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martes, 4 de septiembre de 2012

EN ESTO PENSAD -- septiembre 2012


El Rey Ocozías


Texto: 2 Crónicas 22:1-9

Tenemos delante nuestro la historia triste y amarga de un hombre que duró poco como rey. Eran malos tiempos, y además, la maldad se metió en la casa real. Debemos recordar esto, que lo malo todavía es malo si lo hacen grandes personas. Delante de Dios todos son medidos igualmente, sin privilegios ni acepción de personas. Y en este caso, el maligno consiguió colocar a una mujer mundana en la casa y ella crió mal y aconsejó mal a su hijo Ocozías.
William McKinley, que fue presidente de los Estados Unidos de 1896 a 1901, atribuyó su vida a la Biblia y a su madre. Dijo que de su madre y la Biblia había aprendido todo lo bueno que sabía. Con el rey Ocozías fue el caso contrario, porque su madre era la perversa Atalía. El versículo 3 dice que “su madre le aconsejaba a que actuase impíamente”. Bastante maldad hay latente en el corazón de cada ser humano (Mr. 7:20-23), pero si también una madre enseña malamente a su hijo, la cosa es peor.
Otro caso de malos consejeros se presenta en 2 Crónicas 24:17 – los jóvenes amigos del rey Joas que le aconsejaron a dejar al Señor después de la muerte del sacerdote Joiada – después de todo el bién que éste le había hecho y todo lo que había aprendido, visto y recibido de él. La ingratitud, deslealtad y el deseo desmedido de lograr independencia han sido factores en la ruina de muchos jóvenes.
Respecto a Ocozías, su piadoso abuelo Josafat dio ejemplo a seguir, pues seguía al Señor, hacía el bien, y le invocaba en tiempos de pruebas. Pero Josafat tuvo el patinazo y mal juicio de emparentarse con la casa de Acab (2 Cr. 18:1), y de ese matrimonio no aprobado ni bendecido por Dios salió con tiempo el problema, en la persona de Atalía que ya estaba colocada dentro de la casa real de Judá. Así fue que Atalía superó cualquier influencia buena que Josafat podía haber tenido.
2 Crónicas 22:3 dice que “también él anduvo en los caminos de la casa de Acab”, y cita a su madre impía como causa de esto. El versículo 5 dice: “y él anduvo en los consejos de ellos” – esto es, de los de la casa de Acab, los que “después de la muerte de su padre, ellos le aconsejaron para su perdición” (v. 4).
Entonces en los versículos 5-9 leemos que fue a la guerra con Jorám hijo de Acab, fue herido y se refugió en Samaria. Luego Jehú lo mató, y esto es una advertencia a todos que existe la culpa por asociación. Él se junto con los de la casa malvada de Acab, y murió como ellos. 
Sí, mis hermanos, podemos ser influidos por el mal, y por eso debemos tener mucho cuidado con quiénes nos juntamos, pues podemos estar caminando con personas que tienen sentencia sobre sí – como la casa de Acab (v. 7). Proverbios 13:20 declara: “El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado”. El Salmo 1:1 declara la bienaventuranza del que “no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado”. Ésta es la separación práctica.
Juntémonos con los que invocan al Señor de corazón limpio (2 Ti. 2:22). Sí, Dios tiene derecho de escoger quiénes van a ser nuestros amigos, y Él sabe como nadie más los peligros de las malas amistades y malas asociaciones. A veces hay que cambiar de compañeros de viaje, para no andar con los que no andan con Dios. Coincidir, por ejemplo, en escuela o trabajo, es una cosa, pero andar juntos es otra. En el Salmo 101 David habla de la integridad del que ama y sigue al Señor, y menciona dos veces “el camino de la perfección”. Esto es, el camino de los que aman al Señor, aborrecen la maldad, y desean crecer en el conocimiento de Dios y la santidad personal que le agrada. En Génesis 17:1 Dios le dijo a Abraham: “Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto”. En el Salmo 101:3, David declara: “Aborrezco la obra de los que se desvían; ninguno de ellos se acercará a mí”.  ¿Podemos decir lo mismo? En el versículo 6 dice: “Mi ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo; el que ande en el camino de la perfección, éste me servirá”.  Esto nos enseña que nuestros compañeros de viaje deben ser los que andan en el camino de la perfección. Y el versículo 7 afirma: “No habitará dentro de mi casa el que hace fraude”. Si queremos seguir al Señor, servirle y agradarle, debemos tomar la postura de David, porque ella es la que honra al Señor.

