos que conocen poco más de la Biblia, conocen este versículo y lo usan de un modo muy caprichoso. Aun cuando se critica a una persona por su enorme maldad, estas gentes piadosamente gorgotean: “No juzguéis, para que no seáis juzgados”. En otras palabras, utilizan este versículo para evitar que se condene el mal.
    Sin embargo, aun cuando hay áreas en las que no debemos juzgar, hay otras en las que se nos manda expresamente hacerlo.
    Hay algunos ámbitos en donde no se debe juzgar. Por ejemplo, no debemos juzgar los motivos de la gente; no somos omniscientes, y no siempre podemos saber porqué hacen lo que hacen. No debemos juzgar el servicio de otro creyente; para su propio Maestro está en pie o cae. No debemos condenar a aquellos que son escrupulosos o meticulosos acerca de cosas que son neutrales moralmente;  para ellos sería malo violar sus conciencias. No debemos juzgar por las apariencias o hacer acepción de personas; lo que hay en el corazón es lo que cuenta. Y ciertamente debemos evitar un espíritu crítico y severo; una persona que habitualmente busca defectos en los demás representa una pobre publicidad para la fe cristiana.
    Pero hay otras áreas donde se nos manda juzgar. Debemos juzgar toda enseñanza para ver si está de acuerdo con las Escrituras. Tenemos que juzgar si otros son creyentes verdaderos, para no unirnos en yugo desigual. Los cristianos deben juzgar disputas entre creyentes en vez de permitir que vayan a los tribunales civiles. La iglesia local debe juzgar en casos de formas extremas de pecado y cortar de la comunión al ofensor culpable. Los de la iglesia deben juzgar qué hombres reúnen los requisitos bíblicos  para ser ancianos o diáconos.
    Dios no espera que desechemos nuestra facultad crítica o abandonemos los valores morales y espirituales. Todo lo que pide es que nos abstengamos de juzgar donde no debemos y que juzguemos justamente donde se nos manda.
William MacDonald, del libro DE DÍA EN DÍA, Editorial CLIE
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El Cristo Impecable

por Stephen Hulshizer

Introducción

Los siguientes pensamientos sobre la impecabilidad de nuestro Señor Jesucristo no son para meramente aumentar nuestro conocimiento para que conversemos mejor sobre el tema. Tampoco son sólo para habilitarnos para defender el asunto, aunque a veces es necesario y bueno hacerlo. Son presentados con el deseo de que el creyente sea firmemente establecido contra los muchos vientos de doctrina, y que aprecie más la persona de Cristo. Esto, a su vez, resultará en adoración y servicio para el Señor.
    Hay una verdad muy básica que debe ser entendida para sacar provecho de esta obra o cualquier otra acerca de la Persona de Cristo. El ataque principal de Satanás no es contra el creyente, sino contra la Persona de Jesucristo. Ese ataque ha tomado muchas formas a lo largo de las edades. Ha habido atentados contra el linaje familiar por el cual iba a venir el Libertador prometido. Habiendo fracasado en esos intentos, después surgieron atentados contra la vida del santo Hijo en Su niñez, y luego contra Jesucristo como adulto. Habiendo fallado en el propósito de impedir el cumplimiento de la obra redentora de Cristo, Satanás ahora se dedica a echar dudas sobra la Persona de Cristo y difamar Su Nombre.
    Por lo tanto es evidente que cualquiera enseñanza que disminuye la Persona de Cristo es un golpe a favor de Satanás. Tales doctrinas amenazan los fundamentos de la fe (1 Co. 3:11) y el modo que Cristo emplea para edificar Su iglesia (Mt. 16:15-18). Esta verdad se destaca principalmente en las sectas principales como los testigos de Jehová, los mormones y la falsamente llamada “ciencia cristiana”, entre otras, porque en el centro de todas esas hay enseñanza falsa acerca de la Persona de Cristo. Podemos confiar que Él edificará Su iglesia, pero esto no nos alivia de nuestra responsabilidad de usar bien la palabra de verdad (2 Ti. 2:15).
    Es importante reconocer que la enseñanza falsa acerca de Cristo no se limita a las sectas nombradas anteriormente. Puede aparecer en revistas cristianas bien conocidas, u otro material impreso, procedente de los que generalmente se consideran fieles a la Palabra de Dios. A veces puede incluso ser presentado al pueblo del Señor por uno de los Suyos que ha sido engañado y no reconoce su error. Pero independiente de los medios o el motivo, cualquier doctrina acerca de la Persona de Jesucristo que es contraria a las Escrituras conducirá, directa o indirectamente, a más error, y por lo tal hay que enfrentarla. El propósito de este estudio es considerar la impecabilidad de Jesucristo y más específicamente algunas enseñanzas recientes que niegan esta verdad. La doctrina de la impecabilidad presenta a Jesucristo como verdadero Dios y verdadero hombre un una unión mística en una Persona. Como tal, no podía pecar durante Su tiempo en el mundo, como tampoco puede pecar ahora como Hombre en la gloria.