de un estudio dado por Lucas Batalla el 3 de mayo, 2012

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Carta A Un Amigo

Amigo..., gracias por escribirme. Comprendo lo que quieres decir con esto de que no has “ido por la Iglesia”, pero te recuerdo que sólo es un local de reunión, no “la Iglesia”, porque la iglesia se compone de personas redimidas por la sangre de Cristo, es un organismo vivo, una familia, una comunidad, no un edificio. Todos los que verdaderamente han nacido de nuevo forman parte de la iglesia. 
¿Y qué hacen? Hechos 2:41-42 dice: "Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones". Observa conmigo lo siguiente:
· Recibieron la palabra apostólica del evangelio que les fue predicada.
· Fueron bautizados. No después de largo tiempo de espera, sino en aquellos mismos días.
· Se añadieron. ¿Qué es esto de añadirse? ¿A qué se añadieron, y cómo? Amigo, se trata de la iglesia. Se añadieron a la iglesia, la comunidad/congregación de creyentes. Creyeron el evangelio para ser salvos, y se bautizaron en obediencia al Señor para identificarse con los Suyos. No se quedaron “sueltos” o aislados, sino que “se añadieron” a la iglesia. Hubo un compromiso personal bien definido en todos estos tres mil nuevos creyentes, y se manifestó en seguida, podemos decir, como señal de vida.
· Perseveraban todos esos nuevos creyentes, juntos, en ciertas cosas. Perseverar es dedicarse y continuar en algo, ser devoto, tomar compromiso y participar regularmente. ¿Continuar en qué? En cuatro cosas que hicieron juntos:
1. La doctrina de los apóstoles.
2. La comunión unos con otros.
3. El partimiento del pan.
4. Las oraciones.
Recuerda, eran tres mil nuevos creyentes, no uno o dos. No esperaban años, sino comenzaron en seguida. Y la situación era una de resistencia y persecución, es decir, un ambiente contrario. PERO esto es lo que hacen los que realmente han creído en el Señor para ser salvos y para seguirle como su Señor y Salvador. Se bautizan. Se añaden a la iglesia. Perseveran en estas cosas nombradas – la enseñanza, la comunión, el partimiento del pan y las oraciones. No a solas sino comunitariamente, en la congregación de los creyentes, la asamblea, la iglesia.
Ahora bien, mi amigo..., tú dices que has creído en el Señor, que has recibido la palabra del evangelio. Bien, espero de veras que sea así. Pero debo preguntarte, porque la Palabra de Dios me da el patrón que debo seguir: ¿Qué pasa con las demás cosas que les marca a los creyentes en Hechos 2:41-42? ¿O eres un nuevo tipo de creyente que no aparece en la Biblia, que "cree" solamente, pero que no sigue al Señor? No te enfades, porque no lo digo así con desprecio, sino con el sincero deseo de ayudarte a considerar tu situación a la luz de la Palabra de Dios. Si perteneces al Señor, amigo, le tienes que seguir, y le quieres seguir porque le amas, y si no le amas, no eres Suyo. Así de claro, sin medias tintas. 
Si no te bautizas como Él manda, ni obedeces ni te identificas con los Suyos.
Si no te congregas para recibir la doctrina apostólica, no creces, y parece que no te interesa aprender de la Palabra del Señor, ni la amas.
Si no te congregas para tener comunión con otros creyentes, no te fortaleces, y parece que no amas a los hermanos. 1 Juan 3:14 dice: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos”.
Si no te congregas para partir el pan en memoria del Señor, no le adoras como Él manda, y parece que no le amas. El dijo: “el que me ama, mi palabra guardará...el que no me ama, no guarda mis palabras” (Jn. 14:23-24).
Si no te congregas para orar, no tienes la ayuda que podrías del Señor, y parece que no te importa clamar al Señor como aquellos creyentes siempre hacían.
Así que, pregunto de corazón: ¿Quieres seguirle a Cristo o no? "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia" (Mateo 6:33) es lo que manda el Señor; no yo, ni nosotros, sino el Señor Jesucristo. Tendrás que contestar Su pregunta: “¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lc. 6:46). Jesucristo dijo a los que profesaron creer en Él: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos” (Jn. 8:31).
Carlos
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 ¿A esto lo llamas AMOR?