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EL DINERO HABLA... ¿Qué Dice?

    “El dinero habla” es simplemente una versión moderna del antiguo proverbio: “El dinero sirve para todo” (Eclesiastés 10:19). Es el lenguaje internacional. ¿Sabes algo de japonés? ¿No? Pero conoces la palabra “yen”. ¿Y hebreo? Todos reconocemos la palabra “shekel”. Lo mismo pasa con “peso”, “euro”, “lempira” “córdoba”, “escudo” y “dollar”. Los viajeros que no pueden comunicarse por medio del dialecto local, simplemente tienen que alargar sus carteras... e instantáneamente, ¡todo el mundo comprende!
    El dinero habla, pero ¿qué dice? El rey Salomón fue la persona que más dinero tenía para escucharlo hablar, y esto es lo que él oyó:
    1. El dinero no puede evitar que suceda el “gran acontecimiento” suceda. Aunque el sabio va a la muerte con los ojos abiertos y el necio se hunde en la oscuridad, el último enemigo es insobornable. “Un mismo suceso acontecerá al uno como al otro” (Eclesiastés 2:14). El dinero habla elocuentemente en la sala de juntas, es adulador en el banquete, pero mudo en el lecho de muerte.
    2. El dinero no puede acompañarnos en nuestro viaje final (1 Timoteo 6:7). Dejamos el mundo con las mismas posesiones que cuando llegamos (Eclesiastés 5:15). El dinero abre puertas, entra sin cita previa, y no tiene que esperar en colas. Es el pasaporte universal a todos los lugares menos el cielo. Y así es trágicamente posible ser sabio para este mundo pero necio para la eternidad.
    3. Cuanto más dinero tengas, más importancia parece tener. ¡Y más importante te es tenerlo! Si el dinero va tomando más y más lugar en mi vida, entonces a esta misma medida él va expulsando gozo, amor y contentamiento de mi vida. El dinero puede ser un buen siervo, ¡pero es un maestro cruel!
    El hombre que “lo tenía todo” declaró: “todo es vanidad”. Luego, ¿es malo el dinero?  No, lo necesitamos para funcionar. ¿Es malo vivir para el dinero? Es la manera más segura de convertirse en uno que vive en la pobreza espiritual. Escucha a tu dinero y verás.
    Jesucristo preguntó: “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36). ¿Quieres ser realmente rico?  “La dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).
 
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  INFORME ESPECIAL
Sobre La Psicología: ¿Ciencia o Religión?


III
Martin y Deidre Bobgan

(viene del número anterior)
 
El psiquiatra Thomas Szasz, en su libro The Myth of Psychotherapy (“El Mito de la Psicoterapia”), dice: “Los ingredientes básicos de la psicoterapia son: religión, retórica y represión”.9 Señala que la psicoterapia no siempre incluye la represión, pero siempre  usa la religión y la retórica (conversación). Szasz declara contundentemente:

“Las relaciones humanas que nosotros ahora llamamos ‘psicoterapia’ son realmente asuntos de religión – y al llamarlas erróneamente “terapéuticas” ponemos en gran riesgo nuestro bienestar espiritual”.10

En otro lugar, refiriéndose a la psicoterapia como religión, Szasz dice:

“No es meramente una religión que presume ser ciencia, sino realmente una religión falsa que busca destruir la verdadera”.11

    Szasz también informa: “La psicoterapia es un nombre moderno que suena científico, pero antes era llamado: ‘la cura de almas’”.12 Uno de sus propósitos principales al escribir The Myth of Psychotherapy (“El Mito de la Psicoterapia”) fue:

“...demostrar cómo al declinar la religión y crecer la ciencia en el siglo XVIII, la cura de almas (pecaminosas), que antes era parte integral de la religión cristiana, fue presentada como la cura de mentes (enfermas), y vino a ser parte integral de la medicina”.13

    La cura de almas era antes un ministerio vital de la Iglesia, pero en este siglo ha sido cambiada por la cura de mentes, llamada; “psicoterapia”. La consejería bíblica ha menguado hasta la casi inexistencia.