¿Puedes ver amor en la siguiente chica?
Paco está trabajando en otro país como emigrante. Cada tres días manda una carta a Susana, su novia. Después de volver, se quiere casar con ella. Por medio de las cartas desea que los dos estuvieran listos para una convivencia feliz. Susana ha leído la primera carta para contestar y pedir a Paco un poco de dinero para comprarse unos vestidos. Las cartas posteriores a esa primera, suman 66, están cerradas, en un cajón, ya que Susana ni siquiera las ha leído. Sin embargo, ella le escribe de vez en cuando, diciéndole cuánto le ama, y ya de paso, le pide un poco más de dinero. ¿Puedes ver amor en Susana? 
¿Entiendes el ejemplo? Jesucristo decía que volvería por los Suyos. Mientras tanto nos ha dejado Sus 66 cartas de amor en un libro. Él espera que tú leas cada día en Sus cartas. Él quiere prepararte para que puedas estar eternamente con Él. ¿Lees Sus cartas? ¿Sólo sabes pedirle favores? ¿A esto llamas amar a Dios? ¿No es más bien menospreciarle con engaño? Jesús decía: “El que me ama, mis palabras guardará” (Juan 14:23) y “El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios” (Juan 8:47). Proverbios 28:9 advierte: “El que aparta su oído para no oir la ley, su oración también es abominable”.

¿SABES LA RESPUESTA?
¿verdad o falso?

1. En este relato, Susana está engañando a Paco y sólo quiere aprovecharse de él.

2. El que no lee la Biblia con entusiasmo menosprecia a Dios.

3. Si esta persona se tiene por religiosa, está engañada.

4. La persona que se excusa con no poder leer la Biblia, pero tiene tiempo, por ej., para ver la tele, internet, chatear, u otras cosas, engaña a Dios.

5. Sólo la persona que obedece a lo que Dios dice en Sus cartas antes que a los hombres, realmente ama a Dios, y los demás le menosprecian.

respuestas:  1. v   2. v   3. v   4.  v   5.  v  

Pregunta Personal:
¿Estás dispuesto a dejar de menospreciar a Dios, no poniendo nada más a Su lado (ni el dinero, la salud, la pareja, la diversión, las tradiciones religiosas, la ciencia, el trabajo, ni tu propia vida)?  

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LOS RECABITAS
(Parte II)