La Psicología Transpersonal


    Aunque todas las formas de la psicoterapia son religiosas, la cuarta rama de la psicología –la transpersonal– es más abiertamente religiosa que las otras. Las psicologías transpersonales incluyen fe en lo sobrenatural – algo más allá del universo físico. Pero, la espiritualidad que ofrecen incluye las experiencias místicas del ocultismo y de las religiones orientales.
    A través de las psicoterapias transpersonales, varias formas de religión oriental han entrado en la vida occidental. El psicólogo Daniel Goleman cita a Chogyam Trungpa quien dijo: “El budismo entrará en el occidente como psicología”. Goleman señala que las religiones orientales “avanzan paulatinamente como psicologías, no como religiones”.14 Jacob Needleman escribe:

“Un número grande y creciente de psicoterapeutas están convencidos de que las religiones orientales facilitan una comprensión de la mente mucho más completa que la ciencia occidental. Al mismo tiempo, como líderes de nuevas religiones, los numerosos gurús y maestros espirituales ahora están en el occidente. Reforman y adaptan los sistemas tradicionales al lenguaje y ambiente de la psicología moderna”.15

La Psicología Más La Biblia

La Iglesia no ha podido escaparse de la influencia penetrante y dominante de la psicoterapia. Con entusiasmo ignorante, ha abrazado la pseudociencia de la psicoterapia, incorporándola como parte de la fuerza de su vida. La Iglesia ahora no sólo incluye los conceptos y enseñanzas de los psicoterapeutas en sermones y seminarios, sino que cede y entrega a los que tienen dificultades mentales y emocionales al “gran altar” de la psicoterapia.
    Muchos líderes de iglesias contienden que la Iglesia no es apta para ayudar a las personas que padecen de “depresión”, ansiedad, miedo y otros problemas parecidos. Así que, confían en los practicantes asalariados de la pseudociencia de la psicoterapia, en lugar de confiar en la Palabra de Dios y en la obra del Espíritu Santo.
    Debido a la confusión entre la ciencia y la pseudociencia, esos líderes han elevado al psicoterapeuta a una posición de autoridad en la iglesia moderna. De esta manera, cualquier ataque contra la amalgamación de psicoterapia y el cristianismo es considerado como un ataque contra la Iglesia misma.
    Aunque las iglesias han aceptado y aprobado casi universalmente el camino psicológico, hay cristianos que no lo han hecho. Jay Adams escribe:

“En mi opinión, aprobar, permitir y practicar dogmas psiquiatras y psicoanalíticos en la iglesia es tan pagano, herético y peligroso como si propagara las enseñanzas de sectas extrañas. La única diferencia vital sería que las sectas son menos peligrosas porque sus errores son más identificables”.16

    La psicoterapia es un espectro muy sutil y taimado que molesta a la Iglesia, porque es percibida como científica y beneficiosa para  ayudar al alma enferma. Pero en realidad es un sistema sucedáneo y pseudocientífico hecha de creencias religiosas.
    La Iglesia primitiva afrontaba y trataba problemas mentales-emocionales-conductuales tan complejos como los que hoy existen. Si hay diferencia, está en que los problemas en aquellos tiempos eran más difíciles que los que ahora afrontamos. Los primeros cristianos padecieron persecución, pobreza y varias aflicciones que son ajenas a la mayoría del cristianismo de nuestro siglo (especialmente en el occidente). Las catacumbas de Roma dan testimonio de la gravedad de los problemas afrontados por la Iglesia primitiva.
    Si de algo sufrimos hoy, es de la afluencia y la comodidad, las cuales nos impulsan a una mayor ocupación con nosotros mismos que hubo en otros tiempos menos afluentes. Pero la cura de los pecados del egoísmo y el ensimismamiento existía en la Iglesia primitiva, y todavía está disponible. De hecho, las soluciones bíblicas empleadas por la Iglesia primitiva son igualmente potentes hoy en día si las queremos emplear.
    La Palabra de Dios y la obra del Espíritu Santo son aplicables a todos los problemas de la vida, y no necesitan ser suprimidas ni reemplazadas por terapeutas y terapias conversacionales.
    ¿Ha abandonado la Iglesia moderna su llamado y obligación a ministrar a las personas que sufren? Si es así, es porque los cristianos creen el mito de la consejería psicológica como ciencia, cuando en realidad no es sino otra religión y otro evangelio.
    El conflicto entre el camino psicológico de consejería y el camino bíblico no es entre verdadera ciencia y verdadera religión. Es estrictamente religioso – entre muchas religiones agrupadas bajo el título: “psicoterapia” (consejería psicológica), y la única verdadera religión, la de la Biblia.
    La peor de las promesas atractivas pero falsas de la psicología cristiana es que la Biblia y la psicoterapia ofrecen mejor ayuda que sólo la Biblia. Aunque esta idea ha sido promulgada y promovida por muchos “psicoterapeutas cristianos”, no existe evidencia de investigaciones para apoyarla. Nadie jamás ha demostrado que la Biblia necesita aumentación psicológica para ser más eficaz en el trato de los problemas de la vida.
    Nadie ha demostrado que una cura de mentes cristianizada (la psicoterapia) sea de más beneficio que la cura original y no adulterada de las almas (la consejería bíblica).

continuará, d.v., en el número siguiente
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