En el número anterior, vimos cómo Jeremías, dirigido por el Señor, llamó a los recabitas y les ofreció vino. Pero ellos lo rehusaron, y citaron las instrucciones dadas por su antepasado Jonadab. Los recabitas honraron así a su padre, atesorando y fielmente guardando su palabra a traves de los siglos. Entonces Dios le habló a Jeremías señalando la obediencia de  los recabitas a su padre, y la desobediencia de Israel a Dios. 
Mediante esto podemos aprender la lección del pasaje para aplicarla en nuestros tiempos, ya que estas cosas están escritas "para amonestarnos" (1 Co. 10:11). La manera de honrar al Señor todavía es oír, hacer caso de Su Palabra, y obedecer lealmente lo que Él nos manda. Los problemas que existen en el mundo evangélico y las iglesias hoy son en gran parte debido a que no hemos honrado a nuestro Padre. Algunos ignoran Su Palabra. Otros la conocen pero no la creen. Hasta refutan lo que Dios dice, argumentando que son “cosas culturales” que no se aplican hoy. Si se les dice algo de la obediencia, responden que eso es legalismo. Mucho de eso radica en el amor propio. ¡Pero no hablaron así los hijos de Jonadab! Descendientes suyos que ni siquiera le conocieron todavía le honraban guardando su palabra.
La lección termina en Jeremías 35:16-19, donde Jehová anuncia la conclusión del asunto. La desobediencia de Israel será castigada, y la obediencia de los recabitas será premiada. Esto no debe sorprendernos. En Levítico 26:3-39 Dios anunció que oír y guardar Su Palabra era el camino de bendición (vv. 1-13) y el no oír ni hacer Su palabra traería maldición y castigo (vv. 14-39). Luego, en Deuteronomio 28 Dios anuncia otra vez esta gran verdad. Los versículos 1-14 presentan las bendiciones de la obediencia, y los versículos 15-68 advierten de las maldiciones y los castigos que vendrán si no oyen ni guardan la Palabra del Señor. La historia de Israel a lo largo del Antiguo Testamento ilustra la verdad de estos textos. Dios bendice a los que le honran y obedecen. “Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco” (1 S. 2:30). Así que, en Jeremías 35:17 el Señor anuncia el castigo de Israel y la razón: “porque les hablé, y no oyeron; los llamé, y no han respondido”.  Entonces en los verículos 18-19 Jeremías da el mensaje de Dios a los recabitas. No les dice que son extremistas o fanáticos, ni legalistas, ni les enseña que siendo ya adultos no tienen por qué guardar las instrucciones personales de un hombre que vivió hace casi 300 años. ¡Al contrario, lo que les dice es como una felicitación, es una bendición! “Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Por cuanto obedecisteis al mandamiento de Jonadab vuestro padre, y guardasteis todos sus mandamientos, e hicisteis conforme a todas las cosas que os mandó; por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No faltará de Jonadab hijo de Recab un varón que esté en mi presencia todos los días”
Ahora, hermanos, reflexionemos. ¿Somos como los recabitas, o como Israel? A nivel personal, familiar y congregacional, consideremos nuestros caminos. No había premio por “ser de Israel”, ni lo hay por “ser evangélico” ni “hijo de evangélico”, ni siquiera "hijo de misionero o anciano".  Lo que importa no es nuestro apellido, tradición o creencias intelectuales, sino la realidad de nuestra vida, carácter y obras. Dios no busca a gente para llenar locales y asistir a cultos, sino que todavía anhela y busca hijos obedientes. Santiago 1:22 repite el mensaje dado tantas veces antes en ambos Testamentos: “Sed hacedores de la Palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”. ¿Nos engañamos creyendo que todo está bien porque asistimos a una iglesia evangélica, como los judíos asistían al templo? ¿Somos como los católicos que creen que han cumplido con Dios si van a misa? Entonces hora es de despertarnos. “Meditad bien sobre vuestros caminos” (Hag. 1:5, 7). Dios busca vidas obedientes, pues son ellas las que le honran, y Él es digno de ser honrado. 
Gracias damos a Dios por Su Hijo fiel, leal y obediente, el Señor Jesucristo. En Su vida terrenal honraba constantemente a Su Padre aun más que los recabitas honraron a Jonadab. ¡Ojalá fuéramos más como Él, y eso es lo que Dios desea! Escuchémosle decir en Juan 8:29, “no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada”. Si la humanidad fuera así, ¡qué mundo más diferente sería el nuestro! Todos nuestros problemas radican en el egoísmo; queremos agradarnos a nosotros mismos más que a Dios. Se ve esto en el matrimonio, en la familia y aun en la iglesia. Necitamos poner nuestros ojos en Cristo, y seguirle. En Juan 5:19 el Señor Jesús habló de Su perfecta sumisión a la voluntad del Padre: “De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente”. Tan fiel y leal a Su Padre era que podía decir: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn. 14:9). En Mateo 3:17 leemos: “hubo una voz de los cielos, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. He allí una vida de hermosa lealtad al Padre. Cuando el diablo le tentaba, respondía: “escrito está” y no deshonró a Su Padre. ¡Cuánto admiramos al “Recabita celestial”, y cuánto gozo daba continuamente al Padre! Y qué provecho sacamos de Su obediencia. “Estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil. 2:8).
Pero nuestro Padre celestial quiere más que admiración. Desea que sigamos el ejemplo de Su Hijo y caminemos como Él, siendo obedientes, recordando Sus instrucciones y honrándole con nuestra fidelidad en cada aspecto de nuestra vida. “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Jn. 2:6).  En Deuteronomio 30:14-15 declaró: “Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas. Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal”. Sólo hay estos dos caminos, uno de obediencia, ilustrado por los recabitas, y el otro de desobediencia, ilustrado por los israelitas. Más adelante, en los versículos 19-20 Moisés concluye diciendo: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti”. 
Estemos atentos a las palabras de nuestro Padre, seamos fieles y obedientes a Sus instrucciones, no olvidadizos ni cambiadizos. ¡Seamos como los recabitas a nuestro Padre celestial, pues Él lo merece!
              Carlos Tomás Knott


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Señor, Bendice a Miguel



La Oración De Los Apóstoles en Colosenses 1:9-13


"Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo".

“Señor, bendice a Miguel...y bendice a los Gutiérrez, y bendice a Marga, y bendice...”
Este es el décimo día del mes de enero, y mi lista de oración de la iglesia demanda que yo ore por las personas allí apuntadas para este día. Yo no conozco a algunas de estas personas, y a otras las conozco pero no muy bien, y no tengo noticias recientes de ellas, así que mi oración es rápida e impersonal: “...bendice a la familia Gómez, y bendice a...” ¡Espera un momento!
El siguiente nombre en la lista es el mío. Y yo me pregunto con sorpresa y horror si otros hoy están orando así: “bendice a Samuel, y bendice a María, y bendice a Juani, y...”  pues si es así no están orando por mi completamente. Necesito que intercedan con más comprensión y detalle.
El apóstol Pablo vivió en tiempos de pobre comunicación y pocas noticias. Él llevaba una carga pesada en oración por iglesias e individuos. Yo tengo la impresión de que su oración no era impersonal ni hecha con prisa. Se me ocurre que si yo uso la Escritura como una base para mi oración, esto puede traer a ella más sentido, más como la oración que yo necesito de otros.
¡De acuerdo, trataré con Colosenses 1!

"Señor, llena a Miguel del conocimiento de Tu voluntad.
Que tenga presente Tu opinión en todas las cosas. Guárdale de decisiones hechas para su propio beneficio o de acuerdo con la perversidad que impera en este mundo.

Dale sabiduría y entendimiento espiritual.
Líbrale de depender de la deshonestidad y astucia del hombre sabio, de la vanidad y jactancia. Concédele la sabiduría que viene de lo alto, la cual es pura, pacífica, amable, benigna (Stg. 3:17).

Concédele que traiga gloria a Tu nombre y Te complazca en todas las cosas.
Capacítale para esto, no sólo en su oración y testimonio, sino también en las fatigas de cada día. En los pequeños trabajos, en los ajetreos, las comidas que come, la ropa que lleva puesta, que todo te complazca a Ti.

Hazle fructificar en buenas obras.
Guárdale de estar pendiente de sí mismo o de su propio trabajo cuando éstos podrían impedirle actuar con amabilidad, bondad y generosidad.

Que él crezca en la gracia y en el conocimiento de Tu persona.
Que él pueda verte claramente en Tu Palabra, pueda tener comunión contigo en oración y meditación. Llénale con el Espíritu de santidad, para que él en verdad pueda conocerte.

Fortalécelo con todo Tu glorioso poder, el poder que levantó a Cristo de entre los muertos.
Toma su debilidad e impotencia, que ellas puedan perderse en el océano profundo de Tu propia omnipotencia".

¡Mucho mejor orar así!


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¿Cómo Debemos Orar?

ORAR = Hablar Con Dios. Adorar. Alabar. Expresar Gratitud. Presentar Problemas y Quejas. Pedir. 1 S. 1:26-27;                         
                Mt. 21:22
Formas De Oración:

CLAMAR = Pedir con exigencia vehemente.  Lam. 3:56; Lc. 18:7

IMPLORAR = Pedir con lágrimas.  Is. 38:5; He. 5:7

INTERCEDER = Pedir a favor de otros. Est. 4:8; He. 7:25

INVOCAR = Pedir alegando lo prometido. Gn. 4:26; Ro. 10:13

ROGAR = Pedir con insistencia y ahínco. Éx. 33:13; 1 Ti. 2:1

SUPLICAR = Pedir con humildad y sumisión. 1 R. 8:38-39; 
                        Hch. 21:5

BENDECIR = Hablar bien. Alabar. Adorar. Dar gracias. 
                        Sal. 103:1-2

IMPRECAR =  Someter una queja, denunciar y pedir juicio. 
                       Sal. 120:3-5

Es el termómetro: revelador del calor en la iglesia.

Es el diálogo: con nuestro Padre celestial.

Es la mano: que pide Sus bendiciones.

Es la mejor arma: para combatir el diablo.

Es la respiración: el aliento vital de creyente.

Cuando la reunión de oración no tiene la misma asistencia e interés que las reuniones de domingo, la iglesia está espiritualmente enferma y defectuosa. Probablemente los miembros no son fervientes en oración personal los demás días. Orar es una expresión de necesidad y dependencia, y es la iglesia de Laodicea la que dice: "de ninguna cosa tengo necesidad".